4. La vocación
Significado
La vocación es la inclinación a cualquier estado, carrera o profesión. El término proviene del latín vocatio y, para los religiosos, es la inspiración con que Dios llama a algún estado. Por eso el concepto también se utiliza como sinónimo de llamamiento o convocación (Según la RAE)
A nivel general, la vocación aparece relacionada con los anhelos y con aquello que resulta inspirador para cada sujeto. Se supone que la vocación concuerda con los gustos, los intereses y las aptitudes de la persona.
La vocación se asocia a la elección de un camino
Una construcción continua
La vocación también es considerada como un proceso que se desarrolla durante toda la vida, ya que se construye de forma permanente. Implica descubrir quién soy, cómo soy y hacia dónde quiero ir. Las respuestas a esos interrogantes marcarán la vocación y el camino a seguir por el individuo.
Al finalizar la escuela secundaria, cada ser humano comienza actuar en consecuencia con su vocación. La elección de una carrera profesional o de un trabajo, por ejemplo, suele responder a la vocación.
Sin embargo, el proceso de descubrimiento de la propia vocación es muy complejo y no es igual para todas las personas. Hay quienes creen haber sabido desde siempre que sienten un fuerte lazo con una determinada disciplina, y éstos contrastan con las personas que llegan a la mitad de sus vidas y se preguntan qué han hecho y por qué.
Vocación y trabajo
En el mundo real, en muchas ocasiones, la mayoría de la gente expresa que su trabajo no representa su vocación, sino que escogió ese camino en particular porque sus padres ejercían la misma profesión, o bien porque no sabían qué estudiar e hicieron caso a un orientador, compañero, un impulso,...
Por lo general, quienes suelen tener clara su misión son los artistas, y eso explica que el concepto de vocación esté tan ligado al arte. La pregunta es, entonces, ¿por qué? ¿Por qué un cantante que se sienta en una calle peatonal con su guitarra y vive de las monedas que amablemente le donan los transeúntes se muestra más satisfecho que un contador que gana lo suficiente para mantener a su pareja y a tres hijos?
Es probable que la respuesta resida en cuánto haya profundizado cada individuo en su pasado, en sus raíces, en las razones de cada aspecto de su personalidad, para así poder estudiar sus necesidades, aquello que lo hace feliz, así como para defenderse de lo que amenace con derrumbar todo lo que haya construido.
La vocación debería ser aquello que nos llena, que da a cada célula de nuestro cuerpo una sensación insuperable, una actividad que mientras la realizamos nos haga sentir que no necesitamos de nada más. Contrastando esto con el ritmo de vida que se lleva en la actualidad y con la creciente tendencia de la gente de tapar los problemas con ruido y con dinero, se entiende que muy pocos hayan oído ese llamado y que aún menos personas le hayan hecho caso.
Y este último punto nos lleva a comprender que la vocación requiere de mucho trabajo para que no se convierta en un desperdicio de energía; saber que la medicina es la razón de mi vida es el principio, y sólo tendrá sentido si dedico cada día a estudiar y convertirme en un profesional más experimentado y capacitado, con las herramientas suficientes para hacer de mi persona alguien realmente útil. Y si hablamos de la vocación religiosa, con mucha más razón.
¿Cuál es mi sitio? ¿Qué tengo que hacer? ¿Hacia dónde encaminar los pasos? Preguntas de joven, y al tiempo de adulto, pues siempre terminamos volviendo a mirar más arriba y más adentro, con inquietud, con interés y con deseo, queriendo saber: «¿Qué pinto yo aquí?» ¿Cuál es mi forma, única, diferente, exclusiva, de construir, de amar, de acariciar de un modo que nadie más puede repetir?
«No hago el bien que quiero y hago el mal que no quiero» (Rom 7, 19)
No siempre lo tiene uno todo claro. A veces solo sabes que tienes la sensación de que algo te falta. Otras veces, en cambio, parece que estás donde tienes que estar. A veces sientes que estás dando los pasos adecuados. Otras veces piensas, «¿cuándo me aclararé?» A veces ni piensas. Hay épocas en que sabes lo que quieres, y otras en que estás confuso. Hay épocas en que todo está integrado, y otras en que todo se desintegra. Hay mañanas de pasión y tardes de apatía.
¿Cuáles son mis 'desajustes', tormentas, zozobras?
A tientas
Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas/ vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba.
(Mario Benedetti)