Rebelión en la granja

George Orwell

George Orwell, socialista de corazón, se quedó espantado al descubrir los estragos que estaba causando el estalinismo en la URSS. Sin paños calientes, se refirió a la práctica del comunismo por Stalin como "la revolución traicionada". Sus novelas más famosas son Rebelión en la granja1984. Lo interesante de ambas novelas es que la crítica que Orwell plantea en ellas supera al totalitarismo soviético y puede servir para analizar problemas que afloran en cualquier organización social y política: el afán de poder absoluto por parte de los Gobiernos y las dificultades de construir sociedades verdaderamente democráticas.

En 1945 quedaba muy cerca el final de la Segunda Guerra Mundial. Son momentos en los que todavía era tabú que un pensador de izquierdas hiciera crítica del régimen soviético, ya que la URSS había sido aliada en la lucha contra el nazismo. Orwell ya tenía ideada la historia de Rebelión en la granja en 1937, pero será en 1945 cuando la vea publicada... después del rechazo de cuatro editoriales. ¿A qué se debió este rechazo? Rebelión en la granja es una sátira feroz y nada sutil contra el estalinismo. Sus personajes reclaman una asociación inmediata con los protagonistas de la revolución soviética - Lenin, Stalin y Trostki fundamentalmente-. Y, como llegaron a decirle a Orwell desde una editorial, su manuscrito "sería menos ofensivo si la casta dominante que aparece en la fábula no fuera la de los cerdos". 

Todo arranca con la sublevación de los animales de una granja contra su dueño humano Jones. A partir de ese momento, los animales tratarán de organizarse con un sistema, en principio igualitario, al que denominarán "Animalismo". Pronto empezarán a surgir las rivalidades y envidias. La puesta en práctica del régimen animalista es un camino progresivo hacia el fracaso, trama magistralmente administrada por el autor en sus tensiones y anticipos. 


ASPECTOS ESTILÍSTICOS QUE PODEMOS DESTACAR: 

Orwell moderniza la fábula, un subgénero literario que había servido para aleccionar y hacer crítica del comportamiento del ser humano. En esta ocasión, la "lección" trasciende la reprobación del comportamiento individual para advertir sobre todo un sistema (político), que determina a los diferentes animales del grupo. 

Texto 1

El humano Jones no cuida a los animales de la granja animal como cabría esperar. Se emborracha continuamente, no cumple con lo mínimo, hasta olvida ponerles comida a veces. El descontento entre los animales es generalizado. Ante esta situación, tres cerdos urden un plan para controlar la granja y deshacerse de su dueño, inspirándose en las enseñanzas del Viejo Mayor (Lenin), un cerdo ya muerto. Las resistencias al cambio que proponen estos tres cerdos afloran en la comunidad animal por diversos motivos. Veamos cómo sucede. 

Estos tres [Snowball, Napoleón y Squaler] habían elaborado, a base de las enseñanzas del Viejo Mayor, un sistema completo de ideas al que dieron el nombre de Animalismo. Varias noches por semana, cuando el señor Jones ya dormía, celebraban reuniones secretas en el granero, en cuyo transcurso exponían a los demás los principios del Animalismo. Al comienzo encontraron mucha estupidez y apatía. Algunos animales hablaron del deber de lealtad hacia el señor Jones, a quien llamaban «Amo», o hacían observaciones elementales como: «El señor Jones nos da de comer»; «Si él no estuviera nos moriríamos de hambre». Otros formulaban preguntas tales como: «¿Qué nos importa a nosotros lo que va a suceder cuando estemos muertos?», o bien: «Si la rebelión se va a producir de todos modos, ¿qué diferencia hay si trabajamos para ello o no?», y los cerdos tenían grandes dificultades en hacerles ver que eso era contrario al espíritu del Animalismo. Las preguntas más estúpidas fueron hechas por Mollie, la yegua blanca. La primera que dirigió a Snowball fue la siguiente:

—¿Habrá azúcar después de la rebelión?

—No —respondió Snowball firmemente—. No tenemos medios para fabricar azúcar en esta granja. Además, tú no precisas azúcar. Tendrás toda la avena y el heno que necesites.

—¿Y se me permitirá seguir usando cintas en la crin? — insistió Mollie.

—Camarada —dijo Snowball—, esas cintas que tanto te gustan son el símbolo de la esclavitud. ¿No entiendes que la libertad vale más que esas cintas?

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1. El señor Jones representa aquí al amo, al poder. Frente a él, e impulsados por las palabras del Viejo Mayor, los animales han llevado a cabo la revolución. Sus ideólogos y lideres - Napoleón, Snowball y Squaler- encuentran sin embargo resistencias de distinto tipo entre el resto de los animales. ¿Podríais enumerarlas? 

Texto 2

La granja está plenamente sometida a los dictámenes del régimen animalista. Su ideología queda recogida en una serie de mandamientos, el más importante de los cuales es "cuatro patas sí, dos no", en clara referencia al rechazo que los animales deben sentir por el hombre. En la novela, el lector asiste a la perversión paulatina del ideario animalista, que corre en paralelo a la manipulación y retorcimiento de sus mandamientos. Pero esta degradación no ha llegado todavía al momento del fragmento que vamos a leer. En él, se constatan las desavenencias y encontronazos entre Napoleón y Snowball, que son constantes. Convertidos en los cerdos dirigentes con mayor poder de decisión, discuten por cualquier cosa. En una ocasión, Snowball proyecta construir un molino, idea a la que Napoleón se opone.

Al fin llegó el día en que Snowball completó sus planos [del molino]. En la Reunión del domingo siguiente se iba a poner a votación si se comenzaba o no a construir el molino de viento. Cuando los animales estaban reunidos en el granero principal, Snowball se levantó y, aunque de vez en cuando era interrumpido por los balidos de las ovejas, expuso sus razones para defender la construcción del molino. Luego Napoleón se levantó para contestar. Dijo tranquilamente que el molino de viento era una tontería y que él aconsejaba que nadie lo votara. Y se sentó, acto seguido; había hablado apenas treinta segundos, y parecía indiferente en cuanto al efecto que había producido. A continuación, Snowball se puso de pie de un salto, y gritando para poder ser oído a pesar de las ovejas, que nuevamente habían comenzado a balar, se desató en un alegato apasionado a favor del molino de viento. Hasta entonces los animales estaban divididos más o menos por igual en sus simpatías, pero en un instante, la elocuencia de Snowball los había convencido. Con frases ardientes les pintó un cuadro de cómo podría ser «Granja Animal» cuando el vil trabajo fuera aligerado de las espaldas de los animales. Su imaginación había ido mucho más allá de las desgranadoras y las segadoras. «La electricidad —dijo— podría mover las trilladoras, los arados, las rastrilladoras, los rodillos, las segadoras y las atadoras, además de suministrar a cada cuadra su propia luz eléctrica, agua fría y caliente, y un calentador eléctrico.» Cuando dejó de hablar, no quedaba duda alguna sobre el resultado de la votación. Pero inmediatamente se levantó Napoleón y, lanzando una extraña mirada de reojo a Snowball, emitió un chillido agudo y estridente como nunca se le había oído articular.

Acto seguido se escucharon unos terribles ladridos que llegaban desde fuera y nueve enormes perros que llevaban puestos unos collares tachonados con clavos, irrumpieron en el granero. Y se lanzaron directamente sobre Snowball quien saltó de su sitio con el tiempo justo para esquivar sus feroces colmillos. En un instante estaba al otro lado de la puerta con los perros tras él. Demasiado asombrados y asustados para poder decir nada, todos los animales se agolparon en la puerta para observar la persecución. Snowball huía a todo correr a través de la larga pradera que conducía a la carretera. Corría como sólo puede hacerlo un cerdo, pero los perros iban pisándole los talones. De repente patinó y pareció que iba a ser presa segura de los perros, pero apenas recuperó su equilibrio siguió corriendo más veloz que nunca aunque los sabuesos iban ganándole terreno nuevamente. Uno de ellos estaba a punto de cerrar sus mandíbulas mordiendo la cola de Snowball pero éste pudo hurtarla a tiempo, de la dentellada. Y haciendo un esfuerzo supremo logró escabullirse por un agujero del seto, poniéndose de este modo a salvo. 

Silenciosos y aterrados, los animales volvieron sigilosamente al granero. También los perros retornaron dando grandes brincos. Al principio nadie pudo imaginarse de dónde procedían aquellas bestias, pero el problema fue aclarado en seguida; eran los cachorros que Napoleón había quitado a sus madres y criado en secreto. Aunque aún no estaban completamente desarrollados, eran unos perros inmensos y fieros como lobos. No se alejaban nunca de Napoleón. Y se observó que ante él meneaban la cola como los otros perros acostumbraban hacerlo con el señor Jones.

Napoleón, con los canes tras él, subió a la plataforma que ocupara Mayor cuando pronunció su histórico discurso. Anunció que desde ese momento se habían terminado las reuniones de los domingos por la mañana. Eran innecesarias, dijo, y hacían perder tiempo. En el futuro todas las cuestiones relacionadas con el gobierno de la granja serían resueltas por una comisión especial de cerdos, presidida por él. Éstos se reunirían en consejo y luego comunicarían sus decisiones a los demás. Los animales se reunirían los domingos por la mañana para saludar la bandera, cantar «Bestias de Inglaterra» y recibir sus órdenes para la semana; pero no habría más debates. Si la expulsión de Snowball les produjo una gran impresión, este anuncio consternó a los animales. Algunos de ellos habrían protestado si hubieran dispuesto de los argumentos apropiados. Hasta Boxer [un caballo que nunca protesta] estaba un poco aturdido. Apuntó sus orejas hacia atrás, agitó su melena varias veces y trató con esfuerzo de ordenar sus pensamientos; pero al final no se le ocurrió nada que decir. Algunos cerdos, sin embargo, fueron más expresivos. Cuatro jóvenes puercos de la primera fila emitieron agudos gritos de desaprobación, y todos ellos se pusieron en pie bruscamente y comenzaron a hablar al mismo tiempo. Pero, repentinamente, los perros que estaban sentados alrededor de Napoleón dejaron oír unos profundos gruñidos amenazadores y los cerdos se callaron, volviéndose a sentar. Entonces las ovejas irrumpieron con un tremendo balido de «¡Cuatro patas sí, dos pies no! », que continuó durante casi un cuarto de hora y puso fin a todo intento de discusión.

Luego Squealer fue enviado por toda la granja para explicar las nuevas decisiones a los demás. 

—Camaradas —dijo—, espero que todos los animales presentes se darán cuenta y apreciarán el sacrificio que ha hecho el camarada Napoleón al cargar con este trabajo adicional. ¡No se crean, camaradas, que ser jefe es un placer! Por el contrario, es una honda y pesada responsabilidad. Nadie cree más firmemente que el camarada Napoleón el principio de que todos los animales son iguales. Estaría muy contento de dejarles tomar sus propias determinaciones. Pero algunas veces podrían ustedes adoptar decisiones equivocadas, camaradas. ¿Y dónde estaríamos entonces nosotros? Supónganse que ustedes se hubieran decidido seguir a Snowball, con sus disparatados molinos; Snowball, que, como sabemos ahora, no era más que un criminal...

—Él peleó valientemente en la «Batalla del Establo de las Vacas»—dijo alguien.

—La valentía no es suficiente —afirmó Squealer—. La lealtad y la obediencia son más importantes. Y en cuanto a la «Batalla del Establo de las Vacas», yo creo que llegará un día en el que demostraremos que el papel desempeñado por Snowball ha sido muy exagerado. ¡Disciplina, camaradas, disciplina férrea! Ésa es la consigna para hoy. Un paso en falso, y nuestros enemigos caerían sobre nosotros. Seguramente, camaradas, que ustedes no desean el retorno de Jones, ¿verdad? Nuevamente este argumento resultó irrebatible. Claro está que los animales no querían que volviera Jones; si la realización de los debates, los domingos por la mañana, podía implicar su regreso, entonces debían suprimirse los debates. Boxer, que había tenido tiempo de coordinar sus ideas, expresó la opinión general diciendo: «Si el camarada Napoleón lo dice, debe de estar en lo cierto». Y desde ese momento adoptó la consigna: «Napoleón siempre tiene razón», además de su lema particular: «Trabajaré más fuerte». Para entonces el tiempo había cambiado y comenzó la roturación de primavera. El cobertizo donde Snowball dibujara los planos del molino de viento fue clausurado y se suponía que los planos habían sido borrados del suelo. Todos los domingos, a las diez de la mañana, los animales se reunían en el granero principal a fin de recibir sus órdenes para la semana. El cráneo del Viejo Mayor, ya sin rastros de carne, había sido desenterrado de la huerta y colocado sobre un poste al pie del mástil, junto a la escopeta. Después de izar la bandera, los animales debían desfilar en forma reverente ante el cráneo, antes de entrar en el granero. Ya no se sentaban todos juntos, como solían hacerlo anteriormente. Napoleón, con Squealer y otro cerdo llamado Mínimus, que poseía un don extraordinario para componer canciones y poemas, se sentaban sobre la plataforma, con los nueve perros formando un semicírculo alrededor, y los otros cerdos se situaban tras ellos. Los demás animales se colocaban enfrente, en el cuerpo principal del granero. Napoleón les leía las órdenes para la semana en un áspero estilo militar, y después de cantar una sola vez «Bestias de Inglaterra», todos los animales se dispersaban.

El tercer domingo después de la expulsión de Snowball, los animales se sorprendieron un poco al oír a Napoleón anunciar que, después de todo, el molino de viento sería construido. No dio ninguna explicación por aquel cambio de parecer, pero simplemente advirtió a los animales que esta tarea extraordinaria significaría un trabajo muy duro; tal vez sería necesario reducir sus raciones. Los planos, sin embargo, habían sido preparados hasta el menor detalle. Una comisión especial de cerdos estuvo trabajando sobre los mismos, durante las últimas tres semanas. La construcción del molino, junto con otras mejoras planeadas, precisaría de dos años de trabajo.

Esa misma noche, Squealer les explicó privadamente a los otros animales que en realidad Napoleón nunca había estado en contra del molino. Por el contrario, fue él quien abogó por su construcción y el plano que dibujara Snowball sobre el suelo del cobertizo de las incubadoras en verdad fue robado de los papeles de Napoleón. El molino de viento era realmente una creación del propio Napoleón. «¿Por qué, entonces —preguntó alguien—, se manifestó él tan firmemente contra el molino?» Aquí Squealer puso cara astuta. «Eso —dijo— fue sagacidad del camarada Napoleón.» Él había aparentado oponerse al molino, pero simplemente como una maniobra para deshacerse de Snowball, que era un sujeto peligroso y de nociva influencia. Ahora que Snowball había sido eliminado, el plan podía llevarse adelante sin su interferencia. «Esto —dijo Squealer— es lo que se llama táctica.» Repitió varias veces «¡Táctica, camaradas, táctica!», saltando y moviendo la cola con una risita alegre. Los animales no tenían certeza acerca del significado de la palabra, pero Squealer habló tan persuasivamente y tres de los perros que se hallaban con él, gruñeron en forma tan amenazante, que aceptaron su explicación sin hacer más preguntas.

Cuestiones para el coloquio

5. En el fragmento aparece el personaje de Boxer, un caballo cargado de buenas intenciones que llega a decir: "Si el camarada Napoleón lo dice, debe de estar en lo cierto" y "Trabajaré más fuerte". ¿A qué tipo de ciudadano representa Boxer? ¿Y qué tipo de ciudadanía representan las ovejas?

6. Como debate general, os lanzamos estas preguntas. ¿Qué tipo de sociedad estaría más preparada para frenar la implantación de una dictadura? ¿Con qué virtudes o condiciones tendría que contar esta sociedad para estar lejos de caer en sus manipulaciones? ¿Podría la sociedad española, actualmente, ser víctima de esta involución? ¿Hay algo de nuestra democracia que os chirríe, o algo en el horizonte que consideréis más propio de un régimen sin libertades? ¿Qué papel juega en todo esto la escuela?