Hemos considerado fundamental para nuestro proyecto analizar la destacada obra Las banderas del amanecer, ya que se configura como un documento histórico de carácter visual y narrativo que registra y analiza las luchas contemporáneas de los pueblos indígenas en Bolivia, ofreciendo una perspectiva crítica sobre los procesos de transformación social y política en este territorio. El documental captura a la perfección la esencia revolucionaria del pueblo boliviano en un período marcado por profundas injusticias económicas y sociales, sufridas por los obreros a causa de la intervención estadounidense en el país; por lo tanto, se erige como una fuente primaria para el estudio de las dinámicas de resistencia, identidad y memoria colectiva en un contexto de profunda convulsión política. Sus creadores, el colectivo Ukamau —nacido en la década de 1960—, regresaron a su patria tras años de exilio y censura, asumiendo la responsabilidad de rescatar y preservar una memoria histórica que se encontraba al borde del silencio y el olvido.

Las Banderas del Amanecer se distingue por su estructura cronológica y por la integración de diversas formas testimoniales: entrevistas, registros in situ, material de archivo y relatos orales de protagonistas directos de los hechos. Esta metodología confiere a la obra un carácter testimonial irrefutable y proporciona el material necesario para entrelazar las voces y experiencias de múltiples actores sociales, construyendo un relato diverso que refleja la complejidad de la realidad boliviana. A todo este gran trabajo, debemos añadir y destacar los numerosos recursos estéticos y sonoros utilizados en el film para intensificar la representación del dolor, el duelo y la resistencia, al tiempo que denuncia el ejercicio arbitrario del poder dictatorial. 

Tras estudiar con detenemiento la integración de la bandera Wiphala en la narrativa del documental, destacamos su uso como un puente entre el pasado y el presente, conectando las luchas históricas de los pueblos indígenas con las demandas contemporáneas de justicia y reconocimiento. Cerca del final del documental, una secuencia muestra la Wiphala desplegándose en una manifestación, ondeando como un símbolo de esperanza y transformación. Su presencia refleja la capacidad de los pueblos indígenas para reafirmar su identidad en un contexto de adversidad. Por otra parte, el documental asume con firmeza la responsabilidad de destacar la lucha femenina en este contexto, dejando en claro que el compromiso indigenista no fue exclusivo de los obreros. Así, Las banderas del amanecer se convierte en un testimonio visual de cómo la Wiphala, más que una bandera, representa un estandarte de lucha, igualdad, identidad y resistencia en la construcción de una sociedad más justa e inclusiva.

La bandera Wiphala y la película "También la lluvia" representan dos manifestaciones complementarias de la resistencia y reivindicación indígena en los Andes. Ambas son un símbolo de la lucha histórica y contemporánea de los pueblos originarios por reconocimiento, respeto y autodeterminación. 

Por un lado, la película presenta un ingenioso paralelismo entre la conquista española del siglo XV y las formas contemporáneas de colonialismo económico. El equipo de filmación de Costa -papel representado por el gran actor Luis Tosar- llega a Cochabamba (Bolivia) para aprovechar la pobreza del lugar y la abundancia de "extras" indígenas de bajo costo, reproduciendo sin darse cuenta las mismas dinámicas de explotación que pretenden denunciar en su película del “descubrimiento” de América. Simultáneamente, una empresa multinacional intenta privatizar el agua, despojando a las comunidades locales de este recurso vital. Así, los protagonistas tomarán conciencia de las injusticias que vive el pueblo boliviano y tomarán cartas en el asunto; el personaje de Daniel -interpretado por Juan Carlos Aduvuri- será clave para entender el cambio de mentalidad del equipo de filmación, puesto que es un indígena que sufre la pérdida de derechos de su pueblo. 

Además, También la lluvia captura la complejidad del país al mostrar Cochabamba como un espacio donde confluyen múltiples identidades: indígenas rurales, mestizos urbanos, élites económicas locales y extranjeros con sus propios intereses. La resistencia frente a la privatización del agua sirve como catalizador que visibiliza estas tensiones y las transforma en acción colectiva. Por ello, el reconocimiento oficial de la Wiphala en varios países andinos representa un avance significativo en la lucha por la autodeterminación de los pueblos indígenas. Sin embargo, incidentes como el descrito en el largometraje demuestran que este reconocimiento sigue siendo escaso y que las tensiones entre diferentes grupos sociales y sus intereses siguen persistiendo.

 La Wiphala ha pasado de ser un símbolo estrictamente cultural a convertirse en un emblema político que encarna aspiraciones de mayor autonomía y participación de los pueblos indígenas en la toma de decisiones.  Tanto la película como la bandera aportan  reflexiones sobre las complejas dinámicas de poder, identidad y resistencia que continúan definiendo las relaciones entre indígenas, estados nacionales y fuerzas económicas globales que intentan someter y encerrar al pueblo en la frontera del mercado capitalista . En definitiva, su estudio nos permite comprender mejor los desafíos y aspiraciones de sociedades multiculturales que buscan reconciliar historias de opresión con visiones de futuro más inclusivas y equitativas.