La Wiphala es un símbolo representativo de los pueblos indígenas andinos, especialmente de la cultura aymara y quechua. Su origen exacto es motivo de debate entre historiadores y antropólogos, pero se han encontrado evidencias de patrones similares en cerámicas, tejidos y otros objetos arqueológicos de las civilizaciones prehispánicas. La Wiphala se compone de un mosaico de colores dispuestos en forma de cuadrícula ajedrezada, cada uno con un significado específico relacionado con la cosmovisión andina. En bolivia contiene 49 cuadrados de color, de forma cuadrangualar, mientras que en Perú y Ecuador tiene forma rectangular, con siete franjas horizontales correspondientes también al arcoíris (Gonzáles Tinoco, 2017).
La bandera representaba la unidad y armonía además de los principios del equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, siendo un elemento central en la filosofía andina. Su significado está relacionado con la palabra wiphay que significa en aymara triunfo, la unión de esta palabra junto a lapx representaría el fluir de un objeto flexible, viniendo a significar “triunfo en movimiento”; por lo que la palabra Wiphala se concibe como “fluir en el viento” (Gonzáles Tinoco, 2017). Su significado etimológico se relaciona estrechamente con la materialización de un signo representativo, cuya forma y contenido facilitan un proceso de construcción simbólica. La Wiphala se asocia al signo específico del arcoíris (kürmi) que manifiesta la alegría de la vida y la pluralidad.
Por otro lado, los relatos describen que la concepción de la bandera surge cuando Manco Kápac observa la unión de dos arcoíris -siendo uno hembra y otro macho- y como estos dan origen a la forma cuadriculada que hoy identificamos como la Wiphala. De esta manera queda reflejado como un nuevo símbolo se puede formar desde la combinación de múltiples colores sin que se pierdan los distintos matices, creando un tercer espacio donde dos mundos se interpenetran, como opuestos complementarios. Mientras que, desde una perspectiva política el estandarte simboliza las luchas indígenas por la descolonización y la inclusión social (Contreras Baspineiro, 2023).
En la Wiphala cada color obtiene una interpretación concreta desde las diferentes realidades de los pueblos indígenas. Las distintas tonalidades del arcoíris corresponden a franjas conocidas como Jana, las cuales estan relacionadas entre sí por una jerarquía igualitaria, donde confluyen en un nucleo de color blanco que agrupa y descompone los siete colores. El blanco expresa la transformación permanente y el desarrollo recíproco de la comunidad. Sin embargo, en el contexto actual, el orden de los colores representados varía en función de los cuatro suyus del Tawantinsuyu. Se conoce por Tawantinsuyu al territorio que conformó el Imperio Inca, dividido en cuatro regiones que se unían en Cusco. Dichas regiones eran el Chinchaysuyu ubicada al noroeste del Cusco y extendida hacia el norte del actual Perú; Antisuyu, al noreste, que llegaba hasta la selva alta del Amazonas; Kuntisuyu, al suroeste, que abarcaba zonas de la costa peruana; y Kollasuyu, al sureste, que incluía territorios del sur del Perú, Bolivia, norte de Chile y parte del noroeste argentino. Este sistema refleja la complejidad y diversidad del mundo andino, integrando distintos pueblos, paisajes y saberes bajo una misma organización política. Por lo tanto, estas variedades de color armonizan una cosmovision diversa y de opuestos de los pueblos del Abya Yala, representando finalmente un “símbolo andino que expresa la pluralidad de naciones, lenguas, culturas y pensamientos” (Contreras Baspineiro, 2023).
En definitiva, en su sentido político y social, la Wiphala representa a todos los pueblos del Abya Yala, afirmando que en cualquier lugar en el que se encuentren reflejan el amor y respeto por el universo, la Pachamama, a los animales, a las plantas, a la tierra, a las comunidades y a la naturaleza. Por tanto, la Wiphala es, en consecuencia, un producto social, una manifestación subjetiva y colectiva de la realidad, por lo que puede ser interpretada de diversas maneras. Siendo la Wiphala más que una bandera una reconstrucción de la filosofía andina que simboliza el Buen Vivir (Contreras Baspineiro, 2023). Lo político y social van de la mano en lo que respecta a la Wiphala, donde los movimientos indígenas exigen avances en ambos ámbitos, buscando el reconocimiento y presencia en espacios que anteriormente se les eran negados por las prácticas colonialistas, más aún en la historia reciente de Bolivia. Al mismo tiempo, es un ejemplo de resistencia ante la opresión causada por el capitalismo, cuestionando el orden dominante desde los márgenes fronterizos, buscando formar un nuevo orden social.
Los espacios, cuerpos, tiempos y acciones de la Wiphala
Manko Qhapax observa el origen del Kusimi
Una Wiphala en el fardo funerario de Chankay. Reproducción de Kauffmann
Cuadro del Tawantinsuyu
Fotografías extraídas del libro Origen Y Constitución de la Wiphala del Inka Waskar Chukiwanka