13 DE DICIEMBRE

Imagino la educación de 2025 como un espacio donde cada estudiante pueda desarrollarse plenamente, combinando sus talentos individuales con la capacidad de colaborar para un bien común. La tecnología, más que un fin, debe ser la herramienta que posibilite una enseñanza verdaderamente inclusiva y personalizada, que reconozca las necesidades y fortalezas únicas de cada aprendiz.

Espero ver aulas donde las competencias digitales, el pensamiento crítico y la creatividad vayan de la mano con valores como la empatía y el trabajo en equipo. Un sistema educativo que prepare no solo para el futuro laboral, sino para construir juntos una sociedad más equitativa y sostenible.

La clave estará en que docentes y estudiantes no sean meros usuarios de tecnología, sino creadores de soluciones. Este enfoque permitirá que la educación sea el motor de un cambio positivo, impulsado por el potencial colectivo de las personas.