Un minuto de silencio

Sé que entenderán lo que quiero decirles. Ustedes entenderán…

El silencio está en el aire y poco a poco cumplirá su función.

Han pasado dos años sin carnaval, en los que el furor que este provoca estuvo ocupado en otros asuntos que lo mantuvieron entretenido.

Eso quedó atrás y es como si todo hubiera vuelto a ser como antes: las plumas, los tambores, la nieve, la alegría. Pero, para ustedes, no todo volvió…

La luna escucha los bombos e ilumina a bailarines y bailarinas de Yasí Berá, pero parece estar impaciente… ¿qué espera?

Está distinta, pues ya nunca volvió a escuchar que la nombren con tanto amor y nadie logra poder convencerla de que sea la más brillante del Litoral Argentino.

Puedo adivinar que el silencio se transformó en una enorme bola de recuerdos que se instala en la garganta.

Saben de qué estoy hablando. Lo sienten en los ojos y en el pecho… lo sienten adentro.

El corazón late precipitadamente, la sangre se agolpa y el pulso se acelera. Y en este preciso instante, aquí está… ese mismo silencio retumba y se torna imposible.

Lo escucharon ¿verdad?

Ya no habrá silencio para ustedes porque ese grito es suyo. Les pertenece.

Aquel argentino, católico, apostólico, romano, con el alma en la boca, les regaló su voz. Esa voz que para siempre hará retumbar el firmamento de Esquina e impulsará eternamente al tren más largo de América.

Agustín "Pacucho" Pereyra
1966 - 2021