Durante el siglo XVII la vihuela cedió su primacía a la guitarra, a la que se le proveyó de una quinta cuerda. En 1626 se publicó el primer método que se conserva y que refleja el estilo en vigor: “Método muy facilísimo para aprender a tañer la guitarra a lo español”, de Luis de Briceño, con una nueva tablatura que representa los acordes y el estilo rasgueado como sustituto del punteado, así como la manera de interpretación característicamente española. Pero la gran obra fue la “Instrucción de música sobre guitarra española” de 1674, debida a Gaspar Sanz, quien incluyó una antología del repertorio del siglo XVII (hoy en día continúa interpretándose por los músicos de mayor prestigio).
Junto al gran favor del arpa, las agrupaciones instrumentales catedralicias de viento tuvieron un papel predominante. La música sacra instrumental se concibió de manera vocal, con el ánimo de procurar una variedad tímbrica a la polifonía.