El gran surgimiento de la reconocida época más absolutista y sin ninguna duda la mayor dictadura prolongada de nuestra historia republicana. Donde durante más de treinta años, los dominicanos vivieron sometidos a la voluntad omnímoda del “perínclito soldado de San Cristóbal”.
El 16 de agosto de 1930, cuando el general Rafael Leónidas Trujillo Molina se juramentó ante la Asamblea Nacional como Presidente Constitucional de la República, dando inicio al gobierno más dictador e intransigente con respecto al pensamiento y expresión ciudadana en nuestra historia. Pero que en este caso apartaremos “la paja del trigo” es decir, a guardar distancia entre los progresos reales de la educación en tiempos de Trujillo y la propaganda política interesada a favor o en contra de la dictadura.
Una Vez establecido en el poder, Trujillo y sus colaboradores entendieron que debían necesitar una serie de elementos con los cuales ejercer un férreo control sobre la población y fue así como utilizaron los medios de comunicación, la iglesia, los sindicatos, los partidos políticos, pero también y sobre todo la escuela que es el elemento más importante para alienar a la población.
En vista de esto el sistema educativo estaba controlado por Trujillo, en este periodo sufrió cambios que afectaron sus procesos. La educación era muy estricta, se tenía un régimen militar y los estudiantes eran maltratados.
Aquí se comenzó a implementar prácticas pedagógicas, con 1 año de duración para mejorar la educación del docente. En 1933, Trujillo prohibió la enseñanza hostosia y cerro casi todas las escuelas normales que formaban bachilleres .Solo dejo la de Santo Domingo y San Cristóbal. Se crearon cursos nocturnos de educación de adultos y en la UASD se creó la enseñanza de facultad y letras.
1835, los estudiantes que tenían las notas de 80 asía riba podían ser exonerados. En las escuelas normales se comenzaron a impartir pruebas trimestrales con derecho a la liberación. Aquí la asistencia aumenta paulatinamente y un recurso de mesiado bajo para la educación.
La educación fue muy bien utilizada por el gobierno del dictador Trujillo con el fin de resaltar su figura, darle un carácter divino al déspota. Varios intelectuales colaboraron con ese propósito, sobresaliendo Joaquín Balaguer, el cual llego a ser secretario de educación, Manuel Arturo Peña Batlle, Arturo Logroño y otros más.
Una de las primeras disposiciones de Trujillo a su llegada al poder en 1930 fue ordenar la preparación de un plan de reformas de la educación en procura de que la escuela dominicana evolucionara hacia modalidades más amplias y sistemas más acordes con el espíritu científico y la tendencia experimental de las prácticas pedagógicas modernas.
En 1932 se promulgo una nueva ley general de estudio la cual sustituyo a la ley general de estudios que habían implantado los norteamericanos en 1918.
Probablemente el aporte más trascendental dado a la educación por el implacable régimen de Trujillo, lo Constituyo la ley orgánica de educación 2909 del año 1951, la cual Permaneció en Vigencia hasta el 1997 siendo sustituida por la actual ley general de educación 66-97.
La ley orgánica de educación dividía el sistema educativo en tres niveles de enseña: el primario (1ero hasta 5to), el nivel intermedio (7mo y 8vo), el nivel secundario con una duración de 4 años: tres de formación común para todos los alumnos y uno de formación diferenciada para atender a las aptitudes y presencias de los estudiantes. La dictadura aporto un amplio cuerpo jurídico al sistema educativo nacional y las escuelas normales, como una forma de burla al pensamiento de Hostos, pasaron a ser dirigidas por órdenes religiosas.
Para incorporar esa independencia gubernamental contrato educadores extranjeros acreditados por su larga experiencia y conocimientos en la materia, tales como; Fernando Sainz, Carlos Larrazábal Blanco, Guilma de Castro, Antonio Martínez Surroca, José de Alameida y otros.
Desde el 1935 hasta el final de la dictadura trujillista se realizaron múltiples transformaciones, cambiando la enseñanza retórica y memorista en una de carácter empírico más cercana a los postulados hostosianos, que a la enseñanza confesional que heredamos de los conquistadores.
Dentro de las fortalezas del sistema de instrucción pública en tiempos de Trujillo cabe mencionarse el orden y la disciplina que primaba en todas las escuelas públicas; el sentido de responsabilidad de los maestros y, en correspondencia con ese atributo, el respeto que los alumnos les guardaban.
Citaremos algunas fortalezas y debilidades del sistema de instrucción pública durante la administración del insigne dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina durante su gobierno:
Al fin de cuentas cuando Trujillo llegó al poder en 1930, apenas un 4% de los dominicanos asistía a la escuela, es decir, la cobertura era bajísima. El analfabetismo en la población de adultos llegaba al 90% y apenas existían en todo el país seis escuelas para adultos iletrados. 400 escuelas rurales no eran suficientes para atender a los niños de los campos que en número eran mucho más que los que vivían en las ciudades. Se puede decir que el país tenía más generales que maestros.