La mayoría de nosotros contamos con orquídeas de invernadero o en algunos casos de la vida silvestre. Nos encantan por sus bellas flores, llamativos colores y formas distintas que caracteriza a las orquídeas.
Pero luego nos ha pasado que con el tiempo aumentan de tamaño, pero no las volvemos a ver florecer.
La respuesta es fácil, las orquídeas tienen un periodo de adaptación, al menos de un año para que vuelvan a florecer. Algunas orquídeas ya no las vemos florecer de nuevo y esto puede ser frustrante para la mayoría de las personas.
Las plantas que vienen de invernaderos están acostumbradas a temperaturas controladas, riego y fertilización constante. Todo esto ayuda a que la madurez se alcance en menor tiempo. Por lo regular, cuando son compradas en invernadero tira la flor al poco tiempo, salen nuevos brotes enanos o tardan bastante en florecer.
Lo anterior sucede en nuestros hogares porque no contamos con invernaderos (o condiciones controladas). Y tampoco llevamos una rutina constante sobre el cuidado de las plantas.
Si eres primerizo en el cuidado de orquídeas te recomendamos comprar ejemplares pequeños. No son costosos, y te va a ayudar a adquirir más experiencia para que posteriormente puedas cuidar de una planta adulta. (leer: cómo cuidar una orquídea bebé).
Orquídeas de invernadero Fuente
Primero debes conocer tu especie de orquídea, ya que no es lo mismo una Phalenopsis que una Cattleya. Las Phalenopsis no cuentan con pseudobulbos y sus reservas se encuentran en sus gruesas hojas y ocupan un poco más de humedad que las Cattleyas. Estas últimas a su vez ocupan más calor que las Phalenopsis.
También es importante saber la temperatura del lugar donde va a vivir tu orquídea. Algunos invernaderos llegan a tener temperaturas arriba de los 30 grados centígrados. Lo que favorece la floración, además ayuda a tener un mejor desarrollo. Por el contrario, a una menor temperatura el crecimiento es más lento.
Tener una rutina de fertilización es importante. Las orquídeas de invernadero son constantemente fertilizadas para favorecer su floración, tamaño, cantidad de flores.
Se recomienda fertilizar las orquídeas cada 15 días o una vez al mes. Sí se fertiliza más de lo normal, la concentración de sales puede ser perjudicial para algunas orquídeas como la Stanhopea.
La humedad también influye. Depende del lugar donde vivan y también depende de la situación climática del año. Por ejemplo, si hace calor se recomienda regar las plantas cada 3 días. Si se encuentran a una temperatura constante de 26°C con un riego cada 15 días es suficiente. Pero en cambio, si la orquídea vive en una región fría, lo recomendable es regar la planta por la mañana después de las once del día. Con el objetivo de que con un poco de calor se logren secar antes de la noche.
Algunas orquídeas tienen periodo de descanso de riego como por ejemplo la Laelia speciosa. A esta bella orquídea no se debe regar ni fertilizar en invierno para poder observar su floración en mayo.
La intensidad de luz es importante. Son pocas orquídeas como las Barkeria, Cattleyas, Encyclias, y Laelias que pueden soportar el sol directo. Las hojas de estas orquídeas se tornan de color morado intenso. El cambio de color es una respuesta natural de las plantas para protegerse de la intensidad lumínica del sol. Lo recomendable es colocar las orquídeas bajo árboles o malla sombra al 70% para evitar quemaduras o lesiones en las plantas.
Las plagas y las enfermedades se pueden evitar si se tienen buenas prácticas. Al seguir una calendarización se puede evitar tanto plagas como enfermedades.