LOS AMIGOS DE LA BARCA  

 

Los cuentos tradicionales que solíamos leer cuando niños comenzaban siempre con un… “Érase una vez” o un…. “Había una vez”, por eso me van a permitir que yo comience esta historia de la misma forma, porque quiero después poder leerla como si fuera un niño y no sufrirla como persona adulta, ya demasiado mayor para creer en la fantasía del habitual final “y fueron felices y comieron perdices”.

Por eso, había una vez una barca neumática, una playa maravillosa, calas encantadas, un mar azul con profundidades de ensueño, y un mundo de amigos queriendo participar cada verano del cuento que comenzaba a escribirse cada vez que la barca levantaba el ancla llevando gente feliz y oyendo en su materialidad los “oh”, “maravilla”, “hermoso” tantas veces exclamados por tantos supuestos amigos cuando el capitán ponía proa al azul, y sin importarle cuántas veces debiera llenarse el depósito, ni el esfuerzo de comenzar el verano poniendo la barca en condiciones de disfrutar todos, y al terminar hacerlo para pasar el invierno a resguardo invitaba a regresar, para otro paseo, cuando llegaran las siguientes vacaciones.

No era poco el trabajo que cada salida ocasionaba, muchas veces el capitán utilizó la barca para su propio disfrute pero muchas más de las que recordamos con un simple repaso por la mente, ésta iba cargada, algunas veces al máximo, en otras se necesitaba hacer más de un viaje a un determinado destino para llevar a todos los amigos que querían disfrutar. Pero en realidad para el capitán nada tenía importancia con tal de ver felices a los amigos.

¿Amigos?, sí, amigos que debían presentarse porque algunas veces ni se habían visto personalmente con anterioridad, pero la redes sociales tienen ese encanto, todos son amigos. Sólo que hay muchos tipos de amigos en ellas.

Están los amigos de toda la vida, los que teníamos antes y un día volvimos a encontrar en Internet y dimos gracias al cielo por habernos permitido continuar esas lejanas amistades a través de las nuevas tecnologías.

Están los amigos de ahora, los que acabamos de conocer, y ser nuevos amigos no les quita mérito a la hora de llamarlos “amigos” pero generalmente entre éstos también hay que hacer divisiones porque aquí encontramos a los conocidos con los que sólo intercambiamos de vez en cuando un emoticón, a los amigos queridos, a los incondicionales, a los imprevisibles y como comenzaría este cuento…. Érase una vez que un capitán que tenía una pequeña barca neumática y tenía muchos amigos…. eran amigos incondicionales, muchos regresaban todos los años y varias veces algunos.

Incondicionales ¡que hermosa la amistad incondicional! Porque es una amistad de afectos ilimitados, de entrega total. ¡Cuántos amigos incondicionales! Y esta reflexión me obliga a cambiar el primer párrafo del cuento…..Érase una pequeña barca neumática que tenía un capitán y tenia muchos amigos…..

¿Cómo es posible que algo como una barca sea la que acapara la amistad? Tendría que buscar una definición adecuada de amistad para poder continuar el cuento porque no es lógico que se intercambie tanto afecto, simpatía o confianza, las definiciones clásicas de lo que se dá entre amigos, y una pequeña pero descerebrada barquita de recreo.

Y como eran amigos de la barca todos disfrutaron de ella y cuando el capitán no pudo llevarlos a pasear en su barca los amigos simplemente desaparecieron… se evaporaron…. se hicieron humo…. se olvidaron, incluso, de preguntar porqué el capitán ya no se les invitaba a pasear en el barquito.

Érase una vez que la vida por ser vida, nos enseñó como actúa la vida y entonces… colorín colorado, este cuento se ha acabado.


                                                                                                                                ®Graciela A. Vera Cotto