Música orgánica

Características del órgano en el siglo XVII.

El órgano español constaba de registros aflautados con mixturas relativamente abundantes. Durante el reinado de Carlos II comenzaron a ser usados los registros de lengüeta como dulzaina, orlos o trompetas. En el último tercio del siglo XVI apareció el teclado partido, característico del órgano español.

A partir de 1650 se inició un proceso evolutivo que incluyó dos aspectos característicos: la trompetería exterior horizontal y los ecos (como recurso mecánico del instrumento y como recurso estético-musical). Estas meritorias innovaciones se debieron a la labor de los organeros vascos, documentadas en un órgano anterior a 1670 en San Diego de Alcalá, construído por el organero Fray Juan de Echevarría.

El tiento y otras formas menores.

La literatura organística española acusó más que ningún otro género el aislamiento del resto de Europa. Lamentablemente, Francisco Correa de Araujo no tuvo continuadores para su obra, abierta a influjos del exterior y que resumía las dos escuelas del tiento del siglo XVI, la de Lluís de Milà y los vihuelistas andaluces y la austera escuela castellana (Cabezón).

Francisco Correa de Araujo nació en Sevilla (circa 1583 – 84). Fue organista de la iglesia sevillana del Salvador, de la catedral de Jaén y de la de Segovia, en donde murió en 1634. Correa consiguió publicar una parte importante de su producción orgánica, 69 composiciones, de las que 62 son tientos y las restantes 7 son canciones glosadas, diferenzias y armonizaciones sobre canto llano. Su gran obra se tituló “Libro de tientos y otras piezas orgánicas titulado Facultad Orgánica”, publicado en 1627. La gran novedad tientística de Correa es su omnímoda libertad de concepción. Sus tientos son pluritemáticos, inquietos y caóticos, mezclando elementos arcaicos y modernos, construídos a base de contrapunto imitativo, con imitaciones directas a la 4ª o a la 5ª (tampoco faltan imitaciones con el tema invertido). Correa descuella por la vivacidad de los contrasujetos y las variedad de secciones en los que divide los tientos, que suelen proceder por las consonancias y redobles de los vihuelistas andaluces renacentistas. Correa también recogió la corriente austera castellana heredada de Cabezón, cuyas obras carecían de la parte rápida del tiento vihuelístico. España, totalmente ajena a las innovaciones de Frescobaldi, Couperin o Sweelinck, prolongó este tipo de composiciones, convirtiéndolo en un ejercicio académico (si bien a veces muy bello), codificado por el teórico bergamasco Pedro Cerone.

El compositor de tientos más ilustre posterior a Correa de Araujo fue el valenciano Juan Cabanilles (1644 – 1712), superior en su factura a Sebastián Aguilera de Heredia. Se caracterizan los tientos de Cabanilles por un agudo sentido colorista en la armonía, su contrapunto atemperado y enérgico y una imaginación alegre y liberada de restricciones inútiles.

Otras formas menores fueron el verso, el intento y la fuga.

El verso procedía de la necesidad litúrgica de alternarse con el canto en el Magníficat de las vísperas solemnes y otras ocasiones litúrgicas similares. Los principios tonales eran rígidos y las dimensiones, reducidas, sin posibilidad de desarrollo.

El intento y la fuga eran formas perfectamente regladas, derivadas del tiento, sin posibilidades para la fantasía. Cualquier libertad era valorada como una falta que podía costar cara en unas oposiciones.