Los Genetos


Hoy en día tienen de todo pero la zona está cambiada: hay más gente, está más fabricada con urbanizaciones. Así, han pasado de no tener centro ciudadano y reunirse en garajes o salones prestados a crear asociaciones de vecinas/os y otras sólo de mujeres. Se lamentan que las personas residentes más recientes no luchan por el barrio cuando ellas antes, en sus protestas, iban para que no detuvieran a los hombres, salían directas de las cocinas a cortar la carretera porque estaban asfaltando y pasaban camiones con más tonelaje del debido, e incluso iban a los plenos municipales y zapateaban para hacer ruido en señal de protesta. De esta manera arreglaron estos y otros problemas como que pudiera acceder la ambulancia, el de la basura en Montaña Pacho o la puesta a punto de su colegio, que tuvieron que limpiar y colocar el mobiliario ellas mismas para que abriera en fecha cuando era competencia de la consejería correspondiente. Heroínas con delantales como capas … Pero todavía se duelen de más carencias, entre ellas una personal debido a la pérdida de una vecina comprometida y entrañable: “se echa de menos una Lola, si ella estuviera tendríamos ascensor en el centro, tendríamos muchas cosas que necesitamos en el pueblo”. El legado de estos movimientos siempre el mismo: la unión, la compañía y el aprendizaje compartidos en un ambiente de sororidad y solidaridad. Los piques entre San Bartolomé y San Miguel quedan para otro tipo de rivalidades.

Ambos núcleos celebran el Día de La Milagrosa pero lógicamente no el de sus respectivos patrones. En el primero de ellos las fiestas de esa virgen se han venido realizando en la plaza siendo cargada su figura por las mujeres solteras. Porque la iglesia se abría por las fiestas y de resto se mantenía cerrada: “ni misas ni entierros ni nada”; eso obligaba a ir a Santo Domingo en el casco. Al menos las festividades sí venían acompañadas de bailes. En el caso del segundo ya había de por sí bailes los domingos en la Sociedad Unión Cultural. También estaba la Sociedad de Baile gestionada por un “rematador de montes” que además tenía cantina, terreno para luchadores y cosechaba vino. La privada, Sociedad Domingo Bello, llegó a contar con una tribuna hecha de bidones y tablones como escenario para tocar música. Los juegos de baraja sólo se desarrollaban entre hombres. Podía haber partidas todas las noches. Otras fiestas citadas, aunque implicaran ir a La Laguna, son las del Corpus, Semana Santa, El Cristo y San Benito. Una actividad lúdica pero no-religiosa consistía en ir los domingos al cine en la calle de La Carrera. Claro que ir desde estos lugares, como por ejemplo también El Sobradillo, de pocas casas y un camino sin asfaltar que cuando llovía “eso era horrible” porque se formaban charcos de agua y había tramos en que era casi barranco, con una pared de piedra por un lado y por otro, no era lo mismo que ahora … Sobre todo si se iba caminando.

Las lluvias podían dejar consecuencias graves dado el estado de las infraestructuras, también las domésticas. Todavía recuerdan la inundación de ventas y de algún “dornajo1 de cabras tras unas fuertes lluvias de un cuatro de mayo “terrorífico” durante las cuales, en tan sólo veinte minutos cayeron unas “bimbas” (granizo) como de una “cuartilla” (1 kg.) y medio “almud2 (2 kg.) y tanta agua que dejaron a los cochinos flotando y los pollitos ahogados durante tres o cuatro días. Si había gallineros hechos con tablas porque costaba menos, arriba de casas que tenían ganado en piezas contadas: dos vacas para arar y dos vacas para leche, con ese cuarto que podía ser para becerros (la cría de la vaca) esperando a vender los machos cuando fuera oportuno mientras que las hembras se dejaban para ir renovando, acompañados a lo mejor de mula, conejos, baifos, …, y los higos se depositaban en el “pasero3 de picón -higos que se podían cambiar por aceite o azúcar o bien venderlos-, realmente cualquier pérdida contaba. En Guajara Alta todas esas cabras, conejos o vacas finalmente quedaron rodeados de chalets; hasta los perritos que paseaba la población de los trajes con remiendos y los de la urbanización de gente con dinero se veían ... diferentes. Todo sumaba, pues: las papas, el café colado hasta tres y cuatro veces, el trigo, las sardinas compradas por unidades, las “jincas” (tabletas) de chocolate, el “armadero” (tapita de queso tierno con aceitunas), el “condute”4 (preparación de pescado con pelota de gofio y mojo). Reconocen que “embarazo” (cantidad de hambre) no pasaron ... A diario comían potaje, arroz blanco, rancho, cazuela, la merienda de gofio con azúcar (“la gloria”), mientras que los domingos ya podía haber garbanzas5, carne de conejo o pollo, y en los días de fiesta se servía en la mesa, además de garbanzas, carne en fiesta y carne de cochino.

Mención aparte en cuanto a la leche en polvo y el queso amarillo que les daban en la escuela. En San Bartolomé ésta estaba al lado de la iglesia. Era un salón y se podía acudir hasta los doce años de edad. Iban “los niños/as del camino, del barrio”, de La Hornera, de cerca de El Polvorín, de la carretera general de El Guirre, de Gracia. Enseñaban “lenguaje manuscrito” o bordar. ¿Les habrán servido las enseñanzas para la fábrica de oxígeno que tanto empleo dió? Un momento. ¿El Polvorín? La alusión al ejército no puede ser más directa. Efectivamente aquí la población convivía además con la instalación donde se guardaba pólvora y metralletas, había subterráneos y casas de militares -de hecho algunas de ellas conocieron a sus maridos o tuvieron “pretendientes” entre sus filas, muchos de fuera- y hoy en día todavía quedan vigilantes. Estaba el de Geneto, Taco, Valle Tabares y Tegueste, pero fue este en concreto en el que una vez explotaron los barracones. Hay quien, muy joven, recuerda estar cogiendo papas en ese momento. Otro acontecimiento que destacan es el paso de un zeppelin alemán y, en otro orden de cosas, los bailes mencionados.

La forma de saber qué orquesta actuaba en esos bailes era mirar en la pizarra puesta en el chorro. Iban a cargar bidones de agua allí y se enteraban de “la vida”. Lo pasaron bien en ese enclave. Cantaban allí y todo, por ejemplo el Romance de La Reina Mercedes. Y es que había sólo un chorro para ir a buscar agua en la carretera general. Había que cargarla ya fuera con latas de aceite o con bidones, caminando o en carro. Si no era en el chorro pues en una tanquilla6. En la Montaña de Justo se podía coger de una atarjea. Había otra fuente en El Ramal (Taco). Si no había agua en la zona iban a La Laguna-centro a la Calle de San Juan -un chorro que terminarían quitando por donde estaba la fábrica de vidrio- y La Madre del Agua; empleaban para ello los barriles con los que se hacía el mosto. En cualquier caso necesitaban el agua para cocinar, lavarse, regar, “para todo”. En casa de Doña Herminia sí que había agua, y también luz, pero ya por abajo de su casa no. Si tenías tierra al lado de la casa con agua era lo mejor para surtirse de higos picos, vacas, hierba, cabras: “antes si tenías terreno no pasabas hambre” pero, ojo, ponían planchas en las eras para quedarse de noche y evitar que robasen la cebada destinada al gofio. Ños, parece que están oliendo los calderos grandes con lo que se cogía en las huertas (coles, …) y la carne menudita cortada por las madres de la matanza de cochinos y que revolvían con el gofio en lebrillos. Y se relamen con las sardinas de lata -“ay qué buenas”-, el “bocadillo de gofio” (gofio amasado como si fuera pan con pescado salado dentro), la manteca de cochino con gofio y un poco de agua “según qué casa”, y la cuarta de aceite de oliva no-refinado, puro, que compraban y del que añoran “el sabor que tenía”. Mmm … Una época también de racionamiento, como todas -y todos- o la gran mayoría, y de papas, higo con miel para el asma o la tos ferina, y de ir a La Laguna a moler el cereal para que les hicieran el gofio y volver con el gánigo7 en la cabeza, o ir para vender higos picos con la burra a la recova, ida y vuelta caminando. Aunque hasta antes de 1970 había ocho ventas, una cada cien metros, calculan, en las que se encontraba de casi todo y a granel y sobre todo también a la vecindad. Enumeran las ventas y “ventillas” de toda la zona y a gente de la comunidad que era asimismo su clientela: Doña Herminia (la más grande y que servía para el correo), Victoria, Felisa, Benito, Candelaria Rosa, Celia, Enrique, Charo, María La Colorada, Pozo Mirabal, Pedro Casimiro, ... “Todo eso éramos una familia”.

Imagina el trasiego de compras, reparto del pan, ir a por el agua para poder beber, lavarse (en un baño y fría), limpiar, regar, … No sería cómo los atascos actuales pero … Eso sí, el agua del aljibe si se sacaba más de dos veces se llamaba la atención. Era preferible cogerla de una atarjea en Boca Tuerta o bien de las tanquillas. En definitiva, en este tema esta zona no fue una excepción y “se pasó mucho con el agua” entre otras cosas ... Visualicemos que el baño era el lavabo y el inodoro, que en el baño grande de aluminio se ponía el agua calentada y se echaba con un “regadorcito” enjabonándose aunque no hubiera champú. Ese agua sí se tiraba por el váter quien tenía váter, porque mucha gente lo tenía separado de la casa hecho con tablas y un agujero de manera que cuando se llenaba se tapaba y se hacía otro. Al fin y al cabo era abono. Sin embargo las atarjeas no sólo acercaban el agua, también delimitaban más trayectos de desplazamientos incluso a Santa Cruz. Siguiéndolas por el Barrio de San Antonio salían por el Camino del Hierro, pasaban por las Barriadas García Escámez, Nuevo Obrero y llegaban por debajo del hospital viejo (cerca del Cabildo) en un paseo de unas cuantas horas. De regreso por El Frontón quizá cogían el camión.


En Las Seis remontamos camino pero no de regreso a Geneto, sino que nos quedamos en Taco … Porque si en una ocasión, rememoran con orgullo, la Coral de San Sebastián (País Vasco) cantó una canción de Geneto -“esas cantadas de antes …”- otros sonidos menos melódicos como los del gallo en la madrugada o cuando sonaba la sirena de La Azufrera de Taco, que era como un reloj, se oían también desde allí.



1 Dornajo: especie de pila o pesebre de madera, barro, piedra o albañilería que sirve para dar de comer a los animales, para fregar o para otros usos. Por extensión también puede referirse al lugar donde se guardan éstos.

2 Almud: (del árabe al-mudd `la medida para áridos´; en Diccionario histórico de la lengua española) medida de capacidad de cualquier materia sólida, y a veces de líquidos, que en Canarias podía alcanzar los 5,68 litros. El recipiente de madera utilizado para dicha unidad de medida recibía el mismo nombre. No había pesa en las casas.

3 Pasero-a: lugar donde se tiende o donde se ponen a desecar las frutas para que se hagan pasas.

4 De Condutar: (canarismo) acompañar la comida con un alimento de más calidad que la vianda principal, para pasarla mejor. Conduto, por tanto, es el alimento complementario que, como para engañar al paladar, acompaña a la base principal de la comida.

5 Garbanza: especie de garbanzo de mayor tamaño que el normal, muy empleado en variados guisos de la cocina canaria.

6 Tanquilla: (canarismo) estanque pequeño o pila de lavar.

7 Gánigo: (de origen prehispánico; en Diccionario histórico del español de Canarias) vasija de barro cocido realizada completamente a mano, sin torno, de origen prehispánico o de forma parecida al gánigo aborigen aunque no sea del mismo material, de diferentes dimensiones y gran variedad de formas si bien la más representativa suele ser algo mayor que una taza o cazuela, con forma semiesférica y sin decoración.