Orígenes Documentados del Símbolo Andino: Entre códices, crónicas y tejidos
Las fuentes históricas relativas al origen de la Wiphala son escasas, dando lugar a un debate historiográfico sobre este. Hemos buscado fuentes primarias en las que aparezca representada la bandera Wiphala, para seguidamente establecer su importancia tanto en su contexto original como en su posible resignificación contemporánea, bajo los parámetros de las reivindicaciones culturales indígenas. Debido a la mencionada carencia de fuentes primarias, muchas de sus atribuciones son creaciones contemporáneas, como opina el autor boliviano Franco Limber en referencia a la significación de sus colores o la supuesta utilización de la Wiphala como calendario astronómico (Limber, 2015).
Las fuentes referentes al período pre-colonial son eminentemente gráficas, como vemos en una Chuspa para la coca del periodo Tiwanaku, conservada en el Museo de Brooklyn, donde observamos cuatro figuras similares a la bandera actual. Otra pieza que encontramos para estudiar el origen pre-colonial de la bandera la vemos en un vaso Qiru, conservado en el Museo Arqueológico del Cusco en Perú, interpretado como un vaso ceremonial típico de las culturas andinas en el que observamos un guerrero portando una Wiphala en un mástil.
Chuspa Tiwanacota
Ya en época colonial, vemos otras representaciones realizadas en pinturas al óleo, que albergan similitudes con la bandera actual, pero que tampoco afirman con certeza que sean basadas en la Wiphala. La más destacada es la atribuida al Maestro de Calamarca, pintor barroco colonial que trabajó en la actual Bolivia a comienzos del siglo XVIII. Este cuadro representa al arcángel Gabriel con un arcabuz y una bandera similar a la Wiphala. No obstante, no podemos arriesgarnos a atribuir con exactitud que la inspiración para este cuadro se halle en la supuesta bandera Wiphala pre-colombina.
Maestro de Calamarca, Arcángel Gabriel con estandarte ajedrezado, siglo XVIII.
Otra de las destacadas representaciones que podemos emplear como fuente primaria es el cuadro realizado por Mélchor Pérez de Holguín, Entrada del virrey Morcillo en Potosí, realizado en 1716. Esta obra se encuentra conservada actualmente en el Museo de América de Madrid. Aquí vemos claramente la existencia de banderas con patrón ajedrezado similar al de la Wiphala en período colonial. La pintura muestra la recepción que se hizo a Diego Morcillo Rubio de Auñón cuando llegó a Potosí en la doble condición de arzobispo de Charcas y virrey del Perú. Se lo muestra en un lujoso e impresionante cortejo que ingresa por la calle de la Zapatera, hoy calle Hoyos, y en el templo de San Martín, por donde pasa, hay cuatro banderas. Dos, que se encuentran por encima de toda la escena, son wiphalas (Toro Montoya, 2021).
Mélchor Pérez de Holguín, Entrada del virrey Morcillo en Potosí, 1716
Según las evidencias de Sánchez Garrafa, también se han hallado fuentes primarias sobre la Wiphala de época colonial escritas, destacando los manuscritos de Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales de los Incas aparecidos en junio de 1609, donde decía lo siguiente:
«Otro aposento (que era el cuarto) dedicaron al arco del cielo; porque alcanzaron que procedía del Sol, y por ende lo tomaron los Reyes Incas por divisa y blasón, porque se jactaban descender del Sol. Este aposento estaba todo guarnecido de oro. En un lienzo del sobre las planchas de oro tenían pintado muy al natural el arco del cielo, tan grande que tomaba de una pared a otra con todos sus colores al vivo; llamaban al arco Cuichu [sic]”. (Garcilaso, 1985 [1609] Vol. II: 165).
Junto a estos tenemos los documentos de Bernabé Cobo de 1653 con su Historia del Nuevo Mundo, que proporcionan datos más contundentes respecto a la bandera del arco iris:
«el guion o estandarte real era una banderilla cuadrada y pequeña, de diez o doce palmos de ruedo, hecha de lienzo de algodón o de lana, iba puesta en el remate de una asta larga, tendida y tiesa, sin que ondease al aire, y en ella pintaba cada rey sus armas y divisas, porque cada uno las escogía diferentes, aunque las generales de los Incas eran el arco celeste y dos culebras tendidas a lo largo paralelas con la borla que le servía de corona, a las cuales solía añadir por divisa y blasón cada rey las que le parecía, como un león, un águila y otras figuras. Tenía por borla el dicho estandarte ciertas plumas coloradas y largas puestas a trechos» (Cobo 1956 [1653]: Lib XII, Cap. 3). Nos permite conocer que la bandera, estandarte o guion tuvo como representación principal el «arco celeste».
Con esto se hace obvia la importancia que el arcoíris tenía en estas culturas, donde actuaba como un distintivo político además de aparecer descrito como símbolo, lo que nos permite conocer que la bandera, estandarte o guion tuvo como representación principal el «arco celeste» (Sánchez Garrafa, 2008).
Retrato de Garcilaso de la Vega
Obra de Bernabé Cobo
Es en época contemporánea cuando el empleo de la bandera aumenta y se resignifica. Aquí podemos conocer su evolución a partir de relatos de viajeros europeos, no exentos de esa percepción eurocentrista pero que sujetos a análisis permiten profundizar en su conocimiento, como es el caso del francés Alcides D’ Orbigny, en 1830, quien en su obra Viajes por Bolivia relata un pasaje en la ciudad de La Paz donde en la fiesta de San Pedro múltiples indígenas de origen aymara portaban banderas a cuadros blancos, amarillos, rojos, azules y verdes. Por otro lado, en 1884 se crea la Academia Aymara, adoptando como estandarte oficial “la wiphala de los collas”, con lo que vemos el empleo del vocablo wiphala desde el siglo XIX oficialmente (Coronel Mamaní, 2025).
Ya en el siglo XX vemos la representación artística de esta, atribuyendo anacrónicamente su empleo como vemos en la obra de José Rovira, quien representa la Fundación de La Paz con una bandera wiphala ondeando. El cuadro representa a indios y españoles, cada uno con sus emblemas, con los primeros enarbolando una Wiphala ajedrezada de varios colores, siendo una representación producto de la imaginación del artista.
José María Rovira Vilela , Fundación de la Paz
En conclusión, la historia de la Wiphala es de larga duración, siendo un tema controversial ya que su historia reciente va ligada a la política inevitablemente, dando lugar a interpretaciones arbitrarias que buscan desinformar. Las fuentes precolombinas son escasas y no dejan nada en claro debido a su complicada interpretación, mientras que por otro lado, su restauración y conversión en símbolo político de los pueblos indios es resultado del trabajo ideológico del indianismo, ideología política que surge a mediados del siglo XX buscando la reivindicación indígena en Bolivia por derechos sociales, económicos y políticos. Así, en los 80 y 90 la wiphala fue empleada por el movimiento indianista y organizaciones campesinas, aumentando su difusión a partir de 1992 con la conmemoración de la llegada de Cristóbal Colón a América. Como resultado, en 2009 la Constitución Boliviana reconoce a la Wiphala como símbolo nacional en el artículo 6: “los símbolos del Estado son la bandera tricolor rojo, amarilo y verde; el himno boliviano; el escudo de armas; la wiphala; la escarapela; la flor de la kantuta y la flor del patujú.” (CPE, 2009).