Profesiones de ayer

En esta nueva sección, quisiéramos que dejarais constancia de aquel viejo oficio que tenía vuestro abuelo, vuestro tío, algún familiar.

No queremos que sea una enciclopedia de oficios casi extintos.

Queremos que sea tu memoria y tu nostalgia de aquellos oficios u ocupaciones, que alguien muy querido para ti tenía.

Empezamos la sección con la aportación de Justo Urbano en recuerdo de su abuelo

El resinero: una profesión tradicional de Castilla y León

Un pequeño Homenaje a la Memoria de mi abuelo Leocadio Heredero, Resinero de profesión.

Dedicado a todos los Resineros que hubo en San Cristóbal de Cuéllar y otros pueblos de Castilla y León, por Justo Urbano Heredero.

INTRODUCCIÓN:

Cuando me planteé la idea de realizar este pequeño homenaje que no trabajo extenso y científico de esta profesión, me vinieron a la cabeza muchas imágenes vividas con mi abuelo cuando era pequeño, así como anécdotas e historias que él me contaba en su regazo .y sobre todo lo que más recuerdo son los viajes al pinar a por piñas, roña y leña para la lumbre de casa, ambos montados a lomos de su burro y yo escuchándole ensimismado, acompañados y vigilados de cerca por su pequeña perrita (pelusa).

Otra imagen que tengo grabada en mi memoria es cuando llegaba a casa anochecido con su mono de trabajo, descalzo pues él siempre iba así por el pinar y las manos ennegrecidas por la miera.

El hablar de una profesión ya prácticamente desaparecida, algún resinero queda, prácticamente todos jubilados o dedicados a otras labores y que fue parte de un oficio tradicional por estas tierras durante años y por lo tanto parte de su cultura, no me es fácil, ya que muchas historias de las aprendidas con mi abuelo, las mezclo y por miedo a dejarme algo fuera del tintero he tenido que recurrir a la consulta bibliográfica como apoyo sobre todo para no equivocarme en la terminología.

La profesión de resinero

Cabe reseñar que la extracción de la resina del pino, fue durante muchos años

una actividad profesional importante en muchos pueblos sobre todo en la zona de Castilla La Vieja (actualmente Comunidad de Castilla-León), y significó una fuente de ingresos para muchas familias, naciendo con ellos una cultura importante incluso resulta curioso que manejaban una terminología muy peculiar.

Coincidiendo con las primeras luces del alba comenzaba el trabajo del resinero, la temporada de de la resina comenzaba más o menos a primeros del mes de marzo, tocaba madrugar ya que el recorrido que tenía que hacer era largo, tenían asignados miles de pinos a los cuales tenían que dar una vuelta como recuerdo que lo denominaba.

La Resina:

Se trata de una sustancia pastosa, que en ocasiones sale al exterior de manera espontánea y otras veces sale por cortes que se efectúan en la corteza de los pinos, que era lo más habitual.

El jugo segregado al exterior por los pinos, se oxida, cristaliza y se mezcla con impurezas del exterior, formando lo que se conoce como miera.

Al hecho de extraer la resina que se encuentra en el interior de los pinos se le denomina resinación.

La Resinación:

Como primer paso, a los pinos se les hacía un corte que se denominaba desroñe, es decir retirar la roña, que no es otra cosa que la corteza del árbol, se realizaba desde abajo hacía arriba con un hacha o hachón, para dejar liso la superficie de corte utilizaba una herramienta denominada “alisador”.

En la zona donde se había hecho el desroñe se practicaban incisiones para hacer fluir la resina, para esto se utilizaba un hacha de pegueros también denominado desroñe, pica, azuela o escoda.

Cuando el resinero tenía que efectuar incisiones sobre las más bajas se ayudaba de una escala para poder llegar más alto, esta acababa casi siempre en punta para poderla fijar mejor al suelo.

Por debajo de la hendidura hecha en el tronco del pino, se colocaba una placa fina de hierro o cinc que se clavaba con una maza de madera con una forma similar a una media luna y que actualmente se puede ver en algunos pinares, por esta placa escurría la miera hasta una pequeña maceta de barro denominada “pote”.

El corte se realizaba de tal manera que no dañara en gran medida la madera y tenía aproximadamente unos 12 cm de anchura.

La resina vertida en los potes, se recogía en un cubo de madera o lata con asas ayudados por una pequeña pala que servía para echarla en unas tinajas incluso se utilizaron latas de buen tamaño para después vaciar estas en unas cubas que se encontraban junto a accesos por donde entraban y salían los camiones encargados de transportar la resina a las fábricas.

De estas tinajas o cubas puestas directamente al fuego se obtenía pez y aguarrás, también se obtenía esencia de trementina, de la transformación de la resina se obtenían también entre otras cosas barnices, jabones, etc.

La recogida de la miera se realizaba entre cuatro y cinco veces durante toda la campaña, que ya comenté anteriormente comenzaba a primeros de marzo y finalizaba a últimos de octubre primeros de noviembre.

Sirva este pequeño y corto homenaje a esta profesión para que futuras generaciones no pierdan parte de la cultura y de las tradiciones.

Allá va la despedida

la que echan los resineros

que con la escoda en la mano

van derramando salero.

Bibliografía consultada:

  • Hernández Muñoz Lázaro- El antiguo Oficio de Resinero. Hojas Divulgativas. Núm. 2116HD. Ministerio de Agricultura, Pesca y alimentación.
  • Jiménez Pilar. Periódico alerta. Resinar el Pino Integral. Reportaje publicado el 29/7/1996.



El pastor, por Mariano Sanz Zarzuela

El pastor es un hombre sencillo, humilde, honrado, que vive en su casa con su mujer y sus hijos, curtido por las inclemencias del tiempo dada su profesión.

Todos los días, muy temprano, con su perro, su cayado y su zurrón cargado con lo necesario, acude a los corrales de la casa de dueño de las ovejas para recogerlas y llevarlas a pastar al campo. A veces, él es el propietario de las mismas.

La raza de las ovejas que había en el pueblo, solía ser la churra. Es una oveja muy lechera dando aproximadamente un litro cada una al día.

La labor del perro es fundamental para el pastor. Le ayuda a conducir el rebaño de sus ovejas por veredas y caminos hasta llegar a la zona de pastoreo sin que se salgan del grupo ni se vayan a los sembrados. Pasado el día en el campo, el pastor regresa con sus ovejas y el perro a la casa del dueño para encerrarlas en los corrales hasta el día siguiente.

Cuando comienza la paridera de las ovejas, el pastor debe tener especial cuidado para que cada cordero que nace esté al lado de su madre, la oveja. Ésta berrea y grita y el cordero también hasta que se reconocen y encuentran y el cordero mama de su madre.

Cuando el cordero está criado sólo con la leche de la madre se llama cordero lechal. Cuando alcanza un peso de unos 10 kilos en vivo, los machos se venden al carnicero para su sacrificio. Las corderas hembras, se destetan, se separan de las madres y sirven para reponer la ganadería.

Otra tarea del pastor es el ordeño. Se hace a las ovejas que no tienen criando corderos. Todos los días, oveja tras oveja, y a mano, se sacaba la leche de la mama de la oveja a una olla de barro. Doce ovejas daban leche para un kilo de queso que previa una fermentación, se convertía en cuajada. Se apretaba con unos cintos de paja redondos que se colocaban sobre una tabla de madera, se ponían encima unas piedras preparadas para prensar los cinchos. Se colocaba un paño blanco y se vertía la cuajada, apretándola para reducir su volumen y que soltara el suero para después, en la lumbre de la cocina, sacar el requesón. El queso con las piedras encima se tenía unos días y después se separaba el queso para su secado en el sobrado de las casa.

A la entrada del verano se produce el esquileo de las ovejas para quitarles la capa de lana que cubre su cuerpo. Una por una procede el pastor al corte del pelo (la lana) que tienen con una tijeras grandes. Posteriormente se introdujeron máquinas esquiladoras y, más tarde, incluso eléctricas.

Cuando escaseaban los pastos para las ovejas en el pueblo, pasado el mes de mayo, y tras el esquileo, las ovejas y el pastor se trasladaban al monte donde pasarían la temporada de verano pastando. Allí había un corral, un cobertizo para guardar las ovejas de las inclemencias del tiempo y un chozo cubierto, con una colchoneta y leña para el pastor. Allí dormía el pastor con las ovejas, al raso y a merced del tiempo, del frío y la lluvia.

Pasado el verano vuelven las ovejas y el pastor a los corrales del pueblo.