El conde de Mestiatis: Ese gran desconocido.

El avila, custodio de la ciudad de Caracas, se ha encargado también de preservar en el tiempo la historia de dos personajes enigmáticos; Conocidos por la gran mayoría de nosotros, la leyenda de Knoche ha opacado la verdad histórica, siendo la montaña, de forma natural, quien ha evitado que el vandalismo y la codicia borre huellas de su presencia.


De esa misma forma, la montaña a sepultado con su verde manto la vida de otro personaje enigmático, quien también siendo extranjero, vivió durante 40 años al amparo de nuestro Avila. Su historia a sido difuminada por el olvido de los años hasta casi desaparecer.. Hablamos de Adolfo Mestiati, conocido por la sociedad Caraqueña como “El conde de Mestiatis”


Su vinculación con nuestra tierra de gracia comienza en Italia, seguramente cerca del año 1896. El Rey Victor Manuel II, primer rey de este país, ademas de lidiar con los problemas propios de su investidura, debe enfrentar el reciente escándalo que ha protagonizado su primo, y que lo ha puesto en aprietos ante de los representantes extranjeros que están en su reino. Adolfo a faltado a la ceremonia de su propia boda y se le ha sorprendido jugando cartas en un tugurio en roma de dudosa reputación. Además, se ha descubierto que tiene grandes deudas de juego que deben ser canceladas so pena de ir a parar a la cárcel.


Ludopata crónico, Adolfo es enviado, en 1897, a Venezuela. El rey a sido generoso y se ha encargado de proveerle sustento. Ha adquirido para el, en el sector de Topo Arvelo, en la montaña que protege a la provinciana capital del país, una hacienda de fertlies tierras.


Es así como Adolfo Mestiati se encuentra con una naturaleza exuberante, Casi virgen, con la que se sentirá conectado. Hace edificar una elegante mansión, que será conocida por su elegancia y diversidad de helechos, que se encarga el propio Adolfo de cultivar y que sean admirados por quienes visitan su casa.


Se dedica con éxito al cultivo de la papa y la cebolla, que le genera grandes ganancias. Sin embargo las mismas son obtenidas a costa de otros; Para mantener el riego de sus cultivos, desvía el curso de manantiales que surten de agua al pueblo de Petare. Multado en repetidas ocasiones por tal hecho, Mestiatis se burla de las autoridades y reincide en varias ocasiones en este proceder.


Su adicción al juego sera su perdición. Aunque tenía buenas ganancias, las malgasta en apuestas y licenciosas fiestas. Aunque usa su título de conde, trata de mantener discreto su parentesco. En 1916, el periodista Luis Alejandro Aguilar, publica una entrevista en el semanario “La Revista” que desatara la ira de Mestiati.


El tiempo y los excesos traen la decadencia, y para su muerte, en 1935, estará arruinado. Tenía entonces 75 años.


Sin dejar descendencia, la hacienda cae en el olvido. El vandalismo de los oportunistas destruyó gran parte de la mansión y la naturaleza borro todo lindero reconocible.



Hoy el día, solo la montaña permite, a quienes visitan la zona, conocer lo que aun queda de las ruinas de la hacienda… Tal vez, ello sea más perecedero que su historia, a punto de desaparecer.