Fiesta de Santa Bárbara

Santa Barbara es la patrona de la aldea.

Tiene lugar una misa en honor a la patrona y una procesión. A continuación se bendice el pan que es repartido entre todos los asistentes. Por la tarde y noche se organiza un baile en el local social.

HISTORIA

Antiguamente 4 vecinos del pueblo eran  carideros y una semana antes de fiestas pasaban de casa en casa a pedir la caridad, que consistía en trigo para     elaborar el pan. Después se llevaba al molino, una vez la harina en Mas del Olmo se llevaba al ayuntamiento donde se cernía con un cedazo. Para elaborar el pan colaboraba toda la juventud: se utilizaban calderas para calentar el agua, artesas para depositar la masa, capazos y mandiles  para tapar la masa. Mientras que reposaba la masa, se preparaba un caldero de gachas. Una vez la masa        fermentaba se cocía el pan en el horno y se dejaba en el ayuntamiento.

Al día siguiente, día de Santa Barbara, se saca a la Virgen del Consuelo y a Santa Bárbara de procesión. A Santa Barbara la llevan los hombres y a la Virgen del Consuelo las mujeres. De

regreso a la iglesia se cantan los Gozos. Se bendice el pan en el ayuntamiento y los carideros lo reparten entre todos los asistentes.

La  creencia popular percibe que el pan bendito, además de alimento  (nutriente) resulta portador de propiedades espirituales -de la misma  forma que “ el pan dormido de San Antón  y los rollos de San Blas  protegen de las enfermedades y males de garganta  a quienes lo ingieren con devoción-.

Como  toda tradición, la fiesta de santa Bárbara ha sufrido su propia evolución, condicionada en las últimas décadas por la escasez de vecinos. Desde tiempo inmemorial, varios aldeanos se constituían en caridaderos,  personas encargadas por la comunidad de recoger las limosnas para la fiesta de los panes. Los más viejos recuerdan que pudo haber entre 

cuatro y seis, pero en las últimas décadas sólo son dos. Dichos vecinos  se elegían por tanda de calles, según el orden que se llevaba en la pedanía. Llegado finales de noviembre, se pasaban casa por casa con una talega, para recoger el. Cada vecino, según su voluntad y posibilidades, donaba una cantidad, que oscilaba entre un cuartal y media fanega de trigo.

           

 Terminada la recolección, el trigo se portaba a lomos de animales al molino del Señor en Torrebaja, bajando por la loma Romance, Molares, barranco del Charcal y umbría de La Sagra; y también al más próximo de Los Cuchillos,  que se halla en el camino de Sesga, donde el molinero, invariablemente,  les preparaba a los portadores un buen caldero de gachas tras la 

molienda. Arribados de nuevo a la aldea, tras cerner la harina, el salvado resultante se repartía entre los que habían donado trigo, proporcionalmente a lo que habían contribuido. Las mujeres de la casa de los caridaderos  eran las encargadas de preparar la masa, ayudadas por familiares y voluntarias, aportando, además, la levadura y la sal. Durante la noche, los hombres iban por leña al monte de Puebla de San Miguel, exponiéndose a la ira de los pueblanos. De esta forma, uno o dos días antes de santa Bárbara, según la cantidad de harina conseguida, se comenzaba a hornear. La faena se iniciaba pasada la media  noche y se continuaba hasta terminar la masa, que podía ser bien avanzada la mañana. Conforme se sacaban los panes se contaban, depositándolos en los escriños y cubriéndolos con las frazadas. El que hacía treinta, la llamada “ poia  ” correspondía al hornero, así como los que salían rotos o deformadoS.

La misma mañana de la celebración, los propios caridaderos   preparaban a su cargo un gran caldero de gachas, donde no faltaban las sabrosas sardinas saladas de barril ni las tajadas de cerdo fritas y el ajoaceite. Tampoco el vino de la cosecha local (antaño hubo muchas viñas por la zona, como lo prueban los cubos existentes), que previamente habían recogido también de caridad por la aldea, pasando de casa en casa con un puchero y un boto, que luego abocaban al tonel dispuesto al efecto por el Ayuntamiento. La comida comunal se alegraba con bailes, amenizados por los propios lugareños, utilizando laúdes y guitarras.// Desde la mañana la aldea bullía de gente, parientes, amigos

 y convidados de los pueblos y aldeas vecinas, sin que faltaran nunca los pobres de cada lugar, siendo los más asiduos y abundantes los de Santa Cruz y Casasaltas… La fiesta religiosa era similar a la descrita, pagándose los gastos de Iglesia con el producto de ciertas tierras en secano que la Santa tenía en el término, cultivadas por diversas familias. Igualmente respecto al reparto de los panes, que se hacía tras  la bendición, disponiéndose los concurrentes en largas filas. El primero era para el señor cura. Luego iban pasando los pobres, visitantes y vecinos, quedando en último lugar los caridaderos. Si sobraban panes se hacía una retorneta, consistente en un segundo reparto, reservado a los vecinos que habían entregado caridad. Durante la fiesta se constituía el pan de las almas, consistente en que determinados vecinos, en razón de promesas, peticiones o agradecimientos a la Virgen, daban para ese fin alguno de los panes que les habían tocado en el reparto. De esta forma se llenaban  una o varias cestas, que eran subastadas al día siguiente (Virgen del Consuelo) al mejor postor. Al tercer día, con el producto de la venta de los molletes se celebraban las misas por los difuntos de la aldea.

En  otro tiempo nadie quedaba al margen de la fiesta, pero en nuestros días,  la despoblación ha hecho que la fiesta popular haya considerablemente reducida. Sin embargo, todavía se conserva entre los moradores la antigua tanda de caridaderos, en los que pervive el mismo espíritu que animaba a los de hace cien años, y la misma ingenua y santa devoción:


Fuentes; Alfredo Sánchez Garzón