En el centro y sur de México, se establecieron los aztecas o mexicas. Según la leyenda, llegaron desde el norte guiados por los dioses en busca de mejores tierras para cultivar, y fundaron la ciudad de Tenochtitlán a orillas del lago Texcoco. Con el tiempo, comenzaron a someter a las comunidades vecinas, por medio de guerras, y así se expandieron por los territorios conquistados. Por eso se dice que formaron un imperio.
La expansión de los aztecas se basó en su ejército, que era muy poderoso. Los pueblos conquistados estaban obligados a pagar tributos, es decir, debían entregar parte de lo que producían a los aztecas, aunque conservaban sus propias autoridades.
Entre los aztecas había diferencias sociales. El grupo más importante era el que se consideraba descendiente de los primeros hombres y mujeres llegados a Tenochtitlán: los pipiltin. Ocupaban los cargos en el gobierno, y entre ellos también se elegían los sacerdotes. El miembro más importante de este grupo era el rey, máxima autoridad en la sociedad azteca.
Luego se encontraban los macehuales, que eran campesinos, artesanos o integraban el ejército. Constituían la mayoría de la población y debían pagar tributos. Los macehuales estaban organizados en calpullis. Cada calpulli era una familia o un grupo de parientes con un antepasado común. Tenían una tierra que compartían y un jefe que se encargaba de distribuir el trabajo agrícola entre los miembros de la comunidad. También se encontraban los pochtecas o comerciantes. Ellos recorrían el territorio del imperio intercambiando productos. Por último, estaban los mayeques, el grupo menos favorecido de la sociedad. Estaban sometidos a la esclavitud, no tenían tierras y muchos eran prisioneros de guerra.
Los aztecas, como otras sociedades americanas, eran politeístas, es decir, no tenían un solo dios sino varios. Los principales eran Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, y Coatlicue, la madre de los dioses. La religión era una parte muy importante de la vida de los aztecas, ya que este pueblo creía que los dioses estaban entre ellos. Realizaban conquistas en su nombre, y pensaban que las buenas o las malas cosechas dependían de la voluntad de las divinidades.
El pueblo azteca creía que sus dioses les exigían como ofrenda la sangre de guerreros valientes, y que si recibían esos sacrificios, recibirían su ayuda. Como los sacerdotes conocían mucho acerca de los dioses, el pueblo los consultaba sobre lo que podía sucederles; los sacerdotes dirigían las ceremonias en honor a los dioses, en las que se sacrificaba a los prisioneros de guerra.
La actividad económica más importante del pueblo azteca era la agricultura. Cultivaban maíz, calabaza y cacao. Para aprovechar los terrenos que se inundaban, desarrollaron una técnica de cultivo llamada chinampas: porciones de tierra de forma rectangular, rodeadas por agua. Para hacerlas, instalaban una base de troncos y sobre ella se colocaba césped y tierra fértil. Alrededor de esta estructura, se plantaban unos árboles llamados ahuejotes, que servían como cerco para protegerlas del viento. Esta técnica permitía que el agua se filtrara y se mantuviera la humedad necesaria para los cultivos. Los productos cosechados se trasladaban hacia tierra firme en canoas llamadas trajineras.
Las chinampas eran islas artificiales de cultivo que permitían aprovechar para la agricultura las zonas que se inundaban.
El comercio también era muy importante, ya que permitía el intercambio de productos de diferentes regiones. En las ciudades había mercados en los que se encontraban los artesanos, agricultores, cazadores y pescadores. El comercio se basaba en el trueque, que es el intercambio de productos sin el uso de dinero.