En HONOR Al
Sagrado Corazón
y a
La Preciosísima Sangre
de Nuestro Señor Jesucristo
El Reino del FIAT Divino
En HONOR Al
Sagrado Corazón
y a
La Preciosísima Sangre
de Nuestro Señor Jesucristo
El Reino del FIAT Divino
Cada enseñanza es un Latido de Amor Divino de Jesús para cada criatura
Latido
De Amor Divino
Ofrecimiento 32°
Vol. 1-2 (54)
"La ingratitud fue la espina más punzante que me traspasó el corazón desde mi concepción hasta el último instante de mi Vida, hasta mi muerte. Mira mi corazoncito, está herido y gotea sangre. ¡Qué pena! ¡Qué dolor siento! Hija mía, no seas ingrata; la ingratitud es la pena más dura para tu Jesús, es cerrarme en la cara las puertas para dejarme afuera, aterido de frío"
El Reino del FIAT Divino
Jesús,
con nuestra atención y fidelidad damos éste ofrecimiento a la Santísima Trinidad en Honor a Tu Sagrado Corazón y a Tu Preciosísima Sangre; y Tu, en nuestro palpitar recibe nuestras alegrías y amor con tu Voluntad por la Vida Divina que nos enseñas para vivir Contigo, por Ti y en Ti. Sea esta, correspondencia ante el amor no correspondido por la Ingratitud de las criaturas.
Fiat.
Amor no correspondido y herido por la ingratitud de las criaturas
(54) 7º.- La voz interior continuaba: “Hija mía, no me dejes solo en tanta soledad y en tanta oscuridad, no salgas del seno de mi Mamá para que veas el séptimo exceso de mi Amor.
Escúchame, en el seno de mi Padre Celestial Yo era plenamente feliz, no había bien que no poseyera, alegría, felicidad, todo estaba a mi disposición; los ángeles reverentes me adoraban y estaban a mis órdenes. Ah, el exceso de mi Amor, podría decir que me hizo cambiar fortuna, me restringió en esta tétrica prisión, me despojó de todas mis alegrías, felicidad y bienes para vestirme con todas las infelicidades de las criaturas, y todo esto para hacer el cambio, para dar a ellas mi fortuna, mis alegrías y mi felicidad eterna. Pero esto habría sido nada si no hubiera encontrado en ellas suma ingratitud y obstinada perfidia. Oh, cómo mi Amor eterno quedó sorprendido ante tanta ingratitud y lloró la obstinación y perfidia del hombre. La ingratitud fue la espina más punzante que me traspasó el corazón desde mi concepción hasta el último instante de mi Vida, hasta mi muerte. Mira mi corazoncito, está herido y gotea sangre. ¡Qué pena! ¡Qué dolor siento! Hija mía, no seas ingrata; la ingratitud es la pena más dura para tu Jesús, es cerrarme en la cara las puertas para dejarme afuera, aterido de frío..."
Fiat Divina Voluntad
Catecismo
El Corazón del Verbo encarnado
478 Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo [...] de aquel amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pío XII, Enc. Haurietis aquas: DS, 3924; cf. ID. enc. Mystici Corporis: ibíd., 3812).