Marosa Di Giorgio

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En el vaso, las moras dejaban correr su vino dulce y negro, y más abajo, las hojas, como papel seco y pálido, caían y caían, y más moras y más hojas. No sé por qué, ellas invocaban, y convocaban, a casi todas las primas y amigas de mi madre: a Virginia y a Rosaura, a Isabel; a Ana y Flor de Lis. Éstas aparecían en persona o en retrato, toda vez que hubiera moras en los vasos.