Ámbitos temáticos

Ya hace más de un siglo que Strindberg nos legó el monumento de su obra. Entrados de lleno en un nuevo milenio, queremos ir más allá de una crítica estrictamente literaria para adentrarnos en la pulsión central del artista: pensar y hacer un teatro necesario para la sociedad de su tiempo. Hablar a los contemporáneos desde lo contemporáneo. O, dicho de otro modo, encontrar lenguajes, formas y contenidos para interpelarles y confrontarlos con los conflictos —tanto sociales como individuales— del cambio de siglo. Y por ello la obra de Strindberg explora y transgrede los límites estéticos e ideológicos de su época. Su lucha nos da pie a reflexionar sobre el teatro que hoy quiere ser intempestivo (contemporáneo).

Por un lado, nos interesa plantear la obra de Strindberg como estímulo y yacimiento inagotable de pensamientos y procedimientos dramatúrgicos.

Por otro, no queremos dejar de valorar la obra dramática de Strindberg como terreno fértil para la reescritura. Queremos observar cómo el autor es leído, interpretado, adaptado y escenificado en la actualidad. La manera en que varios creadores lo toman —o lo han tomado— como material de referencia teórica y creativa en su necesidad imperiosa de renovación.

Strindberg: estímulo y yacimiento de pensamientos y procedimientos artísticos.

Strindberg cuestiona con contundencia la forma dramática absoluta. Necesita elaborar motores de teatralidad desde la intrasubjectividad y el pensamiento político. Por ello focaliza en el universo interior del personaje y en su recorrido vital. En la mayor parte de su producción, los individuos —a menudo en un juego explícitamente autoreferencial— buscan la manera de liberar la complejidad de su universo íntimo. En esta línea, de manera más o menos consciente, el autor traza los caminos de lo que, a día de hoy, llamamos «descomposición del sujeto contemporáneo» y «disolución del personaje».

Strindberg, pues, abre camino. Explora en los límites, en los márgenes, en la frontera: tanto en lo que atañe al uso de la lengua o a las formas establecidas del drama y de la literatura en general, como en lo que hace referencia al enfoque de diversas temáticas. Y también a la hora de comprender el papel que desempeña el escritor en la sociedad, o a la hora de abordar algunas cuestiones de ámbito científico o tecnológico. De este modo, Strindberg logra ocupar el centro del campo literario y cultural del momento (que contribuye a construir junto con otros artífices del estallido de la modernidad en el norte, como Ibsen o Brandes).

Desde los tiempos de Strindberg hasta ahora, el teatro no ha dejado de repensarse. Las nuevas propuestas han apostado por descomponer y recomponer el espacio, el tiempo o los personajes; para relativizar los márgenes que separan la verdad de la ficción; para activar un patchwork de géneros, estilos y materiales… La esencia de lo dramático se disuelve. Hoy, en el interior de una misma obra se pueden conjugar (rapsódicamente, como diría Jean-Pierre Sarrazac) procesos narrativos de objetivación (modelo épico), el viaje hacia interior —el acceso a lo íntimo— (modelo lírico) y el intercambio dialogal (modelo dramático). Pero, ¿y si a día de hoy esta carrera intempestiva comenzara a mostrar signos de fatiga? ¿Y si los viejos hallazgos hubieran empezado ya a convertirse en nuevas convenciones? ¿Y si el impulso hacia la contemporaneidad se hubiera desconectado del empuje que lo originó? ¿Y si el creador y prescriptor contemporáneo —inmerso en múltiples batallas– hubiera olvidado a quién y de qué habla?

Reescrituras de Strindberg

En relación con la obra dramática de Strindberg, nos interesan especialmente (pero no exclusivamente) obras como El camino de Damasco, Sonata de los espectros o El sueño. Se trata de rescatar la audacia de unos textos que rompieron las expectativas y las convenciones de su tiempo; de aceptar el reto formal y discursivo que estas piezas nos plantean como una invitación a repensar qué significa hacer teatro contemporáneo.

Por otro lado, también nos interesa observar cómo Strindberg es leído, interpretado, adaptado y escenificado en la actualidad. Sobre todo —pero tampoco exclusivamente– por aquellos escenificadores que adoptan los textos strindberguianos como partitura o como material de base a la hora de concebir sus espectáculos.