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Zona 2 


Entrevistas: 17 mujeres

La Cuesta 

Finca España 

Los Valles 


Hoy en día estos barrios parecen dividirse en dos entornos bastante diferenciados: más agrícola el de Los Valles y más urbano el de La Cuesta y Finca España pero … los dos segundos eran fincas de plataneras, “huertas de millo”, de tomates, higueras, papas, … o escenarios de carreras de caballos. Además de los varios estanques existentes el barranquillo que atravesaba alguno de sus sectores estaba más presente en sus vidas ya que había que bajar y subir sus laderas para pasar de un lado a otro. ¿Hace mucho tiempo de eso? Hasta mediados de los años sesenta.

A partir de ahí fueron menos los saltos por los muros para coger higos de leche y almendras. Todavía en los años setenta se vendía leche por la zona porque tenían vacas. Así, estos lugares más cercanos a la actual autopista se fueron poblando con más gente, también venida de otras zonas de Tenerife, de otras islas (muchos majoreros y conejeros), retornadas/os de Venezuela y otras procedencias, llenándose de casitas y levantándose poco a poco los primeros edificios incluyendo viviendas de protección oficial y otras urbanizaciones. Al tiempo que unas “recogían” familiares también conocerían lo que era “estar más largos”, o lo que es lo mismo, tener más espacio. Y la tierra continuó presente en el terreno, sí, pero ahora en las plazas y las nuevas calles sin asfaltar hasta avanzados los años ochenta, muchas de las cuales según los barrios recibieron nombres de santos … aunque tardaron en tener iglesias propias. Eso provocaba que en verano se levantara “polvacera” y en invierno se convirtieran en un “barrizal”. El trabajo, por cierto, al mismo tiempo empezó a depender menos de la tierra si bien se ahorraba para comprarla en esta u otras zonas del municipio y edificar en ella. Y por su parte hasta el viento dejaría de ser tan … ventoso -valga la redundancia- como cuando había pocas casas y soplaba tirando los plátanos al suelo haciendo que hubiera menos mercancía para llevar al transportador.

Según el momento en el que llegasen a vivir a la zona se habrían encontrado los barrios sin agua corriente y sin luz, o bien con agua pero no luz, o con un solo punto de luz consistente en un palo con una bombilla a su entrada que ni los taxis se atrevían a entrar cuando era de noche; los que se acercaban a pesar de las curvas y una cuesta en la que resbalaban. El matiz de agua corriente no es baladí, puesto que mientras ésta no se canalizó como tal corría entre atarjeas y se formaba “la cola de los cacharros” para ir a robarla, ejem, buscarla. Eso podía suponer varios viajes en el día para enganchar los bidones y llenarlos para su uso en la cocina o el aseo personal.

Hoy en día, no obstante, nos cuentan que es una zona que ha cambiado mucho y hay de todo como: cajas de ahorros, centros sanitarios, dentistas, carnicerías, supermercados, iglesias, bares, peluquerías y un par de tiendas cuando antes no había más que alguna venta. “No tienes que salir para nada”. Quizá en Valle Tabares todavía sí, donde entre las muchas penurias vividas antes aparte de vender la leche de las vacas y criar cochinos o cultivar papas y verduras, por ejemplo, no era extraño que fuera el lugar de distracción para las y los vecinos de Finca España o de La Cuesta que iban hasta allí de excursión. Irían con la energía de la leche que directamente o a través de las lecheras que la bajaban les compraban ...

Al centro, al casco, a “La Laguna” en cambio todas dicen que se solía subir a comprar, al mercado o a por “raciones” -en la época de las cartillas de racionamiento- aunque pocas recuerdan el tranvía que hubo antes del actual hasta mediados de la década de los cincuenta. Y es que si hay quien se considera periferia tanto de La Laguna como de Santa Cruz, declaran sentirse más de La Laguna aunque les parezca más señorial. Aún reconociendo haber acudido a lo que califican como “el equivalente a Cáritas” donde se les entregaba una barra de queso, una tarrina de mantequilla y leche. Una … o más, porque había quien se ponía en la cola varias veces … Era una ayuda que comían poco a poco estirándola durante dos semanas o todo el mes. Pero hambre no dicen haber pasado por todo lo que les complementaba precisamente la agricultura y ganadería de la zona, y cuando no se acercaban a Taco a buscar las papas “tachadas” que son las que están picadas y son más baratas. Todos estos desplazamientos se hacían caminando con cestos. En relación a los alimentos destacan el Bar Antonio donde estaba el fielato1, que era adonde veían que se llevaba y cargaba la mercancía procedente del campo y se controlaba el contrabando. Constancia ha quedado, eso sí, de que quien tenía gallina la sacrificaba por las fiestas. Se hacía carne en fiesta, de hecho, o se comía carne de cabra, papas arrugadas y vino de Tacoronte.

Virgen del Rosario en Valle Tabares, Las Nieves en Finca España y la Candelaria en el de La Candelaria (antiguo El Becerril). Esas son las vírgenes a las que dedicaron la ermita y las iglesias levantadas con sus aportaciones, muchas conseguidas a través de cuotas y la recaudación de cantinas y campeonatos en las verbenas y actividades de las fiestas de los barrios además del apoyo de instituciones. Hasta romerías contribuyeron algunas a organizar en unas festividades que se podían extender durante todo un mes. De esa manera las figuras y las misas pasaron de celebrarse en salones y garajes de vecinas a templos consagrados. Lo recuerdan con mucha añoranza. Como las noches de verano en las que la gente se sentaba en las puertas, los niños jugaban, cantaban el bingo, se conocían todos. Tanto es así que tenían costumbre de ir a casa de otra persona, tirar del cordón de la puerta y entrar a verla. Lo hacía el propio practicante cuando entraba a las casas a ponerle las inyecciones que le tocaban a las niñas/os por la noche y sus madres y padres sólo se enteraban cuando el niño lloraba. Ahora eso ya no es posible.


Mencionan a vecinos como sus padres, hermanos, otros familiares y amistades, y destacan a otros como Cristóbal Cacharro, al padre de Angelita que tuvo el primer estanco del barrio, Don Luis (un párroco palmero “muy bueno”), el cura Don Rubén (“gracias al que se hizo la iglesia”), un médico palmero y Alejandro (practicante de la zona).

Pero tratándose de Las Seis de Aguere rescatamos de entre las vecinas recordadas en los testimonios para sumar al legado colectivo, además de madres, hermanas, otras familiares y amistades, las figuras de la señora que conducía el camión del negocio que tenía o a la partera que se llamaba Ceferina.



1 Fielato: oficina a la entrada de las poblaciones en España en la cual se pagaban los derechos de consumo. Tenía función recaudatoria y de cierto control sanitario sobre los alimentos.