Mi concepción de lo que es ser un educador es que éste debe actuar como un agente o mediador del aprendizaje, que apoye la cultura social en que se desarrollan sus alumnos. Debe promover el conocimiento activo en su aula de clases. Debe fomentar el valor del cooperativismo y el trabajo en equipo, para ayudar al estudiante a establecer mejores relaciones con los demás y fortalecer la buena convivencia. También, el maestro debe ser motivador, para que ayude a aumentar la autoconfianza e independencia en sus alumnos. Un excelente educador viabiliza el camino a sus estudiantes, pero deja que sean ellos los que recorran por él.
Las características idóneas en un educador deben ser la honestidad, el dinamismo, la empatía y la fe en los demás. Debe ser honesto porque en su trabajo esta demostrando que domina la materia que enseña y da cátedra del conocimiento adquirido durante sus años de desarrollo profesional. Debe ser dinámico para tener alumnos más motivados y abiertos a aprender y así también, el maestro pueda aprender de ellos. Debe ser empático porque hay situaciones sociales, económicas y educativas que afectan al educando. Y el educador debe tener fe en las capacidades que cada uno de los estudiantes posee y que gracias a esas capacidades pueden llegar a cumplir todo lo que se propongan en la vida. Esta es la visión que tengo como futura educadora.
Mi decisión de ser educadora se fortaleció durante mis últimos tres años de bachillerato en Biología en la UPR-Recinto de Bayamón. Tuve la inquietud de que sería de mi cuando terminara el bachillerato, cuál sería mi siguiente paso. Recuerdo que un día estaba revisando mi currículo académico, ya que se acercaba la fecha de la pre-matrícula, para constatar que cursos me faltaban por tomar del bachillerato. Vi que, al final de ese papel verde tamaño legal, había una nota pequeña que reseñaba las clases que eran conducentes para la certificación de maestro (a). Y yo dije: “Aquí está la oportunidad que buscaba”. El campo de la educación siempre me atrajo, así que me sentí muy emocionada con la idea de tener dos profesiones que pudieran complementarse. Decidí tomar mi primer curso del área de educación en el primer semestre de mi cuarto año de universidad. Este curso fue Crecimiento y Desarrollo Humano. Durante el trascurso de la clase, fui aprendiendo como el conocimiento se relaciona con las etapas del desarrollo humano y las diferentes conductas que muestra el ser humano durante su vida. Haber tomado este curso, cambio la perspectiva que yo tenía en relación a lo que era ser educador. Va más allá de enseñar, escribir en la pizarra y corregir exámenes.