Rubén Darío - El canto errante

El cantor va por todo el mundo

sonriente o meditabundo.


El cantor va sobre la tierra

en blanca paz o en roja guerra.


Sobre el lomo del elefante

por la enorme India alucinante.


En palanquín y en seda fina

por el corazón de la China;


en automóvil en Lutecia;

en negra góndola en Venecia;


sobre las pampas y los llanos

en los potros americanos;


por el río va en la canoa,

o se le ve sobre la proa


de un steamer sobre el vasto mar,

o en un vagón de sleeping-car.


El dromedario del desierto,

barco vivo, le lleva a un puerto.


Sobre el raudo trineo trepa

en la blancura de la estepa.


O en el silencio de cristal

que ama la aurora boreal.


El cantor va a pie por los prados,

entre las siembras y ganados.


Y entra en su Londres en el tren,

y en asno a su Jerusalén.


Con estafetas y con malas,

va el cantor por la humanidad.


En canto vuela, con sus alas:

Armonía y Eternidad.