Ensayos

ENSAYO (APOCOPADO) LA PALABRA y como resultado positivo EL FULGOR del LIBRO escrito o virtual.- 

Saludando a todos nuestros queridos amigos oyentes y lectores, quiero comenzar diciendo algo muy terrenal. Yo hablaré aquí de la PALABRA y de lo que reconocemos como LENGUAJE. Por supuesto deberé sintetizar todo en pocos minutos, según lo consignado y prometo, solemnemente, que lo haré.

Según lo que sabemos, porque así nos enseñaron en casa, en la escuela y en la Iglesia, en lo concerniente a la puesta en marcha ordenada de todo lo creado dentro del Universo, la ACCIÓN, se encuentra ubicada en 1er. término y la REACCIÓN, en 2º. La ACCIÓN sabemos es el SOPLO GENERADOR DE TODO: de cosas, de movimiento y de vida, en algunas cosas, luego. Y la REACCIÓN, también sabemos, es la EVOLUCIÓN O RESPUESTA a esa acción.  No podemos ir más atrás en el tiempo porque atrás, metafóricamente hablando, se encuentra el PENSAMIENTO (de Dios o el Cosmos o como queramos llamarlo) y ese pensamiento sólo trasciende si lo damos a conocer. Pero al pensamiento que es un concepto INMANENTE (término que significa interno) sólo se lo puede conocer como Dios o el Cosmos Enérgico lo hizo con la ACCION, generadora de HECHOS y COSAS y con lo que los Seres Humanos descubrieron COMO ALGO GIGANTESCO; FABULOSO: EL LENGUAJE formado por la articulación de PALABRAS. ¿Hermoso verdad? Esa manera que encontraron los Humanos de conectarse con su Creador, al cual ese mismo Creador le entregara su LIBRE ALBEDRÍO, como herramienta fundamental, para investigar y descubrir.

Ahora sabemos, por deducción propia, que de ese PENSAMIENTO Celestial y Humano, derivaron todas las cosas y hechos conocidos, estudiados y analizados por los seres humanos, porque en él se conjugan los cuatro FENÓMENOS indispensables para vivir en ARMONÍA o DESARMONÍA: PENSAMIENTO, PALABRA, ACCIÓN y REACCIÓN.

Todo eso, en movimiento, derivó luego en algo. Un algo que terminó siendo el lenguaje (o idioma). Un fenómeno extraño en cuanto al desenvolvimiento de su vitalidad (sólo concretada en el humano, por reflexión). Lenguaje que, al seguir su curso, dio lugar al pensamiento lógico y reflexivo y a la culminación de éstos en la TRASCENDENCIA de lo pensado y expresado de manera cada vez más clara, a otro ser humano. Estamos hablando (presten atención) de la TRASCENDENCIA frente a su término antónimo: la INMANENCIA de todo eso no exteriorizado, que significa: quedar guardado dentro del ser, sin expresarse o sea sin poder ser transferido a otro prójimo receptor, por imposibilidad absoluta, cuando no se cuenta con la disposición del cómo.   


ALELUYA por LA PALABRA, entonces. La que hizo trascender el pensamiento del hombre (ser humano dotado de funciones especiales sólo a él otorgadas), dando lugar al COMPARTIR, todo lo concerniente a su duración, con vida, en la Tierra. Multiplicado por el número de los que toman parte. 

Los convenios florecieron a causa del intercambio de anhelos de ideas mejoradoras de la condición de vida de aquel tiempo y de los posteriores, los que vinieron luego. Y eso fue hasta que, esas ideas de mejoramiento, se cruzaron con obstáculos (virus anímicos atacantes del ánimo) que fueron empañando el buen vivir. Obstáculos generadores de venganzas causadas por envidias y/o resentimientos relacionados con las luchas por el poder de los grupos antagonistas que idearon el funcionamiento de la violencia  como arma destructiva, puesta al servicio de la búsqueda del exterminio, en su más alta potencia: La guerra.

La PALABRA, entonces. Siempre la PALABRA. Unida al ser humano para compartir con ella lo esencial de sí mismo. La que hasta este momento su uso compartido se mantiene como partido en dos.

Conclusión sobre la característica de su naturaleza:  PALABRA: Existe la perjudicial; la que trasciende lo negativo, merced al aporte de la renovada energía vital de tracción a lágrimas: tristeza, angustia, depresión, remordimiento, culpa, desasosiego, muerte… Y la del resultado opuesto: PALABRA: La que trasciende lo positivo, lo bueno: alegría, placer, gozo, comodidad, dicha…                                              Amanda Patarca.                                                                  

                                                                                                        



INTELIGENCIA ARTIFICAL

ENSAYO BREVE 


PARTE I

Cuando aparece el tema en nuestras casas, no podemos dejar de sentir la sensación de miedo pavoroso ante la idea de que se ha desencadenado algo muy difícil de dominar. Pero hoy, que me dispongo a adelantar mi análisis, para conseguir la tranquilidad de todos, digo: no es para tanto. El peligro de entrar en la vorágine que otorga el temor a todo lo desconocido se disipa, cuando comprendemos que ese temor se concreta sólo estando frente a una imagen diseñada y guardada plasmáticamente, es decir: sobre el agua existente dentro de una pantalla computacional. Y también estando en conexión audio, proveniente de un aparato telefónico, telegráfico o similar. 

O sea, simplificando: Todo lo que el ser humano pensante pudiera conjeturar como mal, por el despropósito generado por su utilización irresponsable, no tiene actualmente asidero. Porque este ser que, además de pensante es muy consciente, cuando se propone serlo, perdió  lo que, para su desarrollo y progreso le llevó tanto tiempo, a saber: Lo conseguido desde la aparición de la pareja humana sobre la faz de la Tierra (herramientas y tecnología de avanzada en medio).

Dicho de otra forma: Hoy, para sentirnos seguros de que ningún robots mentiroso se interpone entre nosotros, deberemos concretar nuestras interrelaciones necesarias cuerpo a cuerpo, cara a cara, para no tener que recurrir a la multitud de los modernos aparatos existentes en uso, mencionados arriba.

El verdadero peligro podría sobrevenir el día que la tecnología descubra el caudal del pensamiento humano y los hilos que forman la trama del pensar. Intuyo, no sin temor angustiante, que en ese instante, el caos se apoderará de todo lo posible de imaginar. Mientras tanto, vivamos tranquilos. Sobran motivos para pensar que eso, por ahora, no sucederá.


PARTE II


La puesta en marcha inicial, de las elecciones de situaciones necesarias para que la maquina, desde su acopio y guarda de datos, concrete las infinitas tentativas hasta arribar a su objetivo (todavía humano). Porque es a partir de ese momento; el de la elección del "como", efectuada automáticamente por  medios tecnológicos (robots), es cuando debería agudizarse nuestra mente para detectar, en la utilización de los variados cimientos estructurales desde siempre conocidos, la figura de la "simulación" a la cual indefectiblemente debe la I.A. recurrir. Ahí se anida el peligro (en el que puede caer el humano), de la aceptación, sin oposición de reparos ni análisis, de lo logrado por la I.A.  Y, entonces... es cuando te comés una obra de arte y/o una creación literaria, ambas truchas, pero, existentes, esta vez, fuera de la compu o el teléfono o telégrafo.

Ahora bien. Cecilia Danesi, una catedrática argentina residente en Europa, estudiosa especializada en este tema, pregunta: “Sin tecnicismo, ¿Qué es la I.A.? y se contesta: “La idea de la I.A. es que una máquina, un programa informático, una computadora imite o simule el cerebro humano. Pero eso, Inteligencia, es algo propio y exclusivo de los humanos. Sin entrar en la discusión más filosófica de qué es ser inteligente o qué es la inteligencia, proveniente desde o creada por el ser humano”.

Pero aquí, en la tierra, actualmente se trata de una inteligencia CREADA por el ser humano, máquina en medio, NO NATURAL. Con aprendizaje automático, además (machine learning).

Conclusión: Mientras la I.A. no piense por sí, ya que ser inteligente es no sólo pensar sino, también sacar conclusiones de lo que nos informan los sentidos, el peligro radica en el USO que los humanos hagan de ella. El cual todavía podría controlarse con normas jurídicas que sancionen las conductas.


Parte III


Mi anhelo es que, entre todos los interesados en este tema, la expliquemos desde nuestros diferentes puntos de vista. La I.A., a mi entender, trabajada por los humanos para el mal (irresponsablemente), nos otorga la más completa y esencial prueba fáctica de lo que conceptualizamos todos con la palabra "FRAUDE" o "MENTIRA". La tecnología aplicada para ese logro, se comporta como CÓMPLICE. Y el delito se concreta, si existiera ley que lo reprima. Y si no existiera, obra, entonces, la sanción ética y/o moral, como está sucediendo en este momento, de temor y desconfianza, en muchos países.

AL ARRIBO SUBREPTICIO DEL MAL SE LE SUMÓ LA VOZ DE LA TIERRA

Al arribo subrepticio del mal, expresado con detalles en otro texto, (mercados monopólicos, tecnología sin límites, terminados en violencia interminable, la guerra atómica, por decir algo), sabemos que se sumó en la época de pandemia un virus altamente contagioso. Y esto último fue la gota que colmó el vaso, porque la vertiginosidad se apoderó de nuestras vidas cotidianas: Demasiado acontecía en poco tiempo.      

Y ocurrió, entonces, que comenzaron a escucharse no la voz sino los ecos en constante repetición de los que atribuyéndole a la Tierra una voz, la reprodujeron por amplificadores altisonantes.

Comenzaron por decirnos, -endilgando a todos los seres humanos del mundo, sin discriminar, la responsabilidad de lo ocurrido- que ella, mediante esa voz, sólo trata de  enviarnos un mensaje. Y que ese mensaje (desesperanzador porque, en esencia, da por sentada la conjetural desaparición de la humanidad entera) nos está diciendo, con total claridad, su conclusión y, además, instruyéndonos: “Cuando regreses, recuerda que sos mi invitado no mi dueño”.

En este estado de las cosas y a esta altura de los acontecimientos podemos aventurarnos a decir, con cierta autoridad  y expresándonos con la amplia libertad que aún creemos tener, que a ese final de poesía, así redactado, efectivamente lo envió la Tierra. La que, tal vez, en el momento de hacerlo, nos observada, con profunda lástima, a través de los ojos de la luna llena del 7 de abril (20). Y lo construyó, intuimos,  sin haberse puesto a reparar, en ese instante, en las muchas maldades, de índole social, sanitaria, económica y  política que algún irresponsable, del poderoso grupo de los otros, generó. Las que fueron desparramándose luego por el mundo,  sin respetar ley alguna de justicia humana, ni control de ningún tipo. La Tierra envió su mensaje, probablemente, mientras se encontraba sumida en un instante de decaimiento y estupor; estando por demás triste y preocupada. Se sentía explotada; encadenada por las exigencias de los que olvidándose de sus bondades se apropiaron de ella, tratando de dominar sus leyes para violentarlas.

Con la frase final de ese relato que nos envió, conmoviéndonos a todos, ella se queja, desgarradamente: -¡No puedo más, continuar así! -Dice.

Y aunque en su texto no consta claro, sino encriptado, el sentido real de su mensaje, consideramos que se torna necesario, en este escrito, proceder a la extracción (traducción en medio), desentrañando su final de esta manera:

Ella, sabiendo como hoy certeramente sabe, (por experiencia y uso propio de la lógica razonada) que: “Todo pasa como siempre ocurrió para que el ser humano pueda contarlo”, terminó suavemente con un ruego: -Simplemente necesito que, de hoy en más, me cuides. Para que me disfrutes y percibas, como lo vienen haciendo mis poetas, las maravillas que por ti seguiré elaborando.                                                                  



Amanda Patarca

OSCURANTISMO MEDIEVAL E ILUMINISMO ENCICLOPEDISTA 

Algo sobre las creencias generadas, interpretadas, desarrolladas y trascendidas en épocas disímiles, ubicadas en las antípodas de la dialéctica: 

OSCURANTISMO MEDIEVAL E ILUMINISMO ENCICLOPEDISTA.   

-A modo de Rapsodia.

CREÉNCIA Del latín: credens, entem. Proviene del término credere, creer. Fe y crédito que se da a una cosa, También significa Religión, Secta.

Firma, asentimiento y completo crédito que se da a una cosa, sin suficiente fundamento. Modo de pensar, especialmente en materia religiosa o política. 

CREER. Del latín credere; tener por cierto algo. Estar persuadido de lo que se sospecha o de lo que se tiene por verosímil o probable. Tener por cierta una cosa que el entendimiento no alcanza. 

FE, en el nuevo testamento.(Carta a los hebreos capítulo 11) Certeza de lo que se espera. Seguridad de lo que no se ve. (1)

(1) Generalidades extraídas del Diccionario Salvat. Inventario del Saber Humano Enciclopédico, Popular e Ilustrado. Salvat y Cª.,S en C Editores. Edición muy antigua sin fecha. Barcelona. Y de la Enciclopedia Sopena de la lengua española. Editorial Ramón Sopena S.A. Barcelona. Impreso en República Argentina 1948 por Editoriales reunidas S.A. Argentina. 

Aquí, dos interesantes frases  sobre  La Creencia, aportadas por Juan José OPPIZZI, obrantes en su libro “Aporte referido a la Creencia”, Editorial Vinciguerra Colección  Temas Universales, 2018), dicen: 1) “La labor sintetizadora de la creencia, en sus expresiones mayores, hace que nuestro conocimiento del mundo tenga grandes porciones incluidas dentro de lo obvio -esa zona de quietud donde se apilan las cuestiones ya asumidas en siglos de cultura humana-. 

2) El escepticismo obliga a rever de continuo las zonas culturales de lo obvio y de lo supuesto”.

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1.- El imaginario colectivo establece, ya, que: Si una idea es correcta es imparable. (Se le atribuye a Einstein). De acuerdo, pero para trascender al individuo que la piensa, antes debe haber tenido la oportunidad de ser considerada correcta, Y para ser considerada correcta, debe haber sido conocida por otro individuo (un prójimo)  distinto de aquel que la pensó.

De allí, la división del estudio de la ciencia histórica en Eras y Épocas..

Einstein: Para este físico y sabio inconmensurable los conceptos espacio y tiempo  y gravedad y aceleración se encuentran, dentro del cosmos, unificados; juegan en dupla. No existe uno de los términos de esa dupla sin el otro en conexión. Corolario: La materia le dice al espacio-tiempo que se curve y el Espacio-tiempo, que otorga el camino, le dice a la materia que se mueva. Y se mueve porque la masa desvía todo, ya que tiende a moverse. Por esa razón la luz que recorre el espacio-tiempo, siendo energía, se curva en el universo. Así sintetizó Einstein su explicación, no hace mucho: fue a principios del siglo XX.

Después de la apocopada referencia al inicio de las divagaciones producidas, por la mente del físico aludido, para proseguir con sus fórmulas sorprendentes, comprobadas todas, luego, se torna más fácil comprender el paso sistemático ofrecido por los estudiosos para establecer las Eras y las Épocas históricas. 

Este trabajo enfoca, de manera especial, el paso o transición de la Era oscurantista del Medioevo y sus circunstancias, a la del Iluminismo destellante del enciclopedismo, con el culto a la razón y a la lógica, para el uso de la buena crítica, ofrecido por filósofos y científicos. Especulación mental por excelencia basada en el pensamiento agudizado a partir de  los éxitos logrados mediante aparatos precisos, creados por observadores. La mayoría de ellos, analistas fanáticos de la realidad circundante. 

Desde allí, lo sabemos hoy, se viene desplegando el pragmatismo surgido del cálculo llevado (elevado) (enviado) a la enésima potencia, para establecerle inicio, continuidad y cese.

Y, teniendo en cuenta, entonces, lo referido arriba, que mucho tiene que ver con el envión iniciador de ciertos cambios, debemos reconocer, aceptando, que cada hombre, enclaustrado dentro de su galaxia histórica, respondía a sus cuestiones como siempre lo hizo y continuará haciéndolo, en razón de sus posibilidades circunstanciales. Y con su inteligencia puesta al servicio de su supervivencia, en  primera instancia  y de otros intereses, luego. Envión que, desde hace pocos años se constituyó en responsable de cambios  imparables, debido a su formidable fórmula de progresión explosiva,

El mito, necesario para comprender lo incomprensible, fue dando lugar a la verdad especulada, relativamente válida. El darse cuenta se le dio al hombre en todas las etapas de su vivir histórico. Los prejuicios fueron suplantados por otros valores nacidos de entre las cenizas de los valores explicados sin razón; sin fundamento real y efectivo. La última guerra mundial, convalidó varias ideas, consideradas correctas. De entre las cuales  rescatamos la que establece la igualdad de los géneros (de todos, no sólo de dos) y la libertad sexual (práctica). Y aunque todavía existan divergencias respecto a su virtuosismo, esta idea ya está instalada. De la manera como se está instalando la que expresa: que el ser humano es un complejo entramado de energía memoriosa, dentro de cuyo A.D.N. se encuentra lo que algunos llaman alma, otros espíritu y otros numen inmaterial-trascendente (al menos mientras el hombre goza de su vida terrenal).

Santas Teresa de Ávila, cuyo verdadero nombre era Teresa Sánchez de Cepeda y Blázquez de Ahumada ( 28/3/1515 – 4/10/1582), fue testigo activo de su entorno, viviendo sus creencias de manera admirable ya que no sólo ofreció amparo y consuelo en libros de autoayuda (adelantándose a su época) a sus monjas, muchas de ellas de clausura, sino que se atrevió a cambiar reglas arraigadas en la población laica y religiosa, las consideradas por muchos malsanas, ya que esa forma de vida llevaba siempre a la tribulación. Recordemos aquí el cambio de reglamento de la comunidad religiosa de los Carmelitas Mitigados, ofrecido y aceptado, luego de largos debates, por la gran mayoría de los monjes (varones). Lo que da la idea de poder de convencimiento ejercido por ella, en una época dentro de la cual la mujer no era, jamás, considerada adulta.   


2.-Vasto e incómodo era el escenario donde se movió Santa Teresa como para desplegar, siendo mujer, su energía. La que, por surgir, en  ella, de manera tan extraordinaria, era convertida inmediatamente en obras reales: monasterios, conventos y lugares en donde las ideas de misericordia, altruismo, paciencia, prudencia y amor al prójimo no sólo cundían desde sus grupos de oración y trabajo, sino que trascendían convenciendo a las autoridades de la necesidad de cambio de paradigma respecto a lo que Santa Teresa, de manera instintiva, entendía por derecho humano. La Inquisición, cuerpo de policía despiadada al servicio de la seguridad de las clases altas; las pestes, que desolaban las poblaciones como consecuencia de la falta de higiene unida a la contaminación de todo lo que se tocaba; los saqueos, producto de la falta de respuesta a las necesidades básicas de la población; la miseria, imperante al alcance de la vista y el vandalismo, impulsaban a las mentes lúcidas, forjadoras de sentimientos de solidaridad, a ponerse en marcha para hacer algo por palear la situación imperante. Orar era la consigna. Pedir al Dios todopoderoso que apartara de las poblaciones ese cáliz amarguísimo que debían sufrir de manera obligada. Todo estaba por hacer. Y todo el conocimiento se encontraba, aún, por descubrirse. Orar, entonces, no sólo constituía la consigna de Santa Teresa de Ávila sino la de todas las místicas y místicos que quedaron en la historia por sus obras, sus acciones y sus testimonios expresados en textos literarios atesorables. Todo ese mundo oscuro e ininteligible debía ser contrarrestado con la llegada de esas oraciones expresadas, de manera serena, al corazón del creador de universo. El misticismo, sistema surrealista y hasta con matices esotéricos-parasicológicos, con cuyos métodos y leyes de acceso y ejercitación gozaron las delicias del amor espiritual puro muchos clérigos de ayer -y, en ciertos casos, todavía, de hoy-, fue la fórmula eficaz tomada, por ellos, para evadirse.  Y en la arrobación conseguir salir de la opresión ocasionada por tanta desdicha naturalizada, imposible de neutralizar de manera efectiva. Santa Teresa, secundada por sus hermanas del Carmelo, pudo hacerlo porque, un día, movida por su sagacidad y su instinto, al decidir tomar los hábitos, descartó la posibilidad de ser mujer “patrona de su hogar”, o sea: esposa y madre de familia, desplazada del afuera e inmersa en su casa de por vida. Y esa libertad, defendida por su férrea vocación y solo limitada por los votos de castidad, pobreza y obediencia (dentro de la cual se encontraba involucrada la asiduidad de confesión con sacerdote indicado), la transformó en legisladora de sus propias instituciones y, a la vez, cultora de un ritual litúrgico tan interesante por lo misterioso, como positivo para escabullirse, placenteramente, por un rato, de las imposiciones provenientes de los reglamentos a los cuales, todas las monjas, hermanas y ahijadas en la fe se encontraban sometidas. Como, así, también, sus hermanos religiosos y seguidores de su pensamiento. Hombres convencidos de las bondades de los atractivos actos convocatorios de la divinidad, como lo fueron: San Juan de la Cruz y  San Pedro de Alcántara, sus verdaderos amigos, compañeros de rutas, ambos. Ritual completo al cual acuden, hoy, para servirse, algunos frailes reglares de la grey católica y religiosa mundial.  Arrobamiento, contemplación e introspección, en medio.  Las obras literarias, magistrales de Santa Teresa, textos pedagógicos de alto vuelo, explicativos y absolutamente necesarios, según ella,  para huir constantemente del fuego de la inquisición que la acechaba con la amenaza de excomulgarla y condenarla a muerte por sacrílega, la convirtieron en narradora explícita de los fenómenos místicos producidos en el interior de su propia persona. 

Verdaderos acontecimientos sensoriales eran los descriptos. Ocurridos a partir del inicio del deambular consciente, por sus propios senderos interiores, todos los cuales la llevaban, siempre, al centro neurálgico de sus siete moradas entrañables. Y de las cuales,  esos fenómenos, experimentados por ella misma, salían para trascender, al cabo de cierto tiempo, transformados en textos considerados soberanos. Debido, seguramente, a su poderoso contenido: la explicación secuenciada de la descripción fenomenal de la entrada espiritual de Dios en su alma, desde el inicio del entramado de los hilos deslizantes, necesarios para lograr ese efecto. A eso se le llama creencia. Y cuando la creencia es de tal calibre, no hay forma de contrarrestarla ni neutralizarla con fórmula científica alguna. Créanme (acoto yo, la autora, en primera persona y desde mi propia creencia).Esta última palabra, unida al texto como metáfora irónica, de entendimiento, pero valedera por lo expresiva, va de regalo.            


3.-Voltaire, cuyo nombre verdadero era: François Marie Arouet, (1694-1778) dijo mucho y eso que dijo lo volcó en textos literarios extensos cuyo contenido sirvió a sus seguidores para interpretar su actitud frente a la vida con un sin número de adjetivos. Lo bueno es que lo podemos corroborar. Fue un analizador crítico de todo lo que se encontraba o se le ponía enfrente. Se desentendió respecto de las ideas que dentro del ambiente intelectual iban cundiendo, cuando su escepticismo lo llevaban a poner en tela de juicio las verdades aceptadas como tales, pero sin analizar. Se extralimitó en su ironía especialmente al  crear situaciones en las que se movían personajes como los volcados en el Cándido y Micromegas, nacidos para ridiculizar ciertas frases armadas y usadas como lugares comunes. Y esto lo hacía hasta llegar al sarcasmo y un poco más allá, también: a la sátira, de la que se valió para criticar a la  política de su tiempo, entrada en crisis, hasta conseguir ser desterrado. Por tal motivo vivió varios años en Londres, luego de haberse conectado, allí, con científicos y físicos (Newton fue uno de ellos); con literatos, en especial con Swift, entre otros  y con varios filósofos renombrados,  Locke, por ejemplo, a quién admiró, profundamente,  por la claridad de sus exposiciones explicativas. De todos los cuales extrajo, analizando y haciendo trascender, lo más substancioso de sus pensamientos.     

Entre sus muchas frases salvadas del olvido podemos citar:

1-Al sentirme incapaz, de hacer que la gente sea más razonable, he preferido ser feliz lejos de ellos. 2- El mundo me da vergüenza. Es que no puedo aceptar que existe este reloj y que, para él, no exista ningún relojero.3- Hay verdades que no son para todos los hombres, ni para todos los tiempos. 4-El cerebro humano es un órgano complejo, con el maravilloso poder de lograr que el hombre pueda encontrar razones para seguir creyendo lo que él quiere creer. 5-Cuanto más tiempo nos detenemos en nuestros infortunios, mayor es su poder para hacernos daño. 6- Con libros es como con los hombres: un número muy pequeño juega un gran papel. 7- No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo

4.-La frase número 3 es esencial para el análisis de estas personalidades antagónicas como lo son los personajes protagónicos de estos dos períodos históricos, cuyos perfiles estableceremos sólo a través de ciertos hechos, a saber: En sus textos, Santa Teresa,  nos habla de los milagros que acaecieron en ella, explicando los fenómenos de amor demostrados por Jesús, cuando en su condición de ser espiritual, penetraba en su alma hasta conseguir,  una vez instalado allí, llevarla al éxtasis. Ella se expresa narrando, ese hecho extraordinario, con las mismas palabras y el mismo énfasis puesto por los responsables del texto obrante en El cantar de los Cantares, libro del  viejo testamento. Eso así por lo siguiente: En algún momento de su vida, al verse obligada a explicar a sus superiores el por qué  de esa escritura cargada gratuitamente de erotismo, expresaba, con la simplicidad que la caracterizaba, que lo  hacía de esa manera, porque había comprobado que no existían las palabras que alcanzaran a describir con precisión esa extraña sensación de puro gozo anímico -sin uso de tacto de cuerpo alguno- que la invadía. Y lo tuvo que narrar, dejándolo así escrito,  por obediencia. En primer lugar a su confesor, quién, para salvarla del cargo de herejía, buscaba siempre alejarla de la hoguera de la Inquisición implorándole eligiera otro lenguaje. Y, en segundo lugar, a sus pupilas, hermanas carmelitas como ella, las que, adoctrinadas en la fe católica,  les interesaba vivir de acuerdo a sus enseñanzas y experiencias.  Sin embargo y pese a todo, habrá de ser su renombre múltiple -de literata, divulgadora, promotora y poeta- el que consigue convencer, a los prelados inquisidores, de la existencia de su poder, no sólo físico sino además anímico y mental.  

5.-Algo más sobre esta Santa: Cuando el miedo al futuro la paralizaba, su celda le servía de refugio hasta que su orar constante le devolvía la gracia de dialogar con Dios, de manera directa. Por esa causa, luego de sus reclusiones, en las cuales no faltaban ni las flagelaciones ni los sacrificios mortificantes, retornaba a la vida monacal comunitaria ante los ojos de todos, completamente renovada. Sus novicias y monjas, convencidas de lo que veían, escuchaban y leían en las páginas de sus libros, trataban de imitarla en todo cuanto podían. Y eso sucedía siempre, como cosa diaria y natural, pero resultaba más notoria, esa actitud de emulación, en los momentos en que Teresa, ya liberada de la magia arrobadora de sus vivencias anímicas, experimentadas dentro de la clausura y oscuridad de su celda, se disponía a emprender una gran obra como lo era fundar y organizar, con esmero, un Monasterio más, dentro de los dieciocho que en España, con la energía necesaria puesta en su esperanza de trascendencia, llegó a inaugurar, Esos eran, justamente, sus períodos comprobados de clarividencia obsesiva, dentro de los cuales Teresa aun sin proponérselo, ponía de manifestó la potencialidad de su alma, definiendo de manera precisa y sin sombra de duda, el grado alcanzado por su creatividad mística, para otorgar, luego, desde allí mismo, el impulso preciso a su necesidad de obrar.   


6.-Santa teresa y sus conciudadanos contertulios sobrellevaban la vida como pudieron, dentro de las circunstancias reinantes. La oscuridad  abarcaba todo, pero el pensamiento basado en el desconocimiento de la verdad, muchas veces instaurada como consecuencia de la reticencia de los que conocían lo discutido y puesto en tela de juicio, hizo que además de vivir con el miedo sobrevenido de la tribulación y la sospecha, todos padecieran el sentimiento mágico que otorgaba la superstición y la brujería. Pero unos doscientos años después ya se encontraba en apogeo otra Hera, de las tantas Heras que ahora reconocemos bien porque pudimos  comprobar que ellas se van armando de a poco, imperceptiblemente, para mostrarse a los humanos, como dimensiones fulgurantes, recién cuando dan por terminado el envión que les dio inició, posibilitando, entonces éste, al detenerse, la concreción de su crecimiento. Y a esa otra Hera, la que dio lugar a una renovación lenta de tipo irreversible (revolucionaria pacífica), la fue constituyendo eso  que, desde un principio, se dio en llamar: el iluminismo, dentro del cual brillaron muchos pensadores, críticos de la realidad que se desarrollaba inmersa en un mundo en constante torbellino. El mismo que se percibía y se narraba según desde donde se lo analizase.

7.-Si bien Voltaire adquirió su prestigio por dudar y criticarlo todo, no le fue en zaga Rousseau. Pero la unión de ambos pensamientos opuestos, en cuanto a las creencias de cada cual, constituyó para ambos una tormenta borrascosa de pasiones encontradas. Tal vez, lo que pasaba era que aquel no podía comprender la fe católica que, a todas luces,  Rousseau, profesaba, con cuyo sostén aceptaba, éste, la inmortalidad del alma, mediante la idea mística de la resurrección y de la vida después de la muerte. Todo esto sucedía mientras estos dos estrategas comenzaban el entramado diario de su actividad pública, dentro de la historia francesa. La que los estaba elevando, sin que ellos, todavía lo supieran, a la región de la gloria, como protagonistas indiscutibles, de la misma. 

8.-Voltaire,  en cambio, era un escéptico y vivió su existencia criticando denodadamente a la institución eclesiástica romana. Por de pronto, aún considerándose deísta (sui géneri), no creía en los milagros ni en la existencia del alma. La defensa de esa actitud rebelde y su fundamento filosófico, fue expuesta en páginas inolvidables, obrantes en su Diccionario Filosófico. La actividad del hombre desemboca, en discusiones, luchas y deseos de exterminio. El interés moviliza sus instintos. Estas dos frases representaban, y lo siguen haciendo, de manera apocopada, su gigantesco ideario. Y teniendo en cuenta, entonces, los alcances del mismo, llegamos pronto a inferir su pensamiento acerca del por qué de la guerra, en su época. Dicho pensamiento, con el agregado de un poco de imaginación, de nuestra parte, puesta de manifiesto, podría sintetizarse así: El accionar político/ militar, en alianza perenne y siempre cercana a  los objetivos del clero, manteniendo, como motivación prioritaria, la consigna de obtener, sostener o recobrar el poder institucional dentro de las dimensiones que a cada una les concernía, desembocaba, indefectiblemente, en declaración de guerra. De una guerra más, de las muchas que, en aquel entonces, de manera constante y por motivos no del todo claros, se producían. Y es aquí donde conjeturando, podríamos agregar, con la ironía que lo caracterizaba, que algunas de esas guerras, posiblemente, se declaraban para mantener, al tejido social muy bien entretenido. Que es lo mismo que decir: A sus ejércitos, en completa actividad. A los religiosos, en rezo perpetuo. Y a la gente común, en movimiento continuo, para que se dispusieran gozosos a proveer a los ejércitos, hijos varones y mujeres madres, por su condición de  mediadoras necesarias para el logro de dicho objetivo. Y al resto de la comunidad para elaborar el alimento diario que a toda esa parte del pueblo llano le resultaba imposible de obviar. Eso así, porque sumergidos en la precariedad imperante dentro de sus fronteras, la vida, la nutrición y la conservación de la relativa salud, sobresalían como los tres valores reconocidos como prioritarios y dignos de preservar y fortalecer. Tengamos en cuenta que la idea general defendida por Voltaire, en su edad fecunda, y por los intelectuales contemporáneos  de esa época: Libertad, Igualdad y Fraternidad, llegó a imponerse, sin que éste se enterara, en 1779, o sea,  alrededor de veinte años después. Cuando esa trilogía fue decretada por la Revolución Francesa, movimiento que se concretó un año después de su muerte, 

9.-Voltaire descreía de la fuerza espiritual del hombre. Más, descreía del alma como entidad humana, de cualquier tipo. Y cuando hablaba de Dios, aludiendo a su existencia decía que había que remitirse de manera directa a Lisboa, ciudad destruida completamente por un terremoto que costó, en aquel tiempo, más de cien mil víctimas. Rousseau defendía y justificaba a su Dios católico, enfrentando esa postura,  en debates interminables y hasta descontrolados, apelando al valor de la misericordia de su Grandeza y al hecho de que el hombre con su libre albedrío, por lo general elige  equivocadamente lo que, con el paso de los años, y debido a la ignorancia imperante de las circunstancias, se constituiría, aleatoriamente, en su propio calvario; su propio terremoto portugués; su final no deseado; su frustración, no intuida, ni soñada, ni presagiada, siquiera. Y todo eso, solamente como consecuencia de su mala elección. 

El pensamiento de Voltaire, todavía hoy, se hace difícil de abarcar, pero para intentarlo tendríamos que recurrir al método que utilizaron la mayoría de sus analizadores y biógrafos de los últimos tiempos. Ellos estudiaron sus obras, (más de cinco mil publicaciones) estableciendo los períodos dentro de los cuales fueron gestadas y concretadas. Y lo hicieron, para darse cuenta o, mejor dicho: para descubrir, como lo hicimos también nosotros luego, lo siguiente: Que resultó ser su estilo literario -narrativo-teatral/dramático- (*) el detalle que facilitó la posibilidad de ubicar la génesis de cada uno de sus fulgurantes personajes, en el lugar adecuado o sea, el establecido, por su autor, utilizando su propio criterio y hasta basándose en su propia historia. Eso, para conseguir que el despliegue de su accionar, se desarrollara de la forma más cómoda, natural y verídica posible. También pudimos descubrir, como consecuencia de lo expresado arriba, que, como absorbidos por espejos nítidos, muchos de esos personajes, fueron extraídos, claramente, por Voltaire, de la vida real.

10.- Desde el cambio de la actitud humana, relacionada con la confiabilidad respecto de ideas, respaldadas en creencias consideradas  inamovibles, las cuales con el paso del tiempo se fueron superando, ha pasado mucha agua debajo de los puentes. La antigüedad desconoce precisiones. Por esa razón, buscando  otorgarle a este tema una mayor concisión, debemos aceptar que también ha pasado mucho tiempo, aunque no tanto, si comenzamos a contarlo, puntualmente, a partir de la transición que, de manera certera y secuenciada, dio lugar, en primer término, a la desaparición del oscurantismo medioeval, con la llegada posterior del iluminismo enciclopedista, en segundo término, y al estallido de la Revolución Francesa, como broche final, 

Recapitulando, diremos que: como consecuencia de los fenómenos, provocados por estos tres acontecimientos ya considerados históricos, más al agregado del feliz hecho de haberse descorrido, paulatinamente (mientras los dos primeros se iban sucediendo), el velo que cubría el intrincado pensamiento de Voltaire, creemos, respecto del mismo, y en relación con todo su saber aportado a la comunidad, que nos encontramos ya ubicados en el lugar y en el tiempo exacto para ofrecerle nuestro reconocimiento y admiración, por el simple hecho de haber tomado parte, como protagonista destacado, de esa Época. La de los cambios profundos.

Y lo hacemos por medio de estas páginas, luego de haber descubierto su extraordinario perfil, hurgando en su extensa bibliografía, resaltando, aquí, el rol social altruista, de altísimo nivel, desempeñado por él, como consecuencia del manejo que hiciera del total de sus fuerzas intelectuales e intuitivas, frente a los hechos circunstanciales que le tocaron vivir, Fuerzas extrañas, esas, llenas de la energía que, entrañada profundamente en sus creencias, obraba, dentro de él. Las cuales, recreadas magistralmente en sus textos de ficción –novelada, dramática o ensayística- lo empujaron, siempre, a defender, pacíficamente, los valores prioritarios considerados, hoy, tan fundamentales, como lo fueron, para él, la vida, la libertad, la responsabilidad y la tolerancia. Y sin necesidad de contribuir, tomando parte en la gestación de ninguna revolución sangrienta,

Y lo seguiremos haciendo porque conseguimos interpretar, con el aporte de las herramientas adecuadas, el sonido de todas sus voces. Puestas, esas voces, al servicio de las causas justas, medida, esa justicia, con la vara de su propia verdad. Todo lo cual le proporcionó muchas más frustraciones que alegrías, durante el tiempo inicial de su asención a la fama. De allí su escepticismo frente a los hechos. De allí sus descréditos  frente a las creencias populares cotidianas incomprensibles. No así frente a las propias. Porque si bien aún persiste un poco de estupor o descreimiento frente a  cierto texto, a él atribuido, el que todavía pudiera dar lugar a pensar en la existencia de una hipocresía de su parte, hoy, ya pasado el tiempo prudencial establecido, se dio por aclarada la inquietud generada.  Lo cierto es que, si no se hubiera estudiado tanto, en su obra, los matices de su ideología (credencial de base personal), hubiera quedado  como cierto, un final que, para su bien, terminó ambiguo. Ambiguo, en relación con sus verdaderas creencias, las comprobadas y confesadas por él. Por un lado aceptando a Dios, el eclesiástico, en sus últimos instantes, con lo que tranquilizó a sus contemporáneos católicos y los siguientes. Y por el otro, preservándose con ese texto, redactado al parecer por él y rubricado con su firma, de las sanciones religiosas con las cuales lo perseguían acechándolo,  mientras, él, ubicado,  estratégicamente detrás de ese papel, escudándose con el mismo, disimulaba agazapado y expectante su ateísmo, considerado, por sus contemporáneos, visceral e irreversible, Aunque, acotamos nosotros, improbablemente irreversible (Recordemos aquí, sin embargo, una de sus actitudes deístas, más explícita, por lo positiva: la reconstrucción total de la que él llamaba “su” Iglesia, afrontada, íntegramente, con su patrimonio.  De todos modos, resulta rara, por lo manifestado en su texto, (casi una declaración de conversión obligada) la existencia de esa carta del tenor de la que históricamente y firmada por él, quedó escrita, dirigida a las autoridades eclesiásticas. Sus innumerables escritos, su dramaturgia, por la cual fue aclamado en el Teatro de la Comedia Francesa y el decir afortunado de muchos de sus protagonistas, debido al tratamiento de la peripecia mediante el uso de un guión sarcástico (El Cándido y Micromegas son sus colosales ejemplos), nos remite a sus críticas vehementes,  destinadas a esa sociedad que, en un principio, lo odió, pero que, con el paso del  tiempo, aprendió a valorarlo, amándolo hasta el delirio. Reconociendo el intrínseco valor constructivo guardado en ellas y su hombría de bien, su nobleza moral y su condición de pensador laico, promotor de la tan ansiada tolerancia entre los hombres. Todo lo cual le permitió ser proyectado a las alturas del Olimpo, lugar ocupado, también, por Santa Teresa de Ávila, su antípoda  indiscutible.                                            

(*) Estilo literario: Forma particular de confección de un texto. Con la cual fue generado y proseguido, por el autor, hasta su total terminación. El mismo puede ser analizado, según su factura, desde varios  puntos de vista, a saber: narrativo, poético, teatral, ensayístico o periodístico. El estilo literario narrativo-teatral/dramático alude a la forma particular de escribir un texto para conseguir, con él, mover sobre un escenario, dentro de las situaciones conflictivas descriptas -llamadas peripecias-, a cada uno de los personajes de una obra. La que puede ser leída o representada.                                    Amanda Patarca

Bibliografia: 

1) Amanda Patarca. Ensayo “Santa Teresa de Ávila, en su relación con la novela moderna y demás formas de expresión actuales” Obrante en el libro “Antología del lector cómplice” Colección: La sabiduría tiene nombre. Enigma Editores 2016.

2) Elizabeth REYNAUD.- “Santa Teresa de Ávila o el placer de lo divino”  Novela. Editorial Atlántida, año 2000. Traducción del inglés: Lucía de Stoia.

3) Willam Thomas WALSH..- “Santa Teresa de Ávila” de Biografía. Editorial Espasa Calpe Argentina, 1945. Traducción del inglés: Mariano de Alarcón.

4) Edna POZZI.- “El ruido del viento”, Novela. Editorial Vinciguerra, 1994.

5) Santa Teresa de Ávila..- “Las Moradas o Castillo Interior” Novela. Editorial Biblioteca de Bolsillo, Librería Hachette S.A. Buenos Aires. 1943.

6) Santa Teresa de Jesús”- “Obras de Santa Teresa de Jesús”. Obras completas de Santa Teresa de Jesús. Novela Edición Apostolado de La Prensa S.A. calle Velázquez 28, Madrid.1957, 8ª Edición. 

7) André MAUROIS “El pensamiento vivo de Voltaire” Editorial Losada S.A. Bs. As. 19941.

8) Haydn MASON “Voltair” Traducción del inglés: Jesús Fernández Zulaica. Biblioteca Salvat de Grandes Biografías. Salvat Editores S.A. Barcelona 1986.-

9) Amanda Patarca. Ensayo: “El prójimo. Voltaire, el Cándido y la idea acerca del mundo que habitamos.”  Obrante en el libro ”La Razón Técnica y el Vacío de la Realidad” Grupo Alegría. Enigma Editores 2017.


DEFENSA PREVISIONAL Y ORGANISMOS ASISTENCIALES

Recordemos como para comenzar que la palabra PREVISIÓN no es considerada sinónimo de la palabra ASISTENCIA.

Desde el Estado, para ser administrados por él, y desde instituciones autónomas los seres humanos hemos armado sistemas de protección social, muy laudables, (Vejez, Salud y Techo), desde los cuales surgieron derechos inalienables para sus ciudadanos. Los que gozaron por un buen tiempo de sus beneficios, en razón de su valor ético; eso por haber hecho, previamente y mes a mes, los depósitos respectivos, cumpliendo con los mandatos de la equidad. A ese sistema “de pozo” se lo llamó en su momento Defensa Previsional. El ciudadano depositaba, en un pozo, una suma de dinero estipulado, conjuntamente con otros ciudadanos consorcistas. Con ese dinero guardado, bajo ese sistema, defendía su futuro, PREVINIÉNDOLO (viéndolo por anticipado; adelantándolo a los hechos). La palabra previsión fue perdiendo significado hasta terminar siendo testigo del despojo subrepticio de eso derechos adquiridos El saqueo a esas Cajas, múltiples y el silencio de las masas no interiorizadas de lo que pasaba, constituyó el gran problema. Todo, al parecer, sigue siendo igual. Pero esto que referí, para explicar, de algún modo el problema planteado y sucedido de generación en generación, hasta hoy, durante una buena cantidad de años, fue sólo el principio, atento a que, por ejemplo: Los ciudadanos de clase alta (no media) no necesitaban crear el INSTITUTO DE LA VIVIENDA (FONAVI), con fondos ahorrados por ellos mismos, para construir sus propias viviendas. Ellos, (los de clase alta) ya las tenían, pero los pobres (y los no tanto) que pretendían llegar a ellas, por medio del ahorro (en el sueldo o jornal de peón), no. Estos carecían de esa posibilidad. No había, tampoco  para ellos SISTEMA de SALUD, si no habían concretado antes, para ellos el sistema antiguo de previsión social. Todo así, hasta que se logró, con el asentimiento de toda la ciudadanía, su concreción. El ANSES, estatal, cubrió esa falta. Con el FONDO JUBILATORIO DE PREVISIÓN SOCIAL, autónomo, pasó lo mismo. Lo despojaron, canallescamente, y siguen haciéndolo usando esos fondos para otros menesteres. Los responsables de esta primera canallada administrativa  ESTATAL, son los culpables del estado actual de cosas, por la simple razón de que persistieron en la toma de sus fondos, para cubrir las desprolijidades de su gerenciamiento. Las Cajas deberían haber sido declaradas INTOCABLES, bajo la pena irreductible que poseen los DELITOS DE LESA HUMANIDAD. Atento a que esas tres Cajas, creadas para tales fines, deberían haber sido resguardadas como se resguardan los tesoros y declaradas INTOCABLES, BAJO LA PENA IRREDUCTIBLE E INPRESCRIBIBLES que poseen los delitos CONTRA LA HUMANIDAD. En este estado actual de cosas y hechos que son ya de dominio público (y global), se hace necesario remarcar, para tener en cuenta: no sólo este testo, el de la intangibilidad sino, además, dos textos más: A saber: 1º El de la Entrega, en el Recambio del Poder Ejecutivo Nacional, BAJO la cláusula de BENEFICIO DE INVENTARIO; y 2ª El texto que estableciera la obligatoriedad de la cláusula de NEGACIÓN de VOTO, para el que se encuentra, transitoriamente, recibiendo un PLAN de ASISTENCIA SOCIAL, ya que así, se terminaría con el CLIENTELISMO. Todo lo cual DEBERÍA SER AGREGADO A NUESTRA CONSTITUCIÓN NACIONAL y las constituciones de todos los países que se encuentres padeciendo este flagelo por la falta de trabajo, no estatal. Eso así, atento a que, volviendo al principio de esta página: La palabra PREVISIÓN no es sinónimo de ASISTENCIA.

Sabemos que las leyes del sistema financiero son las que establecen el rumbo del capital ahorrado, según los objetivos puestos en el dinero que se ahorra, pero en los dos casos expuestos arriba, para lograr la paz interior del país, con la vigencia de la solidez institucional, se deberán respetar a ultranza los objetivos taxativos puestos en la creación de este tipo de Caja (considerándolas Sagradas) en cuanto al valor espiritual asignado e inviolabilidad real y corporal de los montos del dinero acumulado que se ahorra.

 

NOTA: BENEFICIO DE INVENTARIO: El derecho sucesorio actúa sobre el hecho de la transmisión de la herencia a uno (o varios herederos). Este heredero, en el juicio sucesorio, es declarado heredero universal pues recibe, del fallecido (causante), el activo y el pasivo (los bienes y las deudas). El beneficio de inventario (derecho que hay que solicitarlo) sirve para constatar si esa herencia resultará o no positiva (beneficiosa para quien la recibe). Y en caso de resultar negativa, utilizar el criterio de no aceptarla. Pero un país es otra cosa; es una entidad que debe proseguir su marcha, respetando lo ya resuelto y convenido por sus anteriores autoridades. Pese a todo y sin embargo, nunca nadie imaginó la posibilidad de la existencia de la presente situación planteada al pueblo argentino. Me refiero a este fenómeno que está ocurriendo en nuestro suelo, encontrándose hoy en plena vía de desarrollo. Las autoridades, careciendo de jurisprudencia en todos los órdenes (léase careciendo de antecedentes) se encuentran obligadas a innovar soluciones. De aquí la necesidad de sancionar una ley que establezca la obligatoriedad de que cada Ministerio Público emita un informe final de su estado de cuentas para que el nuevo gobierno se haga cargo, conociendo los pormenores, para iniciar la nueva puesta en marcha, manteniendo la continuidad de cada área, sin sobresaltos ni angustias. Contando, además, con la supervisación de entes de control para cada uno de ellos; idóneos y respetuosos de los derechos establecidos debidamente reglamentados.                

                                                                                                                            Amanda Patarca


TRATA DE PERSONAS

Delitos convencionalmente uniformes.  Delitos contra la humanidad.  El delito de Trata de Blancas. Definición y explicación del tema.

TRATA DE PERSONAS

Delitos convencionalmente uniformes.  Delitos contra la humanidad.  El delito de Trata de Blancas. Definición y explicación del tema.

Son los considerados delitos “iuris gentium” los cuales como la trata de blancas; el tráfico de esclavos; la piratería; el tráfico de estupefacientes; el genocidio es legislado por normas penales comunes a todas las naciones. Son los delitos contra el derecho de gentes, según el artículo 102 de la Constitución Nacional.  La norma material uniforme (substancial) puede ser aplicada por un tribunal supranacional o por un tribunal nacional.  En general el tribunal de cualquier jurisdicción puede condenar ese tipo de delitos. Esta clase de normas suelen ser objeto de convenciones internacionales. El art. 13 del Tratado de Montevideo de 1889 establece que “los delitos considerados de piratería por el Derecho Internacional Público quedan sujetos a  la jurisdicción del Estado bajo cuyo poder caigan los delincuente.”  Y el artículo 14 del Tratado de Montevideo de 1940 dispone que “la piratería internacional, el tráfico de estupefacientes, la trata de blancas, la destrucción y deterioro de cables submarinos, quedan sujetos a la jurisdicción y a la ley del Estado bajo cuyo poder caigan los delincuentes, cualquiera sea el lugar donde se cometan dichos delitos, sin perjuicio del derecho de preferencia que compete al Estado en el cual los hechos delictuosos sean consumados, de solicitar,  por la vía de extradición, la entrega de los delincuentes.”  En cuanto a la prescripción de la acción y de la pena, ambos Tratados de Montevideo establecen que se juzgarán por los jueces y con arreglo a las leyes del Estado al que corresponde el conocimiento de ese delito, en virtud de lo establecido por las normas de conflicto las cuales dilucidan el problema por medio de los puntos de conexión (más próximos) o por las normas materiales que son las que resuelven la incógnita del  Juez interviniente en forma directa. Berta Kaller de Orchansky  pag 255 y ss. de su libro citado.

 

Dimension Sociologica.

 

La prostitución, fenómeno social de características endémicas; metafóricamente considerada enfermedad, aunque absurdamente elevada a necesaria, se encuentra ligada desde épocas inmemoriales a la mujer  y sus encantos. Encantos por largo tiempo retaceados al común de los hombres y más recientemente ligada como nunca a la miseria y a su lógica consecuencia:  la ignorancia y el hambre.  Hasta el momento ninguna de las plagas nombradas ha podido ser erradicada de la superficie de la tierra.  El mismo San Agustín consideraba a la prostitución,  tal como estaba organizada en la antigüedad, como un mal necesario con el cual se ayudaba a mantener en perfectas condiciones de salubridad e higiene a todos los habitantes de la ciudad.  Así, decía: “Quita a las meretrices de entre los humanos y habrás turbado todas las cosas con sensualidades”

La prostitución, según lo estatuido por el art. 19 de la Constitución Nacional,  no constituye delito por ser considerada, cuando se la practica en determinadas circunstancias,  sólo una contravención.  Eso así, por cuanto, como sostiene el texto del referido artículo constitucional: “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofenden al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a terceros, están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”

Sin embargo, el tránsito por los caminos que a ella conducen puede hacer incursionar a los involucrados en uno de los delitos que por lo execrable se encuentra tomando parte de los pocos denominados: delitos “iuris gentium”, delitos del derecho de gentes, perseguidos y sancionados con normas penales, materiales y uniformes,  promulgadas por toda las  legislaciones de los países que conforman la humanidad.  Nos estamos refiriendo a la

Trata de Blancas.

Al ejercicio de la prostitución se lo considera una actividad inmoral reñida con las buenas costumbres, nadie ignora que los seres humanos inmersos en ella, la mayoría de las veces, preguntadas, confiesan que han soñado para sí un destino mejor. Pero también sabemos que los tratantes de blancas -como así se les ha dado en llamar a esas terceras personas ajenas al acto carnal- no merecen ser consideradas dignas de respeto sino delincuentes de alta peligrosidad, pasibles de ser objeto de sanciones penales contundentes y vigorosas.  Todo eso, atento a que ellos son, precisamente, los que lucrando, sin inmutarse, con la más lastimosa de las actividades, pretenden convencer acerca del altruismo de su conducta.

Los tratantes son los que con su aporte apañan y facilitan la continuidad de esta singular actividad ajena de la que sacan provecho económico sin reparar en detalles, causas ni resultados. Valiéndose de los medios más sofisticados para lograr su cometido de sometimiento: alcohol, droga, engaños, como así también de hechos delictivos de variada estirpe: secuestros, sustitución de identidad, extorsiones...

Aún cuando el ejercicio de la prostitución, con o sin proxeneta -tratante- se desarrolle en un marco de absoluta intimidad, no podrá nunca considerarse, a ésta, “una acción privada”. Y eso así por cuanto a través de ella se concretan, entre personas, relaciones que pueden trascender al plano social en donde el derecho se encuentra presente. Por dicha razón esa actividad excede el ámbito de protección que la norma constitucional otorga. En consecuencia, no es privada toda acción que se encuentra reglada jurídicamente. Sin embargo sigue siendo imprescindible establecer si nos encontramos frente a una actividad lícita, en los términos del Código Civil.  Respecto de eso debemos señalar que el ejercicio de la prostitución aislada no constituye delito.  Y como consecuencia de esa afirmación debe decirse que sólo recién cuando un Juez intervenga  para decidir un caso,  se sabrá si la prostitución puede dar lugar o no, a un negocio jurídico válido y si ofende o no a las buenas costumbres. La jurisprudencia, reiteradas veces con sus fallos dejó establecida la existencia de una  transgresión moral a las normas de buenas costumbres y esto, sólo cuando la prostitución, trascendiendo al público con efectos negativos, haya resultado escandalosa.

 

Capítulo II: LA PROSTITUCION COMO ACTIVIDAD PRINCIPAL INVOLUCRADA DENTRO DE LA TRATA DE BLANCAS

 

En la República Argentina, en principio, LA PROSTITUCION no es considerada delito. Su ejercicio constituye tan sólo una falta o contravención, la que podría ser sancionada con penas mayores sólo cuando el caso tratado involucre a prostitutas mayores de edad y se encontrara, además, unido coincidentemente a un escándalo. De atenernos a esta realidad, meramente superficial, podría no llegarse a entender por qué, el delito denominado trata de blancas -íntimamente ligado a la prostitución en la mayoría de los países de occidente se encuentra entre los calificados "de magnitud" por oponerse, el hecho que constituye su accionar, a la normativa del Iuris Gentium. Derecho de gentes que resguarda lo que, de modo más moderno hoy designamos también con el nombre de "los derechos humanos". Y es precisamente por esta razón que el delito de "trata de blancas" ha llegado a ser considerado -por lo repugnante de la situación planteada al concretarse- un delito tan sancionado, nacional e internacionalmente, como lo fue y sigue siendo el genocidio. Sucede que la puesta en marcha por parte del tercero -mentor/ organizador/ empresario- del negocio contenedor del ejercicio de la prostitución de personas, por lo general una o más mujeres ajenas al mismo, fue y sigue siendo, aunque actualmente con variaciones en las antiguas formas de desenvolvimiento, tan reprobada y mal vista, por las sociedades civilizadas del mundo entero, como para que la definición de su concepto comprenda, de una manera cabal, no sólo la explicación del hecho (acción en sí) sino, además y coincidentemente, la valoración -dikelógica- emitida, respecto del mismo.

El ejemplo estaría dado sólo con la simple mención de los adjetivos, tácita o materialmente establecidos y utilizados siempre para calificar tanto al concepto de la trata de blancas como al de proxeneta, inseparable de aquella. A saber: Es proxeneta quien (el repugnante ser humano que...) vive parasitariamente, subviniendo a sus necesidades con el producto de la prostitución ajena. Ahora bien, por las palabras "repugnantes" (adjetivo

calificativo) y "parasitariamente" (adverbio que singulariza una acción, caracterizándola de una manera específica) las cuales, a su vez, se relacionan con una valoración subjetiva, se infiere, sin posibilidad de equivocación alguna, que la trata de blancas por constituir una explotación subrepticia, utilitaria e indefinida en el tiempo, forma parte de las actividades denominadas inmorales ya que el vivir o energizarse a expensas del trabajo o esfuerzo de otro ser humano no constituye acto positivo, ninguno. Penado por la ley, hoy en día no sólo es inmoral sino delictivo.

Veamos, entonces: Cuando algunos varones (aunque excepcionalmente también mujeres) adoptando una forma parasitaria de vivir en perjuicio de cierta clase de mujeres (las prostitutas), para facilitarles a estas el ejercicio de su tarea, consistente en actos reiterados de comercio sexual con terceros, una vez iniciadas en tal actividad, privándolas de su libertad, les niegan el derecho de ser consideradas y tratadas como personas, nos

encontramos en presencia de la actividad delictiva denominada por todos los habitantes de los países civilizados, "TRATA DE BLANCA”.

Nota I): Para establecer alguna precisión al respecto, debemos tener presente que el término "hombre" corresponde tanto al que detenta las potencias desarrolladas, como al que no llega a detentarlas y que el término "persona", corresponde, siempre, al ser humano cuyas potencias se encuentran ya desarrolladas.

Nota II) No trascendió aún como lacra social la trata específica de negros y/o de blancos víctimas -de sexo masculino- con miras a la explotación económica del negocio carnal -sexual- concretado merced al ejercicio, por parte de estos, de la prostitución como actividad continúa, constante y reiterada, entablada con terceros clientes, quienes, a su vez, abonan por ello un precio. Pero si trascendió la trata de niños de ambos sexos, como forma de sometimiento, relacionado con dicho fin.

Entonces, como consecuencia de todo lo hasta aquí expresado y a propósito del análisis que hemos encarado y estamos desarrollando, debemos remarcar una observación que consideramos esencial, como para conseguir con ella demostrar el carácter absolutamente antijurídico de esta actividad que por lo compleja suele tomar parte a su vez en una considerable cantidad de variadas causas, todas delictuales. Y esa observación es esta: Si a primera vista pareciera que el consentimiento valido de la mujer capaz eximiría, dentro de la entidad o empresa formada al efecto, de la responsabilidad personal, individual y unilateral que al explotador/proxeneta dentro de ella compete, una mirada dirigida con más detenimiento nos indica otra cosa: que la palabra "trata o trato" nos conduce por aproximación a la palabra convenio, del cual la prostituta no forma nunca parte, razón por la cual al calificárselo con la característica de "sui generis", la significación que su concepto establece se encontraría cercana a: unión de voluntades entre varones contratantes cuya concreción, tácitamente formulada, garantiza, "siempre" el cumplimiento del objetivo propuesto: el de lucro. Sin otorgarse, al respecto, la más remota posibilidad de interposición de algún tipo de excepción. Mecanismo: El ofertante, como si se tratara de una mercadería de uso corriente dentro de un circuito comercial, expone a la consideración y apreciación del posible comprador a la mujer ya señalada como la encargada de ejercer el referido comercio carnal con clientes cotidianos, de trato continuo o circunstancial.

Clientes que habrán de abonar el servicio requerido coincidentemente con la concreción del mismo y en dinero efectivo. Luego, sin permitirle a la "pupila" (nombre acordado dentro del "trato" para referirse a ésta) discusión alguna en el regateo, por considerársela, también a ella, simple objeto de la transacción, le asignarían un precio cierto, la mayoría de las veces, sin ella enterarse. Tampoco se entera de que, a partir de ese momento, se encontrará, conminativamente obligada (sujeta) a colaborar con la empresa. Empresa que relativiza en más o en menos su "sueldo", según las circunstancias. Al adjudicatario, llamado a partir de ese día "proxeneta" o "macró" lo moverá, entonces, un único fin específico: el de administrar las ganancias obtenidas por la prostituta de "su" propiedad y ajena al acuerdo, amasadas o elaboradas con la practica continua y reiterada del acto sexual por parte de ella, realizado con el cliente de turno, con manejo de la profesionalidad requerida, según lo establezca el nivel en el cual su propietario la ubique. Y todo esto es así aunque en algunas ocasiones otorgaran al observador la posibilidad de asegurar que los desplazamientos efectuados por estas mujeres dentro de su entorno habitual, son llevados a cabo por ‚éstas en completo estado de libertad. La profesionalidad manifiesta, referida siempre a actos sexuales efectivizados con distintas personas cada vez es, precisamente, lo que constituye el objeto esencial de este negocio, organizado brillantemente y siempre como actividad lícita, para conseguir disimular sus aviesas y escondidas intenciones. Pero, es precisamente el ofrecimiento oneroso de momentos íntimos lo que, degradando la actividad sexual así convenida, transforma este ejercicio tornándolo inmoral, es decir no recomendable por la mayoría.

Y es, precisamente, la parasitaria tarea del proxeneta, de administrar en provecho propio el dinero proveniente del ejercicio de la prostitución ajena, la causa por la cual esta actividad adquiere, peligrosamente, la idiosincrasia de la figura delictual, no sólo dentro del ámbito interno de nuestro país, sino también, internacionalmente. Y algo más al respecto: Aunque algunos clientes se comporten como pacientes necesitados de algún tipo de alivio para su salud quebrantada por falta de mujer, en el momento oportuno (no olvidemos que el ejercicio del sexo,  constituye, para la mayoría de los seres humanos, un imperativo manifiesto y categórico), indudablemente, la prostitución, explotada de manera individual o por interpósita persona, constituye, en una simple y primera instancia, una mala o inmoral costumbre aunque se encuentre emparentada, a primera vista, con la locación de servicios. Es que, además, el ejercicio constante, por parte de la mujer sometida a esta esclavizada manera de vivir y con un único motivo, el económico, lleva inexorablemente a la degradación de la dignidad de la persona que de esta forma vive. Repitiendo fatigosamente y muchas veces hasta la extenuación, durante toda una jornada, ese acto sexual obligatoriamente impuesto, con el único fin de acrecentar, siempre un poco más, las arcas de quien detenta el dominio de amo y señor sobre esa mujer, sometida a su pesar, muchas veces por ignorancia. Los procedimientos utilizados por los propietarios -proxenetas- que administran su negocio como verdadera empresa comercial, suelen formar parte del mejor estilo mafioso. Drogas, juego, prostitución y alcohol, constituyen, sin lugar a dudas, los cuatro pilares sostenedores inobviables de este tipo de emprendimiento.

Y a esos procedimientos se refirieron ya, tanto Albert Londres, en el año 1927; Francisco Ciccotti en 1932, poco tiempo después, como también Gerardo Bra en 1982 y Jorge Silvio Colotto, en 1988 entre tantos otros. Estos con descripciones precisas de los hechos sociales ocurridos realmente en las pocas expresadas y con protagonistas verídicos de las muchas ciudades involucradas, se ocuparon de explicar -para que no persistiera en el común de la gente la ignorancia relacionada con esa materia- no solo el cómo de ese proceder conjunto sino, además, el porqué‚ de la peligrosidad que la misma entraña.

NOTA I: La trata de esclavos: Es la tendiente a procurar por su intermedio, conminativamente, mano de obra gratuita (o relativamente barata). Es considerada delito contra el Derecho de Gentes, aunque el fin de esa trata o trafico sea acrecentar la productividad, dentro de una región determinada cuando la mano de obra libre se encuentra escasa. La falta de libertad en el aportante de horas de trabajo y el lucro obtenido merced a dicho aporte, a distribuir solo entre los tratantes firmantes del acuerdo, luego de evaluar, estableciéndole un precio a la capacidad laborar del elegido, constituyen las dos razones esenciales constitutivas de este delito.

NOTA II: La trata de blancas: Es la tendiente a procurar, por su intermedio, satisfacción sexual a aquellos que, con el simple pago de un canon a quien posibilita el contacto (imposible para estos de otra forma), colaboran sin el menor peso de conciencia para que la red contenedora de la macabra trilogía (proxeneta- prostituta- cliente) se transforme en indestructible. Por las características de actividad conminativa que esta última, intrínsecamente, conlleva, la Trata de blancas ha sido, también, elevada a la categoría de delito contra el Derecho de Gentes.

Creemos que con la sola explicación efectuada mediante las notas precedentes, relacionadas con las dos figuras delictivas allí referidas, se posibilita, sin más, la toma de conciencia de la total y definitiva equiparación de ambas. Y todo eso junto, nos obliga a pensar algo más todavía: que con la puesta en marcha de la figura delictiva relacionada en ultimo termino -la trata de blancas- se ha conseguido, desjerarquizando a la mujer en lo atinente a su rol sexual específico -relacionado, este, con el goce natural que con ella se consigue- imponerle un  cruento, rápido y por demás drástico descenso. Tomado desde el altísimo sitial, conseguido dentro de la escala de valores, establecido para ella por la vida, desde el inicio mismo de los tiempos. Es que el ejercicio de ese tipo de actividad, considerada, por lo servil, tan decadente como oscura, ha quedado relegada, al conseguir despojar de su humana dignidad a la atrevida persona que la ejerce, en una posición de rango aún más bajo que la detentada por un jornalero estibador o un juntador cuadrillero.

La miseria que destruye todo y profana hasta los templos en donde se acomoda para soñar de vez en cuando, consiguió, al menos, un protagonismo el que, a juzgar por lo que aún se ve, no va a ser dejado de lado, fácilmente.

Tanto a la explotación internacional de la prostitución -trata de blancas- como a la explotación internacional de la esclavitud -trata de esclavos- las que, en esencia, son la misma cosa, no se las llega a contrarrestar solamente con convenciones internacionales. Para neutralizar estos dos flagelos, como así también otros -menos o tan graves como los dos primero citados- a las convenciones, sin duda, habría que complementarlas, siempre, con una buena dosis de cultura y educación, suministrada en especial por las autoridades de los gobiernos, a las posibles víctimas, como positiva fórmula limitante y/o neutralizante de actitudes negativas. También habría que suplementarlas ayudándolas con el aporte de algo que la experiencia de siglos nos indica como lo mejor: con la apertura indiscriminada de un buen número de fuentes de trabajo, lo que equivale a decir: con manantiales de dinero logrado legalmente y de manera sana y natural, para hacer frente a una de sus inobviables obligaciones: los gastos atinentes a seguridad social. Podría, también y por último, contrarrestarse a la drogadicción y a su actividad complementaria -el tráfico de drogas- suministrándoles a las futuras víctimas y victimarios, por qué no -personas todas con latente posesión de estado emocional confuso- la misma medicina. Y decimos esto, de ayudar para contrarrestar el mal que con las acciones descriptas y ambas tratas se causa, por cuanto en dichas convenciones, la mayoría internacionales, el texto, redactado, casi siempre, en el mismo lugar donde se firma, suele no coincidir, en lo atinente a la significación de sus conceptos, ni con los tenidos en cuenta en el lugar de concreción de las acciones que sirvieron de base para generar el lejano nacimiento de la respectiva convención, ni tampoco con la significación de los conceptos encerrados dentro del tipo legal característico y preciso de las mismas. Y afirmamos todo lo aquí referido, atento a que sabemos no solo que a las acciones se las conjuga con palabras que, a su vez, toman parte de un texto dicho en algún idioma, sino además que, por lo general, suele otorgársele a los términos utilizados en la conjugación, una significación conceptual no siempre coincidente con la significación conceptual de lo establecido mediante la letra de dicho texto. Todo así, habida cuenta de la disparidad de criterios lógicos puestos en juego por los involucrados en el caso o hecho, en razón de la distancia. Distancia con la que se logra, además, diversidad de circunstancias.

La trata de blancas se perfecciona, entonces, cuando un hombre -el llamado proxeneta- consigue las rentas -ganancias económicas por este anheladas, usufructuando del canon abonado por el cliente en forma directa a la pupila o indirectamente a él, atento al dominio que sobre la prostituta ejerce desde que consiguió el convencimiento por parte de esta de la importancia y bondades de su labor.

Y a partir de ese instante, una vez consolidado el negocio entre ambos, debe conseguir hacer uso del mejor de los medios para que su "pupila" no pretenda cambiar de "protector". Suministro de drogas, golpes y hasta torturas de variadas formas constituyen las naturales y corrientes herramientas de dominación conocidas dentro de ese ambiente. La peligrosidad del acceso a ese mundo ya ha sido puesto en evidencia. Sin embargo no ha sido posible erradicar este flagelo pese a los esfuerzos realizados por los legisladores y las medidas tomadas dentro del ámbito jurisdiccional nacional, con la sanción de normas materiales o interjurisdiccional, con la firma de tratados, convenciones y/o la sanción de normas de conflicto, con las cuales, derecho penal en medio, se consigue la solución de los problemas internacionales jusprivatistas, generados. No olvidemos que la trata de blancas se refiere al tráfico de personas cuando a las pupilas o prostitutas en actividad se las cambia de destino trasladándolas a otros lugares -léase, también a otros países- como positiva fórmula de castigo o de instalación del miedo por el exilio obligado y el coincidente uso, hasta el abuso, en ciertos casos, del rigor.

El meollo que torna ilícita esta despareja e indignante asociación de perfil laboral, con marcados visos fraudulentos de apoyo, se encuentra en las consideraciones expresadas. La Constitución Argentina y la legislación civil y comercial vigente, por medio de todo su articulado nos informa, de una manera por demás precisa, que una asociación lícita no podrá contener objetivo inmoral alguno y la trata de blancas, por las razones expuestas, lo tiene y de sobra.

 

 

Capitulo III: FUENTES DE DERECHO INTERNO ARGENTINO RELATIVAS AL EJERCICIO DE LA PROSTITUCION. -

NORMAS INTERNACIONALES DE FUENTE INTERNA.

Existieron, en nuestra república, respecto del tema que nos ocupa en el presente ítem, tres sistemas de reglamentación positiva con los cuales se pudo regular, en parte, el desenvolvimiento del referido comercio sexual.

El primero de los cuales fue el denominado REGLAMENTARISTA: El Estado, admitiendo oficialmente la prostitución, en ejercicio del Poder de Policía se limitó, en un principio, a legislar todo lo atinente a la higiene y salubridad pública dentro de las casas de tolerancia o prostíbulos. Enviaba inspecciones sanitarias y establecía el monto de las contribuciones destinadas a solventar dicho fin. El segundo de los sistemas, absolutamente contrario al primero, fue el denominado PROHIBICIONISTA: Consideraba a la prostitución, desde el punto de vista riguroso, un delito y como tal punible con penas severas. Por dicha razón la combatía aplicando normas precisas. Este segundo sistema, como consecuencia del nacimiento del ideal de respeto por las libertades individuales y por la vida privada fue abandonado muy pronto.  El tercero de los sistemas es el llamado ABOLICIONISTA el cual no admitía que la actividad de la prostitución se reglamentara. Aquí, la palabra abolir estaba empleada respecto de la norma reglamentaria. No estaba referida a la prostitución como actividad, ya que la misma, por ese tiempo -alrededor de 1920- se encontraba permitida, y tampoco la palabra "abolir" significaba dejar sin efecto ni existencia a esa precisa figura jurídica, considerada, por el gobierno central como meramente contravencional y eso así, solo en el caso de configurar,  coincidentemente, escándalo.

Los artículos 125 y 126 del Código Penal, sancionado en 1921, hacen referencia al tema, aunque relacionándolo con el proxenetismo y la prostitución.

Ya el artículo 132 del proyecto de Código Penal de 1906 expresaba el concepto indirecto de "tratante de blanca" de esta forma: "Será reprimido con prisión de uno a tres años el que lucrare con la prostitución de una mujer". Ninguna de estas normas hacía referencia a la norma de conflicto del derecho internacional. Y decimos concepto "indirecto" por cuanto para llegar a ser proxeneta y lucrar con el ejercicio de la prostitución de una mujer, primeramente debía, este, proveerse de una o varias mujeres de las cuales la voluntad no pesaba. Ellos debían "tratar" por ellas (no con ellas), con otros hombres. Los llamados proveedores las entregaban a sus explotadores, en venta particular o subasta pública o en permuta, abonándose en este último caso la diferencia de valor otorgado a las mismas, cuando la hubiera. Dentro de este submundo atroz, constituyó una constante el hecho de que casi todas las mujeres "nuevas", es decir todavía no prostituidas, provenían de la post-guerra de países dentro de los cuales la miseria y la orfandad -frente a la imperiosa necesidad de emigrar- constituía, una vez instaladas aquí, el justificativo aceptado por estas como primera razón de la toma de decisión afirmativa concreta, respecto de la posibilidad de su ejercicio y cuya actividad posterior, en apariencia legal, adquirió en forma rápida las características propios de la esclavitud, aunque abiertamente veladas por una impunidad tan desafiante como manifiesta. Al amparo, la mayoría de las veces, de ciertas autoridades o personajes de la política de turno. Estas mujeres llegaban al país como si se tratara de encomiendas (paquetes). Y una vez aquí, el protector asignado se encargaba de "protegerlas" hasta otorgarle la seguridad que su ignorancia, especialmente del idioma, su soledad y su pobreza le negaban. Ánimo de lucro y satisfacción de deseos propios y principalmente ajenos (los de terceros que se integraban al negocio pero sin tomar parte en las ganancias, al usar de los servicios sexuales de esas mujeres llamadas "pupilas") son parte de los requerimientos exigidos por  la ley para encuadrar el delito de trata de blancas, de características nacionales e internacionales. Delito, sin embargo, que habrá de ser punible solo en contadas oportunidades. La actividad de cantante, modelo y actriz, constituyó y constituye, hoy más que nunca, la pantalla detrás de la cual se esconde esta actividad empresarial, tan rentable para una de las partes -la que como consecuencia del capital con que cuenta impone las condiciones- como vejatoria para la mujer sometida a su ejercicio, con equiparación de rango (salvando las diferencias, si fuera posible hacerlo- con el de la obrera jornalera, asalariada miserablemente y siempre de manera incorrecta.

Nota: Según la más difundida de las definiciones, "trabajador/ra" es, sin tomarse en cuenta distinción de sexo, quien trabaja prestando servicios en una relación de dependencia. También lo es el jornalero y el obrero.

De allí que las "pupilas" podrían equipararse a trabajadoras, obreras o jornaleras del "amor", ubicadas a la altura de las "artesanas", especializadas en conseguir, por estimulación, las vibraciones emocionales pretendidas por alguien que, para ese efecto, no dispone de quien (ese otro que) ubicado a su lado -junto a él- espontánea y naturalmente actúe.

La falta de libertad para la mujer -objeto y víctima de la transacción- característica específica del trato, es el abstracto motivo por el cual la trata de blancas ha quedado apartada, por completo del resguardo otorgado a los trabajadores por la legislación laboral. En tanto, debido a la naturaleza delictual especifica con la cual esta oscura figura cuenta, el derecho Penal Interno y el Internacional como parte del Derecho Internacional Privado, se ha hecho cargo, formalmente, de su arbitrario accionar.

Por último, debemos agregar que la palabra corrupto, corrupción y corruptible, dentro del texto de las normas, dieron lugar, en su momento a digresiones filosóficas, sociológicas y hasta sicológicas para que la sanción relacionada con este hecho, así, prepotente y conminativamente concretado, termine en la impunidad. De todos modos, a principios de siglo y hasta la culminación de su primer tercio nada se dijo, tampoco, del ejercicio de la prostitución simple, de la denominada "personal", concretada a solas, sin interpósita persona. Ordenanzas municipales y policiales dieron cuenta de ella, estableciendo el deber ser, tal como se lo refirió ya, un poco mas arriba, al cual la población debía de atenerse.

Recién por el art. 15 de la ley 12.331 del 17 de diciembre de 1936 se estableció lo siguiente: "Queda prohibido en toda la República el establecimiento de casas o locales donde se ejerza la prostitución o se incite a ello" (Derecho material interno, no internacional). Y el art. 17 sanciona "a quienes sostengan, administren o regenteen ostensible o encubiertamente, casas de tolerancia". Con amenazas, abuso de autoridad, o cualquier otros medios de coerción El inciso b) se refiere, en los mismos términos pero en relación con las llamadas alternadoras. El artículo 68 hace mención a multas y arresto de cinco a treinta días "para la prostituta o el homosexual que se ofreciere públicamente, dando ocasión de escándalo o molestando". El Capítulo IV trata el tema: Delitos contra la tranquilidad y el Orden Público. El texto del art. 74, describiendo el escándalo expresa: "Serán reprimidos con multa... o arresto de dos a treinta días. a) Los que individualmente o en grupo, en lugar público o abierto al público profieran gritos, se reúnan tumultuosamente, insulten, amenacen o provoquen de cualquier manera.

Una Comisión creada por Resolución 142 del 22 de abril de 1987 se encuentra aún en pleno trabajo de elaboración del nuevo Código Contravencional de la Capital Federal. Y, así como se pretende beneficiar nuestro sistema interno de Derecho Material, también se esta buscando la sanción de un Código Procesal Modelo para toda Iberoamérica, en dónde el tema central no corresponde a las faltas, obviamente, pero ‚este destina un capítulo completo a su regulación. Dice el anteproyecto entre otras cosas: "El juicio por faltas, para ser eficiente, demanda un estudio conjunto con el derecho penal material aplicable a las contravenciones" Y en lo que hace a los lineamientos generales de este proyecto de código ya se observan los nuevos perfiles relacionados con su fundamental objetivo, el punto de vista internacional y al respecto expresa: "Se han tomado en cuenta los objetivos de las principales declaraciones y pactos internacionales -Declaraciones universales de los derechos humanos; Declaración americana de los derechos y deberes del hombre; Convenio para la protección de los derechos humanos y de las libertades fundamentales; Convenio europeo de derechos humanos; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; Convención Americana sobre Derechos Humanos; Pacto de San José‚ de Costa Rica"

 

Capítulo IV: NORMAS INTERNACIONALES DE FUENTE INTERNACIONAL:

El cuarto Tratado de Montevideo de 1889, (de Derecho Internacional Privado) celebrado el 23 de enero de 1889, en sus 46 artículos se ocupa de cuestiones de Derecho Penal. El mismo fue ratificado por nuestro país, (Argentina) por Ley 3192 del 11 de diciembre de 1894. La letra del texto de los artículos 5 y 6, pertenecientes al Título I, denominado: de la Jurisdicción, establecen lo siguiente; Art.5: "Cualquiera de los Estados signatarios podrá expulsar, con arreglo a sus leyes, a los delincuentes asilados en su territorio, siempre que después de requerir a las autoridades del país dentro del cual se cometió alguno de los delitos que autorizan la extradición, no se ejercitase por estos acción represiva alguna". Art.6: "Los hechos realizados en el territorio de un Estado, que no fueren pasibles de penas según sus leyes, pero que estuviesen penados por la nación en donde se producen sus efectos, no podrán ser juzgados por esta sino cuando el delincuente cayese bajo su jurisdicción. Rige la misma regla respecto de aquellos delitos que no autorizan la extradición de los reos". Dentro del Título III denominado: del Régimen de la Extradición se encuentra el art. 19 que expresa: "Los Estados signatarios se obligan a entregarse los delincuentes refugiados en su territorio, siempre que concurran las siguientes circunstancias. 1) Que la nación que reclama al delincuente tenga jurisdicción para conocer y fallar en juicio sobre la infracción que motiva el reclamo; 2) Que la infracción, por su naturaleza y gravedad, autorice la entrega; 3) Que la nación reclamante presente documentos, que según sus leyes autoricen la prisión y el enjuiciamiento del reo; 4) Que el delito no esté prescripto con arreglo a la ley del país reclamante; 5) que el reo no haya sido penado por el mismo delito ni cumplido su condena." La ratificación de este convenio fue concretada por Roque Sáenz Peña, entre otros.

En 1940 se concretaron las modificaciones a cada uno de los tratados firmados en 1889, pero respecto de la trata de blancas y el ejercicio de la prostitución nada expresa. El artículo 48 del Protocolo Adicional de este tratado se refiere al orden público. Expresa: "Las leyes de los además Estados jamás serán aplicadas contra las instituciones políticas, las leyes de orden público o las buenas costumbres del lugar del proceso."

Al encontrarse la trata de blancas entre los delitos considerados Delitos "Iuris Gentium", es considerado, por esa razón, delito convencionalmente uniforme o dicho de otra forma: común a todas las naciones civilizadas de la tierra. Ese tipo de delitos se encuentran referidos por el artículo 102 de la Constitución Nacional. Y las norma penales, substanciales o materiales que a estos delitos se refieren pueden ser aplicadas por un tribunal supranacional o por un tribunal nacional.

Cualquier jurisdicción puede condenar esta clase de delitos los cuales generalmente son objeto de una convención internacional.

 

Dimensión dikelógica.-  Criterio generalizado.-

La máxima organización argentina relacionada con el delito de Trata de Blancas -al que nos encontramos abocados- correspondió a la entidad denominada:  "La Swi Migdal". Esta sociedad que se desenvolvió de manera natural como una Caja de Previsión Social para los integrantes que le dieron vida -inmigrantes todos de confesión religiosa judía- debido, justamente, a su perfecto funcionamiento, consiguió burlar siempre la acción de la justicia. Debemos aclarar, con propósitos de información, que ‚ésta entidad respondía consecuentemente a la delicada puesta en marcha de una multitud de voluntades unificadas en razón de su objetivo oculto: el enriquecimiento de sus integrantes por medio de la explotación del negocio del sexo y la diversión. Evanesciéndose bajo la fachada piadosa del mantenimiento de un cementerio confesional y la oportuna desaparición de las pruebas relacionadas todas con esa actividad, mantuvieron por casi dos décadas la administración de las ganancias producidas por el ejercicio de la prostitución de persona ajena.  Hoy, las circunstancias permiten suponer que es muy posible que dicha organización, cuyos miembros no llegaron a ser nunca sancionados, persista en su accionar repugnante y delictual, actuando a cara limpia con otra gente y de variados modos. Solo hará falta prestar un poco de atención. Atención que las autoridades gubernamentales de ningún país civilizado del mundo, por ahora, parece tener ganas de aportar para conseguir desbaratarla.

                                                                                                                                            Amanda Patarca.

LA ESPERANZA


Sabemos la historia de cómo quedó atrapada y sin salir de la caja de Pandora, la Esperanza. Ella, Pandora, desobedeciendo la orden de su creador -Zeus-, la abrió y como desde su interior observó salir despavoridos a todos los males juntos, reconociendo el error, la cerró prontamente, quedando atrapada en su interior sólo la Esperanza.

Ahora, después de la experiencia de la pandemia que trajo cuarentenas aún no terminadas y desasosiego por incertidumbres no esclarecidas, debemos tomar las enseñanzas, que el mito de la explicativa Caja de Pandora nos dejó pero dándole, al mismo, una vuelta más de tuerca; con la necesidad, digamos, de infundirle al convencimiento expresado a la ligera, un más alto grado de conciencia reflexiva. Eso, porque si es verdad que la Esperanza no pudo salir de la caja porque, atrapada dentro de ella, al cerrarse la tapa abruptamente, no pudo salir más, esa esperanza, así atrapada, ya estaba guardada entre todos los males, como un mal más, impedida de salir a la luz.

La verdad sobre sus vicios -no sobre sus virtudes, porque recordemos que estaba dentro de la caja de los males-, en ésta nueva instancia: año 2020, llamada la era de la espera desesperada -persistente, indefinida-, lo que significa: sin solución de continuidad, no estaría en que la misma mostrara sus virtudes, que, sabemos, no las tiene, debido a su calidad intrínseca sino, en que, por suerte y por gracia de su dios creador Zeus, se quedó adentro sin poder salir hasta este ahora nuestro, del cual todavía no salió.

Es cierto que por el hecho de no haber salido, todavía no hizo de las suyas, pero todavía no sabemos qué pasaría si un buen día -o mal día- saliera de su celda.

Lo cierto y muy positivo, para la mayoría de los que comúnmente son temerosos de todo lo desconocido -involucrándose aquí a todas las especies vivas- estaría, entonces, en el encerramiento mismo.

El optimismo y la alegría que prodiga a todo el género humano a nivel mundial, esa sola circunstancia, la del convencimiento de saberla cautiva, son los fundamentos que sostienen nuestro vivir cotidiano doméstico.

Basado -sostenido y soportado-, este movimiento continuo y vital, en nuestro Libre Albedrío, entregado a cada hombre, en sus inicios, como Gracia, llegada desde donde cada uno, según su criterio, quiera. Libre albedrío, tan inadvertidamente penetrado y ubicado en nuestra entraña, que al engrandecer el alma para darle cabida en nuestro espíritu, influye iluminando las conciencias darle impulso a nuestra acción. Y así, puesto en marcha este perfecto organismo casi mecánico, nos permite, haciéndonos cargo, superar nuestras propias molestias, causadas por nuestro propio accionar, llegando, sin embargo, muchas veces hasta la necesidad de manifestar Arrepentimiento. O ¿Por qué no? Para poder llegar a usar, al referir la acción de un prójimo, el término Tolerancia.

Si la Esperanza se pierde, según Dante, al entrar en el INFIERNO, no debemos olvidar que sigue siendo un mal suprimido, neutralizado en su celda. Mantengámosla guardada, entonces, para que el optimismo y la alegría persistan. Y para que nuestra conciencia, sin distraerse, se encuentre siempre atenta en la vigilia, no olvidemos de ayudarla pese a su invisibilidad, recurriendo a las virtudes que prometen cumplimiento a los anhelos declarados. Eso así, mientras vivamos la vida con sus contradictorios quehaceres inquietantes.

Amanda Patarca

NAVIDAD HOLÍSTICA

Acápite: “Todo está en la gestación y luego en el alumbrar”, como dice Reiner María Rilke, en su libro "Cartas a un joven Poeta", (Editorial Colomino, La Plata Bs. As 1944).


Lo que la Naturaleza ha propiciado siempre (así parece) es dejar que se vaya cumpliendo, de instante a instante y en sucesión ininterrumpida, lo que en el interior del ser humano fluye constantemente, imponiendo su impronta, desde que llegó a la Tierra, aunque éste no se percate, a veces. Haciéndolo de la misma manera, silenciosa y sosegada, como la sangre pulsa, al forzar su recorrido por el circuito ubicado en el interior de nuestras venas y arterias, en movimiento ininterrumpido desde su inicio, ocurrido dentro de la primera mujer: Eva. Esa gigantesca, delicada y rústica gestante/ paridora de humanos, dotados, desde siempre, con un cuerpo, y con un alma, además. Alma, cuyo ilimitado movimiento de apertura sostenida, de la que da cuenta el instinto y la intuición (incomprobables) y constatada por los místicos (que aseguran saber de almas), al cobijar, allí, ellos, sensaciones indescifrables y carentes, en consecuencia, de signos distintivos, como para poder otorgársele, a esta alma, la categórica y definitiva envergadura de ente generador de progreso, aún desconocido, en buena proporción. Esta característica binaria dio, siempre, como resultado, que sólo el dueño de esa alma, o sea: el ser único que la porta dentro de sí, pueda, reconociendo o no, ese fenómeno, llevar ese progreso hacia adelante, hacia el mañana. Para sacarlo a la luz cuando la oportunidad de ese anhelo, ignorado aún, haga su entrada llenándola plenamente, consiguiendo, así, eficacia. Y todo esto sucede de manera inmanente, sin trascender, así pareciera, por resultar, ese alma, invisible e imperceptible, además, a todos los sentidos, propios y ajenos. Y por iniciar, esta alma, su acción, de desplegar amplitud, a partir de un mísero dejo de estímulo, sin sentido ni significación alguna. 

Sea este estímulo intrínseco (propio) o extrínseco (ajeno). Y es allí, donde se encontraría el todo, para el cambio: En el cruce del alma estimulada con ese leve toque y el cuerpo puesto en acción, dirigiéndose al progreso, sin presentirlo siquiera. Alma y cuerpo, en conjunción instintiva, uniendo el instante (transformado en ahora) con el hoy, con el mañana y con la eternidad. Cópula (o conjunción) dentro del alma que siempre tiende a expandirse, cuando decide lograr sus objetivos, cuyas causas misteriosas, por gestarse y quedar intrínsecamente resguardadas, sólo se conmueven, permitiendo la explosión del fenómeno progreso, cuando, convencidas, estas almas, comprenden que se hallan transitando, deslizándose sobre el tiempo o dentro del tiempo de la oportunidad. Estamos adentrándonos en especial en el Ser Humano con cuerpo y alma: esperanzada. Dual fórmula, ésta, que la naturaleza elevó a ley (he aquí la causa) para gestar al hombre (varón - mujer) entero y con toda su bivalente memoria metida en su A.D.N. Y con un espíritu (el numen movilizador) cobijado dentro de esa alma invisible y, a la vez, sostén poderoso de todo lo iniciado entre sus límites, para el logro del nacer, primordial y perpetuante, del nuevo ser concebido, terminado ya; y pronto a salir del vientre de su madre. Para acomodarse al goce y a la tristeza, según como registre, cada hecho consumado en el futuro, su propia sensibilidad, ese ser vital y consciente, crecido o adulto -no recién nacido-. O para el goce y la tristeza, muchas veces, necesaria, esta última, según Rilke, para producir un cambio en algún ser abatido por las circunstancias negativas, por las cuales le toca transitar. Ya que el cambio que dentro de él se produzca le permitirá el acceso al renacer esperanzador, cumpliéndolo, con alegría. Y es también allí, justo allí, en la intersección de ese punto en donde se cruza el aquí y el ahora que, en lo concerniente al fenómeno humano-reflexivo del “darse cuenta”, hoy podemos asegurar, que con él, el cambio deviene; aparece siempre abarcando, también, todo.


Ya que el cambio de actitud, individual, como la ”ley dominó” establece, colabora con el arrastre de todo cuanto se manifieste pasible de cambiarse, ubicado dentro de lo ya creado. Eso, atento a que ese cambio, producido luego de efectuado el traspaso de ese punto, el del darse cuenta, por el simple hecho de devenir, se cumple, con o sin uso de razón y/o de la utilización reflexiva de la lógica.

Con esta última expresión se toma en cuenta aquí el TODO: flora, fauna y reino mineral.

Conclusión: Sumados Cópula o conjunción de variada forma; embrión; parto y alumbramiento, llegamos, así, entonces, casi sin cruzamiento de demasiados obstáculos, a lo que, por constituir un hallazgo, podríamos denominar: la esencia de la NAVIDAD, la que cada año, con especial ansiedad, los seres humanos de la Tierra, esperamos, gozosos.

Amanda Patarca.


TEMA: ROL DE LA MUJER HISPANOAMERICANA EN LOS PROCESOS CULTURALES FUTUROS


Nota I: Los seres humanos, analizadores de las cuestiones vitales; cuestiones que, con su actitud de atención constante y paciente vigilancia logran resolver con su intelecto, para luego dejar referencia de los logros gradualmente obtenidos, coinciden todos en afirmar que el infierno tan temido, el que conlleva en su concepto la condena por toda la eternidad, no sería otra cosa que: Vivir sin haber podido dejar grabada siquiera alguna leve huella individualizadora de lo por ellos aportado. 

Nota II: El libro, esa maravilla que nos permite trasladar moviendo hacia el mañana la línea del olvido, será el encargado de poner las cosas en orden respecto de las mujeres, a partir de la era de la reactivación de la conciencia, puesta en marcha al solo efecto de concretar testimonios válidos de los hechos ocurridos con su participación, sean éstos sucesos de actualidad, futuros o ya pasados; reales y hasta conjeturales, si hiciera falta. Tendientes, todos, a suplir, de ahora en más, la falencia de los mismos, en especial de los dotados con algún grado de mediana eficiencia, de los cuales la mujer del pasado, careció. La maternidad, por ejemplo, por decir algo y el mantenimiento de la vida sana de la criatura humana sobre la faz de la tierra, lo sabemos todos, por comprobación, no les dio tiempo de tomar debida nota. Nota que, de haber sido concretada, hubiera servido no como puente cuyo cruce denotara audacia dirigida a eso que hoy llamamos “promoción publicitaria” sino todo lo contrario. Hubiera servido como herramienta testimonial exaltadora de servicios y actitudes ejemplares, en muchos casos, válidas por lo positivas. Sin embargo, y aún con poca “prensa”, la existencia de la actual generación es prueba más que suficiente del trabajo arduo efectuado por todas nuestras antepasadas. Silenciosas, esas mujeres cumplieron con su deber natural, el cual más que un deber fue un compulsivo imperativo categórico interno, propio y exclusivo de su género cuyo tributo, la vida, determinó, incontables veces, el valor formidable de su aporte. Más que señoras de sus casas fueron prestidigitadoras, magas, brujas, curanderas instintivas y prodigadoras del grado de ternura imprescindible en épocas aciagas. De allí el Sub-tema:  Consigna: Solemnemente dispuestas, todas, (las mujeres de hoy) al rescate de las históricas heroínas silenciosas (no silenciadas) (Silenciosas por imperativo necesario, no por imperativo conveniente ni violento) y, de allí también el Acápite (Nota I y II de este trabajo), el que corresponde a un editorial que obra transcripto a continuación y que fuera concretado para el primer periódico editado y escrito por mujeres hace aproximadamente 175 años, la República Argentina. Se llamaba, justamente, “La Argentina”. Se editó durante treinta domingos. Se presume, así dice María Esther Vázquez en el diario La Nación de 12 de octubre de 2003, que las editoras fueron Rosa Guerra y Petrona Rosende de Sierra. Hayan sido o no las nombradas, con la exposición de este texto queremos, las escritoras latinoamericanas, homenajear a quienes no sólo se manifestaron sino que además lo han hecho dejando expresado su femenino criterio con una impronta por demás personal. El editorial relacionado copiado textualmente expresa: “Iniciaremos nuestro trabajo exhortando a los hombres a la calma de sus pasiones. Nuestro país, destinado por la naturaleza a ser una mansión de delicias, está convertido en un campo de batalla. Los militares, por lo general, gente turbulenta e inquieta, lo han puesto en este estado. Ejercen en las provincias del interior un despotismo inaudito y es muy singular que cubran sus atentados con el pretexto de constituir el país. Jamás hemos oído que los legisladores de un pueblo sean los fusiles, las espadas y las lanzas. La constitución, como todas las cosas, es buena y duradera mientras se quiere. Mas por la fuerza, nadie hasta ahora se ha hecho amar”

Tomando como ejemplo esas antiguas palabras buscadoras de la paz dentro del ámbito patriótico en donde la lucha era lugar común, se me ocurrió, como mujer que soy, iniciar hoy algo así como la segunda etapa de aquel histórico periódico, traído a la luz de nuestros días por quien, tal vez sin proponérselo cumplió con creces la consigna de esta ponencia. Entonces, inmersa como me siento en las actuales circunstancias a todos ustedes atreviéndome les digo: “Dentro de las cartas dirigidas a los cristianos de Roma, obrantes en La Biblia, existe una denominada la de las semillas que establece con forma de parábola que el sembrador siembra pero la semilla puede caer, también, por distintas circunstancias, en un lugar no conveniente. El peor de esos lugares sería entre espinas y malezas. La semilla perdería su vigor al esforzarse por prosperar. El sembrador, mientras eso le está sucediendo a su semilla, justifica, entonces, la razón de su revés exponiendo una a una sus contrariedades; las situaciones adversas por la que tuvo forzosamente que pasar antes de emprender el trabajo de esa siembra, las cuales concurrieron al definitivo fracaso de su cosecha. El lo sabe porque tiene aún buena memoria, reflexiona sobre el asunto y al no poder remediar lo sucedido con su persona la situación planteada le trae como consecuencia no sólo aceptarse como perdedor sino algo peor, reconocerse como resentido. Resentimiento que lo llevará más lejos aún: a reaccionar tal vez violentamente sin reparar en los daños que su actitud pueda causar a sus posibles víctimas. 

Los terroristas inmersos en esta guerra sin leyes específicas ni asidero jurídico hablan hoy al mundo civilizado con lenguaje de parábola negativa. Y, porque el resentimiento se ha tornado colosal para esta clase de sembradores frustrados atento a que el camino hacia el punto inicial de distorsión se ha hecho intransitable, imposible de desandar, es que uno solo de esos sembradores víctimas de esas aciagas circunstancias; hombre pequeño, tal vez, casi insignificante si se quiere pero que actúe tan lleno de dolor como para explicar su caso, su actividad de logro nulo o escaso,  por medio de una parábola negativa habrá de transformar, en sólo un instante, su desgraciada siembra en una abundante cosecha de terror, a partir de la cual la desolación generalizada, al paralizar la actividad humana natural, haciéndose dueña de la situación, detendrá por desactivación la producción de la esperanza. Una bomba colocada y activada por la mano traicionera para explotar al amparo de la sombra populosa donde surtirá sus funerales efectos es mucho más contundente que los tímidos testimonios del grupo de los ocho grandes, dados a conocer sólo unas horas después de los atentados de Londres. Desgraciadamente, por medio de tibias tentativas de corrección de la línea distorsionada de los caminos transitados por los bien intencionados economistas de la libre empresa éstos jugándose a lo guapo la tierra toda en un partido al ta te ti manifestaron su intención de colaborar con los países pobres de solemnidad duplicando la limosna que venían otorgándoles, desde la opulencia conseguida por la dominación de las fuentes generadoras de vida, riqueza y poder.  Eso, cuando lo que hace falta es agilizar la globalización distribuidora de un grado tal de dignidad humana, como para que el otorgamiento de las máximas posibilidades de obtener trabajo de por resultado lo que el hombre común espera, sin apelar a utopías: actividad pacífica y continua como para asegurarle un grado interesante de progreso a lo largo de la trayectoria de su línea de sobrevivencia. Ayudar a Africa negra, en primer lugar, a América Latina mestiza y a los países de oriente medio necesitados también de cultura, trabajo e instrucción -siguiendo las normas que el derecho natural impone- enseñándoles a vivir tal como la vida obliga a ser vivida, se ha convertido, según la conocida expresión Kantiana, en un imperativo categórico.  En consecuencia, adquiere ya carácter de deber ineludible, para los Ocho Grandes, implantar en esos lugares todo lo que hiciera falta, sin víctimas humanas (demasiadas hubieron). A cualquier precio, sin escatimar gastos. En valor económico, se entiende. Es que pareciera que las adversas circunstancias por la que tuvo que pasar el terrorista actual, ese supuesto sembrador frustrado, tuvieron demasiado que ver,  con la  actitud de acecho iniciada y puesta en marcha en todo el mundo, por algunos, los más rápidos y los de mayor capacidad de lucha, sin posibilidad actual de retroceso, sólo para conseguir activar a su favor el mecanismo de extracción de beneficios, los  que lograron, de manera indudable debido al dominio demostrado en la utilización de herramientas tecnológicas. Neutralizando con ello, unilateralmente, el valor asignado al trabajo del hombre, frente al valor del capital. Por todo lo expuesto es que la dignidad humana deberá ser impuesta por los Ocho Grandes como base sustentadora del pensamiento libre de sometimiento, ya que no existe “dignidad”, y esto se ha transformado ya en “ignominia”, para los que viven presionados por el hambre y la inseguridad respecto del futuro inmediato.

En definitiva, se trata de trabajar en función de la puesta en marcha de un propósito: El de permitir, a todo ser humano, el ejercicio del grado de libertad necesaria como para que éste, utilizando el recurso de la valoración, consiga, en primer lugar elegir para luego concretar, a partir de esa elección, la creación de las condiciones que le estuvieran haciendo falta, en el trayecto del camino de acceso hacia su realización como persona. “El hombre se crea a sí mismo y en esa creación continuada se proyecta”, dice Jean Paul Sartre.  Sí, es verdad pero hoy nos encontramos ya demasiado obligados a agregar lo siguiente: ... Eso así sólo cuando puede. O dicho de otra forma: Siempre que otros hombres con intereses contrapuestos no se lo impidan. 

Comenzaremos este trabajo buscando, entonces, la manera de conectar ideas para facilitar su entendimiento por medio de la asociación. No olvidemos, entonces, el nombre del tema ni la consigna de rescate. Pensemos a continuación qué significa para las mujeres la frase “Vivir en paz” y por sobre todo qué significa para ellas esta otra frase: “Encontrar, desde el punto de vista psicológico, el momento oportuno”. Es que ellas saben bien que para cada cosa existe un tiempo, llamémoslo de preparación, puesta en marcha, concreción y hasta de maceración. Saben también que en las vísperas el acontecimiento, como tal, aún no existe. 

Bueno, ahora... ¡Manos a la obra! 

“Y llegará el día en que un león que guste alimentarse de hierbas, coma tranquilo junto a 

un buey, mientras un niño solitario, jugando sin temor cerca de ellos, con una serpiente, introduzca, sin padecer riesgo alguno, dentro de la boca venenosa de su juguete, su mano. A esto se le llamará vivir en paz.” Así dicen los que afirman saber mucho sobre la paz. ¿Y cuándo habrá de acontecer esto, nos preguntamos todos? Cuando nadie desconfíe del otro, ya que el conocimiento de ese otro por observación detenida y consciente, habrá de otorgarnos el bien completo. Dicho bien completo sobrevendrá cuando todos, equilibradamente nos esforcemos por comprendernos. El temor hace crecer en nosotros la desconfianza, la que genera deseos de exterminio. El obstáculo detectado, generador de preocupación, debido a nuestra ignorancia, deberá ser neutralizado, inmovilizado, destruido... así decimos. La desconfianza generada nos informa que el que actúa antes o con el grado de astucia que la sensación de miedo le proporcione, le hará ganar la precaria victoria, cuanto más rápida y silenciosa sea la reacción reductora. Dios nos conoce, así también dicen los que entienden de Dios. Tal vez por eso nos comprenda. Conozcamos a Dios, entonces -así decimos nosotros- para comprenderlo no sólo en su poder omnipotente de disposición, sino además en su carencia de necesidades, aunque de eso hablaremos luego, cuando nos refiramos a la “necesidad” de la maternidad de una virgen, la de la Virgen María, en el nacimiento de Jesús-  Y, como el apuro no es asunto de Dios sino del hombre (varones y mujeres), mientras la desconfianza generada persista, no tendremos, más remedio que actuar según  las consignas aportadas por el pensamiento de Kant quien, en su libro “La paz perpetua” nos asegura que “la paz es algo que debe ser implantado” ¿Impuesto? Preguntaron los varones en seguida. Sobre ésto sólo diremos que las mujeres no llegaron a preguntar nada, solo toleraron aplaudiendo esa paz impuesta quedando a la espera del momento oportuno para dar a conocer su criterio. Claro que Kant luego aclara que dicho “implante” debería hacerse sólo bajo ciertas condiciones de “equilibrio” existente... entre las naciones, agrega. Eso, atento a la normativa de no injerencia existente entre los estados soberanos. Las mujeres, eso lo sabemos bien, no contaban, en el sentido amplio que la palabra contar nos indica. De allí, el contenido esencial de este artículo, relacionado con la necesidad, generada en la conveniencia (de convenio) de que las mujeres recuerden, cuenten, refieran, testimonien... rescaten, rediman, echando sus redes.

Veamos, pués. Para llegar a entender conociendo el rol primigenio de la mujer silenciosa tantas veces olvidada; la que pretendemos exaltar para traerla a nuestra era, uniremos ideas cuya asociación nos permita, aunque más no sea, acercarnos a esa fórmula de comprensión. 

Primera incógnita: ¿El ser humano (varón-mujer) es materia o es todos los sentidos corporizados, (endurecidos, digamos), como para captar la expresión de lo que consideramos cosa material, incluido el mismo?  Sí y sí... El hombre no sólo es materia es materia y algo más. Es: Todos los sentidos corporizados vitalmente dispuestos en él, mente mediante, para captar lo que a través de él, es decir de toda su humanidad, Dios le ofrece.  

Segunda incógnita: ¿Las cosas, son porque están o están porque las sentimos o porque recordamos que alguna vez las sentimos o porque imaginamos ese sentimiento a partir de la referencia que uno mismo o alguien (otro) hace respecto de la concreta experiencia vivida por él, de ese sentimiento?  ¿Y los hechos ocurridos con las cosas y los seres? ¿Son porque están, cumpliendo con las mismas reglas, aunque ocupando diferentes espacios, espacio exterior para las cosas, espacio interior para los hechos?

Las cosas materiales, sin duda, están porque las sentimos como cosas materiales por medio de los sentidos que nos informan que allí están con toda su materialidad o de manera completamente diferente a como ocurre con las cosas inmateriales  y con los hechos, los cuales retornan una y otra vez por medio del recuerdo o de la imaginación, cuando de hechos ficcionales se trata, accionada entonces, también a partir de la distorsión de un recuerdo o de su referencia;  imaginación ésta que se corresponde con una de las formas de creación Y las sentimos así, compactamente, porque nuestra mente nos devuelve, intelectualizados, todos los fenómenos incorporados a ella, por medio de la impresión o del recuerdo de tal impresión o de la imaginación producida a partir de la impresión o del recuerdo o de alguna referencia del recuerdo, de la impresión misma o de ambas. La mente del hombre, dentro de la cual se integra el alma y el espíritu del ser humano, también siente “-percibe”- los órganos con los cuales los sentidos, valiéndose de esos órganos, integrándose a ellos, generan esa realidad dudosa dentro de la cual vivimos inmersos, compartiéndolo todo. Prestemos atención entonces. Entendamos para conocer, comprender y aprender. Utilicemos el libre albedrío para descartar los dogmas de infundada indestructibilidad, cuyos misterios, considerados, por todos insondables, al negársele toda posibilidad de clarificación por auto imposición manifiesta o religiosa, constituyen, por ese simple hecho, el motivo de represión limitante más acabado y perfecto a tener en cuenta respecto de la extensa gama de fenómenos generados en pos de la dominación del hombre por el hombre, a partir de la actividad humana. Comenzando por el primero de todos: la generación de mitos y su mantenimiento persistente en razón de la inexistencia de oposición al respecto. ¡No indagar ni analizar ni investigar, siquiera! Toda conjetura será descartada. Así da a entender el inconsciente colectivo. La incógnita debe mantenerse a ultranza y con ella la inquietud. Lo sagrado no otorga permiso de inspección. Estas consignas parecieran fluir del enredado sostén de variados dogmas. El poder unido a los misterios y el tiempo... afianzando derechos inconsistentes, sólo con su incontenible transcurrir. Esa es la realidad que viniendo de antaño aún domina al sexo femenino. La inflexible normativa siempre habrá de conseguir así su objetivo, negándole a “la naturaleza de las cosas” que es eso que entraña su persistencia o su desaparición, la posibilidad de encontrar su correcta ubicación, cerrándole el paso a la acomodadora dialéctica. Sin embargo, hoy más que nunca, aceptando el pensamiento del filósofo francés Joseph Joubert nos acercamos a él para repetir su sabia frase, la que por haber sido aceptada unánimemente, pertenece ya al dominio público: “Es mejor debatir una cuestión sin resolverla que resolver una cuestión sin debatirla” y con ella, por asociación de ideas nos acercaremos al pensamiento de nuestro querido Ezequiel Koremblit el que establece la sutil medida del grosor del hilo con el que pretende hilvanar relacionando el concepto de prudencia con el de temeridad: Y bien. Las mujeres del siglo XXI debatiremos. Debatiremos con la altura que las circunstancias nos exijan. Debatiremos de manera celestial, si hiciera falta. Ubicados en la altura inconmensurable de lo divino, debatiremos juntos, todos. Lo haremos, aceptando como yo lo he hecho a Carlos Fuentes cuando afirma (lo ha hecho en una entrevista pública) que “La imaginación no refleja la realidad sino que la construye”. Agregándole yo algo más, si me permiten: “A partir de la decantación de todo lo que la realidad ha dejado abandonado como remanente, dentro de nosotros. Es decir, dentro del hueco constituyente de la medida de la capacidad del alma. Y eso así porque, explica, Fuentes, detallando ya un poco más: “La imaginación no sólo refleja (aquí acepta, entonces, el reflejo) sino que crea realidad” Es que, como afirma Javier Marías en su novela Tu rostro mañana, “los relatos y las interpretaciones pesan más que los hechos”. Referencia efectuada en la sección bibliografía del Diario La Nación el 12 de junio de 2006. A esta altura deseo ya informarles algo acerca de mi trabajo cotidiano, el que tiene que ver con la indubitabilidad o dicho de otra forma, con la fe pública. Soy escribana y como tal me preocupa muchísimo todo lo relacionado con el testimonio fiel y con su contra cara el que, por mentiroso, falta a la verdad. Trabajo con la fe que nada tiene que ver con la credulidad. Y también trabajo con el convencimiento que poco o nada tiene que ver con la verdad. Algún día alguien pondrá todo esto en orden, lo presiento. Mientras tanto podríamos poner en la mira un simple texto corto, para efectuar con el, a partir de su lectura, el somero análisis de significado, necesario para el logro de su comprensión. Comprensión abarcadora de todo aquello cuya existencia depende de la magnitud de la fe depositada en ella.  Fíjense, presten atención: “Porque tengo fe, creo” o “Porque creo tengo fe. Creo de crear o de creer, da lo mismo. La frase dice muchas cosas, pero también dice todo lo contrario de esas muchas cosas. Así es nuestro idioma. Nuestro extenso y completo idioma. El que yo amo. Con esta frase de referencia, pueden, ahora, darse cuenta, imaginándose, entonces, conjeturando de qué manera y en que grado el espíritu del que habla español, es intrincado. Aquí, sin duda, debe ubicarse una pregunta que cae ya por su estado de madurez y es la siguiente: Si eso les pasa a los que hablan el inmenso castellano ¿cómo habrán de sentirse los que dominan tan solo idiomas sintéticos, de mínimas palabras, lenguas aborígenes, por ejemplo? Imagino, creo (de creer y de crear la realidad de la que me encuentro necesitada) que esa gente inmersa, como debe de encontrarse, dentro de la niebla de tamaña confusión, al haber adquirido debido a esa circunstancia un cierto estado demencial, el que con el correr del tiempo habrá de incrementarse sin dudas, no conseguirá lograr jamás impedir su arribo al estado demencial completo. Y eso, sin que el resto de los mortales se de por enterado.  

Esto, lo de la locura adquirida sin solución de continuidad, tal vez le esté ocurriendo a esa gente como consecuencia de tanto acumular, de manera inconsciente, la energía necesaria para el logro de una perfecta intercomunicación. Energía que, por carecer de la herramienta específica (un lenguaje suficientemente poderoso) como para conseguir salir al exterior, permaneciendo entonces dentro del alma de quién de ella no puede desprenderse, solo tenderá a vibrar en su escondite, generando así una cadena interminable de frustraciones. ¿Explotará, algún día, ese ser humano así descripto? ¿No estará explotando de a poco, haciéndolo como a borbotones, en la región de medio oriente y en América Latina, también? ¿Y... respecto de esta última, América Latina ¿No pareciera haber llegado ya la hora o dicho de otro modo, el momento oportuno de dar paso a la abolición de las barreras psicológicas existentes, de sugestivas raíces limitantes todas, las cuales por siglos otorgaron fuerza a la idea de “necesidad por conveniencia” de un muy “bajo perfil femenino”, en todos lados? La desactivación de estas barreras daría lugar, sin duda, a la manifestación espontánea y en libertad de sucesos reales aportados por las mismas mujeres o por sus referentes, investigadores o historiadores, muchos de los cuales podrían relatar con sus dichos también hechos virtuales/conjeturales, con o sin reconstrucción, parcial o total, de las circunstancias dentro de las cuales muchas de esas calladas mujeres se vieron obligadas a actuar. Es que el silencio de las mismas el que ha dado lugar al olvido de la mayoría, ya ha comenzado a preocupar a muchas de nosotras, pues no podemos considerarlo verídico a esta altura de los acontecimientos. Hoy nos encontramos ya interiorizadas de la existencia de eso que últimamente se ha dado en llamar “la promoción de los valores”. Y algo más:  También contamos con el conocimiento de la necesidad de resguardar con idoneidad la palabra y el gesto de aquellas mujeres silenciosas y vibrantes cuyas voces y actitudes positivas y criteriosas, por el simple y único motivo de haber sido expresadas intramuros del hogar no lograron jamás obtener la merecida trascendencia. 


 Luego de haberme explayado tanto, sin permiso y sin haber podido establecer, todavía, demasiado claramente, el final de la trayectoria elíptica sobre la cual se halla circulando el tema por mi elegido. Entonces... y ahora prosigo, sólo como para que les sirva de parábola explicativa voy a concretar una acción necesaria para interpretar y comprender la abstracta sugestión, de la cual deriva como efecto la creación de lo que hace falta, para creer en algo, por necesidad o conveniencia.  Sugestión de la cual las mujeres hemos sido víctimas, y con la cual, seguramente, a partir de ahora, obtendremos la redención. Como ejemplo de esto que estoy afirmando, a todos los aquí presentes; a todos los que de una manera u otra se sientan atraídos e involucrados respecto de la resultante de este trabajo, el cual no pasa de ser una consigna positiva, les envío de regalo una ángela. Una ángela de verdad. Un ser angelical de sexo femenino. Para que los cuide. Cuando quieran regalarla, háganlo. Ella seguirá viviendo y haciendo el bien, donde quiera que se encuentre. ¡Ah!... olvidaba decirles algo más. Ella no es sólo buena, ella es muy buena porque detenta el don de perdonar los pecados cometidos cuando alguien, después de arrepentirse, le pide eso.  ¡Hasta ese poder tiene! 


En este estado hemos llegado al temario por excelencia, punto esencial del mismo: Rol de la mujer hispanoamericana en los procesos culturales futuros, con la consigna de rescate. 

Creeremos en todo cuanto nos sea posible crear. Y crearemos para quedar completamente convencidas de cuanto nos sea necesario para creer con ganas que es como decir con toda el alma. No olvidemos que el crear es un don –creación pura de Dios- a nosotros entregado, cuando es entregado. Y cuando a nosotros es entregado, con dicha función intelectual captadora, conseguiremos: exaltación o sosiego, tranquilidad, enardecimiento, apasionamiento por el producto de nuestra creación todo los cual nos hará desembocar en la alegría. Alegría que se depositará en nuestro prójimo. Habremos aprendido a amar desinteresadamente. La creación literaria nos permitirá la propagación no presencial de esas ideas, lo que equivale a decir que se darán a conocer en forma geométrica - tridimensional. La cultura salvará sin duda a la mujer, no sólo a la latinoamericana. Pero para eso deberá anteponer su propio criterio, divulgándolo, haciéndolo público, cosa que no pudo hacer normalmente, hasta mediados del siglo pasado. Koremblit, como ya se ha dicho, pretendía hilvanar relacionando el concepto de prudencia con el de temeridad instando a pensar mucho sobre la única cosa a concretar o, lo que sería lo mismo, no tratar de concretar cosas pensando muy poco en ellas. La novela, nos está sirviendo para rescatar del olvido a todas las mujeres que pasaron por la vida sin dejar rastros contundentes. Con conocimientos otorgados por medio de la atención unida a una lectura sistemática, organizada con inteligencia, las escritoras hispanohablantes nos encontramos ya convencidas de que el camino que emprendimos es el correcto. La novela histórica – ficcional, con todo lo que contiene de fabuloso nos ofrece la posibilidad de exacerbar, engrandecer, sublimar. dotar a la heroína de atributos portentosos para que su delicadeza o su rudeza al realzarse nos sirva de referencia. ¿Para qué? Preguntarán algunos escépticos. Para que existiendo, ejemplifique otorgándonos fortaleza. Los varoniles adalides creativos primigenios y sus sucesores ya lo han hecho. Los héroes verídicos o ficticios ya fueron impuestos y aceptados por todos en la faz política. Ya consiguieron, también, respeto en su faz religiosa, desde Dios, nuestro padre, por decir algo; Jesús, su hijo y amadísimo redentor de la humanidad y el Espíritu Santo, tercer integrante de la Santísima Trinidad católica, como consecuencia de una antigua resolución religiosa recaída a ese efecto el cual, formando parte del Dios Uno y Trino, con su accionar perfecto, desde todo punto de vista, inició el uso práctico de la teoría dramática del distanciamiento. Los doce Apóstoles y los Evangelistas también, pasando antes por Moisés, Abraham e Isaac. 

Ahora ya podemos, por fin, afirmar la existencia de una literatura rescatante (aunque sin demasiada prensa divulgadora, todavía) como la de Marta de París con sus libros sobre los valores éticos y estéticos descubiertos por su autora en la labor desarrolada por Juana Arancibia en toda América y sobre los padecimientos soportados por las “Amantes Cautivas y Guerreras” relacionadas con nuestra historia argentina, latinoamericana e indígena;  Mabel Pagano con su “Martina montonera del zonda”; “Lorenza Reynafé”, “Malaventura” y una buena cantidad de volúmenes más; la argentina - paraguaya Maybell Lebrón, con su novela histórica “Pancha” referida a Pancha Garmendia, la hermosa mujer que murió lanceada por los hombres de las tropas de Francisco Solano López, y por su orden,  sólo por mantener ésta su negativa ante los insistentes requerimientos de amor de su enamorado, el mal recordado dictador paraguayo; Alicia Jurado la que recreara a “Doña Mencia, la adelantada”, la llamada Mencia Calderón de Sanabria quien arribara  a Asunción alrededor de 1550; también Fryda Schltz de Mantovani la que con su ensayo “La mujer en la vida nacional” mucho aportara y... tantas otras iniciadoras y continuadoras fervientes.  Es por esta razón que, prosiguiendo con el desarrollo de este imperativo categórico, deberemos esforzarnos por encontrar el lugar que por dignidad y prestigio les corresponde a algunas, de entre todas. En primer lugar a María, la madre de Dios, la que por haber llevado justamente un Dios, generado “necesaria” o “convenientemente” en ella y resguardado en sus entrañas hasta el momento de su nacimiento, algo de Él es posible suponer que le haya quedado adentro.  Aunque, ateniéndonos sólo a lo poco que ha aclarado la historia respecto de este singular hecho, parece que no fue tanto. Limitada y casi muda, (aunque asunta) la posteridad la cobijó negada a la deidad, por el poder del misterio existente en su entorno ya que, de manera definitiva fue excluida de la Santísima Trinidad a la que bien podría haber quedado integrada, aunque más no fuera como subyacente. Digo. Pensémoslo. Todo hace suponer que a ella, la madre del Redentor, fue adjudicada, tal como antes del Concilio Vaticano II de Juan III (1962), lo fue respecto del judaísmo anterior a la llegada de Jesús, la teoría del distanciamiento llamada, por los estudiosos del judaísmo: “Placentaria”. Teoría religiosa atribuida a los integrantes de la Iglesia católica que establecía la conveniencia de considerar a las instancias previas (léase: todo lo referido en el Antiguo Testamento) como meros hechos históricos circunstanciales, despojados, todos, de los sagrados valores superlativos asignados al fenomenal suceso principal, acaecido luego: la llegada del Cristianismo, aunque inevitables para su advenimiento.


Pensemos en eso y en la dignidad de la mujer (de toda la que pretenda proponerse, interponiendo “su dignidad” al sistema imperante), cuyo valor, discriminado, todavía no ha conseguido superar el grado de requerimiento expresado por la cúpula del poder imperante en la Iglesia Católica Apostólica Romana, como para conseguir ésta, mediante la atadura al Orden Sagrado, consagrar y perdonar los pecados de los hombres. ¡Grandioso! 

Todo eso hasta hoy. Sólo hasta hoy. A partir de hoy no permitamos que los varones blancos, en su mayoría, piensen y decidan por nosotras, imponiéndonos ser juiciosas y por sobre todo silenciosas. No permitamos que esos mismos varones blancos, en su mayoría, piensen y decidan tampoco por los negros, por los indígenas, por las minorías especiales, diferentes o discapacitadas, alegando incapacidad. Que lo hagan, si gustan hacerlo, pero compartiendo tal tarea con las mujeres, con los negros, con los indígenas, con las minorías especiales, diferentes y discapacitadas, pero solamente respecto de aquellos manifiestamente incapaces de ejercitar sus derechos y valerse por si mismos.  Es hoy un deber de la mujer actual, otorgar su criterio para manifestarlo haciéndolo conocer. Y... pasando a otro orden de cosas aunque de similares características, pregunto: ¿Emma Bovary era tonta? Contestemos, dejando de lado, por supuesto, la admiración que podamos sentir respecto de su creador, el que le insuflara tanta vitalidad. ¿No habrá llegado, también, la hora de defender a esa pobre mujer inventada, responsabilizando a su minúsculo marido de todo su padecimiento? ¿Explicando con la palabra “execrable” no sólo el caso concreto descripto en la novela sino, además, el prolongado padecimiento psicológico del cual fue ficcionalmente objeto?  ¿Y Juana de Arco? ¿Qué temerario delirio la instó a actuar de la manera en que lo hizo? ¿Se constituyó en otro Jesús pero sin el justificativo de la redención humana? Su martirio, al fin ¿no terminó siendo un disparate histórico? La novela o la ensayística futura, respecto del tema aquí desarrollado: “El rol de la mujer hispanoamericana culta”, se avizora muy prometedor a partir de la lectura de los formidables y vigorosos textos concretados últimamente por mujeres escritoras contemporáneas, muchas de las cuales ya fueron mencionadas en este trabajo. Historias que recrean las antiguas formas de vida de lullidas figuras fantasmales, opacas, espectrales y desprovistas, hasta la actualidad, de atractivos vitales. Este nuevo estilo de revisionismo creador, generador de nuevos enfoques exaltadores otorgará vuelo y dimensión heroica a todo lo que tuvo que ver con el desenvolvimiento de la vida de ciertas mujeres cuya trayectoria pareció transcurrir, porque así quedó para la posteridad, sin pena ni gloria. 

De ahora en más, nuestra consigna es olvidar que el filósofo – sociólogo británico Herbert Spencer, de final de siglo XIX, justificaba la negativa de su gobierno a otorgar el derecho al voto de la mujer, alegando que no era aconsejable involucrarlas en la política por cuanto ésta se encontraba demasiado “sometida” a las normativas religiosas. Yo, por mi parte, Amanda Patarca, ya cumplí con la Virgen María y con Lola Mora.                                                  

                                                                   FIN      

                                                                                                                                                                

Referencia Bibliográfica de la segunda parte.


1   Marta de París, “Amantes cautivas y guerreras”, Editorial Almagesto. Vol. II. 1996.

2   Mabel Pagano, “Martina, montonera del zonda”.  Javier Vergara Editor. Grupo Z, 2000.  

3   Maybell Lebron, “Pancha”, Arandurá Editorial, Asunción, Paraguay, oct. 2003,

4   Fryda Schultz de Mantovani, “La mujer en la vida nacional”, Ediciones Galatea Nueva   

     Visión. 1960.

5 Alicia Jurado, “Doña Mencia la adelantada”, referido por Marta de París en pag.17,   

6 Libro referido en 1.  

7 Kant, “La paz perpetua”, Edición Longseller, Julio 2001, pág. 29.

8 Herbert Spencer, “La Justicia” F. Sempere y Compañía Editores. Valencia.España.

La edición, muy antigua, sin fecha.

Artículos varios.

ENSAYO SOBRE PLATÓN 

Si bien Hegel ha pasado a la memoria de occidente entre los pensadores del pasado siglo XVIII, como consecuencia de las conclusiones a las que lo llevaron el estudio de variados temas, entre los que se destaca su "Filosofía de la Historia", es su criterio respecto de lo que él entiende por dialéctica lo que ha quedado más profundamente arraigado en la generación presente, como para ser considerado, dicho concepto así entendido, aporte fundamental y trascendental del movimiento intelectual del occidente. Lo aseverado fue corroborado con los posteriores usos que de su teoría efectuaron no sólo historiadores -ya que de esa disciplina trata el mencionado término- sino también políticos, filósofos y científicos, de todo tipo y materia. 

Lo cierto es que Sócrates -en el siglo V a C- creó el método por el cual descubrió lo que llamarían todos, a partir de él, los conceptos, referidos, la gran mayoría, al plano moral. Platón, su discípulo y además transmisor de las enseñanzas de aquel, su maestro, al esforzarse por explicar filosóficamente el cosmos y su protagonista principal, el ser humano, llama ideas a los paradigmas constantes, relacionados con el ser, el cual, según su entender cambia y evoluciona como consecuencia de su inconstancia. Y llama dialéctica a la ciencia encargada de estudiar dichas ideas -paradigmas constantes o modelos- hacia los cuales los hombres tienden. De manera entonces que, si bien es cierto que el concepto dialéctica no es nuevo, -porque los testimonios así lo aseveran- sí es nuevo el descubrimiento que la pluralidad respecto de su uso ha dado como consecuencia, en disciplinas tan dispares como la economía, la política, la sociología -humanísticas todas por encontrarse inter-enlazadas con las formas del comportamiento del ser humano como objeto y sujeto social-


EXPLICACION SUI-GENESIS  (Texto dramático: Monólogo) 


(APARECE EN ESCENA, BALANCEANDOSE, UNA PERSONA SENTADA SOBRE UNA HAMACA PENDIENTE DEL TECHO. EL MOVIMIENTO PENDULAR QUE CON LA FUERZA DE SU EMPUJE ESTA PERSONA PRODUCE CON SU HAMACA, POCO A POCO, SE VA INTENSIFICANDO. MIENTRAS TANTO, EN PLENO MOVIMIENTO, ESTE PERSONAJE, LLAMADO DIALECTICA, DIRIGE AL PUBLICO SU MENSAJE EN FORMA DE MONOLOGO.) 


-Sé que ustedes dirán que así no vale; que atada y oscilante además, no tiene gracia. Que así, este hecho carece del grado indispensable de emoción. De la emoción que otorga el miedo, que da paso al temblor, generado no tanto por la posibilidad de una catástrofe presentida tal vez, sino más exactamente por la de un encuentro no deseado. Como el encuentro de dos mundos diametralmente opuestos, por decir algo. (SILENCIO) Es que lo desconocido no siempre cae bien. Como caería yo, por ejemplo, que me hallo en este instante pendiente de un hilo pero muy bien asegurado en las alturas. Al menos así parece. Ese algo en lo alto es el que me facilita la tensión de la cuerda para que yo, manteniendo la confianza en ella pueda llegar de un extremo al otro sin cansarme, sólo con la fuerza del impulso de mi propia historia, pues de eso se trata. Tanto es así que hasta podría detenerme por un rato en cualquiera de los dos puntos extremos, si lo quisiera, quedándome en cualquiera de las dos orillas, no así en la mitad. Y no en la mitad porque eso equivaldría a decir: detenido en el presente puro, cosa que no puede ser porque... no puede ser y punto. 

(SE APAGAN LAS LUCES) (AL ENCENDERSE NUEVAMENTE, EL PERSONAJE QUE HABLA UBICADO EN MEDIO DEL ESCENARIO, BAMBOLEANDOSE AUN SENTADO SOBRE SU HAMACA, APROVECHA PARA ACOMODARSE Y HACER ALGUNAS PIRUETAS, DIRIGIDAS A LOS ESPECTADORES, ANTES DE PROSEGUIR CON SU TEXTO). (PAUSA).

-Les cuento:  Mi trabajo consiste en espiar, actuar y huir rápidamente, perdiendo altura cuando el impulso se acaba y volver a remontar vuelo, aprovechando el envión que el peso de mi cuerpo genera. Sin olvidarme, para que sobrevenga el cambio, de dejar constancia. Pero no crean que el cambio habrá de producirse rotundo y total y desde el punto culminante, el más alto de mi trayectoria, no. El cambio debe sobrevenir, como siempre sobrevino, imperceptiblemente y eso es posible sólo desde la mitad. O sea desde el presente puro. Lo que equivale a decir: sin permitir que nada se detenga nunca. Dejando que el devenir de los hechos, siendo contínuo, no deje jamás de cumplir con su cometido el de facilitar el cambio -de lugar, de actitud o de substancia.

Dije hace un momento: -sin olvidar de dejar constancia, ¨recuerdan? Constancia... Cómo no dejar constancia de lo que sucede conmigo que vivo en función de los otros si, justamente, constancia es lo que me sobra para conseguir funcionar sin detenerme, jamás. Y yo les entrego mi constancia como una forma de especial obsequio, continuamente. Además, porque si me negara a entregárselas, transfiriéndosela a lo que ustedes dieron en llamar un día "historia", se perdería para siempre, dentro de las coordenadas espacio y tiempo, cuando en razón de su excesivo peso se separara de mi.

Me llaman la Dialéctica los que entienden de nombres, que no son muchos, créanme.

Soy la memoria consciente que la experiencia del eterno balanceo, al que vivo sometida, hace nacer. Dicen los que saben de movimientos, que la brisa que genero sirve para mejorar... las estirpes y las formas, todas.

Ojalá lo sea porque... a decir verdad todavía no lo he notado; los hombres viven quejándose continuamente. Sufren. Y aún no he sabido de nadie que haya querido utilizar mis servicios para hacer algún bien y lo haya logrado con la primera intensión. En realidad, no sabría cómo comportarme si alguien, intentando utilizarme me lo propusiera. No sabría, porque los cambios que yo concreto se van realizando solos. Tal vez eso se deba a que  desde la altura en donde yo trato de cumplir con mi cometido, se hace imposible establecer el linde entre la zona dominada por el mal y la dominada por el bien. Y esto es así siempre porque cuando se llega al colmo, al no haber nadie que quiera proseguir el curso para traspasarlo, el presente puro sirve como punto de partida excepcional en relación con cualquier otra propuesta. En eso consiste el cambio. Cambio de rumbo o de actitud. Lo cierto es que... me siento aquí tan libre, tan distante, tan protegida desde arriba que, cuando a empujones apuran mi vuelo o enganchan la cuerda para detenerlo, sólo se me ocurre intentar matarlos con la indiferencia, a todos: a los pro, a los contra, a los que me traban y a los que me impulsan dándome boleo. Para que salga lo que tenga que salir y resulte lo que deba resultar. Total, me digo siempre, el sino, o la providencia llamada gracia o el azar de los hombres, mueven, no sólo a éstos -los hombres- sino también a las cosas y hechos, actos y sucesos -llamados estos últimos fenómenos- concretando, juntos o indistintamente, el cambio que, por constituirme en instrumento imprescindible, normativamente impongo por necesidad.

Desde aquí puedo ver todo y sentirlo todo, además. Lo que está conmigo y lo que pronto llegará. Aquello que aún tengo y que indudablemente perderé, sin recibir, por suerte, ningún reproche. Desde aquí puedo concretar muchas acciones, porque me lo permite la experiencia (que -con o sin constancia- es historia cuando al aliarse con la memoria, que alguna parte de la mente se resguarda, se transforma en herramienta por demás útil al conseguir ubicarse, privilegiadamente, dentro del alma). Puedo mirar, escuchar, tocar, oler, gustar todo lo que se me ocurra: seres, hechos y cosas que no sólo muchas veces me avergüenzan,  sino que además y muy a menudo, me hacen sentir escalofríos -que son lo contrario de escalotibios- y el fétido gusto rancio del horror de pertenecer a este mundo ambiguo, feliz y dolorido al mismo tiempo. ­Oh! inconmensurable dignidad del hombre endilgada inconscientemente por él a esa extraña creación suya a la que denominó para su ruina "raza". ­Oh! dignidad libertaria y opresora, coincidente y contemporánea, todo a la vez. ­Oh... dignidad! contenedora e incitadora de la raza. ­Cuantos crímenes oscuros fueron concretados en nombre de esa inseparable trinidad, tan mágica como funeral resultó siempre su defensa. Libertad, dignidad, raza. La libertad de la raza contenedora de toda su dignidad, sinónimo de felicidad general cuando su intercambio se hace posible mediando el "compartir" Objetivo hasta el momento quimérico. Estación a la que el hombre pretende ingresar para justificar su búsqueda constante de bienestar duradero para todos los integrantes de la comunidad. Integrantes quienes, para lograr su cometido, viven no sólo en contínuo movimiento sino además sobrepasando siempre los concretos obstáculos materiales, límites impuestos desde el exterior para conseguir del hombre el cumplimiento afuera: vallas, barreras, muros de contensión. U obstáculos  inmateriales, impuestos para el cumplimiento anímico interno, tan abstractos como las disposiciones normativas tendientes a dominar aplacando directamente la voluntad y dictadas éstas, la mayoría de las veces en sentido contrario a lo que la razón impone, de allí su ineficacia. Vallas, barreras, paredes... disposiciones normativas levantadas, ubicadas, construídas, sancionadas para aplacar ganas, ansias, sueños de contrarias tendencias -democráticas o absolutistas- Buscando resguardar  con ellas -desgraciadamente siempre tarde, sea quién fuere a quién le toque imponerlas- al indefenso ser humano, tanto contra la opresión generada por el sometimiento de unos sobre otros, como contra la represión desatada como respuesta contra el delito de opresión cuando la paciencia -rara virtud humana-  pasa a ser considerada, por los oprimidos, como intolerable y repudiable falta de caracter. Crímenes, aniquilaciones en masa, suavemente diluidos o recubiertos con chocolate y dulce de leche, para conseguir, en el mayor número de seres humanos, una más rápida deglución y consecuente asimilación. Holocaustos, muertes... que sólo las necesarias poderosas alianzas futuras se atreverán a darles un poco más de luz, como para que el conocimiento de sus causas, expuestas a la consideración de quienes quieran considerarlas, hagan posible la erradicación del peso lúgubre, generado por ella dentro de mis entrañas.


PARTE PRIMERA


¿POR QUE EL NOMBRE DE "FILOSOFIA DE LA HISTORIA", DADO POR HEGEL A SU LIBRO?


La mayoría de los historiadores afirman algo imposible de refutar: que su trabajo consiste en interpretar para el futuro -buscando razones- las actitudes y hechos generados, por las personas puestas en su mira para investigar y referir. Todo eso en el marco espacial y temporal dentro del cual éstos -hombres, hechos actos y actitudes- se desenvolvieron o fueron producidos, según valores establecidos por las leyes y costumbres de la época dentro de la cual sucedieron. Sin embargo y pese a la imposibilidad existente de refutar esas afirmaciones, en relación con los nuevos interrogantes que cada generacion se plantea -sobre cada una de las figuras históricas y los hechos generados por éstas- hoy podemos manifestar, sin generar gran polémica, que los historiadores sólo pueden reinterpretarlos según valores actuales, es decir: los tenidos en cuenta para dilucidar las controversias contemporáneas, a los cuales (y sólo a éstos) tuvo que recurrir obligado cuando los datos aportados en su momento no dieron para más. El historiador compilador o compaginador, accede entonces por la única vía libre existente de acceso que conoce: la senda histórica lineal. Eso así, porque la otra vía -la no libre- la relativamente descubierta pero ampliamente explicada por Hegel en su libro citado, es la que corre, según este autor, paralela a la senda histórica lineal, referida en la frase anterior, aunque ensiamesadamente unida a aquella, a su entender. Se trata de la senda filosófica, la referenciadora no ya de los hechos consecutivamente generados por personas que el continuo devenir de los mismos hechos históricos fueron desplazando hasta obligarlas a silenciar, luego de pasado cierto tiempo sino la referenciadora de circunstancias pertenecientes a otra dimensión, absolutamente abstracta por corresponder en primer lugar a las formas de ser y a las formas de sentir la vida propia de ese ser -el que actuó- y ajena, también, por corresponder a las formas de sentir la vida de los otros, respecto de ese ser. Y en segundo lugar por corresponder, además, a esa forma de sentir los hechos que por el accionar de ese ser fueron generándose, en cada época, unidas cada una de esas épocas por el devenir continuo e ininterrumpido de todos los hechos y actos generados, sucesivamente, dentro del invariable constante e infinito tiempo. 



EXPLICACION DEL PORQUE LA NOVELA HISTORICA NO FORMA PARTE DE LA HISTORIA


La utilización de ciertos términos incuestionablemente actuales como podrían ser "promoción" o "divulgación" nos indicaría que estamos en presencia de una ficción dentro de la cual los personajes que juegan el diálogo son históricos ya que no sólo sabemos de ellos que han vivido en una época histórica pasada, sino que sus nombres y principales características -como ser cónyuges de la realeza española, por ejemplo- han sido aportados fehacientemente por las referencias históricas. Sin embargo, la escena que recrea una circunstancia de la época a la que estos personajes pertenecen, como consecuencia del aporte de palabras de uso actual, en este caso, se torna muy poco creíble.



No se pueden estudiar personajes y hechos históricos a partir de situaciones nacidas y desarrolladas en otra época, no contemporánea de esos hombres y hechos o actos puestos en la mira con el fin de dejar constancia histórica. No se puede porque no nos llevaría a la verdad rigurosamente buscada. Puede llevarnos a un puro entretenimiento, a una ficción dramática que de real sólo lleve los nombres de los involucrados. Puede ser muy válido como aporte en relación con la cultura de una determinada época, ya que un protagonista histórico puede entrar en la mente de hombres de otros tiempos, siempre contemporáneos del referente-escritor, tan sólo como protagonista, ya que de histórico sólo habrá de caberle la circunstancia de haber vivido en otra época, anterior a la que le da nacimiento su autor merced al libro escrito. Ser protagonista de la obra de ficción no significa ser también personaje histórico verídico. La páginas de los libros serios, por medio de los cuales su autor pretende referenciar los hechos históricos acaecidos como acerbo de alguien o de algún lugar, nacidas a la consideración del ávido y también serio lector de historia verídica no pueden ser llenadas con ficción ya que no hay lugar en ellos para la mentira. Tampoco habrá lugar para imprecisiones ni para ambigüedades. Ni se puede considerar obra histórica a la simple enumeración de datos consecutivamente dispuestos, sin que una filosofía, de existencia contemporánea al momento acaecido y puesto en tela de estudio, la justifique, explicándola para ser comprendida.- 



PARTE SEGUNDA


Sócrates no escribió, sólo habló. Y por haberlo hecho bien fue referido, repetidamente, en especial por su discípulo, divulgador y promotor: Platón.

Jesús, cuatrocientos años después tampoco escribió nada. Sólo habló a sus allegados y a sus discípulos de los cuales estos últimos se encargaron de referirlo. Jésús no sólo buscó -lográndolo- convencerlos respecto de todo lo que a ellos expresara, sino que además debió tener como objetivo válido conseguir entusiasmarlos, para que pudieran éstos, a su vez, convencer a los que con el correr del tiempo fueran llegando. De esta forma se fue formando un espíritu de grupo gestado en la coincidencia de criterios e intenciones. Nada de petreas escrituras. Nada de palabras precisas. La reelaboración de las palabras unidas a los criterios interpretativos de las mismas debía quedar libre, justamente para que en ambos casos ninguna limitación oficiara de escollo. Aún así con el tiempo sobrevino la disidencia. El protestantismo perdura. No así la disidencia que, en menor grado, se planteara entre los dos filósofos referidos -Sócrates y Platón-. La razón es simple, la filosofía de ambos hombres se contenta con indagar las incógnitas generadas para ser desentrañadas con ayuda de la inteligencia, la teología a la cual se refiere el cristianismo es una disciplina que no se contenta con lo que la razón, producto de la inteligencia puede otorgar. Requiere algo más. Requiere de la fe para lograr su propósito de contentar el alma. La problemática que Sócrates planteara -respecto de la naturaleza de los conceptos y del valor supremo -absoluto- del bien tomado como conocimiento o como virtud es muy  distinta a la problemática planteada con la llegada de Jesús a la tierra. En la primera el hombre se apoya en el hombre, instando a la utilización de la mente como herramienta para el logro de un grado mayor de eficacia en los emprendimientos, en la segunda el hombre se apoya en Dios como camino de salvación del alma inmortal. Indudablemente inmortal para el que tiene fe. Cada época marca el método a seguir para que el convencimiento y la coincidencia necesarios en ambos emprendimiento se lleven a cabo. La historia necesitó siempre de la filosofía por cuanto a la sumatoria de hechos es menester adosarle la sumatoria de las causas primeras y últimas, mediatas e inmediatas. Las intenciones como actitudes humadas generadoras de la voluntad; voluntad como acto previo imprescindible del hecho concretado, deben ser estudiadas desde todos los puntos de vista posibles: individual -psicológico-; inter-individual -sociológico, antropológico-; trascendente -abstracto, geométrico, matemático, metafísico-; intrascendente -científico, físico, material, concreto-

Cualquier historiador sabe, sea éste filólogo o estudioso con basamento científico-filosófico, que su aporte es trascendental por varios motivos, entre los cuales se destacan en especial dos, a saber: a) Porque lo que como consecuencia de su búsqueda quede impuesto, por lo general sobrepasará las barreras del tiempo y b) Porque, marcando nuevos rumbos mentales, dispares entre sí y disparadores o generadores de muchos otros, una vez interpretados por él los hechos acaecidos ya dentro de alguna historia, puede, con esos nuevos rumbos mentales, llegar a sentar el basamento de ideologías que según el criterio utilizado para tal fin pueden llegar a ser  tan antagónicas como para constituirse en generadoras incansables de espíritus dispuestos siempre a librar batallas esclarecedoras de cualquier tipo, tan cruentas y por ese motivo interminablemente negativas, como  bienhechoras debido a la eficacia de sus rápidos y positivos resultados. Por medio de la historia se perfilan los héroes que habrán de servir de variados basamentos -políticos, económicos, deportivos, religiosos, etc-. Se los eleva a la categoría de dioses terrestres, exaltando sus dones -existentes o no- con fórmulas de promoción hoy demasiado conocidas como para detenernos en un exhaustivo recuento. Subliminalmente se llega a la conciencia -una conciencia; una por una- para que ese hombre aislado, una vez integrado a lo que se dio en llamar "masa" actúe y sienta de manera diferente a como lo hacía cuando su sentir y su accionar,  marcado su derrotero sólo por la influencia de lo cercano cotidiano -la familia y la comunidad del pueblo de su pertenencia- eran individuales.

La historia invoca héreos muchos verdaderos, algunos creados. Las religiones invocan santos, líderes o profetas, muchos también verdaderos, otros no tanto. Algunos sólo creados por sucesivas promociones utilitarias.    

Con el tiempo la misma historia, que prosigue a la manera de carrera de posta sin final, se encarga de aniquilar drásticamente a veces o disolver en la nebulosa del olvido a esos héroes, santos, ídolos, líderes o profetas. El desprestigio o la indolencia de la indiferencia los deglute.

Y con ellos mueren países, sistemas, ideologías, tradiciones, culturas,  regionalismos, para dar lugar a otros nuevos. Tan importantes y robustos como los anteriores. Sólo los clásicos quedan en la historia incólumes. Aunque siempre dependiendo de algún historiador rescatador que, debido a la coincidencia persistente entre él y el héreo rescatado, va postergando su muerte la que se producirá cuando nadie más lo invoque. Habrá quedado, entonces, en la historia pero sin historia.


Hegel con su forma de pensar y ver las cosas. Con su profundo poder de ahonde en el estudio de los acontecimientos históricos que sirvieron de base a las instituciones políticas imperantes en los países que ocupaban el centro de Europa, no sólo armó un esquema metódico del saber general de su tiempo sino que con él contribuyó como ningún pensador al armado de las nuevas ideologías que despaciosamente se iban perfilando en occidente con las cuales se iniciaría el período de la ilustración. Desgraciadamente dio lugar, también, tal vez por la influencia que ejercieron malos historiadores, al malentendido suscitado respecto de su forma política de pensar, respetuosa, según ellos, de los valores prusianos -monárquico/absolutistas- establecidos-. No debemos olvidar que Hegel fue ante todo un filósofo, es decir un pensador libre de trabas creadas a partir de preconceptos o prejuicios. Su dialéctica no sólo dio que hablar sino que la influencia de las ideas vertidas en sus explicaciones inspiraron a otros pensadores, como Marx y Engel, a proseguir por el camino trazado por él hasta hacerlo desembocar en postulados económicos dirigidos a los trabajadores llamados proletarios por su menesterosa situación. 

Es menester, para estudiar a Hegel en toda su dimensión, ubicarlo en el contexto histórico que a éste perteneció, contexto que, sin influencias de la actual vida cotidiana, nos marque lo que fue su existencia entre sus contemporáneos. Nos marque, informándonos, de qué manera iniciaba, proseguía y concluía sus explicaciones respecto de problemas que él pretendía dilucidar. De qué manera la influencia del medio -de las circunstancias dentro de las cuales le toco vivir- trazaron la trayectoria de su vida en razón del carácter forjado por esa influencia.

                                                                                                                           Amanda Patarca. 

NIETZCHE Y SU CONCEPCIÓN SOBRE LA VERDAD

Consideraciones relacionadas con el TERRORISMO

Si siguiéramos a Nietzsche en el artículo sobre verdad y mentira, conocido luego de su publicación póstuma, deberíamos  invertir el argumento concerniente a este estudio sobre las diferentes formas de acceder al conocimiento humano. En efecto: En lugar de indagar las causas del “Terrorismo” de la manera como lo hemos hecho, hasta ahora, desconfiando del conocimiento obtenido por los métodos ortodoxos, producidos a partir de la lógica con utilización de la razón, deberíamos hacerlo desde el primer impulso nervioso extrapolado en imagen, a la que N. llama primera metáfora. Imagen metafórica de la impresión concretada que al transformarse en sonido-palabra o palabra-textual, da lugar a lo que N. llama la segunda metáfora. Eso, planteado el problema de esta forma, se establece sólo para que desde cada caso el salto total efectuado desde una esfera o dimensión, hacia la otra, la metafórica explicativa, totalmente distinta, (aunque con núcleos comunes) nos de, como efectivamente percibimos internamente que nos da, el sentido de la ubicación y de lo que allí se establece. Ahora bien, si toda palabra se ha de transformar en concepto abarcador amplio, porque, de otra manera, como experiencia personal o singular, a la que debe su origen, no podría servir  de eje esencial para el logro de la comunicación, entonces ya estamos en condiciones de afirmar, por propia experiencia, que esa palabra, aislada todavía, habrá de servir para ese logro, solamente, cuando el hombre consigue encajarla al mismo tiempo (de manera instantánea) en calidad de concepto, instintivamente aceptado por conveniente, dentro de las incontables o innumerables experiencias; concernientes a casos puramente diferentes.

Veamos como funciona esto: Se habla de “la hoja” que no es igual a otra, pero que el concepto “hoja”, al abandonar las diferencias individuales, suscita, entonces, la representación, involucrando a todas y cada una de las hojas al surgir la representación del arquetipo,  tal como si el arquetipo (proyección espectral mental y humana) se encontrara inmerso en la naturaleza. Otro caso (involucrando un algo de diferente naturaleza. No ya de naturaleza real o concreta como lo es una hoja verídica sino inmaterial) ) Al tratar cualquier virtud o defecto del hombre, la honestidad, por ejemplo, N. nos lleva por otro camino de búsqueda para llegar a la “verdad”. Ese hombre es “honesto”, dice,  porque ha obrado honestamente. Ha obrado honestamente a causa de su honestidad. Se habla de la honestidad como causa como podría hablarse de la hoja arquetípica como causa de la hoja (proyección espectral mental y humana). Bien es sabido que no sabemos nada de la cualidad esencial de la honestidad (o deshonestidad) pero sí sabemos de una cantidad de acciones producidas por los hombres, de manera individual, desemejantes, pero que igualamos olvidándonos de las desemejanzas. A estas acciones las llamamos acciones honestas o deshonestas y pensamos en algo oculto, una cualidad llamada honestidad. Nada de esto proviene de la esencia de las cosas. No podemos hablar de la “cosa en sí”. N. pregunta ¿Qué es, entonces, la verdad? Y se contesta: “Una hueste en movimiento de metáforas (suma de relaciones humanas que luego de un uso prolongado un pueblo considera firmes, canónicas, vinculantes, que provienen del compromiso  (contrato; convención) que la sociedad establece para existir.” El hombre, adquiere por sí, y de esta manera, el sentimiento de verdad como se adquiere el sentimiento de la moral, agregamos.

El hombre actúa ubicado en un punto: tiempo - lugar. Entonces lo hace situado desde la perspectiva creada por él y alcanzada por otro ojo humano. La verdad no significa la antítesis del error sino la relación constante de errores con otros errores, tomados como verdades desde tiempo inmemorial: cuando se estableció el concepto en los inicios del lenguaje. 

Más tarde se fue estableciendo la idea de que era preferible la verdad al error (se la consideró como más conveniente al tamizársela haciéndosela pasar por los entretejidos de la experiencia).Espinoza dice que “La falsedad consiste en afirmar algo no contenido en el concepto de una cosa”. Nietzsche considera que la antítesis no sería: “verdadero versus falso”. Y nosotros agregaríamos: La antítesis no sería “verdadero versus falso”, sino “verdadero versus incorrecto” o “verdadero versus inútil” o “verdadero versus inconveniente o perjudicial”.

Nietzsche que comienza su idea diciendo que considerar a la verdad como más valiosa que la ilusión sería un prejuicio moral,  termina esa idea asegurando que la vida no podría existir por la sencilla razón de que no podría ser concebida (de concepción. Concebir conceptos inteligentes) si no fuera por las bases impuestas “inconscientemente” por el hombre de lo que resultó ser el impulso nervioso extrapolado en imagen desde la propia “perspectiva”, a partir de la cual puede éste valorar la sensación de apariencia que el estímulo, producto de alguno de sus cinco sentidos, le reportó.

Entonces, existiendo bases asentadas para poder desarrollar el devenir de la vida; perspectivas de valoración de algo y cimientos sobre las que el hombre asienta la apariencia y siendo estas perspectivas no sólo fugaces, confusas, ilusorias y engañosas, por lo cambiantes, podríamos terminar diciendo que las acciones buenas o malas de los hombres (siguiendo la idea ejemplarizadora de “honestas o deshonestas”) siempre se compadecen con la interpretación de los hechos que haga ese hombre, (el que las genera,). Y no sólo de los hechos sino, también de otras cosas introducidas en su mente por obra de la experiencia personal, estando ubicado en el espacio y tiempo a él asignado.

Perspectivismo que es necesario poner en marcha aún sabiendo, como ya sabemos, como consecuencia de la experiencia que nos aportó el desarrollo de esta idea aquí planteada, que la perspectiva es un engaño y que la verdad considerada como más valiosa que la ilusión (de donde proviene), es Condición Básica de la vida humana, sobre la tierra.

Lo que acabamos de decir vale para contestar hoy, desde aquí, la siguiente pregunta: ¿Podría considerarse honesta, o buena o válida,  la actitud y puesta en marcha de la acción destructiva de un hombre cuya actividad conscientemente generada es “sembrar el terror”? ¿Conozca o desconozca, éste, (el actuante) los verdaderos fines políticos, establecidos de antemano por la entidad que lo alberga, como cédula? Contestamos “NUNCA” pues el acto es injusto como consecuencia del daño concretado (infligido). De allí que se sancione con una pena (sea cual fuere) aquella acción considerada molesta. Y esto así, porque consideramos que la posibilidad de cambio (Redención por “darse cuenta”), en  cuanto a grado de actitud direccional de su conducta inobviable, se encuentra en relación directa con los pensamientos surgidos a partir del accionar de la mente de ese hombre, ubicado en el lugar que exactamente ocupa en ese instante (el de actuar) y desde donde el establecimiento de la perspectiva humana, captada por los ojos de los otros, debería considerarse personal y  única. La misma que dará como consecuencia la “singular interpretación” también “personal”, aunque, luego, esta última se transforme en plural, por influencia producida entre los integrantes de grupos. 

El pensamiento es el disparador de la emoción y la emoción es la disparadora de la conducta.

El problema esencial concerniente al “conocimiento” radicaría en la manera en que los factores, que integran los hechos y las cosas a conocer, se combinan. 

La conjugación (persona, modo, tiempo, y espacio o lugar circunstancial) de todos los factores integrantes de un fenómeno, genuino producto de una acción; acción generadora de algo: un hecho o una cosa devenidos, ambos, a su vez, en causa, sería, sin lugar a dudas, la encargada de facilitarnos  la clave del entendimiento (del porqué de su perfeccionamiento), si consiguiéramos infundirle, a la investigación, el grado necesario de atención. 

Al espectador de actos monstruosos lo apremia llegar pronto al “conocimiento” de los “rincones oscuros” de los actores.     


Encontrándonos a esta altura, dentro de esta argumentación concerniente al pensamiento sobre “el conocimiento” y nuestra infructuosa búsqueda de la verdad, nos encontramos en condiciones de afirmar algo que consideramos un  hallazgo, a saber:

Que así como la composición del cuerpo responde a una memoria completa (que resultó ser real: la cadena del ADN), cuyo resultado, una vez iniciado el proceso evolutivo (a partir del punto germinal embrionario) lleva a la concreción de un ser humano total y acabado, la evolución del conocimiento, el que habrá de producirse a partir de la puesta en marcha del intelecto (herramienta creadora de conceptos lingüísticos y proyecciones espectrales, plenas de metáforas explicativas) le otorgará, a quién se proponga avanzar en esa evolución, con ayuda del libre albedrío y el impulso de vida, llamado voluntad o ahínco, la idea del lugar de ubicación de su persona en el mundo y la interpretación de las cosas y sucesos de los cuales es testigo o referente de referentes. La evolución de su pensamiento, intangible siempre, generado en el instante del darse cuenta (génesis del conocimiento y fin de la servidumbre, respecto del señorío de otro), responderá, seguramente a otra memoria, también intangible y preestablecida (o la misma del ADN real, tal vez), cuya línea completa del diseño definitivo se encuentra aún desconocida por el hombre, en especial en lo concerniente a sus eslabones faltantes, los constitutivamente dirigidos hacia su faz terminal, la cual, tomando parte de una sólida cadena debería, con el tiempo, otorgar al hombre la seguridad de que el acercamiento a “la verdad  abarcadora”, merced al inocultable desplazamiento hacia un conocimiento progresivo, es constante aunque, por períodos, se muestre imperceptible. El ADN, tal vez, conforma ambas cadenas con cuyo aporte se desarrolla, ocultamente, no sólo el cuerpo sino además el espíritu humano, desarrollando en unidad lo por nosotros percibido aunque todavía conocido sólo en lo concerniente a la parte concreta, llamada material. La neurociencia, que tiene como objeto el estudio de las neuronas cerebrales, (órgano, el cerebro, de contextura tangible, real y concreta) se halla, actualmente en la frenética búsqueda de su dilucidación.


El intelecto, entonces, al pretender o estar llamado a la búsqueda continua de ideas esclarecedoras, las que se sumarían de generación en generación por aceptación convencional de lo que al ser humano le conviene para concretar, de algún modo, su existencia; nuevas ideas que vienen constituyendo, hasta ahora, verdaderas redes de proyecciones espectrales, tendidas, a su vez, para la comprensión del entorno, de manera absoluta, se van transformando, sin el hombre proponérselo, en actividad de contextura (o raigambre) infinita ya que su dimensión ondulante, según las últimas teorías, excede el ámbito temporal humano, para establecerse en la galaxia espacial. El universo todo toma parte en los impulsos nerviosos del hombre y viceversa. Es por eso que  aquí y ahora, en donde se encuentra el punto tiempo-espacio en donde cada ser humano se encuentra ubicado, lo corporal circunstancial, conjuntamente con lo infinito y eterno se dan la mano. De allí la naturaleza impuesta al alma: inmortal.

La palabra eterna se queda, aquí, en este punto, todavía sin explicación comprobada.

Ya estamos en condición de preguntarnos: ¿Como funciona todo lo analizado arriba en relación con la actividad terrorista establecida, por quejosos, en el mundo actual? Veamos: La actividad terrorista da miedo. En realidad, lo que da miedo es la gente desconocida que se encuentra agazapada y expectante a nuestro lado, sin uno saberlo. Con malas intenciones, acaso. Eso, cuando así nos dicta nuestro criterio, a juzgar por los resultados escalofriantes de sus hechos. Hechos acaecidos por personas extrañas, desconocidas o simplemente traicioneras (abusadoras de nuestra confianza). Gente que como comprende al mundo desde otra perspectiva (ilusoria, también, pero otra), que se emociona, siente y actúa portando en su mente otros dibujos, diferentes de los que nuestro grupo traza; dibujos, provenientes del accionar de su intelecto, trazos fijados en su conciencia, tal vez a golpes, y/o con consignas de opuestas ideologías, nacidas en cada uno de ellos para ayudarlos a conseguir el convencimiento de la necesidad y urgencia de su actividad, inobviable para su razón, buscan, a toda costa, el exterminio de todos los universos simbólicos que a sus objetivos se opongan. Todo lo que hace o consigue, que su libre albedrío nos resulte nefasto a los que no pensamos como ellos. Es otro mundo, sin dudas, el que ellos transitan. Y pensar que todo lo hace o genera la “desgraciada, por poco feliz,  perspectiva existencial”. La que divisa nuestro ojo escrutador desde la circunstancia, (condición que condiciona). De la cual Dios no sólo no toma parte sino que sólo quiere, así parece, alejarse lo más posible. Para amarnos a todos, tal cual somos, sin importarle condición ni diferencia alguna. Somos nosotros, los que pensamos distinto, (los considerados por nosotros mismos los otros), los que deberíamos ponernos la coraza de la previsión y ayudarnos, con educación y leyes que perfeccionen la didáctica, a encontrar el camino de la coincidencia, para que ambas  perspectivas (o todas), se unan en un solo mirar diverso pero sin distingos. Y podamos, divisar, entonces, un mismo dibujo al detenernos, atentos y con todos los sentidos en funcionamiento, para mirar desde cada una de nuestras perspectivas, mientras tomamos conciencia de ese devenir que continuamente se nos viene encima. 

                                                                                                      Amanda Patarca

ENSAYO SOBRE PLATÓN

Si bien Hegel ha pasado a la memoria de occidente entre los pensadores del pasado siglo XVIII, como consecuencia de las conclusiones a las que lo llevaron el estudio de variados temas, entre los que se destaca su "Filosofía de la Historia", es su criterio respecto de lo que él entiende por dialéctica lo que ha quedado más profundamente arraigado en la generación presente, como para ser considerado, dicho concepto así entendido, aporte fundamental y trascendental del movimiento intelectual del occidente. Lo aseverado fue corroborado con los posteriores usos que de su teoría efectuaron no sólo historiadores -ya que de esa disciplina trata el mencionado término- sino también políticos, filósofos y científicos, de todo tipo y materia. 

Lo cierto es que Sócrates -en el siglo V a C- creó el método por el cual descubrió lo que llamarían todos, a partir de él, los conceptos, referidos, la gran mayoría, al plano moral. Platón, su discípulo y además transmisor de las enseñanzas de aquel, su maestro, al esforzarse por explicar filosóficamente el cosmos y su protagonista principal, el ser humano, llama ideas a los paradigmas constantes, relacionados con el ser, el cual, según su entender cambia y evoluciona como consecuencia de su inconstancia. Y llama dialéctica a la ciencia encargada de estudiar dichas ideas -paradigmas constantes o modelos- hacia los cuales los hombres tienden. De manera entonces que, si bien es cierto que el concepto dialéctica no es nuevo, -porque los testimonios así lo aseveran- sí es nuevo el descubrimiento que la pluralidad respecto de su uso ha dado como consecuencia, en disciplinas tan dispares como la economía, la política, la sociología -humanísticas todas por encontrarse inter-enlazadas con las formas del comportamiento del ser humano como objeto y sujeto social-


EXPLICACION SUI-GENESIS  (Texto dramático: Monólogo) 


(APARECE EN ESCENA, BALANCEANDOSE, UNA PERSONA SENTADA SOBRE UNA HAMACA PENDIENTE DEL TECHO. EL MOVIMIENTO PENDULAR QUE CON LA FUERZA DE SU EMPUJE ESTA PERSONA PRODUCE CON SU HAMACA, POCO A POCO, SE VA INTENSIFICANDO. MIENTRAS TANTO, EN PLENO MOVIMIENTO, ESTE PERSONAJE, LLAMADO DIALECTICA, DIRIGE AL PUBLICO SU MENSAJE EN FORMA DE MONOLOGO.) 


-Sé que ustedes dirán que así no vale; que atada y oscilante además, no tiene gracia. Que así, este hecho carece del grado indispensable de emoción. De la emoción que otorga el miedo, que da paso al temblor, generado no tanto por la posibilidad de una catástrofe presentida tal vez, sino más exactamente por la de un encuentro no deseado. Como el encuentro de dos mundos diametralmente opuestos, por decir algo. (SILENCIO) Es que lo desconocido no siempre cae bien. Como caería yo, por ejemplo, que me hallo en este instante pendiente de un hilo pero muy bien asegurado en las alturas. Al menos así parece. Ese algo en lo alto es el que me facilita la tensión de la cuerda para que yo, manteniendo la confianza en ella pueda llegar de un extremo al otro sin cansarme, sólo con la fuerza del impulso de mi propia historia, pues de eso se trata. Tanto es así que hasta podría detenerme por un rato en cualquiera de los dos puntos extremos, si lo quisiera, quedándome en cualquiera de las dos orillas, no así en la mitad. Y no en la mitad porque eso equivaldría a decir: detenido en el presente puro, cosa que no puede ser porque... no puede ser y punto. 

(SE APAGAN LAS LUCES) (AL ENCENDERSE NUEVAMENTE, EL PERSONAJE QUE HABLA UBICADO EN MEDIO DEL ESCENARIO, BAMBOLEANDOSE AUN SENTADO SOBRE SU HAMACA, APROVECHA PARA ACOMODARSE Y HACER ALGUNAS PIRUETAS, DIRIGIDAS A LOS ESPECTADORES, ANTES DE PROSEGUIR CON SU TEXTO). (PAUSA).

-Les cuento:  Mi trabajo consiste en espiar, actuar y huir rápidamente, perdiendo altura cuando el impulso se acaba y volver a remontar vuelo, aprovechando el envión que el peso de mi cuerpo genera. Sin olvidarme, para que sobrevenga el cambio, de dejar constancia. Pero no crean que el cambio habrá de producirse rotundo y total y desde el punto culminante, el más alto de mi trayectoria, no. El cambio debe sobrevenir, como siempre sobrevino, imperceptiblemente y eso es posible sólo desde la mitad. O sea desde el presente puro. Lo que equivale a decir: sin permitir que nada se detenga nunca. Dejando que el devenir de los hechos, siendo contínuo, no deje jamás de cumplir con su cometido el de facilitar el cambio -de lugar, de actitud o de substancia.

Dije hace un momento: -sin olvidar de dejar constancia, ¨recuerdan? Constancia... Cómo no dejar constancia de lo que sucede conmigo que vivo en función de los otros si, justamente, constancia es lo que me sobra para conseguir funcionar sin detenerme, jamás. Y yo les entrego mi constancia como una forma de especial obsequio, continuamente. Además, porque si me negara a entregárselas, transfiriéndosela a lo que ustedes dieron en llamar un día "historia", se perdería para siempre, dentro de las coordenadas espacio y tiempo, cuando en razón de su excesivo peso se separara de mi.

Me llaman la Dialéctica los que entienden de nombres, que no son muchos, créanme.

Soy la memoria consciente que la experiencia del eterno balanceo, al que vivo sometida, hace nacer. Dicen los que saben de movimientos, que la brisa que genero sirve para mejorar... las estirpes y las formas, todas.

Ojalá lo sea porque... a decir verdad todavía no lo he notado; los hombres viven quejándose continuamente. Sufren. Y aún no he sabido de nadie que haya querido utilizar mis servicios para hacer algún bien y lo haya logrado con la primera intensión. En realidad, no sabría cómo comportarme si alguien, intentando utilizarme me lo propusiera. No sabría, porque los cambios que yo concreto se van realizando solos. Tal vez eso se deba a que  desde la altura en donde yo trato de cumplir con mi cometido, se hace imposible establecer el linde entre la zona dominada por el mal y la dominada por el bien. Y esto es así siempre porque cuando se llega al colmo, al no haber nadie que quiera proseguir el curso para traspasarlo, el presente puro sirve como punto de partida excepcional en relación con cualquier otra propuesta. En eso consiste el cambio. Cambio de rumbo o de actitud. Lo cierto es que... me siento aquí tan libre, tan distante, tan protegida desde arriba que, cuando a empujones apuran mi vuelo o enganchan la cuerda para detenerlo, sólo se me ocurre intentar matarlos con la indiferencia, a todos: a los pro, a los contra, a los que me traban y a los que me impulsan dándome boleo. Para que salga lo que tenga que salir y resulte lo que deba resultar. Total, me digo siempre, el sino, o la providencia llamada gracia o el azar de los hombres, mueven, no sólo a éstos -los hombres- sino también a las cosas y hechos, actos y sucesos -llamados estos últimos fenómenos- concretando, juntos o indistintamente, el cambio que, por constituirme en instrumento imprescindible, normativamente impongo por necesidad.

Desde aquí puedo ver todo y sentirlo todo, además. Lo que está conmigo y lo que pronto llegará. Aquello que aún tengo y que indudablemente perderé, sin recibir, por suerte, ningún reproche. Desde aquí puedo concretar muchas acciones, porque me lo permite la experiencia (que -con o sin constancia- es historia cuando al aliarse con la memoria, que alguna parte de la mente se resguarda, se transforma en herramienta por demás útil al conseguir ubicarse, privilegiadamente, dentro del alma). Puedo mirar, escuchar, tocar, oler, gustar todo lo que se me ocurra: seres, hechos y cosas que no sólo muchas veces me avergüenzan,  sino que además y muy a menudo, me hacen sentir escalofríos -que son lo contrario de escalotibios- y el fétido gusto rancio del horror de pertenecer a este mundo ambiguo, feliz y dolorido al mismo tiempo. ­Oh! inconmensurable dignidad del hombre endilgada inconscientemente por él a esa extraña creación suya a la que denominó para su ruina "raza". ­Oh! dignidad libertaria y opresora, coincidente y contemporánea, todo a la vez. ­Oh... dignidad! contenedora e incitadora de la raza. ­Cuantos crímenes oscuros fueron concretados en nombre de esa inseparable trinidad, tan mágica como funeral resultó siempre su defensa. Libertad, dignidad, raza. La libertad de la raza contenedora de toda su dignidad, sinónimo de felicidad general cuando su intercambio se hace posible mediando el "compartir" Objetivo hasta el momento quimérico. Estación a la que el hombre pretende ingresar para justificar su búsqueda constante de bienestar duradero para todos los integrantes de la comunidad. Integrantes quienes, para lograr su cometido, viven no sólo en contínuo movimiento sino además sobrepasando siempre los concretos obstáculos materiales, límites impuestos desde el exterior para conseguir del hombre el cumplimiento afuera: vallas, barreras, muros de contensión. U obstáculos  inmateriales, impuestos para el cumplimiento anímico interno, tan abstractos como las disposiciones normativas tendientes a dominar aplacando directamente la voluntad y dictadas éstas, la mayoría de las veces en sentido contrario a lo que la razón impone, de allí su ineficacia. Vallas, barreras, paredes... disposiciones normativas levantadas, ubicadas, construídas, sancionadas para aplacar ganas, ansias, sueños de contrarias tendencias -democráticas o absolutistas- Buscando resguardar  con ellas -desgraciadamente siempre tarde, sea quién fuere a quién le toque imponerlas- al indefenso ser humano, tanto contra la opresión generada por el sometimiento de unos sobre otros, como contra la represión desatada como respuesta contra el delito de opresión cuando la paciencia -rara virtud humana-  pasa a ser considerada, por los oprimidos, como intolerable y repudiable falta de caracter. Crímenes, aniquilaciones en masa, suavemente diluidos o recubiertos con chocolate y dulce de leche, para conseguir, en el mayor número de seres humanos, una más rápida deglución y consecuente asimilación. Holocaustos, muertes... que sólo las necesarias poderosas alianzas futuras se atreverán a darles un poco más de luz, como para que el conocimiento de sus causas, expuestas a la consideración de quienes quieran considerarlas, hagan posible la erradicación del peso lúgubre, generado por ella dentro de mis entrañas.


PARTE PRIMERA


¿POR QUE EL NOMBRE DE "FILOSOFIA DE LA HISTORIA", DADO POR HEGEL A SU LIBRO?


La mayoría de los historiadores afirman algo imposible de refutar: que su trabajo consiste en interpretar para el futuro -buscando razones- las actitudes y hechos generados, por las personas puestas en su mira para investigar y referir. Todo eso en el marco espacial y temporal dentro del cual éstos -hombres, hechos actos y actitudes- se desenvolvieron o fueron producidos, según valores establecidos por las leyes y costumbres de la época dentro de la cual sucedieron. Sin embargo y pese a la imposibilidad existente de refutar esas afirmaciones, en relación con los nuevos interrogantes que cada generacion se plantea -sobre cada una de las figuras históricas y los hechos generados por éstas- hoy podemos manifestar, sin generar gran polémica, que los historiadores sólo pueden reinterpretarlos según valores actuales, es decir: los tenidos en cuenta para dilucidar las controversias contemporáneas, a los cuales (y sólo a éstos) tuvo que recurrir obligado cuando los datos aportados en su momento no dieron para más. El historiador compilador o compaginador, accede entonces por la única vía libre existente de acceso que conoce: la senda histórica lineal. Eso así, porque la otra vía -la no libre- la relativamente descubierta pero ampliamente explicada por Hegel en su libro citado, es la que corre, según este autor, paralela a la senda histórica lineal, referida en la frase anterior, aunque ensiamesadamente unida a aquella, a su entender. Se trata de la senda filosófica, la referenciadora no ya de los hechos consecutivamente generados por personas que el continuo devenir de los mismos hechos históricos fueron desplazando hasta obligarlas a silenciar, luego de pasado cierto tiempo sino la referenciadora de circunstancias pertenecientes a otra dimensión, absolutamente abstracta por corresponder en primer lugar a las formas de ser y a las formas de sentir la vida propia de ese ser -el que actuó- y ajena, también, por corresponder a las formas de sentir la vida de los otros, respecto de ese ser. Y en segundo lugar por corresponder, además, a esa forma de sentir los hechos que por el accionar de ese ser fueron generándose, en cada época, unidas cada una de esas épocas por el devenir continuo e ininterrumpido de todos los hechos y actos generados, sucesivamente, dentro del invariable constante e infinito tiempo. 



EXPLICACION DEL PORQUE LA NOVELA HISTORICA NO FORMA PARTE DE LA HISTORIA


La utilización de ciertos términos incuestionablemente actuales como podrían ser "promoción" o "divulgación" nos indicaría que estamos en presencia de una ficción dentro de la cual los personajes que juegan el diálogo son históricos ya que no sólo sabemos de ellos que han vivido en una época histórica pasada, sino que sus nombres y principales características -como ser cónyuges de la realeza española, por ejemplo- han sido aportados fehacientemente por las referencias históricas. Sin embargo, la escena que recrea una circunstancia de la época a la que estos personajes pertenecen, como consecuencia del aporte de palabras de uso actual, en este caso, se torna muy poco creíble.


No se pueden estudiar personajes y hechos históricos a partir de situaciones nacidas y desarrolladas en otra época, no contemporánea de esos hombres y hechos o actos puestos en la mira con el fin de dejar constancia histórica. No se puede porque no nos llevaría a la verdad rigurosamente buscada. Puede llevarnos a un puro entretenimiento, a una ficción dramática que de real sólo lleve los nombres de los involucrados. Puede ser muy válido como aporte en relación con la cultura de una determinada época, ya que un protagonista histórico puede entrar en la mente de hombres de otros tiempos, siempre contemporáneos del referente-escritor, tan sólo como protagonista, ya que de histórico sólo habrá de caberle la circunstancia de haber vivido en otra época, anterior a la que le da nacimiento su autor merced al libro escrito. Ser protagonista de la obra de ficción no significa ser también personaje histórico verídico. La páginas de los libros serios, por medio de los cuales su autor pretende referenciar los hechos históricos acaecidos como acerbo de alguien o de algún lugar, nacidas a la consideración del ávido y también serio lector de historia verídica no pueden ser llenadas con ficción ya que no hay lugar en ellos para la mentira. Tampoco habrá lugar para imprecisiones ni para ambigüedades. Ni se puede considerar obra histórica a la simple enumeración de datos consecutivamente dispuestos, sin que una filosofía, de existencia contemporánea al momento acaecido y puesto en tela de estudio, la justifique, explicándola para ser comprendida.- 



PARTE SEGUNDA


Sócrates no escribió, sólo habló. Y por haberlo hecho bien fue referido, repetidamente, en especial por su discípulo, divulgador y promotor: Platón.

Jesús, cuatrocientos años después tampoco escribió nada. Sólo habló a sus allegados y a sus discípulos de los cuales estos últimos se encargaron de referirlo. Jésús no sólo buscó -lográndolo- convencerlos respecto de todo lo que a ellos expresara, sino que además debió tener como objetivo válido conseguir entusiasmarlos, para que pudieran éstos, a su vez, convencer a los que con el correr del tiempo fueran llegando. De esta forma se fue formando un espíritu de grupo gestado en la coincidencia de criterios e intenciones. Nada de petreas escrituras. Nada de palabras precisas. La reelaboración de las palabras unidas a los criterios interpretativos de las mismas debía quedar libre, justamente para que en ambos casos ninguna limitación oficiara de escollo. Aún así con el tiempo sobrevino la disidencia. El protestantismo perdura. No así la disidencia que, en menor grado, se planteara entre los dos filósofos referidos -Sócrates y Platón-. La razón es simple, la filosofía de ambos hombres se contenta con indagar las incógnitas generadas para ser desentrañadas con ayuda de la inteligencia, la teología a la cual se refiere el cristianismo es una disciplina que no se contenta con lo que la razón, producto de la inteligencia puede otorgar. Requiere algo más. Requiere de la fe para lograr su propósito de contentar el alma. La problemática que Sócrates planteara -respecto de la naturaleza de los conceptos y del valor supremo -absoluto- del bien tomado como conocimiento o como virtud es muy  distinta a la problemática planteada con la llegada de Jesús a la tierra. En la primera el hombre se apoya en el hombre, instando a la utilización de la mente como herramienta para el logro de un grado mayor de eficacia en los emprendimientos, en la segunda el hombre se apoya en Dios como camino de salvación del alma inmortal. Indudablemente inmortal para el que tiene fe. Cada época marca el método a seguir para que el convencimiento y la coincidencia necesarios en ambos emprendimiento se lleven a cabo. La historia necesitó siempre de la filosofía por cuanto a la sumatoria de hechos es menester adosarle la sumatoria de las causas primeras y últimas, mediatas e inmediatas. Las intenciones como actitudes humadas generadoras de la voluntad; voluntad como acto previo imprescindible del hecho concretado, deben ser estudiadas desde todos los puntos de vista posibles: individual -psicológico-; inter-individual -sociológico, antropológico-; trascendente -abstracto, geométrico, matemático, metafísico-; intrascendente -científico, físico, material, concreto-

Cualquier historiador sabe, sea éste filólogo o estudioso con basamento científico-filosófico, que su aporte es trascendental por varios motivos, entre los cuales se destacan en especial dos, a saber: a) Porque lo que como consecuencia de su búsqueda quede impuesto, por lo general sobrepasará las barreras del tiempo y b) Porque, marcando nuevos rumbos mentales, dispares entre sí y disparadores o generadores de muchos otros, una vez interpretados por él los hechos acaecidos ya dentro de alguna historia, puede, con esos nuevos rumbos mentales, llegar a sentar el basamento de ideologías que según el criterio utilizado para tal fin pueden llegar a ser  tan antagónicas como para constituirse en generadoras incansables de espíritus dispuestos siempre a librar batallas esclarecedoras de cualquier tipo, tan cruentas y por ese motivo interminablemente negativas, como  bienhechoras debido a la eficacia de sus rápidos y positivos resultados. Por medio de la historia se perfilan los héroes que habrán de servir de variados basamentos -políticos, económicos, deportivos, religiosos, etc-. Se los eleva a la categoría de dioses terrestres, exaltando sus dones -existentes o no- con fórmulas de promoción hoy demasiado conocidas como para detenernos en un exhaustivo recuento. Subliminalmente se llega a la conciencia -una conciencia; una por una- para que ese hombre aislado, una vez integrado a lo que se dio en llamar "masa" actúe y sienta de manera diferente a como lo hacía cuando su sentir y su accionar,  marcado su derrotero sólo por la influencia de lo cercano cotidiano -la familia y la comunidad del pueblo de su pertenencia- eran individuales.

La historia invoca héreos muchos verdaderos, algunos creados. Las religiones invocan santos, líderes o profetas, muchos también verdaderos, otros no tanto. Algunos sólo creados por sucesivas promociones utilitarias.    

Con el tiempo la misma historia, que prosigue a la manera de carrera de posta sin final, se encarga de aniquilar drásticamente a veces o disolver en la nebulosa del olvido a esos héroes, santos, ídolos, líderes o profetas. El desprestigio o la indolencia de la indiferencia los deglute.

Y con ellos mueren países, sistemas, ideologías, tradiciones, culturas,  regionalismos, para dar lugar a otros nuevos. Tan importantes y robustos como los anteriores. Sólo los clásicos quedan en la historia incólumes. Aunque siempre dependiendo de algún historiador rescatador que, debido a la coincidencia persistente entre él y el héreo rescatado, va postergando su muerte la que se producirá cuando nadie más lo invoque. Habrá quedado, entonces, en la historia pero sin historia.


Hegel con su forma de pensar y ver las cosas. Con su profundo poder de ahonde en el estudio de los acontecimientos históricos que sirvieron de base a las instituciones políticas imperantes en los países que ocupaban el centro de Europa, no sólo armó un esquema metódico del saber general de su tiempo sino que con él contribuyó como ningún pensador al armado de las nuevas ideologías que despaciosamente se iban perfilando en occidente con las cuales se iniciaría el período de la ilustración. Desgraciadamente dio lugar, también, tal vez por la influencia que ejercieron malos historiadores, al malentendido suscitado respecto de su forma política de pensar, respetuosa, según ellos, de los valores prusianos -monárquico/absolutistas- establecidos-. No debemos olvidar que Hegel fue ante todo un filósofo, es decir un pensador libre de trabas creadas a partir de preconceptos o prejuicios. Su dialéctica no sólo dio que hablar sino que la influencia de las ideas vertidas en sus explicaciones inspiraron a otros pensadores, como Marx y Engel, a proseguir por el camino trazado por él hasta hacerlo desembocar en postulados económicos dirigidos a los trabajadores llamados proletarios por su menesterosa situación. 

Es menester, para estudiar a Hegel en toda su dimensión, ubicarlo en el contexto histórico que a éste perteneció, contexto que, sin influencias de la actual vida cotidiana, nos marque lo que fue su existencia entre sus contemporáneos. Nos marque, informándonos, de qué manera iniciaba, proseguía y concluía sus explicaciones respecto de problemas que él pretendía dilucidar. De qué manera la influencia del medio -de las circunstancias dentro de las cuales le toco vivir- trazaron la trayectoria de su vida en razón del carácter forjado por esa influencia.

                                                                                                                           Amanda Patarca. 


IDEOLOGÍAS CONTRADICTORIAS: LIBERALISMO Y COMUNISMO


Incongruencias del discurso actual concernientes a ideologías contradictorias como lo son el liberalismo-capitalista y el comunismo-socialista.

Hoy domingo, en la Iglesia se habló de la Misericordia de Dios. De los conceptos vertidos referidos a la vida comunitaria de los primeros cristianos,  derivó la necesidad de hacerla conocer, por tratarse de una disciplina virtuosa, un poco olvidada por parte de los católicos, para devolverle la jerarquía que, con el paso de los años, fue perdiendo. Se está tratando, así dijo el sacerdote, de que los seres humanos se muestren  en estos tiempos actuando a favor de los inocentes, con un índice de misericordia mayor. No se habló de lo que significaba, hoy, ser inocente porque se lo dio por consabido. Creo que habría que ahondarlo para ubicar al inocente en su justo lugar y así nunca más llegar a ser injusto con él. 

Jesús, así se cuenta y yo creo, dijo a sus seguidores: “Si tienes dos mantos y tu prójimo tiene frío, préstale el manto que te sobra, a ese hombre, pero haciéndole saber, en el momento que lo recibe, que te lo debe devolver”

Últimamente vengo escuchando muchas cosas que no entiendo, tal vez  porque intuyo que no llegan a calzar como debieran dentro de la realidad en la cual todos vivimos sintiéndonos como víctimas cada vez más apabulladas por las demasiadas exigencias a cumplir. Pero lo que más me preocupa es el doble discurso, generador de conductas ambiguas, que se hamaca entre la cristiana ideología del compartir, aplaudiendo la referencia histórica de la vida de los primeros cristianos constituyentes de la comunidad ideal, anhelada o soñada por haber sido en su inicio supervisada por Jesús, y la actitud asumida por los rezagados, carenciados, desplazados de los sistemas políticos en funcionamiento,  para los cuales ese tipo de comunidad, mal conocida y por lógica consecuencia mal interpretada por ellos, se asemeja mucho a la aceptada por los seguidores de la actual ideología política del por siempre renovado comunismo de izquierda.  Para que se entienda lo que pretendo expresar, debo decir algo que por obvio no debería repetir, pero lo repetiré: Que las comunidades de los primeros cristianos, guiados por el Espíritu Santo de Jesús, vivieron en comunidad mientras pudieron hacerlo, siendo ellos mismos sus propios administradores. No contando, en consecuencia, con ningún tipo de gobierno político, institucional, que hiciera las veces de administrador-repartidor de lo que habían acumulado para distribuir. Eso así, por haber optado, desde sus orígenes, prescindir de él (del referido administrador-repartidor-institucional) de manera instintiva y además espontánea. 

El  doble discurso (del cual reniego, rechazándolo) con el cual, últimamente, me han acostumbrado a convivir no sólo los ciudadanos comunes de clase media baja -los que reconozco constituyen la gran mayoría de cualquier país de América Latina- sino además, aquellos que, abiertamente muestran sus preferencias y ejercen su especial simpatía por el régimen político llamado socialismo  o, de manera abierta por el llamado comunismo- se basa, no sólo en pretender que Jesús y sus discípulos fueron la raíz o numen esencial gestador del régimen comunista, con cuyas enseñanzas bíblicas, tergiversadas, pretenden aleccionar a los desprevenidos haciéndolos caer en un grave error, ya que Jesús  de comunista no tenía nada, sino en colocar ese tipo de afirmación en abierta oposición -aunque ubicadas en yuxtaposición en lo que respecta a su uso práctico- de  lo que marcan los hitos relacionados con la carrera -o marcha- que algunos seres humanos emprendieron, desde el principio de los tiempos, con absoluta libertad y con un único rumbo movilizador, emergente de su libre albedrío: bregar, por derecho propio y por el de sus seres queridos menores y/o carenciados  de habilidad, a favor de la supervivencia de todos ellos. Y, de manera coincidente, administrar,   el persistente y repetitivo cúmulo resultante de sus bienes domésticos, necesarios para asegurar el logro y la preservación en el futuro de esa supervivencia conseguida. Y para cuyo desarrollo, en progreso constante, los seres humanos que habitaron y habitan este planeta Tierra, establecieron, de manera tácita, su mayor anhelo:  que esa existencia no sólo cumpla con su intrínseco cometido de ser por naturaleza estable  -ni precaria ni riesgosa-, sino además, ininterrumpidamente pacífica. 


El doble discurso, del cual reniego, se mostró de manera práctica, cuando llegó el momento de explicar lo que significa o debe significar para los católicos del mundo la Misericordia cuyo origen se remonta a la primigenia misericordia que Dios prodigó a sus seres humanos muy queridos. Y fue allí cuando me enteré de que un obispo escribió un libro sobre los beneficios que su práctica constante prodigarían al mundo sufriente; actualmente fruto del egoísmo generado por la inseguridad, enquistada de manera renovada en incontables y veloces círculos viciosos. 

Un libro es un objeto de deseo con valor económico como todas las cosas acumulables que se encuentran inmersas dentro del mercado, organizado por los hombres para lograr un provecho. A este libro no se le puede negar el valor moral o espiritual trascendente superlativo para cualquier católico, pero no podemos negarle, asimismo, valor económico. ¿Quién puede pensar en vivir apartado de los bienes que integran este tipo de mercado?

Mesura en el comprar. Mesura en el acumular, Mesura en la acumulación de las ganancias obtenidas por la concreción de negocios prósperos. De ese libro, pensé, podrían venderse varios millones de ejemplares si tuviera un muy buen marketing. Pues… que armen un buen marketing, entonces. Pero para ello, para que el consumo de ese libro excelso sea mayúsculo, hace falta mucho dinero. ¿Cómo hacer para volver a vivir una vida moderna con las características dadas por La Biblia a las comunidades concernientes a los primitivos cristianos? La flecha que marca el rumbo del movimiento del devenir de los hechos al ser lanzada, se dirige siempre hacia el porvenir. Nadie puede hoy olvidar eso. Seamos misericordiosos de la manera en que sea posible serlo. No seamos egoístas. Ayudemos distribuyendo, con conciencia, lo que consideremos distribuible. Hagámoslo sólo por hoy (por ahora como decimos actualmente).  Sin pensar en las limitantes leyes, sancionadas o impuestas a partir de presiones de grupos económicos interesados. Poco a poco el mundo habrá de cambiar. Ya se perciben señales de cambio, dentro del espacio en donde todos recibimos, de la naturaleza misma, el aire todavía vital  (con el actual grado de oxigeno existente) que aceptamos instintivamente para vivir. Ninguno de los actualmente considerados cristianos desea ser pasible de recriminación. Adelante, entonces, con las nuevas propuestas basadas en la 

misericordia restablecedora. Pero no justifiquemos el robo. 


SOBRE LA PAZ Y LA ESCLAVITUD


¿Izquierda – derecha? Estatismo – liberalismo o individualismo? ¿Tercera posición (utópica); imposible de equilibrar por mucho tiempo?

Ese es el efecto del inquietante y cuestionado devenir continuo de los hechos acaecidos, los cuales unidos a las cosas que estos mismos hechos concretan, por imperio de su propia naturaleza, conforman la historia; la historia registrada de algún modo; la que nosotros tomamos, evaluamos su exactitud, conforme nuestro criterio y ampliamos, si involucrados pretendemos incidir. 


¿Se establecerá, prontamente, algún sistema nuevo político, para que los seres humanos, unidos por lo establecido en las leyes de la semejanzas o separados en establecimientos estancos, los unos y los otros (los imposibles de complacer por la existencia de diferencias irreconciliables) encontremos, con carácter firme de persistencia, la Paz ansiada por todos los seres humanos y que así, unidos o separados nos involucre a todos,  de manera convincente, sin necesidad de recurrir al uso de la fuerza; revoluciones atroces, todas, por lo sanguinarias? 


En Haití, cuando los esclavos se dieron cuenta de que los esclavizadores eran menos, admirados por el inteligente descubrimiento llevado por ellos mismos a la luz, enardecidos y exaltados, concretaron la revolución  exterminando a sus esclavizadores, considerados, por los revolucionarios, como abusadores de confianza, en su faz inicial, (la concretada en África, cuando en abrumadoras redadas los sometieron, desterrándolos).  Tabú, desde siempre, la esclavitud. Ni Jesús se refirió de manera esencial a este tema, la esclavitud dispuesta por el hombre, sobre la tierra. Primigenio efecto; emergente siniestro del libre albedrío humano. Aún, hoy, el que puede hace y el que no puede, porque otro le niega tal posibilidad, se somete o se aísla, si pierde la contienda. No hay opción. 


Amanda Patarca

LA POBREZA EN EL MUNDO

Ensayo sobre el especial tema: “La Pobreza en el mundo”, en la Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco. Breve análisis de la palabra “Pobre” y de la frase “Ser pobre”.  


El Papa hizo pública, en este año 2020, la Encíclica a la que denominó Fratelli Tutti. Para comenzar su análisis, habría que ahondar en el significado de algunas palabras o frases. Ser pobre, por ejemplo. Ser pobre de espíritu y ser pobre de todo; la pobreza como carencia, como falta, como: no poder llegar a alcanzar lo necesario para suvenir a las propias necesidades y a las de sus parientes directos. Lo que significa: carencia física, mental, anímica o insuficiencia en lo concerniente a educación  o instrucción para hacer uso de los recursos ya puestos en juego, por la humanidad, para hacer frente a la movilidad de la vida completa. Fratelli tutti  lleva puesta la mirada de todos los Obispos del mundo entero. Y hablan del reparto y lo hacen según el ojo visionario del que, como testigo, ve y se expresa luego con palabras de su propio idioma. Y es allí donde surge la sugerencia. Y la sugerencia siempre es demandante. Y sabemos todos que la realidad nos dice que no hay reparto sin acopio y no hay progreso sin aporte de dinero. Y el dinero se evapora en las manos de los funcionarios corruptos de algunos Estados cuya administración, expresada en las partidas de gastos, no logra acopiar para repartir, por malversación y/o mala administración.  Y el mundo está lleno de ellos y también de gente buena que no tiene lo que requieren conglomerados extensos, contados por millones, de gente sin recursos de ninguna naturaleza. Si las Empresas, sin recurrir a las Naciones, con parte de sus propios capitales, administrados por ellos mismos, no logran solucionan esta catástrofe, generada en parte por la propia naturaleza humana, más el aditivo de las nefastas circunstancias singulares concernientes a cada lugar terrenal implorante y miserable, nadie podrá hacerlo. Los medios de comunicación y los laboratorios conseguirán asociarse de muchas maneras para detener, por medio del miedo, el entramado del trajinar humano, pero la situación de los marginados proseguirá multiplicando los problemas que ya ha empezado a generar el delito exacerbado,  por incumplimiento de las normativa jurídicas de los países organizados como Naciones, más el agregado del debilitamiento de la moral pública, por la relativización y debilitamiento de los valores establecidos como verdades convenientes. Lo que está dando lugar al uso masivo de estupefacientes naturales o creados en laboratorios. Necesarios para sobrellevar, algunos seres humanos comunes, la vertiginosidad insoportable de la vida cotidiana doméstica y de relación. Y también, los delincuentes, para cargar a cuestas, sobre sus espaldas, el miedo, siempre generado, en ellos, cuando salen en hordas, ignorantes del peligro al cual se enfrentan, cuando, para robar, matan antes de esconderse en las sombras. 

LA PACHA MAMA

En América, siempre hablamos de la Pacha Mamá cuando se acerca el día, por esa razón, hoy, inmersa ya en el mes que la conmemora y viviendo, yo, en la República Argentina, en donde existen muchísimos pueblos originarios, me detendré un momento para ahondar en su significación. Vamos por parte. Se dice que se encuentra involucrada en la Mitología Andina y que se ubicó entre los dioses de ese Olimpo sudamericano como la deidad de mayor prestigio. Eso, porque si bien el Sol con el tiempo se fue perfilando como el Dios Mayor, ella, de la que dicen que es su Madre, no puede ser menos. Al contrario, la madre antecede al hijo. También se dice que fue considerada, respecto de Él, (el Dios Sol), su hermana/esposa.  Y más cercana, al día de hoy, esta ancestral tradición, se la muestra presentándola como: nuestra madre. En fin…  Se dicen muchas cosas de ella. Ahora, bien: Si la Pacha Mama es mi mama y la quiero, sería lógico que me preguntara: ¿De quién fue hija la Pacha Mama, (mi abuelita)? ¿Y mi abuelita, de quién fue hija? Y así hasta el inicio de los tiempos.

Y aquí detengo mi atención, porque este pensamiento me lleva a asociar ideas y esta asociación, al siguiente razonamiento: Al movimiento continuo lo afrontaron siempre las mujeres, me digo. Con sus hijos en sus entrañas y también luego, cuando ya paridos y con vida propia, prosiguieron, individualmente, con el derrotero de su destino. Cargando, sus madres, todavía con ellos, desde ese momento, hasta el día en que éstos, se introduzcan, como lo hicieron siempre, en la comprensión razonada de eso que llamamos, todos, el Libre Albedrío. El formidable Libre Albedrío, herramienta maestra del ser pensante. El fluir de la sangre en las mujeres con ingreso al torrente circulatorio del feto varón, mujer o lo que sea (como se lo quiera llamar, en estos tiempos) no cesa jamás. La vida y su latido es la que fluye allí, en ese milagroso desplazamiento sanguíneo, sin solución de continuidad; fruto de su incesante e infinita movilidad. La Pacha Mama, puesta hoy nuevamente en el cono de luz producido por el haz de la conciencia, tuvo seguramente una mama, por ser mujer y madre, que cumplió con su rol, perpetuamente duradero, contando el tiempo (toda ellas) hacia el principio de la eternidad infinita, sin claudicar, jamás.    

El secreto guardado en el milagro de toda vida, se ha dado y sigue guardado en la semilla con logro de embrión en el abrazo. Hermoso gesto de Dios hacia nosotros, los mortales, concebido en nosotras, las mujeres, entre los humores expresados en el caos, como ansias de sosiego solapado, me digo, insistiendo.

La consigna, que es ley, por El impuesta, nos convoca. Un corral siempre abierto nos espera sin prisa. Y allá vamos muy serios; taciturnos, todos (nosotras y ellos) Y una vez ya estando adentro, la manga que, sin puerta seduce con su abrazo acariciante y con el goce, sugiriendo la porfía del vivir y perpetuar nuestro ser en la alegría, nos convence. Ella solo requiere que entremos en ella, sin suplicar. Y ya está; allí ocurre todo lo que es necesario que suceda.  

Por algo, la manga se hace estrecha en la salida.

La mujer debe empujar, entonces. Ella debe afrontar con su coraje, la perpetuidad de la duplicación de su linaje; del duradero paseo por la Tierra; por la superficie de la Pacha Mama (madre). Confiada en que su hombre le brindará su amistad y su solidaridad, con forma de caricia arrulladora, infinita. Perpetua… Eternamente duradera. ¿Eso, hoy, es pedir mucho?

EL ARRIBO SUBREPTICIO DEL MAL Y LA TECNOLOGÍA DE AVANZADA

El mar integra La Tierra en una gran proporción. Y es, justamente, por esa causa que no resultó ajeno, en toda su dimensión, a los padecimientos sufridos por el planeta Tierra, completo. El mar sufre y sigue sufriendo, hoy más que nunca, los efectos de la dominación, por parte del hombre, de su benéfica ley cósmica, aunque la misma incluya efectos desconocidos, en su total e interrelacionada magnitud, muchos de ellos misteriosos, hasta para los científicos. Y todo eso fue ocurriendo a partir del avance de la tecnología. Pero aquí diremos, para completar este texto, que a pesar de la pesca clandestina en gran escala, aún en épocas de veda motivada; el volcado de basura desde los barcos, que da por resultado la acumulación de botellas plásticas (y de vidrio) hasta la formación de islas flotantes habitables, soportadoras, actualmente, de fauna y flora; del derrame de petróleo de magnitud potencial, según su causa y muchísimas más; todas maldades obviables, de haber actuado el ser humano con un poco más de conciencia enfocada en su responsabilidad (la que debía haberlo llevado al cuidado de todo el ecosistema), hoy sabemos, que también existen empresas que trabajan para que esto, en el futuro, se revierta. Lo están proponiendo y concretando, utilizando los instrumentos tecnológicos necesarios para solucionar neutralizando, desgraciadamente luego de ocurridos, todos estos hechos bochornosos, producidos por el hombre en perjuicio de los mares. La muerte de especies animales y vegetales, debido a ese flagelo, fue y sigue siendo irremediable. ¿Ha llegado, entonces, la hora de ponerse en marcha para actuar correctamente?

La tecnología, sin normas limitantes, concretó, en general, debido a la imprudencia humana, una gestión que está llegando, a estas horas, a constituirse en preocupante. Todos los derechos promulgados en el mundo: a) Terrenales (involucrando bosques, llanuras, montañas, glaciares volcanes… y minas), b) Espaciales (el aeronáutico referido al espacio aéreo y exterior), y c) relativos a la navegación y uso ordenado de los mares ríos y arroyos, no han mostrado la eficacia deseada. Sin embargo, los ojos de todos los enterados, como ahora lo estamos, de lo que ocurre en la profundidad del mar; de la mayoría de los mares terráqueos, como así también su especial preocupación por el accionar de sus técnicos especializados y de meritoria jerarquía mayor, están puestos en el cuidado de LA NUBE. Ya que todo lo elevado a ella, por los habitantes del Planeta Tierra utilizadores de los servicios de Internet, se encuentra resguardado, justamente en su fondo. Dentro de los cables submarinos (enrollados muchos) del grosor de un lobo marino y longitud interminable, a profundidad considerada insondable. La noticia, para el ser humano común, no es ni buena ni mala, sólo esperanzadora. Y eso, solamente en la medida en que nos ocupáramos de bregar por el buen funcionamiento del mecanismo, por parte de los técnicos conocedores extraordinarios de su manejo. Exigiéndoles mantenimiento sistemático y periódico, para que esa esperanza se convierta en realidad. De esa manera apartaríamos, de nuestra preocupación a esa magnitud escalofriante llamada Tiempo. (La que, según la Mitología Griega explicativa, se come a sus propios hijos). Eso así, para que, al ubicarlo, de manera simbólica, poniéndolo de lado, deje de expresarse, como normalmente lo viene haciendo, destruyéndolo todo.

Estamos en cuarentena, una dimensión tiempo/espacio imposible de definir, en razón de que arribamos a ella de manera intempestiva. Nadie imaginó su llegada y menos nuestra entrada confluente a ella. Desde la incógnita mundial generada, nos llegan los ecos de las voces de los que imaginándose defensores de la Tierra, hablan por ella. Escuchamos sermones interminables endilgando responsabilidades humanas imperdonables, atribuidas y con razón, al manejo inapropiado, por lo exagerado, del ecosistema. Efectuado por medio del accionar, -imposible de controlar por la mayoría de los habitantes; los seres comunes del mundo- de todo lo concerniente a la industria, cuya globalización llevó, a ciertos sectores productivos, a la comercialización a escala planetaria /cósmica.  Y aquí, sí, decimos cósmica porque no debemos olvidar la existencia de las innumerables plataformas y satélites custodios de la seguridad y flotas espaciales ad-oc, que ejercen el control con todos los sistemas de comunicación e información  disponibles puestos en práctica y cuyos resultados: aparatos reales, concretados como mecanismos transformados en objetos valiosísimos, desde el punto de vista utilitario, son ya materia de acuerdos políticos de uso y ultra secretos, por lo riesgos, en razón del intrínseco contenido ideológico, atribuido a especulaciones relacionadas con el ejercicio del Poder Global.

Todo lo referido no nos puede llevar a nosotros, los seres simples de este mundo, a retrotraernos a la edad media cuando, desde los libros de historia, nos mostraban las catástrofes generadas por las epidemias, cuyo efecto, los frailes de algunas de las congregaciones religiosas existentes en aquel entonces, trataban de mitigar mostrándose en actos de flagelación y elevando por las calles sus plegarias al Santísimo. Asumiendo así las culpas producidas por los pecados de la carne y de la mente, cometidos, (imaginarios y/o verídicos, para muchos) causales conjeturales del infortunio.

Los frailes eran pordioseros mendigantes a los cuales la limosna (virtud teologal aconsejada) los amparaba de sus necesidades más elementales, y por ese concreto accionar penitencial, fueron muy bien vistos.

Pero eso del mea culpa expresado por las poblaciones antiguas, no nos puede llegar a nosotros de la misma manera. No nos puede llevar a todos a la misma idea de expresar, hoy, ante la pandemia, el mea culpa orbit et urbi  (global), porque, a la frase/consigna ¡la verdad sea dicha!  (dicha de decir, no de alegría) le responderemos mediante este texto: A los seres humanos comunes, simples, como acostumbramos a llamar a los no poderosos; a los que habitan en el llano, (me asumo como uno entre millones) fuimos llevados, todos, en un principio con la mayor delicadeza; haciéndonos deslizar por la pendiente placentera hasta descubrirnos representando el triste papel de “testigos de piedra”. Y eso que fue concretado con el uso de una manera por demás sutil, casi imperceptible resultó haber sido la fórmula utilizada para que el mundo, hoy globalizado se encontrara viviendo esta especial situación de vorágine social, política, comercial, económica y financiera, exasperantemente insostenible.

Todo, desde su inicio fue generando asombro, al que se sumó prontamente la alegría. Eso fue, cuando el descubrimiento se transformaba en uso generalizado para todos los habitantes a raíz de su sistematización en las grandes superficies urbanas poderosas, en razón de su fuerte economía.

Los científicos realizaban las investigaciones y los descubrimientos, realizados por éstos o por algún observador minucioso signado por la suerte, eran utilizados por los inventores (mecánicos y/o ingenieros académicos o simplemente idóneos) para conseguir llegar, prontamente, a los integrantes de las poblaciones, requirentes que habrían de considerarse beneficiarias.  Y ocurrió entonces que, todo ese conglomerado de personas trabajando en pos de una idea, prosiguió produciendo ese estado de felicidad, el cual, displicentemente y sin demasiados aplausos, el mundo entero fue aceptando. Me estoy refiriendo a los adelantos técnicos y de toda índole que el mundo usufructúa, desde ese aquel entonces: El telescopio, la imprenta, la máquina a vapor y su efecto, por sucesivas modificaciones posteriores: la navegación de nuestros mares y ríos; la aeronavegación; el radar; la radio; el automóvil; el telégrafo; el teléfono con sus adelantos adquiridos, sin pausa, desde las grandes guerras, hasta hoy; la tecnología inteligente para cubrir en abanico todas las actividades humanas, especialmente la sanitarista – laboratorista,  y la concerniente al resguardo de la seguridad pública.

Y es aquí, en este punto referido a los logros, esos mismos que significaron la apertura de puertas a la Zona de Confort, (a la alegría y a la felicidad) donde radica el gran meollo de la culpa. Culpa por dolo -su ingrediente mayúsculo- o falta de atención –negligencia- o simplemente displicencia utilitaria. Y a ella, a la culpa por dolo, es a la que queremos involucrar aquí, para que cada uno de los lectores pueda sacar, luego, su propia conclusión y así poder proceder a endilgársela a posibles causantes del desequilibrio imperante en el ecosistema, causa eficiente de todos los desequilibrios imperantes hoy.

Para ello, deberemos estudiar y analizar -dejando debida constancia- a aquellos que todos reconocemos como: los unos y como los otros.

Al grupo de “Los unos” lo integran los seres humanos comunes (llamados también simples) desconocedores, todos, de las consecuencias de la tecnología utilizada, por ellos, por ser sólo usuarios de la misma; sin injerencia en el manejo de sus mecanismos. Y al de “los otros” lo integran  el grupo de los que sí deben cargar con alguno de estos tipos de culpa, indicados arriba y además con la responsabilidad inherente al hecho de haber introducido en su manejo, cien por cien utilitario, no sólo la intención reflexiva y razonada de hacerlo (dolo), sino también la intención de hacer uso voluntario de la omisión de atención, al agregar a su manejo lo que consideraron necesario  agregar, introduciendo entre otros estrenos, a eso que tácitamente constituye la sanción automática, entre otros recursos (relacionados con el dolo por omisión o displicencia).  Y ello, por haber omitido precaver y precaverse, a su vez, de sus efectos. Efectos que consideraron aleatorios, efectos secundarios, neutralizables (a medida en que se fueran produciendo).

En este estado, ya podemos afirmar que es de público y notorio que desde el arribo de los adelantos, presentados de manera tranquila, casi subrepticia, a la consideración del mundo entero, las voces de la humanidad se alzaron para alabar su llegada y para ofrecer honras tributarias a sus descubridores y hasta a los propulsores (políticos) de su uso masivo. Pero respecto de este asunto, el de las nuevas tecnologías llegadas unas a continuación de otras, y a las cuales todos los habitantes de los pueblos del mundo consideraron como entregadas natural e inofensivamente, debemos indicar, subrayando, que estos mismos habitantes (los de todo el mundo) notaron que si bien ese saber trajo mayor bienestar, las guerras a partir del desarrollo de la mecánica fueron sumando crueldad y la destrucción conseguida llegó a su máxima expresión cuando sectores beligerantes consideraron la necesidad de incrementar hasta el límite su poder ofensivo para eliminar al adversario “endemoniado”, poniendo en marcha la búsqueda de esa arma mortal. Y eso sucedió hasta el momento en que uno de los bandos, descubriendo anticipadamente el secreto concerniente a la efectiva utilización de la liberación de la energía nuclear (liberación hoy potencialmente aumentada), decidió experimentar lo descubierto sobre suelo enemigo.

Los aliados (así se llamaron los vencedores) ganaron la última de las tantas guerras cruentas padecidas, pero con su culminación terminada del todo, quedó bien claro que el origen de las mismas tuvieron su iniciación en las guerras económicas generadas por la unión de ciertos capitales para crear las corporaciones que dieron lugar a múltiples y extraños  monopolios, a la proliferación de los investigadores  deseosos de hallazgos, de saber y de descubrimientos exclusivos, interesados, cada uno de ellos, en cobrar las regalías acumuladas en razón de la globalización del mercado y de la actividad organizada por la ciencia financiera, admirable herramienta puesta en marcha para beneficio de ese sector;  formado por seres humanos reflexivos estudiosos de los fenómenos sociológicos mundiales, como así también de todo conocimiento abrazado y comprendido por ellos y los eruditos académicos. Dentro de este ámbito se trabaja, aún actualmente, con rigor matemático; con rigor de exactitud, fenómeno del cual la ciencia social debe hacerse cargo, a partir de este crucial momento, llegado a los seres humanos a consecuencia del brote de esta pandemia, imposible, por el momento, de detener. 

El capítulo quedó cerrado, de manera natural. Pero en función de la paz, que no dejó de ser requerida en ningún momento, prestando un poco de atención, nos hemos enterado, poco a poco, que los conflictos (multiplicados hasta el asombro) han llegada ya al ciudadano común; a todos nosotros. A nosotros que desde hace tiempo padecemos las consecuencias. Y es por esa razón, y por la imposibilidad de aguantar la vorágine vandálica de obligaciones instituidas, e instruidas legalmente desde la política, -dentro de la cual se halla inmerso el mundo entero-  que nos encontramos, aquí, con el deber de expresar lo poco que conseguimos entender, para lograr contrarrestar la injuria a nuestra dignidad manoseada. 

En este estado, entonces, reconocemos, como verdad, que con el planeta Tierra dividido en Naciones, -administradas por gobiernos cuyos funcionarios ejercen la autoridad- los conflictos se resuelven de dos maneras: a) Por convenios internacionales, dejándose afuera a cuantos no tomen parte de alguno de esos poderes decisorios., o b) Por la fuerza. Pero esta última opción, a esta altura de los tiempos ha llegado a considerarse terriblemente peligrosa. Y ni hablar de la que prontamente afrontaremos con la tecnología inteligente, transformada en arma destructiva de alcances impredecibles para el ser humano común, el llamado simple, utilizador pasivo de la ya imprescindible por lo altamente necesaria, tecnología de la comunicación. 

Que un virus, en una época tan colapsada como la nuestra (en todo el orbe); colapsada porque los ciudadanos de todas partes carecen ya de tiempo para lo que alguna vez conceptualizamos naturalmente como vivir,  nos obligue a quedarnos quietos, en un ahora absoluto, pero sin muerte (salvo los que habrán de quedar como damnificados como consecuencia de su proliferación), nada más que porque este ahora se ha transformado en virtual, ya que seguimos vivos pero detenidos (en todo el sentido que la palabra exprese o pueda desplegar) es algo muy alarmante. E incomprensible, debido a la ansiedad y a la angustia que genera la situación planteada, nada más que porque el ser común vive enérgicamente aferrado a los avatares de la economía y su salud nutricional. En este entrecruzamiento de intereses debe establecerse por pronunciamiento ecuánime, lógico y razonado, cómo ha de desarrollarse este fenómeno, para indicar la responsabilidad, llegándose hasta los inicios, buscando sus causas y sus posibles soluciones.  Las que, a pesar de los niveles técnicos alcanzados por ciertos países, no se han mostrado todavía. ¿El utilitarismo malsano, los esconde?

Y como estando como estamos todos: quietos, acomodados (aunque algunos, sin comodidad) en peceras opacas, con escasez de agua, para aguantar la ahora llamada pandemia, que, por otra parte no sabemos, por qué, ninguno de los administradores nos adelantó cuánto tiempo va a durar (porque un virus es un virus y es ingobernable, el de esta especie) es que sólo nos resta acatar lo que nos dice y nos diga en el futuro, la autoridad gubernamental, y su equipo de idóneos y académicos, instituidos. Autoridad que pudiera estar, ya a esta altura, no sólo equivocada, por mala información, sino también por encontrarse en una situación comprometida. Obligada, acaso, a manifestar, al pueblo, actitudes peligrosas -para su idiosincrasia- como si fueran propias y coincidentes con el criterio de su equipo, pero contrarias, tal vez, a su sano criterio.  ¿Atrapado en una encrucijada con directivas proveniente de una altura mayor o ubicada (dicha encrucijada) en un más alto nivel? Tan lastimosa podría resultar esa situación como la que atraviesan los pueblos inocentes de todas partes del mundo.

¿Que el mundo debía detener, en algún momento, (cuya oportunidad, usando, por ahora, la conjetura, jamás se daría) la vorágine de las economías financieras creadas por tecnócratas al servicio y a la medida de las necesidades de los mercados? ¿Los cuales fueron creándose al influjo de la recepción de capitales acumulados con ganancias de ciertas corporaciones multinacionales monopólicas? ¿Surgidas, estas, en razón de cada una de las necesidades humanas, cuyos frentes amplios, hasta la repulsión, habían creado una trama imposible de desenredar? Eso, era innegable. 

Esa trama, así descripta, nos estaba asfixiando. Tanto, como el virus inmanejable, surgido hace ya un tiempo de la nada o de algo inimaginado. O desde las sombras de algún laboratorio ubicado en algún paraje occidental o del oriente exótico, tan misterioso como para que ni con los recursos usados por la inquisición medioeval, alguien pudiera dar con alguna de las verdades existentes; resabios de las verdades ortodoxas que habíamos usado para dilucidar misterios. ¿Y, entonces…?  Bueno: para qué hablar de los recursos que la tecnología, por el grado de envergadura alcanzado debería haber mantenido agazapados; preparados, listos, para ser usados a favor de la gente, cuando las circunstancias los requirieran. ¿Qué es lo que pasa? ¿No llegó la oportunidad, todavía? ¿O los efectos de la tecnología aún no llegaron al grado de conocimiento necesario como para mitigar este mal desconocido, pero analizable? Lo preguntamos porque sabemos que la gota que colmó el vaso, fue la llegada de un virus altamente contagioso; una cosa real, que siempre se manifiesta con portación de cuerpo.    

Y ocurrió, entonces, que comenzaron a escucharse no la voz sino los ecos en constante repetición de los que atribuyéndole a la Tierra una voz la reprodujeron por amplificadores altisonantes.

Comenzaron por decirnos, -endilgando a todos los seres humanos del mundo, sin discriminar, la responsabilidad de lo ocurrido- que ella, mediante esa voz, sólo trata de enviarnos un mensaje. Y que ese mensaje (desesperanzador porque, en esencia, da por sentada la conjetural desaparición de la humanidad entera) nos está diciendo, con total claridad, su conclusión y, además, instruyéndonos: “Cuando regreses, recuerda que sos mi invitado no mi dueño”.

En este estado de las cosas y a esta altura de los acontecimientos podemos aventurarnos a decir, con cierta autoridad y expresándonos con la amplia libertad que aún creemos tener, que, a ese final de poesía, así redactado, efectivamente lo envió la Tierra. La que, tal vez, en el momento de hacerlo, nos observada, con profunda lástima, a través de los ojos de la luna llena del 7 de abril (20). Y lo construyó, intuimos, sin haberse puesto a reparar, en ese instante, en las muchas maldades, de índole social, sanitaria, económica y política que algún irresponsable, del poderoso grupo de los otros, generó. Las que fueron desparramándose luego por el mundo, sin respetar ley alguna de justicia humana, ni control de ningún tipo. La Tierra envió su mensaje, probablemente, mientras se encontraba sumida en un instante de decaimiento y estupor; estando por demás triste y preocupada. Se sentía explotada; encadenada por las exigencias de los que olvidándose de sus bondades se apropiaron de ella, tratando de dominar sus leyes para violentarlas.

Con la frase final de ese relato que nos envió, conmoviéndonos a todos, ella se queja, desgarradamente: -¡No puedo más, continuar así! -Dice.

Y aunque en su texto no consta claro, sino encriptado, el sentido real de su mensaje, consideramos que se torna necesario, en este escrito, proceder a la extracción (traducción en medio), desentrañando su final de esta manera:

Ella, sabiendo como hoy certeramente sabe, (por experiencia y uso propio de la lógica razonada) que: “Todo pasa como siempre ocurrió para que el ser humano pueda contarlo”, terminó suavemente con un ruego: -Simplemente necesito que, de hoy en más, me cuides. Para que me disfrutes y percibas, como lo vienen haciendo mis poetas, las maravillas que por ti seguiré elaborando.

EL LIBRO Y LA HORA DIGITAL, PROPÓSITO DE AMBOS


El libro -algo concreto- preservó, preserva y preservará, seguramente en el futuro, como lo hizo hasta ahora, la longevidad o persistencia de lo escrito, manteniendo custodiado, a través del tiempo, su contenido, el que se corresponde con todo lo real, ideal o ficcionalmente vivido. Con él ha conseguido el hombre -pensador anhelante y creador prolífero- desplazar hacia delante, es decir hacia el futuro, la línea ilusoria del horizonte temporal, trazada por su propia alma, relacionando, así, funcionalmente, el efímero “ahora” con el más allá de la duración de la vida. La era digital, dentro de la cual los seres humanos nos encontramos inmersos hoy, fue la encargada, mediante su aporte tecnológico, todavía incomprensible para muchos, de transformar en inmaterial o abstracta esa “bíblica” custodia, hasta hace poco de foliatura vegetal.

Aquí debemos detenernos para reconocer que el hombre, valiéndose de la tecnología, escribe y publica en soportes varios y lo está haciendo con inmejorables intenciones. Una buena parte del conocimiento obtenido, se encuentra, hoy, suspendido en la “dimensión virtualidad”, difuminado, desintegrado, atomizado con forma de nube o niebla de rocío o polvo de cristales minúsculos. En la “nube”, es decir en las alturas. Y así parece, (ya que así nos lo imaginamos todos) por cuanto es allí, en lo alto, donde los humanos ubicamos todo lo que se nos presenta como misterioso. Nube, ésta, a la que concebimos deslizándose lentamente y en expansión, envolviéndonos de a ratos.

Pues bien, de ella debemos decir varias cosas: 1º) No sólo que se mantiene, en ese sitio conformando “la nube” concebida por nuestra imaginación, sino, también, 2º) Que, de manera excelente, se encuentra sostenida por “lo tecnológico”, en algún disco rígido gigantesco el cual, funcionando de la manera en que lo hacen las neuronas y otras partes del cerebro humano, al sobrevenir las ganas de saber algo o conocer algo o volver a insistir en antiguos saberes, conocimientos o informes “almacenados” allí, con sólo llegar a activar, de manera correcta, cierto mecanismo, esa sola acción nos permite tomar parte, del ritual mediante el cual se consigue, como por arte de magia, que el acceso, o el retorno deseado respecto de todo cuanto concierne a ese universo, ya sea estableciéndose o reestableciéndose, se cumpla. Y se cumple (somos todos testigos de esa verdad) cuando se produce el reencuentro, de la idea expresada por medio de una frase enviada en su momento a “la nube”, con algo relativamente consistente, concreto y hasta comprobadamente firme, ubicado en la dimensión “real”, como lo es “la pantalla”, en medio de la cual encontramos escrita plasmáticamente (es decir sobre agua) esa idea, luego del requerimiento provocado, las tantas veces que hacerlo fue considerado necesario. Idea, ésta, expresada, previamente, en la frase enviada a la dimensión virtual y de la cual sólo sabemos que fue depositada allí para quedar apresada con su forma delineada ya perdida, movida, borroneada, de palabra no expresada, ni emitida, ni escrita, siquiera. Pero mantenida, allí, en suspenso, en tren de espera, jugando su pasivo rol, sin posibilidad de huída.

Diremos por último 3º) Que esa pantalla, (la generadora y receptora) siempre actúa, de manera natural, en su calidad de “intermediaria”, entre la idea, en estado de preservación y absolutamente cargada de represión (represión al sólo efecto de permanecer obligatoriamente escondida por el tiempo que dure su latente espera), y el papel u otro soporte a crearse en el futuro (impensado, todavía), los cuales habrán de servir, cuando la impresión se concrete, para testimoniar, de manera “real” y “fehaciente”, sobre la persistencia de la existencia de las ideas contenedoras del conocimiento e información, resguardados de ese modo, en la dimensión virtual.

Conocimiento e información que permiten al ser humano ir acercándose paulatinamente a la Verdad. Verdad siempre relativa, considerada por Nietszche como “metáfora conceptual de la realidad” (en constante acercamiento).

Cuando del “saber” se trata, todos anhelamos, respecto de él, un buen resguardo; una sobrevivencia, del mismo, “efectiva”. Palabra, esta última, proveniente de la idea de “acción efectora” o dicho de otro modo: “Acción concreta: la que cobra efecto. Acción contundentemente real, por “efectivizarse” sobre base sólida.

Entonces y por todo lo expresado, sólo nos resta decir, al respecto, lo que ya todos sabemos: 1º Que el ser humano común, práctico conocedor del manejo de la tecnología, carece del grado de conocimiento suficiente, necesario para comprender, en profundidad, las verdaderas claves de las fórmulas cuyo dominio posibilita el control funcional de lo depositado en “la nube”. Y 2º Que actualmente los ingenieros, técnicos electrónicos del mundo entero; investigadores especializados, todos, de modo conveniente, en este asunto, son, quienes se encuentran capacitados, precisamente, para expresar la última palabra y actuar en consecuencia, respecto de los casos que este tema genere. Y que, de entre ellos, son, en realidad, muy pocos los que tienen acceso al ejercicio de ese tipo de control franco. El ansiado. El que garantice de aquí en más el cumplimiento de la hoy declarada sagrada consigna: La de mantener con vida eterna esa información compleja acumulada y ese grado superlativo de conocimiento adquirido, al que, los humanos, hemos arribado. A ellos y sólo a ellos, les solicitamos, puntualmente, que consideren la posibilidad de que ese resguardo resulte rigurosamente efectivo, especialmente cuando la humanidad se encuentre inmersa en algún momento de los llamados “críticos” (Por lo peligrosos). Momentos en los que el papel, por ejemplo, o cualquier otro tipo de soporte, de preservación real y lógico, por causas diferentes, dejen de requerirse.

Amanda Patarca.


A continuación, el ensayo en video:

BANDERA ARGENTINA: METÁFORA DE PATRIA ARGENTINA 

Lo trascendente de los hechos y de las cosas y de las metáforas nacidas literariamente a partir de estos, es decir ese algo más que se incorpora a  ellos para engrandecerlos, habrá de comprenderse mejor con el aporte auxiliar de un simple ejemplo: La Bandera Argentina -jirón significativo del extenso cielo sudamericano- es el orgullo de la Patria mía. Siempre se ha dicho, porque nadie lo ha puesto en duda, que el hecho trascendental es mucho más que un hecho simple; mucho, muchísimo más que  el que se produce y se queda porque no pasa de allí. Por eso el ser humano reconoce y valora lo considerado "trascendente" especialmente cuando logra concretarse a través de un acto voluntario. Tal vez sea así, porque su fe lo lleva, justamente, a creer que los hechos "trascendentes" llevados a cabo por hombres que se han unido para lograr un fin común, son todos buenos. Hasta considerarse sagrados, algunos. La Patria argentina nació como Empresa. Los primeros patriotas creyeron en la idea y en el hecho latente de su creación, el cual, una vez concretado y transformado en acto, adquiriría la categoría de "trascendente" para todos los hombres de buena voluntad, tal como aconteció, creciendo más allá de sus límites, mucho más allá del lugar asignado a su semilla para comenzar a germinar y crecer de acuerdo a su vigor. Esta Patria, así surgida, lograría su propia proyección -la historia refiere que así pensaron sus generadores- para otorgar felicidad más allá de los objetivos de su propósito y de los límites de su propia frontera. Y la trascendencia se concretó el mismo día que el país, abarcando la dimensión material y la ideal ingresó a la comunidad de las naciones existentes en ese entonces, como entidad materialmente constituida por su territorio, su gente, más sus respectivas riquezas, siendo considerada entidad idealmente libre, independiente y unida simbólicamente a su bandera celeste y blanca, entronizada desde ese momento como insustituible;  representación única e inconfundible del país recién nacido. Sabemos todos que fue en 1810 cuando esta Patria nuestra inició su propia trayectoria. Sabemos también que ella, con el correr del tiempo y trascendiendo siempre con los hechos de sus hombres buenos, llegó por fin a nosotros para abarcarnos con sus instituciones, cobijarnos bajo sus leyes, ubicados nosotros a la sombra de su bandera que es nuestra como lo es nuestra Patria, la hoy República Argentina y mantenernos unidos entre sí (aunque de esto último no nos hayamos dado cuenta, todavía). Unidos aunque nos encontremos, como hoy lo estamos, inmersos en la presente expectativa de tenor existencial, de la cual la lógica nos dice que habremos de salir, sin embargo, respondiendo a la ley de sobrevivencia natural, remando hacia adelante, para ingresar al río propio hoy desbordado, dentro de cuyo cause sus aguas, transitando sin titubear fueron marcando el lecho, nuestro lecho, el trascendente lecho generador de la argentinidad. *Argentinidad que todos deseamos mantener sin desmantelar. Y los primigenios patriotas al emanciparse como consecuencia del paso del tiempo y de la experiencia acumulada, cumpliendo con la ley natural constituyeron una nueva familia. Y Dios estuvo con ella y la razón adulta del pueblo nuevo prevaleció y los ideales premonitorios, adelantados o anticipados por sus hombres se vieron cumplidos cuando, aún sin escudo ni emblema ni bandera, nuestra patria nació. Eso sucedió, exactamente, cuando el cordón umbilical que nos unía a España -el que naturalmente, en el devenir del tiempo, suele escindirse solo- debió  cortarse cruenta y hábilmente para comenzar a detentar la identidad que hoy poseemos y que no queremos perder. Bandera: Recitando, decimos de ella los sentimientos que genera por sobre todo su nombre y los adjetivos calificativos con los cuales su imagen cobra vida. Blanca y celeste, del color del cielo. Del sol nacida, que me ha dado Dios. Que me ha dado a mí y a todos los argentinos que como yo nacimos sobre este suelo argentino o como muchos otros, venidos de otros lados, quisieron habitarlo como hijos suyos o mejor dicho, como hermanos nuestros. Si a esto unimos las sugerencias que su nombre: "Bandera" nos otorga, llegaremos, sin obstáculos, a su esencia determinativa; a su significante. Veamos: Cuando hablamos de "Significación" nos estamos refiriendo a la señal de una causa antecedente, por medio de la cual es posible explicar una cosa. Cuando hablamos de bandera, nos estamos refiriendo a algo notable; a una señal o a una divisa, divisable por supuesto. Al adjetivarla calificándola decimos: Bandera amada, inmaculada, defendida, custodiada, observada, siempre, en las alturas de los mástiles, acariciada por el viento que no sólo la entretiene a ella sino que además nos invita a todos a observarla en movimiento. Bandera, gloriosamente resguardada por el cielo y mantenida allí, desde el inicio de los tiempos, anteriores a su puntual y determinada creación, ya que aún, sin soporte de lienzo, éste cielo nos la muestra de manera natural, con sólo levantar nuestra cabeza en esos días de sol, claramente iluminados. Hablaremos de Bandera como "Expresión" de nuestra Patria La que antes del lucimiento de su Bandera como estandarte, para distinguirse de sus enemigos los combatientes se expresaban con el Santo que cada día el General o Jefe daba a su tropa, conjuntamente con la seña correspondiente a ese día. Ej. San Roque o San Agustín o San Juan Bautista o Ave María Purísima, decían, mostrando la palma de la mano en alto o los dedos en cruz, al identificarse. Hablaremos, entonces, también, de la incuestionable necesidad de la creación de una Bandera identificatoria. Notemos hoy, que debido al carácter transitivo de la trascendencia que cada cosa con ese carácter, conlleva dentro de sí, la principal expresión identificatoria luego del nombre de los ciudadanos o, dicho de otro modo, de los abrigados, tapados, custodiados, defendidos, cobijados por nuestra bandera, la celeste y blanca, la constituye, sin lugar a dudas, la nacionalidad. Es que nos albergamos bajo la sombra y al amparo de nuestra bandera para expresar exactamente quienes somos. La demanda sobre la nacionalidad, equivale a la pregunta: ¿Bajo que bandera te proteges? o ¿Qué bandera garantiza tus derechos estableciendo, coincidentemente, tus legales limitaciones? ¡Cómo no exaltarla, representando, ella, lo que representa!  ¡Cómo no defenderla si es a ella a la que los corruptos denigran cuando se portan mal, aprovechándose de las oportunidades que el poder les otorga! Yo amo la Bandera de mi Patria porque mi Patria me ama, expresándome su amor con su bandera en alto. La misma que me insta, obligándome a servirla dignamente, desde cualquier lugar en donde esté ubicada. Bandera en alto que significa Patria en acción, en movimiento, generando nutrientes, elaborando el trazado constante de la trayectoria del camino a recorrer por sus habitantes y ciudadanos protegidos. Patria y Bandera. Una y otra ya se confunden en el abrazo amoroso envolvente y disipante de cualquier tipo de límite. Hablaremos por último de la Bandera significativa: Significativa de la  conmovedora existencia de la Patria nuestra; extraordinaria, fecunda y vibrante idea movilizadora. Y lo haremos así: Recordando, un poco, lo que sabemos todos: Cuando Belgrano se dio cuenta, en 1812, que las Provincias Unidas del Sur no tenían bandera, sugiriendo inmediatamente a las autoridades del Gobierno central su impostergable creación, al izarla por primera vez, frente a las barrancas del río Paraná, sin haber recibido autorización para hacerlo, ya tenía bien en claro que el ser anhelado de la Patria nueva, única, diferente, insustituible e inalienable, ya había nacido y se encontraba en marcha. Patria: Bien abstracto o ideal como lo es también la osadía, la dignidad, la justicia, el orgullo del ser nacional representado por ella... Dignidad orgullosa del ser argentino, la que nos obligará por siempre a neutralizar astutamente la malicia subrepticiamente agazapada, con todo el cúmulo de las herramientas, democráticas de las que honrosamente disponemos, por legado de muchos de sus hombres públicos. Razones para hacerlo no nos faltan. Sólo debemos prestarle atención para poder encausarla y asistirla hasta sanarla, sin desfallecer ni abandonarla jamás. Entonces... ella, nuestra sagrada bandera; la entronizada en nuestros corazones como representación, símbolo y expresión del "ser argentino"; la que hoy exaltamos en su día, recordando con ella a su creador, muy posiblemente, buscando sorprendernos una vez más, habrá de convocarnos, especialmente a los que aún nos mantenemos inteligentemente alertas, atentos y vigilantes. Y nos sorprenderá seguramente, invitándonos a participar diariamente en la ceremonia de su consagración. Consagración por transubstanciación que, al concretarse para otorgarnos certeramente el convencimiento de que la inseparable identidad Patria-Bandera existe dentro de su genuino simbolismo, deberá ser laica, secretamente anímica y por sobre todo, renovada ad infinitum. 

¿POR QUÉ ESCRIBIMOS?


Artículo para los Relatos de la revista literaria española Aristos Internacional.

1.-) Ejemplo ficcional.

-Distancia es lo que necesito.

Este sentimiento que me corroe el alma será la causa de mi perdición: me encuentro embargada por una sensación atroz de incertidumbre.

Me refugié en la lectura de obras de autores clásicos; literatura garantizada, de la buena dicen. Pero fue en vano, ella solamente puede acompañar y, tal vez, distraerme; jamás podrá solucionarme este problema vital que me invalida. Sin embargo, mientras pienso esto tratando de escribirlo de algún modo, siento que me voy reconstruyendo. Y si tuviera que conceptualizar, en este instante,  esta sensación, que fluye desbordada desde mi profundidad,  llamada angustia, lo haría, ya, en tiempo pasado. Porque, al fin, pude transferir, ¡para mi bien y por un rato!, mi problema  existencial, a las palabras de este texto. De golpe me ha invadido el imperativo categórico de traducir describiendo con palabras escritas, provenientes de mi adentro, generadas en mi entraña, el vacío que carcome invalidando al que está solo y se siente como un perro de la calle, invadido de parásitos y sin comida. Las garras que apretaban mi garganta haciéndome temblar; el vértigo con náuseas contenidas seguidas de estertores inquietantes y la idea de agonía como preludio de muerte, ya han cesado. Recobré la libertad. Me han crecido alas para volar con la imaginación a donde quiera. Y asida a esa libertad que nació coincidentemente con el uso del lenguaje, que otorga la literatura purificadora, necesario para el logro del nacer de nuevo, puedo afirmar que dominé mi angustia conjugándola, en este, mi caso, escrita en tiempo pasado. Eso, aun siendo consciente, como lo soy, de que las perspectivas de otros ojos avizores, pertenecientes a espíritus sensibles, seguirán coloreando, sin duda, otros textos producidos, concretando multifacéticas seducciones. ¡Viva la palabra escrita con ansias de salvación! ¡Bienaventuradas sean! Porque ellas, por ahora, consiguen, mediante su resguardo en cajas o libros, trasladar, deslizando un poco más allá del horizonte temporal -vislumbrado por el hombre- la línea terrenal concerniente a la perdurabilidad de la memoria de los hechos y de las cosas producidas por los hechos. Fenómeno estable, aún incomprensible. Amplificador consciente del espacio límite existente en la vanguardia del destino de toda cosa inerte y en especial de la palabra escrita en base sólida, atesorable. Entonces… ¿Habrá de ser posible, algún día, comprobar la certeza de que dentro de ese espacio amplificado, la palabra escrita cobra vida, en el mismo instante en que el lector futuro la ubica entre sus ojos, para iniciar, del texto, su lectura?   

2.-) Algo como esbozo de Teoría.

Un pragmático deseo: “Que la realidad se afirme”, nos domina al evocar. Sin embargo, el recuerdo desde su sitial en la memoria, nos influencia sugestionándonos con su resabio acosador: “la duda”.

Es que la bruma acumulada entre el hoy y el pasado nos insta a fabular de manera involuntaria.

A veces, sin el beneficio de la duda, aquello que se presenta como recuerdo no es más que alguna forma de sustitución. Y allí, en esa instancia, cuando el autor busca afanosamente dejar algún testimonio escrito, es, justamente, donde comienza la literatura.

Por todo eso y a fin de ordenarnos en la prosecución de este análisis, enumeraremos, entonces, los recursos, que son variados pero afines. Veamos: recuerdo, memoria (como campo de abordaje), realidad, nostalgia, ficcionalidad conmemorativa relativa y parcial como efecto necesario ineludible, consecuencia del aporte creativo en el tratamiento del relato evocador. Relato que deberá contar, para progresar como página literaria, con una intención, generada por el autor de la obra; detalles inobviables, sintetizados en dos ítems: perfección conceptual y belleza estilística. Ambos, desde sus cimientos soportadores de estructuras. Intención que puede aparecer, a partir de esa primera instancia, imprecisa: 1º) Como conscientemente proyectada, desde el instante inicial de la puesta en marcha del texto, y/o 2º) Fluyendo de manera instintiva, a medida que el escritor va progresando en su elaboración.                                                               

3.-) Complemento como final no acabado, para adquirir oficio. Diferenciada de la consigna formulada por Aristos para establecer motivaciones. De entre las cuales podrían citarse algunas: a) Reparación de una injusticia. b) Venganza. c) Anhelo de reconocimiento, notoriedad dentro del ámbito artístico. Sabemos que podrían ser muchas, contarse por miles. 

La palabra consigna la tomamos todos, aquí, como sugerencia para tener en cuenta al encarar la elaboración de futuros textos. Por ejemplo: En nuestra asamblea, muchas veces dimos como posibilidad de uso tres palabras que debían estar contenidas en el texto (corto, mediano o largo), a concretar. Las palabras pudieron haber sido: Puente, zanja y autopista. Para trabajar como ejercicio didáctico se respetaba la consigna dada, si era única, o las variadas consignas si eran muchas. Cada uno de los futuros escritores elegía una, integrada por las tres palabras propuestas y trabajaba componiendo un texto cualquiera para tratar de cumplirla. En este caso, lo que en nuestra Asamblea se  envió como consigna fue una propuesta en la cual, a mi entender, cuando se trabaja literariamente, en relación o en función de una evocación, con todos los recursos disponibles provenientes de la memoria -como campo de acción y abordaje-, siempre existirá una distorsión respecto de lo recordado y allí, digo -según mi criterio-, comienza la literatura de ficción porque la creatividad va forjando, contaminado, el resto del texto. Algo conocido y recordado por muchos puede ser una obra que genere el asombro de los innumerables testigos que ese hecho tuvo. Muchos de los integrantes de nuestras Asambleas, por ejemplo, con sus evocaciones, conocidas muchas de ellas por todos nosotros, al leérnoslas, sin embargo, nos llevan, sin generar reparos, al asentimiento, a la crítica -si no vemos el hecho desde su mismo punto de vista- o al sombro por el encuentro de palabras que embellecen las circunstancias o situaciones traídas, por esa evocación, al hoy. Y siguiendo un poco más  con esta sugerencia, que ninguno quiso denominarla “deber”,  debemos decir que escribir ficción pura es otra cosa, muy difícil de hacer, porque siempre el espíritu humano, con su carga vital, acecha arrinconado para introducirse en cualquier descripción, sin nosotros darnos cuenta. Carga vital sería la que llevamos escondida en nuestra mochila en cada punto del ahora, (soportadora del propio peso del presente). Carga vital personal, propia, intransferible. Esa, la que llegó a ese punto nutrida por los hechos de los cuales tomamos parte o no -referenciales, por ejemplo-. Pero que de alguna manera posibilitan la concreción de los recuerdos. Los cuales desde el principio de los tiempos históricos, a partir de la huella dejada en la memoria, cimientan nuestro empuje para proyectarnos, enérgicamente, hacia el porvenir. 



En la consigna formulada por Aristos, y dirigida a los integrantes de su equipo, traía aparejada la búsqueda de una intención motivadora. He aquí, arriba, la mía.

https://aristosinternacional.com/relatos-por-que-escribimos/?fbclid=IwAR0vWU8-aOndwbkEl0d6Lub3Jij0XZbrpC-7Sw7Du92HcdNFYHSk-aXxhnA


VIDEO: LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL “LOS NIÑOS SABIOS”

PONENCIA: TRABAJO SOBRE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL “LOS NIÑOS SABIOS”

Vamos a comenzar diciendo algo que por obvio debemos esforzarnos por recordar: a) Que la “habilidad” concierne al cuerpo, a lo concreto  y que el “ingenio” concierne a la mente, al alma, al espíritu, es decir al mundo de las abstracciones. Y seguiremos con lo que Juan Carlos Merlo dice acerca del libro, cuando afirma que “el libro es una máquina de leer”. 

Ya con esto podemos continuar con “la palabra” y estaremos dirigiéndonos al tema: Una palabra nueva es un mundo nuevo ya que por encima de su significado y su valor como palabra se encuentra lo que llamamos “su sugerencia”. Sabemos que la palabra “nombra” -capta lo nombrado y el que la usa consigue que los otros le respondan con diferentes actitudes- De allí la  alianza o cercanía que mantiene con la “magia”. La expresión “Palabra mágica” nos induce a pensar en “cambio de actitudes a partir de su emisión”. b) La lectura, luego del desciframiento y la traducción de los símbolos visuales y auditivos, debe terminar en la comprensión para ser “lectura”, c) Vamos a separar lo que es “ATRIBUTO”, aptitud intrínseca con la cual se nace, de eso otro que es la “CAPACIDAD”, a la cual se llega en calidad de resultado, luego de someterse el ser humano, cualquiera fuera la situación concerniente a su madurez, a un entrenamiento cuyo punto final lo podemos situar en el arribo a la “TRANSFORMACIÓN”.  d) Afirmamos, sin dudar, que el “niño” no es más que un “germen” que tiene los atributos de los mayores, pero sin sus poderes. No puede, debido a su incapacidad, usar su cuerpo libremente ya que carece de habilidad. Ese germen no ha llegado al grado de crecimiento al que se encuentra destinado por cuanto es “ignorante” ya que carece de “ideas adquiridas”. El desarrollo de la educación se basa en dos nociones fundamentales: Desarrollo de los “atributos” para que con las capacidades adquiridas se torne poderoso (madurez del cuerpo coincidentemente con la de la mente) y la adquisición de experiencia la cual es un “proceso” con cuyo aporte se provee al niño de recursos por medio de los cuales se descubre, acrecientan y perfeccionan las ramas del conocimiento humano.  Y esto tiene que ver con el ambiente o estrato social en que se encuentra y con quién convive, además. e) Vamos a establecer qué es lo que se entiende por “estilo” diciendo que es la forma con que se maneja un escritor para comunicarse mediante la acción de escribir, utilizando todos los recursos “de forma o estilísticos” que crea conveniente utilizar para que el receptor (en este caso un niño o un joven) no solo capte sino que comprenda lo que, el escritor, quiso decir, con el texto. Por lo pronto debe tener bien presente el estado de desarrollo de este tipo puntual de receptor, para luego largarse, instintivamente, a escribir, con todos los recursos con que cuenta y ponerlos, entonces, a disposición del emprendimiento, para conseguir que ese alguien “lea”; para conseguir su “captación” que significa esfuerzo, por parte del receptor, por “tomar”,  “agarrar”, “atrapar”. Y esto, sabemos, se logra o no se logra. Se logra cuando “el que escribe se adentra en el clima que el niño o joven vivencia”, buscando resaltar el mínimo grado de belleza que ese receptor, dentro de ese clima, perciba.

Merlo, quién decía del libro que es una máquina, dice, respecto de esto, muchas cosas más, habla  de con-vivencia por la simpatía (simpatía en medio, única y compartida al concluir el fenómeno). Esa misma simpatía que el posible lector le despierte, al autor, para lograr, con su texto, el punto de unión entre los dos, y la simpatía que al lector se le despierte a favor del autor, luego de comprender el mensaje emitido. Ya que ambos deben encontrarse unidos en eso que se llama “la diversión imaginaria”, la que pretendemos aquí explicar diciendo que  se corresponde con un compartir. Compartir, exactamente, el fluir de significaciones provenientes de las palabras ya acomodadas en frases.

La obra literaria sólo por ser literaria, sabemos, inquieta, moviliza, cambia, produce efectos impensados. Ahora bien ¿Qué función cumple o desempeña el poeta y escritor productor de libros infanto juveniles, en este, nuestro tiempo? Podemos acercar una respuesta diciendo que la interpretación de algunas realidades humanas siempre brinda a quienes las leen una apertura de mente, cantidad de cuestionamientos y búsquedas de soluciones y esperanzas de cambio cuando de eso de trata. Además, enseña al niño  y  al joven a lograr paulatinamente y sin sometimiento de ningún tipo a ser  él y solo él mismo, separado de todo lo que significa lo demás.

Muchos de nosotros, los analizadores de este fenómeno literario puntual,  a lo  largo de nuestras vidas hemos prestado singular atención al “manejo” que, a través de la literatura, se hizo y se sigue haciendo de los niños, seres no maduros aún  y en estado de crecimiento anímico-corporal, debiéndose agregar que este manejo también se concreta, hoy,  con  intervención de medios audiovisuales, los que han invadido la totalidad de los espacios, públicos y privados. Y decimos  “manejo”, en primer lugar, insistiendo en la palabra, porque últimamente el revisionismo histórico literario asegura que ciertos tipos de fábulas, leyendas narraciones folklóricas y cuentos, han quedado cristalizados en conceptos y significaciones que distan de las necesidades que actualmente inquietan a nuestros niños y jóvenes.  Los revisionistas pugnan por un cambio de actitud del adulto frente a ellos y del objetivo respecto de la acción de instruir, construir, formar, informar y entretener. Cambio que, así aseguran, deberá sobrevenir a partir del perfecto conocimiento que se tenga de la cantidad de información, la dejada últimamente por los mayores a merced de los jóvenes y niños sin ningún tipo de reparo para ser, luego (por delegación) “manejada” por éstos. Paradojal manejo que toman en sus manos esos seres todavía faltos de terminación, a partir de la observación de los degradantes programas televisivos actuales a cuyos contenidos  se los somete permitiéndoles el acceso a los mismos o luego de utilizar, sin ningún tipo de traba, no sólo las máquinas generadoras de escenas violentas, activadas con los programas denominados “jueguitos”, incorporados a las computadoras, sino también las atractivas propuestas de conocimiento “indiscriminatorio” a las que esa misma niñez directamente accede, “bajando” de Internet de manera natural, cuando lo cree conveniente.  

Con todo lo dicho, podríamos llegar a demostrar que existen dos formas precisas, contundentes y esenciales de concretar ese manejo. Y lo haremos con el ejemplo del accionar de un automóvil: Si se lo maneja con prudencia, como medio idóneo para facilitar una travesía, el que lo comanda, conjuntamente con toda la tripulación que lleve consigo, llegara al lugar de arribo o de destino, con felicidad (sin demasiados inconvenientes). Pero si se lo maneja con imprudencia o con “astucia ” que es otra cosa muy distinta, y hasta diríase utilitaria, ya que sirve, a veces, para distorsionar, neutralizar y hasta para suplantar valores ya adquiridos los efectos inimaginados de ese arribo habrán de resultar, sin duda, siniestros no sólo para los menores que toman parte de esa tripulación sino también para los que solventando y apoyando el viaje de manera entusiasta, aunque sin participar del mismo, delegaron en la persona del chofer el futuro destino de sus hijos, sin darse cuenta del peligro al que se los sometía, una vez dentro del vehículo. ¿Qué es lo que está sucediendo, ahora, para que los revisionistas como así muchos de los defensores de la literatura clásica, aseguren que los cuentos y fábulas infanto-juveniles resultan, hoy, obsoletas porque “sometían”, aunque “sanamente”, reprimiéndolos subrepticiamente en su carrera hacia la libertad? Los medios audiovisuales tienen un objetivo claro: modificar comportamientos. Lo sabemos hoy por experiencia acumulada. Y como ahora es el ingenio (recordemos la palabra mente) el que se encuentra en juego en relación con niños y adolescentes formados bajo el influjo de las condiciones impuestas por los medios audiovisuales, los choferes organizadores de viajes, manejadores profesionales, amparados en el sagrado concepto de la defensa a ultranza de la libertar de expresión  conducen a los menores de padres desprevenidos a absurdos destinos impensados (terminales desconocidas). A eso no se le llama “derecho a la educación a través del conocimiento programado” sino “abuso de confianza” figura jurídica que se aplica hoy más que nunca a la actividad del “terrorismo” por obvias razones.

Decimos: también, pero en segundo y último lugar: “manejo a través del recurso de la literatura”, porque es en la literatura donde confluyen la psicología y la psicopedagogía, las otras dos disciplinas necesarias para evaluar y avalar  ciertas conductas y también establecerlas. Conductas que dependen del carácter del menor actuante, carácter que, siendo pasible de orientación, se forma, por encima de todo los elementos que habrán de influir en su definitiva concreción, sin prescindir del entorno circunstancial ni de la edad mental por la que se desliza el protagonista. Los mayores pretendimos, desde siempre -desde el inicio de los tiempos- y de buena fe, construir e instruir a los menores en estado de formación dando por sentado y a salvo, por obvio, lo que por construir e instruir significamos, contándoles a nuestros menores, cuando deciden escucharnos o leer con detenimiento,  de nuestras peripecias por la vida, al mejor estilo viaje, transfiriéndoselas según el grado de conocimientos (no de información) que fueran éstos adquiriendo, con toma de razón incorporada. 

Esa forma de “domesticar” inculcando valores para el logro de un comportamiento personal en armonía con los otros, los prójimos; “prójimos” a los cuales los adultos individualizamos descubriéndolos como: “seres dispuestos a ayudar a quién lo necesite”, nos fue muy bien, atento a que la literatura dio para todo. Para evolucionar y demostrar que serviría, con el correr del tiempo, como nos sirvió, en grado sumo.  Pero… respecto de eso, hoy, creemos que habría que agregar un capítulo más a lo hasta aquí analizado. Un capítulo que involucre a los medios audiovisuales, como depositarios de nuevos contenidos. Ya no más candorosas fábulas  de inocentes mensajes encubiertos. Al niño moderno se le deberá hablar con lenguaje contundente, si es eso a lo único que aspira por efecto de la comparación y posterior emulación. Buscando la fórmula con la que se consiga contrarrestar, de a poco, las riesgosas circunstancias  dentro de las cuales se encuentra hoy expuesto. Es que, evidentemente, este tipo de literatura delicada, dirigida  a los seres humanos en desarrollo sirvió,  y  muy bien: 1º): Para que el niño al fin comprendiera que en su inicio fue el vientre de su propia madre el que lo cobijó y aunque en un primer momento referir esta historia verídica dio un poco de vergüenza como consecuencia de los tabúes que el ejercicio del sexo imponía, actualmente los niños saben muy bien cómo es que los hijos llegan al mundo. 2º) También sirvió la literatura, fábula, leyenda, proyección folklórica, relato, cuento o novela, para establecer la diferencia entre lo interno y lo externo en el desenvolvimiento de la vida humana. Que una cosa es el “viaje” que la experiencia del ser humano adulto le transmite al, todavía, no adulto, marcándole lo que fueron sus propios caminos interiores para arribar a los “objetivos anhelados” (espacios anímicos, abstractos) percibidos sólo por la mente y dados a conocer como testimonios de vidas; y  que otra cosa, completamente distinta, es el otro viaje, el que la experiencia del ser humano adulto le transmite, al aún no adulto marcándole, describiéndole lo que fueron sus caminos exteriores. Ámbito, éste, que debemos tomar en relación directa con dos situaciones diferentes: a) la concerniente a esa primera instancia, la de su alojamiento dentro del útero materno, (relativamente exterior) y b) En relación o en función de esa segunda instancia, concerniente a todo ser humano vivo, como lo es el necesario deambular, primero por dentro y luego por las afueras de su casa, para constituirse y fundarse como ser humano terminado. Allí, en el exterior, es donde deberá conocer el auténtico miedo, la auténtica tentación, surgida del deseo, el verídico peligro que acecha en la intemperie del “bosque” cuando el custodio del aún incapaz (niño o adolescente) no lo defiende porque no está en él hacerlo. Acaso por no existir o porque gusta de hacerse el distraído por desidia, ignorancia o comodidad, como lo vienen haciendo cientos de miles de custodios de menores, en épocas actuales, de guerras, post guerras o de miseria generadora de flagelos como la droga y la prostitución, frutos de la falta de trabajo para los que lo requieren, especialmente en épocas de consumismo desbocado. Generador de envidia y frustración en sus protagonistas. Y todo, producto, a su vez, del desequilibrio generado por las innumerables crisis financieras provocadas por intereses ambiciosos inmersos en el mercado global, a partir de la llamada economía abierta, instaurada sin su contra cara: los organismos de control. Y, en este estado, debemos mencionar, finalmente, pero como elemento no menos importante, el desinterés actual de las masas, carenciadas, desposeídas por completo del mínimo grado de conocimientos exigidos al hombre en su preparación para la lucha cotidiana por la prosecución de su vida y que implica un bregar constante por una supervivencia digna. Digamos que ese desinterés, el generado, tal vez, en la “imposibilidad” total y absoluta de sus integrantes no sólo de encontrar solución a su estado de necesidad constante sino, además, de conseguir marcar la diferencia entre lo interesante y lo indiscriminado (como consecuencia de su falta de conocimientos adquiridos) movilizado, actualmente, por políticos sagaces se ha trasformado en un fenómeno social de consecuencias imprevisibles, y por esa misma causa merecedor de estudio, investigación y análisis. 


II.- Actualmente esas masas informes y valetudinarias, se han constituido en verdaderos ejércitos de clientes activistas políticos, perceptores o recipiendarios de beneficios mínimos a cambio del voto favorable para su patrón benefactor, amparadas demagógicamente, por gobiernos agradecidos por esa actitud de sumisión surgidos, en principio, de manera democrática, pero que con utilización posterior de metodología perversa consiguen, luego, la perpetuación en el poder de las  autoridades elegidas. Menudo problema genera esa masa inconmensurable, conformada por los que, hoy, exigen tolerancia hacia ellos, los que, a causa de su ignorancia desaprensiva, desconocen lo que significa el respeto por el “hombre” y sus normas. En fin, masa absolutamente apartada de las bondades que con este tipo de literatura especializada pretendemos, los escritores, conseguir. La generada para educar, instruyendo al niño para transformarlo  en hombre cabal, en persona de bien. 

Pero… debemos aceptar, aquí, que los adultos, al pretender obviar en “todos nuestros niños” las desagradables sensaciones, nos descubrimos como lo advierte el revisionismo -y como lo advertimos también nosotros mismos- sometiendo, sofrenando, reprimiendo de antemano y de manera solapada, a ese ser cuya formación se encuentra en nuestras manos justamente por medio de este tipo de literatura. Nos descubrimos obligándolo, además, a transitar, sin atenuantes ni posibilidades contrarias, su etapa de incapacidad, en contacto con nosotros, sus constructores, los que, amparándolos, respondemos por él entregándole constante y naturalmente en forma de parábolas, de paralelismo y de metáforas un sentido figurado de la vida para que la vaya entendiendo y comprendiendo (lógica en medio) como lo que “es”: un algo similar a como nosotros, que así la sentimos, se la presentamos; un lugar de contienda, por cierto, en donde el poderoso (niño o adulto actualmente) se impone al débil y en donde el débil sólo puede salir airoso con la utilización de un alto grado de astucia. 

Con esto llegamos, en nuestra búsqueda, a un punto concertante; una parada extrañamente revolucionaria por medio de la cual trataremos de explicar cómo la civilización, esta civilización occidental y cristiana, ha dejado, últimamente, apartada, sin contar y sin voz, a una considerable parte de la población mundial. Punto al que hemos llegado con la utilización asidua de dos frases representativas de la crisis a la cual se llegó a partir de un gran cambio. Cambio, sin embargo que no llegó a involucrar, todavía, a todos los hombres. Nos estamos refiriendo al cambio tecnológico que diera lugar a la frase, de neta raíz peyorativa, con la que reciben, en los bancos, los cajeros de mediana edad a los incluidos en la generación de adultos, desconocedora del manejo de la computadora y de internet. Les dicen: “Si Ud. no sabe por su propia cuenta valerse de la máquina de operaciones automáticas, acérquese a esta ventanilla acompañado por un joven”. Podríamos detenernos allí, en la crítica puntual pero, acto seguido, se nos ocurre que deberíamos agregar otra frase elaborada también para ciertos receptores, a nuestro entender un poco más peyorativa, tal vez, que la enunciada anteriormente, porque va dirigida a ciertos padres jóvenes aún, de  niños o de adolescentes, por supuesto no maduros todavía para la vida cotidiana, pero sí entrenados, muchos de ellos, para delinquir y sembrar el mal ejemplo entre sus compañeros, de la clase y de la calle, como consecuencia de la experiencia absorbida dentro del ambiente en donde se encuentran inmersos. La frase en cuestión constantemente se encuentra dirigida a esos padres que, por lo general, padecen su grado de ignorancia con humillación (que es la contrapartida del orgullo) y que viven internamente ese flagelo, el de la poca instrucción adquirida, como consecuencia del abandono anticipado de sus propios estudios y en razón de la pobreza miserable, padecida dentro de sus propios ámbitos (familiares o de los otros en donde el abandono de todo lo emprendido o a emprender, allí, es lugar común). Y que por compartir esa humillación con muchos de los que se mueven en ese ámbito, no pueden pedir a otro, alguien que sepa más, que colabore con ellos en la tarea que se les ha solicitando. Pues bien, esa frase repetida y fastidiosa para ellos es: “Ustedes, desde sus casas, (deben ayudar a sus hijos en sus deberes para reforzar lo enseñado por los maestros. No puede ser que lo que aprenden los niños en las horas de clase se lo olviden cuando salen a la calle o al ingresar en sus mundos”. Aquí se hace necesario preguntar: ¿Quién es el que puede dar a un prójimo más de lo que lleva internamente en calidad de bagaje educativo? ¿Por qué, entonces pedirle a esos padres algo que, sabemos, no pueden dar? ¿Por qué permitirle a un niño o a un joven, no formado aún, que maneje una situación cuando no debe hacerlo? Ese niño, el que sostiene el futuro de una mayoría demasiado extendida en América, sin haber podido contar con la positividad de la audición o la lectura de los “cuentitos”, ya sabe más, sin embargo, del mundo hostil circundante y sus necesidades concretas, que su madre, que su padre y  mucho más que el delincuente que, por lo general, lo explota transformándolo en arma de criminal calibre. 

III.- La escuela debe entregar TODO SU ESFUERZO para contrarrestar con todos los recursos disponibles tamaña desgracia. La nueva literatura infantil y juvenil actualizada deberá  cumplir, ciertamente, con su sagrada parte.  El menor sabe que es una herramienta y más que una herramienta un arma, de sus seres cercanos o no tan cercanos pero siempre queridos, como lo expresó un niño delante de mí, en los Tribunales de Menores de San Nicolás, Jurisdicción de mi domicilio particular. El caso fue así: Al requerirle el Juez  los motivos por los cuales le había robado una alhaja de oro a la señora (mi amiga) la que un año antes se había constituido en guarda de él, por ser menor y abandonado, le contestó “Porque mi mamá es pobre y no tenía nada. Por eso yo le di lo que pude conseguirle.” Así y todo,  la señora guarda, a quién yo acompañaba,  encontrándose, como se encontraba, ante un pequeño ladrón por amor, retornó con él a su casa, a pesar del peligro que ese niño representaba para su economía. Con altibajos creció relativamente, hasta que siendo ya mayor se marcho a afrontar los peligros del mundo, constituyendo, él mismo, un peligro en potencia. Aquí, este hecho me trajo a la memoria el cuento “Sansón” de Javier Villafañe, autor estudiado por Bettina Caron en su ensayo “Los sueños de Javier”: Sansón es el perro de don Tomas un avaro que tiene un peral del cual no ha regalado nunca a nadie ni siquiera una pera. Don Tomas educó a Sansón para defender gruñendo y mordiendo a quien intentara acercarse al árbol. Pero el perro, por amor a un niño, descuida su obligación permitiéndole a ese niño que coma peras. Sansón, por último, por esa causa es echado de la casa, por su dueño. En la vida real como en el cuento se plantea el tema de la identidad, de la elección y de la respuesta positiva frente al afecto. El ser frente al deber ser. Ambos protagonistas han cambiado la seguridad de su posición social por la aventura y por la incertidumbre ubicando al amor por encima de todos los demás valores o sentimientos. Al cuento lo terminaron los niños oyentes, expresando cada uno su propio “deber ser”, justificando, por supuesto, a Sansón. No debemos olvidar que Javier Villafañe fue titiritero.

Ese tipo de niño, el de la historia real, si no sigue instruyéndose o estudiando para ampliar su alma coincidentemente con el ensanchamiento que, de las proporciones de su cuerpo de manera natural y sin él notarlo, le ocurran,  poco va a ser lo que leerá o escuchara en su vida -prestándole la debida atención- tendiente al logro de un cambio hacia lo positivo, desde su precaria situación. ya que pocos serán los cuentos fortificadores de personalidad que reciba, éste, de viva voz, dentro de su ámbito, desde las bocas de su madre, abuelas o vecinas, para conseguir ser considerado, algún día, “hombre cabal”, portador de las luces necesarias para serlo. Sin embargo en sus incapaces manos se encuentran en juego la felicidad o la alegría de muchos seres humanos mayores y menores de edad. Agreguemos, como para remarcar esta situación de injusticia manifiesta que aprisiona a los menores de edad de las regiones pobres del planeta, que las antiguas literaturas, esas que  bregaban por implantar a niños y adolescentes valores garantizadores de la paz, han perdido el ancla de abordaje con la que detenían su marcha para actuar dentro del espíritu  de los menores marginados, cuando hacia falta. Habrá que encontrar otra manera de llegar a ellos. Tal vez haya que esperar que la trayectoria asignada y establecida, desde tiempo inmemorial, para la dialéctica que corresponda a este caso concreto; la concerniente al imperio de los niños que creyéndose sabios obran como sabios, cubra toda la distancia con la que al fin  perfecciona su trazo completo. Y que lo haga pronto. Eso, para que esos mismos niños y adolescentes inexpertos aún, pero ya un poco más maduros; esos que hoy se han apropiado de la situación transformándose en dueños del peligro, del atrevimiento imprudente y de la imposibilidad, para ellos, de sobre vivencia concreta (como consecuencia de haber prescindido de las reglas formuladas por los adultos a partir del análisis de las diferentes situaciones), prestando un poco más de atención al acontecer de los hechos que los involucran en cuestiones inquietantes, más la ayuda que habrá de brindarles una nueva literatura, acepten sin oponer reparos su situación de menores valetudinarios permitiendo la ayuda indirecta de  quienes se sienten idóneos para esa tarea: la del armado de hombres de bien. Y antes de terminar, debemos agregar que este tipo de Literatura, la infantil y juvenil, nos ha servido para: I): hacernos pensar que hay un tiempo y espacio especialísimos, concernientes a esa etapa de la vida que transitan los seres humanos no terminados de formarse, de allí nuestro deseo de no perturbar ese desarrollo al hacerles descubrir (a esos niños y jóvenes) el universo de la palabra creada, por el hombre, con el fin de establecer los infinitos significados de todas las cosas. Ni, perturbarlos, tampoco, al activar la búsqueda de nuevos recursos validos para atraerlos a esa literatura nueva y necesaria. II) Eso, atento a que: a manera de epifanía y en carácter de homenaje a la infancia y al respeto que la joven generación nos merece, no puede el ser humano capaz, utilizando esta extraordinaria herramienta (la literatura), pretender  sancionarlos con:  a) Los posibles cuantiosos daños que las palabras pueden provocar, b) Con entretenimientos elaborados con “lugares comunes” o cuestiones “demasiado banales” c) Con el hecho de que en lo sucesivo se desvalorice a ese tipo de lectores en su sensibilidad y en su pensamiento aunque sepamos que muchos de ellos ya no son inocentes. Ni pretendiendo o aceptando que se venda o distribuya literatura barata, sin valores positivos intrínsecos. Lidia Blanco como coordinadora especializada en este  rubro, solicita que no se retacee en ese espacio (el de la buena literatura ofrecida a los que aun crecen) la posibilidad de echar luz sobre las revelaciones que les están haciendo falta. Aunque ellos no lo pidan o crean que no les hace falta

Sin embargo, pese a la necesidad de cumplimiento de esta consigna, que es de público y notorio, no sólo ella: Lidia Blanco, sino todos los que nos consideramos interesados en este tema, nos vemos en la obligación de aceptar el hecho puntual siguiente: que niños y adolescentes de esta época se han involucrado en la puesta en marcha para llegar, como se llegó, a una situación desde todo punto de vista absurda, a la cual deberíamos denominar “caótica”, de atenernos a los resultados. Ya que son, justamente, ellos, esos niños y jóvenes los que, reduciendo el accionar de los adultos, sin conocimientos adquiridos ni herramientas idóneas, pretenden instruirlos de los beneficios de dejarse llevar por la mentalidad sub desarrollada de los pertenecientes a la estirpe de los aún no terminados de formar fortalecidos. Consiguiendo todos sus propósitos escudándose en la impunidad de la edad y, siempre, tras la perversa estructura encubridora de delitos perpetrados bajo el sostenido influjo de débiles actitudes permisivas, que tornan en inoperantes las leyes vigentes. Eso así, como consecuencia de la responsabilidad mal entendida de los repartidores de beneficios y perjuicios (léase funcionarios políticos). Funcionarios que, sin medir los efectos de su proceder, al cambiar las estructuras sociales que la “Globalización” pareciera exigir, olvidándose de ellos, los dejaron afuera. Debemos reconocer, sin embargo, que la piedad ofrecida a sus comportamientos intolerables, por cierta parte de la ciudadanía, trajo como consecuencia que los habitantes pacíficos de las ciudades quedaran cautivos de su accionar depredador o, simplemente, delictivo.   

                                                                                                              Amanda Patarca.

EL HUMO

En aquella, época, anterior al fuego, todo era sol y luz o penumbra de lluvia y niebla durante el día y espesas sombras funerales bajo la inmensa bóveda del cielo durante la noche. Sombras que, al girar amenazantes envolviendo con su manto cuanto abarcaban, imponían, sin remedio, a partir del inicio del ocaso desarrollado lenta e imperceptiblemente, la más aterradora oscuridad. Para los hombres, de manera coincidente, todo era allí presencia pura y transmisión oral.


Alguien, un demonio quizá o acaso un ángel, tentando un fuego al que imaginó cálido y capaz de iluminarlo todo, logró quemar sus propios cabellos a los que envolvió, apretándolos, en forma de cilindros, en hojas secas de alcanfor. Ello así, para que no perdieran su genuina fragancia.

Ocurrió, entonces, que el ardor sabroso percibido al aspirar esa extraña cosa apenas encendida, duró lo que el humo. Sin embargo, el efímero placer del fumar otorgado por el pequeño fuego -adquisición previa a la epopeya del dominio total de aquel otro fuego, el formidable- permitió a sus gestadores, así dijeron, el logro de una gran satisfacción en miniatura.

Minutos más tarde, sólo unos pocos, aquel fuego intrascendente, ahogado entre sollozos y sin fuerza, trepando por un hilo, presagio negro de su propia suerte, se fue apagando. Y así sucede siempre... desde época inmemorial, los fumadores lo saben bien.

El fuego afortunado, el verdadero, el que toma parte de la "feliz coincidencia", el que abrasa creando renovadas trascendencia, no consiguió aparecer sino más tarde. Después de que a algunos hombres se les ocurriera convocar a gritos, proferidos con toda el alma, a "la verdad". Verdad que a aquellos hombres les estaba haciendo falta, en paralelo con la luz. De allí el reclamo doble, iniciado con un solo grito determinante y establecedor de la meta a la cual deseaban arribar. Grito proseguido con la ininterrumpida repetición de esa palabra "verdad", vocalizada y multiplicada en infinidad de tentativas concretadas en pos de su logro. Todo, para que con la persistente energía producida a partir de ese grito intencional -así dijeron y, también al fin lo consiguieron- las tenebrosas sombras que generaban miedo a todos, llegaran a neutralizarse.

Tanto al convocador inicial como a los demás que le siguieron, no les fue nunca posible encontrarse, cara a cara, con "la verdad absoluta". Debido a eso, ellos intuían no sólo su "relatividad", en función de las precarias circunstancias del comienzo, sino también su "progresividad" en la manera de manifestarse al hombre. Hoy, sin que a la especie humana la movilice duda alguna al respecto y habiendo tomado conciencia de la existencia de sendos atributos, asegura testimoniando lo que el tiempo en su correr le permite corroborar: Que la verdad, actuando en un todo de acuerdo con la teoría de la evolución, cuyo fundamento se concretó mucho después, fue manifestándose gradualmente a aquellos que, con energía, la convocaban. Y la verdad fue manifestándose en etapas, cuyos segmentos denominados "capítulos", para una mejor comprensión, dosificados en la medida que consiguieran completarse, facilitaban la toma de posesión de "esa verdad convocada", disminuyendo la distancia existente hacia la misma, acrecentando "el saber" llamado también "conocimiento".

Fue así como el pequeño fulgor de ese fuego generado para crecer resplandeciendo desde la nada se fue transformando en luz disipadora de tinieblas, proveedoras, estas últimas, de terrores y ansiedades. Ambos, son reconocidos como manipuladores intrigantes de sensaciones, sentimientos y pensamientos, los cuales siempre giran alrededor de las dos perpetuas y antagónicas situaciones, las que, desde el origen de los tiempos y comprobadamente, generan en todo ser humano inteligente muchísima impaciencia. Él sabe que la felicidad de hoy, indefectiblemente se encuentra condenada a trocarse, tarde o temprano, en infelicidad. También sabe -porque la experiencia también se lo demostró- que la infelicidad de hoy, por suerte, se encuentra, también, empujada a trocarse en felicidad.

Ambas posibilidades, respecto de cuyo cumplimiento consecutivo la ley de estadística, al presentarlas, convence, inquietan al hombre tornándolo ansioso. Y es así como, entonces, al llegar a este punto, esa constante atención, unida a los conocimientos gradualmente dosificados en capítulos, (aprendidos en un primer momento por transmisión oral y más tarde por transmisión escrita manual y mecánica gracias a la feliz creación de la imprenta) consigue, despejando incógnitas, calmar a cuanto espíritu clame por aquietar su inquietud. Inquietud atribuida hoy, en gran medida, al grado superlativo de ignorancia acumulada -léase oscuridad-.

Aquí, ya en esta instancia, no debemos olvidar que con la imprenta se logró facilitar enormemente la trascendencia de su perpetuación a través de los tiempos. Y eso, sólo con la simple presencia de la página escrita, es decir: sin la necesidad de contar con la del emisor del mensaje/consigna/enseñanza. Por esta simple razón es que ya no existen dudas al respecto: ese fuego trascendente -llamado así por cuanto desde su propio interior emana potentes efluvios de llamas generadoras de luz esclarecedora- torna posible el conocimiento de todo cuanto al hombre se le ocurra aprender investigando, experimentando.

En fin, llegamos a afirmar, entonces, que estudiando, en primer término, los antecedentes orales o escritos llegados hasta ese hombre, respecto del caso, asunto u objeto colocado en la mira para su análisis, podrá éste proseguir, luego, la tarea expresando el consecuente al cual ha accedido, por medio del análisis. Consecuente resultante que, de considerarse necesario, será recogido en un texto (libro escrito) con el cual se habrá conseguido su proyección hacia la posteridad.

El texto (no referido; difícil ahora de encontrar) de la leyenda genuina del Humo; concerniente al antecedente del fuego exaltador de la lectura gozosa, al cual, sin conocerlo, se nos ocurriera complementarlo con el análisis conjetural precedente, según lo transcripto, hace años, en un pequeño recorte impreso en un antiguo diario de Buenos Aires, fue encontrado escrito en un rollo de papiro, dentro de un cofre cerrado, desenterrado bajo uno de los árboles del Monte de los Olivos, lugar en donde predicó Jesús. Probablemente (conjetura en medio) dicho texto decía lo siguiente: "Había una vez un fuego fatuo dentro de un cigarro alcanforado al que correspondía una pequeña llama de luz intrascendente. Fuego y llama fueron transformándose entre los dedos del fumador hasta convertirse, en muy corto tiempo, en un hilo negro de humo, elevándose desde un montículo insignificante de cenizas ya despojadas de toda energía”.

Y bastó eso para poder agregarse a lo dicho, lo que la lógica reflexiva nos dicta a todos:

Sobrevino, luego, otro fuego: El feliz fuego verdadero, llamado fuego afortunado en razón de su trascendencia. El cual a partir de su inicial resplandor mantuvo viva la portentosa y clara llama otorgadora de la luz que hace posible, a los seres humanos, acceder al conocimiento gradual, de cuanto se les ocurra.

Conocimiento que, sistemáticamente dosificado, es entregado a éstos en capítulos progresivos con cuya fragmentada fórmula de lenta asimilación consiguen el delicioso goce -éxtasis interior- que proporciona la ascensión al aprendizaje, segmento inicial del magno emprendimiento que constituye el extenso viaje hacia la sabiduría.

PODEROSO AUN, EL CONOCIMIENTO, ASÍ OBTENIDO (En forma de Capítulos segmentados), TODAVÍA, DESDE SU MORADA (ATALAYA), UBICADA EN NUESTRA INTERIORIDAD, NOS SALVA, RESGUARDANDO NUESTRO SER COMPLETO: MENTE Y CUERPO.

Eso así, porque el día que captemos al instante el pensamiento de nuestro interlocutor o de la persona que, ubicada cerca o lejos de nosotros, pretendamos transformarla en objeto de investigación en su faz abstracta, mental, ideal o anímica-espiritual, aprisionando, en nuestra memoria, de manera natural, lo que habremos de obtener (como resultado de esa investigación), tal como hacemos con las imágenes o los sonidos o cualquier otra sensación generada por los sentidos, dirigiéndonos, sin escala, hacia el caos, habremos iniciado, en ese instante, la cuenta regresiva hacia el Big-bang.

La grabación, en general, de cualquier cosa es un acto de poder. Para conseguir hacerlo bien, es decir referentemente (con causa y objetivo a la vez), es necesario saber sobre esa cosa, que es mucho más que estar informado. Es imprescindible, además, para que la captación y su grabación adquieran un sentido coherente, llegar a interpretar esa cosa y/o la trayectoria evolutiva de esa cosa para que quede en la memoria del que graba, de manera perfecta. Eso, para que del análisis efectuado por él mismo, respecto del grado de ahonde conseguido en dicha interpretación pueda surgir, entonces, recién entonces, la posibilidad de testimoniar sólo lo considerado por él atesorable. Que es lo que hoy deberíamos hacer con todo lo capturado y atesorado indiscriminadamente por medio de la tecnología.

Amanda Patarca.


LA RESPONSABILIDAD TODA

I.-

En este capítulo nos referiremos, exclusivamente, a LA RESPONSABILIDAD que habrá de tomarse, desde el punto de vista teórico, como formando parte del abstracto bien; o tal vez mejor aún, como formando parte de la paz, que no sería otra cosa que el bien fortalecido por la actitud de aceptación del hombre involucrado en la situación planteada. Convencido a su vez de que así como es, libre de 

tensiones, debe ser, por cuanto la aparición de la más leve disconformidad anímica que pretendiera poner en movimiento su voluntad para producir cambios dentro de la plenitud existente, la haría desaparecer.

Esa paz, que es la única de la cual podríamos dar crédito, dura poco, es cierto, pero al menos, existe.

Existe o su existencia, ateniéndonos a los testimonios que genera la experiencia general, no ha sido puesta por el hombre en tela de juicio todavía. Tal vez, sea esto así porque su duración -dependiente de la voluntad o energía puesta de manifiesto por el hombre para mantenerla- puede oscilar. Esto se nota y muy bien, entre el pequeño lapso vivido como absolutamente carente de tensiones y perfectamente reconocible entre dos tiempos bélicos activos de una guerra cruenta, y la inconmensurable porción atribuida a la denominada eternidad. Tomada esta última, con el sentido de paz sin fin sobrevenida como consecuencia de la muerte -llegada a destino- la que como causa lleva a su vez a la finalización del batallar diario del hombre, tomado éste como ente individual y único. Paz, ésta, cuya circunstancia deja de ser considerada por el que la sobrellevaba exaltándola o haciéndola sucumbir cuando quería o podía, para pasar desde el instante de esa muerte a la consideración de un tercero, el testigo verificador, presencial o referencial, de la ya inexiste energía generadora de escollos o conflictos, o simplemente testigo del apagón, de esa vida, producido ya. Y todo es tan así que, generalizando en nuestra conclusión, la experiencia nos obliga a afirmar que la existencia de esa paz, (la de la primera acepción) consecuencia objetiva del carácter en determinadas circunstancias, incide, a su vez, participando en la formación de la exteriorización de la conducta, concretándola. Carácter y conducta que unidos al medio en donde se producen los hechos, marcan, paso a paso, la trayectoria general -resultante de muchas otras fuerzas generadoras de trayectos parciales- claramente definida, en la vida de todo ser humano, encaminada siembre hacia su destino final de sosiego absoluto. Destino que no sería otra cosa que el punto culminante (por lo irreversible), y único (por lo irrepetible), de detención de la trayectoria general, lugar en donde el hombre, (sujeto generador), es separado, irremediablemente, de dicha trayectoria, quedando sin poder proseguir camino alguno.


II.- 

El profesor de Filosofía del Derecho de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la U.B.A. Guido Pincione, trata en un artículos publicado en el Diario La Nación del 14 de julio de 1991 sobre eltema: Variedades de Liberalismo. Al respecto y adhiriéndonos a las expresiones de otro colega suyo el profesor Carlos Nino, referidas en dicho artículo, podemos comenzar este trabajo sobre la responsabilidad con sus afirmaciones diciendo entonces que: Así como el Holismo se opone a la inviolabilidad y el determinismo se opone a la dignidad, el perfeccionismo se opone a la autonomía. No debemos olvidar que el Holismo; es la concepción filosófica que, con el fin de aumentar la felicidad social neta, actúa imponiendo a algunos injustificados o exagerados sacrificios como la muerte, o la pérdida de bienes, por ejemplo. En consecuencia, al conseguir el holismo, como muchas veces ha ocurrido, traspasar con la actitud de sus seguidores y partidarios, los límites de la actividad de control normal, para oponer la sustentada por principios transgresores, sólo para conseguir mayor eficacia en el logro de sus objetivos, llegan esos seguidores a transformarse, entonces, en verdaderos defensores del totalitarismo en la gestión del poder que usan. Por otra parte, al desarrollarse, dentro del “Perfeccionismo puro”, la necesidad de la imposición del modelo considerado como de perfección, dirigido a promover una especial concepción del bien y de la vida, casi siempre intelectualmente elaborada, con imposición de controles, provenientes del Estado o de entidades privadas, muchas veces demasiado estrictos, termina el perfeccionismo, al igual que el holismo, por tornarse opresor, también. Tanto o más que el “Determinismo Normativo”, que es la concepción filosófica por medio de la cual sus seguidores y adeptos establecen, con idénticos propósitos que los anteriores, la obligatoriedad de ciertas prohibiciones como por ejemplo: la que establece la imposibilidad de ocupar cargos públicos a los integrantes de ciertas etnias como la negra o la judía o en lo que respecta a la competencia y jurisdicción religiosa, la que establece la prohibición a las mujeres de ocupar cargos de nivel jerárquico. Al respecto, dentro de la normativa de la Iglesia Católica Apostólica Romana se impuso, desde su creación, la prohibición, para las integrantes del género femenino, de acceder a la Dignidad Sacerdotal. Y es ese aparato de características opresoras, fabricado con las mejores intenciones de sus seguidores y partícipes, el responsable de transformar en verdaderos sometidos de sus opresores a los indóciles, denominación reservada para los que por la envergadura de sus actos no pueden llegar a ser considerados verdaderos delincuentes, ni siquiera por los mismos perfeccionistas, holistas, o deterministas, sino que, para ellos, tan sólo cuadra la denominación de: transgresores. Transgresores, aunque de diferente nivel en lo relativo a los grados de incursión. La cantidad de ejemplos de este tipo de accionar de los custodios de la seguridad y felicidad de los pueblos, han hartado, ya, a la humanidad.


III.- 

El equilibrio en la concepción liberal, que se opone a cualquier otra concepción relacionada con la estructuración de las diferentes formas de vida existentes dentro de una sociedad dada, descansa sobre los tres principios éticos y morales citados por el Profesor Carlos Nino, perfectamente diferenciados y reconocibles bajo el nombre de Principios de Autonomía, Inviolabilidad y Dignidad, de la criatura humana, sea ésta hábil -es decir capaz de dirigir con responsabilidad sus actos- o inhábil -incapaz de hacerlo-. Si esto es así debemos reconocer que dentro del acontecer de los hechos domésticos o consuetudinariamente cotidianos, un solo paso dado en falso dentro de esa circunstancia puede transformar una actitud de inocente y bondadoso respeto por la preservación de la seguridad en general, en un acto de sometimiento terminado en represión. Generados ambos por parte de quien oficia amorosamente de custodio, en perjuicio de la criatura humana custodiada. Custodiada inocentemente en un principio, para terminar, gradual y alevosamente espiada pasado un tiempo y hasta acosada luego y maltratada también, en ciertos casos. Todo, como consecuencia de que esa misma persona, la del custodio, cuando le tocó cubrir, en el momento en que debió hacerlo, el rol de custodio dejó, seguramente, mucho que desear respecto de su conducta, olvidando más de una vez, la mesura que impone la prudencia, en todos los casos. Efecto social éste no deseado. Situación desequilibrada que la responsabilidad mal entendida genera cuando actúa ignorando los tres principios éticos sustentadores de la concepción liberal de la sociedad referenciada y a la cual se desemboca en nombre del bienestar. De manera, entonces, que podríamos terminar la idea que surge de estos hechos y dichos señalando la gran dificultad que sobreviene cuando, de alguna manera, se busca mantener dentro de la sociedad el punto medio dentro de los múltiples puntos que conforman la trayectoria del accionar de sus miembros y que constituye, a su vez, su propio accionar. Y esto es realmente así y no de otra manera, por cuanto a la obligación de Obedecer que pesa sobre todo ser humano menor de edad o simplemente incapaz por cualquier otro motivo, se le opone la facultad que detenta a su favor la persona responsable de la seguridad del mismo, para ejercer el derecho de conseguir del custodiado, el grado de sumisión que garantice la seguridad ofrecida, espontánea u obligadamente impuesta. 

Incapaz: Dícese del ser inhábil, necesitado de alguien que no sólo lo represente en la efectivización de hechos y actos jurídicos, sino que, además, lo preserve de los eventuales peligros que naturalmente lo acechan, impidiéndole, también, que él mismo se transforme en arma ofensiva u herramienta peligrosa en su uso, para con los demás. 


IV.-


La distracción del que vigila, siguiendo o espiando el accionar de alguien con el fin de conocer la verdad respecto del comportamiento de ese alguien vigilado, para poder luego actuar en consecuencia, entraña peligro. Peligro latente, generado mientras transcurre el tiempo de vigilancia, por la existencia, dentro de dicho lapso, de la posibilidad de que el espía - vigilante sea descubierto en forma directa, por el mismo vigilado. Y peligro generado, una vez terminado dicho tiempo de vigilancia, por la persistente e ininterrumpida posibilidad de que el espía - vigilante sea denunciado al vigilado o descubierto luego por éste, debido a precisos indicios que faciliten la concreción del referido descubrimiento y que por dicha razón y en consecuencia, el vigilado, sintiéndose humillado, tome a su cargo las represalias que habrán de generarse, como consecuencia del grado de dolor provocado por la herida asentada al perseguido, por el espía-vigilante; o perseguidor. Represalia que, de concretarse, habrá de tener, por parte del perseguido, el grado menor de producción de agresividad y violencia, como aporte mínimo en respuesta a la acción iniciadora de vigilar; violencia que habrá de depender por lo general, de la consideración del que reacciona, en este caso, el vigilado. Como ya se sabe, la acción primigenia de vigilar suele transformarse, la mayoría de las veces sobre la marcha, desembocando en persecución, acoso, y hasta en un encuadre injusto de la situación global, como cuando sin fundamento jurídico se llega a considerar el comportamiento del espiado y/o vigilado, como delictual sin serlo, consecuencia, tan sólo, del exceso en la Interpretación del texto de una ley. Se pretende entonces, a partir de dicho encuadre - erróneamente ejecutado- imponer sanciones de ordinario no merecidas, las que necesariamente, tarde o temprano, desembocarán en represalias contestatarias y violentas de tenor cada vez más cruento. Muchas veces para poder llegar a vigilar mejor se hace necesario una buena dosis de engaños, tretas, embustes y deslealtades, llegándose hasta la traición. Es que el fin último, el que impulsa imperativamente el trazado de la trayectoria que es preciso recorrer para llegar al objetivo de descubrir algo (cosas o hechos o personas involucradas en los mismos) es el que, justificando el proceder, exonera de responsabilidad a quien usó de esos recursos. Según la resultante, luego de comprobada la consumación de actos considerados perjudiciales o de alta peligrosidad para el mismo vigilado que los consumó, o para la sociedad entera incluido el vigilante -sean o no delitos los actos cometidos- el criterio del Ente o persona que vigilando y acechando cuida, preserva, o asegura un bien común, (como la paz, por ejemplo, o la eficacia de algún sistema) será el encargado de determinar el tipo, grado y característica de la sanción o pena a sufrir por el vigilado, sea éste delincuente o no. En todas esas situaciones la actitud y el accionar de los involucrados, por lo general, generan responsabilidad. Por de pronto, se espía o se vigila a quien jamás se le dio o a quien se le ha retirado la confianza, con el objeto de preservar o prevenir y luego reprimir. Y lo hace quién tiene a su favor el derecho, o pretende tenerlo, de exigir, de alguna manera, una conducta determinada. Quién no cumpla esa conducta impuesta;, comete -según sean las circunstancias que rodeen al hecho- un acto delictual o moralmente reprobable, o simplemente reprochable. En el primer caso se genera una sanción jurídica, en el segundo y tercero una sanción moral o doméstica. Las tres pueden ser por demás dolorosas, haciendo nacer, a su vez, responsabilidades en lo que respecta al cómo y al cuándo de su aplicación. En un monasterio, por ejemplo, negarse a rezar puede generar la necesidad, en sus directivos, de imponer sanciones disciplinarias, las cuales, es muy probable que se encuentren insertas en el texto del Reglamento de esa Institución, relacionado, seguramente, con el Estatuto o Contrato Constitutivo de la misma.- De lo dicho podría inferirse una definición aproximada de la Figura que nos ocupa, materia específica de este trabajo. 

LA RESPONSABILIDAD, entonces, en una primera acepción, no sería otra cosa que: La Entidad de naturaleza jurídica o moral, elevada a Institución al solo efecto de favorecer su estudio, la cual encontrándose latente en la actitud que lleva a la concreción de la conducta humana, se exterioriza siempre como sentimiento, por medio del cual el hombre llega a la evaluación no sólo de la acción efectuada por sí, sino también respecto de la acción efectuada por otro.

Coincidente con la primera acepción referida, pero ubicada en segundo orden, la definición de la misma podría sintetizarse también, de la siguiente forma: Poderosa herramienta mental, ubicada en un recóndito lugar de la memoria en donde la conciencia humana -iluminada- da lugar a la emergencia del inobviable juicio de valor, respecto de la conducta propia o ajena. 

Eso, para que del primigenio sistema creado de castigos y premios, unido desde siempre al ser humano, pueda surgir, en el caso de castigo, la sanción, pena o amortización por medio de las cuales, quién se sintió ofendido o vulnerado en su derecho, por obra de alguien, podrá cobrarse material o abstractamente con un dolor infligido, el que deberá ser sufrido por la persona del transgresor-responsable, sea custodio o custodiado o, en el caso contrario de premio, recibiendo el ganador el premio, es decir, el cobro o el reconocimiento. Ahora bien: cuando una misma persona reviste la calidad de transgresor, aceptado por su fuero íntimo y además la de custodiado-vigilante (de sí mismo); el sentimiento que lleva a tal aceptación, en dicha situación, y que dará lugar a la sanción o represalia por parte del que vigila (en este caso a él mismo), corresponde a la del cargo de conciencia o arrepentimiento, por la situación generada a partir de su propia conducta. Arrepentimiento exteriorizado por actitudes inconfundibles que darán lugar a un determinado grado de humillación (confesión pública, por ejemplo) de la que habrá de surgir el precio a pagar en concepto de sanción. Por ese camino, así trazado, es posible llegar más lejos todavía. Hasta el límite último de auto sanción: el suicidio. Y debemos decir, además que a todo este sistema, el necesario para que, jurídicamente, puedan ser impuestas las sanciones que tienen por objeto producir dolores de igual grado al padecido por la víctima, como consecuencia del daño o perjuicio causando por el victimario, lo moviliza un único objetivo: recomponer el equilibrio perdido.

V.-

Si la responsabilidad se entiende como deuda u obligación de reparar en razón de la misma por sí (asumiéndola) o por otro (al cual se le atribuye); siendo que el responsable está obligado a responder por algún hecho o por alguna cosa, sentirse responsable significa: poner cuidado y atención en lo que se hace o decide, ya que de no ser así, utilizando la frase vigilar no es distraerse, deberá responder con la obligación de reparar abonando, saldando o amortizando el daño causando. De lo expuesto se desprende que: responsable es el que responde, ya sea de motus propio o conminativamente.

El responsable, en consecuencia, debe satisfacer, respondiendo al que tiene derecho de exigir respuesta. Respuesta que debe ser acorde con la pregunta tan inobviable como reiterativa: ¿Por qué ocurrió el hecho que, involucrándonos, produjo un perjuicio a mi parte? Después sobrevendrán las pruebas, si hacen falta, y las sanciones, si se merecen. Más tarde… tal vez.. las represalias y sus contestaciones. Todo dependerá de la situación planteada. Satisfacer significa deshacer un agravio. Y en ese mismo sentido puede decirse que: satisface, quien concreta una obra con la cual se transforma en merecedor (acreedor) del perdón respecto de la pena debida por éste, el que actuó inicialmente, perjudicando. Y a su vez, se satisface quien se aquieta, respecto de una duda o una queja producida por un dolor o una contrariedad, convenciéndose con una eficaz razón para aquietarse.


VI.-

El ser humano del futuro, confiando en la tecnología que el ser humano anterior le legara, tendrá a su alcance el efecto, el producto, la consecuencia del accionar de la máquina, pero desconociendo, como seguramente desconocerá, la causa de ese efecto, por la rotura de la cadena que por siempre unió a ambos conceptos, necesitará, entonces -para poder mantenerse sin temor y preservado además de los múltiples peligros existentes- introducirse sin oponer ningún tipo de reparos, en la inquietante maquinaria generada por dicha tecnología. Ese habrá de ser parte del resultado: La sumisa aceptación de la programación, la que habrá de incluir, también y coincidentemente, la aceptación de la dirección establecida en las consignas de sus propios movimientos, creadores a su vez de magníficos efectos. Esto quiere decir que el hombre del futuro se verá obligado a perder su libertad de acción en cuanto a la elección de las múltiples fórmulas relativas al manejo de la referida tecnología, en razón del desconocimiento de las causas que establecen el modo, forma o manera con las que ese manejo (automático), al conseguir cumplir con su cometido, se torna eficaz. Eso así, por pretender ese hombre, íntimamente unido a su grupo, afianzar con esa pérdida aquello que también despaciosa e imperceptiblemente se encuentra perdiendo: la seguridad de su supervivencia. Este tipo de predicción o reflexión premonitoria, que no es difícil de imaginar por cuanto, en menor cuantía, ya está sucediendo en la actualidad, seguramente habrá de cumplirse con la entrada inobviable del hombre común a ciertos tipos de sistemas. Sin embargo, de esta manera, algún hombre común del futuro, tomando parte en alguno de los muchos que habrán de crearse, muy posiblemente, conseguirá liberarse de lo que podría llamarse la represión automática, con solo preocuparse un poco al momento de elegir el que más le convenga . Nueva forma de justicia drástica, ésta, dirigida a los usuarios que los vendedores de tecnología del futuro programarán, sin duda, con el único objetivo de desterrar la culpa de la superficie de la tierra y la consiguiente responsabilidad, surgida como consecuencia de los daños ocasionados a los distraídos o demasiado confiados: sus víctimas. Víctimas para las cuales, debido a su mentalidad -considerada para ese entonces como demasiado primitiva para ser asistida- el acceso al conocimiento racional (causa/efecto) se mantendrá herméticamente cerrado. Esta situación generará, en ese tipo de hombre, la concepción de un universo mágico, plagado de imágenes visuales incomprensibles, surgidas como por generación espontánea, o musicales sin tonos ni sonidos interpretables. Aquí deberíamos hacer un alto para tentar una explicación aproximada de la palabra culpa, ya que la misma entra sin esfuerzo en el amplio ámbito abarcador de la responsabilidad. Metafóricamente y/o abstractamente a La Culpa podríamos conceptualizarla definiéndola así: Elaboración mental a modo de sentimiento, generada por los minúsculos desechos de energía sobrante de la voluntad dolosa puesta en juego -luego de producida la reflexión que le otorgara el perfecto lugar para ubicarse-. Y cuya potencia, a veces extraordinaria, concretándose al introducirse dentro del alma como producto abstracto, posibilita en el ser humano común una total confusión, respecto a la característica esencial de su substancia. Transparente, sutil e invisible tejido por medio del cual haciéndose sentir como materia orgánica -viva- accedida perfectamente al cuerpo del que la soporta, consigue inquietándolo hacerle perder la tranquilidad, si no eternamente, al menos por un tiempo.- En cambio, Conjeturalmente, a La Culpa podría definírsela de otra manera: Causa o Fuente de Poder. Transformada por las infinitas circunstancias y situaciones, las cuales, mayoritariamente, desembocan en sometimiento. En ciertas oportunidades, dicha trama contaría también con entrecruzamientos sutiles de hilos, enredados con desprolijas guías y fuertemente dispuestos, además, en paralelos y alisados carriles. Esto, sólo para mantener en forzado movimiento el continuo y desequilibrado contacto entre los hombres. Esto último, elaborado con criterio actual, equivaldría a decir a modo de resultante: Culpa, igual a: saldo deudor, tomando en cuenta los dos términos de la disyuntiva o balance existente entre la deuda y la acreencia. Deuda o crédito continua e ininterrumpidamente elaborados, dentro de la sociedad de todos los tiempos, hasta el día de hoy. Y que se salda y se renueva dentro de las desiguales condiciones de vida para ennoblecer al hombre acreedor de un cobro, por medio del orgullo, el amor propio (como exaltador del ser) y la dignidad (en semejanza con Dios, el Bien Supremo) y/o para degradarlo con el mote de deudor, por medio de la humillación y de la lástima, teniendo en mira, siempre, el terrible gran valor del miedo a lo desconocido -la sanción o el castigo- concepto que permite desembocar en la esperanza de la redención de ese hombre degradado, por medio de la fe en el cambio de actitud. La diferencia entre causa-culpa y causa-antecedente radica en el grado de verdad intencional a detectar o de error/equivocación (conceptos considerados, en este caso, equivalentes a desconocimiento), que los términos culpa y antecedente contienen dentro de sus respectivos significados. La culpa como causa de un hecho errado genera una pena que el responsable acepta, la que se traduce en una indemnización o sanción penal, moral o represalia, según la magnitud del hecho generado, medido por la intencionalidad, lo que significa otorgara hombre, como ser espiritual la oportunidad de una disculpa o defensa. Disculpa o defensa que surgirá desde lo más profundo de su alma, proponiendo, entonces, también al hecho de la disculpa como fruto de una intención (voluntad). La sanción automática, ligada al incumplimiento de ciertas consignas (emanadas de la tecnología), por desconocimiento, otorga al peligro creado por el hombre la impunidad como consecuencia de la inculpabilidad que genera a su vez, ausencia de responsabilidad, surgidas todas por la arraigada costumbre de no reflexionar sobre hechos de características especiales. Parangonada dicha impunidad con la que Dios poderosamente detenta, respecto de los efectos nocivos de algunos hechos producidos por la naturaleza.


VII.-

Tecnología y Responsabilidad: Al peligro de la electricidad la tecnología opuso el aparato disyuntor. Al peligro de la pérdida de gas, de los artefactos que funcionan por medio de ese fluido, como consecuencia del apagado casual o del mal uso que de los mismos el hombre efectúa, la tecnología opuso la válvula de seguridad. El ser humano experimentado, casi no enseña ya. La tecnología nos orienta empujándonos a todos hacia el individualismo, descartando la utilización del hombre por el hombre, especialmente en lo relacionado con el conocimiento, la experiencia y la enseñanza. La tecnología de ningún modo acepta la utilización referenciada, ni siquiera a modo de colaboración - atención -camaradería - reciprocidad o prestación de servicio interesada o gratuita, por cuanto justamente, es ella misma la encargada de concretar la referida prestación.

Además previene, ejecutando (el programa). La tecnología no determina ni indica ni enseña ni señala el peligro como antes se hacía, utilizando el método comparativo-reflexivo-tradicional del parámetro del testigo perjudicado. Su mayor mérito consiste en lograr eficacia sin requerir, necesariamente, la proximidad del hombre. La denominada tecnología de avanzada no pretende completar al ser humano sino algo más: suplantarlo, especialmente en tareas complicadas y riesgosas. Debido a esta característica el ser humano se encuentra hoy y se encontrará, cada vez más con el correr del tiempo, abandonado a su suerte que es como decir abandonado a lo desconocido ya que la nueva situación, debido a las infinitas variantes de utilización que esta nueva herramienta ofrece, ha generado a su vez nuevos peligros imposibles de prever, a partir de la puesta en marcha de su funcionamiento. Cuando ese ser humano común, eventualmente beneficiario de la tecnología, no tiene experiencia por falta de cultura, instrucción o atención -como consecuencia del padecimiento de la falta del tiempo necesario para abarcar con el estudio los conocimientos de las infinitas propuestas, situaciones y formulaciones producidas- se convierte inmediata e irremediablemente en el pez chico del dicho, que el pez grande necesita para la sobrevivencia. El ser humano descubre siempre demasiado tarde la peligrosidad del avance tecnológico, la que se encuentra escondida en las distintas formas de utilización. Cuando el hecho, por los resultados que produce la peligrosidad, deja a esta al descubierto, puede, ese ser humano, llegar a ser consciente de su adelanto, solamente cuando no haya quedado incluido en el resultado como víctima fatal.-Cuando se pretende llegar a justificar el término REPRESIÓN el uso de una pequeña palabra: CUIDAR; basta. Mantiene intactos, sin padecer los perjuicios que acarrea el peligro, a los que por temperamento carecen de la voluntad necesaria para mantenerse en continua vigilia, atentos y al acecho, sin distracción; tensos y activos los músculos y los nervios para triunfar en la batalla contra el mal agazapado, que es como decir contra el error, pero algo más que eso. Perjuicios todos esos, generados como consecuencia de la puesta en funcionamiento de los apetitos y las pasiones, producidos, a su vez, por la liberación de energía contenida, dentro del campo en donde la intención de los otros o su instinto ola naturaleza -tempestades objetivas todas- pueden ser pasibles de observación desde varios ángulos, para poder llegar a ser contrarrestadas. Sin duda la represión cuida, preserva por medio del temor a la sanción que habrá de aplicarse siempre cuando la consigna contra el mal latente, existente o posible se contraríe. O dicho de otro modo, la represión cuida por medio de la sanción que habrá de aplicar siempre el represor -sea éste el que fuere, hombre o máquina- cuando el ser humano incurra, exponiéndose al peligro, en incumplimiento de la conducta propuesta como beneficiosa. 

Llegaremos, sin duda, a construir trenes que se detengan al detectar un obstáculo en la vía. Ser humano, animal, o cosa inerte, por ejemplo. Trenes que habrán de ser más veloces cada día. Llegaremos a elaborar, también, el método anticonceptivo infalible, el cual habrá de cumplir su eficaz objetivo mediante el empleo de un instrumento, el que al detectar el torrente semental permita mantener perfectamente separados los espermatozoides del óvulo, bloqueando a este último. Pero cuando el organismo humano debido a la falta de interés pierda completamente el contacto con ese especial conocimiento llamado causa (antecedente, circunstancia, modo, forma, motivo, etc., de los actos o hechos), cuya luz, aunque menguada por la distancia, todavía hoy el hombre puede vislumbrar, ¿podrá ese gigantesco sistema instrumental tecnológico, creado como herramienta para el logro del acceso a la felicidad del hombre, garantizar a toda la especie humana la plenitud de su goce, concebido éste como deleite en general o disfrute íntegro del resultado de la fusión SALUD-físico-mental-propia y ajena con PUREZA completa dentro del medio ambiente? La tecnología preservará, pero también indudablemente reprimirá a los incumplidores de las infinitas consignas establecidas para ellos. Y como habrán de crearse peligros nuevos, sólo detectados a partir de la existencia de la víctima, la tecnología de última generación, funcionará desde el instante de la aparición de la nueva creación peligrosa, para encontrar el método de prevención apropiado; pero siempre habrá de hacerlo ubicada un paso atrás del hombre sin resguardo, expuesto a esos peligros. La inseguridad que acosa al hombre y la persecución vertiginosa efectuada por la maquinaria tecnológica lanzada sin freno ella concreción de la superación de sí misma en el resguardo de ese hombre, ya han sido detectadas. Aumentando el peligro creado como consecuencia de la velocidad impuesta a la misma y conocida esa circunstancia por la presencia de una nueva víctima humana, prosigue esta tecnología su marcha, sin solución de continuidad, en la ya referida búsqueda de nuevos métodos o fórmulas de prevención. El hombre, que aún siendo víctima ha podido salvarse, corre adelante despavorido aumentando en consecuencia, la velocidad, como consecuencia del aumento de la velocidad de la máquina en su persecución ya que la tecnología justificando su existencia en su función (siempre a favor de), pretende lograr contrarrestar sus propias imperfecciones y los perjuicios producidos por ella, en ella y en terceros, por el accionar de sus propios mecanismos de dirección. -Aumentando la velocidad de persecución, aumenta por consiguiente la inseguridad del hombre y con ella su angustia y su desesperación. La consigna debería ser entonces, evitar el peligro frenando la velocidad de avance de la tecnología, o de los sistemas tecnológicos, que es como decir frenar el devenir en el tiempo, ya que cada hombre al conocer el secreto de la misma, siempre se sirve de ella en su propio provecho, sin tomar en cuenta el grado de responsabilidad que a él corresponde por su utilización. En consecuencia, junto a la tecnología, el ser humano común vivirá atribulado, atormentado y, sin duda desorientado, tratando de no ingresar en la boca de ningún pez de tamaño mayor que el suyo propio, ni en boca de ella, la misma tecnología. En tan rápida carrera, por el lado del hombre que de esta tecnología saca provecho al venderla, desaparecerán, en razón de la desactivación del mecanismo generador de la culpa y de la disculpa (por medio del cual se accede más fácilmente tanto a la fórmula condenatoria como a la redentora), las buenas intenciones de ese hombre, tomadas como parte de su actitud natural frente a los hechos. Perdiéndose estas buenas intenciones, debido a la despersonalización de la tecnología, difusamente escondida dentro del accionar de la máquina. Desaparecerá también, en tan rápida carrera, por el lado del hombre común -el que de la tecnología se adueña comprándola- el beneficio del actual y eficaz auxilio de la esperanza al clamor unánime del pedido de misericordia (inmerso éste en un cambio de actitud consciente). Se supone que de ahora en más, si deseamos producir un cambio favorable en la situación actual, ese cambio deberá depender del hombre tomado individualmente y de su fortaleza aislada o unida a la de los demás hombres. Para ello deberá reflexionarse hondamente sobre los siguientes puntos referidos al hombre actual: En primer lugar acerca de su incesante proclama respecto a la limitación de su entendimiento, como justificativo consciente de su minusvalía por cuyo motivo no ahorra oportunidad para reprocharle a Dios esa circunstancia. En segundo lugar acerca de los efectos que esa proclama, sin embargo, ha provocado: Si bien el hombre le reprocha a Dios ese detalle, referente a su minusvalía acepta, sin reparos parte de la responsabilidad de sus acciones al incluir, por su cuenta y riesgo el factor intencionalidad dentro de lo que él mismo ha denominado ser humano y de cuya interpretación surgirá la valoración para otorgarle carácter positivo o negativo. Factor imprescindible para concretar el arribo a dos estados considerados contrarios en cuanto a sus características: el Estado de Gracia y el Estado de Culpa, generado por su conciencia para llegar a establecer, en función de una medida, el valor de las obras tanto propias como ajenas y la posibilidad, que a cada hombre incumbe, de concretar la modificación de dicho valor o de dicha obra. Desgraciadamente, si ese hombre, el actual ya referido, no cambia pronto de actitud(nadie aún ha encontrado la fórmula para hacerlo, ni se halla cercano, al parecer, ese encuentro), el hombre futuro, común, se encontrará, sin duda, en una situación todavía mucho más delicada y terrible que la descripta un poco más arriba, como consecuencia de la falta de esperanza la que habrá de sobrevenir al diluirse el elemento o factor culpa dentro de la programación del sistema tecnológico-social, en donde ese hombre se halle inmerso. Disolución que dará por resultado la desaparición de la posibilidad, aún hoy latente, de redención humana en razón de algún pedido de misericordia. Redención que sólo puede concretarse por cambio positivo de actitud intencional, libremente determinada y en vías de producirse, en función de su futuro comportamiento, hacia el bien. El cambio de actitud, sabemos, se logra partiendo desde el punto medio común y transitando a partir de allí hacia uno u otro lado de ambas semirrectas de sentido contrario, pasando por todos los puntos posibles del trayecto que concreta el arribo al beneficio de la redención, como consecuencia del bien causado o en vías de causarse. Eso por un lado. Y por el otro lado el que concreta el arribo al perjuicio de la condena por el mal efectivamente concretado. Todo eso, lo referente al arribo a esos puertos o estados tan distintos, sabemos, porque somos conscientes, no lo puede concretar máquina alguna ni tampoco sistema tecnológico ni político ni social que mantenga dentro de sí inmerso al hombre.


VIII.-

Al haber perdido, entonces, el hombre futuro la posibilidad de utilización del factor intencionalidad, con la puesta en marcha de la sanción automática, carecerá hasta de la posibilidad de rezar, debido, justamente, a que las buenas intenciones habrán de tornarse inexistentes.- Desaparecida la culpa en el hombre futuro, al permanecer imposibilitado de concientizarse como causante de los daños generados, consecuencia de los hechos producidos -de cuya magnitud debería emerger la obligación de responder reparando- jamás podrá llegar a conocer, por lógica, la verdadera causa de su trágica imposibilidad de ruego, inquietante por demás. Todo eso habrá de ser así, por cuanto la sanción tendrá lugar siempre y cuando la consigna, establecida para su funcionamiento, no se cumpla. Sea ésta conocida o desconocida por el que, por algún motivo, se acerque a su mecanismo. Debiendo agregarse, además, para poder completar la reflexión iniciada, que lo peor de esta situación radica en que, lamentablemente, la consignase habrá de hacer pública recién cuando el efecto de la represión (más represalia que sanción) trascienda, ya que se trataría de una pena sufrida por la víctima, emergente del incumplimiento de una consigna desconocida por ésta y latente hasta la concreción del hecho. Para desgracia del ser humano del futuro, esta clase de represión, por demás injusta, en lugar de servir de escarmiento a las partes generadoras del peligro causado -atento a que el mismo, por lo general, suele resultar imposible de determinar de antemano- hará recaer sus efectos nefastos en terceros no involucrados, ajenos por completo a los hechos. Al respecto y como consecuencia de todo lo expresado es que más que de sanción o escarmiento podría hablarse, con razón y mayor propiedad de represalia. En la mayoría de los casos la represión comentada no toma para nada en cuenta a los generadores del peligro causado -los realizadores (ideólogos y fabricantes) imposibles de determinar por lo numerosos.


IX.-

LA PERSONA FISICA: llamada también corpórea; se desenvuelve dentro del mundo, por lo general, actuando por derecho propio o por medio de su representante legal, en caso de no poder hacerlo por sí misma. Posee, luego de su inscripción en el Registro, un documento de identidad que hace las veces de matrícula, con el cual se lo distingue de entre otras personas físicas similares por sus características. Debemos afirmar que éstas, antes de su inscripción en el registro respectivo, no existen. Sus representantes naturales tienen hoy, por imposición de la ley, surgida desde el seno de la sociedad que dio nacimiento al ente Estado, la obligación de formalizar esa inscripción cuyo principal objetivo es permitirle a ese ser físico, no tomado en cuenta todavía, entrar en el sistema jurídico-político -institucional/nacional- el cual le posibilitará desde el otorgamiento de dicha matrícula (DNI),desenvolverse ante el mundo entero como persona física, concreta, con facultad para ejercer los derechos que le fueron conferidos, o las obligaciones asignadas o asumidas como ser humano capaz -RESPONSABLE desde su mayoridad- o como incapaz –IRRESPONSABLE durante el tiempo de su minoridad, o como consecuencia de una incapacidad o inhabilidad originaria o sobreviniente-. LAPERSONA JURIDICA O IDEAL: llamada también entidad social, jurídica, o razón social, en atención al origen causado: no posee la necesidad de aumentar la defensa del cuerpo físico. Por el contrario la persona jurídica se desenvuelve por medio de representantes instituidos según lo determinado en el texto normativo de su estatuto que le otorga vida institucional específica según su tipo. Luego de concretada la inscripción, a partir de la cual se produce el otorgamiento de matrícula con la que se consigue su personería o individualización, sus actos se hacen oponibles a terceros que es lo mismo que decir al resto de los hombres, hayan o no hayan, estos terceros, suscripto el referido contrato constitutivo o adherido al mismo. Téngase en cuenta que un ente no puede desenvolverse ni efectuar actos sin el auxilio de sus representantes legales, los cuales, surgidos de la manera expresada, se constituyen en responsables del ejercicio de esa representación.

FIN


Amanda Patarca

FILOSOFÍA DEL DERECHO PREVIA TESIS 

EPÍLOGO: CONCERNIENTE A UN ENSAYO SOBRE FILOSOFÍA DEL DERECHO -Ciencia Social-

Es así como en los escritos producidos por el historiador genuino, encontramos la revelación del momento histórico tratado o puesto en la mira para su estudio y posterior testimonio. El historiador que considerándose y preciándose como tal aporte en sus escritos, además de la correlación de los hechos acaecidos, la interpretación de la vida de los pueblos o ciudades involucradas en cada circunstancia histórica analizada, seguramente habrá de ser señalado no sólo por sus pares sino también por los otros, los que entiendan poco o mucho del tema, como historiador genuino. Y, porque Hegel pudo convencernos acerca de ese punto, hoy sabemos que no existe historiador genuino que no sea, a la vez, filósofo por cuanto la vocación por el conocimiento histórico debe encontrarse dentro del perímetro abarcador de otra vocación cuya superficie, lugar en donde se desarrolla la actividad sensible- no sólo resulta más extensa aún que la primera sino que además y por sobre todo, superándola notablemente en intensidad, se le impone. Ésta constituye la vocación filosófica cuyo diámetro abarcador comprende, indudablemente, el conocimiento en su máxima expresión, atención, intención y extensión.

Conocimiento que tomado en su potencial energético más alto las distintas circunstancias tornan en general posible. Es que el verdadero filósofo, el que demuestra poseer condiciones relacionadas con distintas ramas del saber humano -hoy lo sabemos, precisamente, a través de Hegel- no se abandona jamás a la espontaneidad de su inspiración. Muy por el contrario, por imposición de su propio espíritu, subordina siempre a los rigores de su reflexión la inspiración que naturalmente fluye desde su propio espíritu.

Toda historia bien planteada siempre se vincula con la realidad, de allí su denominación: historia o realidad histórica. Ahora bien, la narrada por un filósofo de la historia como lo fue Hegel -el que estableció la necesidad de recurrir a la revelación por medio del relato, unida esta revelación a la interpretación de los hechos acaecidos según las circunstancias que le sirvieron de sustento, por encontrarse naturalmente llamada para ello, habrá de servir no sólo para oficiar como objeto de conocimiento, de revelación o de examen sino también como denuncia -frontal o indirecta- o como instrumento de lucha usado como arma o como herramienta.

En este estado podríamos agregar, como aporte final de esta síntesis, que al establecerse el encuadre del estudio de la filosofía de la historia se ubicó a ésta como formando parte de las materias consideradas científicas. Científicas como ocurriera en su momento con el estudio de todo lo concerniente a la naturaleza, toda.

Hoy sabemos además que la articulación en forma sistemática del estudio de la filosofía de la historia ha dado como resultado un singular hallazgo: el hallazgo de sus propias leyes, surgidas, éstas, dentro del segmento existencial ocupado por el devenir de los hechos, de allí su denominación de ciencias sociales o de la historia -o del espíritu al decir de Spengler- por oposición a ciencias naturales.

Hoy, convencidos sin temor a equivocarnos, sabemos que a la filosofía histórica o social, llamada también indistintamente: del espíritu o filosofía de la historia o filosofía de la ciencia -sea ésta social o histórica por excelencia- debemos agregarle otra disciplina complementaria de aquellas, como para poder llegar, con el amplio enfoque por ella aportado, a la perfección del análisis encarado.

Se trata de la epistemología materia cuya aplicación didáctica facilita las propuestas relacionadas con el estudio o análisis específico de algo, proponiendo una nueva forma de encarar dicho estudio. Constituye hoy la llamada teoría del enfoque racional de los problemas planteados.

En nuestro tiempo constituye una tendencia predominante negar la razón para exaltar la intuición. Se rechaza el dato consignado con fundamento para abrazar el mito con poder de convicción sobre natural, múltiple significación y mágico encanto. Se niega la ciencia que constituiría un especial modo de analizar el mundo mediante la utilización de la razón como herramienta para conseguir dicho objetivo. El irracionalismo moderno generalizado podría interpretarse considerándoselo de dos maneras: a) como síntoma de decadencia social o b) -lo que podría llegar a tener idéntico significado- como complemento de la ignorancia imperante.

Tarde o temprano los políticos de América Latina y en especial los de nuestro país habrán de llegar, seguramente, a la conclusión siguiente, a saber: Que esa estupenda aventura intelectual llamada ciencia, desarrollada en estos lugares sin medios suficientes, pero para bien de todos nosotros por desinteresados y patriotas investigadores, protegida convenientemente -como debería ser- con la asignación, a su nombre, de una partida dentro del presupuesto general de gastos, de un monto mayor al existente en la actualidad, asegurará la incorporación de nuestros países al mundo de la educación y de la cultura que es el de la convivencia pacífica, tolerante, solidaria y dichosa. Es que quién llega a encontrar grandes soluciones por lo general es quien enfoca los problemas con mayor amplitud. Esto equivale a afirmar que quién adopta una actitud filosófica ante cualquier ciencia, con el fin de llegar a abarcarla, estudiarla, comprenderla y entenderla, es quién sitúa el problema planteado en su contexto más amplio, abarcando todo cuanto sea posible. Ese estudioso habrá de ser el mismo que estará siempre dispuesto a revisar los fundamentos de cada una de las teorías o de cada una de las técnicas a utilizar.

La inmadurez tanto política como social lleva siempre implícita más de una limitación. 1) Limitación en cuanto al espacio tomado para conseguir, iluminándolo, una mayor o más eficaz cantidad de aportes tendientes a la solución de los problemas planteados y 2) la limitación generada como fruto de la impaciencia, por lo general, referida al uso de un mayor tiempo para el logro de los objetivos. Tiempo mayor que habrá de demandar al impaciente, un análisis minucioso (o de envergadura), efectuado, limitación en medio, sin contar éste con el aporte de los recursos imprescindibles para hacerlo con precisión y rapidez.

Etimológicamente, la palabra epistemología, significa teoría de la ciencia -sea ésta natural o social- simplificando así las distintas ideas complementarias del significado atribuido al concepto filosofía en sus múltiples relaciones existentes con el concepto ciencia. Otorgados, sus múltiples sentidos por el uso de sólo cinco preposiciones ubicadas, éstas, inmediatamente después de la palabra filosofía. Vale decir que epistemología significa: filosofía de, en, desde, con y para la ciencia.- Las otras preposiciones si bien permiten abarcar más aspectos de los tantos que pueden presentarse al analizar o examinar la ciencia, no consiguen cabida ya que filosofía contra la ciencia es toda filosofía irracionalista -enemiga del método científico-. Tampoco consiguen ubicación al lado de la palabra filosofía las preposiciones sobre y bajo. Y no la consiguen porque ambas terminan resultando conceptos limitativos. Negativos en sus relativas relaciones funcionales, respecto del campo abarcador de la totalidad de la ciencia que el estudioso, por considerarla de su interés ya que a él atañe, pretende iluminar con ánimo de estudio.

Amanda Patarca.

ABONAR

ABONAR: Me acabo de dar cuenta de lo que significa la palabra “abonar” en su sentido ontológico profundo, es decir: analizada, su esencia, con extrema minuciosidad, desde su ser creador: el Hombre.

Me he dado cuenta, además y complementariamente, de lo que significa la frase “abonar rápido”. Ejemplo: Podría, uno, decir: Deseo ir a tierra para lograr un rápido abono. Lo que equivaldría a decir (verbo condicional, por constituir el soporte de una imagen metafórica) que: Depositado el cadáver, de uno, directamente en tierra, ese cadáver, así depositado, pasaría a abonar, casi sin demora, desde el instante de acaecida la propia muerte de ese ser sin vida -aunque sin demasiada prisa pero sí sin pausa- lo que, ciertamente, en ese mismo momento, mi hallazgo precluyó reconociendo a la palabra abonar con carácter saldar la deuda. Pero… ¿Qué es lo que debe el que reflexiona de ese modo, para desear ir a tierra al morir? ¿A quién se abonaría y por qué casi sin pausa aunque con demora? ¿Quién pretende que eso, lo del pago, sea concretado así, de esa forma: sin demasiada prisa y de manera contundente? ¿Dónde se encuentra escrita esa ley? ¿Y por qué resulta indiscutible su existencia, e inexorable su cumplimiento, luego de analizado el contenido lógico de su texto? Veamos un poco, sólo un poco, porque esto merecería algo más que un poco: Merecería, a mi juicio, más cantidad de preocupación por el asunto, lo que daría como consecuencia más necesidad de cantidad de tiempo para el análisis ya que, en esta cuestión, no cabe dudas de que se encuentran involucradas las pocas y contadas palabras que sostienen la concepción y el desenvolvimiento vital de la existencia humana, sobre la superficie de la tierra. Son cuatro, a saber: vida, libertar, albedrío y muerte.


A partir de la idea relacionada con el libre albedrío aprendí, o tal vez mejor dicho: me di cuenta, de lo que significa la palabra “descartar”. A partir de la idea relacionada con la palabra muerte aprendí o me di cuenta de que con el acopio, o sea con la acumulación de lo descartado, tomado, ese término, como fenómeno, bien controlado, dentro de su efímera condición, se llega al resultado, sumatorio, de lo indiscriminado, cuyo sentido se manifiesta como absolutamente contrario al de lo interesante.

Se sabe que al resultado concerniente a la sumatoria de lo indiscriminado, como consecuencia de razones atendibles, se lo consideró, siempre, como absolutamente neutralizado atento a que se la tomaba como resultado de un asunto sin importancia y por cuyo motivo se la indicó, siempre, como carente de aptitud para ser tenida en cuenta.

Ésto, como consecuencia de los efectos negativos e intrascendentes generados a partir de la concreción de fenómenos no interesantes, y de la inserción de estos, en los casos, cosas o asuntos en los cuales los protagonistas estuvieron involucrados.


Ahora bien: Para lograr una mayor rapidez de comprensión y entendimiento del tema en análisis, podríamos detenernos en este punto, todos, para traer a nuestra memoria de manera consciente o inconscientemente provocada, la muy accesible teoría de lo interesante y lo indiscriminado. Y así, por medio del enlace de ideas, aceptar que todo lo que al ser humano le resultó conscientemente interesante, durante el transcurso de su propia vida (que es todo lo que no fue considerado por él indiscriminado) resultó siendo acopiando por él. Y, una vez sumado todo lo acopiado (vínculo afectivo mediante), considerada su naturaleza como real (material) y anímica, el valor resultante constituye lo que inobviablemente este ser humano deberá abonar. Eso así, para que los nuevos pasantes, seres humanos llamados, todos, a entrar en la característica categoría de descartables -tan descartables como lo fueron los antiguos pasantes ya desaparecidos- buscando concretar lo que todos buscaron, que consistía en acopiar sólo lo interesante, sumen, finalmente, lo elegido -por ende no descartable- luego de efectuado su rescate desde adentro de lo originariamente indiscriminado. Es, en consecuencia, el remanente interesante, el definitivo valor a tomar en cuenta al momento de saldar las cuentas.


Así, con equidad infinita, en sus tres órdenes (espiritual, mental y corporal), es como equilibra Dios su contabilidad magnífica, me dije. Dios, que es, en definitiva, el que recibe la paga (el pago, el tributo, el abono) de parte de los que, viviendo, fueron incrementando su deuda. Deuda surgida, en primer lugar, por lo que la propia naturaleza fue acumulando en ellos, para conseguir completar cada uno de sus propios cuerpos con el agregado del alma (aliento vital generador de anhelos) y en segundo lugar, por lo considerado, por ellos, abstractamente interesante, representado por todo aquello que llegó a afectarlos anímica y espiritualmente. Y sí, pensé: Se trata de Dios. El receptor no puede ser otro. ¡No existe otro! Él, que es el Ente o Numen que tiene a su cargo la administración contable de la naturaleza nos está demostrando, de una manera por demás convincente, que Él es el que, desde el principio de los tiempos y por su orden, recibe, la última paga de lo que, a cada uno de los seres humanos, de manera inexplicable, les fue concedido. Su distribución inacabable realizada a su arbitrio, en base a la inalterabilidad de los elementos empleados desde su génesis; su majestuosa manera de poner un cero en el debe junto al otro cero, el ubicado en el haber, volcados con trazo sereno, en balance extendido en el mismo renglón de su libro del día, denominado el Libro Diario… es un fenómeno, o mejor dicho: un acontecimiento celestial inigualable… ¿Comprensible? Buena Fe, en medio, tal vez.


¡Las cuentas del Cielo! ¡Oh Dios mío! Dan Cero-Cero, cuando de seres humanos (mortales todos), se trata. ¡Cero-Cero, siempre, sin excepción, escritos con trazo sereno y abierto! ¡Abierto el trazo del primer cero y el otro cero, como mi boca abierta! Por donde se asoma mi estupor.

Amanda Patarca.

SANTA TERESA DE ÁVILA Y LA LUZ DE SUS TEXTOS LITERARIOS, PROVENIENTE DESDE EL FONDO DE LA NOCHE MEDIEVAL

Misteriosa y aunque a veces extrañamente oscura, hoy, a través de los quinientos un año  pasados desde su nacimiento ocurrido el 28 de marzo de 1515, la percibimos inundada de luz proveniente del fondo de la noche medieval inquisidora. Hablaremos de ella, de Teresa, de “Santa Teresa de Jesús de Ávila”. La que dejó como legado ejemplificador la completa y acabada fórmula para conseguir el entendimiento y la comprensión de la cuestionada contradicción cuerpo/alma en su síntesis unificadora. Por eso, su belleza indescriptible, hoy idealizada en su abstracción, quedó intacta como para que sus novicias y monjas, amantes de la perfección, de todas las edades y de todos los tiempos pudieran, convencidas, depositar, por siempre y con confianza, sobre su regazo amoroso, sus sensuales representaciones figurativas y más aún, todos sus anhelos, inquietudes, frustraciones, desasosiegos y caídas (algunas abismales, debidas a su juventud). Todo lo aquí referido fue y ciertamente sigue siendo el resultado del atractivo encanto de la vida mística, irresistible y de cumplimiento perpetuo para muchos. 

Teresa fue sumisa respecto de Él su creador, dueño y arquitecto de su destino, no sumisa respecto de los que decían tener poder de interpretarlo, de allí su valentía.

Su vida fue rigurosamente redactada por ella misma para que sus lectores, funcionarios eclesiásticos cercanos de alto rango, hermanas monjas de sus conventos y amigos, gente allegada a ella por distintos motivos, gozaran de esa entrega literaria minuciosa para regocijo de todos ya que sus sensaciones, emociones y éxtasis sorpresivos provocados por Dios al entrar, como Espíritu, en su alma permitían a sus sorprendidos seguidores convencerse de que su misticismo provenía desde su interior, en donde en medio de su alma había instalado Éste su morada, siendo de público y notorio que su existencia y la de todos se desarrollaba de manera asombrosa en medio de los crueles acontecimiento que marcaron su época, la medioeval como la más colmada de terrorífica injusticia.

Fueron muchos los cristianos católicos de Roma que se fueron uniendo a su causa. Y si bien con la literatura mitigaba sus tiempos de duda y zozobra éstos eran motivados por la existencia de sus detractores que fueron muchos pero no los suficientes como para neutralizar su voluntad férrea y su ímpetu avasallador e inquebrantable, puestos al servicio de sus innumerables objetivos.

Cuando el miedo al futuro la paralizaba, su celda le servía de refugio hasta que su orar constante le devolvía la gracia de dialogar con Dios, de manera directa. Por esa causa, luego de sus reclusiones, en las cuales no faltaban ni las flagelaciones ni los sacrificios mortificantes, ante los ojos de todos, retornaba a la vida monacal comunitaria completamente renovada. Sus novicias y monjas, convencidas de lo que veían, escuchaban y leían en las páginas de sus libros, trataban de imitarla en todo cuanto podían. Y eso sucedía siempre, como cosa diaria y natural en los tiempos en que Teresa se disponía a fundar y organizar un Monasterio más dentro de los dieciocho que en España llegó a concretar en sus períodos de clarividencia obsesiva, liberada ya, de la magia arrobadora de sus vivencias anímicas experimentadas dentro de la clausura y oscuridad de su celda. Porque era, precisamente, dentro de ese estado el de arrobamiento cuando Teresa, en su ensoñación, comprobaba la potencialidad de su alma Era allí, en ese momento cuando definía, sin sombra de duda, el grado alcanzado por su creatividad, desde el mismo punto del inicio, para otorgar, luego, desde allí mismo, el impulso preciso a su necesidad de obrar.  

No debemos olvidar el tristemente recordado servicio, prestado a la corona de España por la Santa Inquisición. Institución que desempeñaba, con su red de espionaje, el papel de Policía, ejecutora de sus propias sentencias.

MISTICISMO:

Según mi criterio, sintetizado en la pág. 60 del libro El altar de los acordes en sol mayor, el Misticismo, cuyo significado en el lenguaje corriente nos acerca al vocablo tendencia  o  inclinación, debería explicarse como: Todo aquello que va dirigido a Dios como plegaria, sin ser, exactamente una plegaria; tampoco un rezo y menos una oración. Pero que se asemeja, por lo parecido, a lo que sucede como consecuencia de la existencia de ese hilo delicado y frágil y hasta invisible, a simple vista para el ojo humano. El que, al parecer, es de oro, por lo incorruptible. Hilo que, pendiendo del cielo, nos ata a la vida y por el cual, misteriosamente, y estando rodeado de ciertas circunstancias, podemos trepar. Y cuando lo hacemos, aferrados a él y sin atrevernos a tocar el cielo, sólo nos es posible balbucear sonidos de abismos insondables, para comunicar esa descomunal experiencia indescriptible.

Lo místico tiene que ver con el Alma humana y con el Espíritu de esa Alma que anida dentro de ella, según así lo afirma Santa Teresa y que puede ser ocupado, por el Espíritu Santo de Dios Nuestro Señor, cuando se lo convoca fervientemente y Éste decida hacerlo, presentándose en el centro mismo de esa entidad sublime e intangible y haciéndolo de manera subrepticia y silenciosa. Por esa razón esa palabra no puede ser conceptualizada, ni su experiencia ser relatada con palabras conceptualizadas, sino sólo  explicada, ambas (palabra y experiencia) apelando a ciertos recursos literarios: metáforas, paralelismos, parábolas, alusiones,  circunloquios… creados desde lo material (desde lo concreto), para encontrar en la similitud (no en la exactitud) el entendimiento que nos lleva a la relativa comprensión de la palabra “misticismo” y de su experiencia (el hecho descripto de ese modo).

Con el tiempo y con el aporte de los que cumplen con la necesaria ley de la complementación,  asunto que Reyner María Rilque trata muy bien en toda su vasta obra (en especial: “Historia del buen Dios” y “Cartas a un joven poeta”, hasta los conceptos abstractos van a llegar a comprenderse hasta su límite máximo, a partir del cual rige la línea de la imposibilidad, concepto al que sólo la FE (inexplicable vocablo de raíz religiosa de característica sub y supra-realista), puede llegar a rescatar de su sentido drástico y definitivo y sólo de manera personal.

De lo dicho, surge la problemática, establecida hace más de quinientos años (traslada, hoy, por causa de Santa Teresa a nuestra época) que nos impulsa a ponernos en marcha para conseguir, investigando su literatura (y la de otras tres monjas místicas escritoras de la época medioeval), avalar aplaudiendo como verídicos sus dichos, vertidos en infinidad de textos explicativos, relativos a este fenómeno místico repetido, el que, constantemente, la envolviera en vida. Escritos redactados por ella misma a medida que los iba experimentando, haciéndolo en forma de “Diario personal” o “comentarios/guías de auto-ayuda” o leyes para el logro de un mejor vivir y convivir. Compleja fórmula estructural, elaborada, en primer lugar, para sí, en cumplimiento del voto de obediencia, y para la posteridad como testimonio vivo e indubitable. Y en segundo lugar para poder llegar a convencer seduciendo a sus compañeras discípulas, enroladas en sus Monasterios, de las bondades del vivir en consonancia con el régimen de vida descripto en sus consignas. Enseñanzas que, por quedar escritas, se mantuvieron incólumes como legado.

Por otra parte, en cuanto a Santa Teresa y las místicas medioevales, fundadoras de conventos, que fueron varias, nos vemos compelidos a agregar, porque “nobleza obliga”, que escudriñar con intensidad fecunda en la propia conciencia, en la medida como nuestra Teresa lo hiciera en su momento, describiendo, sin ambages hipócrita tales experiencias, de manera minuciosa, delicada, literaria, y por sobre todo con prudente belleza, para medir, con la vara de la justicia, sus propias concepciones anímicas y sus actos de materialidad manifiesta (fundaciones de Monasterios, por ejemplo), llevados a cabo  voluntariamente (es decir con voluntad intencional), en una época de crisis política profunda imbuida del terror religioso proveniente del Santo Oficio Inquisitorial, abrió las puertas a la nueva literatura, generada por ella desde lo más profundo de su instinto a partir de su voto de obediencia y considerada, desde su intuición profética como extremadamente atractiva: la de basamento o raíz sicológica naturalista, realista o ficcional. Literatura, ésta, en la que más tarde abrevaron los clásicos de la literatura mundial, desde el iluminismo hasta la actualidad. Siglos XVI, XVII, XVIII, XIX, XX y XXI, protagonizados por autores entrañables como lo fueron los clásicos españoles, rusos, checos, franceses, ingleses norteamericanos y contemporáneamente la mayoría de los latinoamericanos.  

EL CANTAR DE LOS CANTARES o EL CANTO SUBLIME.

Inferimos, sin que nos mueva siquiera un resabio de duda, que Teresa, por su condición de monja instruida, ha leído varias veces y hasta analizado este texto del antiguo testamento, atribuido, sin énfasis, a Salomón, aunque muchos aseguran que la incertidumbre respecto al origen del mismo constituyó el motivo por el cual naciera la posibilidad de  pensar que el autor se atribuyó un nombre irreal, como muchos de los que firmaron artículos que toman parte del libro de los profetas, como, por ejemplo, el “de la Sabiduría”, del cual hoy sabemos que fue escrito por distintos sabios de esa época, los cuales, por esa circunstancia, permanecieron sin trascender. Pero ¿Qué es El cantar de los cantares y que representa? ¿De qué siglo data? ¿Pudo haber sido escrito alrededor del siglo III, antes de Cristo? ¿A dónde nos lleva su significación en la investigación de su simbología? ¿Es una metáfora ejemplificadora? ¿Por qué se adueñaron de este libro hermoso los monjes del Medioevo? La misma Biblia latinoamericana actual pretende explicarlo, cuando, en una de sus páginas anticipatorias nos dice que es un poema que se encuentra escrito a la manera como Israel componía verdaderas obras de artes, las que eran ofrecidas a cada uno de los integrantes de los jóvenes matrimonios, con cuyo texto todo el pueblo exaltaban las bondades de las delicias de los actos conyugales corporales, con el firme y secreto propósito de lograr por medio de sus protagonistas la sagrada perpetuación de la especie. Estos poemas contenían descripciones sublimadas (metaforizadas) con las cuales, dándose por segura también la presencia del alma, se da a entender todo lo concerniente al disfrute placentero del gozar, del uno en el otro, indistintamente.

Como obra poética, no debemos esforzarnos por entender, de manera prosaica, el contenido de El Cantar de los Cantares. Debemos, simplemente, dejarnos llevar por el suave envión inicial y el atractivo encanto que el fluir cadencioso de sus estrofas nos ofrecen, para darnos cuenta que al tratar el tema del amor de la manera erótica cómo lo hace y sabiendo sus autores que siempre el amor es experimentado por la pareja con el cuerpo pero con la intervención innegable del alma para llegar, como siempre se pretende, a la sublimación del éxtasis, con el tiempo los estudiosos y eruditos investigadores han llegado a la conclusión no sólo de que se hace necesaria el alma para llegar al cenit sexual, sino que esa interpretación la que pareciera ser terminante, no lo es porque va unida a otra con connotaciones religiosas-sociológicas, de ascendencia netamente judía: la que nos dice que su texto transmite metafóricamente otra significación: nada menos que el amor de Dios por su esposa, la nación de Israel, su elegida, conjuntamente con su ciudad, Jerusalén, integrada, a aquella, de manera indisoluble (de allí la pasión enardecida puesta de relieve por los políticos judíos en su perenne defensa como ciudad exclusivamente propia de Israel). Para llegar a esa conclusión interpretativa, bivalente, respecto de las necesidades del cuerpo y del alma en conjunción para arribar al éxtasis en el acto amoroso (referida tanto respecto de la pareja humana como respecto de la nación israelí, con un único lenguaje, al parecer sólo atribuible al amor carnal), tanto Santa Teresa como el estudioso judío, interpretadores, ambos de alegorías, debieron estar seguros, por propio convencimiento personal, de que sólo era posible trasmitir esos sentimientos, (los resultantes de tantas sensaciones exaltadas, experimentadas por cada uno de ellos y según su propio objeto), cuando, se los describiera utilizando, necesariamente, las únicas palabras del  lenguaje, disponibles. Y las únicas palabras idóneas disponibles para ser usadas, en tales descripciones, eran y siguen siendo en la actualidad, las usadas corrientemente para concretar la descripción del amor humano carnal.

Ahora bien: Atento a que la faz anímica, la que, según las últimas teorías religiosas aportadas por muchos teólogos y filósofos que pretenden dilucidar este tema, sería la encargada de completar el acto amoroso carnal para llegar a su instancia más alta (ubicada en el cenit); y atento a que esta faz, al parecer, carece de palabras apropiadas para trasmitir la intensidad del éxtasis místico, experimentado por Teresa sin mediar la voluntad de Ésta de hacer comparecer en el fenómeno al cuerpo (aunque éste, sin mediar ningún tipo de estimulación, responda). Deberíamos concluir que de allí proviene la extraordinaria similitud descriptiva. Éxtasis al que Santa Teresa explicaba, atribuyéndolo a la inconfundible presencia de Dios, en la figura de Jesús, corporizado en Espíritu, ubicado dentro de su alma, describiendo la experiencia de manera inmejorable en sus obras “Vida” y “Las moradas”. Libros, por medio de los cuales, con las pocas palabras disponibles, categorizaba, Ella, sus sentidos, para conseguir no sólo su propia comprensión, sino, también la de sus futuros lectores. Por esa razón llegó a afirmar que el fenómeno que la llevaba al éxtasis era como algo insuperable en cuanto a gozo; una experiencia cuya culminación la privaba de concebir la posibilidad de parangón.

Es muy posible que a pesar de la persistencia de su virginidad, mantenida incólume durante toda su vida, (no olvidemos que formuló los votos de pobreza, obediencia y castidad y le creemos) haya, Teresa, experimentado en sus extraños e incomprensible éxtasis, los mismos síntomas que el de un orgasmo hormonal, femenino y normal. De todos modos, ese detalle por muchos motivos, hoy, ya no nos interesa.  Aquí tratamos de esclarecer su personalidad como escritora anticipadora de la novela moderna, desestructurada y audaz. Por medio de su estilo literario testimonial preciso, podríamos asegurar que eso, lo del orgasmo hormonal cuerpo-alma se hacía posible por cuanto sus sugestivas palabras llenaban las expectativas, dando lugar a la posibilidad de pensar cualquier cosa, de atenernos a sus descripciones. Pero la interpretación sublimada, no trivial, de “El cantar de los cantares” como metáfora religiosa, en cuanto a los sentimientos y sensaciones de Teresa, la que los católicos con sumo gusto aceptamos y el arribo a la idea de que esos éxtasis fueron descriptos con palabras que describen el amor humano (cuerpo-alma) por cuando aún hoy no existen palabras precisas para describir ese tipo de amor, el amor sólo anímico, el concerniente al amor de Dios Espíritu, transubstanciado (Corporizado en la figura de Jesús), el que actuaba (y, por supuesto, seguiría actuando), ubicado anidado, dentro del continente del alma solamente, (sin posibilidad de desborde alguno) nos lleva a pensar como probable que todas las descripciones del amor verdadero poseen un único lenguaje, sea del tipo que sea. Eso así por cuanto  el cenit amor cuerpo no puede comprenderse sin el cenit amor alma. Y porque, en definitiva, el cenit (lugar de ubicación del éxtasis) se lo describe, terrenalmente, apelando siempre a recursos celestiales.

Aquí, entonces, como final de capítulo, debemos concluir la idea esencial de este ensayo aceptando tres puntos: a) Que no aceptándose más la idea de Dios concebida como Ente Todopoderoso-castigador, sino como todo lo contrario, los católicos, debemos hoy, afirmar, como lo afirmó Teresa hace quinientos años que “Dios es Amor” y “que el amor requiere obras”. b) Que esto es así, por cuanto el amor, portando siempre un lenguaje figurado ambiguo, y entendido, después de interpretar “El cantar de los cantares” de las maneras tales como arriba quedaron dichas, o sea: Amor igual a fusión corporal y anímica o simplemente anímica, con ímpetu místico de por medio, llegamos al punto c) por el cual se entiende  el amor también como Dios, como El protagonista principal, como el otro que amo primero, o sea el amante, deseoso éste de conseguir ubicación dentro del alma, interpretada, esta, como recipiente de contención de Sus dones; lugar donde penetrará en espíritu, una vez ubicado este amor en el cenit, como consecuencia del accionar de la pareja, sea esta humana, por excelencia o constituida por un ser humano y Dios como esposo de un alma. Se comprende así, pensando de esta manera, que la llegada al éxtasis, en el cenit, constituye el efecto deseado por los amantes, relacionado con la única ejercitación terrenal posible, con validez de fenómeno anticipatorio de lo que habrá de ser el uso futuro del espacio y del tiempo infinito, por toda la eternidad.- Amantes, entendidos como corporales/terrenales o místicos, denominados, en cada una de ambas circunstancias, indistintamente, cónyuges. De allí que al éxtasis, ubicado indefectiblemente en el cenit, sea cual fuere el lugar de su generación (cuerpo o alma) y sea cual fuere el modo de ejercitación (corporal o de índole desconocida como lo sigue siendo la mental, para el común de la gente) se lo considera un fenómeno indiscutible, ligado de manera indisoluble al religioso misterio de lo asombrosamente celestial, experimentado por la especie humana.

Obras escritas por Santa Teresa de Jesús:

1)     “Vida”, Cuarenta capítulos.

2)     “Camino de Perfección”, cuarenta y dos capítulos.

3)     “Castillo interior o Las moradas”,

“Moradas primeras”, dos capítulos.

“Moradas segundas”, un capítulo.

“Moradas terceras”, dos capítulos.

“Moradas cuarta”, tres capítulos.

“Moradas quinta”, cuatro capítulos.

“Moradas sextas”, once capítulos.

“Moradas séptimas”

4)     “Conceptos del amor de Dios”, siete capítulos.

5)     “Libro de las Fundaciones”, treinta y un capítulos.

6)     “Relaciones espirituales”, a) en la Encarnación de Ávila en 1560; b) en Sevilla en 1576; c) en Sevilla en 1576.

7)     Avisos de la Madre Teresa de Jesús para sus Monjas”

8)     “Poesías”,  diez.

9)     “Epistolario de Santa Teresa”, cuarenta y seis cartas.

10) Fundó 18 Monasterios en España, todos de clausura femenina, desde 1562 hasta 1582, año de su muerte: 1.- Ávila, su ciudad natal (1515). 2.- Medina del Campo. 3.- Malagón. 4.- Valladolid. 5.- Duruelo. 6.- Toledo. 7.- Pastrana. 8.- San Pedro de Pastrana. 9.- Salamanca. 10.- Alba de Tormes. 11.- Segovia. 12.- Beas. 13.- Sevilla. 14.- Caravaca. 15.- Villanueva de las Jara. 16.- Palencia. 17.- Soria. 18.- Burgos. 


Fueron estas fundaciones realizadas con mínima inversión, en casas antiguas y hasta abandonadas, algunas, sin valor, razón por la cual las conseguía a muy bajo alquiler y ubicadas en los poblados rústicos, de las afuera de las ciudades. El trabajo de reparación, albañilería y ornamentación precaria, hasta poder llegar a ser inaugurados, con la ineludible primera misa, era asumido por todos los que tomarían luego parte de esa Institución. Trabajo pesado que no cesaba por cuanto debían afrontar también el de mantenimiento. Las celdas, eran siempre pequeñas y pobres. Respecto de ese detalle se hace necesario señalar, recalcando, que dentro del área reservada a morada de los confesores (varones considerados más piadosos y más ortodoxos que los Calzados-mitigados), existente en todos los conventos de Carmelitas  Descalzas, recién inaugurados, esas celdas, además de despojadas de confort, se encontraban alfombradas de pasto común (heno)   sobre  piso de tierra apisonada; colchón seco y extremadamente natural sobre el cual, luego de sus intensas jornadas de trabajo manual y oración, dormían, entre otros los famosos santos: San Pedro de Alcántara y San Juan de la Cruz. Este último conocido en todo el mundo hasta la fecha por su vida piadosa,  sus poemas místicos, en especial por los que forman parte del texto de su libro “La noche oscura” y, además, por sus exageradas mortificaciones corporales, no aceptadas por Teresa debido a su precaria salud. La historia informa que, Éste, al ingresar al noviciado Carmelita, era conocido por su nombre originario: Juan de Santo Matía y que en esa época, mientras pretendía ser fraile, su ingreso y su actitud amistosa para con ella le aportó, conjuntamente con Pedro de Alcántara (otro grande), en medio de las tribulaciones que la hacían meditar a solas, encerrada en su despojada celda, el convencimiento de que su accionar era positivo. Porque, si bien, en el principio  de la pretendida reforma, propiciada por ella para enderezar hábitos malsanos, concerniente a los usos y costumbres imperantes (muchos hasta disipados),  los frailes, clérigos de las órdenes de los Carmelitas Calzados, todos, (de allí el nombre de mitigados) (mitigados respecto de los sacrificios), permanecieron, por largo tiempo sin adherir. Sin embargo, con el correr de no muchos años (a partir de 1568 (fundación del Monasterio de Duruelo), Teresa pudo comprobar que dentro de los primeros frailes, reconocidos como personajes importantes, registrados como sus aliados, se encontraban:  Antonio de Heredia, quién tomó, luego el nombre de Fray Antonio de Jesús; Juan de Santo Matía, quién luego se llamó Fray Juan de la Cruz y Luis de Céllis, quién un  poco más tarde, definitivamente decidido, al enrolarse por convicción en la cofradía de los descalzos (ya no más Carmelitas Mitigados, se bautizaría con el nombre de Fray José de Cristo. Teresa los consideró, a los tres, sus verdaderos aliados por promover respetando y haciendo respetar las taxativas reglas de convivencia dentro de sus claustros religiosos de recogimiento e introspección. Reglas redactadas por ella misma, pero dictadas a partir de largas meditación trascendentales, con las cuales llegaba a la captación de la palabra de Dios, su Señor. Normas que, aunque ampulosamente repudiadas, por los mitigados, en un principio, aún se encuentran vigentes en sus Conventos.  Todo esto fue expresado al referir su vida, llena de detalles interesantes, a modo de diario íntimo, dentro del texto de uno de sus muchos libros, al denominado: Vida.           

TRANSCRIPCIÓN de PARTES de POEMAS de SANTA TERESA de JESÚS de ÁVILA.

¡Ay, qué larga es esta vida!/¡Qué duros estoy destierros!/¡Ésta cárcel éstos hierros!/

en que el alma está metida! Sólo esperar la salida/ me causa dolor tan fiero/

que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga/ donde se goza al Señor!/ Porque si es dulce el amor,/

No lo es la esperanza larga; quíteme Dios esta carga/ más pesada que el acero.

Que muero porque no muero.

TRANSCRIPCIÓN de PARTES de POEMAS del CANTAR de los CANTARES.

1 El Canto sublime que es de Salomón.

ELLA: ¡Que me bese/ con los besos de su boca!/Tus amores son un vino exquisito,/

Suave es el olor de tus perfumes/ y tu nombre, ¡un bálsamo derramado!/

Por eso se enamoran de ti las jovencitas./¡Llévame!/ Corramos tras de ti./

Llévame, oh Rey, a tu habitación/ para que nos alegremos y regocijamos/

y celebremos, no el vino, sino tus caricias./

¿Cómo podrían no quererte?/Soy morena pero bonita,/hija de Jerusalén/

Como las carpas de Quedar,/ como las carpas de Salomón./ No se fijen en que estoy morena,/

El sol es el que me tostó./ Los hijos de mi madre, enojados contra mí/

me pusieron a cuidar las viñas./ Mi viña yo la había descuidado./ Dime, Amado de mi alma/

¿a dónde llevas a pastar tu rebaño?/ ¿Dónde lo llevas a descansar a mediodía?/

Para que yo no ande como vagabunda/ detrás de los rebaños de tus compañeros?

CORO: ¡Oh la más bella de las mujeres!/ Si no estás consciente de quién eres,/

Sigue las huellas de las ovejas/ y lleva tus cabritas a pastar/junto a la tienda de los pastores.  

EL: Como yegua uncida al carro de Faraón/así eres a mis ojos amada mía./

tus mejillas se ven lindas con esos aros/ y tu cuello entre los collares./

Te haremos aros de oro /con cuentas de plata.

ÉL y ELLA: Mientras el Rey estaba en su aposento/se sentía el olor de mi perfume./

Mi amado es para mí, bolsita de mirra/ cuando reposa entre mis pechos./

Mi amado espara mí, racimo de glicina/ en las viñas de Engadi.

¡Oh mi amor, qué bella eres,/qué bella eres con esos ojos de paloma!

Amado mío, ¡qué hermoso eres/qué delicioso!

Nuestro lecho es sólo verdor.

Las vigas de nuestra casa son de cedro/ y tu techo de ciprés.


Encuentro Internacional de Escritoras “Marjory Stoneman Douglas, 2016.


EL PRÓJIMO. VOLTAIRE, EL CÁNDIDO Y LA IDEA ACERCA DEL MUNDO QUE HABITAMOS


“Por haber sido creado por Dios, este es el mejor mundo posible”. Esta frase  sintetiza la conclusión a la que llegaron Cándido, el protagonista, y su amigo, el filósofo Panglóss, dos personajes de Voltaire, que viven en las páginas de su libro: “Cándido (o el optimismo)”. Frases absolutamente opuestas a la que arribaran muchos de los otros personajes del mismo libro, sobre el cual Voltaire se encargó de depositar buena parte de su ironía y hasta de su sarcasmo.

El traductor,  de ese libro (Ediciones Negro Siglo S.A. 1994), el Dr. Ralph, y Amparo Azcona, la prologuista del mismo, llegan, por vía interpretativa, también utilizando términos de tenor comparativo, a otra frase referida a las bondades de este mundo: “Este mundo,  -dicen, acompañando el pensar de Cándido y su amigo - es el más perfecto de todos los mundos que se puedan concebir”. O sea: posibles de concepción, término emparentado con la palabra “concepto” (de naturaleza  y contenido abstracto). Pero… Aquí deberíamos prestar mucha atención, teniendo en cuenta, sin olvidarnos, que estamos hablando del mundo; del mundo nuestro; del creado por Dios. Y que haciendo alusión a la existencia de otros mundos posibles de concepción, tanto el autor referido, por medio de sus personajes optimistas, como su traductor y su prologuista, coinciden en la conclusión al afirmar que este mundo  es el mejor de los mundos posibles o, dicho de otra forma, el más perfecto de todos los que se puedan concebir.

Esto que parece una afirmación tan verídica, no lo es. Y merece una explicación por cuanto no todos  los hombres  le reconocen  bondades  a este mundo y menos, la perfección.

Sin embargo, prestándole a este asunto la atención, requerida arriba, podríamos afirmar que  DIOS eligió uno y con ese se quedó otorgándole concreción. Dicho de otro modo Dios concibió lo que haya concebido, eligió y creó la Naturaleza, toda.

Eso así, suponiendo que Dios, de lo concebido por Él, eligió lo que consideró, a sabiendas, lo mejor. Y así lo hizo, porque  Dios también sabía que lo mejor se conforma realizándose a partir de un devenir de hechos; y que los hechos se van concretando en porciones continuas dentro de las cuales toman parte el espacio y el tiempo, pero que, éstos y todos los hechos, suceden a partir de comenzada la acción que es movimiento, ya que la Naturaleza, que fue estática en su estadio inicial, transformó su estatismo cuando Dios, su creador, quiso que se transformara en móvil, produciendo la acción continuada, de manera equilibrada,  como consecuencia  de su energía  dominante, y de la puesta en marcha de su Poder Completo u Omnímodo. Y aunque el hombre, está comprobado, apareció sobre la tierra luego,  fue el mismo Dios el que consideró, para sí, que todo eso que estaba ocurriendo, en una etapa previa a la aparición del hombre, andaba bien porque era bueno (ni mejor, ni peor, ni perfecto). Y estaba bien, sin lugar a dudas. Todo le fue pareciendo bueno a Dios, porque la Naturaleza, a esa altura, mientras desarrollaba ese capítulo, ya se encontraba generando sus intrínsecas energías para que sus propias leyes se cumplieran, eternamente, de manera inexorable.



Ahora bien, habiendo Voltaire (hombre) concebido varios mundos posibles, según la formulación pergeñada por algunos de los personajes existentes dentro de las páginas de la obra citada, podríamos agregar, aquí, que éste, el mundo habitado por nosotros; el concretado, definitivamente, por Dios, luego de haber concebido o no, varios,  justamente por haber sido concretado por Dios, es perfecto, como lo es Él.

Pero, este mundo, el que desde el inicio de los tiempos comenzó a funcionar, sin lugar a dudas por el agregado, evidente, de la acción efectuado por Dios, dentro de la Naturaleza  (por Él y en Ella), culminó su periplo creacional de perfección previa, cuando entrando el ser humano en ella, perfecto, en cuando a lo concerniente a su propia naturaleza inicial, comenzó su accionar, haciendo uso de su libre albedrío; o, dicho de otro modo: libre albedrío, en medio.  


Es allí, entonces, en ese instante inicial de la entrada del hombre a ese espacio jamás ocupado por ser humano alguno, donde y cuando la acción consecuente del hombre, (no del todo correcta) dentro de la Naturaleza (perfecta en su equilibrio y en sí misma) demostró, haciéndonos comprender, al mismo tiempo, que, antes de esa entrada, a Dios, no interesándole las comparaciones, tampoco se preocupó, dentro de esa porción de historia, de tomar como concepto o prototipo ideológico lo que el hombre, pasados los años, pudo reconocer accediendo al significado de las palabras mejor o peor; correcto o incorrecto; verdadero o falso.

Esas palabras surgieron  y comenzaron a tomar relevancia cuando el hombre, iniciando su trayectoria vital comenzó a hacerse sentir actuando. Y sus actos con el paso del tiempo, fueron demostrando que no eran del todo correctos, a juzgar por los efectos. Los errores que dieron como resultado perjuicios, según el parecer de muchos, superaron, con creces, los aciertos, generadores de beneficios, satisfacción y alegría. Pero a la explicación de la necesaria generación de las palabras referidas: mejor; peor; correcto; incorrecto; verdadero y falso, recién se llega, al detectarse, la entrada del prójimo a la vida de todo hombre. Prójimo, recibido como amigable, en su inicio y aceptado luego no sólo como neutral espejo, sino, además, como factor provocador y constituyente de los resortes generadores de caracteres, los que, a su vez, dieron, dan y seguirán dando paso a actitudes trascendentes de efectos transitivos o intercambiables, o, simplemente intrascendentes. La aparición de ese prójimo fue lo que le permitió, a ese ser humano, aislado y solitario, inquietarse por variadas cuestiones. Porque, en ese preciso punto de ubicación (lugar), del coincidente preciso instante (tiempo), concerniente a ese primer encuentro (y los sucesivos  que habrían de seguirle, en adelante, concretados por la humanidad, hasta nuestros días) se le otorgó, al hombre, indistintamente uno u otro, (el llamado prójimo) la oportunidad  de  detectar  el génesis preparatorio del nacimiento o, simplemente, de la entrada a su cuerpo del numen vigoroso de su propia alma. Y, así, (desde ese punto: tiempo y lugar de encuentro) acceder a la posibilidad de elaborar en su interior pero de manera inconsciente, la primigenia sensación, que daría lugar al sentimiento también primigenio, concebido abstractamente (sin modificación material o corporal) para, luego, manifestarlo de manera interactiva. Todo eso, a partir de la trascendente aparición enfrentada o de la entrada al conocimiento  de alguien, de la cercana existencia de un otro.

Es que el ser humano sólo se completa,  en cuerpo y alma, dentro de la Naturaleza, lugar donde desarrolla su hábitat, con la figura del prójimo, otro ser humano igual en dignidad y grandeza. Sin él se mantendría alejado, completamente, de la humana, racional y lógica valoración por comparación, que es la importante;  esa facultad que exige la existencia de dos factores, los cuales y a su vez, exigen el análisis interrelacionado para que trasciendan  los sentimientos, pasiones y actitudes, de ser humano, a ser humano y de éstos a los demás. Cosa que ocurrió, desde el inicio de los tiempos; dentro de los cuales  los prójimos se fueron multiplicando.


Relación de ideas. Comparación: Una cosa es: Dios disponiendo, solo, de la Naturaleza, ya creada, movilizándola a su antojo, como consecuencia del uso de la fuerza de su poder, de hacer y deshacer; otra cosa es: un hombre, solo en el mundo, valorando la belleza de una rosa o comparando dos rosas, respecto de la magnitud de sus fragantes esencias temporales y otra, muy distinta a las anteriores:  Un ser humano frente a otro ser humano expresándose para valorar, cada uno según su criterio, esas rosas y también las acciones de ambos entre sí o de cada uno de ellos respecto a lo vivido, en relación con el todo (incluidas en ese todo las rosas) y/o con la intromisión de ciertas circunstancias, parciales. Valoración, ésta, la referida en tercer término, generada natural, espontanea o  inducida, a veces. Fruto de temperamentos dispares o similares y/o caracteres y circunstancias existenciales parecidas o diversas.

Es en ese estado, el correspondiente al accionar humano, donde afloran las virtudes del alma o sus vicios. Virtudes y vicios generadores de armonía, alegría, felicidad o discusiones, reyertas y guerras, tristezas e infelicidad… dentro de las cuales las pasiones hacen su aparición, para aportar a protagonistas o simples espectadores, testigos o mártires iniciadores de la cofradía de los suplicantes,  motivos suficientes de valoración para llegar a ciertas conclusiones, las que a su vez serán valorados por los circunstanciales analizadores de todos los tiempos.

El prójimo, por constituirse en referente, al dar sentido a la vida del hombre, le permite, a éste, comparándolo en su accionar, afirmarse en sí mismo; en su individualidad,  dando nacimiento a lo que el mundo entero llama personalidad (el ser persona humana; ser solo propio del hombre).


Un animal, en ciertas circunstancias, puede llegar a constituirse en seudo Prójimo.



                                                                                                           Amanda Patarca