¿Y mientras tanto?

los Textos instructivos

Ya sabéis muchas cosas acerca de lo que “se esconde” detrás de la ropa. Habéis trabajado como periodistas elaborando una noticia y ahora vais a convertiros en publicistas. Una parte de las campañas publicitarias consiste en la elaboración de una serie de consejos para animar a la gente a dar algunos pasos que ayuden a una mejor convivencia. Ha llegado el momento de escribir ese necesario decálogo para un consumo responsable, con la intención de animar a vuestros familiares, amigos y compañeros al consumo responsable de ropa. Para ello, leeremos unos fragmentos adaptados de un documento de Ecologistas en Acción. Lo podéis leer entero si queréis aquí: Guía de Criterios de consumo


ACTIVIDADES

1. (Pequeño grupo)

Cada grupo leerá el siguiente documento. Como veis, está dividido en diez partes, y junto a cada una de ellas hay un espacio destinado a que escribáis una conclusión en formato instrucción. Pensad en que vais a redactar el decálogo del buen consumidor de ropa.

cuestiones importantes

TU DECÁLOGO

¿Qué me pongo, qué necesito?

1. En nuestra sociedad de consumo, es fácil llegar a ser víctimas de lo que se considera “consumo compulsivo”: comprar por comprar, en lugar de hacerlo para satisfacer una necesidad o deseo. Ir de compras se convierte en una actividad de ocio, de manera que casi no concebimos que podamos dar un paseo sin comprar nada por el camino. De hecho, muchas veces el escenario del paseo es algún centro comercial. A menudo, compramos “alguna cosa” para liberar tensiones y ansiedades. Sin embargo, esto puede ser contraproducente. Hacer un repaso del armario ropero y encontrar piezas que compramos hace tiempo y apenas nos pusimos puede causar descontento con nosotros mismos, más aún si nos acordamos de que nos costaron dinero. Y esto puede provocar ansiedad.


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Cómo organizar mi dinero

2. Tenemos unos ahorrillos, reservados para una buena ocasión. Se nos ha metido en la cabeza un nuevo móvil, se lo vimos a un compañero de clase, pero... cuesta mucho. Además, el nuestro no va mal, la verdad, y tiene una buena cámara... Mejor pensar en algo que realmente necesitemos. ¿Unas deportivas de esas chulas de marca? Pero… ¿no será mejor esperar a las rebajas? Además, nos hemos enterado de cuántos niños trabajan en condiciones terribles para fabricar nuestras deportivas. Da no sé qué... Quizá deberíamos hacer una lista de todas las necesidades que tenemos, y hacer un buen cálculo de lo que podemos comprar y de lo que no. No todo es imprescindible.


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Fabricar una prenda también daña el planeta

3. Las prendas que nos compramos no aparecen sin más en las tiendas, sino que llegan hasta allí después de múltiples procesos de producción, que tienen unas implicaciones medioambientales y sociales importantes: explotación de materias primas, procesos químicos contaminantes... Por eso, cuando compramos ropa estamos colaborando con todos esos procesos que hicieron posible el artículo. El consumo responsable nos lleva a informarnos acerca de cómo se llevaron a cabo estos procesos; pero además de informarnos, nos debe llevar a la acción. ¿Cómo? Pues tenemos varias alternativas: reducir el número de prendas que compramos, pasar la ropa usada en buenas condiciones a hermanas o hermanos menores, familiares o amistades; donarla a alguna entidad sin ánimo de lucro, o venderla a tiendas de segunda mano. Y si somos imaginativos, reutilizarla creando nuevas piezas divertidas a base de parches y retales.


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¿En qué tiendas compramos?

4. En nuestras ciudades encontramos numerosas tiendas de ropa, con oferta muy abundante. Como sabéis, la mayoría de ropa nueva que se produce implica una explotación muy importante de recursos naturales, que en su mayor parte no se recuperan mediante el reciclaje. Por otro lado, existen dos grandes tipos de tiendas. Las cadenas de marcas muy conocidas, que suelen pertenecer a grandes empresas multinacionales, y las tiendas “de barrio”, que suelen ser negocios familiares, más favorables para las economías locales. Si queremos ropa de primera mano, es importante preguntarnos a qué tipo de comercio queremos favorecer. Y si no, hay una abundante oferta en el mercado de segunda mano.


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Lo barato sale caro

5. La ropa barata, o ropa “low cost” suele ser de mala calidad y no tiene más valor que el de la “tendencia” del momento. Es ropa de “usar y tirar” que en muchos casos está producida con tintes dañinos para nuestra salud y la del medio ambiente, y en cuya fabricación ha habido explotación laboral. Una buena prenda dura más, y como en su producción se ha respetado el medio ambiente, contiene menos productos químicos y es mejor para nuestra salud.


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Leer las etiquetas

6. Cuando compremos ropa (o cualquier otro producto), no deberíamos hacerlo a ciegas, porque, además de satisfacer una necesidad o deseo, estamos colaborando económicamente con todos los procesos que hicieron posible el artículo. El consumo responsable nos debería llevar a hacernos preguntas, a informarnos acerca de cómo se llevaron a cabo estos procesos, para decidir si queremos o no colaborar con ellos. Así, además de preocuparnos por la calidad del artículo, podemos tener en cuenta factores de tipo ambiental y social. Mirar las etiquetas, conocer en qué país se produce la prenda, cuáles son las condiciones laborales de los trabajadores... En definitiva, ser conscientes de que, al comprar, tomamos decisiones que benefician o perjudican a terceros.


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Preguntar siempre

7. A veces, nos encontraremos con que la etiqueta no contiene todas las indicaciones obligatorias, o quizás queramos saber algún dato que no figura en ella. En estos casos, pude ser una buena costumbre dirigirnos al personal de la tienda. Lamentablemente, en muchas ocasiones no nos podrán dar la respuesta que queremos, pero cuanto menos, sabrán que hay consumidores y consumidoras que quieren estar mejor informados. Podremos pedir que trasladen la consulta a las empresas fabricantes o distribuidoras. No os cortéis. Es vuestro derecho.


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Reclamar

8. Si la prenda está defectuosa o nos ha producido alguna alergia, o hemos pagado demasiado por algo de mala calidad tenemos que conocer los mecanismos para reclamar como ciudadanos responsables. Si nosotros no lo hacemos, otros resultarán perjudicados. En las tiendas tiene que haber hojas de reclamaciones donde poder hacer constar nuestra queja. En los municipios existen oficinas Oficinas Municipales de Información a los consumidores (OMIC). También podemos acudir a la OCU (organización de consumidores y usuarios, www.ocu.org) y a FACUA (consumidores en acción www.facua.org) donde nos podemos asesorar acerca de cuestiones legales para poder defender nuestros derechos como consumidores.


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Cuidar nuestras cosas

9. La vida de una prenda puede ser muy larga... si sabemos cuidarla. Aquí van algunas recomendaciones: evitar temperaturas de lavado muy altas y no usar lejía; tender la ropa de manera que no se deforme, especialmente piezas de punto (es aconsejable tenderlas en horizontal); evitar que el sol incida durante mucho tiempo sobre las piezas de color, porque las decolora; recordar que, en caso de rotura, algunos remiendos son sencillos y eficaces. Además, si queremos conservar por más tiempo la ropa que nos gusta, es mejor que nos la quitemos en casa para evitar su desgaste y nos pongamos otra más usada. Así no la tendremos que lavar tantas veces y nos durará más, además de ahorrar en consumo de agua y electricidad.


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Deshacernos de la ropa

10. Una vez que una pieza ya no sirve, puede resultar de utilidad para otras personas. Esto ocurre especialmente en el caso de la ropa infantil, a medida que niños y niñas crecen. Pero también puede ocurrir en la ropa para mayores: por ejemplo, si vemos que una pieza no nos sienta tan bien como pensábamos, o si nos cansamos de ella pero sigue estando en buen estado. Inevitablemente, después de un determinado período de uso, llega un momento en que una pieza de ropa ya no se puede usar para vestir. Sin embargo, el tejido del que está hecha es un recurso material que sí puede ser útil. Si tiramos la ropa a la basura, estamos desaprovechando este recurso. La ropa acabará probablemente en un vertedero o en una incineradora. Aunque parezca que “desaparece”, no es así, puesto que la materia no se crea ni se destruye, sino que se transforma. En un vertedero, la ropa contribuirá a agrandar el montón de basura, hasta que se descomponga, si es de fibras naturales, después de muchos años. En una incineradora, se convertirá en ceniza y humo que, según cuáles sean los componentes del tejido, pueden ser contaminantes y tóxicos y, por tanto, perjudiciales para la salud de los seres vivos y del medio ambiente. Por eso, lo más acertado es tirar la ropa inútil en colectores específicos para su reciclaje posterior. Informaos sobre qué tipo de colectores. No todos donan la ropa de manera altruista.


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2. (Gran grupo)

Una vez que hayamos leído el decálogo que cada grupo ha redactado, decidiremos entre todos cuáles son los más convincentes. Ahora toca escribirlos en cartulinas con letra bien grande y colocarlos en el corcho de la clase. Quizá con la ayuda del o la profe de Plástica podéis hacerlo de manera más artística y así podréis colgarlos después por las paredes de vuestro centro para que todo el mundo los lea. Es una buena forma de empezar vuestra particular campaña de Ropa Limpia (CRL).