RANKING LIBROS LEIDOS 2020
“Reacciones psicóticas y mierda de carburador” 9.5
"El Colibrí" 9.2
“Mi padre el pornógrafo” 9
“Todo cuanto amé” 9
“Almas y cuerpos” 9
“21 lecciones para el siglo XXI” 9
“M, el hijo del siglo” 8.8
“Nada se opone a la noche” 8.8
“Basilisco” 8.7
“A sangre y fuego” 8.5
Sin dudarlo, uno de mis favoritos del 2020. Una razón objetiva no sé darla, ni inapelable, pero me ha conmovido por muchos motivos. Su discurso emotivo, sensible, tierno, que se refiere a hazañas cotidianas. El modo franco y cercano de narrar historias –historias muy duras- y situaciones muy dramáticas, tamizándolas con un humor luminoso. La manera en que combina lo inocente con lo diabólico, o lo levemente perverso. Unos diálogos ricos y naturales que hablan bien de quienes los mantienen. Gran variedad de recursos narrativos: cartas, recuerdos, proyecciones, inventarios. Una intrincada cronología que tiene una razón de ser: la novela consiste en relaciones y sentimientos intensos, extendidos en el tiempo y concentrados en unos pocos momentos álgidos que parecen interaccionar unos con otros.
El protagonista es un oculista romano, un tipo amable –susceptible de ser amado- a quien la vida vapulea sin piedad. Dado que todo el rato alterna capítulos desordenados en el tiempo no sería grave desvelar las desdichas a las que se verá abocado Marco, el protagonista. Desdichas humanas, posibles, temibles. No lo haré. Lo impactante no es la crudeza de las sorpresas sino la manera en la que va encajándolas a lo largo del tiempo, cómo se llega a regenerar, casi a alimentar, con la desgracia. No busca deprimirnos con ideas pesimistas que serían muy comprensibles, pero tampoco pretende embaucarnos con un optimismo iluso. Si fuera una canción sería una canción triste, pero en acordes mayores (hay que tratar de imaginarlo instrumental). Es emotivo, pero evita ser dramático (“nada de emoción, de frases cínicas, de autocompasión”).
Algunos personajes son inolvidables, comenzando por el protagonista, Marco Carrera, el colibrí. También su padre, el ingeniero enamorado, maquetista ferroviario y coleccionista recalcitrante de ciencia ficción (que ilusión me ha hecho la fugaz mención de Andrew J. Offut, el padre pornógrafo!). Entrañable también el muy solícito psicoanalista de su lejana ex, y los personajes de su hija Adele y de su nieta Miraijin (“parecía realmente formada escogiendo entre opciones de un menú”), con las que vive una relación acaparadora y excluyente que me ha recordado a la de los protagonistas de mi lectura anterior “Insurrección” (empieza a ser inquietante encontrar siempre relaciones entre lecturas consecutivas).
Una historia de sentimientos, de recuerdos, de emociones, de decisiones difíciles, profunda, bella y humana.
“Llevaba en su interior oscuridad y confusión”
“Si una historia de amor no termina o, como en este caso, ni siquiera comienza, perseguirá a los protagonistas con su carga de cosas no dichas, de acciones no ejecutadas, de besos no dados”
“Aferrado al andador como un orangután”
“La penúltima estación del vía crucis, en la que todos, el enfermo y el que cuida del enfermo, se ven deseando que el fin llegue pronto”
“Mandar al otro mundo -por piedad, por obediencia, por agotamiento, por desesperación, por sentido de la justicia- a quien nos ha traído a este”
“Y luego está la contemplación, el acto estético más creativo y mistificador que existe”
“unos tatuajes sinuosos que le suben por el cuello como si fueran tentáculos y que parece que lleva a disgusto, como si se los hubieran hecho a la fuerza”
Anagrama. Un 9.2.
Amores truncados y grandes preguntas.
La Floresta, 28 de diciembre, 2020
Me ha gustado mucho este libro; tiene rabia, argumentos para respaldarla, y razón.en casi todo.
En un estilo elaborado y cambiante, un punto arriesgado, de frases largas y complejas, sin llegar a ser del tipo que te exige releer varias veces para enterarte, trata temas de actualidad también rabiosa ("quién les había regalado tal o cual obra de arte" ), en especial de tema social, con implicación y empatía.
El argumento va alternando las reflexiones y peripecias de los dos personajes principales, cuya relación intensa y tirante se apodera de la función, dejando en segundo plano al resto de su entorno familiar; Ana, la hija díscola antisistema, de convicciones radicales que intenta seguir con coherencia, se va a vivir a una casa okupa abandonando la casa familiar, donde vive con su padre, el bueno de Aitor -con quien me solidarizo totalmente-, al que su incapacidad para comunicarse con Ana llevará por el camino de la amargura. Realmente poco puede hacer, el hombre, que, por otro lado, es víctima de un implacable mobbing en la emisora de radio en que trabaja. Las escenas de reuniones con sus jefes son de un cinismo indignante. Hacia la mitad del libro se introduce una trama detectivesca que tensa más la trama (no sé hasta que punto era necesario).
Lo que más me ha gustado son las invectivas contra la sociedad moderna y el modo en que describe el choque generacional: padre e hija tienen los dos sus razones y, en el fondo, están de acuerdo. La pasión de ella y el apalanque de él son posicionamientos determinados por las circunstancias, pero sobre todo... por la edad. Tampoco había como para ponerse así, ninguno de los dos.
Me han gustado también las imágenes y sentencias iracundas del tipo:
"gruesas gafas de catedrático de alguna lengua muerta"
"manos de pianista con síndrome de abstinencia"
"No hay peor utopía que la que se cumple"
"tan silencioso que podía pasar por mudo"
"parece un rufián de película distópica, un merodeador que sale de su escondrijo unas horas después del apocalípsis"
"ese afán por reír tan alto que no se oiga el murmullo de sus miedos"
"una sociedad que se come las chuletas y escupe los huesos"
Los momentos más intimistas y delicados de dudas y recuerdos:
"aunque sospechas que no te creía, pero necesitaba de todas formas asegurarse de que tu respuesta era sólida, convincente, tranquilizadora"
"Ana ha observado que las mujeres se descalzan cuando llegan a una playa, muchos hombres no"
"¿Por qué, se pregunta Ana, si lo que quiero es una vida en la que los demás no sean un estorbo sino complicidad y afecto, por qué los desprecio tanto?"
"Aitor (...) había comenzado a sospechar que, en realidad, esa versión comprensiva y razonable de sí mismo ocultaba a un hombre incapaz de exigir e imponer"
Contrapuestos a otros más sociológico-deprimentes que representan la sociedad alienada y mecánica contra la que lucha Ana
"Ahora ya sabes lo que es streamlining. Quien compra no quiere un exceso de empleados con derechos."
"eliminar todas las balizas que lo situaban en algún lugar cartografiado, volver a lo analógico y mecánico para difuminar la huella digital, (...) ser la anomalía en el big data"
"La universidad sirve a la empresa y la empresa financia la universidad, una simbiosis fluida y al parecer inevitable."
"significaba haber tomado ya las decisiones, ser quien era, no quien soñaba ser, despojarse de las expectativas exageradas como quien se quita un abrigo empapado"
Galaxia Gutenberg. Un 8.2.
Drama social.
La Floresta, 26 de diciembre, 2020
“Un deseo sutil y tentador como el cuchicheo del diablo”
Mishima es un tipo bastante curioso del que sé a través de ese Blackie Books rojito de recomendaciones literarias de Bowie, aunque de haber conocido antes las críticas a esta obra concreta, no me lo hubiera leído ni loco. Tampoco el tema del psicoanálisis en plan freudiano me interesa especialmente, pese a que lo encuentro a menudo en los libros que escojo, y a menudo con muy buenos resultados. No es el caso de esta obra que, a pesar de sus virtudes, no consolida la brillantez que esperaba, al menos, no como novela (supongo que aún menos como estudio psicológico serio).
El libro describe el tratamiento de una paciente, Reiko, aquejada de frigidez (a lo que también llama histeria), por quien el psicólogo parece sentir algo más que mero interés profesional. En su primera visita, se refiere a su mal diciendo que “no escucha la música”, por ejemplo cuando oye la radio, en la que sí distingue perfectamente las voces habladas. Un planteamiento que me pareció curioso y en el que yo barruntaba entre ingenuo y divertido explicaciones tecnológicas (cancelación de centro, acotación del rango de frecuencias...). En realidad el incentivo de la música es tan solo una metáfora que utiliza Reiko y que da título al libro para luego difuminarse en favor de un enredo de personajes improbables y situaciones más bien estrambóticas, llegándose a hacer un poco pesadito con el recorrido completo por todo el catálogo de complejos que acaban haciendo el perfil de la protagonista poco creíble.
Pero en cuanto al estilo, hay algo que desde el principio me llama la atención: algo como la elegancia de sus argumentaciones en un discurso agudo, sincero, sereno, ceremonioso y delicado que sorprende con medidas dosis de crueldad y refinada malicia.
Mi experiencia de lectura, por tanto, se divide entre la gratificación por un estilo muy personal, límpio y equilibrado y la decepción por una historia que acaba dispersándose demasiado. No será, espero, el último que lea de este autor.
“Los japoneses, a diferencia de los americanos, no sufren conflictos interiores a causa de una severa conciencia puritana, pero sí muestran sus neurosis provocadas por el particular sistema de vida en las ciudades”
“La intensidad de un tic está en función del intento de oponerse a él. La voluntad histérica actúa de forma contraria a las intenciones”
“Vienen a mi consulta porque sus mentiras les hacen sufrir. El paciente que domina el arte de la mentira acaba siendo víctima de una enfermedad más grave”
“Sus padres se lo tenían prohibido y quizá por ello sentía una fascinación aún más dulce y hermosa”
“Si fuese de esta manera, su frigidez no sería otra cosa que el resultado de su exasperado idealismo”
“le respondí un tanto distraído por el hecho de estar escuchándole y sacando mis conclusiones a la vez”
“El psicoanálisis no tiene interés en complicarse a propósito con elementos de fácil explicación”
“La respuesta de Reiko constituye otro triste capítulo en la historia de su desprecio por la humanidad”
“Para ella era como si tuviera en las manos un ramo de flores para una fiesta ya terminada”
Alianza editorial. Un 7.
Psicoanálisis nipón.
La Floresta, lunes 21 de diciembre, invierno, 2020
No sé si a todo el mundo le pasa, pero el biopic de estrellas musicales acostumbra a decepcionarme por su banalidad la gran mayoría de las veces; me vienen a la cabeza esas chustas recientes sobre Queen o Elton John, y no soy capaz de recodar alguno que me haya convencido. En cambio, el documental musical es un género muy fecundo y en forma (véase el prestigio del festival In-edit, por ejemplo) hasta el punto que entre sus subgéneros han resultado exitosos algunos en principio tan contradictorios como el “falso documental” (esa maravilla de “Searching for Sugarman”, por ejemplo). Y aquí tenemos uno en versión escrita que por lo visto, pasará en breve a serie televisiva. Miedo me da.
La historia del origen, auge y caída del fabuloso grupo de los 70´s “Daisy Jones & The Six”, con todos sus elementos de juerga, drogas, sexo, rocanrol, luchas de egos y redenciones varias, casi que por este orden, es puesta aquí en boca de sus protagonistas en formato de transcripción de una larga entrevista inédita y única.
Es una fórmula original, amena y efectiva que le otorga una cierta credibilidad y que permite evaluar los hechos desde diferentes ópticas que enriquecen los matices del relato, aunque condena un poco al lenguaje a un uso que no puede despegarse de lo coloquial, llegando a dar un poco de rabia con su pretendida naturalidad: uno puede imaginarse fácilmente la voz del entrevistado de fondo, con su inglés de fuerte acento, y la traducción en latino sobregrabada sonando por encima.
Hay que valorar la voluntad y el esfuerzo del autor de no quedarse solo en lo anecdótico, de profundizar en los conflictos emocionales y sociales de los personajes, siendo prolijo en detalles quizás insignificantes, de describir la dinámica del grupo musical, el proceso creativo y de grabación, las largas horas de ensayo, de mezclas, las rivalidades artísticas y personales y, especialmente, de adentrarse en los abismos de la adicción y de la abstinencia, que parece casi más temible. En este sentido, es conmovedora la lucha titánica de Billy, el egocéntrico y carismático frontman de los Six, por no recaer en sus toxicomanías mientras vive una vida de rockstar y sus compis se pegan el festivalón cada noche. Conmovedora y hasta cierto punto inverosímil en cuanto que se orienta de forma obsesiva a la preservación de su entrañable vida familiar y su amor incondicional por Camila.
Y Daisy. Una entelequia, casi una abstracción. La quintaesencia de la estrella de rock autodestructiva y magnética sobre cuya relación y rivalidad con Billy pivota toda la historia.
Un detalle que me irrita un poco (aquí el libro está en desventaja ante el audiovisual) es la importancia desmedida que se les concede a las letras de la canciones, mucha más que a la propia música, cuando en realidad es lo que menos importa (como bien sabemos los que nos gusta la música anglosajona sin saber inglés)
"Rod me dijo que tenía que suprimir la mitad de mis solos. Dijo que solo interesaban a los pirados de la guitarra, pero que para los demás era aburrido"
"en mitad de Sunset Boulevard con sus cinco mejores amigos, el sol cegándole y el contrato para un disco en el bolsillo"
“Ese es el problema de la gente que no tiene que esforzarse por las cosas: no sabe cómo esforzarse para conseguirlas”
“Las drogas dejan de ser tan atractivas cuando te levantas con sangre seca debajo de la nariz tan a menudo que limpiártela se convierte en parte de tu rutina mañanera”
“En mi memoria todo está hecho un lío. Supongo que cuesta analizarlo. Qué pasó cuándo o por qué hice lo que hice. Sesgo retrospectivo.”
“Sabía a consuelo y a libertad. Así es como te atrapa, lo que sientes es lo contrario de lo que es.”
“Pero si llegas a mi edad y no puedes rememorar tu vida y cuestionarte algunas de tus elecciones… Entonces es que te falta imaginación.”
Blackie books. Un 7.8.
Falso documental musical
La Floresta, 14 de diciembre, 2020
Tras su ruptura con Éthienne, Mathilde, desolada, se siente incapaz de cuidar de sí misma -“vegetando en un mundo de puntos de referencia obsoletos”- y es acogida en su casa por su hermana por un tiempo para intentar que se recomponga. Lo que empieza como otra historia de desamor abundante en observaciones frescas y atinadas (“pensaba que lo mejor para ambos era no mantener una correspondencia en forma de exégesis de su declive”; “como un servicio posventa de la ruptura”; “algunas relaciones mueren por haber empezado demasiado pronto”), se transforma en la segunda mitad en un inquietante thriller psicológico que, sin llegar a ser original, está bien urdido y alberga algunas sorpresas, tampoco muchas.
Es una novela entretenida y breve, a base de capítulos cortos de frases cortas, construcciones sencillas y efectivas, lenguaje solvente sin grandes alardes, un discreto lirismo (“había un compás de espera en ese instante”), un uso de la ironía sutil al principio y descarado en su crescendo, y un contexto actual, de aire urbano, que permite incluir referencias sociológicas, culturales (“Opina que si se mantienen grandes desigualdades intelectuales en las personas se crearán desigualdades sociales explosivas”) y literarias (Flaubert, Bolaño).
Resultan curiosas y originales las notas a pie de página (“todas las ofertas comerciales irresistibles se basaban en la potencial desesperación del cliente en el futuro”) con las que el autor implica al lector y busca su complicidad
Si, es cierto; como ya advierte en la contraportada, tiene algo de "Canción dulce" (Slimani) en la temática y en el estilo, rítmico y escueto, y también me recuerda a Lemaitre por su intención intrigante y maligna. Se podría englobar en el género del "horror cotidiano" al que también apuntan las referencia citadas.
“La vida no admitía chapuzas. Por mucho que se disculpara por ese segundo de extravío, era profesionalmente irremediable. Una fugaz distorsión de la lucidez que daba al traste con años de cordialidad”
“una imagen puramente prerrafaelita; una presencia humana extraviada en una ribera extraña, la de la muerte o la del sosiego”;
Thriller sentimental. Alfaguara. Un 7.7
La Floresta, 10 de diciembre, 2020
No sé cómo valorar esta obra, es una paranoia total. Ya como objeto físico resulta muy goloso, tan cargado de detalles, tan denso y florido. El respaldo de la crítica es, además, unánime, así como el entusiasmo de los seguidores del género: no en vano, parece que tardó más de 15 años en completar el trabajo, que en su mayor parte no es inédito. Hay que decir que no es una obra fácil ni un entretenimiento ligero.
Tras un brillante inicio en tono poético, en el que describe como “flores de cristal” los copos de nieve, en una especie de metáfora a su vez sobre el planteamiento mismo del libro, parece que se dispone a narrarnos la desgraciada vida del bueno de Rusty Brown, un escolar friki de Nebraska al que hacen bullying (el pobre es feo de cojones), pero pronto advertimos que la cosa no va a ser fácil de seguir: cambios abruptos, giros absurdos, viñetas que discurren en paralelo, textos minúsculos hasta lo ilegible, cambios desconcertantes de protagonistas y sutilezas de toda clase… y, sin embargo, te mantiene absorto, hipnotizado con sus secuencias y sus silencios, dejándote una sensación de pesadumbre opresiva y desoladora -como en algunos sueños- esporádicamente aliviada por destellos de humor turbio. Llega un momento en que uno desiste de encontrarle la lógica a todo y creo que es la actitud correcta para abordarlo, no obsesionarse con entenderlo a fondo.
La parte gráfica es muy variada, con páginas furiosamente abigarradas y otras mucho más minimalistas y repetitivas. El trazo es claro, limpio, elegante; los dibujos expresivos y sugerentes. Los textos van desde lo lírico a lo lacónico, abundando en diálogos disfuncionales y haciendo todo un arte de los silencios incómodos.
No sería capaz de mejorar la presentación que hace el propio Ware ya desde la portada en que se refiere a este “único, triste e inexplicable trabajo” en estos términos: “Esta novela gráfica experimental en progreso (…) condensa el vano intento desarrollado durante década y media de representar de forma gráfica las fugaces e inciertas sensaciones del amor, la infancia y del inefable pero indispensable aparato de la empatía humana”
Sí que añadiría que se complace especialmente en un enfoque cruel del paso del tiempo.
Una experiencia absorbente, extraña, compleja y deprimente que, si te dejas, te atrapa.
Reservoir Books. Un 8,5.
Novela gráfica experimental
La Floresta, 8 de diciembre, 2020
Col·lecció de relats de ciència-ficció imaginatius i enginyosos que exposen qüestions ètiques i paracientífiques al voltant d´un futur pròxim i de la relació dels humans amb la tecnologia. Tot i partir d´una exposició clara i comprensible, t´obliga a reflexionar amb els interrogants que planteja.
El fet que estigui sent un gran èxit editorial permet que lectors no assidus a el gènere el coneguem i ens interessem per ell; per la seva banda, el llibre té un cert magnetisme en els temes i l’estil que pot agradar a molts lectors no especialitzats en la ciència ficció. Crec que tots dos fets es retroalimenten, per bé de el llibre i de tothom, amb la condescendència d’algun purista.
En la meva opinió, té un estil seductor, àgil i dinàmic -fins i tot en aquells relats de caràcter més assagístic-, i arguments amb uns punts de partida d´una notable profunditat intel.lectual i coherència interna que, malgrat la seva publicació fragmentada i dilatada en el temps (prèvia a la compilació d´aquest volum), es comporten amb bona harmonia com a conjunt.
“El mercader i la Porta de l´Alquimista“: aventura de viatges en el temps i les seves contradiccions; el punt diferencial d´aquesta història, és que el viatger no podrà modificar el passat, encara que vulgui.
“Exhalació” : un univers de robots androides on la font de la vida és la diferència de pressió d’aire, que tendeix a igualar-se, la qual cosa significarà la fi del món. “Cada moviment que faig contribueix a la uniformització de la pressió en el nostre univers”
“El que s´espera de nosaltres” proposa l´existència d´un aparell, una mena de joguina innocent, el Predictor, que evidencia la impossibilitat del lliure albir, la qual cosa duu a una extranya desesperació silenciosa a molts dels seus usuaris.
“El cicle de vida dels objectes de software” és un relat més extens sobre la Intel·ligència Artificial, en que descriu unes mascotes virtuals -onda kentukis-, amenaçats per l’obsolescència. Les implicacions d´aquesta nova realitat passen per la consideració de la relació emocional entre persones i robots o la concessió de drets legals a les intel·ligències artificials
“La mainadera automàtica patentada Dacey” tracta d´experiments amb educadors cibernètics.
“El gran silenci” dóna veu a uns lloros intel·ligents que reflexionen sobre l´univers.
“La veritat dels fets, la veritat del sentiment”: de com la tecnologia pot canviar el nostre mode de cognició. El “Remem” és una pròtesi de memòria, que enregistra tot el que veiem i ens ho reprodueix quan ho necessitem, premissa que dóna peu a una sèrie d´elegants elucubracions sobre el record i sobre l´escriptura (com a antecedent del que seria una prótesi de memoria):
“I vet aquí la línia partir de la qual la recerca de la veritat deixa de ser un bé en si mateix”
“El que vull dir no ho oblido, però potser sí que oblido quina és la millor manera de dir-ho (…) El fet d´escriure les paraules no em serveix només per recordar. M´ajuda a pensar”
“em faltaria el nucli a l´entorn del qual pogués cristal·litzar la nostàlgia”
“Els records que tenim no són l´acumulació imparcial de cada segon que hem viscut; són el relat que hem bastit a partir d´una tria de moments”
“Els antropòlegs us diran que les cultures orals tenen una altra manera d´entendre el passat; per a elles no és tan important que la història sigui exacta com que reafirmi la manera com la comunitat s´entén a si mateixa”
“Òmfal” posa en relació la ciència i la religió, en un curiós relat paracientífic sobre l´origen del món, com si aquest fos relativament recent.
“La frontera on s´aturen els anells de creixement marca el límit del poder explicatiu de les lleis físiques”
“L´angoixa és el vertigen de la llibertat” és el conte que tanca el volum, una història entre psicològica i thriller sobre uns prismes que, en activar-los, obren un univers paral·lel i ens permeten comunicar-nos amb “jos” alternatius
“Si hi ha algú amb qui pots parlar sense fingiments, és amb tu mateix”
“Els experts van provar d´explicar que el procés de decisió humà era clàssic, no quàntic”
Ideal com a revers lúdic dels llibres de Noah Harari.
Ficció especulativa. Maimes editorial i Sexto Piso en castellano. Un 8.
Dilluns, 30 de novembre, 2020
Colección de relatos de ciencia ficción, imaginativos e ingeniosos que exponen cuestiones éticas y paracientíficas en torno a un futuro próximo y a la relación de los humanos con la tecnología. Aunque parte de una exposición clara y comprensible, obliga a reflexionar con los interrogantes que plantea.
El hecho de que esté siendo un gran éxito editorial permite que lectores no asiduos al género, como yo, lo conozcamos y nos interesemos por él; por su parte, el libro tiene un cierto magnetismo en los temas y el estilo que puede gustar a muchos lectores no especializados en la ciencia ficción. Creo que ambos hechos se retroalimentan, para bien del libro y de todos, con la condescendencia de algún purista.
En mi opinión tiene un estilo seductor, ágil y dinámico incluso en aquellos relatos de carácter más ensayístico, y argumentos con unos puntos de partida de una notable profundidad intelectual y coherencia interna que, a pesar de su publicación fragmentada y dilatada en el tiempo (previa a la compilación de este volumen), se comportan con buena armonía como conjunto.
“El mercader y la Puerta del Alquimista”: aventura de viajes en el tiempo y sus contradicciones; el punto diferencial es que en esta historia, el viajero no podrá modificar el pasado, aunque quiera hacerlo.
“Exhalación”: un universo de robots androides donde la fuente de la vida es la diferencia de presión de aire, que tiende a igualarse, lo que significará el fin del mundo. “Cada movimiento que hago contribuye a la uniformización de la presión en nuestro universo”
“Lo que se espera de nosotros” propone la existencia de un aparato, una especie de juguete inocente, el Predictor, que evidencia la imposibilidad del libre albedrío, lo que lleva a una extraña desesperación silenciosa a muchos de sus usuarios.
“El ciclo de vida de los objetos de software” es un relato más extenso, sobre la Inteligencia Artificial, que describe unas mascotas virtuales -onda kentukis-, amenazadas por la obsolescencia. Las implicaciones de esta nueva realidad pasan por la consideración de la relación emocional entre personas y robots o la concesión de derechos legales a las inteligencias artificiales.
“La niñera automática patentada Dacey” trata de experimentos con educadores cibernéticos.
“El gran silencio” da voz a unos loros inteligentes que reflexionan sobre el universo.
“La verdad de los hechos, la verdad del sentimiento”: de cómo la tecnología puede cambiar nuestro modo de cognición. El “Remem” es una prótesis de memoria, que registra todo lo que vemos y nos lo reproduce cuando lo necesitamos, premisa que da pie a una serie de elegantes elucubraciones el recuerdo y sobre la escritura (como antecesora de lo que sería una prótesis de memoria):
“Y he aquí la línea partir de la cual la búsqueda de la verdad deja de ser un bien en sí mismo”
“Lo que quiero decir no lo olvido, pero quizás sí que olvido cuál es la mejor manera de decirlo (…) El hecho de escribir las palabras no me sirve sólo para recordar. Me ayuda a pensar”
“Me faltaría el núcleo al entorno del que pudiera cristalizar la nostalgia”
“Los recuerdos que tenemos no son acumulación imparcial de cada segundo que hemos vivido; son el relato que hemos construido a partir de una selección de momentos”
“Los antropólogos os dirán que las culturas orales tienen otra manera de entender el pasado; para ellas no es tan importante que la historia sea exacta como que reafirme la forma en que la comunidad entiende a sí misma”
“Òmphal” pone en relación la ciencia y la religión, en un curioso relato paracientífico sobre el origen del mundo, como si fuera relativamente reciente.
“La frontera donde se detienen los anillos de crecimiento marca el límite del poder explicativo de las leyes físicas”
“La angustia es el vértigo de la libertad” es el cuento que cierra el volumen, una historia entre psicológica y thriller sobre unos prismas que, al activarlos, abren un universo paralelo y nos permiten comunicarnos con “yos” alternativos
“Si hay alguien con quien puedes hablar sin fingimientos, es contigo mismo”
“Los expertos probaron explicar que el proceso de decisión humano era clásico, no cuántico”
Ideal como reverso lúdico de los libros de Noah Harari.
Me gusta el estilo de Husvedt, “una narradora sofisticada, madura y erudita” con un don especial y una elegancia natural para embaucarte con sus historias. Con el buen recuerdo de “Todo cuanto amé” abordaba lo que creía una autobiografía, aunque en esta ocasión nuestra comunicación empezaba no resultando tan fluida: la relativa falta de crédito inducida por el progresivo desencanto que me supone descubrir que es menos autobiográfica de lo que pensaba (una tontería por mi parte) y las contínuas bifurcaciones de su trama me han complicado en un principio su disfrute y comprensión, dificultades estas que se han ido diluyendo según avanzaba en su lectura.
Temática, pues, diversa y a veces dispersa, contínuos cambios de punto de vista y de formato, y desdoblamientos varios van dando forma a esta novela heterogénea que en su desarrollo se va concretando; a partir de un suceso traumático sufrido por la narradora, todos esos elementos van a ir convergiendo en un claro motivo central: la violencia contra la mujer, sus múltiples formas y repercusiones.
Husvedt parte de la idea de relatar el año en que llegó a New York procedente de Minessota para iniciar su vida como escritora. Para ello tiene el acierto y la particularidad de comentar su propio diario de juventud, contrastándolo con sus recuerdos actuales y cuestionando así el papel de la memoria a diferentes niveles(“recuerdos que he adornado con deseos”;“Siempre he creído que la memoria y la imaginación son una sola facultad”), y con ese procedimiento nos irá hablando de su círculo de amigos intelectuales y transgresores, de sus primeros intentos de escribir novelas –incluyendo fragmentos íntegros de esa algo soporífera primera novela de detectives-, de las impresiones de la gran ciudad en la joven y vulnerable Siri, de sus momentos de añoranza familiar, de sus lecturas y elucubraciones (la Baronesa!), de la misteriosa relación que vivirá con su vecina Lucy (“ese acto secreto de espionaje auditivo (…) me proporcionaba un placer voluptuoso que nunca había conocido y que nunca he olvidado”) y de su brusco encontronazo con la realidad machista.
Leer a Husvedt es una experiencia inmersiva, construye todo un mundo de referencias filosóficas y culturales que engarza con maestría, gracia y elocuencia, fundiendo la anécdota con la reflexión y desbordando al lector en ocasiones con su exuberancia y su audacia:
“se ve impulsada por el estómago vacio a llevar a cabo experimentos conductuales en el mismo umbral al que Simone Weil se refirió con su franqueza incisiva: ese límite donde acaba la piedad y empieza la caridad”.
“La persona joven y la entrada en años viven codo con codo en las verdades precarias de la memoria”
“Reconstruimos, por tanto, la curiosa y tambaleante arquitectura del recuerdo en estructuras más habitables”
“una retórica de silenciosa persuasión”
“Hace ya un tiempo que la filosofía se ha enfrentado con el problema de las otras mentes. –Son un problema?- preguntó Tojo lúcidamente”
“Lo que llama “pensamiento” ¿no incluye el lenguaje, y el lenguaje no es algo que se comparte por definición?”
“esta transubstanciación de un meadero en el Dios Padre del Arte Moderno”
“una felicidad peligrosa, cruda y desmadrada. El recuerdo fue tan dolorosamente inmediato que se me cortó la respiración”
“un suspense insoportablemente tierno”
“nos gusta creer que somos importantes para los demás, pero no siempre lo somos”
Seix Barral. Un 8.
Autoficción feminista.
La Floresta, 24 de noviembre, 2020
Drama familiar ligero y melancólico, entrañable en ocasiones, pero sin espíritu de experimentación ni trasgresión alguna, que aporta poco y arriesga menos. He perseverado en su lectura porque me gustó bastante su anterior "Derecho natural", en la que encontré muchos resortes interesantes y un estilo de una aparente sencillez que lo hace fácil sin renunciar a hacerlo bonito, pero son esas mismas cualidades las que he echado en falta en este caso: de tan sencilla y realista resulta plana e insulsa, tanto por su argumento -la relación un tanto malsana entre una madre y su hijo, años después de la muerte trágica del padre, en el entorno de un camping decadente- como por sus personajes; y el lenguaje, aunque correcto, es muy básico y funcional, sin brillo ni magia.
Es una novela de secretos familiares poco jugosos y de amor materno mal entendido,que no alcanza mayor trascendencia. Tampoco el dudoso encanto de su geografía consigue arrancarle alguna evocación o lirismo un poco original -yo pensaba en Bolaño cuando trabajó de vigilante en un camping y, no sé, me había hecho ilusiones-.
En su favor hay que decir que se lee fácil, que es entretenida, y que te lleva de paseo nostálgico por la Españita de hace unas décadas.
Una novela para momentos en que no quieres pensar mucho, quizá para una resaca, o como alternativa a la tele.
“la imagen de Juan se le seguiría apareciendo tal como lo vio en ese instante, con ese aire de felicidad y ese amor sin límites, con esa juventud eterna, inalterable”
“A Iván le encantaba la soledad del otoño en el camping, sin nada que hacer, dejando que el tiempo pasara mientras el viento agitaba las ramas con suavidad”
Seix Barral. Un triste 6.
Drama materno-filial
Sant Cugat, viernes 13 de noviembre, 2020
“El individuo no es más que una fantasía religiosa”
En su fascinante "Sapiens", Noah Harari nos dio a conocer su versión (que desde entonces doy por buena) de la historia del Homo Sapiens y de cómo logró imponerse a las demás especies por medio, sobre todo, de la capacidad de crear ficciones en las que creer (órdenes imaginarios). Esta capacidad nos permitió unos niveles de cooperación inauditos por la consecución de unas metas comunes que fueron el acicate de nuestro auge y desarrollo hasta la actualidad.
"Homo Deus" se propone mostrarnos cuáles pueden ser los caminos que nuestra especie tome en un futuro que se intuye bastante próximo, donde la tecnología jugará un papel crucial, o incluso llegará a ser protagonista y a cuestionar nuestro futuro como especie.
Harari es hoy un divulgador muy popular; exhibe un estilo garboso y accesible, una elocuencia contagiosa y un enfoque muy pedagógico que probablemente tenga también sus detractores.
Han querido las circunstancias que el tercer volumen de la serie, "21 lecciones para el siglo XXI" -dedicado a los retos del presente- cayera en mis garras con anterioridad a este, y ya no sabría decir con exactitud cuáles de sus tesis aparecen aquí por primera vez y cuáles son en cierto sentido redundantes; lo cierto es que la mayoría de ideas que defiende me resultaban ya vagamente familiares, lo que no ha sido obstáculo para disfrutar de este volumen y afianzar sus enseñanzas bajo nuevos enfoques.
Como en las anteriores ocasiones, las subdivisiones de los capítulos son un guión muy útil para orientarse.
El libro parte de la premisa de que el hombre, una vez derrotadas las grandes plagas del pasado, hambre, guerras y peste (le disculpamos el anacronismo) se enfrenta a nuevos desafíos: la inmortalidad, la felicidad y la divinidad pasarán a conformar "La nueva agenda humana".
En la primera parte, “Homo Sapiens conquista el mundo”, repasa la implantación y evolución de nuestra especie, el impacto de las sucesivas revoluciones agrícola y científica y el paso del teocentrismo al humanismo. A partir de ahí cuestiona las nociones de alma y de conciencia, como conceptos aún muy discutibles, remarcando que no son esas las características esenciales ni decisivas para la supremacía humana.
“Homo sapiens da sentido al mundo” desarrolla el tema de la religión imperante en los últimos siglos, el humanismo, con sus doctrinas, sus liturgias y sus dogmas. Por ejemplo, la fe en el crecimiento económico y en el progreso científico son dogmas humanistas, y utilizan la ciencia para ratificarlos. El humanismo persigue el sentido de la vida en los sentimientos de los hombres y en la busca del conocimiento, descartando un plan cósmico suprahumano. Pero la religión humanista tiene también sus propios cismas, origen de los conflictos sociales del sXX (y de momento de este): humanismo liberal, socialista y evolutivo (si, el que desemboca en los fascismos; curioso que mientras escribo esto Eva me dice que parece que finalmente ha ganado Biden!)
Todo ello nos conduce a la tercera parte, que es la que aporta más novedades a su discurso: “Homo Sapiens pierde el control”, que empieza desmontando el tema del libre albedrio, en relación con lo que define como “posthumanismo”: nuestras decisiones no son libres y la tecnología llegará a elegir por nosotros mejor que nosotros mismos. El avance científico socava pues la filosofía liberal/humanista, planteando –por lo menos- tres amenazas:
-Trabajos que los humanos dejarán de hacer
-Pérdida de libertad: los algoritmos que decidirán por nosotros, nos conocerán mejor y serán más objetivos que nuestro “yo narrador”; no habrá más remedio que hacerles caso.
-Creación de castas biológicas: humanos mejorados frente a humanos inútiles
Para enfrentarlas o asumirlas, nos prepara para el advenimiento de dos nuevas religiones, que vendrán a suplantar a liberalismo y humanismo: el tecnohumanismo –Homo Deus, ciberhumanos con no pocas pegas- y el dataísmo, la religión de los datos, que entiende el universo como flujo y procesamiento de datos y, a los humanos, como simples pero peculiares generadores y consumidores de los mismos.
No suena muy alentador. Pero el libro es muy bueno.
Editorial Debate. Un 8.7.
Ensayoficción.
La Floresta, 7 de noviembre, 2020
“Su amigo era católico y, como todos ellos, tenía un gran interés por los fluidos: sangre, lágrimas, semen.”
Obra híbrida entre ensayo y novela, aspecto este en el que, a mi modo de ver, resulta fallida: no pasa gran cosa y lo poco que pasa no se acaba de entender. Su propósito no me queda claro, ni su desarrollo, tampoco.
Trata la historia de una ruptura sentimental dolorosa, la de una pareja (una arquitecta y un escritor) herida por la incomprensión y por los reproches mútuos, no siempre formulados, conflicto del que nos escatima una explicación transparente, emplazándonos en cambio a la promesa de futuras revelaciones (“Sólo años después…”; “Ella se iba a preguntar años después…”). Más tarde, los protagonistas, ya por su cuenta, intentarán adaptarse torpemente a un modo de relacionarse con los demás para el que se les ha hecho ya un poco tarde. Utilizando ese estilo más ensayístico, Pron se explaya en la descripción del extrañamiento ante los cambios sociales y tecnológicos del mundo actual y en cómo estos suponen un cambio de paradigma en la búsqueda de relaciones afectivas: alienación, móviles, redes sociales, gregarismo, listas de compras que debemos hacer, protocolos que debemos cumplir…
Temas candentes y potencialmente interesantes cuya comprensión se ve obstaculizada por un estilo farragoso e intrincado, una prosa densa y complicada, de sintaxis espesa, alambicada y agotadora, a base de frases muy largas –que te obligan a repasarlas una y otra vez- que abundan, eso si, en observaciones ingeniosas y multidisciplinares, anécdotas sociológicas y conductuales, y abstrusas disquisiciones sobre temas lingüísticos y semánticos.
Tiene cosas chulas, pero es un poco rollo.
Alfaguara. Un 5.
Desamor en tiempos de redes.
La Floresta, 4 de noviembre, 2020
“Quién podía desear que se hablara de él tras su muerte: más todavía, quién podía siquiera desear que hubiera algo si él no estaba allí para asistir a ello”
Marianne muy normal no es; más bien es bastante rara, demasiado sincera y resignada. Inteligente e inadaptada, su alma torturada esconde algunos recovecos oscuros.
“Le falta alguno de esos instintos primarios, autodefensa o autoconservación, que hace comprensibles al resto de los humanos”
Connell, por el contrario, aspirante a escritor, parece un tipo de lo más cabal, atento y solícito; sin embargo, pronto presentará síntomas de un precario equilibrio psicológico que alterarán su naturaleza jovial y sociable.
“Le parece algo poderoso poner una experiencia en palabras, es como si quedara encerrada en un frasco y ya nunca pudiera abandonarlo del todo”
Personalidades complejas que parecen complementarse, desarrollando una complicidad que es un bastión contra el mundo. Su relación a lo largo de los años de escuela y universidad está fundada en una amistad indestructible y en un amor leal, pero también en desencuentros y titubeos que impiden que sus soledades se fusionen en una sola. Solo cuando están juntos, lo cual no siempre sucede, parecen hallar cierto alivio a sus angustias y a sus desarreglos emocionales.
En un estilo juvenil, claro y desenfadado, fresco e intimista, con generosas dosis de ternura y delicadeza (“Incluso en el recuerdo, este momento le parecerá siempre de una intensidad insoportable, y sabe que será así ahora mismo, mientras sucede”), cierto trasfondo social, y también con algún componente perverso, Sally Rooney nos implica en una historia de amor, casi más bien de soledad compartida, conmovedora y frágil, nada acomodaticia ni complaciente, salpicada de obstáculos a veces insondables -y a veces de lo más tonto-, proponiendo cuestiones verosímiles y estimulantes que la apartan de novelas románticas más convencionales.
Es una novela breve, que, gracias a su original estructura y disposición temporal, a base de escenas significativas breves separadas por lapsos de varios meses, nos invita a reconstruir lo que omite, obligándonos a tomar parte y partido en los conflictos de los protagonistas, cuya evolución los lleva a veces por derroteros inesperados, incluso incomprensibles o exasperantes para el lector.
“ella ha ido degenerando, alejándose cada vez más y más de lo sano, convertida en algo corrompido hasta lo irreconocible”
Ensalzada por la crítica y el público, no puedo decir que no me haya gustado, aunque una vez más me cuesta entender su éxito desemesurado y unánime.
“un rostro de rasgos duros, como el retrato de un criminal hecho por un artista”
Denise : “Cree que a Marianne le falta “calidez”, con lo que se refiere a la capacidad de mendigar amor de personas que la odian.”
“Revisa estos borradores una y otra vez, repasando todos los elementos de la prosa, cambiando de orden las cláusulas para que las frases encajen de la manera correcta”
“Esta capacidad de discernimiento, ha descubierto, no hace de Lukas una buena persona. Ha logrado educar una refinada sensibilidad artística sin desarrollar ninguna noción real de lo que está bien y lo que está mal”
“Sientes que dejaste pasar una oportunidad de ayudar a alguien que estaba sufriendo”
Literatura Random House. Un 7.8.
Amor, amistad y dudas.
La Floresta, 30 de octubre, 2020
La historia de los rudimentos del fascismo, de su génesis, es una historia que merece ser contada. De cómo Mussolini, un megalómano sin moral, pura voluntad de poder, astuto, carismático y manipulador, fue capaz de canalizar el descontento de la población azuzando sus peores instintos a favor de sus ambiciones. No es una historia nueva. Es una historia del pasado, del presente y, a buen seguro, del futuro. Y una fórmula que siempre se repite: el trueque del miedo por el odio, la manipulación de las masas.
Scurati ha hecho un trabajo concienzudo, documentado y riguroso, que pretende ser objetivo sin ocultar su posicionamiento: en esta crónica hay buenos y malos, y los malos son muy malos.
Su cuidado estilo tiene un poco de la pomposidad épica de Vuillard, de su retórica y de su apasionamiento, pero en cambio aquí se entiende todo bien, se explica con precisión y elocuencia, a pesar de la profusa descripción de multitud de personajes, asociaciones, grupúsculos y facciones enfrentadas que presenta. Ya desde el principio tuve que recurrir a la Wiki para constatar la llamativa vinculación del fascismo con un movimiento artístico, el futurismo, del que recuerdo que en mi cole católico nos hablaban con cariñosa condescendencia:
“propone destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo (…) glorificar la guerra, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructivo de los libertadores, las ideas hermosas por las que se muere y el desprecio por la mujer”
“Mucho ruido, algunas ideas extravagantes. Educación patriótica del proletariado, una asamblea de jóvenes menores de treinta años en lugar del senado, gimnasia obligatoria con sanciones penales para los más flojos”
“Sus consignas son las del futurismo: sintético, alegre, rápido, presentista, práctico, moderno”
“No tenemos ideas preconcebidas, nuestra única doctrina son los hechos”
La narración, que se enmarca entre los años 1919 y 1925, empieza con la imagen de una Italia humillada y enfrentada tras la guerra, con un socialismo pujante y pre-revolucionario y un amplio contingente de escuadristas y excombatientes rabiosos y desocupados en busca de revancha. En ese contexto resurge la tempestuosa figura de D´Annunzio, poeta reconocido y guerrero intrépido, que con sus coloridas bravuconadas -como la épica toma de Fiume- sirvió de inspiración al fascismo primigenio:
“El discurso continúa, como siempre, en una lengua áulica, a través de sucesivas oleadas de lemas latinos, referencias eruditas y arcanas, alusiones indescifrables, proclamas solemnes, metáforas refinadas, éxtasis sublimes, preciosismos, arcaísmos, esteticismos”
“Es un despropósito gigantesco, pero la multitud se enardece al oírlo”
Más tarde, Mussolini, joven y ambicioso lider de los recientemente fundados Fascios de Combate, aprovechará su decadencia un tanto patética para ridiculizarle y sustituirle y capitalizar su influencia:
“El aumento de dopamina en las sinapsis cerebrales le devuelve el coraje del aviador en vuelo sobre Viena”
“Es hermoso el delirio violento del poeta, es hermosísimo –se te vienen las lágrimas a los ojos-“
“un anciano a quien el destino ha regalado la broma de convertirse en príncipe de la juventud” "no podía continuar con su recital ante un teatro vacío"
Siempre alternando los relatos de diferentes personajes, se dedica a describir y analizar la mutación de las primeras bases del fascismo, en un principio muy alineado con principios obreros, sindicalistas y socialistas
“la jornada laboral de ocho horas, salarios mínimos, representantes sindicales en los consejos de administración, gestión obrera de las industrias, seguros de invalidez y pensiones, distribución de tierras no cultivadas entre los campesinos (…) una escuela laica financiada por el estado (…) impuestos extraordinarios sobre el capital de carácter progresivo, expropiación parcial de todas las riquezas …”
para más tarde desviarse oportunamente hacia el culto de la fuerza y la violencia y hacia valores tradicionalstas de la derecha, despojándose de aquellos principios iniciales en virtud de una ideología vacua y adaptable cuya razón de ser es el poder por el poder:
“¿Quiénes somos? Pregunta incorrecta, inútil, dañina incluso. Pregunta superflua porque sobrevalora la importancia de la conciencia (…) lo importante es ser algo que permita evitar los obstáculos de la coherencia, el lastre de los principios”; “Ya está bien de extravagancias futuristas”; "es revolucionario o conservador según las circunstancias".
Mussolini no cree posible una revolución proletaria en Italia ("Demasiado sol, la revolución rusa, aquí, es imposible que estalle”) por lo que convertirá su previsible fracaso en el impulso definitivo de la expansión fascista, proponiéndose ganar al pueblo (“Un rebaño de ovejas enfurecidas"; “una plebe roja, moralmente tarada, egoísta, inculta”) para su causa, la mano de obra de su nueva revolución, sin prometerles nada, de hecho; tan solo focalizando su ira hacia nuevos objetivos -el socialismo, la democracia, la libertad-, con la aprobación encantada de los propietarios agrícolas, de la burguesía acaudalada, de la derecha política e incluso de la nobleza y el clero, que veían peligrar sus privilegios. El fascismo fue un instrumento de las minorías ricas y poderosas para sofocar la Revolución proletaria. Jugada maestra, el gran acierto de hacer partícipe a esa masa inerte, de devolverles su papel protagonista en la Historia. De darles la vuelta y utilizarles en su provecho. No es muy diferente a lo que pasa en la actualidad.
"¡Qué cosa más maravillosa es el pánico, esa partera de la Historia!"
"Buena gente que en su fuero interno se estremece por un deseo incontrolable de sumisión a un hombre fuerte y, al mismo tiempo, de dominio sobre los indefensos"
"queremos servir a las masas, educarlas, pero cuando se equivocan, fustigarlas"
"Los individuos, abandonados a sí mismos, se aglutinan en una gelatina de instintos elementales y de impulsos primordiales, un gel sanguinoliento movido por un dinamismo abúlico, fragmentario, incoherente"
Todo ese proceso de transformación social se basa en la imposición y el fomento de un clima de violencia y terror. Scuratti se luce en su análisis minucioso de los procesos psicológicos y sociológicos que permitieron el crecimiento del fascismo en base a ese hábil cambalache de miedo (a la Revolución Socialista) por odio. Odio que, a su vez, da entrada a la justificación y hasta glorificación de la violencia fascista:
"la violencia se ha dado por buena (...) los moderados consideran a los fascistas como un agente patógeno, virulento pero necesario por razones supremas de supervivencia del organismo social"
"La violencia fascista es luz, su longitud de onda vibra en el rango del amarillo, del naranja, del rojo, no en el punto ciego del negro, su fenómeno de guerra es la antítesis del terrorismo"
"es veneno y, al mismo tiempo, antídoto"
"Solo hay un hombre capaz de salvar al país del caos de la violencia de las escuadras. Es el mismo hombre que antes debe provocarla"
La compleja figura de Mussolini es analizada desde diferentes puntos de vista, desde sus propios pensamientos y declaraciones (“La realidad humana, fuera del individuo, no existe”; "¡El sillón y las zapatillas son la ruina del hombre!" ) y a través de la visión filtrada por el autor de sus opositores, seguidores, amantes... ("más que en la ciencia, cree en el destino"; "Él tiene un olfato incomparable para los estados de ánimo de los pueblos, pero a los individuos no los entiende"). Se recrea en el retrato de esa personalidad abstrusa y poliédrica que planifica un caos estudiado mientras desarrolla su tramposa carrera política ("El fascismo debe observar cómo se pelean el capitalismo y el comunismo, y frotarse las manos. Hay que mantenerse ligero para permitirse toda clase de giros, combinaciones, maniobras..."; "La táctica de Mussolini es siempre la misma: dosificar, diluir, dilatar, para negociar luego desde una posición de fuerza") que basará en la intimidación y la coacción violenta de sus rivales políticos -amenazando desde el mismo hemiciclo-, en una doble moral en la elección de sus aliados, y en la modificación de la ley electoral ("que prevé la asignación de dos tercios de los escaños a la lista que obtenga una mayoría relativa"), abogando entre otras barbaridades por la devaluación del concepto de libertad ("La libertad es una deidad nórdica, adorada por los anglosajones (...) El fascismo no conoce ídolos, no adora fetiches"). Mediante estos sucios manejos se propone llevar a cabo en la oposición "una obra de demolición moral", que culminará con un éxito apabullante para él, como es sabido.
La descripción de esta represión hacia sus enemigos parlamentarios contiene párrafos espeluznantes, como en el terrible capitulo sobre Matteotti y la porra o el tema del aceite de ricino ("el ridículo (...) tiene un alto valor pedagógico")
Una vez conseguido el poder, Mussolini se propondrá consolidarlo y ampliarlo mediante una temible política de expansión territorial ("Italia quiere ser tratada por las grandes naciones del mundo como una hermana, no como una camarera") que tiene en la ocupación de la isla griega de Corfú su punto de partida.
Scurati hace alguna referencia tangencial a la situación en España, donde también nos estábamos dando de hostias, con la mención al asesinato de Eduardo Dato y el comentario sobre la inspiración de Primo de Rivera en el fascismo italiano.
Brillante y sobrecogedora, esta esforzada crónica política ficcionada nos pone sobre aviso de amenazas muy actuales: el momento es propicio.
Editorial Alfaguara. Un 8.8.
Novela documental
La Floresta, 27 de octubre, 2020
Emblemática novela de acción sobre el tráfico de narcóticos, precursora de tantas otras obras -sobre todo de tantas pelis- que tienen como tema central la guerra de Vietnam y sus consecuencias desde una postura crítica y completamente desengañada. Con agilidad e innegable desparpajo nos relata el desastroso trapicheo que pretenden llevar a cabo los tres protagonistas: Converse, periodista bastante pringado (“el hombre más acojonado del mundo”) confía a Hicks, marine medio psicópata y pasado de vueltas (“aquel arlequín siniestro que olía a muerte”) el transporte a EEUU tres kilos de heroína pura que deberá entregar a su novia Marge, madre de su hija, irresponsable y yonqui vocacional (“-Calentorra. –Ella negó con la cabeza. Hicks volvió a pasar la mano por el culo de Marge, que se estremeció-. Lo eres. -Sí.”).
Ya desde el primer momento se ve que la cosa va a ir mal, y efectivamente pronto se verán inmersos en una persecución implacable y alucinada (se ponen finos a la menor ocasión) por parte de un montón de tipxs chungxs. El relato es muy dinámico y tenso y describe un ambiente turbio, claustrofóbico, malsano, como de pesadilla opresiva o de mal viaje. Un ambiente enfermizo determinado por la situación de corrupción y de descrédito de las misiones militares y la política norteamericana, por los últimos estertores de la filosofía flower-power, también pervertida y desprestigiada (“Tenía algo de esa ceremoniosa beatitud de saludo hippie, una aceptación descerebrada de la unión de las almas”) y por el tráfico y la adicción a los psicotrópicos, con especial hincapié en las delicias y las miserias de la heroína (“Paseando con el rey. La Gran H. Si Dios hizo algo mejor nunca lo dijo.”).
Acción a raudales, personajes al límite, vomiteras y sudores fríos.
Me sabía un poco mal decirlo, hasta que leí una crítica en Jot Down en la que básicamente la tacha de desfasada. Rompedora en su momento pero superada por sus sucesoras. Y sí, seguramente toca una temática a día de hoy sobreexplotada que atenúa el factor sorpresa que podría producir. Tampoco ayuda el tener la expectativas demasiado altas. Por otro lado, su estilo nervioso y coloquial, me ha resultado un poco difícil de digerir y disfrutar, en parte por unos diálogos llenos de sobreentendidos, alusiones veladas, elípsis y chulerías varias, como si el lector estuviera en el ajo. Diálogos que me han sugerido a Tarantino, o Graham Green, que gustan de oponer lo inocente a lo brutal, lo trivial a lo horroroso, con momentos muy vivos e ingeniosos, pero con otros más encriptados. Y por último, y quizá esto entre dentro del terreno de manías personales, el componente alucinógeno no me mola mucho, en general, me cansa (del mismo modo en que no me interesa demasiado lo sobrenatural, o lo onírico).
No me arrepiento de haberla leído, la recomendaría, sé que gusta, pero sinceramente no puedo decir que la haya disfrutado mucho.
Malastierras. Un 7.5.
Narco thriller.
Sant Cugat, 9 de octubre, 2020
“¿Qué es toda esa mierda sobre los Yarbirds?”
Brutal y apasionante. Imprescindible como ensayo sobre música y sorprendentemente deslumbrante en lo literario. Me arrepiento de haber pillado este libro en la biblioteca, sin duda tenía que haberlo comprado; aún no lo descarto. Es una obra de consulta y un Evangelio de la historia del rock, o mejor aún porque a diferencia de aquellos, este está escrito en el momento de los hechos; se trata de una selección de artículos de un cronista coetáneo e implicado en la escena en primera persona y en caliente, y no una historia elaborada a partir de recuerdos o testimonios indirectos. En eso reside su fuerza y su rabia. Bueno, en eso y en el personalísimo y frenético estilo de Bangs acorde también con sus tiempos acelerados, mitad periodismo musical militante y subversivo, mitad ida de olla filosófica e intoxicada. Un estilo atropellado, verborreico, ingenioso, abigarrado, febril “como un piloto de hot rod”... intenso y agotador. No te puedes desconcentrar un momento y sin duda requiere de relectura: es imposible captarlo todo a la primera. Debo advertir que quizá no guste a todo el mundo, que no a todos haga gracia su locuacidad incontenible e irreverente
Bangs fue un loco exaltado, un cínico, un hater recalcitrante difícil de contentar, muy crítico con todo, en especial con la sofisticación y las imposturas de la cultura del rock. Defensor a ultranza del rocanrol más crudo y faltón, era, en el fondo, un proto-punk. Sus crónicas vehementes y entrevistas delirantes parten siempre de un planteamiento gamberro, corrosivo, transgresor, entusiasta y apasionado, que denota unas percepciones muy bien encauzadas, casi proféticas y sorprendentemente vigentes (“todo aquello sobre lo que se asienta el negocio musical: la exageración, el peloteo, la falsedad”).
Y por supuesto, el humor, impertinente y deliberadamente ampuloso; yo me he descojonado vivo, pero llega un momento en que le enviarías a la mierda.
Además de impagables impresiones cercanas y descacharrantes sobre muchas leyendas del rock, muchas veces reducidas a parodia de sí mismas, contiene multitud de sorprendentes y reveladores datos cronológicos (“A mi juicio, las cosas empezaron a ir cuesta abajo para el rock en 1968”; “el punk rock es algo cuyo mugriento hocico se asomó hacia 1966”)
De su exuberante abundancia de datos y comentarios, no puedo por menos que transcribir algunos:
Count Five:
“aunque el respaldo instrumental sonase vagamente a un coche atascado en el barro mientras las ruedas giran acelerando en vano.”
Stooges:
“Iggy Stooge es un maldito tonto”
“Lo que necesitamos son más “estrellas” del rock dispuestas a hacer el ridículo “
“Ninguno de ellos llevaba más de dos o tres años tocando, pero eso es bueno; no tienes que desaprender nada de lo que arruina a tantos otros jóvenes prometedores de blues exhibicionista…”
“un mono domesticado seguramente podría aprender a tocar esa línea de dos acordes subyacente”
“el saxo tenor sonando a jabalí malherido”
“ígneos mantos de feedback”
Jagger:
“sus actuaciones, con sus miradas lascivas y remilgados andares, siempre fueron ultrajantes, chorras, absurdas y tracendentalmente arrogantes”
Ian Anderson:
“Se hace pasar por loco y realmente da el pego, tambaleándose como si estuviese afrontando feroces vendavales llegados de lugares inimaginables”
“En la creación de algo puede llegarse a un punto en que los adornos y el oropel, y la construcción misma, se vuelvan tan relevantes que realmente ya no importe lo que contenga en su interior”
Kraftwerk:
Muy celebrada también su destacable entrevista a la banda teutona, con los que parece mostrarse más respetuoso de lo habitual, y de donde salen perlas como esta: “Es bien sabido que los alemanes inventaron la metanfetamina, que de todas las herramientas accesibles ha sido la que más ha aproximado a los seres humanos a la condición maquinal”…¡y esto lo escribió en 1975!
Lou Reed:
Capítulo aparte -literalmente- merece su espinosa relación con el ex Velvet Underground:
“Yo le chuparía la polla a Lou Reed, por la misma razón que besaría los pies de quienes redactaron la Carta Magna”
“Lou Reed es un pervertido profundamente depravado y un patético enano de la muerte (…) un talento desperdiciado, un artista en flujo constante (…) un macarra que vive a costa del nihilismo tontorrón de toda una generación”
“Dios mío, parece un insecto (…) sus ojos escrutan el local contínuamente, lleva afeitado el cráneo y bajo el pelo se aprecia la palidez, parece como si llevase implantadas en la cabeza placas metálicas”
(Rock&roll) “…la menos pretenciosa y más auténtica de todas las canciones recientes que toman como tema lo que se supone que es su forma”
Tangerine dream:
(326) “suenan como cieno sedimentando en el fondo del océano“
Elvis:
Ofrece un retrato despiadado y certero, desmitificador, de un Elvis obtuso y abotargado, víctima de un éxito desproporcionado, sobredimensionado:
(336) “lo más crucial es que, cuando Elvis se puso a menear las caderas y Ed Sullivan se negó a mostrarlo, el país entero se vio abocado a un paroxismo de frustración sexual”
” Siempre hubo algo sobrenatural en él. Elvis era una fuerza de la naturaleza. Aparte de eso, era un zurullo. Un paleto grandullón y tonto apenas más listo que su mula”
“…pues me convertísteis en la mayor estrella del mundo, creísteis en mí, pusisteis en mí todas esas esperanzas que no hubiese pudido cumplir incluso de haber podido comprenderlas”
“preferiría que me dijeseis que soy una mierda, de vez en cuando, o incluso que lo soy todo el tiempo”
New Wave:
(344) “La “new wave” ya tiene su primera víctima, y dada la predilección de esta escena por las drogas y la actitud destructiva general...”
Teds:
(384)“Parecían personas que habían tenido una iluminación y que seguían chupeteando eternamente el hueso seco de ese recuerdo”
Richard Hell:
(404)”Es parte de la forma del rocanrol conservar el coraje de tus convicciones de adolescente y hacer cosas que sean vergonzosas y ultrajantes para mucha gente, pero que constituyen mucho del atractivo para tu público”
(407) “Hasta dónde mantengas la actitud que tenías de adolescente influye en la medida en que te mantengas vivo”
(408) “Y no me refiero a vuestros putrefactos dioses, sino a una sensación de asombro ante la vida misma y a la sensación de que hay algún factor que por lo menos DEBES buscar hasta caer muerto por causas naturales”
Racismo:
(421)”Digamos que no es necesario esforzarse en ser racista. Es un retorcido y minúsculo coágulo de veneno que acecha en todos nosotros”
(424) “Yo no discrimino -solía reírme-. ¡Tengo prejuicios para todo el mundo!”
(425) “…tiene la teoría de que una de las cosas más importantes de la New Wave es que en su gran mayoría es música blanca, y el enorme giro que esto supone con respecto al rock del pasado, casi todo él derivado del blues. No estoy necesariamente de acuerdo con eso”
Lennon:
Dedica un capítulo a elaborar un desilusionado obituario por un Lennon –“cínico, burlonamente sarcástico, secamente ingenioso e iconoclasta”– cautivo de su éxito, apabullado, incomprendido, mal interpretado.
Ruido horrísono: Bangs me divierte especialmente en sus descripciones puramente musicales, disruptivas y llenas de sarcasmo:
“una guitarra de alarma antiaérea atonal”
“una hora larga de feedback chirriante”
“las sobregrabaciones de guitarra sub-sub-sub-sub Hendrix de Stephens se tropezaban unas con otras de modo tan inepto que convergían en una atonalidad genuinamente vigorizante”
PIL:
(475) “no es más que otro traficante de nihilismo barato, con todo lo que ello conlleva: racismo barato, sexismo barato, etc.”
(478) “se trata de música negativa, de música desolada en todos los casos; es música procedente del otro lado de algo que siento pero no me atrevo a cruzar”
Lost Highway:
(485) “Creo que perder el entusiasmo por algo que te convenía es casi una tragedia (…) Se convierte en un negocio, y puede destruir tu creatividad (…) A veces desearía que tocase gratis en cualquier parte, que tocase el piano solo o con un pequeño grupo, para así poder disfrutar de la música”
Sid Vicious:
(502) “Por lo menos Sid podía andar por el escenario con la frase “NECESITO UN PICO” escrita con sangre en el pecho y aporrear en la cabeza a la gente en primera fila con su bajo (…) Sid sí que se lo pasaba bien.”
Varias:
“Si existe el paraíso del rocanrol deben tener una banda infernal”
“el impulso inconsciente y obsesivo de bailar toda la noche que hoy está arrasando en la ciudad de Nueva York”
“Y todo el propósito, absurdo y mecánicamente persistente, de tu relación con la música grabada es la búsqueda de ese momento inestimable”
“el aparente disparate de un hombre que dedica su vida al tambaleante artificio de intentar parecer una mujer”
“de modo similar a como nuestros prejuicios y miedos más profundos escriben los chistes que nos contamos unos a otros”
“todos esos elepés inanes en los que participa esa pandilla de mierdosos mercenarios de técnica impecable”
“El primer error del arte es asumir que es algo serio”
Ya hacia el final, y gracias al trabajo devoto y amoroso de Greil Marcus en la complilación y presentación de los textos, las palabras de Lester adquieren un oscuro tono profético, presagiando su próximo y trágico final de modo a veces sutil y otras veces a lo bruto: “Quiero follarme a la muerte”. Marcus no se ha contentado con seleccionar una muestra del trabajo de Lester, sino que ha pretendido ofrecernos un retrato del personaje a partir de sus artículos, contarnos su historia y rendirle un homenaje: “Este libro es mi versión de la obra que nos legó Lester Bangs. No es una recopilación ni una selección representativa, sino un intento de retratar a un hombre que está creando una visión del mundo, llevándola a la práctica, afrontando sus consecuencias y tratando de seguir adelante”.
No soy mucho de recomendar, pero en este caso sí lo hago, encarecidamente. Lectura obligada para los fans de la historia del rock, desde el curioso hasta el erudito. Es realmente tremendo.
Libros del Kultrum. Un 9.5.
Ensayo musical/ Autobiografía involuntaria
La Floresta, lunes 28 de septiembre, 2020
“Es la represión, no la manifestación de pensamientos no reprimidos, lo que nos causa problemas”
Para escribir autoficción -y que resulte interesante y entretenida- tiene que ayudar una historia familiar tan rocambolesca y bizarra como la de Offutt, con ese padre tan loco y esquivo… En realidad no se trata propiamente de autoficcion, ya que representa que todo es real (y parece que así es), pero tampoco es exactamente una biografía, ya que su estructura es caprichosa y sesgada y no sigue una cronología lineal. Además depende mucho de la subjetividad del narrador coprotagonista y de su necesaria implicación en los sucesos.
El tema no es especialmente original -novelista que le lee la cartilla al padre megalómano mientras busca secretamente su aprobación póstuma (1)- pero sí lo son las peculiaridades de este padre, Andrew Offutt (también conocido como John Clever y muchos otros alias) y la manera de descubrirlas y de abordarlas de su hijo quien, tras su muerte y comportándose “como una especie de detective literario” escarba profundamente en la bibliografía y en el ingente archivo de porno y ciencia ficción en el que trabajó su padre toda la vida. El proceso, que después incluirá su correspondencia y sus trabajos más secretos, tóxicos y ocultos, le afectará íntimamente a muchos niveles, aunque le servirá en cierto modo de exorcismo personal.
A través de un estilo vivo y dinámico (“Trabajaba a una velocidad asombrosa, azotándole al carro de retorno varias veces por minuto”), Offutt consigue trasladarnos su desasosiego por la magnitud de lo que va descubriendo en su investigación. La cosa es que las perversiones sobre las que escribía -que su hijo expone sin melindres- no tienen desperdicio: cuesta creer que su mujer pudiera mirarlo a los ojos tras mecanografiar sus manuscritos más escabrosos. Y ya en el crescendo final, la magnitud de las últimas revelaciones llevan casi a un punto de no retorno. “…la prueba de lo que había embarrado mi infancia. mientras la familia iba por la casa de puntillas para evitar molestarlo, él se sentaba en su despacho y se entretenía de un modo espantoso”
Valiente e impactante, difícil de olvidar. Editorial Malas Tierras. Un 9.
(1) Martínez de Pisón, Joshua Furst, Tara Westover…incluso Sivak y De Vigan?
Sobre el padre:
“Papá nunca supo lo que era tener un padre orgulloso; tampoco sabía cómo serlo”
“Mi padre era un hombre brillante, un auténtico iconoclasta, de una autosuficiencia feroz, un genio oscuro, cruel, egoista…”
“Papá era un escritor pulp de la vieja escuela, una máquina que nunca paraba”
“en nuestra familia nadie pide ayuda de ninguna clase, ni económica ni emocional ni moral”
“Lo amé por haber preparado con tanta perversión una broma cuyos frutos jamás vería”
“se sentía atrapado por sus propios valores. No le gustaban los niños. Dejaba claro que había sido padre debido al catolicismo y que estaba resentido con la Iglesia por la carga”
“Después de planearlo mucho, mi padre tomó la decisión más osada de su vida, el único riesgo que jamás corrió, pero que fue enorme. A los treinta y seis años, decidió perseguir el sueño de su vida y convertirse en escritor profesional”
“La única percepción correcta de cualquier situación era la suya (…) evitaba el conflicto con cualquiera capaz de defenderse”
“intentaba hacerse el gracioso con esa clase de bromas que se estiran hasta que quedan vacías de humor y el público se confunde”
“Se preguntaba si habría otras personas como él, y, de ser así, cómo lidiaban con sus impulsos”
Sobre escribir y leer:
“El mundo imaginario se hacía tan real que no lo percibía como escritura, sino más bien como si observara a personas reales y transcribiera sus palabras y sus acciones”
“Leía constantemente, sin supervisión ni guía y sin que me importara el contenido (…) Leía por encima de mi entendimento”
Malas tierras. 9.
Biografía novelada
La Floresta, 26 de septiembre, 2020
La obligada mención a “Crimen y castigo” aparece ya en la contraportada de esta edición, pero la referencia a “No hay bestia tan feroz”, de Ed Bunker -aunque es posterior-, es para mí ineludible ya que tienen mucho en común. Se trata de una dura y violenta novela negra en gran parte patibularia en el que el mayor empeño está puesto en describir profusa y profundamente las turbulencias psicológicas de los personajes principales y demostrar la influencia del entorno en estos perfiles sociopáticos: parece evidente que en la desdichada niñez de orfandad y carencias está el origen de los desarreglos y tendencias delictivas del protagonista que, a su manera, intentará encontrar su camino de redención tras un periplo de lo más accidentado.
Fácil de leer, estilo claro y sobrio, sin apenas retórica, con acción abundante y largos pasajes introspectivos. Lo cierto es que empieza de un modo bastante convencional pero a partir de cierto momento toma un derrotero inesperado que le da nuevas capas de sentido mostrando a un personaje más complejo y vulnerable, inesperadamente filosófico y sensible, que enriquece la novela.
“La diferencia entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo equivocado, no era más que una cuestión de sensaciones: si algo te parecía bien, era malo; y si algo te parecía mal, era bueno”
“Pero el deseo amainó. Al final, todo envejece si te tiras demasiado tiempo pensándolo. Todo menos la bebida”
“Una perfecta utopía socialista, en la que se prescinde de todos esos deseos que crean conflictos”
“Daba mucho que pensar una criatura que para sobrevivir, comer, dormir, procrear y limpiarse los mocos debía recurrir al placer en vez de a la racionalidad; un animal que no tendría la sensatez de vaciar sus intestinos si no le resultara divertido”
“¿Tú crees que yo podría mirarme a la cara si no pensase que la sociedad es un montón de mierda?”
“Era el único motivo racional para la monogamia: las personas se casaban para que los niños pudieran tener unos padres y un hogar y fuesen criados de la manera adecuada, con amor, para poder entender el mundo y así no enfrentarse a él, para no estar tan ciegos como Jack lo había estado durante tantos años a causa de su megalomanía egoísta”
Duomo ediciones. Un 7.8.
Thriller psicológico penitenciario
La Floresta, lunes 14 de septiembre, 2020
“En ocasiones la representación de lo real obliga a su alteración”
Una arriesgada mezcla de géneros que curiosamente funciona muy bien: autoficción, western, terror fantástico, novela, cuento. Parte de su encanto está en que los capítulos podrían funcionar como relatos independientes, pero juntos forman un todo con nuevos sentidos, un poco a gusto del lector. La narración combina dos líneas principales: las fabulosas aventuras del trampero John Dunbar en el salvaje oeste del sXIX, un personaje semi-mítico que no teme a nadie ni a nada, hosco e inflexible, con una idea particular de la nobleza y de la justicia, se van alternando con aquellos capítulos que tienen al escritor, o a su otro yo, como protagonista de desventuras más reales y mundanas aunque igualmente desasosegantes (una paternidad que le desborda, el desarraigo geográfico y laboral, la autoestima puesta en cuestión, las miserias de unos padres ya mayores…) ya en su presente de currante y escritor en localizaciones entrañables como Bilbao o Ribadesella. El modo en el que engarzan estas dos líneas argumentales es otro de los rasgos diferenciales y originales de la obra, y parece abierto a interpretaciones subjetivas: las oscuras leyendas sobre Dunbar pueden verse como una historia explicada al protagonista y autor, como una fabulación de este en la que el forajido representa un yo alternativo -otro más-, o también como una presencia no deseada y extraña, una especie de demonio interior en la vida más prosaica aunque no menos confusa del novelista en el presente, que también tiene lo suyo. Como muy acertadamente indica en la contraportada, “propone un diálogo entre realidad y ficción”. El lector puede volverse loco buscándole una trascendencia que quizá no tenga o dejarse transportar por sus historias frondosas, intensas y laberínticas, llenas de imágenes impactantes, muy gráficas (“Se encaramó a la mesa y se acuclilló de manera espantosa entre los platos”), por su ambiente violento y perturbador (“Fue un momento de la historia en que nosotros apenas hubiéramos podido respirar el aire que rodeaba nuestro planeta, en que las criaturas competían en ferocidad y ponzoña y en que las arañas eran del tamaño de los asnos”), por los eficaces contrastes entre escenas cercanas y realistas (“Me jodió llevar una bolsa flácida y maloliente en la mano al despedirme del exnovio, que siempre me recordaría de aquella manera”) con otras épicas y fantásticas (Tú, John Dunbar, que ardes en tu rabia sin nunca consumirte, eres el Basilisco”), casi psicotrópicas en algunos momentos (arácnidos varios y placentas concéntricas), que van construyendo un universo particular a través de un discurso seductor, subyugante, excesivo, denso, complejo e imaginativo.
Una lectura potente, no especialmente amable, pero absorbente y avasalladora.
Impedimenta. 8,7.
Autoficción mágica/ Western espectral
“En el pecho le latía un corazón tan grande como esta bomba achicharrada”
“Estaban en la puerta de la zona de llegadas cogidos de la mano, como si estuvieran enamorados o fueran bobos”
“No te sirvas solo de tu lado malo. No seas como esos perros enfermos que se comen sus excrementos”
“Me había insistido para que librara mi estilo de florituras, no porque abusara de ellas, sino porque a él cualquier cosa más elaborada que Baroja le parecía demasiado florida”
“Hacía meses que yo no veía a mis padres, y no recordaba la última vez que les había oído decir algo que mereciera la pena”
“Con los ojos llorosos parecía otra persona”
La Floresta, sábado 5 de septiembre, 2020
Libro extraño, inquietante, poco confortable, que logra construir un ambiente desapacible y amenazante, de calma tensa creciente. Partiendo del avistamiento casual de un lobo en las proximidades de Berlín, esboza el retrato de varios grupos de personajes que se cruzan con él y entre ellos en algún momento o no. Personajes bastante al límite y al margen: un aturdido trabajador emigrante polaco con una frágil relación con su novia, una pareja de adolescentes punkis vapuleados por la vida que se escapan de casa, unos cuantos alcohólicos irredimibles, una becaria turca, antiguos artistas olvidados de la escena…. Un Berlín frío y deshumanizado, entre post-crisis y pre-apocalipsis, que es como un personaje más: la evocación colectiva del lobo asolando la ciudad es a la vez símbolo y encubridor de unas amenazas mucho más ciertas y urgentes.
Se lee fácil, mantiene el interés y la intriga, te envuelve con sus atmósferas. Está compuesto de frases cortas, rítmicas, cadenciosas (“En cierto momento quedó claro que ya no volvería a trabajar. Que no volvería a trabajar nunca más.”), formando capítulos breves que alternan a los diferentes grupos de personajes y que suelen acabar de forma abrupta o banal, con salidas desconcertantes: “-¿Qué hacéis aquí con los animales?-preguntó la madre de la chica. –Nada –dijo su amiga-. Los tenemos aquí y poco más, los niños los cuidan”.
Utiliza un estilo limpio y simple, en el que se percibe un discreto tono poético difícil de identificar, misterioso, encubierto por un vocabulario y unas construcciones sencillas, unos diálogos fragmentarios y desganados, y esporádicas descripciones de personajes secundarios en dos trazos (“Ya en la facultad vestía siempre de traje y en su galería no exponía a mujeres, prácticamente nunca”; “El jefe de planta no llegaba los cuarenta. Llevaba unas botas de vaquero”)
No obstante, algo se me escapa: connotaciones y referencias geográficas y de contexto -supongo que como si un polaco lee sobre el tardofranquismo, o el procés- que me dejan la impresión de que me pierdo algo.
Hay alguna referencia tangencial al mundo del teatro, al que el autor, consolidado dramaturgo, pertenece. “En la cantina, los técnicos de iluminación y los tramoyistas comían en mesas separadas, y en otra se sentaban los artistas, los directores, los actores. Eran mundos separados. Los actores se quedaban un par de años; los directores cambiaban, algunos eran majos, muchos eran dados a gritar, y todos tenían miedo”.
Periférica. 7.2.
Suspense colectivo
La Floresta, 29 de agosto, 2020
“Para comprender el relato de los Evangelios hemos de interpretarlo como una metáfora”
Excelente novela que no recomendaría, sin embargo, a lectores católicos fervientes que quieran seguir siéndolo: creo realmente que su lectura podría socavar su fe. Ya desde el principio, empieza como una crítica aceradísima de las ridiculeces de la doctrina católica, poniendo en evidencia sus planteamientos más insostenibles (“esa síntesis maravillosamente compleja e ingeniosa de teología y cosmología y sofismas, que situaba a las almas individuales sobre el tablero de una especie de juego de la oca espiritual”), yendo directamente al grano, sin sarcasmos ni sutilezas.
La idea central de la novela parece ser mostrar el progresivo descrédito de la religión católica entre la juventud (inglesa), en gran parte por la falta de flexibilidad demostrada por una Iglesia que no supo –no quiso- actualizar su doctrina represiva cuando vio llegar los cambios que traía la revolución sexual de finales de los 60, y que en última instancia supuso el inicio del declive de las tendencias más irracionales del catolicismo (“El desvanecimiento gradual de la metafísica católica tradicional”).
El tema me resulta muy interesante y me toca de cerca, pero es que además lo desarrolla con una prosa elegante y frondosa en forma de novela coral entretenida y brillante, desplegando un muestrario de personajes bien caracterizados cuya evolución y peripecias (que incluyen amor, amistad, trabajo, tragedias, enfermedad, muerte, y también sexo explícito aunque bastante disfuncional) nos mantiene enganchados y sorprendidos. De hecho, lo que me ha parecido curioso es por qué continúan aferrándose a la religión, una vez comienza a resquebrajarse su fe. Por qué no llega a desmoronarse totalmente. Cómo, desde diversos grupos organizados, intentan modificar los posicionamientos más retrógrados de la Iglesia (“Los conceptos cambian junto con nuestros conocimientos”) para preservar su filosofía esencial, ya por entonces totalmente cuestionada, en vez de olvidarse de todo el asunto. Entiendo esas posturas como fases de transición que cada personaje vive a su manera y a su ritmo (“Era demasiado mayor para el movimiento estudiantil, demasiado apolítico para la Nueva Izquierda (…), demasiado moral (o tímido) para la contracultura de las drogas, el rock y el sexo sin compromiso”), procesos lentos, dolorosos y graduales de pérdida de fe que abocan finalmente a un derrumbe inexorable de las creencias heredadas (“Todo se mantuvieron fieles a la fe, pero también notaban como los antiguos dogmas y las viejas certezas se desvanecían ante ellos, y como se debilitaban las bases sobre las que se asentaba su vida”). El problema es que no es fácil abandonar aquello por lo que se ha sacrificado tanto. (Con la religión católica no acabarías nunca con el tema del sacrificio: ante dos opciones siempre puedes escoger la más jodida para ti, haciéndote la vida imposible pero complaciendo al Señor con tu sufrimiento…o qué?)
Observo también que, por lo que parece, muchas de las situaciones que describe llegaron a Españita con 20-30 años de retraso: la religión que me enseñaban a mí en el colegio en los 80, coincide punto por punto con la rígida y abstrusa ortodoxia católica de indulgencias plenarias y pecados imperdonables contra el Espíritu Santo, de dogmas inaprensibles y oscurantismo siniestro, de obsesión malsana por la Santa Pureza y por la culpa, el castigo y el temor de Dios que describe la primera parte de la novela refiriéndose a los años 50-60. Allí nunca nos hablaron de la revolución sexual, ni por supuesto de los anticonceptivos. Aunque realmente no recuerdo que ni en Historia ni en Literatura ni en nada llegásemos nunca mucho más lejos de la Edad Media. Como mucho al Siglo de Oro. “Es el condicionamiento durante la infancia lo que produce el daño”.
Almas frente a cuerpos.. Espíritu frente a carne . Reflexión trascendente frente a embrollos terrenales. Lectura profunda y amena. Una delicia.
Lo reeedita Impedimenta, aunque es un libro escrito en 1980.
Le pongo un 9. Otra acertadísima recomendación del Portugués.
“Asistir a misa en un día laborable normal es supererogatorio (una palabra muy útil en el ámbito de la teología, relativa a aquello que excede lo estrictamente necesario para alcanzar la salvación)”
“Escatológica, otra palabra de lo más útil, relativa a las cuatro cosas últimas: la muerte, el juicio, el cielo y el infierno”
“-¿De qué sirve hacer que la gente dude de la bondad de Dios? –Pero, entonces, ¿qué somos nosotros, sus ministros o sus relaciones públicas?-“
“La idea de que Dios, sentado en su trono en un cielo eterno, un buen día hubiera decidido crear el universo y colocar a la raza humana en un rincón (exquisito) para contemplar con gran interés cómo se comportaba individualmente cada ser humano (…) la idea de que, cuando llegara el dia final y Dios clausurara el universo, recogiendo las estrellas y las galaxias como un crupier que se quedara con todas las fichas (…) Sencillamente no podia ser”
Drama social y filosófico
La Floresta, 27 de agosto, 2020.
La inevitable sobrexposición audiovisual a la iconografía de la América profunda nos hace muy fácil la inmersión en los paisajes de esta novela tan molona, de acción intensa y concentrada, en la que a partir de las peripecias de su protagonista nos ilustra sobre la vida peligrosa de nuestros amigos los rednecks. Violencia, alcohol, armas y motores de combustión, naturaleza salvaje y, por encima de todo, la defensa de los tuyos, a muerte, en un entorno de falta de oportunidades y miseria irreversible –al menos para los tipos con remilgos- al amparo de un código moral de supervivencia.
Estructurada en tres fragmentos temporales que abarcan tres décadas, nos cuenta la desventurada historia del joven Tucker, excombatiente en Corea y después contrabandista de alcohol, que vive un drama familiar que haría empalidecer a Eraserhead (“una casa llena de monstruos de feria”), por lo que pronto se verá metido en asuntos turbios que comprometerán la integridad de su maltrecha familia y que lo impulsarán a no pocas tropelías pseudojusticieras. Tucker es un auténtico tipo duro, tan tosco como noble. Comete malas acciones pero por causas honestas. Misántropo, enérgico y resolutivo, habla más bien poco y de forma esquemática, pero cuando se comunica con los animales, la montaña o su hijo Big Billy se revela lúcido y sereno como una fuente de sabiduría ancestral.
Los demás personajes se presentan en diferentes tonos de la escala de grises (buenos y malos hasta cierto punto, víctimas todos de un entorno hostil), desvelando sus tribulaciones de forma coherente y sin demasiadas florituras.
Seco y expeditivo, pero sin renunciar a un cierto lirismo rural crudo y desolado (matorrales, plantas silvestres y animales tullidos, tierra y asfalto en parajes inhóspitos), Offutt va componiendo a ritmo incesante escenas muy cinematográficas (como un Fargo pero sin humor), impactantes (“comiéndose una de las aves a medio cocinar, con la boca llena de plumas”) y hasta espeluznantes (“las peleas a cuchillo las ganaba el hombre que tardaba más en morir desangrado), soltando por doquier diálogos lacónicos y comparaciones rudas y brutales (“La luz del sol se reflejaba en el río, su superficie resplandecía como manteca de cerdo”; “nacería sano como un perro”).
Como muy acertadamente comenta mi cuñado Portugués, que me recomendó y prestó el libro “seguramente acabaré olvidándolo pero lo he pasado muy bien mientras lo leía”.
Sijalin, colección “Al margen”. Un 8, por directo y contundente.
Post-western (con permiso de @denmeunpapelillo)
Sábado, 22 de agosto, 2020
Las tensas conversaciones entre la escritora y su madre ya en la madurez, y la evocación de sus recuerdos mútuos o personales pero casi siempre amargos, se alternan formando esta novela que no es una novedad (la primera edición data de 1987) aunque parece haber alcanzado recientemente un justo reconocimiento mediático. Un reconocimiento seguramente tardío, pero meritorio, ya que es un producto poco complaciente y con escasos ganchos comerciales, me parece a mí: aquí apenas hay argumento, y la estructura es sencilla y caprichosa; no hay suceso especialmente truculento, ni amor romántico, ni malos muy malos. Las referencias históricas son marginales. Está construido básicamente con retazos de autoficción. No da para una sinopsis muy llamativa.
Pero claro, no es lo que cuenta, sino cómo analiza y expresa lo que cuenta, con una mezcla incómoda entre distanciamiento e implicación, un vocabulario enérgico, de adjetivación resuelta e incisiva (“la pena de mi madre era primitiva y apabullante”) y una perspicacia malévola. Su juego es la búsqueda constante de contrastes y paradojas. El modo, por ejemplo, de compadecerse de la pena de su madre a base de ridiculizarla grotescamente (“A cada nuevo rostro que aparecía delante de ella, mi madre se sentía obligada a ofrecerle un aluvión fresco de lamentos y sollozos”;“Era como si se hubiera pasado el día trabajando para ganarse el abatimiento que la esperaba fielmente al final de su reticente viaje a la vida cotidiana”) o la secuencia de la esforzada reforma del piso que avanza en paralelo con la desintegración del joven matrimonio (“Así es como me haces sentir. Todo el tiempo. No sólo ahora. Todo el tiempo. Nunca estás contenta, siempre estás disgustada. Con todo. No pones de tu parte para que las cosas vayan mejor. Lo único que haces es sentarte en esa dichosa mecedora con cara de decepción.”) muestran cuán feroces son sus apegos, cuánto se necesita y cuánto se odia a quien se ama. Cuánto daño nos hacemos. Cuánto hay de imposición y cuánto de libre elección en las relaciones afectivas (“Qué pronto capté la naturaleza circunstancial de la mayoría de los apegos”).
El proceso creativo, la magia de la inspiración, la pasión -y la redención- por la escritura y los claroscuros del arte son también temas recurrentes: la literatura también es un apego feroz: “Eran los inicios de una escritora adolescente: había comenzado a mitificar”; “Estaba escribiendo un ensayo, un artículo de crítica del doctorado que, sin previo aviso, había dado como fruto una idea, una idea radiante y bien definida. Las frases comenzaron a abrirse camino en mi interior, pugnando por salir, cada una moviéndose ágilmente para sumarse a la precedente. De pronto me di cuenta de que una imagen se había adueñado de mí: vislumbré con claridad su forma y su contorno. La frases intentaban ocupar la forma. La imagen era la totalidad de mi pensamiento”; “Comencé a fantasear con la idea, a adelantarme a ella, a visualizar su particular fuerza y su ímpetu mucho antes de que se mostrase con claridad. De ese fantaseo surgieron imágenes y de las imágenes, una integridad de lenguaje y pensamiento que me dejaba atónita cada vez que se repetía.”
Un estilo muy fresco pero muy denso, lleno de información, de matices y sutilezas, muy elaborado sin querer parecerlo (“Sus deseos son simples, pero innegociables. Los experimenta como necesidades”), que insiste en su observación afilada y malsana de las relaciones humanas (“No importaba lo que sintiésemos, nuestro amor no podía redactar leyes ni cartografiar territorio (…) El amor podía hacerse más intenso, pero nunca expandirse hasta ocupar un territorio hecho a su propia medida.”) con profundidad, riesgo, humor agrio y sarcasmo despiadado hacia todo, especialmente hacia ella misma.
Sexto piso. Un 8.4.
Autoaflicción.
La Floresta, martes 18 de agosto, 2020.
Aurora Rodriguez Carballeira, la parricida gallega que asesinó -presa de la paranoia- a su prometedora hija Hildegart (de niña prodigio a política prematura socialista, feminista y, curiosamente, defensora de las teorías eugenésicas) y acabó sus días en el manicomio de Cienpozuelos, es el personaje real que sirve de punto de partida a esta extensa crónica negra cuyo tema central podría ser la detestable gestión que de los hospitales, tratamientos y enfermxs psiquiátricxs hacía la alianza nefanda entre el Estado Español y la Iglesia Católica durante el franquismo, y de cómo y por qué cualquier disidencia (ideológica, biológica, cultural, médica, social, étnica, sexual) era inmediatamente sofocada por los brutales mecanismos represivos del Régimen. Es también un justo homenaje al sufrimiento de muchas, muchísimas mujeres cuyas vidas fueron reprimidas sistemáticamente, aniquilando en ellas cualquier posibilidad de elección, de libertad de pensamiento, de ambición espiritual.
Germán, eminente psicólogo formado en Suiza y víctima de la persecución fascista, vuelve a España a trabajar en 1954 con la esperanza de que un nuevo fármaco, la clorpromazina, sea capaz de revertir casos críticos de paranoia y, oscuramente, de tratar a Aurora Rodriguez, en quien Germán cree ver algo más que a una loca asesina.
Lógicamente, sus superiores no se lo pondrán nada fácil, y su generoso cometido chocará con los siniestras intenciones de la cúpula psicosanitaria española, por entonces en manos de terribles personajes (reales) como Antonio Vallejo Nájera o López Ibor.
Paralelamente, María Castejón, la muy abnegada cuidadora de Aurora en el manicomio, colabora con Germán y entablará con él una relación sentimental (a ratos previsible y empalagosa) plagada también de obstáculos y secretos. María representa, junto con Rafaelita y otros personajes, esa parte de reivindicación de la memoria de tantas mujeres oprimidas por el nacionalcatolicismo.
El desarrollo de su argumento se estructura en base a efectivos saltos temporales que permiten la dosificación de sorpresas y elementos de interés, y a cambios de narrador, alternando las voces y pensamientos de Germán, Aurora y Maria, los tres protagonistas, lo que también contribuye al bien armado engranaje argumental.
Su estilo es solvente, correcto y fluido, aunque -y aquí empiezan mis reticencias-, no se advierte en él una intención artística más allá de la innegable habilidad en narrar historias. Quiero decir con esto que no abunda en recursos poéticos ni digresiones profundas, arriesgando muy poco en lo literario pero ofreciendo a cambio y en consecuencia un producto entretenido y fácil de leer. Si, es comercial. Está bien, pero es comercial, no pasa nada. No hace falta releer cada página varias veces para captar sus matices y abstracciones ni se requiere una concentración intensa; es una muy buena alternativa a ver la tele. Está construido en base a una suma de ingredientes que no suelen fallar (suceso truculento, amor romántico e imposible, malos muy malos, un poco de historia…) siendo de esa clase de libros que pueden ser muy entretenidos, muy didácticos, muy morbosos, o todo a la vez, incluso bien estructurados, enriquecedores y capaces de generar emociones, pero sin la intención artística que provoca esa fascinación tan particular más basada en el embrujo del lenguaje. Complace, pero no eleva.
Tusquets. 7.5
Novela psiquiátrica
Viernes, 14 de agosto, 2020
“Y así es también el diablo (…) que logra que te gusten cosas y que quieras cosas a las que no estabas acostumbrado. Hace que te entusiasmen”
Una propuesta rompedora, provocativa y no al alcance de todos los estómagos. Cobertizo es un joven huérfano, de ascendencia india, que ha sido criado por Ida Richelieu, la indomable y carismática alcaldesa y madame del burdel del antaño próspero pueblo de Excellent, en Idaho. Su educación medio salvaje es por entero ajena a los parámetros morales judeocristianos hasta el punto que desde pequeño es acostumbrado a prostituirse y a usar con fruición todo tipo de sustancias estupefacientes, entre otros muchos desbarres, viviendo una infancia y adolescencia extrema entre la violencia y el sexo, la sensualidad, la introspección y la espiritualidad de corte místico y panteísta (“A la mayoría de los indios les encanta follar (…), igual que les encanta comer, y respirar y cagar a gusto…para ellos no se trata de pecado ni de condenación ni de fuego eterno…es sólo una parte más del Gran Misterio”). Durante el viaje iniciático que emprenderá en busca de sus orígenes, conocerá a Dellwood Barker, el vaquero de ojos verdes de quien se enamorará de manera irreversible y fatal (“Un olor fuerte como el musgo de un manantial. Su olor era como el que, supongo, despide un toro al olisquear a una vaca en celo: era un olor tan abiertamente sexual que te hacía retroceder”) y del que sospecha que pudiera ser… su padre! Tras su verano indio y su regreso a Excellent, la pandilla formada por Cobertizo, Ida Richelieu, Dellwood Barker y Alma Hatch vivirán una época efervescente de amistad y sexo, consolidándose como una familia incestuosa y procaz que se convertirá en la gran promotora local de la juerga sín límites, a lo bestia, lo que acabará despertando el odio furibundo del creciente sector mormón ultraconservador del pueblo. A partir de ahí, la tragedia está cantada.
Todo en este libro es diferente y atípico: empezando por su tono, entre despreocupado e ingenuo, y embebido de una lírica mágica, musical, reiterativa, que contrasta fuertemente con la violencia y la sexualidad explícita que narra (“La luna rebosaba de luz, rebosaba como la sangre en los huevos cuando estás a punto de satisfacer tu deseo”); siguiendo por sus personajes intensos y trascendentes, auténticos locos entrañables, antihéroes desfasados e hipersexualizados enzarzados en relaciones multiformes y filosofías imposibles (“Dellwood Barker decía que Thord Hurlika era el ejemplo perfecto de un hombre que es como es porque no deja de contarse a sí mismo la historia de cómo es”); su estructura, que partiendo de una base en principio lógica se demora en momentos crepusculares, diálogos profundos y absurdos, historias sobre historias, ensoñaciones místicas un tanto repetitivas…; su temática, entre la reivindicación del legado y los derechos de los indios, y el western gay, a lo “Broken-back Mountain” pasado de vueltas, junto con temas más generales como el racismo y la intolerancia, y finalmente la identidad, el amor y la búsqueda interior.
Una sacudida a los convencionalismos y un ejercicio de escritura peligrosa –dicen-, en la que se exponen abiertamente deseos y secretos íntimos y/o vergonzantes en una obra viva y palpitante, estimulante e imaginativa y capaz de crear un mundo propio. Y sumergirte en él.
“borracho como un centollo”
“…perdía el mundo de vista y se sumía en otro al interpretar una música que tus oídos no habían escuchado antes ni volverían a escuchar en lugar alguno, y todo el tiempo sollozando y con los ojos anegados de lágrimas –Cubos de lágrimas rodando por sus mejillas-“
“Si quieres seguir contándote esa vieja historia de diablos, allá tú, pero en lo que a mí respecta, es un puñado de mierda y no me creo una sola palabra”
Edición de El Aleph. Un 8.2 (para mí le resta un poco el exceso místico y mántrico)
Western Mágico Pansexual
Martes, 4 de agosto, 2020
Compilación de ensayos bastante ingeniosos que son comentarios al libro de Carl Wilson “Música de mierda” (Blackie Books, no lo he leído) y que reflexionan sobre la legitimidad del elitismo en temas artísticos y culturales, sobre la conveniencia o no de la democracia en los gustos musicales, sobre la autoridad y el papel pedagógico de la crítica y los especialistas, y sobre la atracción inconfesable para el erudito hacia la música para las masas.
Diferentes autores, con ritmo y desparpajo, y normalmente bastante inspirados -algunos más amenos y otros más sesudos-, desfilan contando sus batallitas gremiales, sus querellas y disputas profesionales y sus pasiones y manías personales, junto con momentos de lúcida reflexión sociológica en torno a la industria discográfica en particular y al comportamiento humano en general. Es asequible, abundante en humor y en ironía, y resulta estimulante y variado, con apariciones estelares de figuras del altar nostálgico de personajes ochenteros: Raphael, Camela, Sabina, pero también Barón Rojo o Mötley Crue en el divertido capítulo de Sergio del Molino (“Manowar, una banda que sólo puede ser calificada como de gañanazos que presumían de tener el récord de volumen en un concierto, que salían a escena en taparrabos…”) o la denostada Enya, en el sarcástico y divertido tributo de Javier Blánquez.
“…las listas de ventas, que no solo falsean los números a su antojo (contabilizando discos “colocados” , es decir, distribuidos, como discos vendidos, ignorando luego las devoluciones o directamente impidiéndolas) sino que solo tienen en cuenta las ventas en grandes superficies…” (Nacho Vegas)
“…que oír su canción favorita de la adolescencia en un anuncio de seguros de vida les supone un enfado de proporciones inusitadas.” (Mercedes Cebrián)
“Los auténticos héroes del rock and roll siempre han sido gente aviesa y al límite, con los nervios a flor de piel, inestables”; ”Su idea tan brillante de “inautenticidad auténtica”, ha pasado a ser el signo de esta época; los grupos de versiones llenan aforos inmensos, la copia es casi mejor que el original, como si sobrevolase un sentimiento de cierta derrota ya asumida: del escándalo del playback durante los ochenta se ha pasado a su glorificación” (Servando Rocha)
Otra frikada de Blackie Books, para enfermos de la música. Un 7.7.
Ensayo musical y sociológico
Viernes, 31 de Julio, 2020
“Le habían sacrificado a la Patria. No le quedaba más consuelo que el de serntirse orgulloso de su sacrificio”
Ya ha tiempo que había leído que lo que escribió este señor sobre la guerra civil era de lo mejorcito en la materia, opinión que suscribo totalmente. Otra consideración previa en la que se insiste ya desde la intro y desde el jugoso prólogo gira en torno al controvertido posicionamiento político del autor y a su espíritu libre, lo que te pone en la tesitura de esos cronistas incomprendidos y vilipendiados en su momento por su independencia ideológica y su falta de adhesión a alguna de las opciones políticas enfrentadas (Larra, Baroja), acusados por los unos y por los otros: desde esa delicada posición, Chaves reparte saranana por igual entre ambos bandos, ilustrando con sus crónicas implacables su idea sobre la crueldad absurda e injustificable de la guerra que fuerza al pueblo, al ciudadano medio (la sangre de los inocentes) a emociones y comportamientos más allá de lo humanamente soportable; sea cual sea el bando al que pertenecen, los personajes se muestran como marionetas ciegas en manos de una maquinaria desquiciada –cuyo motor eran las ideologías foráneas del comunismo y del fascismo-, empujados por ella a cualquier atrocidad loca o acto de heroísmo estéril. Los relatos que forman este volumen describen pues las desdichas de diversos protagonistas en situaciones límite, durante los primeros años de la guerra civil, con variados y elocuentes puntos de vista que muestran sin embargo un fondo común de personalidades apabulladas ante una barbarie que les sobrepasa.
Hace bastante hincapié en la falta de medios, de cultura y de preparación para el enfrentamiento militar del bando rojo, de las milicias, así como en la progresiva corrupción de los crecientes subgrupos descontrolados (en especial en el relato “La columna de hierro”) que desde ambos bandos dinamitan la ya más que discutible justificación política de la contienda. Aunque el autor en principio era de talante más bien liberal y fiel a la república que era el gobierno legítimo, se muestra muy crítico con el bando rojo y sus métodos sanguinarios durante el conflicto, en ningún caso se posiciona a su favor. El bando franquista no le merece mejor opinión, pero rebusca entre sus toscas huestes pequeñas disidencias que insinuen un destello de su humanidad oculta.
Chaves, ya por entonces reputado periodista y escritor solvente, escribe con profesionalidad y pericia con un estilo realmente trepidante y crudo, poniéndote en la piel y la mente de sus atribulados personajes, sin escatimar en detalles brutales que salpican y duelen –asegura que todas las historias están basadas en testimonios anónimos reales-, con un discurso inmersivo, abduciéndote realmente con su abrumadora intensidad y su indudable verismo. No sales indemne. Normalmente no me mola mucho el formato relatos breves, pero en este caso casi agradeces que acaben, una tregua.
¡Massacre, massacre!:
“La capacidad de emoción, limitada, exige también economías. En la guerra no se administra el sentimiento con la misma largueza que en la paz”
“Es el miedo el que da la medida de la crueldad”
“…con la cautela y la doblez típicas del comunismo”
La gesta de los caballistas:
“El pueblo (…) siempre es cobarde y cruel. Se le da el pie y toma la mano. Pero se le pega fuerte y se humilla. Desde que el mundo es mundo se ha gobernado así, con el palo”
“Ellos, los rojos, tienen su idea y por ella se hacen matar; los nuestros, no; van a donde el señor marqués les manda”
El tesoro de Briesca
“Empezó a pensar que, cuando los hombres podían ser inmolados en masa con tan inhumana indiferencia, lo menos que podía pasar es que pereciesen también sin duelo las obras del espíritu que no sirvieron para evitar semejante barbarie”
Los guerreros marroquíes:
“No importa; iremos detrás de los milicianos y cuando caiga alguno cogeremos su fusil y seguiremos luchando.”
“Porque, en realidad, la exhibición de los moros prisioneros no provocaba una gran irritación contra ellos. El buen pueblo de Madrid consideraba a los moros –que hubieran podido entrar a sangre y fuego por sus calles y plazas- como a instrumentos inconscientes del mal que hacían”
¡Viva la muerte!
“Era Paco Citroen un curioso producto de Celbiteria, que cifraba todo su orgullo en ser más cerril e incomprensivo de lo que en realidad era. Su gran devoción era el casticismo”
Asteroide, un 8.5.
Crónica bélica españolísima
Jueves, 29 de Julio, 2020
"¿No es eso lo que queremos todos? ¿Una utopía que se ajuste a nuestros deseos?"
Karl fue guitarrista en una banda semifamosa de los 90 y ahora, ya cuarentón y propietario un bar decadente, ha descubierto un agujero de gusano en el armario de su habitación que le permite viajar en el tiempo. Su intención es utilizarlo exclusivamente para viajar a conciertos y festivales del pasado, pero un día, algo sale mal y su mejor amigo Wayne es enviado por error al año 980. En busca de una solución para devolverlo al presente entabla relación con una física nerd y más bien punki, de físico peculiar, por la que pronto se verá atraído, y con la que vivirá un amor lleno de altibajos.
Un planteamiento original y prometedor que, como suele pasar con el tema de los viajes en el tiempo, acaba desmadrándose por culpa de un desarrollo caprichoso y complicado, perdiendo el motivo musical que lo hacía diferente para cambiarlo por el típico argumento ingobernable en el que pequeñas alteraciones del pasado provocan imprevisibles efectos futuros (reencuentros con yoes del pasado y del futuro, con ascendentes y descendientes cambiantes, etc.) que dan lugar a una serie de situaciones inverosímiles y cansinas, aliviadas por abundantes destellos de humor descacharrante, como la versión al ukelele de Joy División en un paraíso precolombino, o la reaparición demacrada de Milo, el líder de su antigua banda, con su fijación por las tallas grandes, que pretende organizar una gira de reencuentro para sufragar los gastos de la enfermedad de su hijo. Es un humor ácido, corrosivo, muy sarcástico, desencantado, hiriente:
"A Elliot Smith le gustaba tanto estar triste que escribió la banda sonora de nuestras tristes vidas y entonces la palmó para que pudiéramos estar todavía más tristes"
"Una parte de mí detestaba hacerse el matón. Otra parte esperaba que aquella bravuconería pusiera cachonda a Lena"
"Yo me convertiría en un viejo arruinado y achacoso, como un mueble antiguo, con algún pasatiempo indefinido o tal vez un subsidio gubernamental gracias al que podría comprar ungüento para mis hemorroides"
La estoy juzgando con severidad; lo cierto es que he pasado un buen rato leyéndola, sobre todo la inspirada primera mitad, pero también que si no fuera por su contexto musical indie, totalmente entusiasta y especializado (Galaxie 500, Fugazi, The Cure, Smiths, Nirvana, Durruti Column,...), no me hubiera interesado en absoluto.
Blackie Books, como no. Un 7.
Ciencia ficción indie
Martes, 7 de julio 2020
Grit lit, realismo sucio, gótico sureño… son las especialidades de la editorial fetiche Dirty Works, con sus cuidadas y molonas presentaciones y su escogida caterva de escritores malditos, como Larry Brown, de cuya primera novela “Trabajo sucio” la editorial toma su nombre. Como dice Kiko Amat, “suena delicioso”: es un tipo de literatura cuyo código estético no persigue lo poético, ni lo erudito, ni lo filosófico: acción trepidante, hiperrealismo feísta, humor descerebrado, pasiones nada sutiles y exaltación del proletariado rural de la América profunda son los temas y modos que trabaja devotamente Dirty Works.
En este caso se trata de la autobiografía del autor, y sobre todo del relato de sus aventuras durante sus 16 años como bombero, profesión que alternó esforzadamente con la escritura de cuentos y novelas, hasta que se atrevió a dedicarse en exclusiva a la literatura. “Sobre el fuego” es un conjunto de episodios sobre accidentes espeluznantes, alternados con descripciones emocionadas de la parafernalia bomberil (“Nos ilumina la luz del incendio, las llamas brillantes danzan reflejadas en la resplandeciente pintura roja de los camiones”), y de la vida natural y salvaje que practica en su tiempo de ocio: caza, pesca, barbacoas, amigotes y colegas, familia y animales y mucho prive. Redneck total.
El suyo es un estilo autodidacta, crudo, instintivo, vivo y visceral, nada académico (“nunca llegué a ir a la universidad y me sentía como un extraño cuando me invitaban a una. Lo único que había hecho era encerrarme a escribir en una habitación durante diez años”). Trata de tomar distancia con lo que relata, y a pesar de mostrarse como un tipo duro, su brutalidad es compasiva, bienintencionada, solidaria con las personas y la naturaleza; se manifiesta claramente en su actitud respetuosa y reticente durante la caza y la matanza de ganado y en el cuidado por sus mascotas y de su familia, así como en sus valerosas intervenciones en incendios y accidentes.
“… sus horribles colmillitos ya eran algo digno de verse. capaces de matar y devorar a un perro doméstico sin el menor problema (…) lo salvaje es una categoría en sí misma. Lo salvaje posee una fuerza, una velocidad, una ferocidad que lo domesticado no tiene.”
“Nada afecta a un halcón, ni el miedo, ni la compasión, ni el clima, ni el hombre”
Una obra interesante e intensa que queda, no obstante, algo por debajo de lo que parece prometer su aparato promocional, y desde luego, mucho menos transgresor que Harry Crews, aunque con más compromiso social y reivindicación proletaria.
Dirty Works. 7.7.
https://www.dirtyworkseditorial.com/larry-brown
Realismo sucio
Lunes, 30 de junio, 2020
A pesar de su cruento desenlace, ya descrito en su primera página, la trama de esta novela se desarrolla de modo sutil, como un desviamiento lento pero progresivo e inexorable en una siempre delicada relación entre unos padres, sus hijos y su canguro, que aunque se inicia desde la mayor buena fe va dando paso a la aparición de emociones insidiosas y oscuras (“una amenaza encubierta, diabólica, indecible”) que revelan un fallo mayor, estructural, sistematizado: una fractura social insalvable que da lugar a rencores que se enquistan y a desencuentros peligrosos entre las partes que conducen a un desenlace que acaba cebándose en su elemento más frágil.
Ambientación contemporánea y urbana, lenguaje sencillo, de métrica muy musical, sugerente (“una brisa marina en la que se adivina el sabor a sal y a utopías”), pulcro y candoroso (“es una presencia intima pero nunca familiar”; “Louise construye pacientemente su nido en mitad de la casa”), descripciones muy gráficas, intuitivas, que con cuatro cuatro trazos implacables lo mismo deja verde a un personaje (” unas manos de obrero, de pobre, de fumador. Ha observado que le faltan dientes. No es distinguido. Huele a pepino y alcohol”), que lo recubre de una conmovedora virtud (“Hervé tiene una voz suave y sabe callarse. La observa y sonríe, con la cabeza agachada, mirando la mesa. Cuando no tiene nada que decir, no dice nada.”). A pesar de su progresión bien construida, se hecha de menos algo más de chicha en su parte final.
No la clasificaría como thriller, la considero más bien una perspicaz novela de análisis psicológico y social, contenida, inquietante y tensa,narrada de manera fresca y personal.
Cabaret Voltaire. 7.6.
http://www.cabaretvoltaire.es/canci%C3%B3n-dulce
Suspense psicológico suave.
Sábado, 27 de junio, 2020
Es triste que tan a menudo la solución para los problemas de adicciones tenga que pasar por la conversión religiosa para resultar efectiva, casi sustituyendo un fanatismo por otro. Es el caso de la protagonista y autora de esta novela autobiográfica Mary Karr, poeta, profesora, esposa y madre, y adicta durante mucho tiempo al alcohol, del que consigue salir tras el consabido viacrucis de las reuniones, tutores ex-adictos y oración, mucha oración. Y como suele pasar, el cambio de borracheras por fe, que para ella es apremiante, para el público acaba siendo un coñazo.
Con esto queda dicho lo malo: que comienza trepidante y gamberra, pero desgraciadamente se acaba disolviendo en una aburrida temática de iluminación que a mi no me llega.
A pesar de todo ello es un libro que me ha gustado y divertido mucho. Karr, natural de Texas, nos presenta aquí la que por lo visto es la tercera parte de su autobiografía, género en el que inesperadamente -ella era poeta- ha encontrado el éxito. Porque sus desventuras dan para una autobiografía, y hasta para tres novelas: sus padres alcohólicos (entre muchas más cosas), su juventud hippie, sus esfuerzos, complejos y contradicciones en el ámbito universitario y docente, la maternidad y la pareja, la madurez también, la poesia, y sobre todo, el alcoholismo recalcitrante y vocacional, y finalmente la religión redentora son los temas de un relato denso y tortuoso lleno de momentos brillantes, humor desencantado y sinceridad desarmante (vamos a ponerlo como “autoficción”, aunque representa que cuenta la verdad verdadera). Sin embargo, lo que te gana es su estilo, muy personal y espontáneo, fresco, visceral y deslenguado, realmente vivo y dinámico, atropellado a veces, casi a trompicones, pero dotado de una extraña lírica sensual y rítmica, una gracia y un encanto particulares, en la línea, ya tardaba en decirlo, de Lucia Berlín.
Las descripciones voluptuosas de los deleites alcohólicos hablan por sí solas:
“La seda cálida se deslizó por mi boca, garganta abajo, y una llamita azul de placer rugió en mi columna vertebral.”
“Las borracheras maratonianas no me sentaban nada mal”
“Me planto delante de la barra, las botellas escalonadas igual que un resplandeciente coro a punto de entonar una pieza”
“El sorbo burbujeante me sabe a cereal tostado, a unos campos pulcros ondeando al viento”
“…y cuando el dulce chirrido del corcho libera el aroma a fermentación me digo: ¿Quién no daría un traguito?”,
alternándose con momentos de humor tremendo y sarcasmo vil:
“La cabeza se me cae hacia atrás igual que un dispensador de caramelos Pez”
“Se apuntaría hasta a una pelea de perros…”
“…una gripe galopante me derriba igual que a un roble una motosierra”
“…los gimoteos para que lo saque del carro se aceleran hasta convertirse en los aullidos de un becerro enfermo (…) Izo a Dev mientras él patalea y arquea la espalda como si lo estuvieran secuestrando”
“Es puro marketing. Dios llega a las personas ofreciéndoles el rollo gore que les mola”,
con otros de belleza entre el caos:
“Las ranas marcaban el paso del tiempo en medio de un aire empapado de madreselva”
“…puesto que la vida contrarresta la agonía de la muerte más que ninguna otra cosa, llevo dentro de mí el febril antojo de una mujer que desea alojar en su vientre la luminiscente burbuja de un bebé”
“Dev había heredado el ojo artístico de mi madre, esa inteligencia entusiasta que encontraba parecidos sutiles”
y con abundantes intuiciones atinadas:
“…las palabras daban forma a nuestras realidades y percepciones, confiriéndoles la autoridad que para otras generaciones había ostentado Dios”
“…es un cliché que todas las mujeres firman pensando que su marido cambiará, y todos los maridos firman pensando que su mujer no”
“Pero una mujer cuyo tercer ojo ha empezado a mirar a un bebé invisible es incapaz de olvidarse del tema”
Abordaré cuando pueda pero seguro y con ganas la lectura de “El club de los mentirosos”, del que espero igual intensidad aunque espero que me ahorre sus arrebatos místicos.
Errata Naturae. 8.
https://erratanaturae.com/libro/iluminada/
Autobiografía alcoholizada
Miércoles, 24 de junio, 2020
“Los perdedores le inspiraban piedad, los héroes desconfianza y los cínicos indiferencia. Sabía encontrar grandeza en la mediocridad y humor en la solemnidad, y a ningún personaje le negaba el derecho a la redención”
Novela de lectura amable, ligera, cálida, con muchos elementos entrañables, que se aparta un poco de esa típica visión sórdida de la España atrasada y miserable de los 70 para centrarse en presentarnos la accidentada crónica de una familia singular, inestable y mutante, condicionada a la efervescente personalidad del padre, tipo egocéntrico, caradura y desastre, actor sin suerte e imitador demacrado de Demis Roussos, que los lleva a todos de culo con sus idas y venidas, con sus exaltaciones y sus golferías: “Se había convertido en una bestia arrebatada e iracunda (…) parecía verdaderamente un coloso, un titán…”. Un buen pájaro. La madre es un personaje complejo y contradictorio a veces, desquiciada por el padre, abnegada y sumisa por momentos y resuelta y casi heroica en otros (“Aunque seguía conservando su expresión lánguida de gacela herida, había en su mirada un destello nuevo de intransigencia y recelo”; “Esas broncas eran su último reducto de disidencia”). El narrador, hijo primogénito, estudiante de Derecho, es la nota de cordura y nexo de unión entre sus padres que, tras muchos amagos, acaban separándose y enfrentándose. Es curioso que este personaje sea tan sensato y cabal, quizá algo anodino: salvo por los episodios de su amor trágico con Irene y por algunos apuntes sobre su vocación docente, su vida parece limitarse a la mediación en los desencuentros de sus padres. Su hermano Manolo, entre cleptómano y fanático (“A mí su doble fe, religiosa y patriótica, me parecía ridícula, pero es cierto que le aportó algo así como un sistema de valores y contribuyó a su estabilidad emocional”), y las falsas gemelas Cristina y Paloma acusan cada uno a su modo el desbarajuste emocional de su ambiente familiar.
Utiliza un estilo natural y cercano, cuidado y discreto, con un humor fino, sin estridencias ni ostentación, de una aparente sencillez que lo hace fácil sin renunciar a hacerlo bonito (“¿Se puede estar al mismo tiempo triste y alegre? Todos lo estamos cuando disfrutamos por última vez de algo que amamos”). Todo está muy en su sitio y el resultado es coherente y redondo, impresión que realzan los divertidos prólogo y epílogo sobre Demis Roussos.
Las desventuras de la familia se dan en el periodo del tardofranquismo (“ese régimen de personajillos mediocres y corruptos”) y la transición, y se refiere a él en un tono entre comprensivo e irónico, focalizando más en aspectos sociológicos que políticos: “En esa época hacía falta muy poca cosa para sentirse de izquierdas: saberse algunas canciones de Serrat, comprar de vez en cuando El Pais o el Diario 16, haber leído las historietas de Mafalda, poco más.”; “Mi madre, que había sido madre soltera y luchado por su independencia económica, que había vivido a su manera la revolución sexual, que en algún momento hasta se había considerado hippie, seguía reproduciendo los viejos comportamientos de su madre y su abuela y su bisabuela”. Ese contexto le permite dar entrada a referencias y recuerdos vintage muy del agrado de los que somos más o menos contemporáneos del protagonista; desde la mítica Avenida de la Luz, la Universidad Autónoma o los veranos en la Costa Dorada – la acción pasa primero en Barcelona y más tarde en Madrid- hasta personajes como Torrebruno o Tamariz (que en 2020 sigue en activo), o temas de la actualidad de entonces, como la objeción de conciencia (“…mayor sería el número de objetores y mayor también la dificultad para que la administración nos ofreciera la alternativa de un servicio civil. En muy pocos años el atasco sería gigantesco”) o como la devastadora adicción a la heroína (“ese aspecto entre ansioso y desvalido”; “Después de tanto dolor y tanto sacrificio, la posibilidad de permitirse una excepción se le presentaría de la manera más inofensiva: como una pequeña alegría, un premio ganado a pulso, una tentación a la que sería inhumano resistirse…”).
A pesar de su temática más bien trágica, un humor sutil y con encanto está presente en todo momento, destacando en la descripción de las extravagancias del padre y en las peculiaridades lingüísticas de sus abuelos(“Entre ellos hablaban un catalán peculiar, yo diría que de su invención, plagado de expresiones muy rústicas y rudos castellanismos, y con nosotros empleaban un español titubeante y defectuoso, con abundancia de frases hechas que soltaban un poco al buen tuntún. Decían ¨trigo limpio¨ en lugar de ¨pan comido¨”). También le dedica atención a algunas reflexiones sobre el derecho, tema que cobra importancia en la segunda mitad a raíz del enfrentamiento judicial de sus padres: “Si el ordenamiento jurídico se revelaba insuficiente, cabía defender la existencia de derechos superiores, fundados en la naturaleza humana”; “En la naturaleza no existe la ley, que es privativa de la civilización”.
Seix Barral. 8.
Tragicomedia familiar.
Martes, 16 de junio, 2020
De un tiempo a esta parte no dejo de oir hablar de Siri Hustvedt y tras la lectura de este “Todo lo que amé” puedo decir que ha entrado directamente en mi lista de favoritos personales. Hay lecturas que te absorben, con las que conectas instintivamente, que no te suponen un esfuerzo (y no por su complejidad o sencillez), sino que, por el contrario estás deseando que te dejen en paz y ponerte a leer y para mí, esta es una de ellas. Hustvedt consigue sumergirte en su mundo e implicarte en su enmarañada red de personajes problemáticos y sus pasiones enrevesadas. Y lo hace con un estilo impecable.
Es una novela densa y emotiva que trata de sentimientos, de amor en muchas de sus formas: amor de pareja, de familia, filial, amor no correspondido o inconfesable, también de amistad profunda y de amor al arte, y desde luego, no siempre desde un enfoque optimista.
Durante el primer gran capítulo nos describirá la estrecha relación de amistad que se establece entre las familias del protagonista, Leo, historiador de arte, y de Bill, artista gráfico a quien Leo admira, y que se prolongará durante varias décadas implicando y salpicando a todos sus miembros. En la segunda parte la trama empieza a adquirir tintes dramáticos con la dura descripción de un proceso de duelo (“ensordecedora ausencia”) que se va entrelazando en un convincente crossfade con la sombra de una inquietante e inesperada nueva amenaza, anuncio de próximas desgracias, y que desemboca en una tercera parte con elementos y progresión de thriller turbio.
El estilo es elegante y culto, elocuente y exhaustivo, complejo pero no complicado, abundante en detalles, datos y referencias (me viene a la cabeza Franzen), y me gusta mucho la manera que tiene de introducir y entretejer las historias, con un uso moderado del desplazamiento temporal: la historia empieza con un Leo más que cuarentón, pero nos la cuenta ya años después y esa perspectiva le permite insinuar detalles que dosifican la intriga.
Más que por sus giros argumentales, que los tiene, esta novela brilla especialmente en el delicado estudio psicológico de los personajes y sus interrelaciones, con especial insistencia en la indagación de desarreglos mentales: el narrador, Leo, sensible y leal, progresivamente abrumado por las pérdidas de todo lo que amó; Bill, el artista carismático, auténtico y autoexigente (“Nunca reprochaba a los demás ni una indecisión vacilante, ni una debilidad ética ni un juicio embrollado, pero se negaba a permitírselos a sí mismo”; “…su código ético, esa exasperante certeza de quien se niega a aceptar compromisos”); Violet, musa y pareja incondicional de Bill, inmersa a su vez en sus propios proyectos científicos (“trabajaba arduamente en su tesis sobre mujeres del pasado cuyas dolencias conllevaban violentos ataques espasmódicos, miembros paralizados, estigmas, comezón obsesiva, posturas lascivas y alucinaciones”), Lucille, hermética y fría ex-mujer de Bill y madre de su único hijo (“Todo lo que decía Lucille se caracterizaba por la misma rigidez y brusquedad. No parecía interesada en hacer la más mínima concesión a la conversación cortés o al hablar por hablar”); Erica, pareja de Leo y también intelectual (estudiosa de Henry James); Laszlo, amigo y protegido de todo el grupo y artista excéntrico y original; Mark, el desconcertante hijo raver de Bill y Lucille (“Tan sólo admitía sus culpas cuando se veía enfrentado a pruebas irrefutables”); Giles, amigo de éste, pintor provocativo y mediático de temas escabrosos e intenciones aviesas (“Yo no soy mi obra, y usted, como historiador de arte que es, debería ser capaz de establecer esa distinción”).
Resulta también muy interesante la descripción desencantada y crítica del mundo del negocio artístico, galeristas, periodistas y artistas, y también de los procesos creativos (“Al pintor la había bastado un temblor milimétrico del pincel para crear luz”; “Eran bombas semánticas minuciosamente orquestadas mediante las cuales Bill había desnudado las arbitrarias raíces del significado mismo”).
Edición de Circe. Un gran 9.
Drama psicológico
Jueves, 11 de Junio, 2020
“Los momentos cruciales son un invento de los narradores y los dramaturgos, un mecanismo necesario cuando se reduce, se traduce, una vida a un argumento”
Me sería muy difícil defender este libro a partir de su sinópsis: un hombre huérfano desde los ocho años que siempre ha buscado la compañía de los padres de sus amigos, decide escribir las memorias de los padres de su mujer, antiguos militantes comunistas que abandonaron sus ideales en direcciones opuestas: él, Bertrand, desengañado desde un posicionamiento científico y crítico (“frío, teórico, arrogante”; “no era tanto la injusticia lo que me molestaba como el desorden”), y ella, June, con un radical vuelco hacia la religión católica (“Tiene sus propias ideas y son fuertes y extrañas”; “Veía su vida como un proyecto, como una empresa, algo que había que controlar y dirigir hacia la comprensión, la sabiduría”; “un silencio intemporal la tentaba, la atraía”), y que desde entonces viven enfadados y separados, aunque siguen queriéndose. El detonante de la conversión de June y origen de su desencuentro parece hallarse en un oscuro episodio del pasado relacionado con la aparición de unos perros siniestros. Poco estimulante a priori, pero rico en contenido y profundidad.
Cada día me gusta más McEwan (claro está que no lo leo cronológicamente): por sus giros inesperados y perturbadores, por su tenaz indagación psicosociológica y su puesta en duda de todo, por su intelectualidad asequible y punzante, por sus temas controvertidos y espinosos, por su punto perverso. En este caso me llama la atención además la verosimilitud que desprende, en el sentido de que ¿por qué razón iba alguien a inventarse algo así? El motivo central de la novela es la confrontación ideológica entre los dos progenitores, que ejemplifican el antagonismo (o no) entre ciencia y religión (“No corresponde a la ciencia probar o refutar la existencia de Dios y no corresponde al espíritu medir el mundo”). El protagonista actúa como mediador, propiciando las confesiones de uno y otro (“En realidad, la objeción de June respecto a Bernard era su racionalismo”; “nuestro deseo permea nuestras percepciones”). Estos momentos de contraposición entre las diferentes maneras de ver el mundo y las reflexiones que surgen al respecto, presentadas a menudo en brillantes diálogos, es lo que más me ha gustado de la novela: “La humanidad era un suceso reciente.¡El universo era indiferente al destino del proletariado!”; “Nuestra desgracia era nuestra incapacidad para aceptar las cosas buenas y sencillas y alegrarnos de tenerlas. La política, la política idealista trata siempre del futuro”; “El alma, una vida después de esta, un universo lleno de significado: era el propio consuelo que proporcionaban estas alegres creencias lo que me dolía; la convicción y el propio interés estaban demasiado entrelazados”.
La insinuación de horror que propone la aparición de los perros que dan título a la obra es el gancho morboso que asegura el suspense, y esconde una sorpresa truculenta. Marca también el punto de inflexión en la trayectoria de June, que interpreta el suceso desde la trascendencia (“un ejemplo perfecto de distorsión de los hechos para que se ajustasen a la idea”).
Utilizando varias secuencias temporales consigue dotar a la trama de contexto histórico, especialmente significativo en la descripción de las manifestaciones que siguieron a la caída del Muro de Berlín y que ilustra la desintegración de los ideales de Bernard: “Era un relato cuya exactitud histórica tenía menos importancia que la función que había cumplido”.
Un comentario personal y friki que vuelve a rondarme por la cabeza es que a menudo encuentro en las situaciones recreadas por McEwan el reverso lúdico y/o práctico de las ideas y teorías de los exitosos libros de Noah Harari, en los que me encuentro también enfrascado, en este caso sobre el tema ciencia y religión, pero también me pasó con la Inteligencia Artificial y“Màquines com nosaltres”, y en sus reflexiones sobre política, historia, etc.
Anagrama.7.7.
Novela psicológica y política
Jueves, 4 de junio, 2020
“porque los grandes amores solo se perfeccionan a través del futuro, allí donde da la vuelta el tiempo”
Muy bonito. No me esperaba menos. Prosa poética anegada en llanto y emoción a piel de flor. Le encuentro los mismos excesos que a “Ordesa”, su anterior novela: se trata igualmente de una declamación otoñal, cotidiana e intimista, aunque exaltada y vehemente, cuyo artificio dominante y sobreabundante es el aforismo desaforado con distintos grados de acierto, inspirados e inspiradores muchas veces, discutibles o por la cara en muchas otras.
Por otro lado, y con el debido respeto, lo suyo con sus padres llega a la obsesión, si bien es cierto que he encontrado en este una mayor expansión temática (y geográfica) que en su celebrado libro anterior. La comparación con él es inevitable, e indisociable del propio argumento, ya que consiste en una especie de diario de vivencias y reflexiones de hotel en su nueva vida itinerante y bastante amargada de escritor de cierta notoriedad mediática y artística debido precisamente al éxito de esa anterior novela. Esas vivencias y anécdotas que estructuran la novela, variadas, frescas y amenas sobre viajes, lugares, encuentros, también sobre literatura y otros personajes random (de Felipe González a Johnny Cash), acaban desembocando invariablemente en melancólicas reflexiones existenciales. No lo llamaría autoficción, porque en principio no es ficticio. Un poco ficcionado seguramente si.
Como digo, el recuerdo añorado y culpable de sus padres es uno de los temas centrales (“un huérfano de cincuenta años”), pero en parecida proporción trata también del amor abnegado hacia sus hijos, lejanos y huidizos, espíritus ásperos que corresponden a regañadientes al torpe y errático amor de su padre. Otros temas tratados con insistencia, siempre desde un prisma pesimista, son la vejez y la muerte, la soledad, la disgregación de la familia, la fragilidad de las relaciones y en especial el desorden mental que parece acecharle y al que según su particular nomenclatura decide llamar Arnold Schonberg (en referencia a esta peculiaridad, me decepciona un poco que a media novela renombre a los personajes, que pasan innecesariamente de músicos clásicos a actores de Hollywood pasados de moda).
Su juego está en invocar todos esos temas tristes y nostálgicos para alcanzar a vislumbrar un atisbo de alegría, a la que a veces llama belleza, y que cuando lo pienso, ya es un poco eso lo que pretenden hacer la literatura y el arte.
A ver, es un poco pesado y quejumbroso. La naturalidad y la contención, que en general agradezco, no forman parte de su estilo, que está tan cargado de intensidad emocional que no da tregua, emborracha, de todo hace un drama: te suelta un comentario o anécdota ligera sobre, no sé, Michael Jackson, y te acaba asustando con una máxima inventada y terrible, de alcance global, del tipo “la misericordia conduce a la locura”…Coño! Sin embargo, ese desbordamiento lírico y sentimental también consigue en muchas ocasiones, casi en la misma medida, momentos de gran trascendencia y profundidad espiritual, de humor crítico e ironía dolorosa(“Esa semejanza entre el tiempo que dura una hipoteca y el tiempo que dura la destrucción de tu cuerpo es casi poesía, una forma de armonía del capitalismo. Es un gran hallazgo de los bancos”), de reflexiones agridulces y certeras sobre le amor y el recuerdo (“El amor profundo entre un padre y un hijo (…) es un amor que no se resuelve en el presente”), de extrañamiento y alienación ante el mundo moderno y de honda añoranza por un pasado sin duda idealizado, de catarsis desbocada,…de asombrada alegría y de sombría belleza.
Ha sido el primer libro que consigo leer entero en formato electrónico, lo que dice bastante en su favor. Quiero remarcar que esta lleno de momentos brillantes.
Edita Planeta, que lo premia como semifinalista. En fin. Un 8.
Elegía
Domingo, 31 de mayo, 2020
Literatura de calidad, recomendación de mi amigo Dani, que trata la kafkiana peripecia de un pobre hombre que pierde un tren que nunca volverá a pasar, ni ese ni seguramente ninguno más. Abrumado por lo extraño y absurdo de la situación, ratificada tras las frustrantes gestiones iniciales, el viajero se verá gradualmente condenado a permanecer en una ciudad decadente y surreal, un lugar que remite a una España vacía espectral, e ir cayendo en una espiral de incomprensión, desgracias y desposesión con mal pronóstico. Este viajero devenido en Interventor, tipo anodino y taciturno (“…era hombre silencioso, que prefería no mantener conversaciones con nadie”) entra en contacto penosamente con diversos personajes secundarios, a cual más estrafalario y atemporal, en su búsqueda desesperada por escapar de esa ciudad de pesadilla donde casi siempre es recibido con indiferencia y crueldad, y que más que un lugar parece un estado mental, una especie de purgatorio.
Llama la atención el mimo con el que está escrita, con un lenguaje culto, rebuscado, arcaico, refinado, muy literario, retórico y lírico, aunque no por ello inaccesible. Y también lo triste y oscuro que es. Es de aquellos libros que vale la pena degustar lentamente, releyendo cada capítulo y subrayando como un loco cosas como estas:
-Descripciones y reflexiones que, sin acabarse de entender, resultan poéticas y sugestivas:
“En ocasiones parece que el tiempo se detiene en la noche y que el viento pone solos de silencio en los límites de la oscuridad, acumulando en cada instante los distintos componentes aislados de un discurso eterno.”
“La tarde fue lenta, cadenciosa, de una vastedad compacta. El tiempo caía con una pereza que dejaba indemnes las horas, expandiendo todos los matices, todas las variaciones minúsculas de la naturaleza”
“…como las carcajadas góticas del mal ontológico”
-Referencias religiosas, ecos bíblicos llenos de ironía:
“…como quien regresa de un dolor profundo, o de los abismos de un infierno teológico”
“la esponja de vinagre de la hora postrera”
“ostentación hiperbólica de simpatía evangélica”
-Adjetivación cuidada, atrevida, original, imaginativa:
“prótasis trunca”; “arrimo funesto”; “acrobacias estériles”; “vergüenza torera”; “turbias imposturas”; “espíritu áspero”; “ademán clueco”; “breve sueño boreal del parque”; “condolencia cósmica y cuaresmal”; “inquebrantable obsesión monográfica”
-Intuiciones bien formuladas:
“La naturaleza humana está llena de compensaciones que siempre podrán describirse, pero nunca comprenderse”
“…porque la miseria es a menudo escenario de la atrocidad”
“Sólo se mide el tiempo para quien establece compartimentos sucesivos de la acción”
-Imágenes, comparaciones y metáforas potentes y gráficas:
“un mastodonte de hierro que pone en juego al mismo tiempo todos los engranajes y resortes de su compleja musculatura”
“el impulso ebrio de algunas madrugadas altivas”
“ya sólo hay miseria y crujir de dientes”
Me ha recordado al gran “Los Aquerosos”, de Santiago Lorenzo por su tratamiento del aislamiento rural (“la vida austera y retirada”) y por su lenguaje barroco y enrevesado:“…con alguna adyacencia blasfema excrementicia y con diversas salazones sexuales”. Sin embargo es bastante anterior, es del 2006.
Me ha gustado, una buena novela de descenso a los infiernos, muy trabajada y musical en su estilo, y con una obstinada ambientación lóbrega y deprimente no exenta de cierto colorido postfolklórico y humor amargo.
Tusquets. Un 8.5.
Tragicomedia/costumbrismo mágico
Miércoles, 27 de mayo, 2020
Inspirado por la fuerza sugestiva de la imagen congelada del Congreso durante el golpe de estado del 23-F, en la que destacan las figuras de Suárez, Carrillo y Gutierrez Mellado desoyendo las órdenes de los asaltantes y siendo los únicos en permanecer más o menos erguidos en sus escaños a pesar del tiroteo, Cercas nos propone un análisis profundo de lo que significó ese momento y de sus personajes principales, combinando datos y testimonios oficiales y contrastados con (y esta es la aportación más literaria) una exploración de las posibles motivaciones de sus protagonistas y de las derivaciones que podría haber tomado la situación: “El propósito de mi novela no era vindicar la figura de Suárez, ni denigrarla, ni siquiera evaluarla, sino sólo explorar el significado de un gesto”; “Los hechos del 23 de febrero poseían por sí mismos toda la fuerza dramática y el potencial dramático que exigimos de la literatura”.
Según su estudio, el golpe venía precedido de una coyuntura de gran inestabilidad política, que en gran parte lo favorecía y lo presagiaba (“la placenta del golpe”): la pérdida de confianza en Suárez (“un héroe de la retirada”) y en la incipiente y fragilísima democracia española, el apogeo del terrorismo de ETA, la presión de los militares y de la estructura de poder franquista por mantener sus privilegios, la polémica creación del Estado de las Autonomías, la legalización tramposa del partido comunista y una profunda crisis económica, formaban el sustrato propicio para que los partidarios del antiguo régimen se decidieran a intentar recuperar el poder por la fuerza. Otro tema inquietante que pone bajo sospecha es la posible red de simpatizantes, partidarios y colaboradores del golpe, y las dudas y conjeturas que quedan aún sin descifrar: desde el Cesid hasta la monarquía, pasando por los compañeros y rivales políticos y militares de Suárez, todos pudieron tener un interés u otro en el “golpe de timón o de bisturí” que pudo representar el 23F, en especial la monarquía, que fue la institución que sacó un mayor rédito con el conflicto, pero hacia la que Cercas se aproxima con un exceso de cautela, me parece a mi, suponiendo en la figura de Juan Carlos una honradez y una rectitud que hoy resulta pueril e indefendible (el libro es del 2009).
Una de las características de este autor es someter a valoración a personajes controvertidos, impopulares o denostados, y ofrecer un análisis psicológico exhaustivo y perspicaz, que trata de ser justo aunque no necesariamente objetivo, y que nos permite abordar sus complejidades y contrastes con amplitud de miras. Así, la cosa no se queda en la anécdota algo bufonesca de Tejero, el “idealista”, con su tricornio y sus autobuses, sino que profundiza en las figuras e historiales de las autoridades militares del momento (Armada, Cortina, Milans…qué tíos!) y en los protagonistas políticos (Suárez, Gutierrez Mellado, Carrillo, Sabino Fernández Campo, Fraga…) esforzándose en presentar tanto sus miserias como sus grandezas y ofreciendo una visión crítica, despiadada a veces, pero también comprensiva, fundamentada y serena. En este sentido es la figura de Suárez la que está más prolijamente desgranada, más rica en matices y sutilezas, creando un personaje que llega a lo entrañable: “Poseía una inteligencia política, un encanto personal, un don de gentes y un descaro de jefe de pandilla de barrio con los que practicó con destreza indiscriminada el arte de la seducción”; “Como no sabía usar las reglas de la democracia y sólo sabía ejercer el poder como se ejerce en una dictadura, ignoraba al Parlamento, ignoraba a sus ministros, ignoraba a su partido”. De Gutierrez Mellado dice que fue un “hombre decente, congénitamente incapacitado para la astucia y el engaño”. Pone mucho énfasis en la complicidad entre Suárez y Carrillo, quienes compartían “su noción personalista del poder, su talento para el cambalache político, sus hábitos inveterados de burócratas de aparatos totalitarios y su incompatibilidad con los usos de la democracia que habían levantado. Socavando hasta su demolición los sistemas en que crecieron y que manejaban como pocos -uno el comunismo y otro el franquismo- ambos habían acabado peleando por sobrevivir entre los cascotes de su antiguo dominio”.
Plantea multitud de interrogantes y cuestiones interesantes y vigentes con seriedad y con generosidad, sin arriesgarse a contradecir las visiones oficiales, pero dejando entrever posibilidades de extravíos y bifurcaciones que podían haber llevado nuestra historia reciente por derroteros quizás aún más temibles.
Escrito con su maestría habitual, con un estilo para mí irreprochable (lo digo aún asombrado por algunas críticas hacia él en este sentido, que no entiendo), claro, elocuente, desenvuelto y natural pero trabajado, rico y expresivo…hace fácil y amable seguir sus argumentos y disfrutar de sus historias, bien estructuradas y hábilmente dosificadas. Por su exigencia de ser riguroso, en este caso la autoficción la administra con cuentagotas.
Seguramente no me hubiera adentrado en esta lectura y en este tema si no fuera un libro de Cercas. Me alegro de haberlo hecho.
“La transición (…) consistió en un pacto mediante el cual los vencidos en la guerra civil renunciaron a ajustar cuentas (…) mientras que, en contrapartida, los vencedores aceptaban la creación de un sistema político que acogiese a unos y a otros y que fuese en lo esencial idéntico al sistema derrotado en la guerra”
Mondadori. 7.8
Crónica política novelada
Lunes, 18 de mayo, 2020
Si hace poco leía sobre los años 60 y 70 en EEUU (Auster: consumismo, lucha racial y de clases, oposición a la guerra del Vietnam) y posteriormente, en España (Millás: oscurantismo y miseria), ahora le ha tocado el turno a la misma época en Francia, que aún estando tan cerca, no tiene nada que ver con la nuestra, y que presenta sus propios colores y sombras. En realidad, el contexto histórico no es lo esencial en esta brillante novela, pero nos permite ubicar a una familia que difícilmente se hubiera dado en aquella España: una familia (la de los abuelos de la autora) atípica y original, pintoresca, que se mueve entre lo místico y lo pijo, entre el naturismo y la religión, peculiaridades que la llevaban a ser desde popular, encantadora y admirada (“Los precursores de la burguesía moderna”; “una familia feliz, unida, en la que la prioridad es la autonomía de los hijos y la expansión de su personalidad”) hasta cuestionable o detestable, llena de recovecos oscuros (“Georges fue un padre nocivo, destructor y humillante”): una familia definida por el fuerte carácter de los padres, la cantidad y variedad de hermanos (nueve) y la propensión a sufrir desgracias extremas, que empiezan a llegar pronto y ya no acaban.
La novela es una especie de biografía subjetiva y doliente de uno de los nueve hermanos, Lucile, redactada tras su muerte por su hija Delphine, como manera de hacer las paces con su recuerdo y con su pasado. Lucile, que fue una niña reconcentrada y ausente, bella y distante, a la que su deriva psicótica llevó en su desarrollo a tremendos desórdenes emocionales, causará a su vez un impacto devastador en su familia, en sus hijas en particular, que se ven envueltas desde muy pequeñas en situaciones inmanejables y muy dolorosas. En la primera parte, el análisis de la infancia de Lucile plantea posibles causas turbias de su patología que se hallarían en el seno de su irregular familia. En la segunda, nos mete de lleno en el declive de Lucile, con un despliegue abrumador de situaciones incómodas, violentas y dramáticas que acaban con su ingreso reincidente en una institución mental. En la última parte nos sorprende con su asombrosa recuperación y reinvención como asistenta social, sin permitir que el optimismo dure demasiado. Durante toda la historia se hace presente la voz de la escritora, que relata el tortuoso proceso de confección de la novela, expone sus dudas sobre la “verdad”, trata de justificarse, expone sus razones a la vez que muestra su recelo por el daño que puede causar, ya que es a la vez, catarsis, homenaje y lectura de cartilla.
El punto del libro es el modo en que relata esa historia desgarradora y terrible y esa inmersión en el infierno de la psicosis (“decía en voz alta todo lo que se le pasaba por la cabeza, en un flujo contínuo”; “Ese resurgir como un géiser de una protesta interior tímida u oculta durante mucho tiempo, la expresión repentina y brutal de un rechazo a dejarse manipular o destruir”): con un estilo bello y evocador, de un especial encanto y delicadeza, de una aparente sencillez pero con profundidad lírica (“El círculo se cerró a nuestro alrededor, los colchones verdes se destiñeron, la pintura del parqué comenzó a escamarse”), con un lenguaje cuidado que contrapone lo crudo e impactante a una visión compasiva con rasgos de conmovedora candidez (“exactamente como si se provocase en un animal un comportamiento condicionado mediante no sé qué reflejo de Pavlov”), con un tono intimista, emotivo y auténtico, que desvela además, algunos de los mecanismos de la propia escritura, y muestra las disyuntivas y tormentos que asaltan a la autora en el ejercicio de su sinceridad (“Después me pareció que ese artificio, aunque señalaría la elipse de forma ostentosa, no la haría sin embargo más aceptable, y todavía menos comprensible”; “Mientras tanto sopeso cada palabra, no dejo de volver atrás, corrijo, preciso, matizo”)
Me ha recordado, aunque es posterior, a “Una educación”, que también me gustó mucho: una lectura dura pero amena y con acción abundante, calidad, intensidad, implicación y compromiso.
Anagrama. 8.8.
Drama psicótico
Lunes 4 de Mayo, 2020
“Resulta imposible entender lo que soy a partir de lo que fui”
No consigo encontrar un antónimo para la palabra “nostalgia”, pero hubiese sido el adjetivo idóneo para esta novela, en clave de autoficción, en la que el autor desnuda su torturada infancia, presentándose como un niño muy aislado e inadaptado sin mucha interacción con sus padres ni con sus numerosos hermanos (“un confuso conjunto de sombras”) y que busca escapar de una realidad sórdida y deprimente por medio de ensoñaciones y fantasías. A partir de ahí, Millás despliega una vez más su característico universo alternativo semifantástico y su muestrario de espejos y armarios que comunican con realidades paralelas, juegos de suplantaciones varias, taxistas al límite, canutos omnidireccionales, visiones hiperrealistas y oníricas e historias sobre historias, que es ya, para bien y para mal, marca de la casa. Alternando las memorias de su pasado con situaciones del presente, establece una correspondencia entre las conocidas fobias y excentricidades del autor, ya consolidado profesionalmente en la actualidad, y las penosas circunstancias de su infancia en la España deprimida y ultracatólica del franquismo.
Dividida en cinco capítulos largos, en el primero de ellos nos describe el declive social y la consiguiente mudanza de su familia de su Valencia de origen a un Madrid frío y desangelado, así como su frágil relación con un padre algo absorto y lejano y una madre con trastornos de carácter (“Si la pasión de mi padre eran las herramientas, la de mi madre eran las medicinas”). En el segundo nos habla de la amistad que une al protagonista con un niño vecino enfermo, el Vitaminas, cómplice de sus fantasías evasivas, y hermano de Maria José. Ella será coprotagonista del tercer capítulo y objeto del amor frustrado a lo largo de los años de J.J. El cuarto capítulo adquiere un cariz lóbrego y terrorífico al relatarnos su paso por la Academia del siniestro padre Braulio y su ingreso desesperado en el seminario. Finaliza con un breve epílogo en que el autor regresa a Valencia para cumplir la simbólica y postergada misión de esparcir las cenizas de sus padres en la playa.
Ofrece en todo momento una visión de si mismo poco favorecedora, exponiendo sus vergüenzas y debilidades con franqueza y con insistencia, con humor adusto y sarcasmo desabrido. Se muestra como un tipo insociable y que no encaja en ningún sitio. No lo deja todo para él: también lanza acusaciones nada halagüeñas hacia los personajes de su entorno, pilla todo el mundo. Pretende exorcizar los fantasmas de su pasado a través de la escritura de esta novela, no buscando reconciliarse con él -demasiado tarde-, sino liberarse de su peso (“fingiendo escribir, cuando en realidad están clavando los calvos de un ataúd en el que pretendo encerrar definitivamente aquellos años”).
Como en otras ocasiones su estilo es ágil y saltarín, dinámico y elocuente, sin complicaciones léxicas ni sintácticas pero competente y experimentado, con preocupación formal pero sin demasiado riesgo, solvente y curtido pero no demasiado exigente con el lector, y el argumento está salpicado de anécdotas y observaciones entre lo sagaz y lo alucinado (“sobre la importancia de lo irreal en la construcción de lo real”), que contribuyen a una lectura interesante y amena, si uno está dispuesto a entrar en su onda de extrañamiento surrealista. A lo largo de la novela, va mencionando sus obras anteriores, poniéndolas en contexto con las situaciones que relata, lo que, siendo satisfactorio para sus lectores más recalcitrantes, no se entiende de cara a presentar una novela anónima a un concurso literario. Sobre todo si lo gana.
“Quizá un novelista equivocado, un tipo que acertaba en las cuestiones periféricas, pero al que se le escapaba la médula”
Planeta. 7.5
Autoficción extrañada
Domingo, 26 de abril, 2020
“Es hora, hijo, de tomar esposa.
-Eso digo yo, padre. ¿La esposa de quien?”
Ya el título delata una intención provocativa que se ve reforzada tras las primeras páginas, en las que se nos presenta al insolente protagonista de esta novela-manifiesto defendiendo la idea de que la mejor opción para un joven es tener relaciones con mujeres experimentadas, en vez de con chicas de su edad, y desarrolla su idea, con mucho cinismo y cierta mala intención, a partir de su propia experiencia, que nos detallará alternando el deleite salaz con la amargura existencial. Porque hay mucho más aparte de sus procaces aventuras, de sus anhelos sensuales y de sus tribulaciones (“ilusiones y zozobras”) de las que no suele salir bien parado, y que le llevan a la descripción normalmente poco halagadora de diferentes perfiles femeninos, de una cierta complejidad, pero con demasiados rasgos comunes para no resultar algo despectivo (con un posicionamiento discutible y seguramente censurable, debo añadir): hay también un argumento bien armado que nos cuenta la infancia picaresca del niño Andreas Vajda -repetidamente vapuleado por los conflictos bélicos e imperialistas en la Hungría de mediados del siglo pasado, con las sucesivas ocupaciones de Austria primero, Alemania y Rusia después-, nos sumerge en su turbulenta vida estudiantil, y nos relata el éxodo que lo lleva por diferentes lugares de Europa y más tarde a Canada y a Estados Unidos, donde acabará ejerciendo de profesor de filosofía. En todas las plazas tiene relaciones con diferentes mujeres a las que persigue con tesón y afán envidiables, y cada relación es como una etapa en su aprendizaje y en su discurso. A pesar de la sensualidad explícita que estructura toda la novela, hay un fondo de preocupaciones intelectuales, sociales y filosóficas (“Para mi era un alivio contemplar la angustia en abstracto, y obtuve mi título tras aplicado estudio y prestando especial atención a Kirkegaard”) que trascienden la anécdota lúbrica, y que junto con un estilo elocuente, inspirado, mesurado, elegante (“ultrajante condescendencia”), un sarcasmo que llega a la impertinencia, una rica efervescencia de referencias artísticas e históricas, y una ácida crítica social, contra los prejuicios, los remilgos y las tonterías (“Nosotros rechazamos su moral religiosa porque situaba al hombre en pugna con sus instintos, lo agobiaba con el peso del remordimiento por unos pecados que, en realidad, eran efecto de leyes naturales”), hacen de ella un artefacto literario en toda regla.
Es una propuesta curiosa y desinhibida en la que el protagonista, tras su aparente voluntad de escandalizar y transgredir desvela una indefensión hacia el embrujo del amor, como que, conociendo sus trampas, no tan sólo no puede evitar caer en ellas, sino que se entrega gozosamente, en una especie de búsqueda del conocimiento y la realización. Intenta como establecer tipologías de las mujeres que conoce, y parece que todas acaban desbordando sus expectativas (“una mujer cruelmente irracional”).
Un divertimento con mucho oficio que no hay que tomarse demasiado al pie de la letra.
Planeta. 7.7.
Erótico-sociológico.
Miércoles, 22 de abril, 2020
“…con menos interés en formular juicios sobre los films que en captar la experiencia de verlos.”
Han sido precisas unas circunstancias tan excepcionales como las actuales para decidirme a abordar este mamotreto con la calma que requiere, con paciencia y sin ansias de empezar con otra cosa, con las bibliotecas cerradas y sin novedades esperándome. Me ha llevado como un mes terminarlo, y he dudado en varias ocasiones sobre si continuar; tratándose de otro autor, lo habría abandonado, pero Auster merecía mi esfuerzo, queria saber qué se proponía. Y ya lo se, de hecho él mismo los explica en los compases finales: se trataba de escribir cuatro variaciones sobre las posibles vidas (infancia y juventud) de un mismo personaje, afectado por entornos ligeramente diferentes, cuatro novelas en una, con un mismo protagonista al que el azar conduce por caminos distintos (¿o no tanto?), y contextualizar las historias en el marco de las añoradas décadas de los 50´s y los 60´s en los Estados Unidos.
La principal objeción que pongo a este proyecto es que esas cuatro variaciones no resultan lo suficientemente contrastadas, destacando más por lo que se parecen que por lo que se diferencian. Lo esperable, que era una divergencia total y hasta estridente de las cuatro vidas espoleadas por los golpes del azar, no se produce, más bien lo contrario: creo que en este caso Auster supedita intencionadamente el papel de su sacrosanto azar al de la voluntad y el destino, y por variadas que sean sus circunstancias, y a pesar de los reveses de la vida, los cuatro Archies coinciden en lo esencial, tienen una personalidad y una evolución común. Archie siempre resulta ser un tipo sensible y reflexivo, idealista, con vocación artística irrefrenable y moderada conciencia social (si, hay alguno más comprometido, otro más disoluto, uno más bien poeta y otro periodista, uno más pobre y otro más rico, uno más gay y otro estéril…pero no veo que esas diferencias condicionen sus comportamientos en lo esencial). Tal vez la permanencia de esas constantes sea lo que se propone mostrarnos el autor, o quizá yo no haya sido lo suficientemente perspicaz como para aislar sus peculiaridades y celebrar sus matices. Y eso que ya desde los primeros capítulos vi clara la necesidad de proveerme de papel y lapicero para ir resumiéndolos y diferenciándolos, y poder seguir su agotadora estructura. Para acabar de defenestrarlo, me temo que además las diferentes vidas alternativas no tienen un gancho demasiado atractivo, o no para mi, no pasa nada especialmente mágico ni sorprendente, ni propone incómodos debates morales ni reflexiones profundas, ni presenta esos personajes de su fauna típica asomados al borde del abismo: es más bien la crónica detallada (cuatro crónicas detalladas) de los dramas cotidianos -algunos de ellos llamativos, o entretenidos, o morbosos- y de los quebrantos y devaneos mentales de su protagonista y de los numerosos secundarios, que también suelen aparecer con similares papeles en las cuatro versiones. Sentía que todo ello me iba dejando una impresión de cierta…intrascendencia. De estar perdiendo un poco el tiempo.
En un momento dado, he decidido entenderlo y disfrutarlo bajo otro prisma: como la esforzada educación del protagonista (y también de los lectores) en el arte y oficio literario, a base de insistir en una relación entusiasta de obras y autores universales (Dostoievski, Cage, Kafka, Lorca, etc. etc.), de la descripción apasionada de los procesos creativos y sus miserias indisociables (“en general odiaba todo lo que escribía”), y de jugosos consejos de escritura: “la tarea de escribir consistía tanto en quitar palabras como en añadirlas”; “medir el peso de cada palabra y cada sílaba que intervenían en la construcción de un párrafo”; “la importancia de emplear una palabra en vez de tres o cuatro, cómo evitar las digresiones inútiles para impulsar la historia hacia delante”. Y bajo este enfoque he ido leyendo gustosamente hasta el final, como si el tema central fuese la pasión irrenunciable por la literatura, que se impone abriéndose paso a través de las enmarañadas penurias de la existencia.
No pensaba ser tan crítico, y para recordármelo he comenzado con esa cita del libro (p. 491). Mantengo que Auster es un maestro en contar historias y en manejar el lenguaje para hacerlo: prosa fluida y fresca, asequible, equilibrada, concisa en la adjetivación, y en el uso de imágenes y metáforas (“un bromista subversivo”; “un padre fallido”; “tripas indecisas”; “los cataclismos somáticos de la juventud”; “fugas de taciturna introspección”; “malsanas cavilaciones”; “temeraria lógica de duermevela”), dinámica en la caracterización de personajes (“un hombre que no debía nada a nadie, riéndose mientras escupía al mundo a la cara”), perfectamente hilvanada y de una locuacidad contagiosa (“historias perfectamente engranadas, pulsando los resortes precisos para seducir y cautivar”). Sin embargo, en esta obra, más ambiciosa por su envergadura que por su intención, se pone un poco pesado, en la linea de Richard Ford, con la épica deportiva, con los pormenores del baseball, y con la prolijidad en detalles cotidianos y prescindibles, que sin duda lastran el conjunto. Resulta en cambio más interesante cuando enmarca las vidas de los protagonistas en su entorno histórico de conflictos raciales, revueltas de estudiantes, la oposición a la guerra del Vietnam, (“La lección irrefutable que aprendió aquella mañana era que a veces la muchedumbre podía expresar una verdad oculta que ningún individuo aislado se hubiera atrevido a manifestar”; “la adolescencia se alimenta de dramatismo”).
Está clara la división entre el marketing del libro (que lo ensalza desproporcionadamente) y sus críticas (no tan entusiastas). Y también está claro que te ha de gustar mucho Paul Auster.
Seix-Barral. Un 7.6.
Novela psicológica y social por cuatro.
Lunes, 20 de abril, 2020
“La inseguridad retuerce los significados y envenena la verdad”
Como acostumbro a hacer cuando acabo una lectura, he echado un vistazo a las críticas de esta obra, y me ha sorprendido bastante (como ya me sorprendió en el epílogo de Vargas Llosa incluido en la edición) la controversia que suscita la figura de este escritor, que a mi me había parecido terriblemente cínico y hasta desalmado, y que, en cambio y por lo visto, centra su problemática sobre todo en su visión atormentada de la religión (cristiana) que condiciona todo su discurso tortuoso. También me ha chocado la consideración de su prosa como especialmente fácil y asequible: desde luego, por comparación con el reciente leído Vuillard, lo es, pero nunca lo hubiera destacado como característica principal, ya que, a pesar de sus frecuentes escenas dialogadas, de una viveza y perspicacia extraordinarias (como ya me llamó la atención en “Un americano impasible”) y de su voluntad de hacerse entender, de decir lo que quiere decir -a pesar de los rodeos que da-, considero su estilo intenso, elaborado y denso, abigarrado e intrincado en ocasiones: construye frases complejas, de arquitectura casi siempre brillante, con saltos y cambios temporales continuos, en las que mezcla reflexión, análisis psicológico y social, humor y rabia. Sí que considero muy dignos de mención otros rasgos de su estilo, de los que he disfrutado mucho, como son su muy aguda observación de detalles gráficos ingeniosos (“Avancé un poco para que la luz me diera en la cara”), el uso intensivo de imágenes despiadadas y grotescas (“sonreía como un perro”; “…se quedó mirándome con la boca un poco abierta, como si acabara de recibir una cuchillada y estuviera esperando, paralizado, a que llegara la siguiente”; “Era como si nuestro amor fuera una criatura diminuta, atrapada en un cepo, desangrándose poco a poco. No me quedaba más remedio que cerrar los ojos y retorcerle el pescuezo”) y sobre todo su sarcasmo brutal, casi insultante (“Con frecuencia me desconcertaba diciendo la verdad”; “Tenía aspecto de poeta victoriano, pero en realidad solo había escrito unas breves elegías en recuerdo de los perros que había tenido”).
El argumento parece en un principio consistir en en la revisión de la intensa y enrevesada historia de amor que vivió el escritor y protagonista con Sarah, a espaldas de su marido Henry, diplomático aturdido y algo cándido, durante la época de los bombardeos alemanes sobre Londres. Cuando tiempo después, Henry se encuentra por casualidad a Bendrix, el protagonista (que se comporta como un auténtico capullo), y le confiesa su inseguridad acerca de la fidelidad de Sarah, ambos se embarcan en una rocambolesca trama detectivesca que resulta en momentos hilarantes y absurdos. Sin embargo, hacia la mitad toma un sesgo inesperado que lo pone en un camino que acaba siendo, desgraciadamente, el tema principal y que consiste en el debate sobre la fe cristiana: Sarah parece sucumbir a un arrebato místico que distorsiona de modo algo extraño y forzado todo el enredo anterior, reformulando todos los motivos más mundanos que parecían centrales. Greene hace un acercamiento a la religión desde un inicial escepticismo despectivo (“Te odio, Dios, te odio como si existieras”), para ir poco a poco introduciéndola como opción válida y al fin necesaria para dar sentido a la existencia: “las novelas de Greene no orientan sus empeños hacia los creyentes convencidos, sino a los dudosos y atormentados, y a los no creyentes”, reflexiona Vargas Llosa en el epílogo.
Destaca mucho la agudeza en el retrato de los personajes, muchas veces a partir de los mismos diálogos, otras a través de pinceladas e insinuaciones maliciosas: “le conté a Sarah que solo había elegido a Henry para parodiarlo, como modelo de un personaje ridículo que iba a ser el elemento cómico de mi libro”; “…me recordó a Sarah: una especie de pragmatismo en el dolor, y quizá también cierta ambigüedad moral”. Y también sobre Sarah: “…la forma en que tocaba a todo el mundo con las manos, como si quisiera de veras a la gente”. O sobre el siniestro personaje de Smythe: “…dudaba de que aquel hombre tuviera muchos positivistas lógicos en su biblioteca. Sin duda tendría solamente a los fanáticos, no a los imparciales”; “¿Cómo es posible que se tome tan en serio una leyenda y que argumente de tal modo contra ella?”. Y por supuesto guarda lo mejor para el protagonista, que nos dibuja como un tipo más bien ruin y despreciable, consumido por un debate interior entre el amor y el odio: “Usted parece odiar a mucha gente”; “…cuando descubrí que la irritación nerviosa me impulsaba con demasiada frecuencia a meterme con ella…”; “Tendré un éxito de ventas con una novela vulgar, y tú odiarás que lo tenga y yo también odiaré tenerlo, pero podremos comprarnos muchas cosas (…) y divertirnos a base de bien”.
Es un libro con muchos matices, lleno de reflexiones inteligentes, mala leche a raudales y muy divertido, que espero releer gustosamente algún día.
“Sé lo astuto que eres. Nos haces subir al lugar más alto y nos ofreces todo el universo”
Asteroide. Un 8.
De lo humano y lo divino.
Desde el confinamiento, Viernes, 20 de marzo, 2020
Excés retòric, t´ho miris com t´ho miris. Seguint la idea dels seus recents èxits de fer protagonista al fet històric, convertint-lo en una mena d´ésser orgànic i multiforme, i observant des d´allà a alguns personatges particulars, Vuillard tracta aquí de manera realment críptica i recargolada sobre les complexes circumstàncies de la Primera Guerra Mundial. És una pretensió ambiciosa i dificultosa que en aquest cas no funciona gaire. Sent un llibre molt breu, se m´ha fet etern. I és que fins i tot proveït de Wikipedia i diccionari, i llegint-t´ho tot almenys dues vegades, m´ha sigut gairebé impossible penetrar ni en el seu vocabulari rebuscat i abtrús, ni en la seva prosa exaltada, recarregada, amarada d´un lirisme desmesurat, èpic i barroc, i que increpa constantment al pobre lector (“De fet no és pas una mica alemany, aquest rei dels belgues?”), buscant fer-lo còmplice d´unes intuïcions que no s´entenen. És curiós…em va agradar força “El orden del dia”, molt menys “14 de Julio” i pràcticament res aquesta, que no he sigut capaç de gaudir en absolut, perdut en la seva exuberància lèxica i formal. No sé fins a quin punt la traducció ha contribuït a aquesta complexitat, però segurament haver-lo llegit en català m´ho ha fet encara més difícil.
S´ha de reconèixer que té bona mà per fer descripcions pictòriques, emocionades i sensorials, impactants i truculentes (“…milers de boques obertes, la llum els plou damunt del somni”; “Llavors els Gran Bertha (obusos) van avançar cap a Lieja com un ramat enorme de bous”; “…els llançaflames, llengües de foc que llepen l´enemic com el drac dels contes”; “aquell carnaval de clavícules”), que enfoca les descripcions amb una certa visió cinematogràfica que et fa imaginar grans plans seqüències i travellings ambiciosos, i també que segurament coneix bé els fets i anècdotes històriques que relata, però no sembla contemplar que no tothom sap de què parla, i l´al.lusió constant, plena de sobreentesos, a personatges i fets històrics principals o secundaris és esgotadora. Fa un ús de la ironia cruel i despectiu, que no fa riure i que resulta una mica mesquí:“Els cadàvers respecten més que els vius el temps d´exposició de la cambra fotogràfica”.
Francament, no m´he enterat de res. Jo crec que s´ha passat.
Edicions 62. Un 6.
Èpica
Dimecres, 18 de març, 2020
Exceso retórico, lo mires como lo mires. Siguiendo la idea de sus recientes éxitos de hacer protagonista al hecho histórico, convirtiéndolo en una especie de ser orgánico y multiforme, y observando desde allí a algunos personajes particulares, Vuillard trata aquí de manera realmente críptica y retorcida sobre las complejas circunstancias de la Primera Guerra Mundial. Es una pretensión ambiciosa y dificultosa que en este caso no funciona demasiado. Siendo un libro muy breve, se me ha hecho eterno. Y es que incluso provisto de Wikipedia y diccionario, y leyéndolo todo al menos dos veces, me ha sido casi imposible penetrar ni en su vocabulario rebuscado y abtruso, ni en su prosa exaltada, recargada, empapada de un lirismo desmedido, épico y barroco, y que increpa constantemente al pobre lector ( “de hecho no es algo alemán, este rey de los belgas?”), buscando hacerlo cómplice de unas intuiciones que no se entienden. Es curioso… me gustó bastante “El orden del día”, mucho menos “14 de Julio” y prácticamente nada esta, que no ha sido capaz de disfrutar en absoluto, perdido en su exuberancia léxica y formal. No sé hasta qué punto la traducción ha contribuido a esta complejidad, pero seguramente haberlo leído en catalán me lo ha hecho aún más difícil.
Hay que reconocer que tiene buena mano para hacer descripciones pictóricas, emocionadas y sensoriales, impactantes y truculentas ( “… miles de bocas abiertas, la luz les llueve encima del sueño”, “Entonces los Gran Berta(obuses) avanzaron hacia Lieja como un rebaño enorme de toros “;” … los lanzallamas, lenguas de fuego que lamen al enemigo como el dragón de los cuentos “,” aquel carnaval de clavículas “), que enfoca las descripciones con una cierta visión cinematográfica que te hace imaginar grandes planos secuencia y travellings ambiciosos, así como que seguramente conoce bien los hechos y anécdotas históricas que relata, pero sin embargo no parece contemplar que no todo el mundo sabe de qué habla, y la alusión constante, llena de sobreentendidos, a personajes y hechos históricos principales o secundarios es agotadora. Hace un uso de la ironía cruel y despectivo, que no hace reír y que resulta un poco mezquino: “Los cadáveres respetan más que los vivos el tiempo de exposición de la cámara fotográfica”.
Francamente, no me he enterado de nada. Yo creo que se ha pasado.
Esta novela tiene dos factores por los que me resulta original y atractiva: por un lado, y por fin!, alguien ha ideado un detective realmente diferente: precario, inseguro, cobardica y titubeante, completamente opuesto a los cánones del género negro. Jordi Viassolo debuta como becario en una glamourosa agencia de detectives con la expresa misión de hacer guardia en agosto y quedarse quietecito, emplazando a los previsiblemente pocos clientes que puedan aparecer a que les visiten pasadas las vacaciones. Y sobre todo no liarla. Pero cuando recibe la visita de un desesperado empresario, quien sospecha que su mujer ha sido secuestrada, aunque todo apunta a que se ha fugado con su amante, Jordi ve la oportunidad de convertirse en un verdadero sabueso y, contraviniendo las instrucciones dadas, decide iniciar sus pesquisas, que le llevarán a verse envuelto en situaciones que le superan y desbordan, y que irá encajando a trompicones.
El otro factor diferencial es su localización en nuestra Barcelona actual, la de la especulación inmobiliaria y la gentrificación, la de la barceloneta y el Razzmatazz, la de las fiestas en pisos de estudiantes y las noches en vela.
El enfoque es fresco y juvenil, sin pretensiones ni pedanterías, y con crítica social desenfadada y mordaz, haciendo un uso simpático de los tópicos locales y la idiosincrasia barcelonesa, cosmopolita y ecléctica.
Viassolo despierta mi empatía mostrándose vulnerable, sincero y asustadizo, resulta cercano y creíble, es como un colega, y comparte sus ilusiones, dudas y flaquezas con candidez entrañable, con desarmante franqueza: “Me gustaría adoptar una actitud un punto chulesca para dejar claro que conozco mis derechos y que no me voy a dejar avasallar por un par de maderos. Pero actúo igual que siempre: como un corderito” o esta otra: “…pregunto, imitando la voz de Boris Izaguirre, en una acción improvisada, suicida y vergonzante…”.Tiene también su gracia la cuadrilla de secundarios, de entre los que sobresale Recasens, un maduro y decadente detective de la agencia, tipo desastroso y escaqueado, parodia de tantos personajes míticos del género (“Está fumando un Ducados como ya nadie lo hace: concentrado, grave, melancólico…” ) que secunda a regañadientes a Viassolo en su investigación y al que suelta con cuentagotas sarcásticos consejos de la profesión: “No quiero implicarme en un caso en el que el cliente espera una respuesta que no va a conseguir”.
Trama que fluye grácil y desenvuelta, sin mucha complicación (cosa que he agradecido), metáforas, imágenes, referencias y expresiones espontáneas, callejeras y humorísticas, jocosamente hiperbólicas (“…como si fuera un rompehielos avanzando impasible por el Ártico”) y una delectación cariñosa en los usos y costumbres locales (“…se trata de un tipo de fiesta muy catalana, es decir, moderada y contenida”) hacen de esta lectura una experiencia amable y refrescante, no se si para relectura, pero sí para recomendarla sin reservas.
Asteroide. 7.8.
Comedia negra.
Sábado, 14 de marzo, 2020
Conmovedor en su sencillez y en su emotividad, este triste relato es a la vez la crónica de la difícil vida de una mujer luchadora y abnegada atravesando la accidentada historia de la Europa del siglo XX, y la crónica de un amor sin esperanza. Olga pronto se queda huérfana de padres y se traslada a vivir con su poco empática abuela en Pomerania, al norte de Polonia. Allí conocerá a Herbert, un chico soñador de clase social superior, con el que iniciará una duradera amistad y que se irá convirtiendo en el amor de su vida, lo que los enfrentará a la rígida sociedad de la época. Pasado un tiempo de amor primaveral y clandestino, Herbert, cuya insaciable añoranza por la inmensidad lleva a emprender proyectos y aventuras con iluso candor (“Quería perderse en la distancia. Pero la distancia no es nada”), se embarcará en peligroso viaje al norte de Noruega con la idea de estudiar y cartografiar esas tierras remotas y vírgenes. Olga, a quien el enfrentamiento con la familia de Herbert y los conflictos bélicos y políticos obligan a un incesante periplo geográfico, luchará duramente para estudiar y poder conseguir un puesto como maestra, mientras espera resignada y paciente el cada vez menos probable regreso de su amado (“…como si el Ártico fuera una broma pesada”). Esto es lo que ocurre en la primera parte. En la segunda, nos encontramos con una Olga ya viejita y desencantada que cose para una familia acomodada en lo que parece ser la zona Oeste de Alemania (juraría que es Heidelberg, aunque no lo dice), años 50. Allí se ocupa especialmente del hijo de la familia, un chico enfermizo que escucha con devoción las nostálgicas historias que le cuenta Olga y que se convierte a su vez en narrador de esta segunda parte. Este chico, tiempo después, tras el fallecimiento de Olga, decide indagar en su pasado y descubre las sentidas cartas que dirigió esta a Herbert a lo largo de los años. La transcripción de estas cartas es lo que forma la tercera parte de la novela, descubriendo algunos secretos y sorpresas y logrando momentos de honda emoción, y alguno de gallina de piel.
Con un estilo pulcro, elegante, accesible, sin ostentación, con detalles de lirismo tierno y sereno, y un hábil manejo del tiempo y de la perspectiva, nos cuenta una historia de amor generoso y sacrificado, “…que pone el amar por encima de la felicidad de ser amado”. Un amor en un primer y breve momento puro e ideal, avivado por la distancia, que deviene en desesperado, unidireccional y malbaratado con el paso de los años. Uno de esos amores de novela que dan sentido a toda una vida, y al que su propia imposibilidad mantiene vivo e íntegro en su idealización, sin consumir y sin feedback.
El personaje de Olga está amorosamente descrito (“Olga tiene la barbilla dura, los pómulos marcados y la frente alta, un rostro recio, en el que la mirada se va deleitando cuanto más se entretiene en él.”) y nos muestra a un personaje femenino precursor e incómodo para la época (“Le gustaba que alguien pusiera a prueba las tradiciones”), inteligente, progresista, comprometida y voluntariosa, que, sin embargo, malgasta en cierto modo su vida a la sombra de su amor imposible y bajo el peso de un pasado prometedor truncado.
Es muy interesante también el contexto histórico, que atraviesa (un poco por encima) las dos guerras mundiales, poniendo el énfasis en el papel de Alemania (…la perdición había empezado con Bismark”) y dando voz a opiniones de la época que hoy nos dejan perplejos: “Su raza se encuentra todavía en el escalón más bajo, privada de nuestras principales y mejores virtudes, el empeño, la gratitud, la compasión y cualquier tipo de ideal.”
“Eik la trataba con la condescendencia afectuosa que se reserva para quienes están ya demasiado mayores para comprender los nuevos tiempos.”
“…fotografías en blanco y negro en las que todo tiene un aspecto sombrío: la nieve y el cielo grises, hombres y perros como espectros oscuros, paisajes inhóspitos, abruptos, confusos.”
“Sin exigencias, sin esperanzas y, a ser posible, sin palabras.”
Anagrama. Un 8.2
Sentimientos y seres humanos
Viernes, 13 de marzo, 2020
Son tantas y tan valiosas las lecciones que extraigo de la lectura de este autor, ya clásico contemporáneo, que he creído pertinente, en este caso, intentar un pequeño resumen por capítulos para exponer y compendiar algunas de sus ideas, si es que las he entendido bien. Me ha ayudado la acertada división de la obra en partes y capítulos, cuyos títulos y subtítulos son también un índice útil, unos prácticos miniprólogos que ayudan a ordenar y digerir los conceptos que desarrolla, aunque funcionan mejor a posteriori, una vez leída la lección. Todo lo que diría de este libro es bueno (y no se merece que insinue mis escasas y tímidas objeciones -alguna hay-), pero destaca y sorprende su clara voluntad divulgativa, su empeño en ser claramente entendido, en desarrollar los temas de modo que en ningún momento pierdas pie. Esta entrada contradice abiertamente mis intenciones respecto al blog: ni es reseña, ni es breve, ni es literatura.
Decepción: a pesar de haber demostrado ser “el modelo político más versátil y de mayor éxito que los humanos han desarrollado hasta ahora para afrontar los retos del mundo moderno”, y un sistema “más flexible y dinámico que ninguno de sus oponentes”, la democracia liberal ha entrado en una crisis de confianza, de descrédito, al sospecharse incapaz de afrontar los nuevos retos en bio e infotecnología.
Trabajo: el avance imparable de la Inteligencia Artificial (I.A. en adelante) permitirá sin duda en un futuro próximo sustituir a los humanos en muchos puestos de trabajo (conductores, médicos, banqueros,…dj´s? (“De todas las formas de arte, la música probablemente sea la más susceptible al análisis de macrodatos”; “Utilizando bases de datos biométricos pasivos (…) el algoritmo podría saber qué botones bioquímicos pulsar a fin de producir un éxito global”). El papel que han jugado hasta ahora los humanos en el mundo laboral evolucionará hacia otros roles para éstos, lo que quizá haga necesario planteamientos renovadores como el de Renta Básica Universal. Y buscarnos algo que hacer.
Libertad: “los sentimientos no están basados en la intuición, la inspiración o la libertad; están basados en el cálculo” (el cálculo instintivo y subconsciente de probabilidades de supervivencia y de reproducción). Los algoritmos de macrodatos y los sensores biométricos pueden decantar a que la toma de decisiones humana pase a ser asumida por la I.A. que nos podría conocer mejor que nosotros mismos, saber mejor lo que nos conviene: “Podríamos percibir todo el Universo como un flujo de datos, concebir los organismos como poco más que algoritmos bioquímicos”. Todo ello llevará al planteamiento de nuevas bases éticas para la interacción con esas nuevas tecnologías, como ya puede verse ejemplificado en la implementación de los vehículos autónomos (Problema del Tranvía). Más peliagudo aún sería transferir también la autoridad a la I.A.: “Cuando los algoritmos lleguen a conocerrnos tan bien se harán con un control absoluto sobre sus ciudadanos”.
Igualdad: “Las mejoras en biotecnología tal vez posibiliten que la desigualdad económica se traduzca en desigualdad biológica”. En el nuevo contexto los bienes más valiosos serán los macrodatos. Los gigantes de los datos (“no somos sus clientes: somos su producto”) acabarán con la publicidad tal como la conocemos: si Google me aconseja, basándose en sus inabarcables bases de datos, el mejor coche para mí,…para qué servirá un anuncio? Por tanto, la regulación de la propiedad de los datos será un concepto decisivo: “Permitir a los gobiernos que nacionalicen los datos refrenará probablemente el poder de las grandes empresas, pero también podría desembocar en espeluznantes dictaduras digitales”.
Comunidad: Desde el planteamiento que vertebra todo el libro sobre la necesidad de afrontar los retos para el siglo XXI desde una perspectiva global, asistimos a numerosos intentos de construir comunidades humanas (desde el activismo feminista al integrismo islámico). Por ejemplo, el intento de Facebook de crear una comunidad global online, que se enfrenta a la limitación de ser, por supuesto, virtual.
Civilización: No existen diferencias irreconciliables entre los Homo Sapiens que justifiquen la teoría del “choque de civilizaciones”. “Los grupos sociales humanos (…) no están determinados por la genética”, y “…se definen más por los cambios que experimentan (su evolución) que por ninguna continuidad, pero, no obstante, consiguen crearse identidades antiguas gracias a sus habilidades narrativas”. A pesar de los diferentes sistemas políticos, sociales, culturales, etc.,“en la actualidad, las personas cultas de todo el mundo creen exactamente las mismas cosas sobre la materia, la energía, el tiempo y el espacio”. “Sólo existe una civilización en el mundo”.
Nacionalismo: según la tesis de este autor, el nacionalismo (y el concepto de nación), es una más entre las ficciones que han permitido unir a la humanidad en pos de diversos fines, a lo largo de la Historia. Sin embargo, no ofrece soluciones para afrontar los retos venideros (“La guerra nuclear, el colapso ecológico y la disrupción tecnológica” -a mi modo de ver, todo el rato omite la amenaza de las multinacionales, del capitalismo desbocado-) que habrán de ser abordados desde una perspectiva común, supranacional: “La tecnología lo ha cambiado todo al crear un conjunto de amenazas existenciales globales que ninguna nación puede resolver por sí sola”. “Un enemigo común es el mejor catalizador para forjar una identidad común”.
Religión: “Las religiones tradicionales resultan en gran parte irrelevantes a la hora de enfrentarnos a los problemas técnicos y políticos”. Podemos decir cosas parecidas a las que decimos sobre el nacionalismo, a quien sirve en muchos casos: que es una de esas ficciones aglutinadoras que han tenido sentido en el pasado, obsoletas en la actualidad y perniciosas para el futuro, y con el acento negativo además en su voluntad de separar a las personas, de excluirlas en “nosotros” y “ellos”.
Inmigración: En este capítulo contrapone las visiones antagónicas basadas en “algún imperativo moral no negociable” de “proinmigracionistas” y “antiinmigracionistas” (a mi no me parece que ambas posturas tengan igual catadura moral, creo que hay posiciones basadas en la razón y la buena voluntad, y otras complacientes con emociones negativas, con el gregarismo, el miedo y el odio). En todo caso, ya no se da tanto la discriminación por raza, sino por cultura: la cultura sí nos hace diferentes, nos lleva a comportamientos a veces incomprensibles para las partes, ya que muchas veces están basados en parámetros como la adaptación al medio, y por ello (y por muchas más cosas) una cultura no puede ser “superior” a otra, sino que depende del contexto (Calidostán y Fríolandia). “La diferencia no implica jerarquía”.
Terrorismo: lo define como una estrategia militar propia de los grupos débiles (que no podrían nunca ganar un conflicto armado), que opera como un aparato publicitario, un “teatro” que representa una provocación para desestabilizar a los estados con la idea de hacerlos caer y así obtener en la debacle algún beneficio político. Los estados entran en el juego porque “la legitimidad del estado moderno se basa en su promesa de mantener la esfera pública libre de violencia política”. En la era nuclear, los peligros del terrorismo pueden incrementarse dramáticamente (armas de destrucción masiva). No obstante subtitula el capítulo “No nos asustemos”.
Guerra: La época actual es, en general, la más pacífica que ha conocido la humanidad. El peligro de que se desencadene una guerra ya no dependería de la discutible prosperidad económica a que llevaría ganarla, ni al poder político que comportaría, que eran las dos causas principales de las guerras en el pasado: en la actualidad, depende más bien de “la estupidez humana”,que considera “una de las fuerzas más importantes de la historia”. Se me ocurren ejemplos obvios.
Humildad: Ninguna cultura humana es objetivamente central, intrínseca a la historia. Pone como ejemplo el ejemplo el egocentrismo de la religión judía: sus practicantes creen tener la verdad absoluta, pero su peso real en el cómputo total de la historia en realidad es marginal, minoritario. Dice que el monoteísmo “fue una de las peores ideas de la historia humana” ya que, entre otras cosas, fomenta la intolerancia. “En realidad la moral tiene profundas raíces evolutivas anteriores a la aparición de la humanidad”, defiende, y pone como ejemplo la ética en los animales: “Poseen códigos éticos adaptados por la evolución para promover la cooperación del grupo”. La ética no es patrimonio de las culturas.
Dios: La figura de Dios puede ser vista como una búsqueda de respuesta al misterio cósmico, o como la necesidad de imaginar un “legislador mundano”, que aporte una moral universal y una doctrina inequívoca. Pero la fe religiosa no es imprescindible para tener un comportamiento y un criterio moral, que en realidad se contiene en la idea de “reducir el sufrimiento”: hacer daño a los demás hace daño a uno mismo y genera emociones negativas. Para cumplir ese principio no hace falta Dios.
Laicismo: A diferencia del enfoque religioso, el laicismo no considera tener “el monopolio de toda la sabiduría y la verdad”, sino que en principio acepta su ignorancia y sus limitaciones: “Está dispuesta a admitir sus errores y sus puntos ciegos”. Es un código ético ideal que consagra los valores de“verdad, compasión, igualdad, libertad, valor y responsabilidad”. A pesar de su inicial apertura, el laicismo también puede ser dogmático, de hecho lo es:“En especial en épocas de emergencia (…) los movimientos laicos mutan de forma repetida en credos dogmáticos” (estalinismo, capitalismo, derechos humanos, …)
Ignorancia: Los humanos nos hemos confiado a la “sabiduría grupal”, y cada vez tenemos una mayor ignorancia individual.
Justicia: “Como todos nuestros demás sentidos, el de la justicia también tiene profundas raíces evolutivas”. Este sentido se ve actualmente confundido y desvirtuado por la complejidad de la red de causas y efectos globales (al comprar aguacates, quitamos el agua a quien la necesita). La injusticia social tiene su orígen en “sesgos estructurales”, pero todos somos sus complices en alguna medida.
Posverdad: El concepto no es un invento moderno (“la propaganda y la desinformación no son nada nuevo”), sino la base sobre la que ha construido su dominio la especie humana: es la famosa capacidad de crear ficciones y creer en ellas (religiones, comunismo, fascismo, liberalismo, empresas, dinero,…). De ello se desprende que verdad y poder son incompatibles: “Si queremos poder, en algún momento tendremos que difundir ficciones. Si queremos saber la verdad sobre el mundo, en algún punto tendremos que renunciar al poder”). Homo sapiens ha elegido el poder sobre la verdad: “No puede organizarse de manera efectiva a las masas sin tener una base en alguna mitología”. De modo poco convincente, acaba proponiendo, para aproximarse a la verdad, pagar por la información y conocer la literatura científica y especializada.
Ciencia ficción: Sugiere y analiza varios ejemplos de obras de ciencia ficción (“El show de Truman”, “Inside out”, “Un mundo feliz”,…) para ilustrar como la ficción artística ayuda a entender a la vez que moldea y condiciona nuestra percepción de la realidad. Reivindica su función pedagógica advirtiendo de sus peligros: “Las comedias románticas son al amor lo que la pornografía al sexo y Rambo a la guerra”. En este sentido, también yo he simultaneado la lectura de este libro con la de “Màquines com nosaltres” o “Los Kentukis”, y ambas han arrojado una perspectiva diferente, más lúdica, otro enfoque complementario sobre los retos del futuro, como abordar los mismos temas en otras tesituras. Y descansar un poco.
Educación: Partiendo de que desde una perspectiva histórica el cambio es la única constante, ya no necesitamos profesores que nos aporten más información; necesitamos que nos la enseñen a interpretar, cribar, valorar y contextualizar. Algunos pedagogos proponen centrarse en enseñar“pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad”. Pero la enseñanza básica sería la de la “resilencia”: la capacidad de adaptación a circunstancias inciertas, “la capacidad de habérselas con el cambio, de aprender nuevas cosas y de mantener el equilibrio mental en situaciones con las que no estemos familiarizados”. El viejo concepto de “conocerse a uno mismo” se torna ahora apremiante, antes de que lo hagan (conocernos), y mejor, los algoritmos de macrodatos. Concluye el capítulo de forma poética y enigmática: “Para correr deprisa (hacia el autoconocimiento), no lleves contigo mucho equipaje. Deja atrás todas tus ilusiones. Pesan demasiado”.
Significado: “¿Qué prueba tenemos de que el hijo del Creador (¿y por qué habría de tener un hijo?, digo yo) del universo entero naciera como una forma de vida basada en el carbono en algún lugar de la Vía Láctea hace unos dos mil años?”).Gran pregunta y gran capítulo, profundo y denso. En él reflexiona sobre cómo entendemos la búsqueda del sentido de la vida: perseguimos un relato. Sólo admitimos este formato. Un relato en el que nos sintamos integrados pero que trascienda a nosotros. No es cuestión de pruebas. Sin embargo, para hacer real y tangible un relato, se desarrolla el ritual: “un acto mágico que hace que lo abstracto sea concreto y lo ficticio, real”. La herramienta clave del ritual, la que crea un compromiso con el creyente, la que“fortalece nuestra fe en el relato”, es el sacrificio: “Cuanto más se sacrifica por una determinada creencia, más se fortalece su fe. Esta es la misteriosa alquimia del sacrificio”. Es curiosa la reflexión que hace sobre que en realidad, la gente no nos creemos con tanta convicción nuestras ficciones, cuando no estamos dispuestos a morir por ellas (o en pocos y desafortunados casos). Más adelante, entre otras cosas, ofrece un breve apunte sobre la sobrecogedora etimología de la palabra “fascismo”, que significaría: “haz de varas (…) cuando se atan diversas varas juntas en un fascis, resulta casi imposible romperlas”. El tema del libre albedrío es el siguiente que pone en cuestión,“la libertad para hacer lo que deseamos” frente a la “libertad para escoger qué desear”. Realmente, uno no elige ni sus pensamientos. La aceptación de este límite en nuestra capacidad de elegir debería darnos pistas existenciales. Desarrollando el tema, nos habla sobre el relato budista, que se basa en tres premisas: “Todo cambia sin cesar, no hay esencias perdurables y nada es completamente satisfactorio”.Ante tanta incertidumbre, lo más real es el sufrimiento, por el que habría quizá que empezar a indagar por ahí en la búsqueda sobre el sentido de la vida.
Meditación: Elogio de la meditación (“cualquier método de observación directa de nuestra mente”), con la descripción de su proceso y de sus beneficios. Consiste finalmente en la observación de la realidad, incluyendo las sensaciones, emociones (“La meditación seria exige una disciplina tremenda. Si intentamos observar de manera objetiva nuestras sensaciones, lo primero que advertiremos es lo salvaje e impaciente que es nuestra mente”). El sufrimiento, desde esta óptica, no es una realidad exterior, sino una reacción mental. Acaba distinguiendo entre “cerebro”, la parte física, el hardware, y la “mente”, como “flujo de experiencias subjetivas”, y esa gran desconocida: “Y es mejor que comprendamos nuestra mente antes de que los algoritmos lo hagan por nosotros”, subraya.
Excelente y necesario. Un 9. Debate.
Ciencia no ficción
Martes, 10 de Marzo, 2020
Con un estilo fresco, vivo y dinámico, muy asequible, sin complicaciones ni lirismo ninguno, pero equilibrado, solvente y preciso, esta autora a quien no conocía nos presenta a unas mascotas peculiares, hijas de nuestros tiempos: los kentukis, unos peluches con ruedas y una cámara en los ojos que pueden adquirirse legalmente por unos 300$. Lo curioso es que alternativamente, uno puede comprar, en vez de un kentuki, una conexión a uno de ellos, convirtiéndose uno así, en el “ser” del pequeño ingenio mecánico, y accediendo visual y auditivamente a las vidas de sus “amos”, que tácitamente aceptan y desean ser de ese modo observados. Las reglas de funcionamiento que fabula la autora (no se puede elegir el kentuki al que accedes, ni el observador que ocupa tu kentuki; no se pueden quedar sin batería, ya que quedan inutilizados; son sólo para un uso por parte de un poseedor y un observador anónimos) hace que el relato se sostenga con coherencia e intríngulis (“Los límites eran en realidad los fundamentos de estas relaciones”), y lleve al planteamiento de cuestiones candentes en torno a la tecnología, la intimidad y el derecho a ella, y eternas, en torno a la soledad, la frustración, las relaciones,…todo desde una perspectiva lúdica y algo perversa, huyendo de enseñanzas morales, pero con una cierta contención que hace que las cosas no se desmadren del todo: plantea cuestiones turbias sin remilgos, pero no se complace demasiado en lo morboso. Muestra bajezas muy comunes a los humanos, pero lo hace con sensatez, sin mucha maldad, y sin llegar al límite (quizá molaría).
Tiene la forma de numerosos relatos cortos, algunos de ellos con continuidad y otros muy breves, en los que nos muestra las diversas circunstancias, problemáticas y miserias a las que se enfrentan los variados “amos” o “seres” de los simpáticos kentukis (que pronto se convierten en un éxito global, comercial y mediático): Enzo, padre separado que trata de relacionarse con su topo, esquivo y siniestro (“¿Realmente prefería arrastrarse por la casa como un topo en lugar de entablar algún tipo de amistad con él?”; “Estaba harto de seguir jugando al necesitado y al ofendido”); Alina, desencantada pareja de un artista moderno (“la instalación de burkas transparentes”) que pretende armar alguna preocupante perfomance con su kentuki; Emilia, señora solitaria que se encariña y preocupa por su joven y procaz ama alemana; Marvin, chico humilde de Guatemala encarnado en inquieto peluche dragón en Noruega; Grigor, que ve una oportunidad de negocio en vender la posibilidad de elegir en qué kentuki quieres encarnarte, lo que obviamente lo pone en compromisos éticos (“A veces pensaba en su habitación como una ventana panóptica”).
He leído alguna crítica muy dura contra su estilo, que dice que es reiterativo, redundante…bueno, quizá un poco, pero su gracia está en que es sencillo y desenfadado, ameno y espontáneo; y en que el argumento ofrece una historia verosímil y actual: podría haber tomado una forma más desarrollada, profunda o sesuda, da para ello. Pero es así, y el formato de relatos cortos contribuye, casi obliga a ello.
Como también he visto en alguna reseña, sería un capítulo perfecto para“Black Mirror” (aunque nunca tanto como el del cerdito!).
Random House. 7.8.
Distopía ligera.
Jueves, 5 de marzo, 2020.
Nicole Krauss me llamó bastante la atención con “En una selva oscura”, su novela más reciente, en la que ya jugaba con historias paralelas pero convergentes en algún punto. En este caso, “La historia del amor” (osado título), escrita en 2005, llevaba más allá este entrelazado, que es a nivel argumental la gracia del libro, pero que resulta complejo, esquivo y alambicado: me ha obligado a releer muchas partes para llegar a entender su desenlace y sus recovecos, y me deja con las ganas de repasarlo entero desde el conocimiento de sus triquiñuelas.
Las dos historias centrales son las del octogenario gruñón Leo Gursky, a quien la inesperada recepción de un antiguo manuscrito lleva a revivir fragmentos no resueltos de su pasado oscuro, y Alma Singer, quinceañera que arrastra el trauma de la prematura muerte de su padre, y que encuentra en el misterioso libro “La historia del amor”, de autor casi desconocido y escurridizo, y regalado por su padre a su madre en las épocas felices, algunas de las claves de su accidentada vida. Con este planteamiento no parece especialmente divertido, pero su desarrollo está plagado de emociones, vericuetos y sorpresas, sabiamente dosificadas.
Me gusta su estilo, generoso, fluido e imaginativo, su prosa hipnótica, envolvente, deliberadamente críptica y elusiva en muchos casos, llena de detalles marginales, como innecesarios–a veces lo son-, pero sugerentes y enriquecedores:
“Bird leyó la lista, se quedó un rato pensativo y sugirió que añadiera “dogmática”, palabra que le había enseñado yo, y también “obstinada”. Yo le dije que éstas no me parecían cualidades buenas, ni siquiera recomendables…”
“Según el libro del doctor Eldrigde, lo que ellos descubrieron había sido nada menos que una ventana hacia los procesos químicos que miles de millones de años atrás habían dado origen a la evolución (…) el noventa y nueve por ciento de todas las especies que han vivido en la tierra se han extinguido”
“Reparar en que el jardinero cojeaba, en que había hielo en el lago, en los largos y solemnes paseos que daba el hijo de mi vecina que, por lo visto, no tiene amigos…”.
Hay una fuerte presencia de la tradición judía, quiero pensar que desde un punto de vista crítico, aunque no exenta de cierta nostalgia y cariño. Utiliza hábilmente recursos “metaliterarios” de gama sencilla, como insertar fragmentos del libro dichoso, o hacer que la propia trama se vea afectada por el texto que la conforma. En esa línea de interaccionar literatura y vida, despliega multitud de personajes, puntos de vista y formatos de texto, referencias, sugerentes anécdotas aparentemente random que luego recupera mágicamente…; recuerda a Bolaño, en los mejores momentos; a Dicker en los peores.
A pesar de algunos excesos (quizá de ambición) y alguna posible falta de verosimilitud (esos amores imperecederos, persistentes y desesperados en su lealtad, capaces de dar sentido a toda una vida; algunas actitudes y motivaciones no del todo justificadas; y algún personaje secundario espectral desdibujado y/o innecesario), me ha parecido una obra rica, elaborada, original y estimulante, con una intención definida, un plan concreto, y una convicción rotunda. Y sin embargo. Yo lo hubiera acabado en la p.275: “Pensé: De modo que así te envían al ángel. De la misma edad que ella tenía cuando más te quería. -Qué casualidad -dije-. Es mi nombre favorito”.
Salamandra. Un 8
Historia de amor
Domingo, 1 de marzo, 2020
Muy divertido. Lo clava Isaac Rosa desde la misma portada cuando dice que te descojonas, pero que te sientes mal por ello. Y es que en esta crónica despiadada el autor se regodea lo más grande con las miserias y carencias de su vapuleado protagonista, Benito, químico apocado e incomprendido, llegando a lo patético, que arrastra una existencia solitaria y dolorosa: acaba de heredar la deprimente casa de su abuela (“una casa como de ausente, de exiliado, de fallecido”), mientras su descubrimiento estelar, el mocordo -un compuesto revitalizador de la madera-, espera el momento de su comercialización más que dudosa por una escurridiza multinacional de Bristol. En el plano personal, Benito, a base de una abstinencia desidiosa, ha entrado en una espiral de falta de confianza que lo hace incapaz de porlar (“Su repelús a decir “follar” era la manifestación transversal del desconcierto en que le sumía el significado que el significante proscrito denotaba”). Cuando, merced a un arreglo encubierto, conoce a María, parece que llega su gran momento. Pero aparece un problema, y Benito se irá hundiendo cada vez más en una compleja red de mentiras ruines y situaciones ridículas que va esquivando penosamente como un pelele lamentable, en caída libre recibiendo por todos lados, para regocijo del lector.
Además del argumento, ameno y bien desarrollado, es destacable el estilo y el lenguaje, muy llamativo, pintoresco y disruptivo: de manera similar a“Los asquerosos”, mezcla una suerte de barroquismo arcaizante con términos vulgares y malsonantes (“Todo era un pitote de correspondencias e insanías repulsivas y violentas (…) una delirante zarzuela de parejas y parecidos…”), palabras y expresiones que rescata del mundo rural o de no sé dónde (“Desde siempre, Benito sacaba a pastar a sus inquinas por las mismas cañadas”) o que directamente se inventa, utilizando una sintaxis forzada y torcida que quizá no guste a todo el mundo, ya que obliga a una concentración extra, y que sería la pesadilla de un traductor. Un estilo que es además generoso e imaginativo (“Sonaba a batidora luchando contra pirañas”), rico, floreciente, rebosante de sarcasmo combativo (“…en un laberinto de sombras y portales con más agujeros que el dogma de la Purísima Concepción”) y humorismo negro, en ocasiones brutal (“Se rifaban escenas estrambóticas, cuerpos derretidos, chinchón a caño abierto y alguna hostia”).
Amargo e hilarante a partes iguales, considero recomendable saborearlo con detenimiento, releyendo y deleitándose con sus frases intrincadas y sus observaciones punzantes.
Una voz original y arriesgada la de este escritor vasco del que pienso seguir leyendo sus otras obras.
“Con el proyector en ristre, a modo de linterna, barría las filas de butacas como un dragaminas desbocado.-¡María! ¡Que soy yo!. Obsequioso seguía a su martilleo de humor carbonizado, así se hundiera el mundo:-¡Cuidado con el proyector, a ver si le vas a quemar a alguna el parrús!”
Blackie Books, un 8,2.
Tragicomedia costumbrista.
Martes, 25 de febrero, 2020
La Costa Azul fue durante la primera mitad del sXX uno de los destinos favoritos de artistas, intelectuales, jugadores y vividores, que empezaron a acudir ya durante el sXIX en principio por su reputación como centro de recuperación para enfermos (pudientes) de tuberculosis, y donde siguieron acudiendo hasta llegar a convertirlo en el escenario preferido para sus desmanes y extravagancias. Artistas de vanguardia, surrealistas, existencialistas, generación perdida, era del jazz, generación beat, escritores, filósofos, pintores, cineastas, etc. procedentes de Europa y América: algunos de ellos buscaban también allí un lugar tranquilo e inspirador para desarrollar su labor creativa, algunos pasaron penurias buscando la vida literaria, otros huían de las guerras y persecuciones, pero el ambiente más característico era de hedonismo y transgresión, de evasión y de lujo, desenfreno y provocación. Hablamos de épocas de gran efervescencia cultural, también de grandes tensiones políticas y conflicto social, de reivindicaciones decisivas, en la que La Costa Azul fue el parque de atracciones, el refugio y la sala de exposición de las nuevas tendencias artísticas y de estilos de vida.
Como novela no funciona mucho: hay un sinfín de personajes de los que explica alguna anécdota jugosa (más de tipo lúdica cuando no lúbrica que literaria) para pasar a otro, con el que en demasiadas ocasiones comparten circunstancias: complejas vidas sentimentales llenas de altibajos, sorprendentes triángulos amorosos prolongados en el tiempo (“Casi todos los maridos, observaba Beyle, tenían sus amantes, al igual que sus mujeres, y no era extraño que cónyuges y amantes compartieran mesa y mantel”), experiencias sexuales desiguales (con gran frecuencia homosexuales, aunque en otras con una peligrosa deriva hacia las relaciones con menores), excesos con el alcohol y las drogas (“El opio es una alfombra voladora”), problemas y procesos de la creación artística (muy curiosa la parte en que cuenta los preparativos para escribir de Simenon) . Muchos de ellos repiten, pero normalmente sin continuidad cronológica, con lo que no llega a crearse un hilo argumental, pero si a provocar una cierta ebriedad por la acumulación de anécdotas similares.
Es una obra escrita desde la nostalgia de una época mágica que no volverá, y que representa también la juventud en general (”Nos queríamos mucho, nos gustaba reunirnos con nuestros amigos todo lo que podíamos. Era como un gran cuento de hadas. Éramos todos tan jóvenes…”), un poco desde la condescendencia que nos produce observar unos hechos muy rompedores y originales en su momento, pero que desde la actualidad nos parecen casi inocentes y entrañables (entiéndase: muchas de las actitudes son de moralidad muy discutible, pero no parecen surgir tanto de la maldad y la codicia como de las ganas de experimentar, de escandalizar, de proponer nuevos caminos, de exprimir la vida,…). El problema mayor que le veo es que se centra demasiado en el chismorreo y los líos que en lo artístico, creativo y literario.
Scott Fitzgerald y Zelda, Hemingway, Cocteau, Colette, Walter Benjamin, Nietzsche, Beauvoir, Maupassant, Wilde, Mann, Gide, Picasso, Eluard, y un largo etcétera desfilan levemente por sus páginas, dejando recuerdos y citas (no siempre brillantes), dando un poco de rabia y un poco de envidia. Es más divertido, claro, cuando habla de los artistas que uno conoce, pero también da a descubrir, superficialmente, a otros personajes interesantes e inspiradores.
En todo caso, recomendable para los fans de la literatura de ese periodo, entre los que me cuento, e ideal para llevarse a un viaje literario por la zona.
“En este arcoíris caben también mis dedos siempre azules y mis pensamientos siempre negros”(Nietzsche)
Periférica. 6.8
Crónica nostálgica
Viernes, 21 de febrero, 2020
La lectura de esta novela me ha sugerido toda una red de influencias o relaciones con otras lecturas más o menos recientes que quiero comentar: en primer lugar, con “Los Asquerosos”, con la que tiene mucho en común por esa huida del mundanal ruido y la búsqueda de la soledad y comunión con la naturaleza; con “La vegetariana”, en la que su protagonista renuncia a alimentarse por más que la fuercen a ello, por solidaridad con los demás seres vivos; con “Las uvas de la ira”, por la dura historia de desposesión extrema; con “La carretera” por lo apocalíptico de sus localizaciones; también con “La busca”, por ese protagonista desarraigado, un pícaro desventurado, y por la contínua irrupción de secundarios que desaparecen al poco sin dejar rastro. Por supuesto, también está Kafka, con ese enfrentamiento desalentador y hasta el absurdo con la autoridad.
El gran Coetzee nos presenta aquí una de sus novelas primerizas, donde ya anuncia la temática recurrente de muchas de sus obras, de las de más acción y conflicto, frente a por ejemplo, sus autobiografías o ensayos, de tono más reflexivo. En medio de una situación bélica enloquecida, nos encontramos a nuestro protagonista, Michael, que no tiene mucha suerte: con su labio leporino, su inteligencia básica y su aturdimiento general no va a ser capaz de enfrentarse a esa sociedad más que hostil, desquiciada. Así, llevando a su madre en un rudimentario carromato self-made, huye de Ciudad del Cabo, donde ha perdido su trabajo de jardinero, con la idea de llegar al pueblo natal de su madre, muy enferma, donde espera encontrar mejores condiciones para ambos. Pronto las cosas de torcerán dramáticamente y Michael K. se verá envuelto en una persecución implacable, con estancias en campos de trabajo, campamentos de refugiados, etc. de los que intentará tenazmente huir para refugiarse en la soledad y fundirse con la naturaleza, convertirse en “una piedra pequeña y dura, apenas consciente de lo que la rodea, arropada en sí misma y en su vida interior”. Su deseo tan simple de que le dejen en paz no parece que vaya a serle concedido, y una vez tras otra se verá enfrentado con la autoridad represora y la intolerancia social que no está dispuesta a aceptar su perseverante disidencia.
Toda la primera parte, el grueso de la novela, está redactado desde el punto de vista del mermado protagonista, y utiliza un estilo simple, seco y expeditivo, en un tono algo monocorde, sin énfasis en su crónica tremebunda; aquí no encontramos la densidad ni la elocuencia ni la erudición propias del autor, que se esfuerza en meternos en la mente de un Michael absorto ante acontecimientos que apenas comprende, dando voz a sus soliloquios erráticos. Pasan un montón de cosas, a las que asiste aturdido, la acción es incesante, y en los personajes que va encontrando es difícil hallar algún rasgo de humanidad ni bondad: todo a su alrededor es violencia y hostilidad, y cualquier atisbo de buena voluntad, estará contaminado de intenciones aviesas y oscuros instintos.
En la segunda parte hay un cambio brusco de narrador, que pasa a ser un médico de un centro de reeducación para desplazados o algo así, y que tratará de ayudarle en lo posible, desde una clara buena voluntad que tampoco llega a conmover a Michael, obstinado en su abulia. El estilo cambia, pasando a ser mucho más analítico y cultivado, ofreciéndonos una visión externa, “objetiva” del protagonista, incluso encontrando en su actitud rasgos de una cierta genialidad: “…un alma que ha tenido la bendición de no ser contaminada por doctrinas ni por la historia”.
Duro, despiadado, violento y deprimente, una vez más Coetzee da muestra de su poca confianza en la raza humana; habría que ser muy optimista para tenerla en ese contexto, y Coetzee, desde luego, no lo es.
8. Debols!llo.
Drama social
Sábado, 8 de febrero, 2020
Curioso que alguien haya dedicado tanto tiempo y dedicación a construir esta monumental novela gráfica con unos ingredientes tan nimios, intimistas, deprimentes, más propios, a priori, de una novela psicológica que de un cómic.
Tiene un desarrollo muy lento y detallado con el que va construyendo una ambientación espectral y desangelada, a base de viñetas muy paisajísticas con una progresión repetitiva y minimalista, que dan protagonismo a los lugares, a los espacios fantasmagóricos que transitan sus pocos personajes, estableciendo claros paralelismo entre ambos, lugares y personas.
Los hermanos Abe y Simon Matchcard llevan toda su vida viviendo y trabajado en la vivienda-oficina de Ventiladores Clyde, negocio antaño boyante, pero que tras una prolongada decadencia se ve obligado a cerrar.
A pesar de esos buenos tiempos pasados, Abe, quien en el primer capítulo nos describe profusa e irónicamente las máximas del oficio del buen comercial (“El arte de vender es el arte de cerrar una venta”), no es capaz de adaptarse a los cambios (empieza la época del aire acondicionado), le faltan el empuje y la intuición, y no consigue evitar la deriva irreversible de la empresa. Nos confiesa además, su falta de vocación para las ventas, lo que lo ha llevado a vivir siempre en una cierta impostura (“¿Qué fue lo que me impidió convertirme en un buen comercial? Muy fácil: la gente no me gustaba lo suficiente”). Peor aún su abúlico e impenetrable hermano Simon, coleccionista excéntrico de postales vintage sobre aberraciones de la naturaleza (frutas, hortalizas y peces gigantes) quien, tras un frustrante primer y último viaje de comercio que acaba en extravío místico, decide no ser apto para enfrentarse al mundo exterior y se autorecluye en la vieja casa familiar, al cuidado de su madre senil al principio, y de sí mismo y sus manías después. Abe asiste impotente al deterioro social y personal de Simon, intuyendo en su funesta trayectoria su propio destino.
No pasa mucho más: largos párrafos profundos, oscuros y poéticos, paseos errabundos por deprimidas zonas industriales, obsoletas zonas comerciales y parajes desoladores de la América rural (en realidad Canadá), y ensoñaciones sobre pequeños y luminosos detalles y momentos de un pasado que tampoco parece mucho mejor (“Que poder tienen los nombres (…) ahora, di el de una persona a la que ansiaras y que nunca consiguieras ¿sientes la punzada de su peso? No son meras palabras. No, son más bien llaves: llaves que de algún modo te devuelven a algún momento o lugar…”).
La soledad y la inadaptación son sus temas clave, y los lleva al extremo, dejando muy poco lugar a la esperanza ni a la ilusión; sin embargo, la experiencia de su lectura es toda una inmersión en ese su mundo grisazulado tan triste, tan lleno de nostalgia por lo no vivido ni entendido, de desconcierto vital, de insignificancia abrumadora y de árida introspección.
Salamandra. Un 8
Cómic depresivo
Martes, 4 de febrero, 2020
“Soy un disidente del sistema sexo-género. Soy la multiplicidad del cosmos encerrada en un régimen epistemológico y político binario…”
Paul B. es un conocido filósofo nacido en España, viajero infatigable y cosmopolita, comisario de arte y activista del movimiento queer, además de transexual y ex pareja de Virginie Despentes, quien le hace un cariñoso prólogo de su libro. Un personaje interesante, cultivado e inteligente, influyente y provocador, que tiene cosas que decirnos.
En esta colección de artículos escritos en itinerancia nos brinda un análisis lúcido de diferentes aspectos de la actualidad política, económica, social y cultural, muchas veces poniéndolos en relación con las problemáticas de género, y lanza una multitud de propuestas renovadoras, que van de lo razonable y hasta necesario a lo alocado y rompedor. Porque romper es lo que realmente propone: romper con el pasado, con lo establecido, una deconstrucción total, una demolición del sistema de valores capitalista de la sociedad actual, en manos de una oligarquía malintencionada y corrupta que utiliza el dogmatismo conservador y autoritario para perseverar en su dominio. Aún más, propone replantear las bases más profundas de la filosofía y la epistemología tradicionales basadas en premisas caducas, resetearlas para construir de cero y partiendo de la buena voluntad una sociedad más justa donde no exista la hegemonía masculina ni la diferencia sexual, donde no exista el binarismo “masculino-femenino”, que este no sea la escala de la diversidad de todas las posiciones y opciones sexuales. A partir de aquí, extiende esta idea de replanteamiento total a los demás aspectos del conocimiento y de la relación entre las personas, condenando duramente el ineludible y absolutamente implantado racismo estructural, los pujantes neofascismos, la violencia en todas sus facetas, la desigualdad social fomentada por las élites, el capitalismo voraz, imparable, nunca satisfecho. Y lo hace con un estilo brillante y opulento, a veces exigente y erudito, reflexionando sobre sesudos conceptos metafísicos, otras veces en tono más amable, ensayístico y divulgativo, tocando temas de actualidad, y muchas veces en tono entusiasta y exaltado -hay momentos en que entiendo que no hay que tomárselo al pie de la letra (“Deja a tu mujer por un caballo”)-, utilizando una forma de tipo experimental, con capítulos a base de variaciones sobre una palabra, o construidos con ocurrencias, aforismos y paradojas, continuamente entrelazando la crónica social con su tortuoso periplo autobiográfico y dejando paso ocasionalmente a momentos poéticos.
Entre lo sensato y lo osado, entre el corazón y la razón, entre la reflexión y la acción, entre lo razonable y lo pasado de vueltas, pero casi siempre valiente y necesario.
Y ahora, que hable él:
“El régimen de la hegemonía masculina y la diferencia sexual (…) son en el dominio de la sexualidad equivalentes a lo que el monoteísmo religioso fue en el ámbito teológico”
“Beauvoir, que fue (…) una de las primeras escritoras que rechazaron la idea de que existía una feminidad esencial…”
“…en la modernidad la fotografía y el cine funcionan como auténticas tecnologías del sexo y de la sexualidad: producen las diferencias sexuales y de sexualidad que pretenden representar”
“…reclama, para las personas con diversidad funcional motora, el derecho a la asistencia sexual…”
“Como el género, la nación no existe fuera de las prácticas colectivas que la imaginan y la construyen”
“La extrema derecha (…) pretende explicarnos que la solución a los problemas sociales o económicos vendría de la aplicación de técnicas de exclusión y muerte contra una parte de la población” (Esto es a lo que él llama Necropolítica)
“El plan de austeridad (…) la extensión de las técnicas neoliberales de confiscación perfeccionadas durante siglos en los territorios coloniales que ahora se despliegan sobre la vieja colonia.”
“La crisis de las hipotecas basura que se inicia en 2007 sirvió para justificar la mayor reestructuración política y moral del capitalismo global desde los años treinta”
“Como ha afirmado Gabriel Jaraba, la crisis catalana es “un experimento de alcance europeo cuya misión estratégica consiste en poner a prueba hasta qué punto la ciudadanía y las instituciones están dispuestas a tolerar una democracia autoritaria”.”
“A veces, sin que nadie me vea, me agacho y beso un gusano sabiendo que la intensidad de mi aliento acelerará también su pulso”.
Anagrama. Un 7.5.
Ensayo reivindicativo queer
Domingo, 2 de Febrero, 2020
La Yeonghye és una dona qui, segons el seu marit, no te res d´especial, ni cap atractiu, ni cap defecte gros, llevat que en cert moment decideix deixar de menjar carn. La seva família, entre la consternació i la histèria, tractarà per tots els mitjans, fins i tot la violència, que oblidi aquesta decisió, però només aconsegueixen empènyer-la cap a una aparent inestabilitat mental cada cop més irreversible.
Relatat des dels punts de vista successius del seu marit, desconsiderat i amb total falta d´empatia i de cap mena d´il.lusió (“El meu caràcter era més aviat insensible”), del seu cunyat, videoartísta excèntric que troba un irresistible atractiu, una fascinació salvatge i floral en la persona i l´actitud de la seva cunyada (“Aquella taca li feia pensar en una cosa prehistòrica, una cosa anterior al procés evolutiu o en un rastre de la fotosíntesi”), i de la seva abnegada germana, que es veu superada per l´obstinada i certament autodestructiva conducta de la Yeonghye (“Empesa per un sentiment de responsabilitat que no podia desatendre”), aquesta impactant novel.la sud-coreana em recorda força a l´ambient opressiu i malaltís de “Una cuestión personal”, de Kenzamburo Oe i al lletgisme oníric de “Eraser Head”.
El vegetarianisme en si mateix no és el tema central, sinó el rebuig passiu però inexorable de la protagonista envers els valors capitalistes, patriarcals i violents de la societat sud-coreana de l´actualitat que s´han anat imposant als principis més tradicionals de les cultures orientals, més espirituals i més igualitaris, i amb els que conviuen no sempre ben avinguts: el fet de menjar carn, per exemple, s´ha convertit en marcador de l´estatus social, i la discriminació de les dones, encara és un fet completament implantat i acceptat per tothom. La Yeonghye s´embarca en la seva lluita de resistència pacífica i silenciosa sense planificar-la, d´una manera visceral, irreflexiva que es torna exasperant pel seu entorn, portant-la a un aïllament que la conduirà a un procés de purificació, d´identificació amb els altres éssers vius, de dissolució en el tot i en el no-res: “Aspira a una metamorfosi radical que la converteixi en una entitat més pura”. El vegetarianisme és només el primer pas d´aquest procés de desintegració en la natura (“Molt aviat deixaré de parlar i de pensar”, “Tots els arbres del món semblen germans”) pel que pagarà un alt preu.
Està escrit amb un estil molt personal, d´una certa senzillesa i ingenuïtat, alternant tendresa i crueltat, ocasionalment impregnat d´un lirisme orgànic i colorista, que no lluminós, i un ambient claustrofòbic i desesperançat, que arrossega la resignació i la desil.lusió des del mateix començament.
El tema dels somnis m´avorreix una mica (em passa sempre), però tampoc no en fa un ús abusiu.
L´edició està molt cuidada i plena d´extres: pròleg, notes dels traductors, subtítols en l´idioma original, entrevista amb l´autora, etc.
:Rata_. 7.8.
Drama eco-existencial
Dissabte, 25 de Gener 2020
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Yeonghye es una mujer que, según su marido, no tiene nada especial, ni ningún atractivo, ni ningún defecto grande, salvo que en cierto momento decide dejar de comer carne. Su familia, entre la consternación y la histeria, tratará por todos los medios, incluso la violencia, de que olvide esta decisión, pero solo consiguen empujarla hacia una aparente inestabilidad mental cada vez más irreversible.
Relatado desde los puntos de vista sucesivos de su marido, desconsiderado y con total falta de empatía y de ningún tipo de ilusión (“Mi carácter era más bien insensible”), de su cuñado, videoartista excéntrico que encuentra un irresistible atractivo, una fascinación salvaje y floral por la persona y la actitud de su cuñada (“Aquella mancha le hacía pensar en una cosa prehistórica, una cosa anterior al proceso evolutivo o en un rastro de la fotosíntesis”), y de su abnegada hermana, que se ve superada por la obstinada y ciertamente autodestructiva conducta de Yeonghye (“Empujada por un sentimiento de responsabilidad que no podía desatender”), esta impactante novela surcoreana me recuerda bastante al ambiente opresivo y enfermizo de “Una cuestión personal”, de Kenzamburo Oe y al feísmo onírico de “Eraser Head”.
El vegetarianismo en sí mismo no es aquí el tema central, sino el rechazo pasivo pero inexorable de la protagonista hacia los valores capitalistas, patriarcales y violentos de la sociedad surcoreana de la actualidad que se han ido imponiendo a los principios más tradicionales de las culturas orientales, más espirituales y más igualitarios, y con los que conviven no siempre bien avenidos: el hecho de comer carne, por ejemplo, se ha convertido en un marcador del estatus social, y la discriminación de las mujeres, todavía es un hecho completamente implantado y aceptado por todo el mundo. Yeonghye se embarca en su lucha de resistencia pacífica y silenciosa sin planificarla, de una manera visceral, irreflexiva, que se vuelve exasperante para su entorno, llevándola a un aislamiento que la conducirá a un proceso de purificación, de identificación con los otros seres vivos, de disolución en el todo y en la nada: “Aspira a una metamorfosis radical que la convierta en una entidad más pura”. El vegetarianismo es sólo el primer paso en este proceso de desintegración en la naturaleza (“Muy pronto dejaré de hablar y de pensar”, “Todos los árboles del mundo parecen hermanos”) por el que pagará un alto precio.
Está escrito con un estilo muy personal, de una cierta sencillez e ingenuidad, alternando ternura y crueldad, ocasionalmente impregnado de un lirismo orgánico y colorista, que no luminoso, y un ambiente claustrofóbico y desesperanzado, que arrastra la resignación y la desilusión desde el mismo principio.
El tema de los sueños es un tema que me aburre un poco (me pasa siempre), pero tampoco hace un uso abusivo.
La edición está muy cuidada y llena de extras: prólogo, notas de los traductores, subtítulos en el idioma original, entrevista con la autora, etc.
Me lo temía. No es ninguna novedad que algunos galardones premian el potencial comercial por encima de otros valores más artísticos. Este es un ejemplo: Cercas, maestro del lenguaje y de la elocuencia, estudioso de la Historia y adalid de la autoficción, ofrece aquí su obra más convencional, apostando por el género policiaco con muy pocas concesiones (a la metaliteratura) y con toda la intención de llegar al gran público y de vender muchos libros.
La trama no está mal, para el que le guste el género, comenzando con un crimen truculento, para adentrarse después, por un lado, en los entresijos de la investigación, con sus pistas falsas y su intríngulis, y por otro, en el relato de la desdichada vida del protagonista: niñez traumática, drogas, cárcel, redención, excelencia. El problema es que todo resulta previsible (no voy a decir que descubrí de saque al asesino, pero se les ve el plumero…y hace alguna trampilla) y lleno de tópicos (el sufrido policía bruto sensible y solitario que siempre gana en todas las peleas, de moralidad intachable, métodos discutibles y obstinación irrefrenable -"…que encuentra su arraigo, su esperanza y su futuro en el apego intransigente a la causa de la ley"-); dejándome la impresión de que se ha impuesto una limitación por seguir de modo estricto los cánones del género, sin riesgo, sin trascendencia, sin originalidad ni demasiada gracia. Todo engrana con naturalidad, no puedo decir lo contrario: Cercas escribe muy bien, sabe hacer ameno lo que cuenta, pero falta profundidad, poesía y compromiso. Incluso el potencial sugestivo de su desolada localización, queda como mera excusa de fondo. Tampoco profundiza para nada en el contexto político-social, el conflicto catalán ("…convocado el plebiscito ilegal desde el gobierno autónomo, los mandos del cuerpo dieron a sus subordinados instrucciones soterradas pero suficientes de que no obedecieran a los jueces, o no demasiado, o no del todo."), como parece sugerir el aparato publicitario del libro, a pesar de que, por lo visto, Cercas sí ha manifestado sus algo airadas, y según mi opinión, voy a decirlo, improcedentes y desacertadas opiniones al respecto en numerosos medios de comunicación.
El lenguaje y su estilo son, por supuesto, muy solventes, fluidos y precisos, con tímidos destellos de virtuosismo ("pareció confundir con un consejo literal este sarcasmo admonitorio", "se deslizaba por la vorágine mental de un delicioso duermevela"), raptos de pseudoerudición para todos los públicos ("La mitad de un libro la pone el escritor, la otra mitad la pones tú", "Pascal dice que creer en Dios es una apuesta segura: si pierdes, no pierdes nada; si ganas, lo ganas todo…"), alguna anécdota histórica -o semi- curiosa ("los camellos que distribuían su droga le contaban con nostalgia que a principio de siglo todavía funcionaba (…) en las últimas casas baratas de la Zona Franca, el mayor supermercado de la droga de España, tal vez de Europa"), abundantes diálogos un poco coñazo, y poco más. Y en la temática se apoya en ingredientes llamativos pero tratados de forma superficial: es una novela policiaca que ofrece muy poco más que eso. Y eso no es lo que esperaba de él, a quien tengo en alta consideración.
Planeta. Un 6.
Policiaco comercial.
Miércoles, 22 de Enero, 2020
Potser el que més m'ha cridat l'atenció d'aquesta absorbent novel·la sigui la gran quantitat de ressorts que prem per implicar-nos amb les problemàtiques dels seus personatges i confrontar-nos a controvertits dilemes morals; la gran varietat de subtrames i motius amb què, no obstant això, construeix una obra consistent i cohesionada que, com en altres llibres seus que he llegit, pretén plantejar conflictes ètics incòmodes i espinosos, alhora que oferir un entreteniment culte i digne, i amb una mica de morbo.
Ens trobem amb una ucronia, una distopia del passat una mica capritxosa i local que ens situa en uns anys 80 en què els androides són ja una realitat, i tenim un tema principal, que es desenvolupa al voltant de l´accidentada convivència entre l´Adam, captivador robot pensador i poeta ("Jo he tingut sort de trobar bones raons per viure: les matemàtiques…,la poesia, i l´amor que sento per tu"), i el seu amo, Charlie, tipus dubitatiu i insegur, reflexiu, una mica mesquí de vegades, sense molt d'ofici ni benefici, però apassionat per la robòtica, raó per la qual adquireix un dels primers robots d´actitud i aparença humana quasi perfecta que es comencen a comercialitzar en aquell moment. Les variacions sobre aquestes qüestions ja donen per a molt (l´ètica dels robots, la superació de l´home per la màquina, etc.), però en McEwan, com en altres ocasions, ens sorprèn amb desviaments inesperats, potser innecessaris, que ens porten per altres camins que es revelen de sobte igualment atractius, polèmics i estimulants. Així, ens relata profusament la història d'amor estrany de Charlie amb la misteriosa Miranda, amb l´emprenyador Adam pel mig; es recrea amb la sòrdida història de venjança i redempció que sembla amagar la Miranda; ens descol.loca amb la irrupció d'un pobre nen maltractat a qui la parella tracta d'ajudar; ens avorreix una mica amb el relat de les circumstàncies polítiques i socials que esdevenen en aquest passat alternatiu (un tema del qual no treu gaire profit); ens ofereix el retrat ficcionat d'algun personatge històric interessant com l´Alan Turing (polifacètic matemàtic i pioner en la Intel·ligència Artificial), i fins i tot ens regala una entretinguda trama patibulària.
A partir de tot això, d'aquesta àmplia varietat temàtica amb un desenvolupament argumental ric i complex, l'autor ens delecta amb observacions enginyoses ("Com tota cavil.lació d´un insomne, l´essència era la repetició"), reflexions brillants i profundes ("…cap al futur incontrolable que ens estàvem construint, en el qual potser acabaríem dissolent la nostra identitat biològica"), erudició filosòfica i literària assequible i un punt sarcàstica ("…he estat pensant una mica en el misteri del jo. Hi ha qui diu que és un element o procés orgànic que tenim incrustat a les estructures neuronals. Altres insisteixen a considerar-lo una il.lusió, una conseqüència de les nostres tendències narratives."), diàlegs dinàmics, de gran vivesa i expressivitat ("Recordes el poema que et vaig escriure i que començava dient ¨L´amor il.lumina¨? -No. -Continuava així: ¨Fins a l´ultim racó de foscor.¨ -M´és igual."), cites memorables ("Pots triar el que desitges, però no ets lliure de triar els teus desitjos"), un humorisme subtil i intel·ligent ("Mirarem enrere i ens meravellarem de la traça amb què, temps enrere, la gent descrivia les seves pròpies mancances, teixia faules brillants i fins i tot optimistes a partir dels seus conflictes, les seves ineptituds monstruoses i la seva incomprensió mútua") i una prosa experta i madura que sustenta perfectament el gran assortiment d'emocions contraposades que desperta aquesta lectura, d´un cert pessimisme pervers i entremaliat.
Sembla que s´està convertint en tot un best-seller: tant de bo tots els best-sellers fossin tan bons com aquest.
Anagrama. 8.5.
Ciència-ficció.
Dissabte, 18 de Gener, 2020
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Quizás lo que más me ha llamado la atención de esta absorbente novela sea la gran cantidad de resortes que acciona para implicarnos con las problemáticas de sus personajes y confrontarnos a controvertidos dilemas morales; la gran variedad de subtramas y motivos con los que, sin embargo, construye una obra consistente y cohesionada que, como en otros libros suyos que he leído, pretende plantear conflictos éticos incómodos y espinosos, a la vez que ofrecer un entretenimiento culto y digno, no exento de morbo.
Nos encontramos con una ucronía, una distopía del pasado un poco caprichosa y local que nos sitúa en unos años 80 en que los androides son ya una realidad, y tenemos un tema principal, que se desarrolla alrededor de la accidentada convivencia entre Adam, cautivador robot pensador y poeta ("Yo he tenido suerte de encontrar buenas razones para vivir: las matemáticas…,la poesía, y le amor que siento por ti"), y su amo, Charlie, tipo dubitativo e inseguro, reflexivo, un poco mezquino a veces, sin mucho oficio ni beneficio, pero apasionado por la robótica, razón por la cual adquiere uno de los primeros robots de actitud y apariencia humana casi perfecta que se empiezan a comercializar en aquel momento. Las variaciones sobre estas cuestiones ya dan para mucho (la ética de los robots, la superación del hombre por la máquina, etc.), pero McEwan, como en otras ocasiones, nos sorprende con desvíos inesperados, quizás innecesarios, que nos llevan por otros derroteros que se revelan de repente igualmente atractivos, polémicos y estimulantes. Así, nos relata profusamente la historia de amor extraño de Charlie con la misteriosa Miranda, con el puñetero de Adam de por medio; se recrea con la sórdida historia de venganza y redención que parece esconder Miranda; nos descoloca con la irrupción de un pobre niño maltratado a quien la pareja trata de ayudar; nos aburre un poco con el relato de las circunstancias políticas y sociales que acontecen en este pasado alternativo (un tema del cual no saca mucho provecho); nos ofrece el retrato ficcionado de algún personaje histórico interesante como es Alan Turing (polifacético matemático y pionero en la Inteligencia Artificial), e incluso nos regala una entretenida trama patibularia.
A partir de todo esto, de esta amplia variedad temática con un desarrollo argumental rico y complejo, el autor nos deleita con observaciones ingeniosas ("Como toda cavilación de un insomne, la esencia era la repetición"), reflexiones brillantes y profundas ("…hacia el futuro incontrolable que nos estábamos construyendo, en el cual quizás acabaríamos disolviendo nuestra identidad biológica"), erudición filosófica y literaria asequible y un punto sarcástica ("…he estado pensando un poco en el misterio del yo. Hay quién dice que es un elemento o proceso orgánico que tenemos incrustado a las estructuras neuronales. Otros insisten en considerarlo una ilusión, una consecuencia de nuestras tendencias narrativas."), diálogos dinámicos, de gran viveza y expresividad ("¿Recuerdas el poema que te escribí y que empezaba diciendo ¨El amor ilumina¨? -No. -Continuaba así: ¨Hasta el último rincón de oscuridad.¨ -Me da igual."), citas memorables ("Puedes elegir lo que deseas, pero no eres libre de elegir tus deseos"), un humorismo sutil e inteligente ("Miraremos atrás y nos maravillaremos de la traza con que, tiempo atrás, la gente describía sus propias carencias, tejía patrañas brillantes e incluso optimistas a partir de sus conflictos, sus ineptitudes monstruosas y su incomprensión mutua") y una prosa experta y madura que sustenta perfectamente el gran surtido de emociones contrapuestas que despierta esta lectura, de un cierto pesimismo perverso y travieso.
Parece que se está convirtiendo en todo un best-seller; ojalá todos los best-sellers fueran tan buenos cómo este.
En esta segunda parte de la trilogía, nos encontramos a Vernon Subutex (simpático ex-propietario de una mítica tienda de discos venido a menos) reconvertido en una especie de apóstol homeless, en quien el resto de personajes que lo ayudaban o perseguían en la primera entrega creen ver una figura mesiánica, un gurú del underground. El inusitado y repentino interés de todos ellos por la recuperación de las cintas con los desvaríos y revelaciones que el fallecido cantante Alex Bleach desgranó ante Vernon en las noches de excesos previas a su muerte, sirve como elemento cohesionador de esos personajes al límite, que se ven extrañamente magnetizados por el dj de Hamelín en que se ha convertido Subutex, tras el proceso de purificación y epifanía al que le ha conducido inesperadamente su desahucio.
Descartado ya el factor sorpresa que causaban los exabruptos y ácidas sentencias de Despentes en la primera parte, se mantiene aquí el interés gracias al agudo estudio de esas personalidades disfuncionales, marginales, y/o caídas en desgracia (transexuales, cocainómanos, estrellas del porno, viejos rockeros, fachas, prostitutas, maltratadores, mendigos,…) que dan forma a esta novela coral urbana, en la que los monólogos interiores de sus personajes desde sus propias perspectivas, dan pie a todo tipo de reflexiones sobre la sociedad ultracapitalista y deshumanizada -que persiguen obstinadamente la provocación y la crítica político-social-, a comentarios llenos de ironía y mala leche ("Gaëlle siempre ha odiado a los punks con perros. No le gusta la suciedad, la dejadez, y por principio no habla a gente con barba"), y a algunos momentos de despiporre místico-hedonista.
A través de sus múltiples personajes, despotrica fuertemente contra la injusticia social y la desigualdad ("Así que este era el secreto del dinero: sentir bastante espacio para permitirse movimientos del alma"), contra la manipulación de la oligarquía que fomenta el odio y el fascismo ("Han conseguido que el ciudadano sin patrimonio renuncie a todos sus derechos a cambio de tener acceso a la nostalgia de su imperialismo") para perpetuar su dominio, sirviéndose de la estigmatización del diferente ("…es un velo, joder, acabaréis poniéndooslo") y de las políticas del miedo ("Van a tener que librarse de ellos, y las élites cuentan con el pueblo para hacer el trabajo sucio"). También tiene un peso importante el feminismo, un feminismo combativo ("Si los tíos tuvieran la regla, la industria habría inventado hace tiempo una manera de protegerse de alta tecnología, algo digno…) pero no siempre malcarado, sino también en ocasiones lúdico y festivo, con celebración de la diversidad y bastante humor ("Los egos funcionan como las pollas: no hay conciencia que pueda evitar que se empalmen).
Otros temas que ya aparecían en la primera parte son la música (un poco trasnochada ya a veces -esperaba algo más de ti, Vernon-), el cine de autor ("…en cuanto aparece un Renault en una película, ya sabemos que vamos a aburrirnos como una ostra"), el uso y el abuso de las drogas, y la libertad y variedad de las opciones sexuales, desde una óptica desinhibida y bastante frenética (aunque también esperaba algo más de salseo).
Su estilo huye de todo lirismo y pretensión retórica para adoptar en todo momento un tono directo, solvente, enérgico y maldicente. Lenguaje coloquial, frases cortas, diálogos afilados y adjetivación escasa, escueta y precisa ("se equivocó en todos los ámbitos, con un afán siniestro y meticuloso").
Random House. 7.5.
Crónica urbana desmadrada.
Jueves 9 de Enero, 2020
“serán ceniza, mas tendrá sentido”
Novel·la bella i trista en què l´autor fa una crònica de la seva història d´amor prohibit, alhora que una reflexió més general sobre l´amor de parella, sobre els seus goigs i els seus paranys, sobre el record enganyós i la memòria capciosa. Està estructurada en tres parts, que podrien representar-se com les fases d´un incendi (espurna amb ignició violenta-autodestrucció-brases), però amb freqüents salts temporals, on la memòria juga un paper crític.
A la primera part, en Paul (19 anys) coneix la Susan (de 48) en el club de tenis i inicien una relació, innocent i abassegadora al principi, que els enfronta al seu context familiar i social. La segona part comença amb la fugida dels protagonistes (“…de com vau fugir fent honor a la tradició dels amants”) per iniciar una precària vida en comú que aviat es veurà dramàticament malmesa, sobretot, per la creixent i agònica addicció d´ella a l’alcohol. En la tercera part, en Paul, ja un home madur i desenganyat, relata les raneres de la seva passió, ja apaivagada però profundament arrelada, i la influència que aquest primer i únic amor va tenir al llarg de la seva vida, buscant reconciliar-se amb el seu passat (“…quan ets jove, no li deus res al futur, en canvi, quan ets gran, tens un deure amb el passat. Amb allò que no pots canviar”),i diluïr-se en una mena d´asèpsia sentimental.
El protagonista és un personatge paradoxal: des del principi se´ns apareix com prematurament assenyat, pràctic, poc donat a romanticismes i idealitzacions, una mica gris i desapassionat en tot, però per contra, tota la seva història és la d´un amor pur i generós, voraç i devastador; un amor que és tot menys pragmàtic. El personatge d´ella em resulta tendre i commovedor (“On has estat tota la meva vida?”), i igualment contradictori: conjuga el valor i la feblesa; la maduresa amb ingenuïtat i inexperiència; la serenor amb la follia (“Li podria explicar coses sobre ell que li farien posar els cabells de punta”); l´optimisme vibrant amb la incapacitat de gaudir la vida…potser les característiques que creiem més essencials en una persona no ho son tant, poden canviar, mutar? A la segona part, deixa clar que la terrible addicció que pateix la Susan la canvia totalment, i en Paul ja no és capaç de trobar en ella allò que el va enamorar.
La cronologia de la història no és tan important com la profunda reflexió sobre el amor que comparteix el protagonista, amb una anàlisi en profunditat dels moments clau de la seva relació, i que està tan plena de moments de bellesa i esperança com de tristesa i desolació (“De vegades veus una parella i semblen mortalment avorrits l´un de l’altre, i no veus què podrien tenir en comú ni per què encara viuen junts. Però no és pas per costum, conformisme, convencionalisme, ni res d´això. És perquè, en altres temps, van tenir la seva història d´amor.”). També posa en qüestió el paper de la memòria, de la seva reconstrucció del passat imperfecta i selectiva.
No havia llegit res encara d´aquest home; no se dir si és característic d´ell aquest estil, d´un cert distanciament (accentuat pel canvi de punt de vista, a segona i a tercera persona) i un humor amarg i fred, un punt antipàtic i impertinent, amb la palesa intenció d´explicar-se, de justificar-se, de fer-se entendre, mitjançant una contínua interpel·lació al lector, com desafiant-lo, o si és un recurs per il·lustrar la candorosa insolència de la joventut, o el seu desig de ser…absolt?
Una obra dura, sense gaires concessions, ni respostes a res, alhora visceral i reflexiva, sincera i intel·ligent, amb alguns moments de profunda bellesa i emotivitat: la cara i la creu de l´amor.
Angle editorial. Un 8.
Amor i memòria.
Dilluns, 30 de Desembre, 2019.
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Novela bella y triste en que el autor hace una crónica de su historia de amor prohibido, al tiempo que una reflexión más general sobre el amor de pareja, sobre sus gozos y sus trampas, sobre el recuerdo engañoso y la memoria capciosa. Está estructurada en tres partes, que podrían representarse como las fases de un incendio (chispa con ignición violenta-autodestrucción-brasas), pero con frecuentes saltos temporales, donde la memoria juega un papel crítico. .
En la primera parte, Paul (19 años) conoce a Susan (de 48) en el club de tenis e inician una relación, inocente y arrolladora al principio, que les enfrenta a su contexto familiar y social. La segunda parte comienza con la huida de los protagonistas ( "... de cómo voy huir haciendo honor a la tradición de los amantes") para iniciar una precaria vida en común que pronto se verá dramáticamente dañada, sobre todo, por la creciente y agónica adicción de ella al alcohol. En la tercera parte, Paul, ya un hombre maduro y desengañado, relata los estertores de su pasión, ya apaciguada pero profundamente arraigada, y la influencia que este primer y único amor tuvo a lo largo de su vida, buscando reconciliarse con su pasado ( "... cuando eres joven, no le debes nada al futuro, en cambio, cuando eres mayor, tienes un deber con el pasado. Con lo que no puedes cambiar"), y diluirse en una especie de asepsia sentimental.
El protagonista es un personaje paradójico: desde el principio se nos aparece como prematuramente sensato, práctico, poco dado a romanticismos e idealizaciones, algo gris y desapasionado en todo, pero por el contrario, toda su historia es la de un amor puro y generoso, voraz y devastador; un amor que es todo menos pragmático. El personaje de ella me resulta tierno y conmovedor ( "Dónde has estado toda mi vida?"), e igualmente contradictorio: conjuga el valor y la debilidad; la madurez con ingenuidad e inexperiencia; la serenidad con la locura ( "Le podría contar cosas sobre él que le pondrían los pelos de punta"); optimismo vibrante con incapacidad de disfrutar la vida ... ¿quizás las características que creemos más esenciales en una persona no lo son tanto, pueden cambiar, mutar? En la segunda parte, deja claro que la terrible adicción que sufre Susan la cambia totalmente, y Paul ya no es capaz de encontrar en ella lo que le enamoró.
La cronología de la historia no es tan importante como la profunda reflexión sobre el amor que comparte el protagonista, con un análisis en profundidad de los momentos clave de su relación, y que está tan llena de momentos de belleza y esperanza como de tristeza y desolación ( "A veces ves una pareja y parecen mortalmente aburridos el uno del otro, y no ves que podrían tener en común ni por qué todavía viven juntos. Pero no es por costumbre, conformismo, convencionalismo, ni nada de esto . Es que, en otros tiempos, tuvieron su historia de amor. "). También pone en cuestión el papel de la memoria, de su reconstrucción del pasado imperfecta y selectiva.
No había leído nada todavía de este hombre; no se decir si es característico de él este estilo, un cierto distanciamiento (acentuado por el cambio de punto de vista, a segunda y tercera persona) y un humor amargo y frío, un punto antipático e impertinente, con la patente intención de explicarse, de justificarse, de hacerse entender, mediante una continua interpelación al lector, como desafiándolo, o si es un recurso para ilustrar la candorosa insolencia de la juventud, o su deseo ser ... absuelto?
Una obra dura, sin muchas concesiones, ni respuestas a nada, a la vez visceral y reflexiva, sincera e inteligente, con algunos momentos de profunda belleza y emotividad: la cara y la cruz del amor.