Debate: mujeres y lecturas de dos épocas

Compara estas tres imágenes:

  • El modo en que se representa a la mujer y los atributos gráficos con los que se la caracteriza: vestidura, libros/lectura, actitud.
  • La relación que se establece entre el ángel (¿figura asexuada o masculina?) y la mujer: igualdad, subordinación, distancia o cercanía.
  • El marco de la escena: privado e íntimo o bien público y bajo "vigilancia" de otros personajes.
La Anunciación, Maestro de la Sisla (ca. 1500, Tabla).
La Anunciación, Zurbarán (ca. 1650).
La Anunciación, Murillo (ca. 1650).

Lee si quieres tener más datos en el momento de comparar las imágenes:

Asunción Bernárdez, "Pintando la lectura: mujeres, libros y representación en el Siglo de Oro", Edad de Oro, XXIV (2007), 67-89.

El hecho de pensar en la lectura desde una perspectiva de género es un fenómeno relativamente nuevo, aunque desarrollado sobre un principio clásico: las mujeres leían menos que los hombres, debido a razones sociológicas diversas, y lo que leían eran libros religiosos o de caballerías, tal como formuló Rodríguez Marín ya en el año 1921.

Sin embargo, desde los testimonios iconográficos nace una sospecha: las prácticas lectoras de las mujeres podrían haber sido más ricas de lo que atestiguan los cómputos de las bibliotecas o los testimonios de los escritores de la época. Un ejemplo de este hecho lo tenemos en El Quijote, donde aparecen continuamente mujeres que saben leer y escribir (Dorotea, Zoraida, Marcela, La Duquesa, etcétera) y mujeres que leen sobre todo literatura de ficción, como indica el hecho llamativo de que ninguna mujer cervantina se muestre interesada por la lectura de libros religiosos.

Las mujeres leen ficción e, incluso, pueden leer con un «criterio femenino» como muestra Juan de la Cueva en su obra El Infamador (1582), donde aparecen una dama y una criada, ambas lectoras en Sevilla, criticando y quemando libros misóginos. Cabe pensar que las mujeres desarrollaran prácticas lectoras que podemos llamar «de resistencia» frente a las formas de leer masculinas, prácticas que desmontaran, por ejemplo, la tradición misógina de cierta literatura o precisamente el encasillamiento genérico de ciertos temas o estereotipos tradicionales de las mujeres.

(...) Conforme va emergiendo la clase burguesa en toda Europa, la alfabetización va dejando de ser una especie de adorno nobiliario más o menos deseable para las hijas, para convertirse en una necesidad y parte del adiestramiento de una esposa que colaborará con el marido (y en muchos casos con el padre, como hace Dorotea en El Quijote) en la administración del negocio familiar. (...)

[Las declaraciones contrarias de varios moralistas de la época son] muestra del miedo a la expansión de la literatura de ficción, a la pasión de las mujeres por la lectura de novelas sentimentales y de caballerías, porque, tal como afirma Fernando Bouza «[e]s mucho más fácil aceptar a la erudita Madalia de Erasmo con sus libros latinos que a las mujeres comunes con sus novelas en romance». La erudición de las mujeres era cosa conocida y aceptada en el Renacimiento, pero a partir del XVI la relación con la ficción comienza a ser pensada como cosa peligrosa. De esto nos habla Cervantes, de lo que pasa cuando la imaginación y la literatura, y por lo tanto, los signos, transitan por el mundo con una libertad impensable en las épocas donde las copias de libros eran pocas y los lectores (y sobre todo, lectoras) eran menos todavía.


Compara ahora estos textos.

Donatella Gagliardi, Urdiendo Ficciones. Beatriz Bernal, autora de caballerías en la España del XVI, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2010.

Fray Luis de León observa cómo la sabiduría divina indica en las Sagradas Letras, de las que resalta la intención didáctica, todo lo que conviene a cada estado, y a las casadas que aspiren a ser perfectas “llega hasta, entrándose por sus casas, ponerles la aguja en la mano, y ceñirles la rueca, y menearles el huso entre los dedos”. Desde luego el lino, la lana y “las demás cosas que son como éstas […] son como las armas y el campo adonde descubre su virtud la buena muger”, a la que la naturaleza no hizo “para el estudio de las sciencias ni para los negocios de dificultades, sino para un solo oficio simple y doméstico” y por eso mismo le “tasó las palabras y las razones”.

El racionero de Toledo Pedro Sánchez, al enumerar “las calidades que á de buscar el varón en la muger con quien se á de casar” en su Árbol de consideración y vana doctrina (1584) recomienda que el futuro esposo elija

una muger que no sepa escribir, y aun no la devría desechar porque no supiesse leer […]. Querría yo que la muger casada supiesse governar su familia con mucha prudencia y servir y regalar a su marido y criar y doctrinar muy bien sus hijos […]. Reze ella muy devotamente en unas cuentas; y, si supiere leer, lea en libros de devoción y de buena doctrina, que el escribir quédesse para los hombres. Sepa ella muy bien usar de una aguja, de un hueso y una rueca, que no á menester usar de una pluma.

“Aprenda a tomar la rueca en la cinta, y el huso en la mano, y hazer sus maçorcas y hechar sus telas de lana y lino”, aconseja Gaspar de Astete a la doncella modélica, ratificando más adelante sus convicciones:

la muger no ha de ganar de comer por el escrevir ni contar, ni se ha de valer por la pluma como el hombre; antes, assí como es gloria para el hombre la pluma en la mano y la espada en la cinta, assí es gloria para la muger el huso en la mano y la rueca en la cinta y el ojo en la almohadilla.

Apud Daniel Gascón (2013): "Las mujeres y la lectura (1 y 2)".

El estudio de Donatella Galliardi está dedicado a la autora de una novela de caballerías, Cristalián de España, que tuvo bastante éxito en su época: Beatriz Bernal, de quien la Wikipedia dice que "fue la primera escritora española con conciencia de estar escribiendo una obra literaria para su publicación.

(...)

El prólogo de la obra es una buena muestra de la posición que Beatriz Bernal se atribuyó como escritora y sobre todo de las dificultades que encaraban las mujeres con vocación literaria, más aún si querían publicar. Para empezar omitió su nombre de la obra, aunque quiso dejar constancia de su identidad femenina y aparece en la portada como “una señora natural de la noble y más leal villa de Valladolid”. Como otros autores de libros de caballerías, recurrió al tópico del antiguo libro encontrado como fuente de su obra, pero la aventura se desarrolla en claves femeninas: obtiene el original mientras visita iglesias, donde siente curiosidad por un antiguo sepulcro y allí tiene un acto de atrevimiento, “vi que a los pies del sepultado estaba un libro de crecido volumen, el qual, aunque fuese sacrilegio, para mí apliqué”.

Guía para el debate.

1. Los tabúes patriarcales sobre la lectura y la escritura femenina.

1.1. ¿Qué argumentos y razones (o sinrazones) alegan los moralistas del Siglo de Oro para prohibir el canto de poesía amorosa, la lectura de ficciones y, sobre todo, la capacidad de las mujeres para pensar, interpretar y crear libremente?

1.2. ¿Te parece que tienen algún fundamento o esconden una segunda (o tercera) intención?

1.3. ¿Crees que tienen alguna vigencia o la han perdido por completo?

1.4. ¿Cómo reaccionaríais las mujeres de hoy ante los varones que os planificaran la vida de tal modo?

2. Las restricciones y las persecuciones contra la capacidad de las mujeres para opinar sobre los videojuegos (y para crearlos según sus gustos). ¿Lo mismo o lo contrario?

2.1. ¿Te parece que el texto de Kysukuac ha de interpretarse literalmente? ¿Por qué?

2.2. ¿Por qué se ponen reparos e incluso se acosa a las mujeres que opinan críticamente sobre los videojuegos?

2.3. ¿A qué se tiene miedo? ¿A que se prohiban los videojuegos o a que se tenga en cuenta a las mujeres usuarias y creadoras, contra el gusto de (algunos) varones?

Todavía no tenemos conocimiento suficiente para dar opiniones cerradas (si es que fuera deseable aun con toda la información del mundo).

Pero nos importa sacar a la luz los estereotipos y los prejuicios, antes de trabajar a fondo sobre el proyecto; así que, adelante, dialoguemos.