Museo de la escuela


El edificio que albergaba la escuela es una casa de 3 plantas. Su construcción data de principios del siglo XX, aunque se desconoce el año exacto. En un primer momento, la planta baja se destinó a horno comunal, que estuvo en funcionamiento hasta la construcción del nuevo horno allá por los años 30. La primera planta era ocupada por la cocina y el lavabo de la casa del maestro, la segunda planta estaba distribuida en dos zonas: una era la habitación del maestro, de unos 20 metros cuadrados y el resto era el aula, no mucho más grande, unos 40 metros cuadrados. La tercera planta era la cambra, un espacio diafano, sin construir, que servía de almacen.

En el año 2008, gracias a la subvención que Diputación destina al plan de núcleos, se inicia la restauración del edificio. La planta baja se destina a local juvenil y se convierte en un lugar de reunión y de actividades de la gente joven de la aldea. La primera planta, ya hacía años que se había rehabilitado como consulta médica y se restaura la segunda y la tercera planta. En contra de la opinión de la Asociación, que queria reabilitar la vivienda del maestro y el aula, se tira abajó toda la planta y se reconvierte en local social. La segunda planta se acondiciona para convertirla en museo de la escuela, donde se expone todo el material existente: pupitres, mapas, mesas, sillas, libretas de alumnos, libros, documentos antiguos de principiso del siglo XX, y todo tipo de material de una escuela de los años 50-60.

BREVE HISTORIA DE LA ESCUELA

Tras una conversación que tuve estas Navidades (enero de 2012) con Julio y Amelia, un matrimonio que todavía vive en la aldea, pude conocer, de manera aproximada, un poco más  sobre los orígenes y la historia de la escuela, que acontinuación os paso a relatar.

Hay que decir que no se acordaban exactamente del año de construción, ni de cuando comenzó a funcionar la escuela, ellos todavía no habían nacido, en la actualidad rondan los 80 años.

Como la escuela sólo disponia de una aula y también de un solo maestro/a el grupo estaba formado por alumnos de todas las edades, desde los 6 a los 14 años que era la edad de escolarización obligatoria. En la época de más apogeo de la aldea, allà por los años 30, podía haber más de 50 niños/as en el aula. Hay que pensar que aunque la aldea nunca paso de los 500 habitantes, en aquella epoca era muy normal las familias numerosas de 4 o 5 hijos/as o incluso más.  Por tanto, ya nos podemos imaginar el gran trabajo que tenia que desarrollar el maestro/a de turno para mantener el orden y transmitir unos conocimientos mínimos. Aquello si que era atención a la diversidad....  Como material didáctico, se solía utilizar un único libro, una minienciclopedia (Enciclopedia ciclo pedagógica, D. José Dalmau Carles, 1932), que trataba todas las àreas del conocimiento: matemàticas, física, quimica, gramàtica, literatura, ortografia, normas de conportamiento, ética y  moral, etc., también contaban con algun que otro libro de lectura y la libreta. 

En la clase había una pizarra pintada en la pared, una bola del mundo y un mapa físico y otro politico de España.

El profesor/a iba dedicando un rato a cada grupo. Más tiempo a los mayores. Muchos ratos, los más pequeños eran encomendados a alguno de los mayores que iba mejor escolarmente y tenía más paciencia y ciertas dotes, digamos, pedagógicas. Los conocimientos eran elementales: lectura, escritura, las cuatro reglas y  poco más.

Este matrimonio me cuenta que tienen unos buenos recuerdos de todos los maestros que pasaron por la aldea. Algunos ocupaban  la vivienda de la escuela y otros vivian  realquilados en casa de la abuela Rosarios o en la posada de la abuela Nieves. La gente de la aldea contribuía, amenudo, voluntariamente, a su manutención con alimentos comunes como huevos, patatas, fruta, carne, con lo que hacian algo más soportables las duras condiciones de vida con las que se encontraban los maestros/as en la aldea. Hay que pensar que la mayoria venían de Valencia y que las comunicaciones eran practicamente inexistentes. El pueblo más cercano está a 7 Km y en aquella época, el trayecto se tenía que hacer en caballerias por caminos de tierra, por lo que se encontraban completamente aislados. Otro inconveniente importante era la falta de luz elèctrica, hasta el año 1959 no llegó la electricidad a la aldea. También hay que pensar que en aquella época los inviernos eran largos y muy frios,  las bajas temperaturas y las nevadas podían durar todo el invierno.

El maestro/a, míseramente retribuido, poco considerado socialmente, basaba su trabajo en la autoridad personal, una rígida disciplina y el respeto que los alumnos le debía y por el que jamás cuestionaban sus decisiones. Ser maestro era una vocación. Para sus discípulos, era la guía y el modelo a seguir; le temían, aunque también podían venerarle.

En los pueblos y ciudades pequeñas se le consideraba parte de las “fuerzas vivas” locales, junto con el cura, el farmaceutico y el medico.

Puesto que la función del maestro se basaba en el principio de autoridad, en la escuela los castigos estaban a la hora del día y, según quien los aplicara, podían ser en verdad crueles y humillantes para el alumno. Cualquier falta o incumplimiento de la norma, por leve que fuera, era merecedora de una reprimenda o un penalización. Los castigos más habituales eran colocar al alumno en un rincón, de cara a la pared, con pesadas pilas de libros en las manos y orejas de burro; los palmetazos, los coscorrones y algún que otro bofetón o la archifamosa “colleja”. Era también costumbre hacer que el alumno copiara quinientas o mil veces una frase relacionada con el delito, como “No hablaré en clase” o “No contestaré a mi maestro”.

De todas maneras, los maestros/as no estaban muchos años en la aldea. Algunos de los que mejores recuerdos dejaron en este matrimonio son: Don Francisco de Bar, Doña Rosa Truchete, que se fue la vispera del inicio de la guerra civil, Doña Petra, que fue la primera maestra después de la guerra, Doña Enriqueta y Doña María Álvarez, que fue la última maestra que hubo en la escuela y que acabó casándose con un joven del pueblo. La escuela dejó de funcionar en el año 1972, con lo que los niños/as de la aldea tenían que ir al instituto de Ademuz, que está a 13 quilómetros. La mayoria de las veces tenían que hacer el recorrido andando, hiciera frió o calor. Esta situación hizo que muchas familias que tenían hijos en edad escolar emigrasen a Valencia, Barcelona o Tarragona.

En las épocas que no había docente, bien porque estaban de baja o porque el ministerio no habia enviado ninguno, la Sra. Maruja, que era la hermana del practicante, Don Miguel, ejercia de maestra.

Me cuenta Amelia que todos los niños asistian a la escuela ya que así recibían leche en polvo para desayunar y queso americano para merendar y teniendo en cuenta la escasez de alimentos de la época de la posguerra, que es cuando ellos iban a la escuela, no se podía desaprovechar, aunque si los padres los necesitaban puntualmente para hacer algún trabajo en el campo o para cuidar a los animales, no asistían.

A partir de abril se iniciaba un descenso generalizado en la asistencia a la escuela. No cabe duda que los trabajos del campo reclamaban la presencia de los crios, más generalizado entre los chicos que entre las chicas.

También es de destacar el hecho de que a partir de los doce años el abandono escolar era generalizado, muy pocos niños/as acababan los estudios. En el mundo rural, la mano de obra que aportaban los niños era vital para las familias en su intento de subsistencia.

En el transcurso de la conversación, me explican algunas cosas curiosas: en invierno, cada alumno/a tenía que llevar un tronco de leña para la estufa, la mochila era de madera y escribían con tinta china. Al entrar, lo primero que hacian era rezar el padre nuestro y al medio dia sacaban la bandera y cantaban el cara al sol. Los castigos ejemplarizantes estaban a la orden del día.

Algunos días hacían excursiones al pajar del Tio Marianete, que está a la salida del pueblo y jugaban al pañuelo, a la abuela, a la taba, al churro, al abejorro, etc.


Fuente: Antonio Sánchez Garzón