En estos momentos tan cruciales y delicados en los que vivimos, con tantas guerras, conflictos y disputas, donde parece que todas las noticias son malas y que el único sentimiento generalizado es el temor y la incertidumbre, surgen preguntas como: “¿merece la pena estar al tanto?” “¿para qué quiero saber yo todo esto? Si lo único que me genera son nervios y dolor de barriga.”
Y es que, aunque parezca que uno vive mejor en la ignorancia y sin estar al tanto de nada de lo que pasa para así evitar preocupación, también es necesario tener conocimiento de las cosas que ocurren a tu alrededor, pues en un mundo tan marcado por la globalización, las redes sociales y las telecomunicaciones, es necesario estar al tanto de las distintas posturas y argumentos, para crear un pensamiento crítico, para no caer en el engaño de las fake news y saber distinguir cuando resulta verdadero o falso y poder crear una opinión al respecto; para no comernos la cabeza por un simple titular que no llega a ningún lado y para poder vivir tranquilos a pesar de conocer.
Existen distintas posturas al respecto, aunque la mayoría se hayan a favor del conocimiento frente a la ignorancia, como puede ser el caso de Platón, que junto a su alegoría de la caverna defendía la gran importancia que tiene el poder alcanzar el conocimiento, pues cuando conseguimos llegar a él, a ese mundo de las ideas, cuando conseguimos ver el Sol, es cuando verdaderamente nos liberamos, cuando somos capaces de alcanzar la plenitud, la felicidad, aunque al principio suframos y nos duelan los ojos, merece la pena ese mínimo de dolor si significa vivir libres y conscientes. En este caso, se podría ver a la ignorancia como un obstáculo, como una forma de esclavitud que aleja al individuo de su pleno potencial y libertad, algo, como una fuerza, que impide al ser humano alcanzar la felicidad y la tranquilidad, pues es únicamente a través del conocimiento que podemos ser mejores.
Imaginemos que nos encontramos en una relación amorosa, donde todo aparenta estar bien, pero comienzas a notar ciertas actitudes, pequeños detalles extraños que te hacen dudar y plantearte cosas; hasta que llega el día en el que te enteras de que tu pareja te está siendo infiel, lo que te genera un dolor inmenso, pero momentáneo, pues el saber lo que ocurre te hace darte cuenta de todo lo que estaba pasando y te hace darle una razón y un sentido, te ayuda a organizar tus ideas al respecto y a entender el por qué, y aunque te plantees que hubiese sido mejor no descubrirlo, para ahorrarte el disgusto y poder seguir viviendo en la felicidad de la ignorancia, esta hubiese sido meramente momentánea y basada en mentiras e ilusiones, que al romperse, dolerán más que conociendo la verdad en un primer momento.
Y aunque pueda parecer que es mejor no estar al tanto de ciertos aspectos de la vida, como la muerte o el sufrimiento, para así proteger nuestra paz interior y poder vivir felices, como defendería Epicuro de Samos junto al hedonismo, y se podría establecer a la ignorancia como una protección emocional, una burbuja que nos aleja de aquél conocimiento que nos daña y nos genera una angustia existencial, es extremadamente necesario conocer y sufrir para poder vivir, pues aquél que no conoce y que vive de la mera contemplación no está verdaderamente viviendo, sino que se encuentra en una ilusión en la aparentemente es feliz y aparentemente vive tranquilo.
Es el conocimiento que adquirimos acerca de las cosas, personas y acciones que nos rodean, lo que nos forma como las personas que somos y lo que nos da rienda suelta a poder opinar, debatir y tener una perspectiva del mundo, de nuestras acciones y de nuestras propias vidas, y todo ello, es lo que nos puede conducir a la felicidad, a una pura y verdadera, aunque sea momentánea y dependa de las circunstancias, será mucho más disfrutable que la que se supone que otorga la ignorancia, que es ilusoria y falsa.
Además, la ignorancia también puede ser utilizada como arma para alcanzar objetivos y para controlar a la sociedad, pues existen casos, como son los regímenes dictatoriales y autoritarios, es los que se nutren de la ignorancia y el poco conocimiento de la población para crecer y aumentar su poder, generando después en el país situaciones muy precarias y de mal vivencia. Es por esto por lo que el conocimiento también puede verse y entenderse como, en cierto sentido, una herramienta contra el empoderamiento de los dirigentes del Estado, puesto que, gracias a la información, al entendimiento y las distintas posturas que se plantean podemos darnos cuenta de cuando nos buscan manipular y aprovecharse de nosotros, ya que una sociedad ignorante es mucho más moldeable.
Para no caer en esta trampa y poder luchar contra la manipulación es sumamente necesaria la educación y el acceso a información, pues es a través de esto que se adquiere conocimiento y consciencia, es lo que hace que la gente se mueva y se rebele ante las injusticias, porque es capaz de distinguirlas, al contrario que una persona ignorante, que va a mantenerse al margen y se dejará controlar por mandatos que lo único que hacen es perjudicarle, por lo que la educación se convierte en un elemento clave en la búsqueda y defensa de las libertades, tanto individuales, como colectivas. Además de que hemos de dar cuenta de cuando la información está siendo manipulada para hacernos creer lo que les interesa, por lo que el tener acceso a distintas fuentes de información y obtener conocimiento de distintos puntos de vista es lo más importante, para generar una opinión al respecto y poder ver lo que es cierto y lo que no.
Esta cuestión nos deriva a otro punto, y es que no es lo mismo no querer saber, que no poder saber. Esto es que, si alguien decide no leer las noticias, teniendo la opción de hacerlo y el acceso a la información, está evitando conscientemente el conocer para evitarse malos sabores de boca; mientras que aquellas personas a las que se les coarta la libertad y carecen de acceso a fuentes de información o a una educación objetiva están siendo obligados a no saber, se les está imponiendo la ignorancia, o se les da un conocimiento parcial para que tomen como verdadero lo que es únicamente favorable para los intereses de los poderosos y dirigentes. Esto únicamente vale para lo anteriormente ya mencionado, para controlar a la población mediante la censura y la falta de educación, porque saben que si les dejan conocer se sublevarán ante lo impuesto y buscarán libertad, alterando el orden y generando en su lugar caos.
El hecho de ser seres conscientes nos condena a ser responsables de nuestras acciones, por lo que el conocimiento implica responsabilidad, una que no puede ser evitada por la simple ignorancia, aunque dé miedo tener que afrontarla y actuar al respecto, por miedo a las consecuencias. Y es que, aunque parezca que pueda ser más fácil y sencillo el ignorar la responsabilidad de nuestra vida, esto nos estaría haciendo vivir simplemente en automático, nos estaría quitando la libertad y felicidad característica de nuestra vida humana y nos estaría rebajando a simples animales.
Estos viven de manera inconsciente y sin tener en cuenta lo que les pueda pasar; sin ser conscientes de la muerte ni el sufrimiento y simplemente reduciéndose a alimentarse y reproducirse, sin ningún fin más allá. A nosotros se nos ha otorgado algo único, todo un privilegio singular y tenemos que aprovecharlo al máximo y disfrutarlo, pues nos nutre y nos hace ser lo que somos.
Bien es cierto que, nosotros, los humanos, cuando nacemos, y en nuestros primeros años de vida, tampoco somos muy conscientes de todo lo que nos rodea, centrándonos únicamente en comer y en el cariño que nos dan nuestros padres, asemejándose bastante al resto de animales.
Y somos felices, o por lo menos eso parece, porque siempre que uno sufre por los estragos de la vida de lo primero que se acuerda es de cuando era niño: “que fácil era vivir sin preocupaciones…” y puede que sea así, pero cuando vas creciendo te vas dando cuenta de lo que es realmente la vida y del sufrimiento que esta lleva consigo de vez en cuando, y probablemente deseas que te hubiesen ido avisando de todo lo que iba a venir, de todo lo que iba a doler, para ir asimilándolo, y tal vez eso sea lo que hay que hacer, hacernos entender desde jóvenes que no todo va a ser siempre, de color de rosa e ir haciéndonos conocer desde muy pequeños, para poder asimilar todo mejor y así no querer nunca volver a la ignorancia, agradecer el poder tener conocimiento, porque si este viene dado desde que somos jóvenes, entonces no se sufrirá tanto, porque todo se entenderá mejor.
Pero a pesar de esto, podemos caer en contradicción al pensar que, si tienes conocimiento de todo lo que está a tu alcance y no desconoces de lo más mínimo, lo que puede ocurrir es que comiencen a surgirte más dudas, cada vez más complejas, cada vez más existenciales y cada vez más profundas que te sean imposible conocer, lo que te convertiría, en cierta parte, en un ignorante. Por lo que, el que mucho conoce no significa que se libre de ser llamado ignorante en ciertos aspectos, pues es imposible poder conocer de todo y en plena profundidad, siendo todos ignorantes de la mayoría de las cosas que rodean nuestra vida, pues es imposible abarcarlas todas.
Es por esto por lo que, a pesar de que necesitemos conocer y de que requiramos de este conocimiento para saber quienes somos, las decisiones que tomamos y las responsabilidades que tenemos; a veces también está bien ser algo ignorantes, entender que no nos es imposible conocer acerca de absolutamente todo, pero siempre sin dejar de lado el conocer, sin rendirse y sin intentarlo, sino con el ímpetu y las ganas de querer saber, y querer saber siempre más, porque aunque el conocimiento pueda resultar a veces muy confuso (valga la redundancia) y existencial, no podemos cerrarle las puertas, pues, como bien defiende el filósofo alemán del siglo XVII, Immanuel Kant, hay que atreverse a conocer (sapere aude) e intentar no quedarse en la pasividad y falsa comodidad de la ignorancia, dejándole el peso a otros, sino hacer cuenta de tus responsabilidades y ser capaz de servirte de tu propia razón sin necesidad de que te imponga nadie ni nada un pensamiento y desarrollar y potenciar tu pensamiento crítico.
Es por todo esto por lo que, en esta cruenta y delicada situación de tensiones internacionales en que la que nos encontramos todos a día de hoy, es más necesario que nunca que lo intentemos, que luchemos, que abramos nuestra mente a la razón y al conocimiento. Debemos de convertirnos en uno revolucionarios y abogar por la libertad de pensamiento que tanto merecemos; no dejarnos llevar por la ignorancia, por el control y por el adoctrinamiento y crear cada uno nuestro pensamiento propio, decidir nosotros qué es aquello que es justo y qué es aquello que no, saber cuándo nos están mintiendo o cuando nos están ocultado información y establecer del lado del queremos estar frente a un conflicto o discusión. Dejarse llevar por el control y por la ignorancia sería deshumanizarnos y perder todo aquello que nos hace tan nuestros, aquello que nos hace ser humanos y que nos diferencia del resto de los seres vivos. Nuestra capacidad de razonar y de ser conscientes de lo que somos y de lo que nos rodea es un privilegio que debemos de explotar al máximo, pues es que solo conociendo seremos capaces de ser verdaderamente libres y completamente felices.