William Butler Yeats

El valle del cerdo negro

Cae el rocío lentamente y los sueños se agolpan: lanzas desconocidas

se entrecruzan de pronto ante mis ojos despiertos por el sueño,

y entonces el fragor de jinetes caídos y los gritos

de ejércitos ignotos que perecen resuenan en mi cabeza.

Nosotros, los que trabajamos junto al crónlech en la ribera,

el gris túmulo en la colina, cuando el día naufraga, anegado en rocío,

hastiados ya de los imperios de este mundo, nos inclinamos a tus pies,

señor de las estrellas fijas y de la puerta llameante.