Conservación de cavidades

Aunque la fotografía está trucada es tristemente frecuente encontrar pintadas en el interior de las cuevas, realizadas con pintura o con la llama de la carburera.

Por desgracia no es el único signo de "vandalismo cavernícola". Podemos encontrarnos latas de bebidas, bolsas de plástico, la famosa y socorrida lata de sardinas, bolas de papel de aluminio, etc... También encontramos restos orgánicos como trozos de bocatas, peladuras de naranja, espeleo-boñigas...

Debido a las condiciones de humedad y temperatura dentro de una cueva, estos restos orgánicos tardan mucho más en descomponerse que en el exterior. Una mención aparte, por su elevado poder contaminante, es para los restos de carburo ya consumido (hidróxido de carbono), más conocido con el nombre de pota, que pueden llegar a contaminar los acuíferos y que a menudo se ven amontonados en cualquier rincón.

Lo más triste de todo es que todos estos restos los podemos encontrar a cientos de metros de profundidad, donde solamente tienen acceso los espeleólogos. ¿No es el espeleólogo un estudioso de las cavidades y por afinidad un amante de las mismas?. Resulta fácil, muy fácil, no dejar restos dentro de una cueva. Simplemente hay que llevar una bolsa de plástico.

Otro motivo del deterioro de una cavidad es la expoliación de sus formaciones. Las estalactitas, creadas a partir de concentraciones de carbonato cálcico, resultan sin vida cuando se las saca fuera del ambiente húmedo de la cueva. También resulta muy fácil romperlas por un descuido al entrar en una sala repleta de ellas. Deberemos extremar el cuidado.