Hagan esto en memoria mía

A: “Este es el Sacramento de nuestra fe.”

R: “Anunciamos tu Muerte, proclamamos tu Resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!”

A: Nuestra Eucaristía no tiene únicamente la dimensión histórica. Es mucho más que pura referencia al pasado o recuerdo de un acontecimiento lejano en el tiempo. Este acontecimiento lo hemos de vivir nosotros en el hoy nuestro, y lo que él significa debe realizarse en el ahora de cada celebración. En efecto, la Iglesia celebra lo que el Señor le entregó y le mandó: “Tomó el pan en las manos, lo partió y lo dio.” Son tres acciones y son tres momentos de la celebración: a) Tomar el pan en las manos dando gracias y consagrarlo es aceptar la voluntad de Dios Padre. “Esto es mi cuerpo,” dice Jesús, estoy aquí para hacer tu voluntad” (Heb 10,7);

b) Partir el pan es el sacrificio de Cristo, su Cuerpo sacrificado y su sangre derramada para el perdón de los pecados. En la Fracción del Pan se canta el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1.29.36) y se mezcla el pan y el vino, el Cuerpo y la Sangre del Señor. Éste es el gesto más significativo de Cristo: “lo reconocieron al partir el pan” (Lc 24,13);

c) Dar el pan es la comunión, es la finalidad del Pan Consagrado y Partido. El Pan se consagra y se parte para darlo y repartirlo. Así el Sacrificio pasa a ser alimento.

La Iglesia (todos los bautizados) hace lo mismo que Jesús hizo aquella noche, y con la misma intención. Su mandato fue: “Hagan esto en memoria mía”. No dijo: recordar o evocar. Lo característico del memorial (en hebreo zikkaron, en griego anamnesis) es que mira el pasado y lo hace presente en cada hoy: celebra el encuentro personal y comunitario de Cristo Resucitado que murió en la Cruz.

T: Padrenuestro, Ave María, Gloria.