La localidad de Terriente cuenta con un interesante patrimonio monumental. Su casco urbano se organiza en torno a dos plazas contiguas, la Plaza Mayor, gran espacio de forma trapezoidal donde se encuentra la casa consistorial, y la Plaza del Boticario, de forma rectangular. Otros dos espacios vertebradores de la red urbana son la Plaza del Pilar, en la parte baja del pueblo y el que se abre ante la iglesia y la casa parroquial.
ARQUITECTURA RELIGIOSA:
La iglesia parroquial está dedicada al Salvador. Desafortunadamente, su interior fue saqueado en el transcurso de la Guerra Civil Española y no se conservan ninguno de los retablos que adornaban sus altares y capillas.
El templo tiene una gran nave gótica cubierta en sus cuatro tramos con bóveda de crucería de terceletes. En el tramo situado a los pies del edificio se encuentra un gran coro elevado sobre una bóveda de crucería rebajada. En el lado de la epístola se abren tres capillas cubiertas con bóveda de crucería simple, bóveda de terceletes y bóveda estrellada. Otro espacio, cerrado hoy por una pequeña puerta de madera, contiene la capilla del Cristo de las Nieves, en muy mal estado de conservación, de estilo barroco, compuesta por dos tramos, cuyo presbiterio se halla coronado por una cúpula con linterna que se aprecia desde el exterior adosada a los pies del templo.
En el lado del Evangelio, se encuentra la sacristía mayor. A continuación tenemos una capilla cubierta con bóveda de terceletes y el atrio renacentista, uno de los más interesantes de toda la provincia de Teruel, de estilo serliano o purista clásico, construido en piedra sillar en dos niveles.
En el inferior presenta tres grandes arcos de medio punto que delimitan tres tramos cubiertos por sendas bóvedas de crucería de terceletes. En el nivel superior, separado por una cornisa, tres ventanas arquitravadas, cada una de ellas situada sobre uno de los arcos del nivel inferior, dan luz a lo que fue una sala situada sobre el atrio a la que se accede a través de la torre campanario, situada en ese mismo lado a los pies del templo. Toda la iglesia está rodeada por los restos de un recinto fortificado que hasta los años sesenta del siglo veinte se utilizó como cementerio, pero en el que aún se conservan algunos tramos almenados y saeteras en los muros.
La ermita de Nuestra Señora del Rosario, está situada dentro del casco urbano.
Es de estilo barroco y de dimensiones considerables. Al igual que la iglesia parroquial, sufrió el saqueo en su interior durante la Guerra Civil Española y el abandono posterior la llevó a perder gran parte de su cubierta interior, cuyos arranques se distinguen aún. La cabecera del templo es un espacio cuadrangular separado del resto por un gran arco triunfal que delimita el presbiterio, que estaba cubierto por una cúpula gallonada sobre pechinas. La zona destinada a los fieles estaba cubierta por una bóveda de cañón con lunetos en los que entra la luz a través de óculos circulares. Esta separación interior de espacios es perceptible desde el exterior donde los tramos que delimitan los vanos están enmarcados por recios contrafuertes. La portada de acceso al templo se encuentra en el lado del evangelio. En ese mismo lado, en la cabecera, tiene adosada una pequeña sacristía y a los pies una pequeña espadaña, de dimensiones mucho menores al resto de la iglesia, cuya parte superior se desplomó en la década de 1990, que bien puede ser anterior al resto del edificio (gótico-renacentista), ya que la campana se alojaba en una arco conopial gótico coronado por un pequeño frontón.
En el término municipal se conservan en pie dos ermitas, de las muchas que existieron antes de la desamortización eclesiástica, de esquema típicamente serrano: la ermita de la masía de Hoyos Quemados y la ermita de Santa Ana en la pedanía de El Villarejo.
Ermita de Santa Ana en El Villarejo
Ermita de la masía de Hoyos Quemados
ARQUITECTURA CIVIL:
Entre las construcciones civiles hay que citar en primer lugar la casa consistorial de la localidad, que presenta la estructura típica de buena parte de los ayuntamientos de la Sierra de Albarracín y de algunos pueblos de la Comarca de Teruel, siendo uno de los ejemplos más interesantes y arquetípico de este tipo de construcciones civiles. La localidad está jalonada de casonas con elementos típicos de la arquitectura popular serrana, casi todos ellos datados entre los siglos XV y XVII, en los que la prosperidad económica que trajo a la comarca el comercio de la lana y las actividades (lícitas e ilícitas) relacionadas con la existencia de la frontera con Castilla y el reino de Valencia, supuso un despliegue de la actividad constructiva en la localidad que se puede todavía hoy apreciar en muchas de las fachadas de sus casas. Éstas están construidas en mampostería, reservándose el uso del sillar o piedra tallada a los cantos de los muros y a los vanos, con arcos de medio punto renacentistas en las puertas de la planta baja, que conviven con falsos arcos conopiales de reminiscencia tardogótica en la planta superior. Es muy interesante también el trabajo de la forja que, en esa época y en las posteriores, sirvió para adornar las fachadas con balcones y rejas que cierran algunos de sus vanos. Otro edificio singular es la torre palomar, recientemente restaurada, que se observa en las proximidades del pueblo, junto a la carretera que conduce a Teruel, que en otro tiempo se empleó como torre de defensa y como torre de comunicaciones formando parte de una red de telégrafo óptico.