Clorhidrato de ketamina en cantidades variables, que pueden ir desde menos del 7% hasta el 99%, dependiendo de la procedencia (ámbito hospitalario y veterinario o mercado ilegal). Puede presentarse en forma líquida o como un polvo fino, blanco y cristalino.
Es un depresor utilizado en medicina y veterinaria como anestésico disociativo. No obstante, mediante dosis subanestésicas produce toda una gama de efectos que abarcan desde leve embriaguez, estimulación y ligeras distorsiones perceptivas, hasta los más impactantes estados oníricos y auténticamente alucinatorios pudiendo, incluso, desencadenar experiencias cercanas a la muerte y estados de desdoblamiento corporal.
Su acción comienza rápidamente cuando administrada vía intramuscular o intravenosa. Se distribuye en todos los tejidos del organismo, principalmente el adiposo, hígado, pulmón y encéfalo. La máxima concentración vía intramuscular se alcanza a los 10 minutos. La degradación metabólica tiene lugar en el hígado y es casi completa. La vida media biológica en humanos es de 2,2 a 3, 5 horas. Por bilis y heces se excreta casi el 3%. En personas usuarias compulsivas la ketamina puede tardar en eliminarse hasta siete días después del consumo.
Cuando se consume con una finalidad recreativa, en entornos de fiesta, buscando estimulación y ligeras distorsiones perceptivas, la dosificación más adecuada mediante vía oral suele ser de 50-100 mg (dosis bajas) hasta 75-300 mg (dosis medias/altas).
La dosificación nasal (esnifada) va desde 15-30 mg (dosis bajas) hasta 25-50 mg (dosis medias) o 100 mg (dosis alta).
Para el caso de usos psiconáuticos en busca de efectos psicodélicos plenos, la vía oral requiere de dosis alrededor de 300 mg (200-450 mg) y produce unos efectos más suaves y duraderos que aquellos obtenidos por otras vías. La esnifada también permite efectos psicodélicos plenos que suelen conseguirse con cantidades promedio a 200 mg (100-250 mg).
FÍSICOS. A dosis bajas (entre 10 y 100 miligramos) puede provocar un cierto entorpecimiento, movimientos “robóticos” o poco coordinados, una cierta sensación de ebriedad y confusión, sensaciones retardadas o reducidas, analgesia, vértigo y a veces nausea. Aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y sanguínea, disminuyendo levemente la frecuencia respiratoria. Cuando se incrementan las dosis es extremadamente difícil moverse, se pierde sensación del cuerpo y podrías estarte quemando sin sentir nada, se puede llegar al nivel de pérdida total del conocimiento o “black out” que no resulta tan peligroso como con otras anestesias ya que no deprime tanto el sistema respiratorio y tiene un impacto sobre el sistema cardiovascular. El proceso que requiere llevar a cabo el cuerpo para procesar y desechar la ketamina y las sustancias derivadas de esta genera un deterioro importante, en especial en el hígado y los riñones, usos intensos por uno o dos años se han traducido en la pérdida de ambos riñones en veinteañeros saludables
PSICOLÓGICOS. A dosis bajas (entre 10 y 100 miligramos) se percibe un incremento en la capacidad de sociabilizar y se pierden las inhibiciones. Hay un cierto grado de interés aumentado por explorar el mundo, las cosas parecen novedosas e interesantes, se alteran los sentidos y las sensaciones. Cuando se aumentan las dosis aumenta la desorientación, disminuye la vigilia, se pierde en mayor medida la noción del cuerpo y el entorno, se pueden experimentar disociaciones totales, caminar fuera del cuerpo o estar en lugares totalmente ajenos y diferentes. Se ha reportado la sensación de vivir una experiencia cercana a la muerte y una separación total de la persona y la personalidad. Hay que mencionar que esta sustancia genera en mayor medida adicciones psicológicas que cualquier otra sustancia con este tipo de efectos (enteógenos o psiquedélicos). Es común que las personas lleguen a consumirla cotidianamente generando daños orgánicos muy importantes y a veces mortales.
En el momento de consumir, junto a los efectos buscados y deseados, pueden generarse náuseas, vómitos, sensaciones de mareo, vértigos, sudores, dolores de cabeza, confusión y desorientación. Disminuye la capacidad de atención, concentración y memoria, con inclinación a padecer amnesias. Al día siguiente después de consumirse la persona puede estar algo cansada, aturdida y con la cabeza pesada.
En consumidores frecuentes, las dificultades de atención y concentración así como los problemas de memoria, especialmente referentes a lingüística (por ejemplo, recordar palabras o nombres) pueden persistir durante varios días.
La ketamina es un anestésico, por lo que dosis demasiado altas o seguidas producirán un considerable entorpecimiento corporal (pérdida del equilibrio, de los reflejos, entre otras reacciones) que supondrían un importante riesgo de caídas y accidentes. Para evitarlo será necesario cuidar la dosificación así como su intervalo.
En caso de ser olido las dosis deben ser pequeñas, al igual que con esta sustancia, será recomendable utilizar pajilla o llave personal e intransferible para evitar el contagio de enfermedades como hepatitis C.
El uso de dosis altas en busca de efectos psicodélicos requerirá de un entorno seguro y tranquilo en el que la persona permanezca tumbada y sin moverse.
Con el consumo de dosis bajas en contextos de fiesta se recomienda prudencia en movimientos para subir y bajar escaleras, cruzar calles, entre otros factores, así como evitar conducir vehículos a motor hasta que los efectos no hayan remitido.
El uso continuado genera dependencia y tolerancia, así como posible aparición de trastornos físicos (dolores abdominales, problemas oculares, temblores) y psicológicos (ansiedad, insomnio, psicosis), además puede dañar los riñones. Por tanto no se recomienda consumirla más de una vez al mes, mientras que los más arriesgados son, evidentemente, aquellos que tienen una periodicidad diaria.
La ketamina puede generar fuertes dependencias psicológicas y daños orgánicos severos con un uso intensivo a mediano plazo. Esto se desconocía antes por lo que se hablaba de esta sustancia como relativamente segura, y lo es si se utiliza en dosis bajas o medias, con conocimiento previo y nunca a solas.
Cuando se inyecta, se incrementa en gran medida el riesgo ya que su corto efecto se presta a querer repetir las dosis aun antes de terminar de bajar, lo que puede significar intentar inyectarse en un estado de anestesia y sedación, esto puede llevar a picarse una arteria o un nervio causando daños graves.
Si se llega a mezclar con alguna benzodiazepina como el diazepam (Valium®) puede dejar a una persona en una situación muy vulnerable con una pérdida casi total del conocimiento e incapacidad de recordar. Esto puede suceder si se toma intencionalmente ambas sustancias o si alguien se las da a otra persona sin su conocimiento.
No se debe utilizar para actividades peligrosas como manejar, usar maquinaria pesada o cualquier cosa que requiera vigilia y coordinación visual y motriz, tampoco ayuda en una situación donde se tenga que hablar elocuentemente o interactuar con personas “importantes” (padres, madres, maestros, policías, etc.).
Es recomendable que haya al menos otra persona presente y que no consuma al mismo tiempo por precaución.
En personas sin tolerancia, cantidades superiores a 250 mg consumidas (vía esnifada) de una sola vez o en poco tiempo, suelen dar lugar a pérdidas de conocimiento.
El consumo de dosis menores mezcladas con cantidades medias o altas de alcohol u otros depresores también puede producir desvanecimientos más o menos graves (en el peor de los casos dar lugar a paradas respiratorias).
Es importante tener en cuenta que los efectos cambian dramáticamente dependiendo de qué vía se utilice para administrar la sustancia. De igual forma, cambian los tiempos en que se siente el efecto, la duración, la intensidad y esto puede volverse muy peligroso, especialmente si se mezcla con otras sustancias.
INGERIDO ORALMENTE. Es el método que más tarda en ser absorbida y en donde el efecto parece disminuir debido a los ácidos gastrointestinales. Se toma en cápsulas o en “bolsitas” de papel para forjar cigarros. Tarda en hacer efecto entre 5 y 30 minutos dependiendo del tiempo transcurrido desde los últimos alimentos y puede durar entre 1 y 2 horas. Esto puede volverse muy peligroso si se incrementan las dosis. También se puede introducir debajo de la lengua y se absorbe más rápido, tiene relativamente la misma duración pero ayuda a controlar la cantidad que se consume, tiene un sabor amargo y sintético que no es nada agradable.
INHALADO. Es la forma más común de consumirla y tarda menos en surtir efecto que cuando se ingiere. Con este método el efecto es bastante más rápido empezando desde los 3 o 5 minutos y llegando a durar entre 45 minutos y 1 hora. Irrita y desgasta las paredes de los senos nasales por lo que se recomienda hidratar la nariz, no compartir popotes y evitar consumir múltiples dosis en un periodo de tiempo corto.
INYECTADO. Se recomienda solo utilizarse intra-muscularmente y nunca de manera intra-venosa, esto porque en caso de ser una dosis que sobrepase ligeramente un cierto umbral, puede tener efectos no deseados en el sistema cardiovascular que compliquen las cosas. Cuando se hace intra-muscular, tarda unos 5 minutos en absorberse por completo, pero se siente el efecto desde el primer minuto, puede durar entre 30 y 45 minutos; de esta forma es como mejor se absorbe y es la que se usa comúnmente tanto para llevar a una persona al estado de anestesia total para el quirófano o cuando se busca el estado psiquedélico y visionario de disociación total. Recuerda que siempre que se rompe la barrera entre nuestro organismo y el mundo exterior, que es la piel, se incrementan mucho los riesgos y el daño que se puede causar.
Depende mucho de la concentración, la forma en la que se consuma (líquido, polvo, cápsula o pastilla) y el método de administración, las dosis pueden variar bastante. En general, las dosis recreativas oscilan entre 30 y 300 miligramos. Inhalada, la dosis varía entre 15 y 200 mg, cuando se inyecta intra-muscularmente se necesita entre 25 y 125 mg, cuando se ingiere se requiere más, entre 75 y 300 miligramos. Cuando se inhala o se inyecta dosis por encima de los 50 mg, se recomienda estar recostadx. Recuerda que nunca puedes saber lo que contiene un polvo o una pastilla del mercado ilegal, en el caso de los productos veterinarios o farmacéuticos, es muy importante limpiar muy bien con alcohol o esterilizar de alguna manera la tapa del envase si ya se utilizó antes y conocer muy bien la concentración en caso de que sea nuevo. Las sobredosis sí pueden terminar en una falla respiratoria por lo cual es muy importante llevar a la persona a un hospital.
En el caso de los productos de farmacia, no hay mucho de qué preocuparse, sin embargo, aun cuando estos productos se pueden convertir en polvo (a través del sencillo proceso de poner a hervir el líquido fuera de la botella hasta que se evapore y se cristalice la ketamina) y se pretende que en el mercado callejero esto es lo que se ofrece, una vez en polvo se puede cortar con diferentes cosas, PCP, talco, lactosa en polvo, etc. Sucede los mismo en el caso de las pastillas, es imposible determinar el contenido de una pastilla para saber si tiene solo ketamina o también algo más, activo o no, y es especialmente peligroso cuando se mezclan sustancias ya que no se puede predecir la interacción entre las sustancias conocidas y los agentes desconocidos que pudieran estar presentes.
Cannabis. Aunque suele presentarse esta mezcla, cabe decir que una vez que se inicia el efecto anestésico o disociativo de la ketamina, desaparece la noción del efecto del cannabis. No tienen una interacción específica.
LSD. Sucede de cierta forma lo mismo, podrías estar en el pleno efecto del LSD y la ketamina te lo interrumpiría y daría su propio efecto, sin embargo, al terminar este último, no regresaría el primero. No vale la pena forzar la mente con estos cambios bruscos, cada sustancia ha mostrado que puede llegar a ser beneficiosa por sí misma, pero no se suman sus beneficios al mezclarlas.
Anfetaminas. Puede resultar peligroso ya que sus efectos se cancelan y parecen desaparecer, sin embargo, las sustancias permanecen dentro del organismo y se pueden acumular al grado tal de llegar a un shock o una sobredosis sin haber experimentado los efectos de una u otra.
Cocaína. Lo mismo que con las anfetaminas, cabe decir aquí que aunque sean muy parecidas la coca y la ketamina en el sentido de que ambas son polvos blancos) sus efectos, sabor, capacidad de cristalizar y demás rasgos específicos de una y de otra son tan diferentes que no hay virtualmente casos en los que se cambie una por otra o se ingiera una pensando que era la otra por equivocación.
Opiáceos. Con los opiáceos tenemos una historia distinta ya que sí hay una interacción clara y de cierta manera una potenciación entre ambas sustancias, se utiliza en contextos médicos ya que la ketamina puede ser relativamente más segura en términos del sistema respiratorio, pero requiere del opiáceo para que haya una analgesia suficiente, incrementa en gran medida la intensidad del efecto, pero por lo general, igual que con las benzodiazepinas, desaparece el elemento visionario dejando la anestesia total. Esto es muy peligroso si se está utilizando recreativamente y no se deberían mezclar.
Tabaco. También una mezcla común aunque no tiene mayor interacción que el aumento de toxinas en el organismo. Es importante tener en cuenta que se puede perder la noción del entorno o el control de las manos y la capacidad de percibir dolor o temperatura, por lo que sería fácil perder un cigarro prendido de los dedos y quemarse o peor, iniciar un incendio sin poder reaccionar o siquiera ser consciente. Es importante que haya otras personas presentes y que no estén bajo los efectos al mismo tiempo.
Alcohol. Mezcla peligrosa debido a las propiedades depresoras del alcohol, nunca es bueno juntar depresores, aumenta las probabilidades de perder el conocimiento y no genera una sensación de bienestar sino vértigo, nauseas y mayor desorientación.
La ketamina fue sintetizada por primera vez en 1962 por Calvin Stevens en Parke & Davis Labs durante la búsqueda de reemplazos anestésicos del PCP (Fenciclidína, polvo de ángel). La nombró “Cl581”. Investigaciones farmacológicas en humanos comenzaron en 1964. Estas investigaciones demostraron que la menor duración de acción de la ketamina y el hecho de que producía menores síntomas de psicosis, la hacían más favorable que el PCP como un “anestésico disociativo”. Este término fue acuñado por Edward Domino, quien la consumía de manera recreativa en 1965, y que ahora indica la familia a la que pertenece la ketamina junto con otras sustancias con efectos similares.
Tras la aprobación por la FDA en 1970, la ketamina fue dada como anestesia por primera vez a los soldados estadounidenses durante la guerra de Vietnam. Inicialmente se utilizaba como anestesia durante intervenciones quirúrgicas debido a que suprime la respiración de una menor manera que la mayoría de las otras anestesias disponibles en ese entonces, pero durante esa década comenzaron a aparecer diversos reportes por parte de lxs pacientes que se quejaban de visiones y sensaciones no deseadas durante sus efectos.
En 1978, se publicaron los libros “The Scientist” de John Lilly y “Journeys Into the Bright World” de Marcia Moore y Howard Alltounian y la popularidad de la ketamina aumentó hasta que en 1995 la DEA (Drug Enforcement Administration) la añadió a su “Lista de Drogas Emergentes”. Durante 1998 y 1999, la ketamina fue asociada junto con el GHB como drogas de violación (rape drugs) y drogas de fiesta y la DEA la (fiscalizó) agregó de emergencia como sustancia de Clase III en Agosto de 1999.
La incidencia del uso no médico de la ketamina aumentó hasta el final del siglo, especialmente en el contexto de los raves y otras fiestas o festivales. Sin embargo, su surgimiento como una droga de fiesta se diferencía de otras drogas de diseño (por ejemplo, MDMA), debido a sus propiedades anestésicas (por ejemplo, dificultad para hablar, inmovilización) a dosis más altas y, además, es algo común que se venda ketamina como “éxtasis”. El uso de la ketamina como parte de una "experiencia post-fiesta" también ha sido documentado. El aumento de la ketamina en la cultura rave fue más rápido en Hong Kong a finales de la década de 1990. Ahora se utiliza de manera importante en Canadá y el Reino Unido, en México también se usa (especialmente la de uso veterinario) pero no es tan fácil de encontrar en la calle.