6. Mujeres que controlan su destino.

Índice.

  • Heroínas y antihéroes.
  • Mujeres representadas en la vida cotidiana: Velázquez y Murillo.
  • Creación gráfica: retrato e historia de una mujer quijotesca.

1/2. Dorotea y Luscinda.

3. Claudia.

4/5/6. Más allá de los estereotipos literarios: Zoraida y dos adolescentes arriesgadas.

7/8. Duquesa y Teresa.

9/10/11. La burla feminista de los valores patriarcales: Maritornes, Altisidora, Quiteria.

  • Con todas y todos ustedes, las mujeres del Quijote.
  • Debate: heterodoxia y villanía.

Misiones en este apartado.

Misiones especiales.

Dorotea, Cecilio Plá.

Misiones compartidas.

heroínas y antihéroes.

Lectura.

Vamos a fijarnos en el hecho destacable de que el Quijote, paradigma de la novela europea, haya convertido en protagonistas a personajes despreciados o marginados por los más poderosos: el Estado, la Religión y el Dinero, dentro de las formas de organización política, social y económica que organizaron el Imperio español y el Antiguo Régimen.

Aunque sería poco objetivo considerar al Quijote una obra partidaria de la igualdad entre hombres y mujeres, pobres y ricos, nobles y plebeyos, cristianos y musulmanes, etc., lo cierto es que sus heroínas y sus héroes pertenecen a un mundo "vuelto del revés", que se representa con realismo y verosimilitud psicológica, cuyo descubridor no es otro que el más coherente incoherente de todos los personajes. Don Quijote está obsesionado por resolver todas las injusticias que se le ponen por delante con dos herramientas contradictorias: el sentido común (es decir, la racionalidad emotiva que cualquier ser humano entiende), por lo que recibe alabanzas de los cuerdos y de Sancho; y la fuerza de las armas, por lo que recibe vituperios y fingidos elogios (es decir, burlas), particularmente de las mujeres.

Los personajes caracterizados por "las novelas dentro de la novela", según comprobamos en la sección anterior, son figuras de la libertad humana que desbordan hasta quebrar los estereotipos de su época e incluso de la nuestra: mujeres que ejercen la igualdad en el trato y en los actos, contra los límites impuestos por el patriarcado, como la morisca cristiana Ana Félix, que lucha por crear su propia vida entre moros y cristianos; y la pastora Marcela, defensora de su libre albedrío contra el acoso machista, a quienes ya hemos conocido. Pero hay más.

Preguntas iniciales.

  • ¿Qué es un antihéroe, si habías escuchado o usado antes esa palabra? ¿Cómo se distingue del "héroe épico", triunfador y conquistador, así como del "villano" enemigo de la humanidad?
  • ¿Qué tienen en común las mujeres protagonistas del Quijote, que hasta ahora has conocido, con los antihéroes? ¿Os parece que cumplen o, más bien, transgreden las leyes y las costumbres del Imperio donde los varones ocupaban el poder absoluto?

Mujeres representadas en la vida cotidiana: Velázquez y Murillo.

El mismo tema en una obra del pintor flamenco Joachim Beuckelaer.

Creación gráfica: Retrato e historia de una mujer quijotesca.

Habréis comprobado que cada grupo tiene la misión especial de presentar a las mujeres protagonistas que se relacionan directamente con capítulos de su avatar: Imaginación, Sabiduría, etc.

Además de preparar la lectura y el comentario sobre el apartado correspondiente, la misión incluye otra dimensión: crear la representación gráfica del personaje (retrato gráfico) y narrar su historia por medio de texto escrito e imágenes.

Es el momento de desatar vuestra creatividad para el dibujo y el diseño gráfico, con ayuda de vuestras propias manos y cerebros, así como de algunas aplicaciones:

  • Algunas ya citadas para cartoonizar: Bitmoji o Zmoji,
  • Befunky (en el ordenador) y Picsart (en un móvil) permiten customizar, tunear o dar apariencia de cómic a las imágenes de las mujeres del Quijote en cada apartado. Aunque las aplicaciones sean de pago, podéis capturar la pantalla y usarla con una menor calidad de imagen.
  • Entre otras aplicaciones, Genial.ly ofrece muchas plantillas entre las que elegir y permite crear una nueva a vuestro gusto, con el fin de diseñar una presentación que relate la historia del personaje elegido, haciendo uso de los avatares tipo cómic que hayas creado anteriormente o que añadas en el momento.
  • Cierto que podrías crear directamente un cómic, pero las aplicaciones específicas de uso libre a nuestra disposición, como Pixton, no permiten incluir imágenes fuera del repertorio. La usaremos más adelante en el producto final, como veréis. No obstante, si os sentís dotados e inspirados para el dibujo y queréis crear una animación fotograma a fotograma (como en stop-motion), os animamos a hacerlo con las aplicaciones Flipaclip (Android, IOS), Animation Desk (IOS) o Video Animation Maker (Android).

Todas las personas tienen que realizar, utilizando los avatares como recurso, la presentación gráfica en forma de historia, dentro de la cual se pueden vincular varios personajes, siguiendo el hilo de relato construido por el Quijote.

También podéis inventar una nueva historia con cualquiera de las mujeres protagonistas, siempre que sea coherente con su retrato inicial y su carácter en la novela.

Dos imágenes cartoonizadas a partir del retrato imaginario de Dorotea con la app Befunky.

Emojis fabricados con Zmoji sobre una imaginaria Dorotea.

1 y 2. Dorotea y Luscinda.

Presentación gráfica por el grupo.

A partir de los retratos y las historias gráficas de las mujeres quijotescas.

Lectura.

La inteligente Dorotea (1ª parte, cap. 28 y ss.) es una mujer traicionada y abandonada que exige reparación, hasta que consigue, finalmente, que se reconozca su derecho:

"Si como estoy, señor, en tus brazos, estuviera entre los de un león fiero y el librarme dellos se me asegurara con que hiciera, o dijera, cosa que fuera en perjuicio de mi honestidad, así fuera posible hacella o decilla como es posible dejar de haber sido lo que fue. Así que, si tú tienes ceñido mi cuerpo con tus brazos, yo tengo atada mi alma con mis buenos deseos, que son tan diferentes de los tuyos como lo verás si con hacerme fuerza quisieres pasar adelante en ellos. Tu vasalla soy, pero no tu esclava; ni tiene ni debe tener imperio la nobleza de tu sangre para deshonrar y tener en poco la humildad de la mía; y en tanto me estimo yo, villana y labradora, como tú, señor y caballero. Conmigo no han de ser de ningún efecto tus fuerzas, ni han de tener valor tus riquezas, ni tus palabras han de poder engañarme, ni tus suspiros y lágrimas enternecerme. Si alguna de todas estas cosas que he dicho viera yo en el que mis padres me dieran por esposo, a su voluntad se ajustara la mía, y mi voluntad de la suya no saliera; de modo que, como quedara con honra, aunque quedara sin gusto, de grado te entregara lo que tú, señor, ahora con tanta fuerza procuras. Todo esto he dicho porque no es pensar que de mí alcance cosa alguna el que no fuere mi ligítimo esposo. Si no reparas más que en eso, bellísima Dorotea -(que éste es el nombre desta desdichada), dijo el desleal caballero-, ves: aquí te doy la mano de serlo tuyo, y sean testigos desta verdad los cielos, a quien ninguna cosa se asconde, y esta imagen de Nuestra Señora que aquí tienes" (cap. 28).

Dorotea se convierte en personaje central de la Primera parte de la novela, desde el cap. 28 al 47, cuando combina su estrategia para capturar al noble/innoble Fernando con la diversión de seguir el juego de la locura de Don Quijote, haciéndose pasar por princesa de un reino fantástico que necesita del caballero andante para librarse de un gigante.

Su historia se cruza con la de Luscinda, enamorada de Cardenio (1ª parte, cap. 24), ambos de familia noble, a causa del mismo Fernando, hijo segundo del duque a quien todos debían obedecer como vasallos en la sociedad del Antiguo Régimen, si querían prosperar o mantener la posición heredada. El padre de Luscinda utiliza a su hija como un medio para ganar prestigio y, contra la voluntad de los enamorados, se la ofrece como esposa. La reacción de Luscinda no es la entrega pasiva a las circunstancias, sino un movimiento táctico que proyecta la vergüenza recibida sobre el acosador, para que no recaiga sobre ella, obligada a aceptar por la honra patriarcal:

"Llegué en dos días y medio donde quería, y, en entrando por la ciudad, pregunté por la casa de los padres de Luscinda, y al primero a quien hice la pregunta me respondió más de lo que yo quisiera oír. Díjome la casa y todo lo que había sucedido en el desposorio de su hija, cosa tan pública en la ciudad, que se hace en corrillos para contarla por toda ella. Díjome que la noche que don Fernando se desposó con Luscinda, después de haber ella dado el sí de ser su esposa, le había tomado un recio desmayo, y que, llegando su esposo a desabrocharle el pecho para que le diese el aire, le halló un papel escrito de la misma letra de Luscinda, en que decía y declaraba que ella no podía ser esposa de don Fernando, porque lo era de Cardenio, que, a lo que el hombre me dijo, era un caballero muy principal de la mesma ciudad; y que si había dado el sí a don Fernando, fue por no salir de la obediencia de sus padres. En resolución, tales razones dijo que contenía el papel, que daba a entender que ella había tenido intención de matarse en acabándose de desposar, y daba allí las razones por que se había quitado la vida. Todo lo cual dicen que confirmó una daga que le hallaron no sé en qué parte de sus vestidos. Todo lo cual visto por don Fernando, pareciéndole que Luscinda le había burlado y escarnecido y tenido en poco, arremetió a ella, antes que de su desmayo volviese, y con la misma daga que le hallaron la quiso dar de puñaladas; y lo hiciera si sus padres y los que se hallaron presentes no se lo estorbaran. Dijeron más: que luego se ausentó don Fernando, y que Luscinda no había vuelto de su parasismo hasta otro día, que contó a sus padres cómo ella era verdadera esposa de aquel Cardenio que he dicho".

Ahora bien, quien explica los movimientos de los demás personajes en el tablero del mundo feudal es, precisamente, Dorotea, la mujer empoderada que ha salido de él, como Don Quijote, para recuperar el control de su vida y ganar la partida:

"Esto que supe puso en bando mis esperanzas, y tuve por mejor no haber hallado a don Fernando, que no hallarle casado, pareciéndome que aún no estaba del todo cerrada la puerta a mi remedio, dándome yo a entender que podría ser que el cielo hubiese puesto aquel impedimento en el segundo matrimonio, por atraerle a conocer lo que al primero debía, y a caer en la cuenta de que era cristiano y que estaba más obligado a su alma que a los respetos humanos. Todas estas cosas revolvía en mi fantasía, y me consolaba sin tener consuelo, fingiendo unas esperanzas largas y desmayadas, para entretener la vida, que ya aborrezco".

Fernando representa en la novela el símbolo de la amenaza feudal, dentro de un mundo realista donde los valores están en conflicto: la riqueza y el honor ganados por el esfuerzo y los méritos se oponen al poder detentado con demérito por herencia estamental. Además, en el mundo de la ficción se pone de manifiesto la injusticia sufrida por ambas mujeres bajo el poder patriarcal. Todos los hechos narrados se han medido para hacer posible y verosímil el triunfo de Dorotea y, subsecuentemente, el de Luscinda. La novela transforma la venta del camino donde acaban todos reunidos, no en castillo de un libro de caballerías, sino en el "cielo, donde se rematan y tienen fin todas las desventuras de la tierra" (1ª parte, cap. 36).

Así pues, el autor se envuelve con la capa de la religión para hacer justicia en el mundo fingido. Sin embargo, en la Segunda parte de la novela, los agravios sufridos por otra mujer se resuelven de distinta manera.

Dorotea, Cecilio Plá.
Luscinda, Cecilio Plá. Revista Blanco y Negro, 1905.

Comentario.

1. ¿En qué se asemejan las historias de Dorotea y del propio Don Quijote? ¿Dónde se encuentran sus caminos?

2. ¿Qué "armas" utiliza Dorotea para salirse con la suya y vencer al personaje más poderoso (en cuanto al estatus social) de la Primera parte del Quijote: don Fernando?

3. ¿En qué se diferencian Dorotea y Luscinda, aunque ambas se arriesgan para conseguir ser libres? ¿Cuál es la actitud de Luscinda hasta que se encuentra delante de Cardenio?

3. Claudia.

Presentación gráfica por el grupo.

A partir de los retratos y las historias gráficas de las mujeres quijotescas.

Lectura.

Claudia Jerónima aparece de improviso en la 2ª parte de la novela, cap. 60, saliendo al encuentro del bandolero Roque Guinart y de su compañía:

"En tu busca venía, ¡oh valeroso Roque!, para hallar en ti, si no remedio, a lo menos alivio en mi desdicha; y, por no tenerte suspenso, porque sé que no me has conocido, quiero decirte quién soy: y soy Claudia Jerónima, hija de Simón Forte, tu singular amigo y enemigo particular de Clauquel Torrellas, que asimismo lo es tuyo, por ser uno de los de tu contrario bando; y ya sabes que este Torrellas tiene un hijo que don Vicente Torrellas se llama, o, a lo menos, se llamaba no ha dos horas. Éste, pues, por abreviar el cuento de mi desventura, te diré en breves palabras la que me ha causado. Viome, requebróme, escuchéle, enamoréme, a hurto de mi padre; porque no hay mujer, por retirada que esté y recatada que sea, a quien no le sobre tiempo para poner en ejecución y efecto sus atropellados deseos. Finalmente, él me prometió de ser mi esposo, y yo le di la palabra de ser suya, sin que en obras pasásemos adelante. Supe ayer que, olvidado de lo que me debía, se casaba con otra, y que esta mañana iba a desposarse, nueva que me turbó el sentido y acabó la paciencia; y, por no estar mi padre en el lugar, le tuve yo de ponerme en el traje que vees, y apresurando el paso a este caballo, alcancé a don Vicente obra de una legua de aquí; y, sin ponerme a dar quejas ni a oír disculpas, le disparé estas escopetas, y, por añadidura, estas dos pistolas; y, a lo que creo, le debí de encerrar más de dos balas en el cuerpo, abriéndole puertas por donde envuelta en su sangre saliese mi honra. Allí le dejo entre sus criados, que no osaron ni pudieron ponerse en su defensa. Vengo a buscarte para que me pases a Francia, donde tengo parientes con quien viva, y asimesmo a rogarte defiendas a mi padre, porque los muchos de don Vicente no se atrevan a tomar en él desaforada venganza".

La historia acaba de otra manera. Claudia acompaña a su amado moribundo y se arrepiente de haberse dejado cegar por los celos. Quizá lo más significativo en la novela cervantina sea que una mujer protagonice la venganza asociada a la ejecución del poder patriarcal contra un supuesto adulterio, a diferencia de las comedias (trágicas) del honor en el teatro del Siglo de Oro, como El médico de su honra, de Calderón de la Barca o, de otra manera, Othello de Shakespeare.

Agonía de Vicente. Grabado de Gustavo Doré.

Comentario.

1. Hay un dicho machista: "Mujer de armas tomar", que podría aplicarse al personaje de Claudia. Sin embargo, el bandolero Roque Guinart la trata con respeto, como también el narrador. ¿Por qué?

2. ¿Qué efectos produce la venganza de Claudia sobre sí misma?

4, 5 y 6. Más allá de los estereotipos literarios: Zoraida y dos adolescentes arriesgadas.

Presentación gráfica por el grupo.

A partir de los retratos y las historias gráficas de las mujeres quijotescas.

Lectura.

Hay otras mujeres en el Quijote que adaptan de forma original los estereotipos literarios. No son personajes planos, que sirvan de fondo a la acción masculina. Traspasan ciertos límites sociales para sostener un romance, más o menos desarrollado, con su contraparte: así ocurre con Clara de Viedma (sobrina del cautivo Ruy Pérez de Viedma), quien transgrede la clausura paterna para mostrarse al jovencísimo Don Luis, el cual la sigue disfrazado de mozo de mulas (1ª parte, cap. 43):

"Este que canta, señora mía, es un hijo de un caballero natural del reino de Aragón, señor de dos lugares, el cual vivía frontero de la casa de mi padre en la Corte; y, aunque mi padre tenía las ventanas de su casa con lienzos en el invierno y celosías en el verano, yo no sé lo que fue, ni lo que no, que este caballero, que andaba al estudio, me vio, ni sé si en la iglesia o en otra parte. Finalmente, él se enamoró de mí, y me lo dio a entender desde las ventanas de su casa con tantas señas y con tantas lágrimas, que yo le hube de creer, y aun querer, sin saber lo que me quería. Entre las señas que me hacía, era una de juntarse la una mano con la otra, dándome a entender que se casaría conmigo; y, aunque yo me holgaría mucho de que ansí fuera, como sola y sin madre, no sabía con quién comunicallo, y así, lo dejé estar sin dalle otro favor si no era, cuando estaba mi padre fuera de casa y el suyo también, alzar un poco el lienzo o la celosía y dejarme ver toda, de lo que él hacía tanta fiesta, que daba señales de volverse loco. Llegóse en esto el tiempo de la partida de mi padre, la cual él supo, y no de mí, pues nunca pude decírselo. Cayó malo, a lo que yo entiendo, de pesadumbre; y así, el día que nos partimos nunca pude verle para despedirme dél, siquiera con los ojos. Pero, a cabo de dos días que caminábamos, al entrar de una posada, en un lugar una jornada de aquí, le vi a la puerta del mesón, puesto en hábito de mozo de mulas, tan al natural que si yo no le trujera tan retratado en mi alma fuera imposible conocelle. Conocíle, admiréme y alegréme; él me miró a hurto de mi padre, de quien él siempre se esconde cuando atraviesa por delante de mí en los caminos y en las posadas do llegamos; y, como yo sé quién es, y considero que por amor de mí viene a pie y con tanto trabajo, muérome de pesadumbre, y adonde él pone los pies pongo yo los ojos".

Zoraida prepara activamente la huida del cautivo y acaba yendo con él, aunque desde entonces adopta una actitud pasiva. Ella se declaró al cautivo en una nota, de esta manera (1ª parte, cap. 40):

"Cuando yo era niña, tenía mi padre una esclava, la cual en mi lengua me mostró la zalá cristianesca, y me dijo muchas cosas de Lela Marién. La cristiana murió, y yo sé que no fue al fuego, sino con Alá, porque después la vi dos veces, y me dijo que me fuese a tierra de cristianos a ver a Lela Marién, que me quería mucho. No sé yo cómo vaya: muchos cristianos he visto por esta ventana, y ninguno me ha parecido caballero sino tú. Yo soy muy hermosa y muchacha, y tengo muchos dineros que llevar conmigo: mira tú si puedes hacer cómo nos vamos, y serás allá mi marido, si quisieres, y si no quisieres, no se me dará nada, que Lela Marién me dará con quien me case".

La hija adolescente de Don Diego de la Llana se vistió de hombre para salir a la calle con su hermano, al amparo de la noche, después de años de encierro, pero fue detenida por los criados de Sancho, durante su corto gobierno de la "Ínsula" (en realidad, un pueblo tributario de los duques):

"- No es otra mi desgracia, ni mi infortunio es otro sino que yo rogué a mi hermano que me vistiese en hábitos de hombre con uno de sus vestidos y que me sacase una noche a ver todo el pueblo, cuando nuestro padre durmiese; él, importunado de mis ruegos, condecendió con mi deseo, y, poniéndome este vestido y él vestiéndose de otro mío, que le está como nacido, porque él no tiene pelo de barba y no parece sino una doncella hermosísima, esta noche, debe de haber una hora, poco más o menos, nos salimos de casa; y, guiados de nuestro mozo y desbaratado discurso, hemos rodeado todo el pueblo, y cuando queríamos volver a casa, vimos venir un gran tropel de gente, y mi hermano me dijo: “Hermana, ésta debe de ser la ronda: aligera los pies y pon alas en ellos, y vente tras mí corriendo, porque no nos conozcan, que nos será mal contado”. Y, diciendo esto, volvió las espaldas y comenzó, no digo a correr, sino a volar; yo, a menos de seis pasos, caí, con el sobresalto, y entonces llegó el ministro de la justicia que me trujo ante vuestras mercedes, adonde, por mala y antojadiza, me veo avergonzada ante tanta gente.

- ¿En efecto, señora -dijo Sancho-, no os ha sucedido otro desmán alguno, ni celos, como vos al principio de vuestro cuento dijistes, no os sacaron de vuestra casa?

- No me ha sucedido nada, ni me sacaron celos, sino sólo el deseo de ver mundo, que no se estendía a más que a ver las calles de este lugar" (2ª parte, cap. 49).

Zoraida, Paul Leroy.
Zoraida y Ruy. Grabado de Gustavo Doré.
Entrada del Oidor con Clara de Viedma en la venta.
El gobernador Sancho se encuentra a una joven en la calle. Grabado de Gustavo Doré.

Comentario.

1. ¿Qué tienen en común esas tres mujeres en sus respectivas historias? ¿Se someten o se rebelan a la autoridad patriarcal?

2. ¿Crees que la novela defiende el derecho de estas mujeres a actuar con la misma libertad que los hombres? ¿Por qué?

3. ¿Cuál de ellas merece el apelativo de heroína: afronta los mayores riesgos y se conduce con mayor valentía, dentro de su propia historia? ¿A quiénes beneficia, además de a sí misma?

7 y 8. Duquesa y Teresa.

Presentación gráfica por el grupo.

A partir de los retratos y las historias gráficas de las mujeres quijotescas.

Lectura.

Cervantes hace dialogar, aunque desde la distancia, a dos mujeres en dos extremos de la sociedad separada en estamentos: el Antiguo Régimen.

Por una parte, la Duquesa, a la que no conocemos por su nombre, sino por el empeño en inventar una trama de sofisticados engaños a costa del caballero y el escudero, Quijote y Sancho, pretende justificarlos por la necesidad de escarmentar al loco/cuerdo, pero en realidad le sirven para ejercitar su dominio señorial y divertirse por medio de la burla.

Por otra parte, la compañera de Sancho Panza, al principio llamada Mari Gutiérrez, luego Teresa Panza, comenzó dando la réplica a su marido con escepticismo, por haber seguido a Don Quijote en la 1ª parte: "—¿Qué es lo que decís, Sancho, de señorías, ínsulas y vasallos? —respondió Juana Panza, que así se llamaba la mujer de Sancho, aunque no eran parientes, sino porque se usa en la Mancha tomar las mujeres el apellido de sus maridos" (1ª parte, cap. 52).

Sin embargo, se deja contagiar por la ambición de Sancho al recibir una carta de la duquesa (2ª parte, cap. 50):

"Contó la duquesa al duque lo que le había pasado, de lo que se holgó mucho, y la duquesa, prosiguiendo con su intención de burlarse y recibir pasatiempo con don Quijote, despachó al paje que había hecho la figura de Dulcinea en el concierto de su desencanto -que tenía bien olvidado Sancho Panza con la ocupación de su gobierno- a Teresa Panza, su mujer, con la carta de su marido, y con otra suya, y con una gran sarta de corales ricos presentados.

Dice, pues, la historia, que el paje era muy discreto y agudo, y, con deseo de servir a sus señores, partió de muy buena gana al lugar de Sancho; y, antes de entrar en él, vio en un arroyo estar lavando cantidad de mujeres, a quien preguntó si le sabrían decir si en aquel lugar vivía una mujer llamada Teresa Panza, mujer de un cierto Sancho Panza, escudero de un caballero llamado don Quijote de la Mancha, a cuya pregunta se levantó en pie una mozuela que estaba lavando, y dijo:

-Esa Teresa Panza es mi madre, y ese tal Sancho, mi señor padre, y el tal caballero, nuestro amo.

-Pues venid, doncella -dijo el paje-, y mostradme a vuestra madre, porque le traigo una carta y un presente del tal vuestro padre.

-Eso haré yo de muy buena gana, señor mío -respondió la moza, que mostraba ser de edad de catorce años, poco más a menos.

Y, dejando la ropa que lavaba a otra compañera, sin tocarse ni calzarse, que estaba en piernas y desgreñada, saltó delante de la cabalgadura del paje, y dijo:

-Venga vuesa merced, que a la entrada del pueblo está nuestra casa, y mi madre en ella, con harta pena por no haber sabido muchos días ha de mi señor padre.

-Pues yo se las llevo tan buenas -dijo el paje- que tiene que dar bien gracias a Dios por ellas.

(...)

Amiga Teresa:

Las buenas partes de la bondad y del ingenio de vuestro marido Sancho me movieron y obligaron a pedir a mi marido el duque le diese un gobierno de una ínsula, de muchas que tiene. Tengo noticia que gobierna como un girifalte, de lo que yo estoy muy contenta, y el duque mi señor, por el consiguiente; por lo que doy muchas gracias al cielo de no haberme engañado en haberle escogido para el tal gobierno; porque quiero que sepa la señora Teresa que con dificultad se halla un buen gobernador en el mundo, y tal me haga a mí Dios como Sancho gobierna.

Ahí le envío, querida mía, una sarta de corales con estremos de oro; yo me holgara que fuera de perlas orientales, pero quien te da el hueso, no te querría ver muerta: tiempo vendrá en que nos conozcamos y nos comuniquemos, y Dios sabe lo que será. Encomiéndeme a Sanchica, su hija, y dígale de mi parte que se apareje, que la tengo de casar altamente cuando menos lo piense.

Dícenme que en ese lugar hay bellotas gordas: envíeme hasta dos docenas, que las estimaré en mucho, por ser de su mano, y escríbame largo, avisándome de su salud y de su bienestar; y si hubiere menester alguna cosa, no tiene que hacer más que boquear: que su boca será medida, y Dios me la guarde. Deste lugar.

Su amiga, que bien la quiere,

La Duquesa.

-¡Ay -dijo Teresa en oyendo la carta-, y qué buena y qué llana y qué humilde señora! Con estas tales señoras me entierren a mí, y no las hidalgas que en este pueblo se usan, que piensan que por ser hidalgas no las ha de tocar el viento, y van a la iglesia con tanta fantasía como si fuesen las mesmas reinas, que no parece sino que tienen a deshonra el mirar a una labradora; y veis aquí donde esta buena señora, con ser duquesa, me llama amiga, y me trata como si fuera su igual, que igual la vea yo con el más alto campanario que hay en la Mancha" (2ª parte, cap. 50).

Sanchica guía al paje hacia su casa. Grabado de Gustavo Doré.

Comentario.

1. ¿Qué te hace sentir la situación creada por la duquesa y sus relaciones epistolares con Teresa? Agrado, desagrado, inquietud, sorpresa, etc.

2. ¿Cuánto hay de soberana libertad por parte de la duquesa y cuánto de engaño a Teresa y a sí misma?

3. ¿Cómo reacciona Teresa? Sigue leyendo el cap. 50 para obtener más detalles.

Don Quijote con los duques. Grabado de Gustavo Doré.

9, 10 y 11. La burla feminista de los valores patriarcales.

Presentación gráfica por el grupo.

A partir de los retratos y las historias gráficas de las mujeres quijotescas.

Lectura.

En el próximo apartado, veremos que María de Zayas llegó a ser prohibida por la Inquisición, no a causa de su obscenidad al representar la sexualidad explícita al gusto de los varones, como en otras novelas de su época; p. ej. La lozana andaluza (1528) de Francisco Delicado, protagonizada por una prostituta llamada Aldonza (¿coincidencia?), en la que se presenta a las mujeres conforme a los estereotipos patriarcales, incapaces de entenderse entre sí y expuestas al dominio masculino. Al contrario, Zayas fue censurada por enseñar estrategias con las que las mujeres pudieran escapar de las tramas urdidas por los hombres, muchas veces a través de la burla.

Cervantes parece adoptar la comicidad feminista en la novela El celoso extremeño (dentro de las Novelas ejemplares) y en varios episodios del Quijote: por ejemplo, el rechazo de la criada Maritornes y la trompada del arriero contra su presunto competidor (1ª parte, cap. 16); sobre todo, el sofisticado montaje de la duquesa para escarnecer al hidalgo, en el que interviene la joven dama Altisidora (2ª parte, desde el cap. 44 hasta el 70), jugando a tentar al héroe, quien se niega a aceptar la realidad femenina y a encontrar una auténtica compañera de aventuras, en nombre de la Dulcinea inventada por él mismo:

"Levantaron la voz los de abajo, tanto, que pudo oír estas razones:

—No me porfíes, ¡oh Emerencia!, que cante, pues sabes que desde el punto que este forastero entró en este castillo y mis ojos le miraron, yo no sé cantar, sino llorar; cuanto más que el sueño de mi señora tiene más de ligero que de pesado, y no querría que nos hallase aquí por todo el tesoro del mundo; y puesto caso que durmiese y no despertase, en vano sería mi canto si duerme y no despierta para oírle este nuevo Eneas, que ha llegado a mis regiones para dejarme escarnida.

—No des en eso, Altisidora amiga —respondieron—, que sin duda la duquesa y cuantos hay en esta casa duermen, si no es el señor de tu corazón y el despertador de tu alma, porque ahora sentí que abría la ventana de la reja de su estancia, y sin duda debe de estar despierto. Canta, lastimada mía, en tono bajo y suave, al son de tu harpa, y cuando la duquesa nos sienta, le echaremos la culpa al calor que hace.

—No está en eso el punto, ¡oh Emerencia! —respondió la Altisidora—, sino en que no querría que mi canto descubriese mi corazón, y fuese juzgada de los que no tienen noticia de las fuerzas poderosas de amor por doncella antojadiza y liviana. Pero venga lo que viniere, que más vale vergüenza en cara que mancilla en corazón.

Y en esto se sintió tocar una harpa suavísimamente. Oyendo lo cual quedó don Quijote pasmado, porque en aquel instante se le vinieron a la memoria las infinitas aventuras semejantes a aquella, de ventanas, rejas y jardines, músicas, requiebros y desvanecimientos que en los sus desvanecidos libros de caballerías había leído. Luego imaginó que alguna doncella de la duquesa estaba dél enamorada, y que la honestidad la forzaba a tener secreta su voluntad; temió no le rindiese y propuso en su pensamiento el no dejarse vencer; y encomendándose de todo buen ánimo y buen talante a su señora Dulcinea del Toboso, determinó de escuchar la música, y para dar a entender que allí estaba dio un fingido estornudo, de que no poco se alegraron las doncellas, que otra cosa no deseaban sino que don Quijote las oyese" (cap. 44).

Entre burlas y veras, la fingidora/Altisidora adopta el rol de amante caballeresca, parodiando a los hombres (tunantes o tunos) que se entretienen cantando en la calle a sus preferidas. Tras el desenlace de una burla demasiado pesada, mientras le cura el rostro que le arañó un gato, le dice a Don Quijote lo que no quiere oír:

"Hicieron traer aceite de Aparicio, y la misma Altisidora con sus blanquísimas manos le puso unas vendas por todo lo herido y, al ponérselas, con voz baja le dijo:

—Todas estas malandanzas te suceden, empedernido caballero, por el pecado de tu dureza y pertinacia; y plega a Dios que se le olvide a Sancho tu escudero el azotarse, porque nunca salga de su encanto esta tan amada tuya Dulcinea, ni tú lo goces, ni llegues a tálamo con ella, a lo menos viviendo yo, que te adoro". (cap. 46).

Después de haberse guaseado de la testosterona en distintas situaciones, termina de este modo:

"Iba Altisidora a proseguir en quejarse de don Quijote, cuando le dijo don Quijote:

—Muchas veces os he dicho, señora, que a mí me pesa de que hayáis colocado en mí vuestros pensamientos, pues de los míos antes pueden ser agradecidos que remediados: yo nací para ser de Dulcinea del Toboso, y los hados (si los hubiera) me dedicaron para ella, y pensar que otra alguna hermosura ha de ocupar el lugar que en mi alma tiene es pensar lo imposible. Suficiente desengaño es este para que os retiréis en los límites de vuestra honestidad, pues nadie se puede obligar a lo imposible.

Oyendo lo cual Altisidora, mostrando enojarse y alterarse, le dijo:

—¡Vive el señor don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, más terco y duro que villano rogado cuando tiene la suya sobre el hito, que si arremeto a vos, que os tengo de sacar los ojos! ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos? Todo lo que habéis visto esta noche ha sido fingido, que no soy yo mujer que por semejantes camellos había de dejar que me doliese un negro de la uña, cuanto más morirme.

—Eso creo yo muy bien —dijo Sancho—, que esto del morirse los enamorados es cosa de risa: bien lo pueden ellos decir, pero hacer, créalo Judas" (2ª parte, cap. 70).

Cabe añadir otras dos historias que no atañen directamente al caballero como sujeto de burlas: la novela corta llamada "El curioso impertinente" (1ª parte, cap. 33) y las bodas de Camacho (2ª parte, cap. 19, 20 y 21). La impertinencia del curioso consistió en obligar a su mejor amigo a acosar a su propia esposa para poner a prueba el amor que le tenía, hasta el punto de destruir su matrimonio. En el otro caso, dado que "Camacho el rico" había conseguido comprar la voluntad del padre de la joven Quiteria, contra su deseo de casar con "Basilio el pobre", ambos conciertan un engaño mediante el que romper el negocio patriarcal:

"Quiteria, toda honesta y toda vergonzosa, asiendo con su derecha mano la de Basilio, le dijo:

—Ninguna fuerza fuera bastante a torcer mi voluntad; y, así, con la más libre que tengo te doy la mano de legítima esposa y recibo la tuya, si es que me la das de tu libre albedrío, sin que la turbe ni contraste la calamidad en que tu discurso acelerado te ha puesto.

—Sí doy —respondió Basilio—, no turbado ni confuso, sino con el claro entendimiento que el cielo quiso darme, y así me doy y me entrego por tu esposo.

—Y yo por tu esposa —respondió Quiteria—, ahora vivas largos años, ahora te lleven de mis brazos a la sepultura.

—Para estar tan herido este mancebo —dijo a este punto Sancho Panza—, mucho habla: háganle que se deje de requiebros y que atienda a su alma, que a mi parecer más la tiene en la lengua que en los dientes.

Estando, pues, asidos de las manos Basilio y Quiteria, el cura, tierno y lloroso, los echó la bendición y pidió al cielo diese buen poso al alma del nuevo desposado. El cual, así como recibió la bendición, con presta ligereza se levantó en pie, y con no vista desenvoltura se sacó el estoque, a quien servía de vaina su cuerpo. Quedaron todos los circunstantes admirados, y algunos dellos, más simples que curiosos, en altas voces comenzaron a decir:

—¡Milagro, milagro!

Pero Basilio replicó:

—¡No milagro, milagro, sino industria, industria!

El cura, desatentado y atónito, acudió con ambas manos a tentar la herida, y halló que la cuchilla había pasado, no por la carne y costillas de Basilio, sino por un cañón hueco de hierro que, lleno de sangre, en aquel lugar bien acomodado tenía, preparada la sangre, según después se supo, de modo que no se helase.

Finalmente, el cura y Camacho con todos los más circunstantes se tuvieron por burlados y escarnidos. La esposa no dio muestras de pesarle de la burla, antes oyendo decir que aquel casamiento, por haber sido engañoso, no había de ser valedero, dijo que ella le confirmaba de nuevo, de lo cual coligieron todos que de consentimiento y sabiduría de los dos se había trazado aquel caso; de lo que quedó Camacho y sus valedores tan corridos, que remitieron su venganza a las manos, y desenvainando muchas espadas arremetieron a Basilio, en cuyo favor en un instante se desenvainaron casi otras tantas, y tomando la delantera a caballo don Quijote, con la lanza sobre el brazo y bien cubierto de su escudo, se hacía dar lugar de todos.

- (...) Camacho es rico y podrá comprar su gusto cuando, donde y como quisiere. Basilio no tiene más desta oveja, y no se la ha de quitar alguno, por poderoso que sea, que a los dos que Dios junta no podrá separar el hombre y el que lo intentare, primero ha de pasar por la punta desta lanza". (2ª parte, cap. 21).

Quizá sea esta la hazaña más "auténtica" del enloquecido caballero.

Altisidora le canta un romance a Don Quijote. En el siguiente, Don Quijote toma en sus brazos a Basilio, malherido, que pide casarse con Quiteria. El tercero representa el momento de la paliza sufrida por el caballero a manos del arriero por la ventera Maritornes.Los tres, grabados de Gustavo Doré.

Comentario.

1. ¿Qué delata el episodio de Maritornes acerca de la vanidad del ingenioso hidalgo?

2. A ver si resolvemos uno de los dilemas que ocupan a las lectoras y los lectores de la novela desde que se publicó: ¿Crees que Altisidora llegó a enamorarse realmente del burlado Don Quijote? ¿Por qué?

3. Sea como fuere, ¿en qué consiste verdaderamente la rebeldía de Altisidora?

4. Aunque sea por una vez en toda la novela, ¿qué influencia tiene la intervención del caballero andante en el feliz desenlace de "las bodas de Camacho"? ¿Qué habría pasado en "un mundo sin Quijotes (ni Quijotas)"?

Con todas y todos ustedes, las mujeres del Quijote.

Consulta el muro de investigación en Padlet y complétalo con referencias que sean realmente útiles, después de revisarlas y comentarlas.

Investigación: funciones narrativas, papeles sociales.

1. Los retratos de todas las mujeres citadas tiene algo en común y algunas diferencias. Intenta clasificarlas de acuerdo con sus actantes o sus funciones en la narración, con ayuda de la tabla que verás a continuación.

1.1. Revisa la tabla de rasgos y elige cuál de ellos se ajusta mejor al personaje o los personajes femeninos que has presentado con tu grupo.

1.2. Poned en común los rasgos de todas vuestros personajes y elaborad una tabla comparativa.

2. Se llama "sororidad" a la capacidad de las mujeres para reconocerse entre sí su valor como tales, más allá de las diferencias sociales (clase o estatus), y apoyarse mutuamente.

2.1. ¿Crees que la solidaridad entre mujeres ocurre de forma sincera y eficaz en el grupo de Dorotea, Luscinda, Zoraida y Clara, cuando sus destinos se cruzan (en la venta de Juan Palomeque)?

2.2. Y en las historias entrelazadas de la duquesa y de Teresa, ¿se hace patente la igualdad y la sororidad entre ellas? ¿Por qué?

3. Reflexiona sobre el personaje de Dulcinea, la princesa que Don Quijote imagina, sucesivamente: bella, poderosa, vulnerable, presa y hechizada, de acuerdo con sus propios mitos, es decir, las invenciones que elabora y expresa sobre ella.

3.1. ¿Tiene alguna correspondencia real la invención de Don Quijote con la "Aldonza Lorenzo" del Toboso, tal como la describe Sancho (1ª parte, cap. 25)?

3.2. ¿Cómo reacciona Don Quijote ante una mujer real (en el único encuentro con una labradora similar a Aldonza de toda la novela: 2ª parte, cap. 10)?

3.3. ¿Qué consecuencias tiene para sí mismo y su destino la negación de la realidad?

En suma, ¿consideras que Cervantes representa los estereotipos de género en su época o los adapta y transforma? ¿Mantiene, reduce o anula su valor misógino?

Antes de contestar definitivamente a esta última pregunta, repasaremos en el apartado 7 del proyecto algunas imágenes estereotípicas de las mujeres que siguen reproduciéndose en las narrativas contemporáneas, sobre todo en los videojuegos, el cine épico o las series de consumo masculino.

Debate: Heterodoxia y villanía.

Guía para el debate.

En la sección sobre las novelas del Siglo de Oro nos hemos referido a otros héroes, además de Don Quijote, aunque tienen mucho de antihéroes: uno por pícaro (Ginés de Pasamonte) y otro por bandolero (Roque Guinart).

De distinta manera, uno por medio de la burla y el engaño, el otro por hacer demostración de su heroísmo (según la visión de Don Quijote), ambos consiguen el premio de la libertad, aun cuando sea al precio de una vida clandestina, solo sacada a la luz por el "historiador" Cide Hamete Benengeli (un cronista árabe, que no se pone de parte de nadie, sino de unos valores humanos universales) y por el narrador que da cuerpo escrito a la voz de Cervantes.

  • Los personajes de Ginés de Pasamonte y Roque Guinart ¿cómo serían considerados en nuestra época? ¿Por qué?
  • ¿Quiénes se comportan como auténticos villanos en la novela de Cervantes? ¿Cómo tratan a las mujeres en tales situaciones?

En cualquier época, los hombres que maltratan o denigran a las mujeres eran considerados villanos, pero en ninguna más que en la actualidad. Parece que Cervantes se adelanta a su tiempo cuando pretende corregir esas conductas, aunque a veces el corregido sea el propio Don Quijote.

  • ¿Cómo se tratará a las personas "heterodoxas" que critican el dominio patriarcal en un ambiente donde las leyes o las costumbres justifiquen la desigualdad entre etnias, grupos o clases sociales, mujeres y hombres? ¿Por qué?

Sin embargo, en aquellos mundos o mundillos, pasados o actuales, reales o ficticios, donde los hábitos establecidos se identifican con el interés particular de los varones, las autoridades toleran acciones y obras que refuerzan el poder masculino, e incluso las convierten en leyes civiles y en mandatos religiosos. Se hacen pasar por ortodoxia y normalidad las muestras de desprecio y las más elementales formas de desigualdad contra las mujeres.

Michelangelo Buonarroti, "La Sibila Persa", 1511. Para nosotras, esta figura enigmática puede simbolizar a "Cidi Hamete Benengeli", el historiador árabe que sirve de fuente imaginaria al narrador del Quijote.