El arte es una manifestación tangible de la identidad colectiva de una sociedad. En él se inscriben narrativas que permiten a los grupos humanos reconocerse en símbolos compartidos. La construcción cultural de la memoria visual y sonora consolidan el sentido de pertenencia e identidad, y en el caso de los pueblos indígenas el arte es un espacio clave para la reivindicación de sus cosmovisiones y la resistencia de las imposiciones de los discursos hegemónicos. La Wiphala es un emblema de la identidad andina y ha sido incorporada en múltiples expresiones artísticas para reforzar su significado cultural y político, representando en sus colores la diversidad de los pueblos originarios y su conexión con la tierra.
A lo largo de la historia, las representaciones artísticas han desempeñado un papel fundamental en la transmisión de valores, la conservación de la memoria colectiva y la articulación de identidades sociales. Ejemplo de ello es una bolsa para transportar hojas de coca del periodo Tiwanakota, hoy conservada en el Museo de Brooklyn, que muestra la vigencia del uso ritual y cultural de este símbolo. Así, el arte indígena se presenta como fuente fundamental para comprender los procesos históricos y culturales de los pueblos originarios.
Las representaciones pictóricas desempeñan un papel crucial en la comprensión del simbolismo de la Wiphala, ya que permiten visualizar cómo este emblema ha sido resignificado en distintos contextos históricos y culturales. A través de la imagen, se materializa su carga simbólica vinculada a la identidad, la resistencia y la memoria de los pueblos originarios andinos. Un ejemplo destacado es la obra del artista boliviano José María Rovira Vilela, destacado pintor e ilustrador reconocido por sus representaciones de paisajes rurales, escenas costumbristas y danzas bolivianas. Entre sus obras destaca su pintura Fundación de la Paz, de 1948 donde aparece la Wiphala frente a la bandera española, representando un momento simbólico de la historia y la identidad indígena andina. Esta obra es relevante por plasmar visualmente la presencia de la Wiphala como símbolo de lucha y resistencia en el arte boliviano. Sin embargo, en la actualidad el muralismo destaca especialmente como representante de las demandas y cosmovisiones de las comunidades originarias, permitiendo la apropiación del espacio urbano como medio para la expresión popular que permite a comunidades marginadas visibilizar sus luchas, reivindicaciones y valores culturales. La representación de la bandera en el arte mural trasciende la mera estética, convirtiéndose en un símbolo de reconocimiento y afirmación identitaria en las sociedades de frontera de América. Además, los murales permiten la resignificación de la Wiphala en diferentes contextos urbanos y rurales, adaptándola a los diferentes discursos locales de lucha y resistencia. Por tanto, la Wiphala se configura como un símbolo dinámico cuya presencia en el arte trasciende lo estético, y se posiciona como un elemento creativo que facilita los procesos de diálogo y construcción identitaria en contextos de frontera.
El arte mural mapuche surge como una respuesta a la migración del campo a la ciudad y la necesidad de expresar su identidad en entornos urbanos. Diversos artistas mapuches utilizan el muralismo para resignificar símbolos tradicionales en nuevos contextos urbanos, haciéndolos relevantes en el discurso contemporáneo. Si bien este arte mapuche tiene una identidad propia, la influencia de la Wiphala se emplea principalmente como símbolo de unidad entre los pueblos originarios, representante de la cohesión y el reconocimiento de la diversidad indígena.
La cuestión artística en torno a la Wiphala se encuentra fuertemente ligada a la representación visual de la identidad andina y su papel en la política contemporánea de Bolivia, Roberto Mamani Mamani es una figura central en este proceso. El artista utiliza su pintura para exaltar el orgullo indígena aymara y reforzar la identidad cultural andina, siendo su obra vista como un puente entre la tradición y la modernidad, promoviendo una estética que honra las raíces andinas. La Wiphala es utilizada en la obra de Mamani Mamani no solo como símbolo cultural, sino también como herramienta política vinculada al gobierno de Evo Morales. Siendo su obra más destacada “El Condominio Wiphala”, se trata de la decoración pictórica de un complejo de edificios destinados a ser una vivienda social en El Alto, La Paz. El nombre de este complejo habitacional hace referencia directa al emblema de la Wiphala, representando la cohesión de los pueblos indígenas bolivianos. Cada edificio del condominio representa un color de la Wiphala y contiene murales que revalorizan el reconocimiento del colectivo indígena con una intención propagandística; dicha obra se encuentra orientada a engrandecer una campaña política teniendo como trasfondo el populismo social por medio de la representación de la cosmovisión aymara, promoviendo así la política e imagen de Evo Morales. Sin embargo, se pueden observar obras anteriores de Mamani a gran escala en las fachadas de los edificios por lo que esta intencionalidad político-divulgativa no determina las representaciones plasmadas, sino que estas creaciones pertenecientes a la cultura comunitaria aymara son plenamente originales por parte del artista, dotando la obra de un valor único y ancestral como símbolo de la identidad nacional boliviana (Gonzáles Tinoco, 2017).
Arte de Roberto Mamani Mamani
También, encontramos relevante artistas como la chilena Amalia Valdés, la cual se especializa en patrones y formas geométricas representando la iconografía sagrada y ancestral, trabajando elementos de la cultura mapuche y aymara con perspectivas geométricas, destacamos su obra Und alle sind wie eins, donde plasma la Wiphala en grandes dimensiones insertando en sus colores la estrella mapuche de ocho puntas. Por otro lado, la producción del artista Francisco Salas es variada, no obstante, desde hace varios años ha estado desarrollando una serie de trabajo vinculado directamente con la comunidad mapuche. Normalmente sus obras son en bases acrílicas o en acuarela, lo que le permite resaltar combinaciones de colores que une a elementos figurativos donde resalta la tradición mapuche, reivindicando a través de los colores la memoria cultural, como el bien expresa en una entrevista: “Responde a una necesidad, la de recomponer una línea rota, quebrada por factores que tienen origen en la visión que se imprimió mediante la formación escolar producto de la invasión”(Soto Calquin, 2023) .
Lorgio Vaca, distinguido muralista boliviano, ha sido un exponente clave en la representación de la identidad indígena en el arte público. Sus murales, caracterizados por su diversidad cromática y su enfoque en las raíces culturales de Bolivia, incorporan elementos de la cosmovisión andina y la Wiphala como símbolo de unidad y resistencia en sus obras, donde se refuerza la importancia de la memoria y la lucha de los pueblos originarios (Soto Calquin, 2023).
Obras artísticas de los respectivos autores mencionados
Si bien las representaciones pictóricas y murales han desempeñado un papel destacado en la difusión simbólica de la Wiphala, resulta igualmente relevante considerar otras formas de expresión artística. El arte textil nos sirve como fuente para comprender en profundidad la dimensión cultural e identitaria de los pueblos originarios. Las representaciones en los tejidos reafirman a través de vestimentas ceremoniales, mantos y banderas comunitarias un carácter dinámico y su papel en la transmisión de la memoria colectiva. Por ello, estas obras trascienden su función como piezas de vestimenta, constituyéndose como soportes de significados simbólicos, donde la presencia de la Wiphala fortalece los procesos de identificación colectiva y resistencia cultural. Esta resignificación se expresa tanto en obras tradicionales como en producciones contemporáneas, observándose en exhibiciones como las presentadas en la Bienal de Arte Textil de Chile, o en obras de diversos artistas como Claudia Wool, que integran la iconografía de la Wiphala en piezas de gran formato que fusionan técnicas ancestrales con lenguajes modernos. Por otro lado, la presencia de la Wiphala en las obras cerámicas se muestra tanto en piezas utilitarias como en objetos ceremoniales. En museos como el MUSEF de Bolivia se exhiben kerus (vasos ceremoniales) y otras piezas que muestran la iconografía de la Wiphala, demostrando su relevancia desde tiempos precolombinos hasta la actualidad. En cuanto a las fuentes de inspiración musical se destacan composiciones tituladas “Wiphala” interpretadas por grupos como Inkuyo, que evocan el simbolismo de la bandera a través de melodías andinas. En festivales y conciertos como, por ejemplo, la puesta en escena de grupos como Los Kjarkas la Wiphala suele estar presente tanto en las letras como en la escenografía, reforzando el mensaje de unidad y resistencia indígena. Además, en celebraciones comunitarias y carnavales, se entonan canciones que mencionan y celebran la Wiphala, integrándose en la memoria sonora colectiva.
Para finalizar, las obras que incluyen la Wiphala actúan como instrumentos de enseñanza y difusión de saberes. Al situarse en lugares públicos, proporcionan una narración visual comprensible para toda la comunidad, rememorando momentos históricos y fomentando la reflexión acerca del rol de las comunidades indígenas en la sociedad contemporánea. Fomentando un proceso de reapropiación de la historia, contrarrestando las versiones oficiales que han minimizado o excluido la presencia indígena en la construcción de las naciones latinoamericanas.
Tejido de colores
Vaso Qiru