¿Qué diablos está pasando con los insectos?
Desde México hasta Alemania o España, los entomólogos observan y documentan, entre perplejos e inquietos, la pérdida masiva de mariposas, abejas, escarabajos y libélulas.
Una mariquita.
Un reportaje del New York Times del pasado noviembre titulaba: "El apocalipsis de los insectos está aquí". Este es un recorrido por diversos puntos del planeta, desde México hasta Alemania o España, donde constatamos el declive generalizado de estos pequeños seres tan importantes para la vida en el planeta.
En 2014, Mario García, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN/CSIC), regresó con una buena noticia de sus trabajos de prospección sobre la presencia de un género de escarabajos (Eupompha) en los estados mexicanos de Baja California y Sonora. Junto a otra investigadora predoctoral mexicana de esta misma organización, Karen López, confirmaron la presencia de tres poblaciones de Eupompha imperialis en las proximidades de la frontera con Estados Unidos. Se convirtieron en los primeros registros de la especie en México. ¿Primeros y últimos? López viajó hasta en tres ocasiones al mismo lugar apenas dos años después, para completar el trabajo iniciado. "No encontré ni uno solo, ni de esa especie, ni de su género ni tan siquiera de su tribu, Eupomphini". Las tribus son grupos taxonómicos que abarcan varios géneros. "Es cierto que pertenecen a una familia cuyas especies son muy difíciles de ver porque tienen ciclos de vida muy complejos, con una fase larvaria muy desarrollada que se escapa a la observación sobre el terreno, pero las visitas fueron suficientes para haber detectado al menos su presencia".
La investigadora mexicana teme lo peor, y es que el cambio climático y de los usos del suelo hayan provocado la posible desaparición de estos insectos coleópteros en las zonas septentrionales prospectadas de Baja California y Sonora. "Los habitantes de estos lugares me relataban que cada vez llueve menos y que incluso hay largas temporadas en las que no cae ni una gota de agua, lo que impide que culmine la metamorfosis de larva a adulto de cualquier especie de Eupomphini". Similares conclusiones son a las que han llegado algunas investigadoras del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático de México (Inecol) con otros coleópteros, los escarabajos estercoleros o peloteros, localmente llamados rodacacas. Estos insectos, como muchos otros, realizan una función trascendental en los numerosos ecosistemas donde viven. Descomponen y digieren o entierran la materia orgánica de las heces de muchos vertebrados, retirando del medio posibles infecciones (destruyen huevos y larvas de moscas y otros parásitos y bacterias nocivas para el ganado y el hombre) y una fuente de emisión de metano que, de liberarse, aumentaría aún más los efectos negativos que provocan los gases de efecto invernadero.
Imelda Martínez y Magdalena Cruz, de Inecol, llevan varios años publicando estudios y libros sobre la función de los escarabajos estercoleros en los pastizales ganaderos. Ya en 2012, detectaron que durante las cada vez más recurrentes temporadas de sequías la degradación del estiércol vacuno fue más lenta que en épocas de lluvias, y la abundancia de los escarabajos estercoleros también fue menor. Martínez, que advierte además sobre el impacto negativo de plaguicidas y medicamentos veterinarios, tiene algo claro: "Hay que cuidar y conservar a los escarabajos estercoleros por su importancia biológica, ecológica y sobre todo económica para los productores ganaderos y el país". De ahí la colaboración estrecha que se ha establecido entre estos y el Inecol. Antes de volar hacia Alemania, Karen López no quiere que salgamos de México, en concreto de la sierra norte de Oaxaca, sin al menos apuntar que otro orden de insectos, los lepidópteros, sufre el cóctel mortal de la transformación del hábitat, el uso de agroquímicos, el cambio climático y el coleccionismo. "La mariposa tigre oxaqueña (Pterourus esperanza) es endémica y tiene un hábitat restringido al bosque de montaña y pino-encino entre los 1.600 y 2.500 metros de altitud y cada vez se nota menos su presencia, casi no se la ve; excepto en Internet, donde se subastan algunos ejemplares por más de 2.500 dólares", denuncia la investigadora.
Las mariposas son precisamente unas de las protagonistas de un estudio que ha disparado la alarma por la progresiva desaparición de los insectos. Investigadores de la Universidad de Radboud, de los Países Bajos, y de la Sociedad Entomológica de Krefeld, de Alemania, desplegaron trampas para capturar insectos voladores en 63 espacios protegidos de este último país durante 27 años. Las conclusiones, publicadas en 2017 en la revista Plos One, son demoledoras: "Nuestro análisis estima una disminución de la biomasa de insectos voladores del 76%, que llega al 82% a mediados del verano". "La disminución generalizada es alarmante, en especial porque todas las trampas se colocaron en áreas protegidas, que están destinadas a preservar las funciones de los ecosistemas y la biodiversidad", resaltan desde el equipo liderado por Caspar Hallmann, del Instituto de Investigación del Agua y los Humedales de la Universidad de Radboud.
Del estudio no dejan de brotar conclusiones preocupantes: "Esto excede considerablemente el descenso estimado del 58% en la abundancia global de vertebrados salvajes en un período de 42 años reflejado en anteriores investigaciones; constatamos que las disminuciones documentadas recientemente para varios taxones, como las mariposas diurnas, polillas y abejas silvestres, van en paralelo con una pérdida severa de la biomasa total de insectos, corroborando que no solo las especies vulnerables, sino la comunidad de insectos voladores en general, han sido diezmadas en las últimas décadas".
Hallmann conoce además de primera mano la alteración que provoca la disminución de los insectos en las redes tróficas que sustentan diversos ecosistemas. Fue también el investigador principal de un artículo publicado en la revista Nature en el que constató que los neonicotinoides, potentes insecticidas que afectan y matan a diversas especies de abejas, lo hacen también con 15 especies de aves depredadoras de estas, entre las que se encuentran estorninos, alondras y golondrinas. Precisamente, aunque del estudio de Plos One se colige que es necesario ampliar las investigaciones para acotar mejor la responsabilidad en el desplome de las poblaciones de insectos (entre ellas el cambio climático y la transformación del hábitat), la intensificación agrícola gana terreno. "Las reservas en las que se colocaron las trampas son de tamaño limitado dentro del típico paisaje fragmentado de Europa occidental, y casi todas las ubicaciones (94%) están rodeadas por campos agrícolas", advierten. Y señalan: "Parte de la explicación podría ser que las áreas protegidas (que sirven como fuentes de insectos) son afectadas y drenadas desde campos agrícolas". Para concluir: "El aumento de la intensificación agrícola puede haber agravado esta reducción en la abundancia de insectos".
Estamos ya en Madrid, en otro espacio protegido, concretamente el parque regional en torno a los cursos bajos de los ríos Manzanares y Jarama, más conocido como Parque Regional del Sureste. Es el área de acción principal de José Ignacio López-Colón, entomólogo con mucho campo en sus piernas que ha descubierto varias especies para la ciencia y nuevas áreas de distribución de otras, como hizo no hace mucho con una variedad de libélula.
López-Colón corrobora con su propia experiencia: "El descenso de insectos es bestial". Y se apunta a la teoría de la multicausa y de la necesidad de investigar y precisar más el origen de los males. "Son varias causas –resume– que posiblemente se suman para producir el descenso en especies y de contingentes de cada una de ellas: contaminación de los suelos y del aire, urbanización y fragmentación del territorio, deforestación y transformación de los usos agrarios, desaparición del pastoreo tradicional, empleo indiscriminado de pesticidas, medicamentos que se aportan al ganado..., y a todas ellas hay que añadir las gravísimas consecuencias de los desarreglos termopluviométricos producidos por el cambio climático". Y nos pone sobre las pistas de los mismos insectos que investiga Karen López, los coleópteros. No son pecata minuta, ya que forman el orden con mayor número de especies del planeta, con 375.000, casi 70 veces el número de especies de mamíferos. Entre ellos están también algunas familias a las que cada vez se echa más en falta en nuestros campos, como las mariquitas y las luciérnagas. Pero a López-Colón le preocupan sobremanera los escarabajos.
Repite lo de "bestial, brutal", al referirse a la disminución de coprófagos –ya vimos en México: esenciales para la salud del suelo, el aire y las personas– "tanto cuantitativa como cualitativa en las últimas cuatro décadas". "Ocurre en toda España, pero en concreto en la zona periurbana al este de Madrid capital, en los términos de Alcalá de Henares, Torrejón de Ardoz, San Fernando de Henares, Coslada, Mejorada del Campo, Velilla de San Antonio, Arganda del Rey y Rivas-Vaciamadrid, que son los que prospecto y observo regularmente desde hace ya casi 30 años".
Recorriendo algunos de los lugares mencionados, comienza a dar nombres propios: "Hay especies como Scarabaeus pius de la que ya no queda ni rastro, nunca la vi en estas últimas décadas, pero tengo registros de los años 60 y 70; otra especie emblemática es un endemismo del centro peninsular, Jekelius castillanus, ya no hay quien lo vea; y a Onthophagus latigena, muy abundante en excrementos de conejos en los años 80 en montes de Loeches y en zonas próximas, hoy día es difícil de localizar".
Sobre la marcha, este entomólogo, que reparte su preocupación naturalista entre la militancia en Ecologistas en Acción e investigaciones que le han llevado a realizar el volumen de la familia Scarabaeidae de la magna obra del CSIC Fauna Ibérica, recuerda otros impactos: "Dentro de los insectos florícolas he observado un descenso brutal –le pueden las sensaciones vividas a pie de campo– entre especies cuyas larvas viven en la madera muerta de árboles de bosques y sotos fluviales. La culpa la tienen ciertas prácticas, nefastas, de la silvicultura, que abogan por retirar la madera muerta de estos ecosistemas, con lo cual eliminan o reducen drásticamente las poblaciones de infinidad de especies que viven ahí y son parte fundamental del proceso de reciclado de los árboles".
Intento sacarle de su 'zona de confort', la familia Scarabaeidae, para llevarle al terreno de las libélulas, que tampoco se le dan muy mal, ya que descubrió dos poblaciones de Coenagrion mercuriale, considerada de interés comunitario por la Unión Europea, en sendos manantiales del Parque Regional del Sureste. Ejemplo positivo que no oculta la tendencia general: "La contaminación de las aguas y la desecación de humedales restringe la distribución de muchas especies autóctonas delicadas, pero otras más ubicuas se están expandiendo, como el caso de Crocothemis erytraea".
"El problema de las libélulas –toma carrerilla– es que con los efectos del cambio climático, algunas especies están expandiéndose a un ritmo vertiginoso de sur a norte". Y cita otro caso, el de Trithemis kirbyi ardens, libélula afrotropical que se empezó a citar en Europa en 2003. "Su área de distribución natural comprende todo el continente africano, la península arábiga y el subcontinente indio, pero en 14 años se ha extendido de manera extraordinaria gracias al cambio del clima; los especialistas españoles que nos hemos ocupado de esta especie coincidimos en la constante expansión durante la última década".
Todos estos fenómenos se aprecian también desde la ciencia ciudadana, que además es citada en muchos estudios científicos como importante referente a la hora de aportar datos continuos en el tiempo y el espacio sobre la presencia o ausencia de determinadas especies. En España, esa labor se lleva a cabo principalmente a través de la plataforma biodiversidad virtual, gestionada por la asociación Fotografía y Biodiversidad. Con Antonio Ordóñez, su director, recorremos los últimos kilómetros de este viaje por el declive de los insectos que comenzamos en México.
"Es una locura, un caos, cuando analizas qué está pasando con sus nichos, cuando ves que todas las tablas fenológicas sufren alteraciones", afirma Ordóñez. Algunos ejemplos con mariposas: "Hay especies con dos fases de reproducción que pasan a tres o una; otras aparecen en su hábitat antes de que aparezca su alimento, por lo tanto, mueren; hay algunas que te las encuentras volando en octubre o enero, cuando nunca lo han hecho en estos meses; y otras que detectamos por primera vez a determinada altura o al sur del Duero".
"Los datos son para que nos tomemos más en serio los estragos que está haciendo el cambio climático y que las autoridades y la comunidad científica actúen con mayor celeridad", advierte Ordóñez. En Biodiversidad Virtual les gustaría que su trabajo se tuviera más en cuenta y incluso contara más a la hora de aplicar políticas de conservación, en especial sobre insectos.
Considerando los servicios que aportan (polinizan, dispersan semillas, mantienen la estructura y fertilidad del suelo, realizan controles biológicos de plantas y otros animales, sirven de alimento a muchas especies…), deberían preocupar mucho más las alteraciones que provocan su pérdida o disfunción fenológica. Sin embargo, el ritmo de protección es infinitamente más lento que el de declive. En España, el catálogo nacional de especies amenazadas solo incluye 35 especies de insectos y únicamente 17 tienen una categoría de amenaza (ocho vulnerables y nueve en peligro de extinción) que permite activar planes de recuperación. La Comunidad Virtual de Entomología estima en 38.311 el número de especies de insectos en la Península ibérica. Karen López dice, con razón, que aquí tenemos mucha suerte. "La norma oficial mexicana (equivalente a nuestro catálogo) solo incluye a ocho especies de insectos, incluida la mariposa endémica de Oaxaca y la monarca".
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Los dragones del Parque Nacional
En la jerga se les denomina odonatos, si bien, es un orden de insectos que engloba dos grupos, las libélulas o anisópteros y los caballitos del diablo o zigópteros. Sus larvas son acuáticas y permanecen así durante 1 a 4 años, dependiendo de la especie y de las condiciones ambientales, hasta su emergencia hacia la fase adulta, maravillando con sus vuelos acrobáticos y espectaculares cromáticas. Los humedales RAMSAR del Macizo de Peñalara son, sin duda, un hábitat ideal para su distribución, debido a la enorme variabilidad de humedales, que desde efímeros a permanentes, o de pequeñas charcas a grandes lagunas, favorece la presencia de odonatos.
En la visita que realizamos junto al experto Víctor Salvador, hemos confirmado la presencia de una docena de especies diferentes en las Zonas de Máxima Reserva del Parque Nacional en Peñalara. Sin duda fue una jornada de campo excepcional, en la que aprendimos muchísimo con él, y de la que, en los próximos meses, se sacarán importantes resultados. Lo que podemos avanzar es que el territorio de este Parque Nacional sigue revelando el rico patrimonio natural que alberga, en este caso la enorme diversidad de odonatos. El 15,2% de los odonatos españoles viven en los humedales del Macizo de Peñalara. Pero si ampliamos a la Zona Periférica, el 54,4% de las especies de odonatos españoles viven en algún lugar de la Sierra de Guadarrama. Es todo un privilegio disponer de semejante riqueza de odonatofauna, es decir, de dragones de la Sierra de Guadarrama.
En la Península Ibérica habitan únicamente 79 especies. De ellas, casi la cuarta parte se incluyen en el Libro Rojo de Invertebrados españoles, lo que les confiere un valor añadido en cuanto a su conservación. Además son excelentes indicadores del estado de conservación del medio y como no, del Cambio Global. Por ello, el Centro de Investigación del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, trabaja intensamente en la línea limnológica, mediante el seguimiento de los ecosistemas acuáticos.
Si cabe destacar alguna libélula del Parque Nacional es el aésnido Aeshna juncea que habita en ambas vertientes del Parque Nacional. Se trata de una especie incluida en el Libro Rojo de Invertebrados, que en España sólo habita en los sistemas montañosos de Picos de Europa, Pirineos y muy puntualmente en la Sierra de Guadarrama, además de alguna localidad aislada. Presenta una distribución fragmentada, por lo que está aislada de poblaciones más septentrionales. La singularidad de la especie es que puede tratarse de una de las poblaciones más meridionales de Europa. En el Parque Nacional se sigue trabajando en minimizar los posibles riesgos e impactos que perjudiquen a estas especies y que atenten contra la persistencia de sus poblaciones (Cambio Global, excesiva presión por el uso público, introducción de especies, etc.)
Libélulas y Caballitos del Diablo por la Sierra de Guadarrama
En este blog se avanzó en una entrada anterior la importancia de las poblaciones de odonatos en el ámbito del Parque Nacional. Ahora con los resultados del trabajo realizado en el año 2015 para el Parque Nacional y su Zona Periférica, se confirma el potencial, no sólo del Parque Nacional, sino de toda la Sierra de Guadarrama como un lugar idóneo para la supervivencia de este grupo de insectos tan emblemático. Trabajo cuyo autor es el experto en odonatos D. Víctor Salvador y cuya financiación lo ha sido a través del convenio de colaboración firmado entre las CCAA de Castilla y León y Madrid, y el Organismo Autónomo de Parques Nacionales del MAGRAMA.
Los odonatos (las libélulas y caballitos del diablo) son un orden poco relevante en cuanto a número de especies si lo comparamos con otros, por ejemplo los himenópteros o coleópteros. Sin embargo, tienen una serie de limitaciones, como la disponibilidad del hábitat y una cierta exigencia ecológica en el estado de conservación de las masas de agua que habita. Asimismo, las poblaciones sufren una serie de afecciones ligadas al hombre: regulación y modificación del hábitat, contaminación del agua, usos del territorio, y el Cambio Global, entre otros. Por estos motivos, los Espacios Protegidos, y en concreto las charcas, tremedales, lagunas y los ríos de la Sierra de Guadarrama, son sin duda un refugio para la odonatofauna.
De las 79 especies de odonatos citadas en España, el 54,4% viven en el Parque Nacional y su Zona Periférica. Es un porcentaje bastante elevado, si tenemos en cuenta que las estimaciones en función de las especies conocidas de insectos para la Sierra de Guadarrama en relación a la Península Ibérica, es del 35,5%.
Además en la Sierra de Guadarrama se ha detectado la presencia de varias especies protegidas, como: Oxigastra curtisii protegida por el catálogo nacional; Coenagrion mercuriale incluida en el listado de especies en régimen de protección especial, o Aeshna juncea, Coenagrion scitulum y Sympetrum flaveolum, incluidas en el Libro Rojo de Invertebrados de España. En términos porcentuales, el 27,7% de las especies registradas en la Sierra de Guadarrama están incluidas, al menos, en el Libro Rojo. Es otro punto a favor para la conservación de los odonatos en la Sierra de Guadarrama.
Aunque prácticamente todas las masas de agua de la Sierra de Guadarrama tienen su particularidad en cuanto a la conservación de los odonatos, a un nivel espacial hay que destacar ciertas zonas con elevado valor ecológico, por la presencia de especies protegidas o bioindicadoras, además de una elevada diversidad de odonatofauna. Estas dos zonas se localizan en el río Eresma, y en la zona RAMSAR Humedales del Macizo de Peñalara.
En definitiva, unas de las principales conclusiones que podemos extraer es la importancia de los ecosistemas acuáticos en la Sierra de Guadarrama y en el Parque Nacional y su Zona Periférica, por albergar, entre otros, un elevado potencial para la conservación de la odonatofauna ibérica. Lo que justifica que sea una prioridad desde la Dirección del Parque Nacional, velar y seguir el estado de conservación de los ecosistemas acuáticos y de sus poblaciones, tanto en el Parque Nacional, como en su Zona Periférica.
¿Una vida sin insectos?
En los últimos años estamos conociendo las conclusiones demoledoras de muchos trabajos científicos, en donde los entomólogos están clamando al cielo por la reducción alarmante de los insectos, tanto en número de especies, como en su biomasa. Por ejemplo en Alemania, se ha observado una reducción del 76% de los insectos voladores en las últimas décadas. Las mariposas se han reducido un 58% en Reino Unido. El 41% de los insectos están en declive…. Realmente, ¿Qué está pasando? ¿Será la sexta extinción masiva como algunos pronostican?. Lo que sí sabemos es que la agricultura intensiva y los pesticidas sistémicos aplicados, está afectando muy negativamente a estos pequeños seres, que mueven la vida en nuestro planeta. A lo que hay que añadir el cambio climático, que podría estar afectando a la biodiversidad desde hace unas décadas, o las especies exóticas invasoras. Además los insectos siempre han estado estigmatizados, son molestos, algunos “pican”, otros dañan cultivos y es más, todos los insectos los englobamos en el grupo que comúnmente denominamos como “bichos”, por supuesto despectivamente hablando.
Sin embargo, sus funciones son realmente imprescindibles e irreemplazables, por los servicios que generan a la sociedad. La más importante, la polinización, esa relación compleja insecto-planta que pasa inadvertida, y que sin embargo asegura la supervivencia de las plantas. Es más, el 75% de los cultivos del mundo dependen de estos polinizadores. Pero no sólo polinizan, sino que son parte esencial del ecosistema Tierra, reutilizan y reciclan la materia orgánica y muchos otros vertebrados dependen de los insectos por ser su base alimenticia, como numerosas aves, anfibios, reptiles y peces.
En la Sierra de Guadarrama se estima que habitan unas 15.000-20.000 especies de insectos. Aunque realmente conocemos un 15%, de los presentes, en la sierra viven una de cada tres especies de la Península Ibérica. Para hacernos una idea, el Sistema Central, y por ello la Sierra de Guadarrama es un refugio de biodiversidad entomológica entre dos amplias mesetas muy alteradas por procesos agrícolas intensivos. Aunque dentro de esta pequeña isla biodiversa, entomológicamente hablando, existen muchas presiones y cambios acontecidos en las últimas décadas. Son muchos los investigadores que realizan sus trabajos en nuestro Parque Nacional, aunque a nivel entomológico son contados. Sin embargo, dentro de este desconocimiento general, somos una excepción al conocimiento respecto de otros lugares casi inexplorados. Se conocen más de 120 especies de mariposas diurnas, a los que los expertos llaman ropalóceros, más de 40 especies de libélulas, más de 100 especies de hormigas, casi 300 especies de abejas y abejorros, y así hasta las cerca de 3.000 especies conocidas.
Actualmente el conocimiento sigue, y recientemente el grupo de entomología de la Universidad de Alcalá, que encabeza el Dr. Vicente Ortuño, ha descubierto una treintena de nuevas especies para la ciencia, e incluso un género nuevo, Guadarramasoma, un decápodo o milpiés desconocido hasta el año pasado que vive en el medio sub-superficial. Otra investigadora, la Dra. Concepción Ornosa, la mejor conocedora de los Apidae de la Sierra de Guadarrama, también viene observando un declive generalizado de las abejas y abejorros en la Península Ibérica, y también en la Sierra de Guadarrama. El Centro de Investigación también ha observado como nuevas especies de insectos, de latitudes más bajas, han empezado a colonizar nuestra Sierra, y por el contrario otras especies como el ésnido Aeshna juncea, o la mariposa Apolo, están en riesgo de desaparición de nuestra querida Sierra, en la que el Cambio Global parece estar detrás de esta grave regresión. Otras muchas especies de mariposas, odonatos o tricópteros, entre otros grupos, están subiendo altitudinalmente en nuestra Sierra, buscando un óptimo ecológico que les permita subsistir. Por ello también, la Sierra de Guadarrama es un observatorio de esos cambios tan drásticos que se están produciendo desde hace unas décadas.
Por todo lo anterior, aportamos nuestro granito de arena para concienciar de esta grave situación, para que cuando veamos un simple “bicho” en nuestro camino, o se cruce en nuestras vidas, pensad en el bien que está haciendo en nuestro ecosistema, y en definitiva en la vida del Planeta.
Insectos claves para la producción mundial de alimentos se enfrentan a la extinción
Apicultores ahuman colonias de abejas para calmarlas en Columbia Falls en 2014. CreditAdrees Latif/Reuters
Las aves y las abejas nos necesitan. Al igual que las mariposas, las polillas, las avispas, los escarabajos y los murciélagos.
Un informe reciente advierte que, sin un trabajo conjunto e internacional, un número creciente de especies que contribuyen a la producción de alimentos (con un valor de cientos de miles de millones de dólares) se enfrenta a la extinción.
La primera evaluación global de las amenazas a los organismos polinizadores de plantas en el mundo la publicó un grupo vinculado con Naciones Unidas, en Kuala Lumpur, Malasia.
Los polinizadores, entre los que se encuentran unas 20.000 especies de abejas silvestres, ayudan a la reproducción de frutas, vegetales y varios frutos secos, así como de plantas de floración. Los cultivos que dependen de la polinización conforman 35 por ciento de la producción mundial y su valor asciende a 577 mil millones de dólares anuales. El sistema agrícola, en el que la función de los polinizadores es fundamental, crea millones de trabajos en todo el mundo.
Muchas de estas especies están en peligro de extinción, incluido el 16 por ciento de los vertebrados, sobre todo aves y murciélagos. Los colibríes y unas 2000 especies de aves que se alimentan de néctar propagan el polen mientras van de flor en flor. El informe señala que los riesgos de desaparición de los insectos no son claros, pero advierte que algunas mariposas y abejas “están bajo una gran amenaza”, pues al menos nueve por ciento de sus especies están en peligro.
Las causas de las amenazas que enfrentan estas criaturas se entrecruzan: las prácticas agropecuarias agresivas en las que cada una de las hectáreas disponibles se ocupa para la cosecha hacen desaparecer los espacios con flores silvestres y cultivos de cobertura que brindan alimento a los polinizadores. La actividad agropecuaria, además, expone a los organismos a pesticidas. Los parásitos y patógenos afectan igualmente a las abejas.
Sir Robert Watson, vicepresidente del grupo y director de desarrollo estratégico en el Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático en la Universidad de Anglia del Este, señala que el cambio climático también ha influido, sobre todo en el caso de los abejorros en América del Norte y Europa.
Un mundo que se está calentando cambia los territorios en que se establecen las plantas y los polinizadores, así como la época de floración, lo que lleva a la inquietante pregunta de Watson: “¿Van a estar allí los polinizadores cuando las flores los necesiten?”.
Una abeja recolectando néctar cerca de Bangkok CreditBarbara Walton/European Pressphoto Agency
El grupo que publicó este informe, la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas, está integrado por 124 países, entre ellos Estados Unidos, y se formó en 2012 a través de Naciones Unidas. De cierta manera, se asemeja al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, pues se dedica a proporcionar análisis y propuestas de políticas para promover la biodiversidad.
El grupo no realizó una investigación nueva, sino que sintetizó estudios y análisis actuales para llegar a sus conclusiones. La evaluación, realizada con la ayuda de 80 expertos, no toma una postura concluyente sobre dos temas en que los ambientalistas han sido muy insistentes.
El informe declara que “en este momento no está resuelto” el papel que juegan los controvertidos químicos conocidos como neonicotinoides. Estudios recientes sugieren que, aunque los pesticidas están presentes en cantidades que no tienen efectos letales en los insectos como individuos, la concentración en la colmena puede tener consecuencias a largo plazo en las colonias de abejas, tanto silvestres como de criadero.
No obstante, Simon Potts, copresidente de la evaluación y subdirector del Centro para la Investigación Agrícola Ambiental en la Universidad de Reading, cree que la intensa oposición en contra de estos pesticidas por parte de muchos ambientalistas “casi ha acaparado la cuestión sobre qué está causando las muertes”.
El informe describe varios factores, más allá de los pesticidas, que pueden estar perjudicando a los polinizadores y apunta que “sus efectos pueden estar combinándose”. El documento señala que aún no se han establecido las consecuencias que tiene en los polinizadores los organismos genéticamente modificados, como los cultivos resistentes a los insectos o tolerantes a los insecticidas. “Esto es un claro vacío de conocimiento”, comentó Potts. “Somos brutalmente honestos con la ciencia”.
Un científico de Bayer, compañía que produce neonicotinoides, aplaudió el informe. Christian Maus, director de seguridad global de polinizadores de la empresa y uno de los expertos que participó en el análisis, declaró que confirmó “lo que la gran mayoría de los científicos opina” sobre la salud de los polinizadores: “Es un asunto complejo, en el que intervienen varios factores”.
Laurie Adams, directora ejecutiva de Pollinator Partnership, un grupo cuyos dirigentes aportaron su conocimiento especializado al informe, dijo que el documento era un punto de referencia que podría “hacer una contribución práctica y efectiva para encontrar soluciones a los problemas relacionados con los polinizadores”.
La evaluación no se diseñó para respaldar actividades de defensa, sino para proporcionar a los gobiernos, a los encargados de las políticas públicas y a las organizaciones una opinión sobre el estado actual de la ciencia y opciones para lidiar con este problema, aclararon los autores.
“Los mensajes son claros”, afirmó Watson. “Si quieres proteger a los polinizadores, este es el conjunto de opciones que debes o podrías considerar”.