GRACIAS, MUCHAS GRACIAS A LAS "LIMPIACULOS"

Suelen estar en el escalafón bajo de los trabajadores de la salud y me pregunto el motivo.

No tienen los estudios de un médico ni los de una enfermera pero sin su trabajo, por demás abnegado, surgiría el caos hospitalario.

Para mi son las chicas que llegan muy temprano, con el carrito hasta arriba de ropa de cama, batas sanitarias, productos de higiene personal y aunque no es su tarea, alguna que otra colonia para que los pacientes se sientan mejor..

No se me habría ocurrido darles el nombre de limpiaculos si no lo hubiera leído, autoimpuesto por una de ellas, dolida porque muchos las llaman despectivamente de esta forma, pero a la vez orgullosa de decir que lo es, una auxiliar de enfermería cuya tarea es esa y sin su disposición a realizar la higiene de todos, la normal pero también aquella que más repugnaría a cualquiera, la cadena hospitalaria se rompería en lo esencial, precisamente la profilaxis sin la cual los microbios tendrían en los centros hospitalarios un empíreo donde polular.


Todos los que hemos tenido que pasar por un hospital, sin importar la categoría del mismo, hemos debido alguna vez, lo hayamos hecho o no, dar las gracias a las limpiaculos de turno. A esas auxiliares de enfermería que sin dejar de lado una sonrisa o una palabra amable nos han devuelto la dignidad al dejarnos “como una rosa” según las palabras de alguna de ellas. Mujeres en su mayoría pero también hombres, que ejercen la profesión más antigua: la del cuidado del enfermo humanizando ese cuidado


No importa que tan mal nos sintiéramos, la higiene siempre nos ha devuelto ese dejo de mejoría que, imaginario o no, nos decía que a partir de ese momento ya no éramos el despojo de un rato antes sino un ser humano en vías de recuperación.


Hoy podría dar las gracias a las auxiliares de enfermedía pero no, quiero decir con todo cariño, gracias a las limpiaculos. Gracias por vuestro trabajo, gracias por vuestro altruísmo, por el cuidado y cariño conque atendéis a aquellos pacientes que más necesitan de una mano amiga, por la sonrisa casi permanente conque enfrentáis las más desagradables situaciones y por soportar la impertenencia de muchos sin responder como esos muchos deberían ser tratados.


Gracias, queridas, imprescindibles, impagables limpiaculos de los hospitales, vosotras tenéis un trabajo poco reconocido pero quizás sea el más digno de una larga lista de tareas. Vosotras no sois un eslabón en la cadena sanitaria, sois, la anilla que en el centro mismo de la actividad permite el desarrollo en forma segura de toda la gestión sanitaria.



                                                                                                        ®Graciela A. Vera Cotto






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