Se increpa sin fin contra las pasiones; se les imputa todas las penas del hombre y se olvida que son también la fuente de todos sus placeres. (...) sólo las pasiones, y las grandes pasiones, son las que pueden elevar el alma a las grandes cosas. Sin ellas no hay nada sublime ni en las costumbres ni en las creaciones, (...) La contención anonada la grandeza y la energía de la naturaleza. (...) Será, pues, una felicidad (...) el estar dotado de fuertes pasiones. Sin lugar a duda sí, siempre que todas se produzcan al unísono. Estableced entre ellas una armonía adecuada y nunca podréis apreciar desórdenes. (...) Proponerse la ruina de las pasiones es el colmo de la locura. !Bello proyecto aquél, el de un devoto que se atormenta como un desquiciado para no desear nada, no amar nada, no sentir nada, y que finalizará convirtiéndose en un verdadero monstruo si llegase a cumplirlo!. (...)
(...) !Qué voces! !Qué gritos! !Qué lamentaciones! ¿Quién ha encerrado en esos calabozos a todos aquellos cadáveres quejumbrosos? ¿Qué crimen han cometido esos desgraciados? Unos se golpean el pecho con piedras, otros se desgarran el cuerpo con puntas aceradas, el dolor y la muerte en los ojos. ¿Quién les ha condenado a esos tormentos? ... El Dios al que han ofendido... ¿Quién es, pues, ese Dios? Un Dios lleno de bondad... ¿Un Dios lleno de bondad encontraría placer bañándose en lágrimas? ¿No habría que injuriar el miedo a su clemencia? Si unos criminales tuvieran que colmar los furores de un tirano, ¿qué más harían? (...) Hay gente de las que no se puede decir que teman a Dios, sino más bien que tienen miedo. (...) A propósito del retrato que se me hace del Ser Supremo, de su inclinación por la cólera, del rigor de sus venganzas, de ciertas comparaciones que expresan numéricamente la relación de aquellos a quienes permite perecer por las de aquellos a los que se digna a tender su mano, el alma más recta estaría tentada de que no existiera. Habría bastante tranquilidad en este mundo, si tuviéramos la completa seguridad de que nada había que temer en el otro: la idea de que Dios no existe no ha atemorizado jamás a nadie, pero sí la de que existe uno, tal como me lo han descrito. (...) la superstición es más injuriosa para Dios que el ateísmo. (...)
(...) Sólo el deísta puede enfrentarse al ateo. (...) al conocimiento de la naturaleza es al que le estaba reservado hacer grandes deístas. (...) es (...) en las obras de Newton, (...) donde se han encontrado las pruebas satisfactorias de la existencia de un ser soberanamente inteligente. Gracias a la labor de estos hombres extraordinarios, el mundo ya no es un dios: es una máquina que tiene sus ruedas, sus cuerdas, sus poleas, sus resortes y sus pesos. (...) ¿No queda mejor demostrada la inteligencia de un primer ser a través de la obra de la naturaleza (...)? (...) El deísta afirma la existencia de un Dios, (...)
(...) Se me debe exigir que busque la verdad, pero no que la encuentre. (...) ¿Qué es un escéptico? Es un filósofo que ha dudado de todo lo que cree, y que cree lo que un uso legítimo de su razón y de sus sentidos le ha demostrado como verdadero. (...) Lo que jamás ha sido puesto en duda no puede ser de ninguna manera probado. Lo que no ha sido examinado sin prevención no ha sido jamás bien examinado. El escepticismo es, por consiguiente, el primer paso hacia la verdad. (...) sería deseable que una duda universal se propagase por la superficie de la tierra (...) “Por la razón y no por la violencia es por donde hay que llevar al hombre a la verdad”. (...) Una sola demostración me afecta más que cincuenta hechos. Gracias a la extrema confianza que tengo en mi razón, mi fe no está a merced del primer saltimbanqui. (...) “Pensamientos filosóficos”.