El problema limítrofe

entre el Ecuador y el Perú

Guillermo W. Coloma Elías

El problema limítrofe

entre el Ecuador y el Perú

y el acuerdo definitivo

entre las dos

naciones hermanas





Editor: José Coloma Gygax



Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo

En 1941, estando a cargo de don Guillermo W. Coloma Elías la Subprefectura de la provincia de Islay, se produjo una serie de acciones militares en la frontera Norte del país. La población de todo el Perú reaccionó inmediatamente y se llevaron a cabo manifestaciones patrióticas a lo largo y ancho del territorio nacional. El 29 de enero de 1942 se suscribió en Río de Janeiro, el Tratado de Paz, Amistad y Límites entre el Perú y el Ecuador, con el cual quedó sellada para siempre, como lo dice ese histórico documento, la paz, la amistad y los límites de ambas naciones hermanas.

En toda la documentación que don Guillermo W. Coloma Elías conservó, se registra la historia de de la región, y en este libro, titulado “El problema limítrofe entre el Ecuador y el Perú y el acuerdo definitivo entre las dos naciones hermanas”, el décimo noveno de la Colección de Documentos Históricos de Mollendo y la provincia de Islay, fundada por su hijo don José Coloma Gygax, se ofrece toda la información relacionada con este hecho histórico, transcribiéndose cada documento literalmente, indicándose el periódico, lugar, fecha y página, u otra fuente, según sea el caso.

En Lima se realizó un hecho histórico importante, tal como se registra en el primer capítulo de este libro. Se informaba en la prensa, al día siguiente, que “Ayer, como en casos semejantes, se ha visto en Lima una manifestación patriótica espontánea y nutrida, en la que ciudadanos de todos los sectores sociales y económicos de la capital recorrieron el centro de la ciudad para exteriorizar su aplauso y su simpatía al Jefe del Estado, por la forma resuelta y firme como está dirigiendo nuestros asuntos limítrofes con el Ecuador”.

Agregaban que “Nuestro país se encuentra estrecha e íntimamente solidarizado con la Cancillería y con el Jefe del Estado, y los respalda con las más franca y entusiasta de las decisiones populares”, y que “Lo hemos visto ayer en que toda la ciudadanía se congregó ante el Palacio de Gobierno para aclamar al Presidente de la República, en uno de los más hermosos y trascendentales comicios cívicos vistos en Lima, por el incontenible entusiasmo de las multitudes y por el intenso fervor patriótico de que dieron muestras en el gran desfile realizado”.

En Mollendo, dos días después, “Más de dos mil ciudadanos se congregaron hoy a las cuatro de la tarde, en la Plaza Bolognesi, con el objeto de llevar a cabo una manifestación de adhesión a la política internacional que el Gobierno sostiene en el viejo pleito limítrofe con el Ecuador” (Capítulo II).

En otro diario se informaba que en Mollendo, en esa fecha, “Se llevó a cabo la imponente manifestación pública con que la ciudadanía de este pueblo y de los distritos vecinos expresaban su adhesión y aplauso a la política internacional del Gobierno”.

Además, “un grupo de vecinos notables y de autoridades, se encaminaron a la Subprefectura con el objeto de invitar al señor Guillermo W. Coloma, Subprefecto accidental, para que, como representante del Supremo Gobierno, recibiera la palabra emocionada de Mollendo y la trasmitiera al señor Presidente de la República”.

Por último “Dio fin al gran comicio, el Subprefecto [don Guillermo W. Coloma Elías], pronunciando vibrante discurso enalteciendo el patriotismo del pueblo y prometiendo hacer llegar al Supremo Gobierno la emoción y la sinceridad de este acto”. En otro diario informaban que “Con patrióticas frases contestó el señor Guillermo Coloma, Subprefecto de Islay [y] agradeció la manifestación popular”.

Los delegados de las instituciones obreras de Mollendo le remitieron un telegrama al Presidente de la República informándole que se habían prentado ante el Subprefecto Coloma, manifestando su adhesión al Gobierno, documento que figura en el capítulo III.

Estas manifestaciones patrióticas se realizaron en muchas ciudades y pueblos del Perú, como se puede comprobar en el capítulo IV de este libro. En un diario de Lima informaban que “En todas las ciudades de la República se han realizado y se están organizando manifestaciones de carácter patriótico que ponen en evidencia la unificación del sentimiento nacional en estas horas de decisión para la política externa del Perú, y demuestran a las naciones de América la absoluta firmeza con que los peruanos todos encaramos la solución del problema pendiente con la vecina república del Ecuador”.

Agregaban allí que “Los ciudadanos de toda condición, los sectores de todas las tendencias, las instituciones todas, ante la sospecha de que nuestra soberanía se hallase amenazada, se irguieron en la misma decisión unánime para prestar al Gobierno del doctor Manuel Prado el apoyo incondicional que exige el patriotismo sincero”.

Por ello, “En todas las ciudades, en todos los pueblos, se escucha el mismo grito. En cada una de estas múltiples manifestaciones predomina un ambiente de serenidad y de resolución. En momento alguno se escucharon palabras o gritos que revelasen un propósito de provocación de parte nuestra, antes bien, se ha puesto en evidencia el espíritu de dignidad y elevada conciencia de nuestros derechos y de nuestros deberes para con la Patria, en primer término, y para la armonía continental”.

Advertían asimismo que el Perú daría “pruebas de incomparable heroísmo como en aquella épica jornada del 2 de Mayo, en la que nuestra independencia y la de las demás naciones americanas quedó sellada y asegurada para siempre”.

La prensa comentaba también que en Palacio “Continúa recibiéndose telegramas de distintos lugares de la República, dando cuenta de la adhesión ciudadana al Gobierno y de las manifestaciones públicas que con este motivo se han producido, en las que ha imperado el sentimiento patriótico de unidad nacional, frente a la situación creada por el litigio fronterizo con el Ecuador”.

El Presidente Prado, en su Mensaje al Congreso del año 1941, reproducido en el capítulo V, recordaba que “Los diversos sectores representativos de la nacionalidad, en toda la República, en manifestaciones que adquirieron los contornos de una consagración plebiscitaria, en reconfortante unanimidad, solidarizándose íntimamente con la política internacional del Gobierno, han dado un ejemplo elocuente de civismo y han comprobado que en el Perú, todas las energías y todas las voluntades convergen hacia la suprema finalidad de reafirmar y hacer respetar nuestros derechos, de conservar intangible la dignidad nacional y defender los sagrados pedazos de nuestro territorio” y “que seguirán siendo peruanos por la voluntad de nuestros pueblos, por el imperio de la justicia y del derecho y por el mandato ineludible de nuestra historia”.

El Gobierno del Ecuador había dirigido un cablegrama a las cancillerías latinoamericanas, indicándoles que deseaba solucionar “En forma equitativa y transaccional” su controversia con el Perú. El Presidente don Manuel Prado afirmó que “No podía admitir nuestro país ese concepto reñido con los deberes de mutuo respeto entre los Estados, lo que motivó enérgica protesta de nuestra Cancillería” (Capítulo V).

Agregaba el Presidente que fue entonces cuando “el Gobierno del Perú recibió, cablegráficamente, el ofrecimiento de los ‘amistosos servicios’ de los Gobiernos de Argentina, Brasil y Estados Unidos de América para la pronta ‘solución equitativa y final’ de la controversia limítrofe pendiente”.

Prado señalaba que “Al aceptar los amistosos servicios ofrecidos por la Argentina, Brasil y Estados Unidos de Norte América, para el efecto que se restableciera el ambiente de cordialidad y sincera cooperación entre los dos países litigantes, el Perú reiteró su fervorosa adhesión a la paz, pero reclamó también el respeto a su personalidad internacional”.

Porque “Discutir la nacionalidad de tres provincias peruanas o simplemente partir de un supuesto derecho para hacerlo, importaría el inadmisible intento de desintegrar la personalidad del Perú, formada por sus elementos constitutivos desde su emancipación, revisar la obra de la independencia de América y los principios de acatamiento de la voluntad popular en la formación de las nacionalidades, e introducir un serio trastorno en el orden internacional, que se basa en el respeto a la personalidad de los Estados fijados por su intangible constitución inicial”.

En cuanto a las acciones militares, el Presidente Prado señalaba que “el Ecuador ordenó que sus tropas acantonadas en la provincia del Oro atacaran simultáneamente los puertos peruanos de Aguas Verdes, La Palma y Lechugal, lo que ocurrió el día cinco del presente mes de julio [de 1941], repitiéndose el ataque a La Palma el día siguiente y produciéndose una nueva agresión, pocos días después, contra nuestras guarniciones fluviales de Bartra y Soplín, situadas en los ríos Tigre y Pastaza respectivamente, provocación esta última que se efectuó a raíz de conocida por ambos países la última propuesta de los Gobiernos amigos que han interpuesto sus buenos oficios, en el sentido de retirar las tropas a una distancia de quince kilómetros de la línea del statu-quo”.

El 2 de octubre de 1941 se subscribió la histórica “Acta de Talara” (reproducida en el capítulo VI), por los “los seis Observadores Militares de los tres países mediadores, Argentina, Brasil y Estados Unidos, recibidas las propuestas de los Delegados Militares del Perú y Ecuador”, para “definir una zona desmilitarizada entre ambos ejércitos. Entendiéndose por desmilitarización la ausencia total de fuerzas armadas en tierra, mar y aire, dentro de la zona referida, excepto policía civil, bajo la supervisión de los Observadores Militares de los países mediadores”.

Dicha zona desmilitarizada quedó limitada por las líneas siguientes: en el “Lado peruano”: Punta Arenas, Río Salado, El Guabo, Pitahuiña, Limón Playa, Panupali, Puente Puyango exclusive Río Puyango, Quebrada Cazaderos, El Salto, Quebrada de Pilares, Río Macará, Río Calvas y Río Espíndola; y en el “Lado ecuatoriano”: Punta Mandinga, Balao, Tenguel, Río Tenguel, Pucará, Hacienda Abañín, Guanazán, Buenaventura, Célica, Guayacán, Zosoranga, Cariamanga, Amaluza, Zumba y Chito.

Además, por este acuerdo, “los dos países se comprometen a no emprender operaciones militares ni patrullajes terrestres, aéreos o navales, de ninguna especie; quedando sobreentendido que este compromiso mutuo rige también para el territorio, aire y aguas del respectivo país opuesto”.Y también se acordó que “este documento podrá servir de base para un protocolo ulterior, en el caso que los países litigantes y los mediadores resuelvan ampliar el marco del compromiso contraído”.

El Dr. Manuel Prado y Ugarteche, Presidente de la República, cumplió con someter al Congreso Nacional el Protocolo de Río de Janeiro (capítulo VII).

El Protocolo de Paz, Amistad y Límites fue suscrito por el Perú y el Ecuador en la ciudad de Río de Janeiro, el 29 de enero de 1942, y se encuentra transcrito en el capítulo VIII.

Al inicio de ese histórico documento se afirma que "Los Gobiernos del Perú y del Ecuador, deseando dar solución a la cuestión de límites que por largo tiempo los separa, y teniendo en consideración el ofrecimiento que les hicieron los Gobiernos de los Estados Unidos de América, de la República Argentina, de los Estados Unidos del Brasil y de Chile, de sus servicios amistosos para procurar una pronta y honrosa solución al problema, y movidos por el espíritu americanista que prevalece en la III Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas, ha resuelto celebrar un Protocolo de Paz, Amistad y Límites en presencia de los Representantes de esos cuatro Gobiernos amigos". Los Congresos del Perú y del Ecuador ratificaron ese Tratado (capítulos IX, X).

El Congreso del Perú, por Resolución Legislativa N° 9574, del 26 de febrero de 1942, “en uso de su atribución que le confiere el inciso 21° del artículo 123° de la Constitución del Estado, ha resuelto aprobar el Tratado de Paz, Amistad y Límites, celebrado con el Ecuador, en los términos textuales del Protocolo suscrito en Río de Janeiro el 29 de enero de 1942”, como se señala en el capítulo IX de este libro.

El Congreso de la República del Ecuador también ratificó el Protocolo de Río de Janeiro y por dicho motivo, el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Dr. Alfredo Solf y Muro, le dirigió un cablegrama al Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Dr. Julio Tobar Donoso, indicándole que “La ratificación por los Parlamentos de ambos países del Protocolo de Paz, Amistad y Límites, que tuve la honra de suscribir con Vuestra Excelencia en la ciudad de Río de Janeiro, promete días venturosos para las relaciones de nuestras Patrias. Es deseo del Perú que ambos Gobiernos estrechen los lazos históricos que unen a los pueblos peruano y ecuatoriano mediante una política de buena vecindad y de efectiva cooperación”, documento que se transcribe en el capítulo X.

Por su parte, el Dr. Julio Tobar Donoso, Ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, le respondió: “Agradezco sobremanera el mensaje que Vuestra Excelencia se ha dignado enviarme con motivo de la ratificación por los Congresos de ambos países del Protocolo de Río de Janeiro”. Además le decía: “Coincido con Vuestra Excelencia en el anhelo de que la terminación de la secular diferencia limítrofe sea el principio de una era de cordiales relaciones entre nuestros pueblos, tan estrechamente entrelazados por múltiples vínculos”, y que “Mi Gobierno se empeñará también, sinceramente, en realizar, con el de Vuestra Excelencia, una política de eficaz cooperación, conforme a los principios de buena vecindad que le fue grato proponer en Río de Janeiro, como cimiento del orden americano”.

El canje de ratificaciones del Protocolo de Paz, Amistad y Límites se realizó en Petrópolis el 31 de marzo de 1942, con la presencia de don Getulio Vargas, Presidente del Brasil, y “consagra la inviolabilidad de nuestros derechos en la región de la costa y en la Amazonía, y abre para ambos pueblos, bajo la perspectiva de la más absoluta unidad espiritual del continente, una nueva era de armonía, de paz y de colaboración”.

Prado señaló que “la línea fronteriza fijada en el Protocolo, obtiene doscientos mil kilómetros cuadrados a favor del Perú, comparándola con la línea de la pretensión ecuatoriana del supuesto protocolo Pedemonte-Mosquera de 1830” (Mapa N° 1); “reivindica para nuestros derechos setenta mil kilómetros cuadrados sobre la línea del Tratado García-Herrera de 1890” (Mapa N° 2); “gana para nuestro país ciento trece mil kilómetros cuadrados sobre la línea Menéndez Pidal” (Mapa N° 3); “cincuenta y seis mil kilómetros cuadrados sobre la propuesta por la Comisión Técnica del Arbitro Español” (Mapa N° 4); “y veinte mil kilómetros cuadrados sobre la establecida por el Consejo de Estado español” (Mapa N° 5). Nota.- estos mapas se encuentran en el presente libro.

Además, como Apéndice, se ofrece la relación de Gobernadores de Mollendo, de 1935 a 1985. Don Guillermo W. Coloma Elías fue Gobernador de Mollendo veinte años (primer periodo: del 31 de mayo de 1935 al 15 de marzo de 1946; segundo periodo: del 17 de octubre de 1947 al 27 de julio de 1955). Su hermano don Ernesto Coloma Elías fue Gobernador de Mollendo seis años (primer periodo: del 3 de marzo de 1964 al 4 de septiembre de 1969; segundo periodo: del 15 de febrero de 1972 al 12 de abril de 1972).

Don Guillermo W. Coloma Elías (Arequipa, 1884 – Mollendo, 1955) fue hijo de don Cayetano Coloma y Valencia (Oficial del Ejército de Reserva de Arequipa en la Guerra del Pacífico) y de doña Rosario Elías y Rivera. Casó en Mollendo con doña Esther Gygax y González, hija de don Adolfo Gygax, Cónsul del Imperio Alemán en Islay y Mollendo y de doña Fortunata González y Ponce de León. Fue Gobernador de la Plaza de Mollendo desde el 31 de mayo de 1935 hasta 15 de marzo de 1946, y del 17 de octubre de 1947 hasta su fallecimiento (27 de julio de 1955), en los gobiernos de los Presidentes don Oscar R. Benavides, don Manuel Prado y Ugarteche, don José Luis Bustamante y Rivero y don Manuel A. Odría. Debido a ello es que se hizo cargo de la Subprefectura de la provincia de Islay en varios periodos.

El autor fue un personaje de gran importancia en toda la región Sur del Perú y desde su juventud debió participar en la administración pública, en Mollendo, donde había echado raíces la importante empresa aduanera familiar, fundada por su tío don Guillermo Elías y Rivera. Don Guillermo W. Coloma Elías fue muchos años, hasta su fallecimiento, Gerente de esa empresa familiar.

Sus hermanos fueron don Carlos Humberto Coloma Elías (casado con doña Néstora Chaves y Murillo, hermana del ilustre médico arequipeño Dr. Sixto Chaves y Murillo, Miembro Honorario de la Academia Peruana de Cirugía, casado con doña Catalina López de Romaña y Castresana), de don Ernesto Coloma Elías (casado con doña María Polar y Ugarte), de don Gustavo Coloma Elías (casado con doña María Pardo Moller) y de don Julio Héctor Coloma Elías (que falleció joven).

Fueron sus hermanas doña Elvira Coloma Elías (casada con don Luis Alberto Barreda y Zegarra), doña Rosaura Coloma Elías (casada con don J. Ernesto Gygax y González), doña Emma Coloma Elías (casada con don Marcelino J. Nieves y Pino) y doña Eva Coloma Elías (casada con don Jesús Gutiérrez Medina, hermano del notable jurista arequipeño Dr. César Gutiérrez Medina, Decano del Colegio de Abogados de Arequipa).

El presente libro está dividido en once capítulos y al final se incluye un índice onomástico y toponímico con el fin de facilitar la consulta de todos los investigadores. El primer capítulo se refiere al gran mítin realizado en Lima, en apoyo al Gobierno y contra las acciones militares del Ecuador; el segundo, a la actuación del Subprefecto Coloma y el multitudinario mítin de Mollendo contra las operaciones militares ecuatorianas; el tercero, a las instituciones mollendinas que manifestaron al Subprefecto Coloma su apoyo a la defensa de la Patria; y el cuatro, a las manifestaciones patrióticas realizadas en todo el Perú contra las acciones militares del Ecuador.

El capítulo quinto trata sobre el informe del Presidente don Manuel Prado referente a los antecedentes del conflicto con el Ecuador y las operaciones militares; el sexto, sobre el Acta de Talara; el séptimo se refiere al mensaje del Presidente Prado al Congreso Nacional, sometiendo a su consideración el Protocolo de Río de Janeiro; el octavo, al Protocolo de Río de Janeiro; el noveno, a la aprobación de dicho Protocolo por el Congreso del Perú; el décimo, a las comunicaciones entre los Ministros de Relaciones Exteriores del Perú y del Ecuador referentes a la ratificación del Protocolo por ambos países; y el undécimo, al mensaje del Presidente Prado al Congreso Nacional sobre el proceso de paz cn el Ecuador y los límites definitivos entre los dos países.

Estamos seguros que este libro resultará muy útil para los investigadores, ya que contiene la documentación referente a la solución definitiva de la cuestión de límites entre el Ecuador y el Perú y ofrece también información sobre los antecedentes que permitieron sellar definitivamente la paz y la amistad entre ambos pueblos hermanos.

Lima, 17 de mayo de 2008.


En una ceremonia realizada en la Universidad Católica de Santa María, de Arequipa, el jueves 19 de julio de 2012, la cual fue presidida por su Rector, el Dr. Abel Tapia Fernández, , fue presentado este libro. La presentación estuvo a cargo del Dr. Samuel Lozada Tamayo, destacado jurista e internacionalista arequipeño.

Estos libros son indispensables para todos los interesados

en la historia de la Macro Región Sur del Perú

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