Exploración del desierto:
De 1850 a 1855 los hamburgueses Adolf Overweg (1822-1852) y Heinrich Barth (1821-1865), saliendo de Trípoli, efectuaron la más importante exploración que se haya realizado en Africa del Norte, penetrando hasta el interior del Sudán y llegando a las regiones comprendidas entre el lago Chad y el Chari. James Richardson, jefe de la expedición, muere en marzo 1851 y el astrónomo Overweg en septiembre de 1852. Al año siguiente Barth entró en Tombuctú. En diciembre de 1854, de camino a Borno, se encontró con Eduard Voguel, que había salido en su búsqueda por el extravío de sus informes del año anterior. Volvió a Europa por Trípoli, y llegó a esta ciudad el 21 de agosto de 1855; después de haber realizado uno de los viajes de exploración (16.000 km) más útiles que conoce la geografía. La información que Gordon Laing había recopilado de Tombuctú (1826) se perdió después de su muerte. René Caillé había estado dos semanas en Tombuctú en 1828. Viajó por deseos personales de alcanzar la mítica ciudad e incentivado por el premio de 10.000 francos que ofreció la Sociedad Geográfica al primer europeo que llegara. Parte de los largos trayectos a través del Sahara eran recorridos uniéndose a caravanas de comerciantes que seguían usando con regularidad las antiguas rutas.
El Sudán:
De 1853 a 1856 el alemán Eduard Vogel (1829-1856), realizó una notable exploración del Sudán. Murió asesinado en el Ouadaii. Por estos mismos años (1853-1857) el portugués Antonio Francisco Ferreira da Silva Porto (1817-1890) atravesó el Africa Austral, desde Benguela al cabo Delgado. Expulsados de Sudán tras el levantamiento de Al Madhi, Emín Pachá y Stanley guian a un contigente egipcio hasta la colonia alemana de Bagamoyo (1889).
Africa oriental:
Numerosos viajeros completaron el conocimiento del Africa oriental mediante atrevidas exploraciones. Destacan los ingleses Richard Burton (1821-1890), John Speke (1827-1864) y James Grant (1827-1892), quienes descubrieron los mayores lagos africanos: el Tanganyika y el Victoria (1858-1859); luego Speke y Grant definieron las fuentes del Nilo (1862), problema que había preocupado a varias generaciones de geógrafos. En la parte del Sáhara vecina a Marruecos penetraron el alemán Gerhard Rolfs (1831-1896) en 1861-1864, quien se hizo célebre reconociendo el desierto de Libia (1873-1874); Gustav Nachtigal (1834-1885), que fue el primer europeo en llegar a los macizos centrales del Tibesti (1869-1874), y el francés Henri Duveryrier (1840-1892).
Resto de Africa:
El centro de Africa, y la parte austral del continente eran recorridos por Georg Schweinfurth (1836-1925) en 1863-1864; el italofrancés Pierre Savorgnan di Brazza (1852-1905), quien realizó varios viajes en la región del Congo (1875-1877) y 1879-1882), y el inglés Verney Cameron (1844-1894), uno de los exploradores que habían ido en busca de Livingstone. En los años siguientes, los portugueses Brito Capello, Ivens y Alejandro de la Rocha Serpa Pinto (1846-1900), en 1877-1879 estudian y atraviesan el continente africano. Expediciones simultáneas y posteriores completaron con detalle el conocimiento de Africa.
Expediciones inglesas:
1823: Clapperton en el Chad
1826: Gordon Laing en Sierra Leona y el Sahara. Muere sin que se recuperen sus notas de Tombuctú.
1822-1824: Denham y Oudney en el Chad
1825-1827: Clapperton en el Níger
1830-1831: Lander en el Níger inferior
1858: Burton y Speke en los grandes lagos
1849-1873: Livingstone en Africa central y el Congo
1876-1877: Stanley completó la ruta de Livingstone por cuenta del rey de Bélgica.
Expediciones alemanas:
1848: Rebmann y Krapf en Kenia
1850-1855: Barth en Sudán
1869-1874: Nachtigal en Chad
1865-1867: Rohlfs en Níger
1870: Schweinfurth en Ubangui
1889: Hans Meyer culmina el Kilimanjaro
Expediciones francesas:
1818: Mollien en las fuentes del Senegal y Gambia
1827-1828: Caillié desde Sierra Leona a Marruecos por Tombuctú
1865-1870: Grandidier en Madagascar
1874-1882: Brazza al Congo
1897-1898: Marchand en el alto Nilo; Foureau-Lamy cruzaron Argelia hasta Chad 1900: Gentil del Congo al Chad
Expediciones austríacas:
1887-1898: Teleki en Abisinia
1887-1893: Baumann en Tanganyika
Expediciones italianas:
1880: Mateucci y Massarie se desplazaron desde Egipto hasta el golfo de Guinea
Expediciones portuguesas:
1877-1879: Serpa Pinto se desplazó a Angola y Mozambique
Expedición turca:
1887-1889: Emín Bajá en Africa oriental.
Ocupación y colonización:La exploración del continente fue pronto seguida por su conquista, lo que motivó el surgimiento de disputas entre las potencias europeas por conseguir el control sobre el mayor territorio posible. El proceso se inició con la disminución del comercio provocada por la supresión del tráfico de esclavos. Algunos países consideraron la posibilidad de retirarse del comercio africano (reducido a principios de siglo a productos como el cacahuete o la palma). En Africa del sur a finales del siglo XVIII los holandeses empezaron a instalar numerosos asentamientos en la región. Desde 1815, por el tratado de Viena cedieron El Cabo a los británicos, que obligaron a los bóers a replegarse hacia el N, a la región de Natal. A mediados del siglo XIX los bóers fundaron los estados del Transvaal y Orange. En Africa del norte, entre 1830 y 1847 se desarrolla la conquista francesa de Argeliay la formación del estado asociado de Liberia por los Estados Unidos (1838). Entre 1854 y 1865 Faidherbe agrupó los enclaves franceses de la región formando una verdadera colonial (Senegal). En 1869 se abre el Canal de Suez. En 1881 se producen rivalidades franco-italianas en el establecimiento del protectorado francés de Túnez. En 1882 Gran Bretaña empieza a sustituir a los franceses en Egipto y a instalarse. Entre 1889 y 1896 se establece el protectorado italiano sobre Abisinia. Entre 1889 y 1905 se establece el protectorado italiano sobre Somalia, que se convirtió en colonia. Entre 1906 y 1912 España y Francia ocupan Marruecos e Italia penetra en Tripolitania (1911).
Las rivalidades europeas:
La penetración europea se hizo al principio sin que se produjeran choques entre las potencias. Cada país ocupaba y ensanchaba el hinterland de sus factorías, pero los conflictos no tardaron en surgir: pretensiones de las potencias ausentes de Africa (sobre todo Alemania), disputas sobre las zonas intermedias, intentos de establecer grandes ejes incompatibles entre sí (El Cabo-El Cairo, los británicos, Angola-Mozambique, los portugueses; Dakar-Djibouti, los franceses). El imperio británico era el más vasto y comprendía una serie de territorios aislados en la zona occidental del continente (Gambia, Sierra Leona, Costa de Oro, Nigeria; otros en la zona oriental: Egipto, Sudán, Somalilandia, Uganda, Keniam, Nyassalandia, Rhodesia; y varios protectorados: Bechuanalandia, Basutolandia, Swazilandia así como la Unión Sudafricana, constituida después de la eliminación de los zulúes (1880) y de la guerra contra los bóers (tratado de Prertoria de 1902). El imperio portugués conservaba a principios de siglo sus antiguos establecimientos en Guinea, Cabinda, algunas islas del golfo de Guinea (Príncipe y Sao Tomé) y las del Cabo Verde. La penetración inglesa en el Sur africano le impidió realizar su proyecto de unión entre las colonias de Angola y Mozambique. España poseía algunas zonas en el continente y un grupo de islas en el golfo de Guinea, la más importante de las cuales era Fernando Poo (act.Bioko). Bélgica heredó en 1908 el estado independiente del Congo. Italia mantuvo de su imperio la Somalia italiana y Eritrea. Luego lo acrecentaría con zonas Saharianas de Libia. Alemania a pesar de entrar tarde en el reparto se creó un dominio apreciable en poco tiempo formado por Togo, Camerún, Africa del sudoeste y Africa oriental alemana. Francia había creó un vasto conjunto colonial en sucesivas etapas: Senegal, Níger, Mauritania, Guinea, Costa de Marfil, Dahomey, el Congo francés, los territorios del Africa occidental, Djibuti, las Comores y Madagascar.
El papel primordial de los africanos en el descubrimiento de su continente:
No se insistirá nunca lo bastante sobre la participación de los africanos en los "descubrimientos". ¿Quién se acuerda ya de Chuma, Susi, Bombay, Uledi y muchos otros? Aunque sus nombres hayan caído en el olvido, nada tienen que envidiarles los europeos en cuanto a valor. Son los "compañeros negros", para recuperar el título de una obra que se les dedicó. Toda la gloria ha recaído sobre los europeos y rápidamente nos hemos olvidado del papel esencial de los equipos de remeros, porteadores, exploradores, intérpretes y guías. Sin embargo, a menudo son verdaderos profesionales, en comparación con los cuales los europeos son modestos aficionados. En efecto, algunoa africanos participan sucesivamente en varias expediciones. Al cabo de unos cuantos años han recorrido por tanto muchos más kilómetros que sus empleadores. La travesía de Africa en compañía de Stanley o Livingstone es una excelente "tarjeta de visita", y se forjan algunas carreras prestigiosas gracias a esta reputación. Todos los exploradores intentan pronto hacerse con los compañeros de equipo de sus predecesores, para aprovecharse de su experiencia. Algunos guías han estado al servicio de cuatro o cinco descubridores. Bombay, un antiguo esclavo de la etnia yao libertado, viaja con Livingstone y con otras expediciones; lo mismo ocurre con Susi. La Royal Geographical Society no duda en recompensar a estos africanos, ilustres en su día, por sus buenos y leales servicios: 18 hombres reciben una medalla al terminar la expedición de Speke, y 60 compañeros de Livingstone son condecorados tras su última exploración. Es más, a algunos de ellos se les paga una pequeña pensión vitalicia: Bombay disfruta de una jubilación concedida en firme en 1876, tras incesantes peregrinaciones. (Anne Hugon)
Meyer alcanza el pico más alto del Kilimanjaro (1889):
La primera noticia que se tuvo en Occidente procedía del misionero alemán Johannes Rebmann, quien con Ludwig Krapf, descubrió el macizo en 1848. Sin embargo, su descripción, en la que hablaba de un pico alto, cubierto de nieve y ... tan cerca del ecuador, fue acogida con escepticismo, incluso ridiculizada. Otros misioneros y exploradores, con base más científica y más dispuestos a creer en el informe, siguieron las huellas de Rebmann y Krapf y también comunicaron haber visto el mismo notable y sorprendente monte. Algunos que trataron de escalar parte del volcán, se vieron obligados a volver atrás, bien por la dificultad del terreno, bien por la cerrada oposicón de los nativos, que tomaron como una ofensa la intrusión de gentes extrañas en un lugar que ellos consideraban como sagrado. El reverendo Charles New, un inglés, alcanzó la zona de nieve del Kibo en 1871, y dos años más tarde regresó con la esperanza de completar la ascensión; pero la expedición fue seriamente obstaculizada por los chagas, y New, sin haber logrado su propósito murió (se dice que asesinado) en su viaje de regreso a la costa. En 1886, el Africa Oriental estaba dividida por las potencias europeas en grandes colonias, habiendo reclamado Alemania lo que más tarde sería, aproximadamente, el territorio de la actual Tanzania y afirmado Inglaterra su derecho a una zona que más o menos corresponde a la actual Kenia.
[...] Durante las tres décadas siguientes la exploración corrió a cargo de los alemanes. En 1887, el doctor Hans Meyer ascendió a 5.500 metros antes de quedar totalemente bloqueado, al parecer a causa de una pared impracticable del glaciar de hielo. Asistido por Ludwig Purtscheller, escalador profesional, Meyer volvió en 1889 con un buen equipo. Ambos escaladores avanzaron a través del cinturón de brezos, y llegaron por fin a la barrera alpina desierta. Y aquí encontraron que esta región era una extensión árida, cubierta de arena volcánica, de fragmentos de piedra pómez y de tozos de lava solidificada lanzada por el volcán muchos años antes. Meyer y Putscheller acamparon, para pasar la noche, en una gruta que se abría en la vertiente oeste del Kibo y a la mañana siguiente iniciaron la escalada a través de una zona llena de cascotes volcánicos hasta alcanzar el glaciar que más tarde se llamaría de Ratzel. Con la ayuda de piolets siguieron hacia arriba, por una traicionera pared de hielo que se inclinaba con un ángulo de treinta y cinco grados. Ante ellos se abría, como una monstruosa boca, el cráter del Kibo, de más de dos kilómetros de diámetro. Entonces los exploradores procedieron a la anotación de la presión atmosférica que imperaba en aquel elevado lugar y a calcular la altura de muchos picos. Con emoción y alegría, Meyer izó la bandera alemana. [...] Alcanzaron la cima de otros muchos picos y bajaron al cráter del Kibo, que se encuentra a unos 300 metros de profundidad y que en aquel momento estaba en gran parte cubierto de hielo y que los glaciares se hallaban en un gradual proceso de recesión. A partir de entonces, el Kilimanjaro fue visitado a menudo por otros escaladores. En 1912, por ejemplo, Fritz Klute alcanzó la cima del Mawenzi. (G.Corbellini)
El Kilimanjaro es una formación constituida por los volcanes Shira, Mawenzi (5.354 m) y el Kibo (5.895 m). El Kibo es el más joven y se encuentra situado en el centro del macizo. El humo y gases calientes que despide indica actividad en las profundidades pero nunca ha entrado en erupción el los tiempos históricos. El origen del nombre de Kilimanjaro es discutido, podría provenir del swahili o de las palabras masai que significan montaña y agua. En los fértiles suelos volcánicos los chagas consiguen gran variedad de cultivos con un ingenioso sistema de riego que lleva el agua de los torrentes de montaña a largas distancias. El escritor y gran viajero Hemingway, con su breve novela Las nieves del Kilimanjaro, hizo famoso el lugar, que por entonces tenía granades posibilidades de caza.
Joseph Thomsom:Explorador escocés infatigable y autor de To the Central African Lakes and Back y Through Masai Land. Con 20 años se unió a una expedición al lago Tanganika. Descubrió el lago Rukwa y recorrió Tanzania, Kenya, Uganda, Sudán, las montañas del Atlas y el río Zambeze. Casi moribundo, dijo a uno de sus amigos: “Si tuviera fuerzas para ponerme las botas y caminar cien metros, me iría otra vez a Africa”. “Estoy condenado a ser un vagabundo. No soy un constructor de imperios, no soy un misionero, en realidad ni siquiera soy un científico. Lo que verdaderamente quiero es volver a África y seguir vagando de un lado a otro”.
El Río Nilo:
La existencia de este poderoso río parece un milagro. Las convulsiones geológicas que formaron la cuenca del mar Rojo parecen haber originado al mismo tiempo una serie de fosos, de cuencas y de hendiduras alineadas en la región del valle actual, que habrían desviado el antiguo Nilo. Este, que recibía entonces numerosos torrentes del macizo arábigo, habría formado un profundo valle, posteriormente sumergido y terraplenado en el plioceno. Durante el cuaternario, las variaciones del clima (a menudo semiárido) y del nivel del mar produjeron alternativamente excavaciones y rellenamientos de los que subsisten jirones de terrazas. He aquí un fenómeno esencial: el Nilo habría recibido finalmente la aportación de sus actuales afluentes sudaneses (Nilo Azul, Nilo Blanco, Atbara), gracias a los cuales su caudal se mantiene a través de 2000 km de desierto absoluto, con crecidas estivales que depositan un limo fértil de origen etíope. Los depósitos, regulares en las zonas donde la inundación es libre, contribuyeron a formar el Delta, actualmente bloqueado por una poderosa corriente litoral.
Fuente de alimentos:
El Nilo inferior (egipcio) puede proporcionar al hombre, en toda estación, el agua que el cielo le niega. Le prodiga además el limo que fertiliza el suelo, esa negra khemi tan celebrada en tiempos de los faraones. Aun antes que las tribus protoneolíticas, perseguidas por la aridez creciente, hubieran hallado en el valle del Nilo, éste ofrecía un terreno ecológico privilegiado, una vegetación y una fauna ricas y variadas atrajeron a los cazadores-pastores nómadas, quienes se convirtieron en agricultores sedentarios. Finalmente, en el espesor de los aluviones se oculta una próxima capa freática que poco a poco irá ocupando su lugar en el regadío. De este modo, las condiciones excepcionales vinculadas con la existencia del Nilo permiten comprender mejor el origen de la civilización egipcia, esa civilización que maduró largamente en coto cerrado antes de asombrar al mundo mediterráneo, despertar la codicia de sus vecinos (hicsos, libios, hititas, persas, griegos ...) y legar, para admiración de tantos turistas e investigadores, los testimonios de un arte desmesurado. (Jaques Besançon)
Cosechas:
La instalación en el valle planteó múltiples problemas. El río crece rápidamente entre junio y septiembre; en Assuán, su caudal pasa de 523 a 8500 metros cúbicos, es decir que alcanza de 8 a 10 m por encima del estiaje, provocando una inundación general que durante mucho tiempo se atribuyó a una causa divina. En tales ocasiones emergen únicamente los borde escarpados del lecho menor actual, fragmentos de terrazas y antiguos ribazos. Durante mucho tiempo la zona habitada quedó circunscrita a esos tell o kominsumergibles. Tan pronto como el río vuelve a su cauce, basta con sembrar en el lodo (octubre-noviembre). El agua almacenada en ese suelo profundamente resquebrajado, la evaporación invernal reducida, la temperatura suave, permiten obtener una cosecha en el mes de abril: éste es el cultivo satwi, que aprovechan las circunstancias favorables ofrecidas por la naturaleza. Pero el débil relieve de la llanura inundable fragmenta la superficie útil. Desde la era predinástica, los egipcios han emprendido colectivamente la formación, mediante diques de tierra, de inmensos casilleros, o huds de fondo nivelado, cuya finalidad era uniformar los beneficios de la inundación y apresurar el desecamiento de las zonas bajas. De abril a julio la tierra descansaba bajo un sol abrasador. El pueblo podía entonces trabajar en las construcciones de los faraones megalómanos, participar en las peregrinaciones o en las expediciones guerreras. La vida de los hombres acompasaba su ritmo al del río-dios.
La posibilidad de formación de deltas es un hecho característico de todo el litoral mediterráneo. Esta característica se ve favorecida por la escasa amplitud de sus mareas y la ausencia de corrientes marinas litorales.
Lágrimas de Isis:
Heródoto describió la vida en Egipto como el don del Nilo por su profunda vinculación al gran río. Sin el Nilo Egipto sería un monótono desierto que poco o nada favorecería la vida humana. Debido a las crecidas anuales del río, una estrecha franja, el valle del Nilo, se convirtió en un espacio especialmente fértil y en la cuna de una gran civilización. Esta fructífera lengua de terreno divide el Sahara en dos grandes áreas: el desierto Oriental (el desierto Arábigo), una región montañosa que se extiende hasta el mar Rojo; y el desierto Occidental (desierto Líbico), que se prolonga hasta el corazón del África septentrional. Los antiguos egipcios distinguieron perfectamente el árido Deshret (tierra roja) y el fértil Kemet (tierra negra, por el color de su suelo aluvial). Sentían el primero, el desierto, como una tierra extraña, a la que solo se aventuraban para la obtención de metales (como el oro), minerales y piedras preciosas. En cambio, consideraban el valle del Nilo su hogar; en él se sentían seguros y protegidos por una serie de de dioses que, indefectiblemente, propiciaban el puntual inicio de la crecida anual del río. Las precipitaciones estacionales en Etiopía motivaban que el Nilo alcanzara su mayor caudal; como consecuencia de este hecho, enormes cantidades de limo, rico en nutrientes, se trasladaban aguas abajo hasta depositarse en las llanuras del valle del Nilo. El nivel que alcanzara la crecida era fundamental: si era demasiado bajo, podía significar una mala cosecha y, como consecuencia, el hambre; si era demasiado alto, los depósitos aluviales que hacían fértil la tierra podían ser desplazados más allá de los suelos de cultivo y acabar en el desierto. La crecida del Nilo era tan importante que su inicio, en el actual mes de julio, señalaba el principio del año egipcio, que coincidía con la reaparición de Sirio en el cielo nocturno. Esta estrella fue asociada con Isis, pues se creía que las lágrimas de esta diosa provocaban la inundación. El año agrícola se dividía en tres estaciones (correspondientes a la crecida, la siembra y la cosecha); y el civil, en 12 meses de 30 días cada uno de ellos, con 5 días suplementarios que se añadían al final de cada año.
El accidentado curso del Nilo Azul:
Trataba de cruzar por la pequeña localidad etíope de Bambudi, un minúsculo punto en el mapa por donde el Nilo Azul se desliza en tierras sudanesas llegando de Etiopía. [...] Mi plan era seguir el curso del río, viajando todo lo cerca que pudiera de sus aguas, desde su salida del lago Tana, en la ciudad de Bahr Dar, hasta el remoto Cairo. Tenía noticia de que, en muchas ocasiones, tendría que alejarme del cauce, porque el Azul, a poco de nacer, se vuelve algo loco y viaja dislocado, en su descenso hacia las planicies, virando de sur a norte, de norte a este, de este a sur y de sur a oeste, como si se persignara. [...] Es imposible para un viajero común recorrer los parajes por donde el Nilo desciende trazando curvas desconcertantes a partir de las cataratas de Tis Isat, situadas a algo más de treinta kilómetros de Bahr Dar. Desde los saltos de Tis Isat, el río se despeña en hondas barrancadas en donde ni siquiera hay sendas, por quebradas que apenas son capaces de atravesar las mulas. Los felinos salvajes, los cocodrilos, las boas y los hipopótamos son los señores de aquellos infranqueables parajes. Y también el mosquito anofeles, transmisor de la malaria. Tan sólo dos expediciones americanas han logrado seguir ese tramo del río que lleva desde el lago Tana a la frontera de Sudán. Lo hicieron en los años sesenta y en los años noventa del siglo recién concluido. Y sólo a base de gastar una verdadera fortuna en dólares para organizar imponentes caravanas dotadas de todos los medios.
Colonización europea (siglos XIX y XX):
A partir del siglo XIX la mayor parte del continente africano pasó a incorporarse al flujo de la historia global en sólo tres generaciones. La ocupación europea fue extraordinariamente rápida. En 1879, el 90% del territorio todavía estaba gobernado por africanos. La proporción se había invertido en 1900. Y en 1914 las consecuencias de la ocupación alcanzaban ya a la mayoría de los africanos. Dos circunstancias técnicas hicieron posible la invasión relámpago. Primero, la utilización de la quinina como profilaxis contra el paludismo, enfermedad transmitida por mosquitos que hasta entonces mataba a la mitad de los europeos que residían en Africa. En segundo lugar, las nuevas armas de fuego, como el fusil de repetición y la artillería de campaña, que conferían a los europeos la posibilidad de intimidar y enfrentarse con éxito a ejércitos más numerosos. El repentino interés por el continente vino determinado por la unificación alemana e italiana. Tras la guerra franco-prusiana de 1870, en la que Francia resultó derrotada, el escenario de la rivalidad europea se trasladó a Africa, donde Alemania dio batalla diplomática para controlar a sus rivales y tenerlos ocupados lejos de sus fronteras.
Reparto de territorios:
El trazado de las zonas de influencia se realizó sobre un mapa recién dibujado con los datos aportados por los exploradores. Las bases del reparto se sentaron en la conferencia de Berlín, celebrada entre 1884 y 1885 con el pretexto de acabar con el comercio de esclavos. Así se abrió una etapa que no se cerró hasta bien entrado el siglo XX. La reclamación de territorios tenía que refrendarse con pruebas de una ocupación real y por todas partes salieron pequeñas expediciones en busca de convenios con las autoridades locales, recurriendo al enfrentamiento sólo en casos extremos. Los protagonistas de esta primera fase de la colonización fueron, además de los militares, los misioneros y los comerciantes. Un primer reparto quedó configurado en 1914. Sobre el mapa, los territorios franceses, ingleses, alemanes, portugueses y belgas parecían fruto de un juego de estrategia. Pese a su arbitrariedad, buena parte de las fronteras así trazadas se han conservado, aun a costa de intensos conflictos. Tras la ocupación teórica, disminuyó la actividad europea en Africa, sobre todo allí donde las expectativas de beneficio inmediato eran escasas. Los franceses adaptaron sus propias formas organizativas, mientras que los ingleses aprovecharon las relaciones de poder establecidas a través del llamado gobierno indirecto. El número de funcionarios por habitante era mucho mayor en el sistema francés. En cualquier caso, esos primeros gobiernos coloniales se limitaron a ejercer sus funciones al menor costo posible: mantener el orden, recaudar impuestos, obligar al trabajo y administrar la ley. En esta época, la economía dependía de la iniciativa de empresas particulares.
La historia de las relaciones de Africa con los países del Oeste ha sido una historia de pillaje; pillaje de la mano de obra africana, de sus recursos minerales y agrícolas y de su tierra. Aunque ya no existe la esclavitud directa, los tres factores dinámicos respecto de los cuales se originan las luchas que han de decidir el destino de Africa siguen siendo la fuerza de trabajo, los recursos naturales y la tierra. (J.Woods)
Excepción etíope por la derrota militar de Italia:
Los planes de expansión italianos en Etiopía tropezaron con la capacidad de organización de Menelik II (1895), que se desvió del papel que Italia pretendía asignarle. Su ocupación de las regiones de Tigrè y Amhara (1889) contaban con el beneplácito de Italia, pero su poder posterior se convirtió en un serio riesgo. Fue Menelik, proclamado emperador, el que concedió a Italia el control de Eritrea. Las discrepancias en la traducción del tratado de Uccialli, en el que la versión italiana establecía el protectorado sobre Etiopía, acabó generando un gran levantamiento que logró movilizar una fuerza de 100.000 independentistas. Tras la sonada derrota italiana en Adua, según lo establecido en el Tratado de Addis Abeba, firmado el 26 de octubre de 1896, los italianos reconocieron la independencia de Etiopía y ésta, a su vez, reconoció a Eritrea como una colonia italiana, lo que provocó numerosos conflictos posteriormente. Varias potencias europeas se apresuraron a establecer relaciones diplomáticas con Etiopía, que se convirtió en el único Estado africano que conservó su independencia durante el reparto de
África de la era colonial.
Cultivos:
Algunas zonas se convirtieron en productores especializados, como el cacao en Costa de Oro o el aceite de palma en el Congo Belga. En el este y en el sur florecieron las grandes granjas agrícolas y ganaderas. El ferrocarril, que reducía los costes de transporte en un 95%, también significó un fuerte impulso económico allí donde se construyó. Otra gran fuente de riqueza para los europeos fue la explotación de minerales: diamantes en Suráfrica, oro en Rodesia y Ghana, estaño en Nigeria... Tras la Primera Guerra Mundial, los territorios alemanes en Africa se repartieron entre Francia, Inglaterra y Bélgica bajo la supervisión de la recién creada Sociedad de Naciones. Por su parte, la situación de los colonizados mejoró algo al ser objeto de mayor atención, así como por el progreso general de la medicina: entre 1920 y 1950 la población pasó de 142 a 200 millones de habitantes. La introducción de los vehículos a motor en los años veinte, en especial camiones, aumentó la movilidad de la gente y las mercancías. Sin embargo el abandono del medio rural y el crecimiento de las ciudades fue una tendencia de resultados contradictorios. Los perfiles concretos de la experiencia colonial variaron mucho según las zonas. En los dominios portugueses, el trabajo forzoso hacía que la vida de angoleños y mozambiqueños se diferenciara poco de la esclavitud, mientras que en otras regiones la agricultura extensiva proletarizó a la población, con el agravante de que se acapararon las mejores tierras de labor para esos cultivos de exportación. Por otro lado, el arraigo de los europeos en países como Argelia, Kenia, o Rodesia empeoraría las cosas llegada la hora de la descolonización. (Javier Rubio)
La Conferencia de Berlín y el reparto colonial (1885-1919). Por Julia García Moreno:
Los mandatos. Los sistemas coloniales europeos.
La Conferencia de Berlín y el reparto colonial de África. La creciente actividad colonial desplegada por viajes y exploraciones, descubrimientos y ocupaciones de territorios africanos, antes de 1884, que incrementan las presencias imperialistas europeas sobre toda África y provocan una serie de rivalidades y enfrentamientos entre los países europeos, crean en la conciencia y en los intereses internacionales, junto a otros factores, la idea de la necesidad de la celebración de una conferencia general que tratara sobre la compleja situación creada en África. En vísperas de la convocatoria de la Conferencia de Berlín, de la que salen las normas sobre el definitivo reparto colonial de África, a la situación ya existente desde años atrás, se unieron nuevos hechos y circunstancias que influyeron en el proceso que llevó a la celebración de tal conferencia. Por entonces, la distribución colonial no había completado aún la ocupación total del continente y la acción se localizaba en torno a varios puntos y áreas concretas.
La Conferencia de Berlín:
En el conjunto del panorama geopolítico africano se plantean un par de cuestiones concretas que centran las rivalidades de los colonialismos europeos y que influyen en las actitudes y decisiones de la conferencia. Por un lado, se trata de la cuestión de la soberanía territorial y de los países que podían tener derechos históricos, en principios, a ocupar los territorios interiores por su permanente establecimiento, dividiéndose los países en dos grupos de opinión: las potencias ya con colonias en las costas de África que reivindican su derecho y prioridad a penetrar en la zona interior, y las potencias que defienden que el derecho de ocupación procede de la ocupación territorial activa y del establecimiento a firme en el territorio. Por otro, se trata de la cuestión del Imperio colonial contínuo, con la formación y posesión de grandes ejes coloniales que atraviesen el continente en sentido horizontal o vertical sin salir de la soberanía colonial de un Estado europeo. Tres proyectos intentan transformarse en realidad en este sentido: Francia, con el eje este-oeste, entre Senegal y Gabón por el Sáhara y Sudán hacia Somalia; Portugal, en África al sur de Ecuador, entre Angola y Mozambique, y Gran Bretaña, con el eje norte-sur, entre El Cairo y El Cabo por África oriental, central y austral,siendo este eje el que se impondrá tras los choques de la crisis del ultimátum (1890) entre Inglaterra y Portugal, y el incidente de Fashoda (1898) entre Inglaterra y Francia, que se resolvieron con sendas victorias británicas.
La Conferencia de Berlín, convocada conjuntamente por Francia y Alemania, se celebró entre el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero de 1885. Las naciones asistentes fueron: Alemania, Austria-Hungría, Bélgica, Dinamarca, España, EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia, Portugal, Suecia, Noruega y Turquía. Ningún país africano estuvo representado. El día de la inauguración de tan solemne reunión, a las dos en punto, Bismarck abrió la primera sesión y aceptó la presidencia. En su discurso aseguró que el propósito de la Conferencia era promover la civilización de los africanos abriendo el interior del continente al comercio. Después, definió los tres objetivos específicos de la reunión: libertad de comercio en el Congo y el Niger y acuerdo sobre las formalidades para una válida anexión de territorios en el futuro. Señaló, igualmente, que no se entraría en cuestiones de soberanía. Y tras insistir en que la Conferencia serviría a la causa de la paz y la humanidad, Bismarck finalizó su intervención dando una impresión de incertidumbre y ambigüedad.
Una vez discutidos y resueltos los problemas planteados al comienzo de la conferencia, tras las sesiones y reuniones celebradas durante esos meses, los delegados elaboraron un Acta General, que fue firmada el 26 de febrero de 1885, que contenía declaraciones, acuerdos y principios, asía como las normas respecto de las más importantes cuestiones tratadas por las potencias colonialistas reunidas en la capital alemana, y que contenía siete apartados:
Declaración relativa a la libertad de comercio en la cuenca del Congo, sus desembocaduras y países circunvecinos, con disposiciones relativas a la protección de los indígenas, de los misioneros y de los viajeros, y a la libertad religiosa.
Declaración referente a la trata de esclavos y las operaciones que por tierra o por mar proporcionan esclavos para la trata.
Declaración relativa a la neutralidad de los territorios comprendidos en la cuenca convencional del Congo.
Acta de navegación del Congo.
Acta de navegación del Niger.
Declaración relativa a la condiciones esenciales requeridas para que sean consideradas efectivas las nuevas ocupaciones en las costas del continente africano, y que establecen en las relaciones internacionales reglas uniformes respecto de tales ocupaciones que, en adelante, puedan verificarse en África, y
Disposiciones generales.
La Conferencia de Berlín, no regularizó la disputa por África, simplemente, señaló el hecho de su participación. Al establecer de esta manera en las relaciones internacionales las normas y condiciones para las nuevas y sucesivas ocupaciones en África, fijó las bases de lo que iba a ser el reparto colonial del continente entre los imperialismos, ya actuantes y desde entonces incrementados, completándose así el reparto, de forma inmediata, en apresuradas ocupaciones efectivas, que ocasionaron nuevas resistencias y rivalidades, así como enfrentamientos resueltos por tratados y acuerdos entre las potencias coloniales, dentro del marco internacionalmente fijado, y que cubrirá el período siguiente, hasta dejarlo totalmente terminado, y a toda África bajo la acción del triunfante imperialismo europeo, desde comienzos del siglo XX.
Las ocupaciones coloniales:
El reparto colonial de África entre las potencias europeas se completa entre 1885 y 1904, dando por resultado el establecimiento y la consolidación de todas las colonias occidentales en el continente, a lo largo de un proceso en que se producen cuatro tipos de hechos interrelacionados: las ocupaciones territoriales, las resistencias africanas a estas invasiones, las rivalidades y enfrentamientos que resultan de tales ocupaciones europeas, y los tratados que regulan las citadas rivalidades, con lo que se configura el definitivo mapa colonial de África.
Las rivalidades imperiales:
Las más importantes rivalidades coloniales surgidas entre los países europeos por el reparto de África, a finales del siglo XIX, fueron dos: entre Inglaterra y Portugal, en África austral, y entre Inglaterra y Francia, en África occidental y sudanesa. La rivalidad entre Inglaterra y Portugal, se produjo en 1890 y es conocida como la crisis del ultimátum o del mapa rosa. El incidente de Fashoda constituye el choque entre Francia y Gran Bretaña, La primera por su expansión desde el oeste hacia el este en un eje horizontal, e Inglaterra en dirección norte-sur para construir el eje vertical El Cairo-El Cabo. El conflicto se produjo al encontrarse en Fashoda (Sudán) las expediciones francesas y británicas. Todos estos enfrentamientos se solucionarán mediante tratados. Los significativos tratados sobre repartos coloniales, firmados en el marco internacional creado por la Conferencia de Berlín, representan la superación de las diferencias surgidas entre los Estados europeos en sus ocupaciones coloniales, y establecimiento de unos acuerdos y colaboración en los repartos y zonas de influencia. El reparto de África se completó, por tanto, en función estricta de los intereses de las potencias europeas, y el estatuto de los territorios africanos dependía solo de los acuerdos y convenciones entre tales potencias.
El predominio imperialista europeo y los sistemas coloniales:
En torno a 1904, prácticamente,toda África había quedado repartida y sometida al régimen colonial europeo, excepto algunas limitadas zonas que fueron incorporando a su dominio a lo largo de los primeros años del siglo XX. Sólo dos estados africanos era independientes: uno tradicional, Etiopía, y otro relativamente reciente, la República de Liberia. El predominio colonial del imperialismo europeo se manifestó en todos los aspectos y actividades africanas, que quedaron incorporadas a los sistemas de dependencia europeos. En tres planos se puede situar la actuación europea sobre las colonias africanas, en lo político, el establecimiento y mantenimiento, con ciertas variaciones, de una compartimentada administración y régimen colonial bajo directo dominio europeo: en el socio-económico, las dependencia y vinculación de los recursos africanos al sistema capitalista europeo llevará a una cierta actividad económica, antes inexistente, pero siempre sometida a la iniciativa y a los intereses de la economía europea, con la configuración de unas determinadas realidades sociales y en lo ideológico cultural, una falta de adaptación entre ambos conjuntos de valores culturales, y señalado en primer lugar por el sometimiento de lo africano a lo europeo, y después por un sentimiento y movimiento de resistencia y oposición a Europa, tendente a reafirmar los valores africanos.
Los sistemas administrativos coloniales:
A fines del siglo XIX, las metrópolis europeas controlaban la práctica totalidad de los territorios africanos, sobre los que establecieron instituciones de gobierno. En efecto, a todo lo largo del predominio imperialista en África, las metrópolis fueron implantando unos determinados sistemas coloniales para administrar sus territorios africanos, que tienen unas especiales características. Como conclusión, y en definitiva, está claro que ningún sistema colonial aportó a los africanos los beneficios que, en general, les ofrecían. La característica común de todos ellos fue la explotación del continente africano. De hecho, los europeos, con sus capitales, han alterado demográfica, económica y socialmente un continente en su propio beneficio, que ha disimulado bajo las grandes teorías colonialistas de asistencia y civilización. (Julia García Moreno. Universidad Complutense. Madrid)
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Legados positivos de la colonización:
Al lado de los inconvenientes que causó se debe reconocer que mejoró el nivel de vida con la aportación de mejores técnicas de cultivo, la introducción de nuevas especies agropecuarias, conservación de alimentos, la práctica de profesiones antes desconocidas, un aumento general de la producción de los sectores agrícolas, industriales o artesanos y de servicios. La atención médica, la creación de centros hospitalarios y la construcción de sistemas sanitarios supuso el fin de enfermedades endémicas y el aumento de la esperanza de vida. La enseñanza elevó el nivel cultural y profesional de los indígenas. Promovió el concepto de Estado y las instituciones con base en principios democráticos. Desarrolló el comercio, las comunicaciones, la distribución de bienes y el uso de medios de pago. Ferrocarriles, carreteras, puertos, aeropuertos, distribución energética, sistema judicial.