Muchas veces habremos escuchado ese término. El algoritmo de la división, el algoritmo de Euclídes, etc.
Es un conjunto ordenado de operaciones sistemáticas que permiten hacer un cálculo y/o hallar la solución de un tipo de problema. Ese conjunto ordenado de operaciones debe ser finito o, a partir de cierto punto, deducirse qué datos se obtienen en una secuencia infinita. El algoritmo de la división entera es finita, pues termina cuando se obtiene un resto menor que el divisor. Ese algoritmo, aplicado dentro del campo de los números racionales, en algunos casos, puede ser infinita como ocurre cuando se obtienen expresiones decimales periódicas.
De todas formas, el algoritmo funciona porque a partir de cierto punto comienza a repetirse los mismos valores en el resto y las mismas cifras en el cociente, lo que hace innecesario continuar con el mismo.
Ahora bien, todo algoritmo tiene una serie de elementos objeto de las operaciones. La serie de pasos debe conducir a un resultado que haga que e algoritmo se detenga, de lo contrario no puede considerarse un algoritmo. Si consideramos los distintos "momentos" de un algoritmo, a lo que llamaremos estado, podemos decir que tiene un:
inicio.
proceso
fin
Son los tres estados posibles. Si falta alguno, no puede considerarse un algoritmo.