Marosa Di Giorgio

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Papá.

Cuando nos llevabas alzadas!

A Nidia y mí.

Con vestidos rojos, granates, recién hechos; los rostros, casi iguales, bajo el plumón castaño.

No sé qué habrán dicho los vecinos, las magnolias, la lluvia del sur que volaba lejos. La celeste tarde nos miró pasar abrazados.

Todas las estrellas del porvenir brillando juntas.

Pero yo ví esconderse una cosa. Y nada dije.

Un signo en el horizonte.

Unas orejas entre las hojas.

Un gallo volaba al revés, la espalda para abajo.