El vapor japonés

"Arima Maru"

encallado en Mollendo

en la II Guerra Mundial

Guillermo W. Coloma Elías

El vapor japonés

«Arima Maru»

encallado en Mollendo

en la II Guerra Mundial

Documentos

Valor estratégico del puerto de Mollendo en vísperas del inicio de la II Guerra Mundial.

Compañías de vapores que unían a Mollendo con el mundo antes de la II Guerra Mundial.

Primeras noticias de la varadura del «Arima Maru»,

de la compañía «Nippon Yusen Kaisha»,

ocurrida en Mollendo el 25 de mayo de 1941.

Intentos infructuosos de reflotamiento y el apoyo de las autoridades

y del pueblo mollendino.

La muerte de dos marineros japoneses en fallido intento de salvataje.

El «Arima Maru» es puesto a flote y

es remolcado al Callao de donde parte a Yokohama.

El Perú rompe sus relaciones diplomáticas con

Alemania, Italia y el Japón y consecuencias de este hecho.

La gran importancia de la vía transoceánica del Pacífico al Atlántico:

el ferrocarril de Mollendo a Buenos Aires.


Editor: José Coloma Gygax

Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo, Lima, Perú.

Llamó la atención de todos la varadura de un barco carguero japonés, el «Arima Maru», en Mollendo, al amanecer del 25 de mayo de 1941, en plena II Guerra Mundial (el Japón no entraría en la contienda hasta fines de ese año), siendo don Guillermo W. Coloma Elías, Subprefecto de la provincia de Islay.

Este hecho histórico, de gran importancia en ese entonces, para el puerto de Mollendo y el Perú todo, ocurrió en un momento muy delicado, de guerra en el Viejo Mundo, y además constituye un notable ejemplo de la solidaridad que le expresaron, tanto las autoridades como el pueblo mollendino, a los japoneses que naufragaron en la Cuarta Playa de Mollendo.

El encallamiento del vapor «Arima Maru», de propiedad de la famosa empresa naviera japonesa Nippon Yusen Kaisha, llamó la atención de la prensa nacional, hecho comprobado por la abundante información periodística publicada al respecto, la cual, obviamente, generó un gran interés en los lectores.

Los diarios de la capital de la República y de Arequipa, daban información, a veces día a día, sobre el grave accidente y los intentos de «salvataje» del barco. La documentación original que se presenta en este libro contiene la única información fidedigna de los hechos.

Se debe tener presente que el puerto de Mollendo, en vísperas del inicio de la II Guerra Mundial, tenía un gran valor estratégico. Además, por haber sido en ese entonces el terminal del Ferrocarril del Sur del Perú, también lo era del ferrocarril transcontinental Buenos Aires – Mollendo. En ese momento el puerto de Mollendo era «la principal puerta de acceso a Bolivia».

Además, «El Ferrocarril del Sur del Perú va de Mollendo vía Arequipa, a Juliaca y al Cuzco. De Juliaca un ramal conduce a Puno, en la orilla occidental del lago Titicaca. Los vapores de la empresa [The Peruvian Corporation Ltd.], que van de Puno a Guaqui, conectan con los trenes que van de Guaqui a La Paz, Bolivia», y «El servicio Mollendo – La Paz, en conjunción con la ruta ferroviaria Buenos Aires – La Paz, permite que se realice un viaje transcontinental por el Perú. La utilización de esta alternativa está aumentando».

El aviso artístico publicado, que reproducimos en este libro, ofrece un mapa del continente sudamericano con el trazo de la línea férrea de Mollendo a Buenos Aires, pasando por La Paz, Oruro, Tupiza, Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Rosario y otras ciudades y pueblos importantes del Perú, Bolivia y la Argentina, incluyendo a Montevideo (Uruguay). Asimismo reproducimos un aviso publicado en donde se ofrece este servicio.

En abril de 1940, el Prefecto de Arequipa, coronel don Carlos A. de la Jara, realizó una visita oficial a la provincia de Islay, siendo recibido y atendido por el Subprefecto, don Guillermo W. Coloma Elías, que era la máxima autoridad de la provincia. El domingo 14 de abril de 1940, en la mañana, se trasladaron al nuevo puerto de Matarani, que se encontraba en construcción, para inspeccionar las obras.

Tal como lo informaba un diario, «De vuelta, en el puerto [de Mollendo], el señor Prefecto fue agasajado, por la tarde, con un cocktail ofrecido por el señor Subprefecto de Mollendo [don Guillermo W. Coloma Elías], en honor suyo y de su comitiva. Asistieron personas representativas de las esferas oficiales, sociales y comerciales». Asimismo, don Ignacio Dianderas Cáceres, Administrador de la Aduana de Mollendo, les ofreció un cocktail, «al cual también asistieron distinguidos elementos del puerto». Sobre este sobrino carnal del Gran Mariscal don Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, veremos información más adelante.

El Prefecto, acompañado por el Subprefecto, visitó todos los locales de las escuelas de Mollendo, así como el Colegio Nacional, «habiéndole causado muy buena impresión la forma como se conducen los dirigentes de los centros de instrucción visitados, así como el estado de higiene que se observa, en el servicio de los locales».

Visitaron además el Hospital del Carmen, las Oficinas Públicas y el Stadium Municipal, así como los barrios de Inclán y Las Cruces. «En todas estas visitas, el Prefecto estuvo acompañado del Alcalde del Concejo Provincial, Subprefecto señor Coloma, y otros personajes y funcionarios públicos. Dictó algunas medidas de mejoramiento».

El puerto de Mollendo, en vísperas de la II Guerra Mundial, estaba conectado con el mundo por siete grandes compañías de vapores, información que se recoge en este libro.

Eran éstas la empresa naviera alemana Hamburg-Amerika Linie, llamada en inglés Hamburg-America Line, con oficina principal en el importantísimo puerto de Hamburgo (Alemania), hacía el servicio entre puertos europeos y Mollendo (esta empresa corresponde a la actual Hamburg-Amerikanische Packetfahrt A. G., HAPAG). Englobaba a las empresas Deutsche-Australische Dampschiffs Gesellschaft, Deutsche Dampschifffahrts-Gesellschaft Kosmos, y a la Roland Linie A. G.

Además, la antigua empresa británica The Pacific Steam Navigation Company (P.S.N.C.), con sede en el gran puerto de Liverpool (Inglaterra), conectaba a Mollendo con los principales puertos del Pacífico y de Europa. En Mollendo esta empresa británica era la propietaria de la Compañía de Lanchas, S. A.

La Compañía Sud Americana de Vapores era una empresa chilena cuya oficina principal se encontraba en el puerto de Valparaíso (Chile). A través de ella estaba Mollendo, también, conectado con puertos del Pacífico Sur y con Nueva York.

La empresa naviera holandesa Koninklijke Nederlandsche Stoomboot Maatschappij, llamada en inglés Royal Netherlands Steamship Company y en español Compañía Real Holandesa de Vapores, conectaba a Mollendo con puertos europeos, sudamericanos y norteamericanos. Su oficina principal se encontraba en Amsterdam (Holanda).

Asimismo la «Italia», cuyo nombre completo era Italia Società Anonima di Navigazione, era una importantísima empresa italiana que incorporaba las flotas de las navieras Cosulich Line o Unione Austriaca, el Lloyd Sabaudo y la empresa Navigazione Generale Italiana. Esta compañía unía a Mollendo con muchos puertos europeos, caribeños y sudamericanos. Su oficina principal se encontraba en los notables puertos de Génova y Trieste.

La empresa japonesa Nippon Yusen Kaisha o NYK, con oficina principal en Tokyo (Japón) y sucursal en Londres (Inglaterra), conectaba a Mollendo con Osaka, Kobe y Yokohama (en el Japón) y Hong Kong, así como con las islas del Pacífico (Hawaii), California, México, Centro América y Sud América.

Esta empresa, representada en el Perú muchos años por la casa W. R. Grace & Co. (y en 1941 por la empresa limeña Ostern y Compañía, cuyo agente en Mollendo era Riecken y Compañía), era la propietaria del vapor «Arima Maru», que encalló en Mollendo, materia de este libro, y de los vapores «Takaoka Maru» y «Sakito Maru», cuyo personal bregó por el reflotamiento del barco mencionado, sin suerte el primero y con la desgracia de perder a dos marineros que murieron ahogados en el intento, y con un gran éxito el segundo, tal como lo veremos más adelante.

Por último, la empresa de los Estados Unidos que unía a Mollendo con Nueva York y puertos norteamericanos, caribeños y sudamericanos, era la Grace Line. Su oficina principal se encontraba en Nueva York (E. U. A.).

La Compañía Peruana de Vapores y Dique del Callao, desaparecida empresa nacional que tenía su oficina principal en el puerto del Callao, en vísperas de la II Guerra Mundial ofrecía sus servicios únicamente en los puertos de la costa del Perú, desde Puerto Pizarro (Tumbes) hasta Ilo (Moquegua), conectando a Mollendo con los mismos.

En «El Comercio» de Lima, con el titular de «A causa de la niebla varó al Sur de Mollendo el ‘Arima Maru’» (cuyo original se reproduce en este libro), se publicó en Lima la primera noticia de la encalladura del vapor japonés, ocurrida en Mollendo el 25 de mayo de 1941. Allí se informaba que «Amaneció varado el vapor ‘Arima Maru’ de la línea japonesa, a cuatro millas al sur del puerto de Mollendo, a causa de la neblina densa que invadía la bahía. Venía esta nave para embarcar metales. Las autoridades han dictado las disposiciones necesarias para verificar el salvataje».

El barco, como ya se vió, pertenecía a la empresa naviera japonesa Nippon Yusen Kaisha, cuyo agente en Mollendo era la antigua firma Riecken y Cía., había varado a 80 metros de la Cuarta Playa de Mollendo, pero por el fuerte oleaje se había ido desplazando y se había asentado a una distancia de 30 a 35 metros de la orilla, con la proa hacia el Norte y la popa hacia el Sur. Estaba recibiendo el fuerte impacto de las grandes olas. Además el vapor sufrió severos daños en su maquinaria.

Algo que se debe resaltar es que un diario afirmaba que «En la historia de Mollendo, la varadura del ‘Arima Maru’ es el primer accidente de tal naturaleza que se registra. Por tal motivo, el tráfico de automóviles, utilizando la carretera a Tambo, para llegar a la cuarta playa, ha sido intenso durante todo el día y a ese lugar ha llegado una multitud de curiosos, que contemplan el espectáculo singular del barco detenido en su trayecto y azotado por el mar».

En «El Pueblo» de Arequipa, bajo el titular de «Un vapor japonés encalló en la bahía de Mollendo / A causa de la neblina y la corriente marina», indicaban que tenía 4,326 toneladas de registro y 7,300 toneladas de desplazamiento. Afirmaban además que en Mollendo debía cargar minerales para transportarlos al Japón.

En «El Comercio» de Lima, informaban que «las perturbaciones

magnéticas de Tacna, Arica, Antofagasta e Iquique, hicieron que los instrumentos de navegación no dieran buenas indicaciones» y por eso se había producido el accidente. Además, que la «densa neblina desde las 11 de la noche del 24 hasta las 7 de la mañana del día 25 determinó la varadura. La nave se encuentra inclinada diez grados en el lado de babor». El capitán del puerto llevó a cabo el sumario legal y la tripulación se mantenía en sus puestos.

Se debe tener presente, como una demostración de buena voluntad, que los primeros barcos que trataron de rescatar al «Arima Maru» fueron los norteamericanos «Flying Cloud» y «Cape San Martin», de la United States Maritime Commission (USMC), y que fueron propiedad de la Grace Line, a pesar de los denodados esfuerzos de los capitanes de los mismos.

Informaban además que «Todos los autos y ómnibus conducen miles de curiosos hasta la altura donde se halla el ‘Arima Maru’, que es entre el kilómetro 6 y 7, desde Mollendo. Se dice que The Peruvian Corporation pondrá un tren de recreo desde Arequipa para presenciar el espectáculo». Indicaban asimismo que los dos barcos norteamericanos ya mencionados, «que llegaron en la noche del 25 han prestado muy relativas facilidades, no obstante los buenos deseos que han tenido sus capitanes. Se espera al vapor japonés ‘Takaoka Maru’ para mañana por la mañana, el cual seguramente prestará toda ayuda».

El «Takaoka Maru» que llegó del Callao para rescatar al «Arima Maru», regresó a ese puerto, «después de haber dejado a la nave encallada debidamente asegurada de popa y proa, con cables de acero y amarradas las anclas, que han sido fondeadas con este objeto».

Del Callao llevará a Mollendo «cables de acero y otros elementos que son indispensables para el salvataje y que no han podido conseguirse en este puerto». Algo muy importante que se informaba es que no solamente los sesenta y dos tripulantes del «Arima Maru» luchaban por salvar el barco sino que también «gran número de obreros de este puerto, trabajan en las maniobras de salvamento».

El «Takaoka Maru» regresó a Mollendo para continuar las labores de salvataje. Lamentablemente murieron ahogados dos marineros de ese barco, «en momentos en que se encontraban dedicados al salvataje del vapor ‘Arima Maru’, que se halla encallado a 4 millas al sur de este puerto. Cuatro marineros se encontraban en un bote del ‘Takaoka Maru’, dedicados a amarrar al ‘Arima’ con unos cables de acero, a las anclas que han sido fondeadas con ese objeto. Estos marineros, poco conocedores de nuestras playas, se hicieron arrollar con el Tumbo Grande, golpeándolos al costado del vapor ‘Arima Maru’ y destrozando el bote. De los cuatro marineros que lo ocupaban, dos se ahogaron y los otros lograron salvar».

Más tarde, en el vapor japonés «Sakito Maru» (de la misma empresa Nippon Yusen Kaisha), llegaron «varios elementos para el salvamento del ‘Arima Maru’, que está encallado en las playas de Mollendo desde hace tiempo. Hay varios técnicos japoneses que están dictando todas las medidas para desencallar al ‘Arima’. Por de pronto se han colocado varias cuerdas sostenidas por anclas para que el vapor no vaya a echarse, lo que originaria su pérdida total. El metal de que está cargado el buque lo están tirando al mar para aliviarse de peso. Esperan al ‘Sakito Maru’, que viene cargado de metal de Chile, para arrancar al vapor varado».

Por fin, luego de haber permanecido varado tanto tiempo en Mollendo (la información se encuentra en el libro), en la madrugada, el «Arima Maru», encallado en Mollendo, fue puesto a flote por el «Sakito Maru», el cual, unos días después, como lo veremos más adelante, lo remolcaría hasta el Callao y de allí hasta Yokohama (Japón).

En los diarios indicaban que «Todos los trabajos han estado a cargo de japoneses y material que han traído especialmente del Japón». Además, «Los elementos traídos para el efecto y la tripulación especializada que tomó parte en [las] labores de reflotamiento, llegaron en el vapor ‘Sakito Maru’, y se consiguió el fin perseguido».

Existe una fotografía publicada en la que se indica: «Damos una vista del ‘Arima Maru’, en la que se puede apreciar la posición peligrosa en que estuvo la nave encallada». La borrosa fotografía del barco encallado, forma parte de los documentos del Subprefecto don Guillermo W. Coloma Elías, y, al parecer, es la única que se publicó en la prensa peruana. Esta fotografía se reproduce en este libro.

Existe otro recorte en los documentos del autor, con una fotografía del «Arima Maru» antes de su encallamiento y cuando nada hacía presagiar el grave accidente que ocurrió. Fue publicada en Lima con el título de «Encalló cerca de Mollendo» y el siguiente texto: «El vapor japonés ‘Arima Maru’ que hace poco encalló al Sur de Mollendo, a causa de la niebla, y del cual se ha podido salvar la carga trasladándola a otras embarcaciones». Se reproduce este documento en el libro.

El «Sakito Maru» zarpó con destino al puerto del Callao, remolcando al «Arima Maru». Dos días después, arribaron al Callao. Trece días permaneció anclado en el Callao el «Arima Maru», donde pudo ser parcialmente reparado, hasta que, por fin, partió con rumbo a Yokohama (Japón) (páginas 68-69).

Así concluyó la saga que duró tanto tiempo y que concitó el interés de los peruanos, quienes en todo momento manifestaron su total apoyo y solidaridad a los japoneses afectados por la tragedia.

La II Guerra Mundial, iniciada por Alemania el 1 de septiembre de 1939 al invadir Polonia, se iba complicando cada día más y el Japón, si bien no participaba en la contienda, había conquistado vastos territorios del continente asiático, principalmente en la China, y continuaba teniendo relaciones diplomáticas y comerciales normales con los Estados Unidos, Gran Bretaña y las naciones latinoamericanas.

Las relaciones entre el Japón y los Estados Unidos se fueron deteriorando paulatinamente, desde el 2 de julio de 1940, al autorizarse al presidente norteamericano a prohibir la exportación de materiales bélicos básicos. En septiembre de ese año el Japón ya no podía comprar chatarra en los Estados Unidos, y más tarde, tampoco armas, herramientas, metales u otro material estratégico, en el mercado norteamericano.

A pesar de ello las fuerzas japonesas continuaban avanzando en Indochina y otros lugares del Asia, hasta que el 26 de julio de 1941 el presidente Roosevelt dispuso la inmovilización de todos los capitales y bienes japoneses en los Estados Unidos, con el fin de suspender el comercio bilateral entre los dos países.

El 17 de agosto de 1941 el presidente Roosevelt advirtió al embajador japonés en Washington que en caso de que el Japón continuara su avance sobre cualquier país vecino, los Estados Unidos tomarían todas las medidas necesarias en salvaguarda de su seguridad.

Las relaciones entre los Estados Unidos y el Japón se fueron deteriorando día a día, hasta que el 7 de diciembre de 1941 se produjo el ataque a la base naval norteamericana de Pearl Harbour, en las islas Hawaii. Es recién en ese momento en que el Imperio Japonés participa en la II Guerra Mundial, al lado de los países del Eje (Alemania e Italia).

Luego del ataque japonés a Pearl Harbour, Alemania e Italia le declararon la Guerra a los Estados Unidos y éstos últimos, a su vez, le declararon la guerra a esos dos países del Eje. En la América Latina se impuso un apoyo total a la potencia vecina y hegemónica en la región, los Estados Unidos de América. Por dicha razón las naciones latinoamericanas rompieron sus relaciones diplomáticas y consulares con las tres potencias del Eje (Alemania, Italia y el Japón).

El Perú fue, como lo afirmó el presidente Prado, el primero en hacerlo, el 24 de enero de 1942. Se publicó en Lima, bajo el gran titular de «El gobierno del Perú rompe sus relaciones diplomáticas y consulares con los gobiernos de Alemania, Italia y Japón» (páginas 78-81), se informaba sobre esta disposición del gobierno del presidente don Manuel Prado.

Se lee además que «Esta resolución ha sido adoptada conforme al acuerdo de la Tercera Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores americanos de Río de Janeiro y como expresión de la solidaridad del Perú con los Estados Unidos de América», y que «En la tarde de ayer fueron notificados oficialmente los agentes diplomáticos del Eje. Se ha cancelado el exequátur a los cónsules alemanes, italianos y japoneses».

De esta manera se canceló los exequáturs de los ocho cónsules alemanes que estaban acreditados en Arequipa, Callao, Cuzco, Iquitos, La Merced (Chanchamayo), Lima, Mollendo y Piura; de los doce cónsules italianos que habían estado acreditados en el Perú (en Arequipa, Cajamarca, Callao, Cerro de Pasco, Chiclayo, Cuzco, Huánuco, Mollendo, Paita, Puno, Tacna y Trujillo), y de los tres cónsules japoneses que estuvieron acreditados en nuestro país (dos en Lima y uno en Trujillo).

La idea de la ruptura de relaciones fue aprobada por unanimidad (páginas 82-84), pero las naciones latinoamericanas no rompieron éstas de manera inmediata y simultánea, debido, además, a las reservas de la Argentina y de Chile. En el mencionado acuerdo de Río de Janeiro, las naciones latinoamericanas «se afirman en su declaración de considerar todo acto de agresión de un Estado extracontinental contra una de ellas, como un acto de agresión contra todas, por constituir una amenaza para la libertad e independencia de América»; y «reafirman, asimismo, su completa solidaridad y su determinación de cooperar todas juntas, para su protección mutua, hasta que los efectos de la presente agresión al Continente hayan desaparecido».

Se pensaba que, en caso de ataque, se repetiría la reacción para la defensa común que se dio el 2 de mayo de 1866, en el Combate del Callao, en el que se selló la Independencia de Latinoamérica. Pero era muy delicada la situación para procederse a la ruptura de relaciones diplomáticas y consulares con los países del Eje, ya que las naciones latinoamericanas carecían de los elementos bélicos necesarios para enfrentar una posible agresión por parte de Alemania, Italia o el Japón, ya que se temía una inmediata represalia por parte de éstos y existía un peligro inminente.

Por ello Chile, con toda razón, le solicitaba a los Estados Unidos que se le proporcionaran los elementos bélicos indispensables para defenderse de una posible agresión; y el Perú también debía haberlo hecho, ya que, por nuestra extensa costa, se podía producir, en cualquier momento, un ataque enemigo. Y al parecer, sin ningún apoyo real norteamericano para nuestra defensa, el Perú rompió sus relaciones diplomáticas y consulares con Alemania, Italia y el Japón, el 24 de enero de 1942.

El presidente don Manuel Prado, en su Mensaje al Congreso de 1942 (páginas 85-88), recuerda que «El 7 de diciembre de 1941, fuerzas japonesas atacaron sorpresivamente la base naval americana de Pearl Harbour en los precisos momentos en que la diplomacia nipona aparentaba esforzarse para alcanzar un arreglo honorable de las dificultades surgidas entre el Japón y los Estados Unidos».

Dice además que al día siguiente confirmó la solidaridad del Perú para con el país agredido, y luego se decretó la inmovilización de los fondos de los japoneses residentes en el Perú, disponiéndose que fuera la Superintendencia de Bancos la que controlara todas sus operaciones. Además se prohibió a las aduanas del Perú despachar las mercaderías de origen japonés y se limitó la libertad de tránsito de los japoneses dentro del territorio peruano.

En la III Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de los estados americanos, se recomendó por unanimidad, el 24 de enero de 1942, la ruptura de relaciones diplomáticas con los países del Eje, siendo el Perú el primero que dio cumplimiento al acuerdo. El presidente Prado manifiesta que «Rodeados de toda clase de consideraciones y garantías, los diplomáticos alemanes y japoneses fueron concentrados en la Villa de los Ángeles, cómodo y reputado hotel de invierno en las cercanías de esta capital, en razón de que sus gobiernos concentraron a los diplomáticos peruanos, juntamente con otros americanos, en locales fuera de las respectivas capitales».

Y agrega que «El Gobierno italiano concedió plena libertad a nuestros funcionarios en ese país y, en reciprocidad, sus diplomáticos en Lima gozaron de igual tratamiento». Afirmaba el Presidente Prado, además, que «Como medida de elemental precaución el Gobierno invitó a cierto número de súbditos de las potencias del Eje para que abandonaran el país por haberse comprobado que continuaban en forma clandestina y por métodos peligrosos para la seguridad de la República y la defensa del continente, la campaña de propaganda política antidemocrática que había sido prohibida a mediados del año pasado. En abril y junio últimos salieron con dirección a Estados Unidos».

Don Manuel Prado también se refería a las grandes dificultades económicas que afectaban al Perú, con motivo de la Guerra, afirmando que «Urge, por lo mismo, su movilización económica para conservar e incrementar, por todos los medios posibles, la existencia de los materiales estratégicos; vitalizar los transportes sin los que esos materiales no tendrían utilidad práctica alguna; reemplazar a la mayor brevedad los mercados exteriores que la América ha perdido, reajustar el intercambio comercial amoldándolo a la situación de beligerancia con el objeto de evitar el desequilibrio peligroso que para algunos países latinoamericanos podía significar vender sus exportaciones a precios de paz y comprar sus importaciones a precio de guerra; cautelar el valor de nuestras monedas y concertar, en fin, la producción, las industrias y los engranajes económicos para que, en un supremo esfuerzo de supervivencia, podamos bastarnos nosotros mismos, mientras se mantengan en pie las duras restricciones de la guerra».

La II Guerra Mundial, en la que triunfaron los Aliados, concluyó en Europa el 7 de mayo de 1945, con la rendición de Alemania, y en el Pacífico y Asia, el 2 de septiembre del mismo año, con la rendición del Japón.

Don Guillermo W. Coloma Elías (Arequipa, 1884 – Mollendo, 1955) fue hijo de don Cayetano Coloma y Valencia (Oficial del Ejército de Reserva de Arequipa en la Guerra del Pacífico) y de doña Rosario Elías y Rivera. Contrajo matrimonio en Mollendo con doña Esther Gygax y González, hija de don Adolfo Gygax, Cónsul del Imperio Alemán en Islay y Mollendo y de doña Fortunata González y Ponce de León.

Fue Gobernador de la Plaza de Mollendo desde 1935 hasta su fallecimiento, en 1955 (durante los gobiernos de los Presidentes don Oscar R. Benavides, don Manuel Prado y Ugarteche, don José Luis Bustamante y Rivero y don Manuel A. Odría); por esa razón se hizo cargo de la Subprefectura de la provincia de Islay, en varios periodos.

Fueron sus hermanos, don Carlos Humberto Coloma Elías (casado con doña Néstora Chaves y Murillo, hermana del ilustre médico arequipeño Dr. Sixto Chaves y Murillo, Miembro Honorario de la Academia Peruana de Cirugía, casado con doña Catalina López de Romaña y Castresana), don Ernesto Coloma Elías (casado con doña María Polar y Ugarte), don Gustavo Coloma Elías (casado con doña María Pardo Moller) y don Julio Héctor Coloma Elías (que falleció joven).

Sus hermanas fueron, doña Elvira Coloma Elías (casada con don Luis Alberto Barreda y Zegarra), doña Rosaura Coloma Elías (casada con don J. Ernesto Gygax y González), doña Emma Coloma Elías (casada con don Marcelino J. Nieves y Pino) y doña Eva Coloma Elías (casada con don Jesús Gutiérrez Medina, hermano del notable jurista arequipeño Dr. César Gutiérrez Medina, Decano del Colegio de Abogados de Arequipa).

Su tía carnal, doña Angela Coloma y Valencia, casó con don Ignacio L. Lazo y Chaves, ambos propietarios agrícolas en el valle de Tambo. Fueron padres de doña Carmen Rebeca Lazo y Coloma de Dianderas Cáceres y de don Víctor Ignacio Lazo y Coloma (primos hermanos de los hermanos Coloma Elías).

Doña Carmen Rebeca Lazo y Coloma casó en Mollendo, el 19 de noviembre de 1942, con don Ignacio Dianderas Cáceres, hijo del Dr. Ignacio Dianderas, uno de los héroes de la Campaña de la Breña, y de doña Fabiana Cáceres Dorregaray (hermana del Gran Mariscal don Andrés Avelino Cáceres Dorregaray).

El Sr. Dianderas Cáceres era de estado civil divorciado y alto funcionario de Aduanas. El matrimonio, que fue todo un acontecimiento social, lo realizó el Alcalde del Honorable Concejo Provincial de Islay, don Nicanor A. Pino, y fueron testigos del mismo don Víctor M. Ward (Capitán de puerto de Mollendo), don Juan Burga Burgos (fue Administrador de la Aduana de Mollendo), don Roberto Mc Cubbin (fue Presidente de la Cámara de Comercio de Mollendo) y don Zenovio Navarrete y Mispireta (casado con doña Rosa Elías y Rivera, hermana de doña Rosario Elías y Rivera de Coloma).

Don Ignacio Dianderas Cáceres era primo hermano de la escritora doña Zoila Aurora Cáceres Moreno, de doña Rosa Amelia Cáceres Moreno y de doña Hortensia Cáceres Moreno de Porras, y falleció en Mollendo el 13 de julio de 1962, luego de veinte años de matrimonio con doña Carmen Rebeca Lazo y Coloma. No tuvieron hijos.

Don Víctor Ignacio Lazo y Coloma casó con doña Blanca Emperatriz Noboa y Crawley-Boevey, hija de don Arturo Noboa y Velarde y de doña Leonor Crawley-Boevey y Murga. Tuvo varios cargos públicos importantes y falleció en Lima el 5 de enero de 1988.

Este libro, titulado «El vapor japonés Arima Maru encallado en Mollendo en la II Guerra Mundial», es el décimo sexto de la Colección de documentos históricos de Mollendo y la provincia de Islay; consta de veinte capítulos y además un índice onomástico y toponímico que facilitará la consulta de la obra a sus lectores.

La obra contiene toda la documentación que perteneciera a don Guillermo W. Coloma Elías referente a este hecho histórico y en el cual él tuvo parte importante por haber ocurrido siendo la máxima autoridad de la provincia de Islay. Toda la documentación se transcribe literalmente, indicándose al pie de cada documento las referencias respectivas.

El capítulo primero se refiere al valor estratégico del puerto de Mollendo en vísperas del inicio de la II Guerra Mundial; el segundo, a la visita oficial del prefecto de Arequipa a la provincia de Islay, en donde fue recibido por el subprefecto don Guillermo W. Coloma Elías; y el tercero, a las compañías de vapores que conectaban a Mollendo con el mundo, antes de la II Guerra Mundial.

En el capítulo cuarto se transcriben las primeras noticias de la varadura del barco japonés «Arima Maru», de la compañía Nippon Yusen Kaisha, ocurrida en Mollendo en 25 de mayo de 1941; en el quinto se trata sobre la peligrosa situación de ese barco japonés; en el sexto, a los intentos infructuosos de reflotamiento del «Arima Maru» por el «Takaoka Maru» y el apoyo de las autoridades y del pueblo mollendino; en el séptimo, al fracaso de los intentos de salvataje; y en el octavo, a la muerte de dos marineros japoneses en fallido intento de reflotamiento del «Arima Maru».

El capítulo noveno trata sobre los intentos finales de salvataje del vapor japonés «Arima Maru» por el «Sakito Maru» (también de la compañía Nippon Yusen Kaisha); el décimo, a la noticia de que el «Arima Maru» es puesto a flote; el undécimo, al inicio de su viaje de Mollendo al Callao, remolcado por el «Sakito Maru»; y el duodécimo, al tiempo que duró esa travesía.

En el capítulo décimo tercero se ofrece documentación sobre la llegada al Callao del «Arima Maru», remolcado por el «Sakito Maru»; en el décimo cuarto, a la partida del «Sakito Maru» a Zorritos, a abastecerse de combustible, para el largo viaje al Japón; y en el décimo quinto, a la partida del «Arima Maru», remolcado por el «Sakito Maru», del Callao con destino a Yokohama.

El capítulo décimo sexto trata de la ruptura de relaciones diplomáticas y consulares del Perú, con Alemania, Italia y el Japón, el 24 de enero de 1942; el décimo séptimo, a las consecuencias de esa ruptura de relaciones; y el décimo octavo, a la política del presidente don Manuel Prado en el contexto de la II Guerra Mundial.

Por último, en el capítulo décimo noveno se ofrece información sobre la gran importancia de la ruta transoceánica del Pacífico al Atlántico: el ferrocarril de Mollendo a Buenos Aires, (unía al Perú, Bolivia, la Argentina y la República Oriental del Uruguay) que se encontraba en plena explotación en ese entonces; y en el vigésimo, a la unión del Pacífico con la antigua Capital Imperial, a través del ferrocarril al Cuzco.

En este libro, en el que se publica la valiosa documentación que perteneciera a don Guillermo W. Coloma Elías, referente a la encalladura del vapor japonés «Arima Maru» en Mollendo, el 25 de mayo de 1941, se demuestra la labor que a las autoridades y ciudadanos peruanos en general, en todo momento y en la medida de sus posibilidades, les cupo realizar con el fin de auxiliar a los marineros japoneses del barco encallado.

Lamentablemente el Presidente don Manuel Prado no menciona nada al respecto en sus mensajes al Congreso y tampoco lo hace la «Revista de Marina».

Por ello la documentación que se publica en este libro constituye una fuente invalorable para los investigadores y para todos los interesados en la historia de la América del Sur, de las relaciones con el Japón y de los puertos, en este caso, Mollendo, que tuvo tanta importancia para el Perú, Bolivia y la Republica Argentina, así como para la República Oriental del Uruguay.

Sesenta y siete años después de ocurrido un suceso tan memorable como lo fuera el encallamiento del «Arima Maru» en Mollendo, este libro se constituirá en un homenaje permanente a la amistad entre el Perú y el Japón, que si bien pasó por un momento muy doloroso y delicado, las fraternas relaciones entre ambos pueblos son prueba de un gran aprecio, respeto y lealtad.

Lima, 25 de mayo de 2008.



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Librerías San Francisco (calle San Francisco 102 - 104 - 106 - 115 - 133 - 135; Portal de Flores 138 (Plaza Mayor); calle Mercaderes 125; y calle Jerusalén 201); teléfonos (054)232721, 212367, 215258, 221031; fax 215254, 212866; e-mail: san_francisco@terra.com.pe y san_francisco_aqp@speedie.com.pe );

Librería de la Universidad Nacional de San Agustín (calle San Agustín 115 Telefax (054)- 218781, e-mail: lalibreriaunsa@hotmail.com ).

Librería El Lector (calle San Francisco 213 Teléfono (054)- 288677, e-mail: el_lector69@hotmail.com ).

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