Rubén Darío

Ite, missa est

                                                                                                                                                      A Reynaldo de Rafael


Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa,

virgen como la nieve y honda como la mar;

su espíritu es la hostia de mi amorosa misa

y alzo al son de una dulce lira crepuscular.


Ojos de evocadora, gesto de profetisa,

en ella hay la sagrada frecuencia del altar;

su risa es la sonrisa suave de Monna Lisa,

sus labios son los únicos labios para besar.


Y he de besarla un día con rojo beso ardiente;

apoyada en mi brazo como convaleciente

me mirará asombrada con íntimo pavor;


la enamorada esfinge quedará estupefacta,

apagaré la llama de la vestal intacta

y la faunesa antigua me rugirá de amor!