Marosa Di Giorgio
Había nacido con zapatos. Rojos, finos, de taco alto...
Había nacido con zapatos. Rojos, finos, de taco alto,
que fueron la desesperación de todos los que vivimos juntos en aquel tiempo.
Y en la cara tenía varias dentaduras, y lentes celestes como el fuego.
Al pasar, por la tarde, parecía el ángel de la devoración con pie punzó.
Mas, en realidad, amó la luz solar. Comía guindas, llevándose una a cada boca.
Y sentía temor y amor hacia el Maestro Tigre que llegaba en la noche a buscar doncellas.
Y nunca la eligió.