Vanguardia/vanguardias latinoamericanas


Vuel Villa (1936), de Xul Solar

INTRODUCCIÓN:

En América Latina. En los últimos años, centros de investigación, críticos de arte e investigadores, han revisitado los procesos artísticos de mediados del siglo XX, en un claro puente que une presente con pasado, teniendo en cuenta la clara supervivencia de estas experiencias. Así, podemos trazar ciertos denominadores comunes para analizar el campo del arte en Latinoamerica entre los años 20 y 50. Igualmente, estos lineamientos son solo articuladores de una forma de ver la historia del arte, pero debemos tener presente las particularidades de los procesos históricos de cada país. Generalmente, los casos de México, Brasil y Argentina son estudiados como ejemplos de la modernidad, dejando en un segundo lugar los campos artísticos de otros países. En el siglo XIX, y principalmente los años de los Centenarios, sirvieron en muchos casos para poner sobre la mesa las discusiones y problemáticas en torno a la formación de los artistas, la producción nacional, la legitimación artística y las capacidades de las repúblicas americanas para insertarse en los ámbitos artísticos internacionales.

De esta manera, y como plantea Antonio Salcedo, los movimientos artísticos conocidos como las vanguardias latinoamericanas tienen una personalidad propia, por lo que no pueden considerarse meros epígonos de las europeas y deben resituarse al mismo nivel que éstas. El análisis de su irrupción y desarrollo en los diferentes países (México, Cuba, Venezuela, Brasil, Uruguay y Argentina), pone de manifiesto su naturaleza dual entre las tendencias nacionalistas, de exaltación de las raíces prehispánicas, e internacional, asumiendo y desarrollando la modernidad artística, a la búsqueda de un arte latinoamericano específico y diferente.

Los movimientos artísticos que se consolidaron en el escenario latinoamericano hacia los años 20, comenzaron cuestionando los cánones instituidos por las instituciones oficiales. Por un lado, como respuesta al retorno de los artistas formados en Europa, y por otro, a partir de las necesidades culturales en la construcción de la sociedad de masas. Así, las vanguardias latinoamericanas se toparon con la necesidad de encontrar un público más amplio, al mismo tiempo que propusieron la utilización de nuevos materiales y nuevas técnicas.

Inicialmente restringido al vocabulario militar del siglo XIX, acepción todavía prioritaria en los artículos de los diccionarios, el término “vanguardia” acaba adquiriendo en Francia un sentido figurado en el área política. Al mismo tiempo en que las facciones anarquistas y comunistas se apropiaban del término “vanguardia”, como sinónimo de una actitud partidaria capaz de transformar a la sociedad, el surgimiento de los ismos europeos dio gran margen para la experimentación artística, desvinculándola, en mayor o en menor grado, de todo pragmatismo social. Y aunque las vanguardias artísticas tenían como denominador común la oposición a los valores del pasado y a los cánones artísticos establecidos por la burguesía del siglo XIX y comienzos del XX, ellas se distinguieron no solo por las diferencias formales y por las reglas de la composición, sino por su toma de posición ante las cuestiones sociales.

En el caso de América Latina, esta polémica se hizo evidente desde los años de los Centenarios, en claro articulación con las discusiones en torno a la cuestión social y la cuestión nacional. Al mismo tiempo, esta lógica de pensar movimientos artísticos con identidad propia, llevo a confrontar el concepto de vanguardia con la pluralidad de situaciones y acciones nacionales. Asimismo, los derroteros de la institucionalización de las artes en cada país, llevara a conformar movimientos de vanguardias particulares, que jugaron en diversos planos, marcando uniones trasnacionales, revisando el pasado colonial e indígena, y produciendo temas, iconografías y acciones propias de la experimentación latinoamericana.

Así, es imposible hablar de la “vanguardia latinoamericana” como un bloque compacto, partiendo que para trabajar y reflexionar sobre el campo de las artes en los años 20, es necesario pensar en plural: vanguardias latinoamericanas será la expresión que mejor condense prácticas y producciones locales, regionales y nacionales. Por qué una pintura es mejor que otra? ¿Quién fija cuánto cuesta un cuadro? ¿Por qué se conservan determinadas obras en los museos? ¿Cómo llega el arte a ser un problema de Estado? Hacerse estas preguntas y buscar una respuesta para ellas es propio de la sociología del arte, aunque respecto del objeto y los métodos de esta disciplina no hay una, sino varias perspectivas. (…) Para saber más leer a Andrea Giunta.