Marosa Di Giorgio

La naturaleza de los sueños

Al alba bebía la leche, minuciosamente, bajo la mirada vigilante de mi madre; pero, luego, ella apartaba un poco, volvía a hilar la miel, a bordar a bordar, y yo huía hacia la inmensa pradera, verde y gris.

A lo lejos, pasaban las gacelas con sus caras de flor; parecían lirios con pies, algodoneros con alas. Pero, yo sólo miraba a las piedras, a los altos ídolos, que miraban a arriba, a un destino aciago.

Y, qué podía hacer; tenderme allí, que mi madre no viese, que me pasara, otra vez, aquello horrible y raro.