Los Aljezares (horno de yeso)

HISTORIA


La utilización del yeso en las construcciones tradicionales (vernaculares) del Rincón de Ademuz data de antiguo, ya que se trata de un material sencillo propio de zonas con escasos recursos, como sucede con la «tierra cruda» en el tapial, la piedra de la zona, el ladrillo cocido y la madera, elementos que fueron ampliamente utilizados en las construcciones mudéjares De hecho, el yeso ha sido históricamente «el principal aglomerante realmente cohesivo utilizado en la comarca del Rincón de Ademuz».1

La fecha de construcción de los hornos de yeso de Los Aljezares, está bien documentada. Se construyeron cuando, Ismael Luz era el alcalde pedáneo de la aldea, en el año xx


UBICACIÓN


Se hallan situados a la entrada a la aldea por la carretera de Ademuz. Al llegar a unos  sabinares se ha de abandonar la carretera y coger un carril de tierra y los hornos están situados a unos 200 m.

DESCRIPCIÓN

Los hornos están colocados contra el talud, a pocos metros de la cantera, aprovechando el desnivel para el llenado de los mismos por arriba y para la propia sujeción del horno, cuya fábrica se basa en mampostería de piedra arenisca levantada en seco (lucida con arcilla), formando un cono irregular; más ancho en la parte alta que en la base, de uno a dos metros de diámetro y no más de dos de altura.

La producción de yeso comenzaba por la construcción del horno contra un talud o ladera, también los había exentos y más frecuentemente adosados. Para la fábrica del horno se empleaba piedra viva o caliza enlucida por dentro con barro (arcilla), para evitar la pérdida de calor y favorecer la cocción. La forma de los hornos de «Los Aljezares» suele ser circular (troncocónica invertida), de unos dos metros (2 m ∅) por arriba y uno y medio (1,5 cm ∅) por abajo, con abertura por delante.

Construido el horno se procedía a la extracción de la piedra de aljez de la cantera, para lo que se utilizaban barrenas, cuñas (de madera o hierro), picos y mazas. No consta la utilización de dinamita en la extracción de la piedra, aunque pudo utilizarse. Posteriormente se pasaba a cargar el horno, proceso que requería de cierta pericia en sus pasos iniciales, ya que había que hacer con las propias piedras de aljez una falsa cúpula en la parte inferior, abierta por delante, con el fin de introducir el combustible para la cocción. A continuación se iban colocando las piedras de aljez por encima de la falsa cúpula, rellenando el interior, al tiempo que se iba cubriendo la abertura delantera del horno. Finalmente, se echaban los restos de piedra de aljez y tierra por encima, para rellenar los intersticios y colmatar el horno.

Una vez el horno lleno de piedra de aljez, colmatado por arriba y cerrado por delante, se procedía al encendido, utilizando como combustible básicamente del monte bajo. El horno requería de arbustos y aliagas un fuego constante e ininterrumpido, con el propósito de elevar rápidamente la temperatura.

El tiempo de cocción variaba, «podía durar un día entero (24 horas), aunque se solía realizar a caballo de dos días, con una noche por medio, pues parece que el fuego se controlaba mejor en la oscuridad». Para comprobar al cocción «se vertía paja seca en la parte alta, de forma que si prendía significaba que la piedra ya estaba lista», entonces se echaba tierra sobre esa zona, con el fin de desviar las llamas hacia otras zonas.

Finalizada la cocción, se tapaba el horno con barro y tierra, por arriba y por abajo, ocluyendo la boca de alimentación, con el propósito de que se enfriara a lo largo de varios días, aproximadamente ocho o diez, dependiendo de la temperatura ambiente. Una vez frío, se extraía la piedra de aljez cocida y se colocaba sobre el piso de la placeta, procediendo a su machacado y trituración, para lo que se utilizaban mazos y rulos de piedra, similares a los utilizados para la allanamiento y prensado de la tierra en las «eras de pantrillar». Para mover el rulo troncocónico de usaba algún animal de tiro, caballo, burro o macho. El proceso concluía con el cribado del yeso mediante un cernedor con cedazo de distinto calibre: el yeso resultante se colocaba en sacos disponiéndolo para su transporte y uso en las obras.


CARACTERÍSTICAS


El yeso obtenido de estos hornos artesanales tenía como principal característica su rápido fraguado, razón por la que «la obra se debía adaptar al material»; de esta forma, «esa misma velocidad de fraguado permitía el ahorro en medios auxiliares, como el encofrado de los forjados» y «muros de lajas de piedra colocadas en vertical»,3​ sistema habitual en el cerramiento de las plantas superiores de las construcciones tradicionales (vernaculares).

Mezclado con agua y tierra del lugar (argamasa de yeso) se empleaba en la construcción de los «machones de hormigón ciclópeo de yeso» (machones estructurales),4​ que soportaban realmente la armazón de las casas, y en el «semiencofrado» de algunos muros exteriores. Asimismo, se usaba en el lucido exterior de las fachada, en el cindriado de pisos, cielos rasos, escalera, y «en mezclas más aguadas» en el lucido de habitaciones y otras estancias interiores