España - my love I

Autor de textos - Rodena Borisova

Nuestro Señor el Pato

A un hombrecito, mientras trataba de atarse los cordones del zapato izquierdo, se le ocurrió que antes de comer, su pueblo hubiese de escribir una libreta justificativa. Convocó la correspondiente reunión en la plaza principal y anuncio su gran idea por un megáfono de colores. Habló tanto tiempo, que los presentes oyentes comenzaron a olvidarse de aquello cual pensaban antes de sentarse en las butacas de la plaza. Nadie les obligaba estar y permanecer allí, pero la fama del pueblo fue de muy educados, y respetaron escuchar a su villano hasta el final de su discurso que duro cuanto se tarda en llegar al pueblo de al lado a paso de paseo. Aun a la noche cada hombrecito empezó a escribir su libreta justificativa, tardaban horas en completar la explicación del día de hoy. A algunos de los hombrecitos empezó a olvidárseles que iban a cenar después del acto importante, de escribir. No comían. A la semana todos habían adelgazado pero cada uno de ellos era muy sabio. Tenían su propia biblioteca de escritos originales. El hombrecito se hizo famoso y tuvo sus seguidores. Todos con mucha educación trataban de no desmentir lo que su maestro les enseñaba.

Había un pueblecito de hombrecitos esqueléticos, muy sabios. No lejos de este había un pueblecito de hombrecitos obesos. No mucho más allá un pueblecito donde todo ser iba con bastón. Muchos había de los pueblecitos. Ninguno de los habitantes de estos sabía de la existencia de los otros porque a un pato se le había ocurrido un día hablar, los hombrecitos le admiraron por su milagro. El pato dijo algo como “cuapaser papa te”, los hombrecitos comprendieron que cada uno se fuera por su camino a buscar su suerte y fundar su propia comunidad, y no volvieron jamás ni avanzaron una vez hallada la tierra prometida.

¿Cara o cruz?

El loco vivía en el país de los locos, que a su vez estaba en el mundo de los locos. El loco fue científico, e inventó una cura, para volverse cuerdo. Un día decidió probarla consigo mismo… el efecto inmediato fue que comenzó a crecer. De pronto se volvió mas grande que su ciudad, y luego que su país, y luego que el planeta, que su sistema solar, que la galáctica, que el mundo… hasta que apareció en una llanura. Tras menos de instante, la llanura resulto ser el suelo de una sala, en un edificio no menos diferente que hace rato había abandonado el loco. La sala estaba repleta de gente, y nadie pareció connotar su repentina aparición. Todos estaban atentos a lo que iba a decir uno, en medio de la sala… y se escuchó de sus labios – “Estimados señores cuerdos, he aquí la cura, todos a la vez…!”, y según acabo de pronunciarlo, todo hombre desapareció, y el loco, se había quedado solo.

De un paralelepípedo, hueco, pero no vacío

Imaginemos simplemente pensar… en una casa. ¿Dejar la casa con ventanas de más, para que entre algo de aire, o sin ventanas, para que sea una casa sencilla? Entonces de ser la segunda posibilidad (lo último suele ser mas convincente), quizá hablaríamos de una caja, y pensaríamos qué es lo que encierra esa caja. Hay cajas de gran capacidad de “absorción” – es decir, al ponerlas en una mesa, y sacando todo trasto que contienen, conseguiríamos nada menos que un montón, de cosas (a menudo sin nada en común), pero y ¿qué es lo que queda en la caja? Si echáramos una ojeada al montón (no por ello menos detallista) pensaríamos en todo trasto cuanto la caja, perdón la casa, no contiene… pero quizá, imaginando un objeto mas, uno que permanece en el interior, que nos gustaría haber sacado, o deberíamos – pero cómo, si ya no quedan ventanas (por cierto, se me olvidaba mencionar, que al arquitecto, seguramente distraído, se le saltó poner una puerta, en la pared). Sí, la carencia de ventanas quizá sea un inconveniente al fin y al cabo. Podríamos perforar agujeros, a modo de respiraderos ¿y de inspiraderos? – no queremos crear una mala ventilación ¿verdad? Me imagino que la “cosa” que queda dentro, no sabrá “salirse” por un inspiradero… o quizá un poco, quizá deba.

¿Qué es lo que encierra?

Dibujé una casa con muchas ventanas, para que vea, o me vea lo que halla dentro. Luego borré las ventanas, me gustaba más una casa sencilla. Quise conocer lo que me había dejado en el interior y borré las líneas que quedaban en el papel. Una hoja en blanco, casi, mi goma es de las baratas, pero no dibuja mal.

En fin, no me hagan Ustedes caso, cualquiera sabe que las gomas no dibujan, ni tampoco las cajas cerradas son algo más que cajas cerradas, y ya no hay arquitectos que se olviden de dibujar una puerta, en los planos de las casas, habitables.

Transparente

Los Enanitos existían en una esfera de cristal transparente. Estaban los Enanitos Pensativos, que sentados entorno un cuadrado dibujado en el suelo, trataban de construir un cubo. Estaban los Enanitos Felices, que algunos habían construido otros construían cubos, y de pie desde sus cimas (la mayoría de ellos) se alegraban de mirar el horizonte. Estaban los Enanitos Locos-Felices, que exponían un discurso entorno la construcción de los cubos. Estaban los Enanitos Locos-Pensativos, que se dedicaban a desmontar un cubo ya hecho. A la esfera transparente se le acercó otra esfera idéntica, también llena los Enanitos, pero aquellos otros se dedicaban a las pirámides. Chocaron las dos esferas y se rompió el cristal. Cayeron los Enanitos y se miraron los unos a los otros.

Hubo un lugar donde existían los Enanitos, idénticos todos ellos, que se miran aun hoy día con os ojos asombrados.

El huevo

Hubo un huevo, transparente, y dentro del huevo un pájaro, que había nacido de un huevo más pequeño, que hubo dentro del transparente. En el principio fue un pájaro muy pequeñito, y volaba de borde a borde dentro del Gran huevo. Con el tiempo creció, y tanto, que ya no podía volar, entonces se dijo – “Si no puedo volar, es porque los pájaros grandes ya no vuelan”. Un día se dio cuenta de que había crecido tanto, que ya no podía moverse, se dijo – “Me he hecho viejo, voy a morir”, y mientras reflexionaba entorno el fin de sus días, miró hacia el “fin” de su huevo, y se vio encerrado, pensó –“Si no tuviera recuerdos…”, entonces hizo un esfuerzo, y se olvidó de todo.

Hubo un huevo, de aire, y dentro del huevo un pájaro, que había nacido de un huevo más pequeño, que hubo dentro del de aire. En el principio fue un pájaro muy pequeñito, y volaba de borde a borde…

Los nudos, son de color morado

Un lazo, buscaba al color morado

fue hacia fuera, y encontró

al color verde

le preguntó ¿es usted morado?

el color contestó

soy libre, yo no soy un color.

Entonces, fue hacia un lado, y encontró

al color blanco

le preguntó ¿es usted morado?

el blanco, le contestó

es la suerte… yo no soy un color.

Entonces, fue hacia otro lado, y encontró

al negro

le preguntó ¿es usted morado?

el negro dijo

yo, soy sabio, yo, lo soy todo.

Entonces, fue al revés, y encontró

al color azul

se preguntó ¿es usted morado?

No, yo no soy amarillo

no soy ocre

siquiera marrón

pero, ha buscado al sol

a la cal

o, confusiones, marinas?

preguntó el azul

paz, déjeme usted en paz

contesto el lazo.

/en una obra, de teatro, a un hombre le pusieron un lazo, en el pecho, entrelazado en forma de rosa, para que finja ser sangre.

Caja a Medida

Uno, escoge caja a medida, la cierra bien, para que permanezca cerrada, la entierra bien, para que dure lo suficientemente, escondida, procura recordar donde la deja, porque desconoce el lugar preciso donde se encontraba, y hecho todo, todo eso… se va.

Luego, sigue, por allí,…

Habitualmente no da tiempo a hacerlo todo, por lo que se prescinde de lo mejor, enterrándolo como un tesoro al que volver a buscar. No se si a veces se desea tener un gran tesoro, o uno pequeñito, cuanto más tiempo falta, el tesoro viene a ser grande. Aunque, existe el peligro, que con el paso del tiempo, nos acabamos olvidando de que hayamos enterrado un tesoro. Entonces, no sé si es mejor que sea éste más grande, para lograr verlo de lejos, y no perderlo de vista, o pequeño, cayendo en el remordimiento de tener que llenarlo más, para atreverse un día a volver a desterrarlo. Aunque, debí preguntarme entorno los tesoros también, cuando era mucho mas pequeña, cuando era realmente pequeña, bajita de altura, o del horizonte de la mirada. Como a los niños supongo, las casas, el mundo, los objetos, les son enormes, no les hacen caso, y se ocupan de las cosas pequeñas, como piedras, ramitas, hojas, fruta seca, las montañas pequeñas, o las grandes, pero, no se dedican a coleccionarlas, supongo no les da tiempo a ello, lo cual, me hace sospechar que los entierros, de tesoros, cambian de lugar. Quizá al cambiar también uno, de tamaño, se dedica a recordar a dónde ha ido a parar su caja, guiándose por las cosas pequeñas. A menudo las cosillas pequeñas, recuerdan a mapas. Aunque los marcapasos también recuerdan a rituales, por lo que mucho tiempo, en una colección cualquiera, viene a ser un horario. Pero de ser que logremos bautizar al ritual, bajo el nombre de rutina, es cuando se da el cambio de horario. Cambiar de cumpleaños por ejemplo. Podríamos, el cumpleaños del año presente, adelantarlo con quince años, o, retrasarlo con quince años, si queremos. Por lo que, si al pensar en nuestro pasado aceleramos el tiempo, como si fuera ayer, y pensar en nuestro futuro lo bloqueamos: al celebrar un adelanto de cumpleaños, giraríamos la aguja del bloqueo, al celebrar un retroceso de cumpleaños, detenemos la aguja acelerada. Qué mas aburrido que cumplir con el cumpleaños que te toca, más en el número sucesivo, y el momento supuesto, que, por otro lado no habría que olvidar, ya que perderíamos la noción del tiempo, y, los relojes sin agujas son bien inútiles, o feos, por mas que asemejen una obra artística. Aunque de pensar, en los relojes normales, de dos agujas corrientes, con aguja del bloqueo, o gorda, y aguja acelerada, o larga, seguramente preferiríamos los de sin agujas, por la disfunción que presentan al ponerlos en marcha.

La Obra de Teatro

(El músico, sentado en su piano… pero su silla está patas arriba. El músico está tejiendo un nudo con las telarañas por el interior del instrumento.)

• ¡La canción árabe cesó!

(silencio)

• ¡El enemigo en las puertas!

• el pueblo entero armando palas, guadañas, azadas - torciendo espaldas en la danza de la bruja.

• los ancianos levantando hacia el cielo bastones de vid desarraigada - pinchan al todopoderoso por el trasero.

• las puertas sonando a estruendos de millón rinocerontes galopando.

El músico - Galopan, todos Aquellos. Corren hacia mí. Me aterrorizo.

Estoy respirando, a su horror

a mi horror…

Me respiré a mí - no era yo.

Hoy grito aterrorizado - No Era Yo.

(silencio)

• ¡El enemigo sigue en las puertas!

(Escuchó el músico… la pesadilla Aquella estaba fuera de las puertas. No era sino murmullo lejano de patitas de hormigas, pisando y pisando, se aplastaban todas ellas. Pero Aquellas, estaban fuera de las puertas.)

(un gong)

• ¡El enemigo en las puertas!

El músico - Sigue, allí, en las puertas.

(Miró hacia las puertas. Él estaba dentro, y vio.)

El músico - Me aterrorizo. Veo un monstruo caído en sus cuatro patas oscuras.

Me mira hambriento,

y sangra…

Le veo. Yo miro aterrorizado - Es Mi Sangre.

Sus patas traseras empujan hacia fuera, sujetando las puertas.

(silencio)

• los cuadros de donde se encontraba el músico, colgando monstruitos - pero son bellas sus pinturas, eran de sus maestros.

• los libros por las estanterías, abriendo páginas solas y hablando siniestras, como humanos - pero decían verdades.

• las puertas doblándose en encogidas e incomprensibles formas - pero devenían esculturas apasionadas.

El músico - Me veo a mi, cuadros, libros, esculturas…

pero en ellos veo al monstruo.

• ¡La canción árabe cesó definitivamente

cesó toda melodía

todo sonido

ruido…

…!

(El músico sentado en su piano… su silla clavando patas en la tierra, rajando al cerebro del diablo. El músico tocando sinfonías, mira por la ventana a las afueras. Mientras, sus dedos danzan el baile de la sirena por el teclado del instrumento.)

Finale

(La fábrica está desnuda, deshabitada.)

La fábrica - Buu, buu, idos Búhos, dejadme sola.

No veis que no están hoy.

Nadie está hoy.

Yo…

¡La fábrica sonríe hoy, quitad punzantes zancas de mis tejados!

(La anciana en su ventana, se despide. No sabe de quien.)

La anciana - Era ayer, sí, sí, sí.

Era aquel día.

El día en el que yo…

Sí, sí, se fue. Todo ha pasado.

Todos se fueron.

Idos y vosotros. ¡Id!

¡Vuela, vuela!

(Un espejo en la pared, la habitación de la anciana está vacía, la fábrica ya no esta frente la casa, nadie está enfrente.)

El espejo dibuja: Una mujer esbelta peinando sus cabellos largos /de día/

pero no mira al espejo, no se atreve.

La fábrica - buu, buu…

El espejo desdibuja: Una mujer desvistiendo su vestido encarbonado, /de día/

no mira al espejo, no mira a nada.

La fábrica está furiosa, humo negro…

El espejo, solo en la pared: Una mujer esbelta, sola en la habitación. /de día/

Un vestido viejo, la mujer no ve nada.

La fábrica, el humo, la furia, las turbinas… gruñen.

Buu, buu, buu…

/hora del sol/

(Un búho frente la casa, pero no hay casa.

Un búho mirando la anciana, pero no hay anciana.

Un búho pisando, arañando la fábrica, pero no hay fábrica.)

El Búho hablo: Ataúd de color de mujer.

Ruinas, ladrillos y ladrillos negros.

Ventana rota, espejo del revés.

Buu, buu…

/hora luna/

El tiempo - ¿Quién va?

¡Vuela, vuela!

Los búhos se han ido, nadie está hoy!

Yo…

/hora nula/

Materno

La madre era madre,

el mundo era mundo.

La madre quiso un hijo,

un hijo suyo, un sueño.

Un hijo por alimentar,

un ella en otro.

Su hijo del mundo,

el mundo en su hijo,

su mundo en su hijo.

Y la madre quiso ser madre,

pero el mundo no quería ser mundo.

La madre le vio a él…

a su hijo en el mundo,

a su sueño en el mundo,

pero no era aquel su mundo…

vio calles mordidas por perros sangrientos,

casas podridas por almas muertas,

ríos secos y ojos obesos,

bosques sin árboles y playas sin mar,

la voz del hombre fue la de la fiera,

la voz de la máquina fue la del hombre.

Hastiaban los muertos, los vivos callaban,

pero los niños seguían jugando,

sí, el cielo seguía azul,

pero ella vio…

El sol quemaba las nubes en agujeros humo,

y el cielo ya no lloraba, no podía,

la lluvia no quería existir,

la tierra sola,

pero los hijos seguían jugando,

y ella vio…

El juego era la guerra, los juguetes comida,

el alimento escupitajos pisados por elefantes,

el agua - el chillo del niño

del hijo

que juega en el mundo,

pero no era aquel su mundo,

no era su hijo.

La madre no era madre,

el mundo era mundo.

-

El mundo quiso ser mundo,

pero la madre no quería ser madre.

El mundo quiso una madre,

una madre corneja, un sueño.

Una madre por nombrar,

un ella en él.

Su madre, su astro del día,

su vida en su madre,

su fantasía en su madre.

Y el mundo fue mundo,

pero la madre no quiso ser madre.

El mundo la vio a ella…

a su madre como su ser,

a su sueño como sus entrañas,

pero no era aquella su madre…

vio perros vestidos y calles desiertas,

almas sin rostro y casas de huesos,

bocas llenas y charcos sin fondo,

peces volando y flores bonitas,

los ojos de la fiera eran los de la máquina,

los ojos de la máquina eran los del hombre.

Rezaban los muertos, los vivos gritaban,

pero los niños seguían cantando,

sí, la tierra seguía negra,

pero él vio…

Los mares no tragaban a las huellas de colorines,

la tierra ya no se abría, no podía,

la lava no quería existir,

el cielo olvidado,

pero los hijos seguían cantando,

y él vio…

El canto era la palabra falsa, las notas - sílabas mudas,

las letras - transparentes hadas pisoteadas por bisontes,

el amor - el odio del niño,

del hijo,

que canta por la madre,

pero no era aquella su madre,

no él era su hijo.

La madre no supo ser corneja,

el mundo no supo ser de la madre.

De la creación del mundo

Nació el niño vagabundo.

De su madre – escupido a orillas del mar oscuro.

De su padre – un vómito afuera del bosque triste.

De su abuela – desecho del cielo pálido.

De sus abuelos – magma echada del infierno.

Dibujaba por la arena con su palito-niño

figuras monstruo, no era él,

las odiaba, tiraba olas encima suyo,

borraba,

se borraba todo sí.

Cantaba con el eco de los árboles

al canto del medio tono, su aúllo,

tiraba de las orejas propias, arrancaba su lengua,

quemaba los árboles,

quemaba a su interior propio.

Bailaba con el niño, con el aire,

torcía pies amputados y brazos cortos,

maldecía la gravedad, pisoteaba la tierra,

truenos mortíferos,

convocaba el pequeño mago la tormenta.

Esculpía a su rostro para arrancarle los ojos,

cubría al niño entero de piedra áspera,

despedazaba al vientre del volcán,

indagaba en sus intestinos,

hundía en su fuego la faz.

-

Nació el hombre vagabundo.

De corazón perla rosa – de nadie

de la voz del árbol – de nadie

del caminar de la nube – de nadie

de la mirada diablo – de nadie

de él,

de sus venas en cuerpo

no dibujos con sangre,

de su aire retenido

no melodía escupida,

de sus gestos secretos

no danzar la huida,

de su odio en arrugas ocultas

no certeza tallada.

-

Parido el Mar Belleza,

odiaba éste la madre,

dibuja al monstruo – no era él.

Contagiado el Bosque Melancolía,

odiaba éste al padre,

canta el horror – no a sí.

Recuerdo de Cielo Paraíso,

odia este la abuela,

baila la ignorancia – no estaba en sí.

La lujuria de la prostituta – el Fuego Hermosura,

odia éste los abuelos,

patea los muertos – no era.

-

No, no era lo negro del mar,

no era lo triste del bosque,

no era el frió del cielo,

no era la lágrima del fuego,

no eran de él, del vagabundo.

Eran de ellos, de su madre

de su padre

de su abuela

de sus abuelos.

Eran para ellos sus dibujos con sangre,

su melodía escupida,

su correr de huida,

su certeza tallada.

-

Nació un Dios, un Cobarde,

de él la perfección,

de ellos el monstruo.

Pero ellos veían un ángel,

veían un familiar,

creían ser de él,

ser su imagen.

Pero el niño vagabundo es de nadie,

el hombre vagabundo es de nadie,

es de él.

De él su imagen,

de él su muerte,

de él la perfección.

De ellos - la suerte falsa

la eternidad

la fe,

lo verde de la verdad imaginada,

la verdadera pérdida,

la inventada muerte.

Apocalipsis

Se acaba.

El tiempo se acaba.

El reloj no ha tocado su hora primera,

el cuco duerme,

el mundo despierto.

Pero es todo oscuridad,

las casas ahogadas en brea, nocturno,

ni una ventana mirando,

ni una vela encendida.

Se les oye caminar por las cuevas,

a los hombres

el suelo de madera podrida delata sus pasos,

se preparan

se visten de luto y salen

van al cementerio de panteras

llevan paraguas, y no llueve - aun

de día no cae agua - todavía

van al Destierro.

Montones de silenciosas siluetas entorno un agujero

esperan

pero la hora primera no suena - aun.

Se agota la niebla, las nubes, la humedad,

hoy no llueve,

pero siguen esperando

los hombres

cada vez más amontonados, y más, y más

pero es todo penumbra

y ellos no oyen

si supiesen que saben caminar,

pero no.

Los montones recién llegados empujan,

y los delanteros al agujero, cabeza abajo al pozo.

Más montones avecinan, de otros que esperan,

y los delante suyo al agujero, al carajo

pero todos ellos estáticos

ni pestañean

si supiesen que saben caminar, no empujarían

pero ellos no se oyen

porque el cuco duerme - aun.

Todo oscuro, sigue,

todos allí,

el mundo,

despiertos.

No saben cuándo es,

ni saben a qué han ido,

a un agujero negro ven,

por un agujero negro se preguntan, incomprendido.

Hubo una madre entre la muchedumbre espesa,

llevando a su recién nacida niña,

bebé de ojos enormes, pero cerrados - aun

de ojos felinos, pero todavía dormidos.

Lloró la hija - la madre confusa tartamudea susurrando “Al Destierro”

y todo un pueblo de sordos salta,

y toda alma escucha atenta,

pero los hombres mirando al agujero,

lo temen, les aterroriza, horror negro delante suyo…

“¡Al entierro, al entierro!” - gritaron como uno, como nunca.

Se comenzó a cavar la tierra,

y se la tiraba al agujero, al pasado siniestro.

Se echaron piedras,

y tras ello maderas, tanto de árboles vivos como cortados.

Tras los árboles más piedras, y más tierra

enterraban

todo hombre hacía, a cuanto había ido.

Tapaban el horror de lo negro, al miedo mataban.

Se agota la hora,

el agujero se acaba,

el mundo duerme

pero es toda la tierra fosas

es toda hoyo son fondo…

El agujero no es sino montaña,

y en su cima pantera blanca se come una niña.

La niña llora - aun.

Llovió.

En lágrimas se hundió el mundo entero,

el mundo ya no es Tierra sino Mar,

el cielo - agua, el suelo - fosa

pero se les oye nadar

de entre la cal había peces

no eran hombres…

Se acaba.

El tiempo se acaba.

Los peces no lloran.

Se comen los unos a los otros.

Se devoran, todavía…

La palabra fue dada

El supremo - “¡Hablad mortales!”

El ciego - “De la palabra.” - Como quien despierta.

Como tú, quien fuiste bajo la lluvia a por el pan.

Hoy queman a tu ropa, la arrojan al infierno.

El bocado mojado es más dulce,

tan sólo el anciano saboreará sus migas.

El niño - “De los perros” - Del animal que no ríe,

cual canta alegría desde su alma, hálito ternura.

Ríe en sueños, patea al aire. ¡Corre perro, corre!

Escapa mi perro, huye de mí.

Sonríe en mis memorias,

sino yo tiraré de tu boca, la torceré,

pintaré tu risa con mis pequeñinas manos.

El mudo - “Del océano” -

La mujer - “De los muertos” - Como quien patria tiene,

quien a su familia recuerda, y más a sus enemigos.

¡Recordaréis a aquel, cobardes, lagartos!

Enfrentaos a él, y él os recordará.

Asesinado, pero consigo os lleva,

en la memoria,

de todos nosotros, nuestro hogar.

El supremo - “¡Callad, o decid de cuanto os regalo!”

(silencio)

El supremo - “¡O hablad, pero de cuanto soy en vosotros!”

(silencio)

El niño - ¿Quién me regaló el perro?

¿Es que yo soy regalo?

Yo no regalé a mi perro.

Se me enseñó no hacer regalos.

Lo eché,

de mí,

eternamente.

El supremo - “¡Tú, niño mortal! ¿Quién te enseñó?”

El mudo - ¡Del océano!

Los muertos - Desde la eternidad…

El supremo - “¡Yo soy!”

(silencio)

Mundo, sobre tortugas

Línea recta del horizonte océano.

¿Será que es la tierra homogénea?

¿Será que los ratones - pájaro no comerán?

Por lo plano (del penique la cruz) se matan de trabajar.

Por lo plano (de la moneda la cara) hablan de cómo trabajaron, matándose.

Lloran.

No llores murciélago, sino la tierra se hundirá en cal,

la tierra plana, por la que no escurre tu sangre.

¿Por qué ríes tú, quien crees saberlo?

¿Por qué no callas tú, quien crees verlo?

¿Por qué no estás solo, trabajando?

Buscas esclavos que te acompañen.

Buscas hogar donde no es.

¿Por qué ríes tú, si solo estás?

¿Es graciosa la vida?

¿Acaso la muerte?

El diablo ríe, pero no es de por aquí.

El dios se preocupa dicen, pero desde el Allí,

no contagia sus meniques.

Tú, quien resbalas por globo hinchado,

¿a quién imitas?

¿Acaso naciste otro que bichos repugnantes del alrededor tuyo?

No compadezcas la rata si cola apestosa arrastras.

Las gatas no rezan por sus crías,

ni las cuentan cuantas eran, de cuántos son.

Las atan de las patas y las patean delante suyo,

hasta echarlas del agujero cuna.

Las dejan solas.

Las abandonan, como ratas,

y con las ratas,

y por las ratas gatitos ya animal viven,

a algunos se los comen,

a otros se les mata - por seres de alcantarilla.

¿Por qué tú, cobarde, no sueñas con ser niño?

Para conocer los canales,

para decir: La alcantarilla es para echar los excrementos al mar.

Los basureros para alimentar a los pobres.

Las bombillas son los matones del sueño y noche tranquila.

Las ciudades lugares donde los necios se esconden.

Los museos son cementerios de animales asesinados.

¿Por qué tú, preguntas a tu gata, tu madre?

Para que te diga: Es alcantarilla - y tú la verás amarillenta.

Es basura - y tú olerás asqueo.

Es luz - y tú hallarás tu juguete primero.

Son casas - y tú creerás en el hogar.

Es el museo, ¡mira al pájaro! - y tú verás colores, imaginarás volar.

Soñarás… con estrangular conejos

con quemar palomas.

¿Por qué tú?

¿Por qué no rata de la tierra, que no gusta al gato sordo?

¿Por qué no arañas los oídos de tus semejantes,

con tu igual rabo de gato,

con tu homogénea frente,

con la de todos, de tu raza?

Pero tú no.

Tú cortas las vértebras sobradas,

te crees planta florecida en alas,

te crees ave de la hermosura redonda.

Pero eres tú,

por más que el niño tema al murciélago,

por más que la tierra es plana.

Quizá por ser tú, los hastiados viven en mundo globo.

Quizá por ser tú, las ratas no son murciélagos,

sino caminan,

aun con las patas atadas.

Mundo, de murciélagos

Cárcel

Salto de canguro - la niña aplasta narices en la pared húmeda.

Deseo de llorar - la niña escalaba la pared pulida en moho.

Le crecieron clavos de debajo las uñas, trepaba libre.

Abrió la boca ballena, tragó al agua resbalosa, a la tierra esparcida por su celda.

Muda y alegre escapaba de la prisión.

Miraba a lo alto, la cúpula del universo,

creía atravesar millas de apestosos ladrillos.

El carcelero gruñe desde lo bajo.

Ella, no en sí de locura, de pasión, por alcanzar,

le patea la ancha cabeza.

Un paso de caracol - la niña en el borde del tejado. Ya casi se cae…

y miró al sol

besó al águila

soñó poder morir con el ave de ella

bebió del vapor, de su nube blanca bebió

nombró las billón gotas de lluvia fría

olió el perfume del océano

saboreó las rosas de la melancolía

abrió sus ojos para ver

vio duendes

y hadas verdes de ojos estrella

tocó lo infinito

abrazó un ángel - esperanza

fundió su sangre con la del árbol

cantó la brisa

quiso a los conejos blancos

y a los negros

y a los ya sin alma

se enamoró, por primera vez

viviendo la vez eterna

amó a todo cuanto tocaba

cuanto respiraba

supo el ser viva

olvidó la vida de baca que recordaban sus noches de plomo

(baca que alimentaba, que paría, se torcía el cuello gordo, paría…)

acarició los caminos, y conoció…

la jungla, las flores, los mares, los acantilados, los prados

al mundo imaginaba

gritaba con la voz de ella

tartamudeaba la sinfonía del amor.

Pero su boca llena de cal, de pegajosa arena.

Hinchaba mejillas, toda su bella cara devenía rojiza.

Confundía de si rojo de la felicidad,

o de asco que sus pulmones guardan.

Vómito.

Salto de avestruz - la niña aplasta narices en el suelo húmedo.

Deseo de gemir desesperación - la niña camina por celda con tapiz de cenizas.

Arrastra pies por alfombra de estampados cráneos y esqueletos.

Se hunde en su alfombra tumba, de celda vecina que la que fue.

Muda, paciente, la niña no pestañea.

Paso tras paso tras paso, raya, el tras del paso.

Imagina a la otra pared.

Mira hacia la vecina escalada,

y sonríe - un salto

un canguro

un avestruz del alba.

De la sombra del hombre

En la casa del silencio no habla nadie.

¡Nadie!

No hay ruido, está la nada.

Nadie entra,

nadie sale,

semeja un templo,

pero no es un templo.

Peor que un templo, es.

Los dioses no hablan por su interior,

quizá los mudos hablaran,

o tal vez los ciegos.

Es la casa donde el sordo oye,

y los demás callan.

Habla el pensamiento.

Bajo la dirección del tiempo se cantan óperas

mudas.

En la orquestra de lo pasado suena la sinfonía

eterna.

Con los decorados del futuro hermoso, alegran a sus ojos

los oyentes.

Es el público de la escucha

de la calma,

en el teatro del mundo

ausente,

en casa del silencio

de dueño pensamiento

y la falta de presencia,

de cualquiera,

del ruido.

La ventana está abierta,

los coches no gruñen.

Los pájaros por el árbol,

no cantan preludios.

La puerta sin llave,

el intruso aguarda.

El viento enfurecido, sopla a los incendios,

en la casa a humo no huele,

ni a carne quemada.

Apesta, a muerte del sonido

a cenizas de canción

un cráneo de sonata inacabada.

La cuna del silencio - el cementerio.

La madre del silencio - la chispa de la vida.

Los padres del silencio - el eco de los truenos.

Su dios - la tormenta.

El hombre - la casa del silencio:

si habla, la casa se derriba

si no calla, el astro del agua le devora

es el diluvio,

la tormenta se aleja, avergonzada.

Cactus

El cactus

como toda planta terrenal

hablaba, del monólogo

pero vino el día

- del hombre.

El cactus supo cuanto quería decir

y enmudeció

como toda planta

como todo ser-verdoso.

El cactus

como todo hombre no nacido

tenía alma, y un corazón-verde

pero con el Día

le crecieron las espinas

hacia dentro

y su alma encogió, dormida.

También tenía ojos

pero en sus pupilas comenzó a florecer

árbol bello

de ramas mil

de puntas afiladas

con las que la planta deseaba alcanzar

a todo cuanto había mirado

pero el cactus no veía verde.

El verde - olvidado.

-

También el hombre

como toda planta terrenal

hablaba, del monólogo

pero vino el día

- del Cactus.

El hombre supo qué decir

pero enmudeció

había ingerido un cactus

se atragantaba.

Y el hombre

como toda planta no asesinada

tiene alma, y un corazón de cactus-verde

pero con el Día

al cactus le crecieron las espinas

hacia fuera

y el alma humana es líquida

como la de la planta

se derrama, lo verde.

Cuando el hombre llora lágrimas - verdes

es por el árbol feo de la vista

que comienza a florecer

el hombre se vuelve ciego

no llora

más dentro de sí

en lo verde, no derramado.

Del padre

Espíritu cruel - Me alegra Hesilio,

ver las visiones de quienes mueren,

leer los ojos de quienes a la horca su cruz sostienen,

deletrear los nombres que madres muriendo pronuncian,

oír de los paisajes descritos por los desangrándose,

hallar tu faz en sus plegarias…

porque tú eres quien me alegra a mí,

tú único haces que olvide mi torpeza, maligna.

Veo visiones de pájaros azulados por prados verdosos,

leo miradas de felicidad, de queridos o de seres llorando,

deletreo los nombres de personas amadas,

oigo de lugares maravillosos y sus bellos cielos,

los que en mi oscura y retirada cueva fría,

gracias a ti conozco.

Esclavo - Pero yo no he deseado tu bien,

por más que tú me adores,

eres la injuria de ese recipiente que habitamos,

lo menos que puedo hacer es ser recordado por quienes se cuecen,

en tus ardores,

(de alegría según tu ser apartado).

Espíritu cruel - Por ello yo te he amado siempre,

por tu faz iluminada y de la perfección,

por permanecer tú arrogante,

y no rebajar a parecerte a mí,

tu hermano,

cual nunca te abandonará,

por más que insistas que soy yo quien te obliga,

ir tras mis desastres

(teniendo que arrepentirme según tus valores).

Pero yo nací caótico,

fuiste tú quien se opuso a mí,

tú, quien le traicionaste.

Apocalipsis.

El mundo habló:

Si se superponen dos siglos humanos,

el hombre está solo.

el hombre - Al diablo, el mundo mira para atrás, habla, habla…

Que hable pues, alguien tendría.

Yo quiero volver… caminando.

Deseo retroceder… hacia acá.

Construiré mi gran prismático

y hojearé la página última de la lectura,

para aprender a volver… silbando.

Apocalipsis:

el hombre - Máquinas.

Fósiles.

Desierto.

Agujero negro

donde estaba la tierra.

Mancha azul

donde velaba la luna.

Piel de caracol

donde le crecía el bello al hombre.

Dos bolitas de hormigón

donde el hombre abusaba de sus ojos.

Un pozo sin fondo

donde el hombre tuvo su boca.

Cosido con bigotes de linces

por donde echaba las heces.

Sus intestinos, de aluminio,

llenos de costillas de pez sin nombre,

y granizos de arena ensangrentada.

Agujero blanco

donde el hombre tuvo el alma.

En la carátula del libro ponía:

“Del arte - éste da respuestas, no preguntas.

Del ser feliz - ¡cuida a una rosa tuya!

Del dios - ¡reza, desea y serás oído!

De la lluvia - nada ponía.”

Se le oyó:

Cuantas más respuestas, menos contestas a la tuya,

de la felicidad.

Si cuidas rosa de nombre arte,

la respuesta nunca será tuya,

la rosa es gemela.

el hombre - Al diablo con el nacimiento.

¿Es oído, quien habla con muertos y cree en ellos,

o quien habla con muertos y no confía,

pero la conversación con éstos aguanta?

El mundo escuchaba al hombre.

el hombre - ¡He vuelto!

Nadie le responde.

el hombre - Estoy volviendo.

El silencio abruma el prusia del cielo.

el hombre - Estoy volviendo, ¿por qué me atrae sino la noche?

Estoy volviendo, ¿Por qué me inquieta sino la vejez?

Estoy volviendo, ¿por qué sino adoro la madrugada?

tan sólo en ésta soy capaz de retroceder.

El mundo en la lluvia,

la lluvia en la tormenta,

la tormenta en las nubes,

las nubes en el sol,

el son en el cielo,

el cielo en el agua,

el agua en la tierra.

El hombre duerme,

con los ojos abiertos.

Un muerto no resucita. ¿Dos?

Durante años de las albas,

me contaron que a la muerte la pintaron negra, de lo más negra.

Durante años de las madrugadas,

me contaron que a la muerte la pintaron clara, de lo más clara la pintaron.

Durante años de los medio días,

me contaron que a la muerte la pintaron soleada, soleada la pintaron.

Durante años de las tardes,

me contaron que a la muerte la pintaron verde, verde la pintaron, tan obscura.

Durante años de las noches,

me contaron que a la muerte la pintaron pálida, que pálido su rostro lo pintaron.

Se acabaron los años acerca de los que me contaban.

Comenzaron a contarme de la muerte de las medio albas,

y de las media madrugadas,

y de los medio días y un poco más,

y de las media tardes,

y de las media noches,

de las media noches y tan sólo un poco más.

Se acabaron aquellos años.

Comenzaron a contarme de la muerte en años

un poco más adelantados que los prima,

y un poco más,

y un poco más…

La pintaban de colores aun más variados,

de un poco más diferentes,

de un poco más…

Me disculpo arrepintiéndome ante ti, Muerte,

haber tratado y durante mis años yo pintarte.

Me disculpo de lo más profundo,

que a ti Muerte yo pintaba.

Dime Muerte, ¿eras tú tan negra?

¿Tan negra te pintaron en aquellos años?

Dime Muerte, ¿eras tú tan clara?

¿Tan clara te pintaron en aquellos años?

Dime Muerte, ¿eras tú tan soleada?

¿Tan soleada, tan soleada?

Dime Muerte, ¿eras tú tan verde?

¿Tan verde de lo más obscuro eras?

Dime Muerte, ¿eras tú tan pálida?

¿Tan pálido tu rostro era?

Dime Muerte, ¿te pintaba yo a ti,

al menos durante un año de entre los que fui?

Dime que a ti pintaba.

Dime que no a lo negro yo pinté,

no a lo claro,

no a lo soleado,

no a lo verde, lo verde tan obscuro,

que a lo pálido yo no pinté.

Dime que a ti yo pintaba,

que me mentían, que son locos.

Me contaban Muerte,

que en los otros años, de un poco menos,

que eran las albas y las noches,

los días y atardeceres los pintados.

Consuélame que eras tú,

en el entonces y en el ahora,

desde siempre…

Consuélame porque contaron,

de parientes tuyas,

de primas tuyas,

de sobrinas.

Yo sé, contaron

que en las puertas tuyas,

más de una vez llamaban.

Dime Muerte que mentían,

que confundido no estoy,

que tan sólo por una vez yo moriría.

Consuélame te pido,

prométeme que cuando muera,

tan sólo por una vez sería.

Mundo de los muertos

Pueblo de callados

pueblo en el hormigón, en ojos que gotean

lluvia, niebla de vestido blanco, espuma terciopelada

una niña baila sobre hormigones grises azulados.

Pueblo de callados

oyen la tormenta, timbran hierros en el hormigón

rayos llueven, el horror, lo blanco tiembla

una niña danza el correr veloz, tormenta, escapa entre truenos, gotas.

Pueblo de vestidos blancos

lluvia, la tierra humedece

cavan tumbas, palas de tormenta agujerean

escupen a espuma terciopelada

destierran truenos, escapan bailes - una niña danza el escape.

Cavan ojos de callados

ataúdes hormigón recién nacidos

ataúdes lloran a su voz primera, trueno en tormenta

una niña baila sobre ataúdes grises azulados

suena baile de goteo, cantan los tacones blancos, una niña…

Pueblo de callados cava tumbas

una niña clava sus tacones blancos

palas de tormenta, blanco nace entre cal, destierra

blanco muerde arrancando voces

niebla de muerte blanca, espuma terciopelo abraza cariñosa.

Niña blanca canta en el pueblo de callados

sus ojos gotean en la lágrima, los mundos llueven

tormenta de callados resuena a su voz, olvida al baile

danzan truenos de tacones blancos.

Pueblo silencioso, hostil, no deseado

pueblo de una niña

niña de vestido blanco

muda

mirada de relámpago azul

abraza cariñosa en su danza

resuena la tormenta a su canto pálido

murmurar de pueblo de los silenciosos.

Niña de vestido blanco.

Pueblo de callados.

.

Búho

Hora Sueño - del día uno. (noche)

De ojos luna,

de cuerpo abismo.

Mata, busca alimento,

atento a la nada…

Búho.

El hombre no ríe,

no tiene nada que decir.

¿Sus pensamientos? - sombra suya, escondida.

El hombre calla,

no reflexiona, abre ojos a lo hostil.

¿Sus inventos? - inexistentes.

El hombre asesina.

El búho sueña.

Hora Vida - del día uno. (día)

De ojos grietas,

de cuerpo sombra.

Duerme, encantado por el mago,

despreocupado, quizá feliz.

Búho gris.

El hombre sonríe,

no canta, deletrea la canción pájaro.

¿Su melodía? - muda, de todos.

El hombre silba cantata fea,

cierra ojos, y recuerda.

¿Su memoria? - reflejo.

El hombre es.

El búho era.

_____________________

Nota al pie: Hubo alguien que negó al día, e inventó al diablo.

Hubo alguien que negó la noche, e inventó a dios

Hubo hombres, que negaron ser alguien.

Hubo hombres, que aceptaron ser nadie.

La Osa

Camina y persigue mi aliento,

tropieza para poderte levantar,

llora, para que dejes de sangrar,

cae, para que aprendas a volar.

No corras, yo no me escapo,

no sueñes, no te olvidaré,

no temas, soy yo el mayor espanto,

mi voz a las armas que te apuntan asesina,

mi mirada a las piedras por las que resbalas las agrieta,

pero me guaro mi melodía para ti,

¡alcánzame!

Camina, no desconfíes de mi llamada,

avanza torpe y nunca yo te mentiré,

no compitas, pero en mi fundamenta tu espíritu,

no te escondas, mejor te guiaré conociendo a tu faz.

No cuentes a extraños acerca mío si te amenazan,

yo derribaré a sus disparos, te liberaré.

No grites para que yo te oiga,

susúrrame para que te pueda adorar.

Camina, no te apresures,

sabré que no ignoras mi hogar.

Respira, no te mates,

sino al lado tuyo me arrastrarás,

el Mal que a las piedras y disparos asustaba,

contigo se esparcirá,

de hormigón el mundo devendría,

ni sol, ni luna ya habrá.

Sé, llegarán ovejas transparentes sin color,

en su rebaño te caerás tú sumergido,

tropezarás en lenguas largas sin sabor,

caerás bajo sus pies ridículos, los sin sentidos,

llorarás por el horror de su chillido.

Sé, creerás que te abandoné,

pero cierra tus ojos y respira desde tu negra, dulce voz,

verás a mi mirada en tu melodía sin compás,

a mis pupila del rocío, lo perdido.

Si no escuchas, te regalaré a una nota de mi canción,

si nada dices, aprenderás a pronunciar mi nombre desde tu habla,

será nuestro secreto, entre dos,

dos gotas, dos miradas, un solo canto.

Cierra tus ojos y caminarás,

terror con torpes pasos en ovejas sin aliento sembrarías,

pero sabrás que su temor tan sólo entre dos nació,

promesa entre dos, cerrar de ojos, frío.

Tras párpados dormidos yo te miraré,

te sugeriré que tropezaras,

si caes en lo profundo, olvidarte de mi ser,

me encontrarás bajo la piel de Osa, la que tú una vez amabas.

Nocturno

Existo, sigo suspirando,

huid de mí para que aprenda a correr.

Temedme, tendré promesas en vuestras almas,

odiadme, pero desvaneceré un día, os moriréis.

Sombra,

quizá soy débil compañera,

quizá el loco sol sea mi dios,

pero cuando su divino mundo desvanece en la noche,

reino yo, en traje de los invisibles bailes,

el traje de descalza voz.

Si con variedad de mis perfiles yo de día engañaba,

en lo oscuro sois vosotros para mi idénticos,

idéntica soy yo,

no sabréis si estáis solos, si os he abandonado,

y dudareis de si se me volverá a encontrar.

No os creáis inmortales durante vagas horas,

no os creáis escondidos del sol que quema, os espantaré,

en cada madrugada siempre yo os amenazo, con acaricia de madre,

os estorbaré al despertar, os miraré.

Los hay que gracias a mi aun a los ardores rojos del presente asesinan,

los hay que en la sombra las memorias de su mundo se mantienen,

al verme recordarán a otros días, vientos de los ríos,

mi débil apariencia deviene paulatina,

en los pasos firmes, de sus ser.

Felicidad

Quiero veas las puestas del sol como yo,

que las juntas de los patrones de tu camisa caigan por debajo tus hombros.

Camina sin ser saco de piedras, mi dolor

no agites espaldas cuando pié delante pié arrastres.

No quiero que me hables si con otros andas,

no quiero oír tu voz, escríbeme, como los mudos, lee.

No quiero que me busques como si yo no estuviera,

no me saludes como si ya no te viese.

Si miras a peatones, que anden solos,

sin nombre, contorno de azul sombra,

mira en sus ojos, son huecos, de parte ninguna,

yo te miraré tras ellos, verás mi brea carmín

te acompañaré en mi ojeada casual

te hablaré, es tu instante

te adoraré, la eternidad del ahora, la presente hada

te silbaré, melodía del pájaro que no canta, no fue.

Sigue con la mirada como yo a los zapatos, las personas

sonríe con los labios dormidos si miras más allá de la noche imprevista

(cuando los árboles son el océano, el verde vejiga

cuando el cielo es violáceo, las nubes río, de nadie palabra).

Antes de que caiga la lluvia

la temerosa, la fría, la vil

antes de que el sol queme al medio día,

cuando la madrugada es del negro-nocturno,

de lo ácido, del amor ultramarino,

dejarás de pensar, de hablarte a tí, a tus tacones no oirás,

yo naceré, soñaré, nadaré con el aire,

tú, no estarías.

De un elfo que se salió del libro

Me mintieron.

Los cuentos mienten.

Dicen que el mundo es enorme.

Lo recorrí,

y de humanos está poblado

de horrores que esparcen.

Son de pueblos diferentes,

pero de hombres.

De un elfo mentiroso, que ignoraba serlo

Los cuentos de niños engañan.

Nadie me avisó que el mundo es pequeñito,

que un nido de palomas muertas,

es mayor que el universo.

Que el jugo de la flor,

es todo un mar gigantesco.

Pero me convencieron que el mundo es magno.

(Un niño mentido, viene a ser hombre.

Yo lo vi.

Enteraos elfos pequeños, id a verlo.)

De un elfo que quiso ser todopoderoso

Le busqué yo la grandeza al mundo

y tan sólo humanos conocí.

Decidí ser dios,

los cuentos de los niños quemaré,

un mundo a cada he de regalar,

a piedra diminuta todo niño recibirá,

y una piedra para mí,

un mundo para mi he de guardar.

De un elfo sin imaginación

No, es un sueño mío.

Yo no soy Merlín.

Los hay humanos,

que con las máquinas pelean,

dicen que no son vivas, no son ser.

De un elfo que soñaba monstruosidades

A cada niño de alma asesinada por el mundo de los cuentos,

por máquina quisiera yo sustituir.

Universo de piedritas por máquinas sobre poblado,

las que no leen cuentos de nosotros, los elfos,

las que no creen en nada, ni tampoco mentiras.

De un elfo arrepentido

A lo oxidado intuirán los niños,

tendrán la fe de niño, de la lluvia.

Por cimas de las máquinas escalarán,

y cada uno en su mundo piedra,

sobreviviría.

De un elfo avergonzado

Siento vivir en mundo amplio.

Siento que cuenten de mí en los cuentos.

Me avergüenza ser yo.

Ser elfo.

Sin sentido.

Has nacido hombre,

he aquí tu pecado,

tú, animal.

¡Hombre animal, pide tu sueño!

- del depredador

¡Animale, yo del Omnidios no soy!

- del sobrevivir

!Con no ser omnívoro te bastará!

- del depredador

Hastiado tú, quien sueñas milagros.

¡Desea tu sueño!

- del sobrevivir

Yo sueños no cumplo, no es mi autoridad.

Sé arrastrar los deseos como corza muerta,

yendo hacia la noche del Omnidios, su alabanza…

- ¡Falsa!

Soy yo la esperanza. ¡Desea!

- sangre de corza

¡Hombre animal, sigue a mi dibujo del animal muerto!

¡Busca de qué animal has de ser de entre mis garabatos!

- de la serpiente

¡Di, cómo has de ser, dime de tu animal!

- de ojos reptiles, del agua

Si éste es tu deseo, ésta la luna en la mirada de tu vida,

cuéntame de tu sueño, del animal Verdadero que has de ser.

Haz tu sueño verdad,

yo te soplo del deseo mío - del hombre animal.

- yo, serpiente

¡He dicho soy del deseo Verdadero, no del milagro!

- ¿no del Omnidios falso?

¡Así es!

- ¿Qué eres, si a nada hueles?

¿Acaso cambias de alma inocente del hombre,

en alma amarga del animal,

acaso cambias tu piel, como la serpiente?

Si tú no sabes del atraganto del bocado entero,

peludo, feo, de uñas y picos, sin sabor,

con el que la serpiente alimenta su vida.

¿Acaso caminas arrastrándote todo tú por suelos,

abusando de tus costillas últimas para seguir adelante,

como la serpiente que se atrevió prescindir de todo órgano y encanto.

No, tú no sabes del sabor del mar,

del dolor del amor,

como la serpiente que en su huella aún guarda sus memorias lila.

Ni de la melancolía,

no acabarás negando todo color,

como la serpiente en su arco iris del ultravioleta.

¿Acaso fuiste mordido en el corazón,

para escupir veneno en tus dientes blanquecinos.

como la serpiente que hasta con sus escamas, cuerpo armazón,

asusta con su brillo, o con sus colores de la muerte nacida.

¡Hombre animal, me retiro!

Tu deseo fue dado. Mi deseo es.

Tu alma ya es de tu animal.

Tu destino - tal como fuiste parido.

- del hombre

No. ¡Del animal!

- del Omnidios

No. Del depredador.

¡Sobrevive!

Polar

Ve hijo, marcha en el invierno,

no extrañarás tu pesar durante el resto de estaciones,

no sufrirás por el frío de la primavera, del verano, del otoño,

no extrañarás tu hogar azul en la memoria,

ni a mi rostro blanquizo cuando te despedía.

Estarás lejos hijo, en el mundo de los humanos,

vivirás solo hijo, pasados los siglos de civilización,

y pasados los siglos de las guerras,

acabados los tiempos de la vida con la humanidad,

y acabados los tiempos del odio de los hombres.

Vivirás como el lobo hijo, en los siglos de la sin razón,

las horas de las almas vacías,

en los siglos de goce del oro,

las eternidades de humanidad muerta.

Guarda ese invierno en tu corazón hijo,

a todas las nieves respira en tus pulmones,

que el viento del norte, del blanco sol,

a lo lejos nunca te abandone.

Ve hijo, escucha ahora la voz,

de los árboles por nuestro bosque dormido,

congela tus ojos en su helado sabor,

para que a lo lejos no parpadeen.

Oye, es el viento,

es tu madre, mi pequeño lobo:

El invierno - Canta…canta…nieve…luna roja,

habla…habla…nieve…cielo gris,

al pequeño lobo, al lobo tú acoge,

al hijo de tu madre, dile de tu arco iris.

¡Hielo, ven!

Los árboles - Si hablas, a lo lejos lobo,

helados con los perros, los que llevan huella como la tuya,

no te creas cuanto digan lobo,

piénsalo, y luego ve, tras ellos.

Ve hijo, marcha en el invierno,

no mires a los ojos osos que te encuentres,

porque los osos son humanos, pero tu lobo eres,

sus miradas del sol a tu amor queman.

El hielo - ¡No te acerques al oso, su alma arde,

derrotará a tus hielos!

El viento - No les cantes de tu loba alma,

los osos son humanos, pero tú lobo eres.

Los árboles - Si hablas, a lo lejos lobo,

helados con un perro, como tú del frío,

no te enternezcas lobo,

porque y los dientes del perro son largos, hieren.

Ve hijo, a mí recuerda,

sé que a tu voz sólo yo oigo y creo.

La nieve - Si ves lobos con ocho piernas,

u osos de doce ojos,

reacuérdame a mí, soy eterna,

y mi recuerdo es verdadero,

no es tus ojos verdosos.

El viento - Si escuchas que los perros hablan,

y que los osos cantan canciones,

vete lejos, aun más lejos anda,

pero díselo, que son ni perros,

ni salvajes fieras del nadie.

El hielo - Si un perro te ladra,

tú aúlla, haz lo que sabes,

no creas que y tú puedes ladrar,

no creas que si le ladras al perro,

aquel ha de oler tus cantatas heladas.

La nieve - ¡Sé, los recuerdos a lo lejos son negros,

hazlos grises con mi blanca ternura!

El viento - Recuerda cuanto fuiste y cuanto deseas,

la verdad es del sol, pero tu lobo eres.

Los árboles - Respetes o desprecies a los osos,

helados tú trátalos como si uno fueran,

sólo los medio perros, u ocultos lobos (entre aquellos)

sabrán lo que sientes cuando los miras,

te respetarán como tú a ellos.

El hielo - Recuerda al último lobo, el de sin emociones,

a tus cristalizados pulmones abre,

cuando estés solo, con tu invierno perdido,

nuestro invierno vendrá ser eterno,

tú serás como todos nosotros.

Ve hijo, marcha bajo el nocturno velo,

tu voz guardarás fría, tu aulló profundo,

parte hijo con el frío horrible, oculta…

Mantendrás tu espalda encorvada, frente ardores malignos,

de las estaciones otras, allá, a lo lejos,

serás mi lobo azul si al invierno mío contigo lleves…

¡Ve hijo, y no nos olvides!

…canta…canta…nieve…sol nocturno,

…habla…habla…lobo…hijo de las tumbas,

de los hielos,

del árbol congelado,

del viento,

de la nieve,

marcha en el invierno,

tú lobo eres.

Greg

Acostúmbrate pequeño Greg,

que los tiburones son enormes, de dientes colinas

las flores gigantescas, caen sin avisar,

el mar de lo más hermoso, ahoga a todo ser vivo,

los pájaros ansiosos con hambre te devorarán,

porque tú eres pequeño Greg,

naciste tal y así morirías.

Acostúmbrate seguir el viento,

él único a las criaturas pequeñas adiestra,

y el viento mismo, como todos,

- como los tiburones, las bellas flores, el mar maravilla, los pájaros y su volar…

y él aplasta, al ser diminuto (aunque fuera),

para que huyas pequeño Greg,

salves tu pequeña alma.

Tu corazón es grande Greg, y si te arrastras,

reventarás todo tú, del pequeño nada habrá.

El viento cesará triste,

y todos olvidarán,

lo grandes que eran,

nada serán,

porque pequeños no pueden ser Greg.

No nacieron como tú,

y como tú no morirían.

Acostúmbrate pequeño Greg,

para que no mueras antes que ellos.

Hábitat

Si el sol daña tus ojos,

dile que siga, que no cese,

sólo tú sabrás de cuánto pasará,

y el sol ha de desaparecer

- para ti.

Si el felino maúlla en tus oídos,

dile que no calle, que gruñe si quiere,

sólo tú conocerás del mundo del sordo,

y el felino enmudecerá

- para ti.

Si la muerte apesta en tu alma,

dile que siga sucia, que no repare,

sólo tú sabrás de cuánto olerá su seco pecho,

pero ella se aburrirá de tus ojos y se irá

- para ti.

Si la noche quema monótona tus sentidos,

dile que no cambie, siga igual de dormida,

sólo tú sabrás de la paciencia del enfurecido,

y la noche no volverá nunca más

- para ti.

Si el agua sabe a sangre de tu amor tímido,

dile que se derrame toda ella, que hierva si quiere,

sólo tú conocerás el odio que has de aprender,

y el agua se helará (de tu amor eterno)

- para ti.

Sólo entonces, en el mundo,

del sol ausente,

del felino silencioso,

de la muerte despreocupada,

de la noche escondida,

del amor que hiela

- para ti

tú vivirás en el mundo para cual naciste,

el mundo de ti - a semejanza tuya parido.

sus ojos eran gotas del pasado,

de uñas afiladas, retorcidas,

columna recta cuando caminaba yace.

Él, era perro de su tierra.

De alegría no gozaba, no la conocía,

melancolía con la lluvia lloraba,

de piernas flacas, era todo él un tronco rama - sol,

si se sentaba, la Montaña a su bulto envidiaba.

Él, era perro de su dueña.

El animal, si ríe, no es animal,

si el animal sonríe, está triste.

Cuando el perro ríe, el mundo va a mal,

si nadie sonríe, los perros son leyenda.

Esclavo

Es esclavo. Tira de su cadena.

El condenado existe para escapar de su tumba.

Es muerto. Inspira sus restos cuerpo.

El encerrado pervive para un día ser libre.

Si no tirases, tú desgraciado Negro,

caerías de narices aplastando tus ojos azules.

De tu tumba si sales, si dejas a tu blanca sangre,

tu madre - Negro no te verá, serás su hijo libre.

Si no inspiras tu vejez en arrugas - camino,

serás vivo que pida la muerte.

un estúpido que en abiertos campos vuela,

estando fuera, pedirás caer dentro, encerrado, inerte.

La Comedia

(se pone máscara seria, sosa, de expresión aburrida, cantando en tono grave y

terrorífico)

Bufón - Soy yo dios, temblad, corred,

me duermo por las risas que alzáis.

Saltad, reíd, perded la fe,

así sabré de las certezas que necesitáis.

(retira la máscara y se pon otra sonriente, alegre, de expresión pícara, diciendo en tono

contento)

Soy yo dios, pensad, sufrid,

estoy al margen de las cosas que hagáis.

Gritad, mataos, atormentad a vuestro ser,

así me reiré de los destinos evidentes que avecináis.

(retira la segunda máscara, dobla el pie izquierdo, se inclina en signo de respeto y

exclama)

¿Será dios un viejo desgraciado y oculto, un pensativo sin humor,

preocupado, negro, hundido en desesperación por vuestra infantil ridiculez?

¿O será dios un viejo de alegre don, pero también muy culto,

que al ver a vuestros porvenires pésimos ya sin dolor,

se alegra de que lográis ser ridículos, y animéis su desdén?

(se pone máscara a medias entre las anteriores, de labios rojos en mitad de la cara y

negros en la otra mitad, con pestañas de mujer ambos lados, y prosigue)

¿O es dios alguna moza que novio de ojos negros y pupilas rojas tuvo,

y parió el mundo de los huérfanos, desdicha de su juventud,

los hijos que recuerdan los gemidos de sus padres,

cabellos pálidos y la oscura silueta de fantom?

A medio camino

¿Quién tiene las casas mejores? - preguntó Sam

- Los Muertos, bajo tierra las guardan,

en invierno sus almas calor guardarán,

en verano del frío, no cantan.

¿Quién vive en mundo belleza? - preguntó Jack

¿Quién sabe de días mejores?

- Las Nubes, a la Tierra ignoran las sabias,

los colores más vivos ellas guardan.

Por la gris consistencia tierra no lloran,

cantan truenos en su alegría azul.

Bajo bella faz suspiran su aéreo cuerpo, su grandeza,

no fingen ser de valor permanente.

No engañan que algún peso tendrán,

tras sus rostros tan bellos, contentos.

¿Y en medio, qué loco querrá, habitar mundo ni mejor, ni más bello?

¿Qué hay allí si es que algo habrá?

¿Qué melodía de allí yo percibo? - preguntó el sin nombre,

respuesta no tuvo,

monólogo triste llevó.

Cantó solo,

creyendo que el eco (tan suyo),

a coros humanos sonó le.

Del viejo actor

El anciano Hans O´Conner,

volviendo del castillo Dónovan,

se desvió de su camino,

para tomarse vaso vino.

Pasó junto al bar Kentucky,

abrió su puerta y encontró a Scheil,

amigo suyo de hace años,

que en locuras le acompaña.

Y se bebieron jarras nueve,

de jugos del dios Amur,

con himnos en honor al Rey,

cantaron juntos como bueyes.

Y dio se cuenta Hans el viejo,

del mundo bueno y perplejo,

por vez primera escuchaba,

por vez primera él hablaba.

Decían cuanto le decían,

él les tiraba jarras vino,

por vez primera era libre,

de rostro quieto, puños firmes.

Fue Hans, Hades de miles tumbas,

con ojos removía mundos,

su mente, clara más que nunca,

en odas y cantatas surca.

Y olvidó a los castillos,

las damas y las mozas, tías,

a su trabajo y su choza,

al mar que tanto le convoca.

Sentado donde se sentaba,

danzando donde él danzaba,

a nadie hacía caso,

a todos les miraba raso.

Maldijo al dios - cobarde,

su madre y sus padres, tantos,

al papa de la parroquia,

sus hijos que no conocía.

Maldijo al gendarmería,

al Rey, la misma Majestad,

al juez de tantas ciudades,

chacales de la hermandad.

Y con el diablo fueron tierras,

se fueron cabras, tristes, negras,

perdieron se los lagos blancos,

las playas y los cielos santos.

Rezaba Hans las aleluyas,

gritaba melodías mudas,

saltaban chispas y corajes,

ancestros de su buen linaje.

Se derrumbó el viejo lobo,

perdió fuerzas, perdió tono,

profundo sueño le hundió,

y se durmió y olvidó.

Tras unas horas Hans despierta,

cogió su burro Tomas Neal,

volviendo por su ruta vieja,

por bosques, su camino vil.

Sus ojos claros pero grises,

su mente seca ya sin juicio,

de boca abierta y hambrienta,

cabellos blancos como lirios.

Seguía Hans a su camino,

montaba solo, no veía,

e imaginaba sus cantatas,

obras maestras, obras gratas.

Si no hubieses desviado,

oh Hans tu burro tan amado,

no llevarías hoy dolores,

decoraciones de chinchones.

Pero hoy Hans el viejo es joven,

recita teatros, apunta odas,

compone otras sinfonías,

y vence nuevas alegrías.

Ya saben y ustedes listos,

si es que están acaso tristes,

con vaso vino y danza firme,

las Musas aman quien es libre.

Metamorfosis divina de Agamemnon

Bajó el dios Agamemnon,

tocó un burro de la cola,

el burro grita de dolor,

el dios le tira, no demora.

Del toque mágico divino,

el burro vino ser humano,

entonces el todopoderoso,

a sus orejas arrancaba.

Privado de sus péndulos valiosos,

el hombre vino ser artista,

por alabanza a su don,

Agamemnon le dio su vista.

(No reveléis, pero yo sé,

Agamemnon de ojos tres gozaba,

al regalarle dos al burro,

su ojo póstumo guardaba).

Y el artista vio bellezas,

narró los cuentos de sirenas,

la filosofía inventaba,

a todo él exageraba.

También al mundo suyo vio,

lo feo que es él narró,

de las matanzas y lujurias,

de las verdades no ocultas.

Se acababa viendo doble,

uno en vida, otro en arte,

tormentos pocos no llevó se,

creyendo no ser él quien goza.

Así nacieron elegías,

las hadas y las fantasías,

las odas de dioses magnos,

y el artista insignificante.

Así se olvidaban burros,

de vidas libres o diurnas,

en cuadras sencillitas, ó campos,

que nadie sabe cuanto guardan.

(No reveléis, pero yo sé,

con ojo que Agamemnon guarda,

las cuadras él no puede ver,

tan sólo burros él maltrata).

No son los burros para ojos,

de las divinas comedías,

acaban viendo los espantos,

de las celestes maestrías.

Cuál burro ha de comprender,

que son sencillos sus asuntos,

que sepa no entrometer,

narices con los cielos santos.

Y por si burros hoy,

leyesen cuanto aquí narro,

que sepan la patada dar,

a quien la cola les arranca.

Quizás a mí por empezar,

y ojalá me sacudiesen,

para que deje de hablar,

de Agamemnon y fanfarreases.

La carta

Me voy amigo

te dejo a mi barco

me pongo la camisa blanca

el pantalón rallado

a los zapatos nuevos que guardaba.

Abandono

te dejo mis riquezas, mis pasados

a mi maleta negra te regalo

me voy sin mas

ni me despido ya de ti.

Con esta nota te saludo

te deseo lo mejor

te dejo a mi suerte y mis sueños

prometo, te recordaré.

Caminaré hasta que se rompa mi calzado

hasta que mi camisa amarillenta como la luna

que en la noche de partir me sonrió,

y cuando sienta que descalzo en el lugar buscado amanezca

me sentaré en la orilla oceánica y esperaré.

A qué esperaré yo no sé, ni me atrevo imaginarlo

quizá espere ver al sol

o a la muerte

o la luna ver reír.

Te escribiré amigo

en cuanto pise la orilla oceánica voy a contarte

por qué mi barco te dejé

por qué a todo cuanto fui había yo abandonado.

A unos amigos

Cuando me veáis por la calle,

no os alegráis de verme,

porque ayer vomité veinte ruiseñores muertos,

y su cantar libre aun hoy día me atraganta.

No me hagáis reír, ahorradme los traumas,

de cuando tras instante de vosotros he de alejarme,

y matar otros veinte pájaros,

aun no conocidos por el hombre.

Os pido no veáis en mí, mundo encantado,

porque tras mi rostro las calles son por cocodrilos mordidas,

calles sucias, aguadas y resbaladizas,

las mismas vacías donde nos despedimos.

Tampoco intentéis alegrarme,

con los ojos marinos de las puestas del sol,

porque pasado ni rato que nos despediremos,

cerraré ojos a dorados jarrones con bonitas flores.

Si me habéis conocido, o me recordáis,

al llevar yo sombrero con mariposas y verdes rosas,

os pido no abuséis de convencerme que es feo,

el gorro gris que el resto del tiempo yo lleve.

Silbad como yo, con los ruiseñores a solas,

al verme, fingid no saber quien era,

dejad que los pájaros aun sin nombre,

vuelen tan sólo en nuestras almas, de desconocidos.

Sombra de abuela, al atardecer

Me dijo mi abuela -

“Ven niño, verás lo que te voy a enseñar”,

y de la mano me cogió, llevó me…

Tiraba mi muñeca al igual que las corrientes río abajo corren sin cesar,

saltaban sus deseos hacia algo que tenía yo que alcanzar, y regañó me.

A la abuela la había visto apenas cuatro veces,

vivía lejos de mi casa, en aldea casi en desierto devenida,

en apartada zona, pobre, desgraciada,

donde mi madre me dijeron que crecía.

Yo acababa de cumplir unos cinco veranos,

vivía yo en ciudad muy amplia, a abandonadas calles recorría al salir,

jugaba solo, al escondite o al correr sin meta aclarada,

y nunca nadie vi por los paseos infinitos, llanos,

sin alma de hogar, deseo de dormir.

Las noches en casa del vecino yo pasaba,

a mi padre no le recordaba, no le conocí,

dijeron que hace días pocos me había abandonado,

pero en campos alejados y desconocidos el diablo lo arrastró, y le perdí.

Tenía yo un perro que no hacía mucho han matado,

pero dijeron que en perdidos prados el demonio mi perro secuestró.

Tenía y un pájaro, de cola arrancada, que me había encontrado,

el pájaro que todos sugerían que asesinara,

no hace mucho el destino y a él me arrebató.

-

La vez primera que con mi abuela me encontré,

era al despertarme en madrugada de la primavera más naranja que quisiera recordar.

La vez segunda creo era, en desayuno de lo más maravilloso que me preparó,

era mi primer comida, primer bocado, el más amado su sabor.

La vez tercera a su cabello blanco no olvidaré,

cuando en ocasión llamó me, para regresar.

La cuarta vez me puso el abrigo,

y a jugar conmigo a las afueras se alzó.

Ahora en la quinta tan sólo de la mano me acompaña…

“Al centro de la ciudad te lleva.” - me dijeron en voz hostil,

“En perdidas calles, en barrios que al diablo pertenecen.”

“En la esquina sexta.” - me dijeron, donde al parecer nací,

en noche tardía y fría, de las que asustan,

a las que temen hasta los animales de lo más honestos.

“¡Ven niño, sigue…!” - repetía mi abuela.

“¡Ya poco queda, no te canses de andar!”

“¡Camina!” - insistía en pronunciación ya demasiado baja,

apenas al significado comprendí, tan sólo un azar.

E iba yo cogido de la mano, guiado por sus voces o su luz,

y acercó me a parque amplio, de árboles millón, muy altos,

en donde a las copas verdes yo adivinaba confundido,

gracias a sombras arrojadas por la hierba húmeda, rojizo parda.

- (La que Alicia en el país de sus maravillas mil atravesó…)

Me dijo - “Ve a aquel banco niño, siéntate, no abandones a su sobrio perfil.”

Me dijo - “¡Espera al atardecer y clava tu mirada en el cielo azulado,

que tras los troncos puedas intuir!”

Lo dijo, y era ésta vez la última,

en la que su rostro contemplé, sus ojos ya nublados, pero lúcidos los vi,

me recordaban que al banco valla a sentarme, y esperar,

mirar afuera del dominio diablo, fuera del hogar, el más allá de mi pesar.

Yo me senté contento, con la sonrisa juguetona,

la mirada a lo alto de los cielos la alcé,

esperaba que el sol se hunda en atardecer, penumbra,

era mi único deseo ver la noche, curiosear en sus entrañas, poderla conocer.

-

Y vi pasar delante mío manadas de ovejas,

que nunca imaginaba existir,

eran extrañas, de orejas largas, cuerpos flacos,

sin pelo ni color, sin ojos ni pestañas, no eran animal.

Y vi también a solitarios conejos,

que no saltaban sino caminaban en pata coja, triste fin,

arrastraban a espaldas suyas animales grandes

tampoco estos últimos logré reconocer.

Y vi volar a mariposas bellas,

pero de alas carecían, de manchas y voz,

lloraban mudas, arrastradas como los anteriores,

por vientos que las aplastaban, contra troncos de los árboles,

contra majestuosos guardianes por mí alrededor.

Y vi también que deslizaban se lombrices gordas,

piernas huesudas habían les crecido,

acababan caminando torpes e inútiles, a ratas recordé.

Caían en charco sucio y tibio,

que bajo mi banco recogía lágrimas de hadas sin ardor,

sin esperanzas de sobrevivir.

Tras larga temporada vi acercarse desde lo lejano,

a silenciosa criatura, misterio sin luz,

sombra tan negra que al azul aliento inspiraba,

soplaba y oscurecía poco a poco a las copas ya grisalla pálidas,

de árboles que durante tiempo infinito yo amé,

creí que eran estos mía cruz.

Su azul soplo padecía por confundirse,

con los cielos que tras los troncos ancestrales seguían intentando mis ojos recorrer,

y me dijeron - “Es el demonio, maldad, tu suerte has perdido.”

pero yo a mi abuela agradecí,

haberme dicho esperar, sentarme,

en parque quizá inhóspito, pero de lirios,

aunque la pérdida de suerte o destino fuera a sufrir.

-

Hallé a los paisajes más bellos, placenteros, hojas lúcidas,

que gracias a árboles en parque solitario yo descubrí,

tras conocer a animales raros, que semejaban ser del Lucifer,

a este último acabé yo por adorar y embellecer.

Habló la sombra, su voz yo recordaba,

bajo mirada suya el horizonte azulado se desvaneció,

me dijo - “¡Ven niño, verás lo que te voy a enseñar!”

y de la mano me cogió, llevó me en la nada…

Apenas una vez la vi, el atardecer su rostro despertó

y una vez ella me recordó, mi nombre pronunciaba…

“¡Ven niño, sigue!” - repetía con sus negros labios,

“¡Camina!” - insistía con sus ojos de ardor de lava,

escalofrío que a la esquina sexta no sé por qué me recordaba

y mi alma hasta allí retrocedió.

Infancia

Bon Voyage Simone,

el convoy al puerto lila abandona,

el grupo del cabaret al teatro no regresa,

el pony púrpura que adorabas se evapora,

tus juguetes son de otro…

Todo fue.

Bon Voyage, hasta siempre Simone,

los sueños con las flores desvanecen,

el barco carga cactus feo - gigante amarillo,

suenan voces de piano roto, ¡arruinado sea!

ríos infinitos, planta del desconocer…

Ya todo fue.

Los caballeros no respiran, son mentira, oh Simone,

galopan sobre palas oxidadas, retorcidas,

los caballitos de madera en contenedores vuelan,

los suelos hunden cal espesa,

los prados libres, invisibles duermen…

Mima risa.

Todo fue.

Bon Voyage Simone,

sé, no comprendes ni palabra,

sé, desconoces cuanto piense,

ignoras cuanto el mundo ve.

Olvídate,

no sueñes con lo que supones no alcanzas,

borra cuanto dije,

olvídame…

Ya todo fue.

Asesinato

Voz 1ª - Soy cómplice del crimen.

Voz 2ª - ¡Culpable!

Voz 1ª - Se prohibió ayer noche el pensamiento.

No tengo amigos con quienes opinar.

Olvido en qué pensaba. No, amigos no quiero.

Libros, sólo libros. Se nos obligó hablar con muertos.

¿Pero con quiénes?

Ya pierdo la memoria. Ya está. Delito.

Voz 2ª - A la horca. ¡Brujo!

Voz 1ª - Me convierto en asno.

Siento cómo se me alargan las orejas.

Aunque oiga mejor, cargo el carro de los gitanos.

Cada vez más pesa, más me pesa a mí.

Voz 2ª - ¡Nómada, vagabundo, a la horca!

Voz 1ª - Trato de ser mi amigo,

teniendo recuerdos valiosos,

de cosillas que tuve,

de cuanto dijeron en mi familia.

De cosillas que yo he visto.

Pero hoy todos quieren ser amigos de mí,

yo no.

Me hacen pensar,

no a lo mío.

No se pensar. Sé clasificar, solucionar tragedias y dilemas.

Voz 2ª - ¡Vago, eres culpable!

Voz 1ª - Mi odisea del olvido.

No recuerdo lo mío,

y lo confundo cuando aparece.

Cada vez más escombros remuevo.

Me grito antes de dormir - “¡Recuerda!”

Pero mis oídos de asno.

Pero no, ayer a aquello se lo prohibió.

Voz 2ª - ¡Sucio, necio, vergüenza de tu pueblo!

Voz 1ª - Al menos sé los asnos duermen de pié.

Voz 2ª - ¡Espía, orgulloso, vete, vete de aquí!

Voz 1ª - ¿De dónde, soy cómplice del crimen?

Ola

Está llegando, amenaza,

dientes de cristales rotos,

ola en desiertas calles

se acerca silenciosa.

Ya llega, salvaros, muerte huelen mis oídos,

el desecho, la ruina, quema todo, el ruido amanece entre gotas,

timbra desde sus entrañas, entrañas agua, entrañas en vacío.

Es la campana que de esperanza rojo grita

suena a chillos, voz de fiera olvidada, sobria, en cuevas.

Suena y destroza las paredes,

las de calles, casas, de los suelos, el suelo que corre, que llama.

Ya llega, se desliza asesina, muerte oyen ancianos,

muerte niños en sus carritos balancean,

muerte los tejados amenaza,

los ladrillos estremecen,

espuma de ruinas avecina.

Ya llega, encima nuestras carnes se derriba,

ya llega…

Tan sólo negros humos quedan por abrir la vista,

tan sólo grises ojos fijan, desconocidos, de desdicha.

El agua, ola, plata del destino, aterriza

el agua, ola, llanto del peligro, acaricia.

De un sueño

Con lo maravilloso que sería vivir en una playa, en casa de madera

y en perdido bosque de montañas, en una casa de madera

y escribir sobre las playas desde las casas de madera

y escribir sobre montañas abrigadas entre las casas de madera.

Con lo maravilloso que sería oler la playa desde terrazas de madera

y oler a las montañas desde tejados de madera

y pintar pensando en olores tan salados

y pintar pensando en olor de las auroras montañosas.

Con lo maravilloso que sería deletrear las olas de los mares

y deletrear las ramas desgarradas de árboles en moho ahogados

y dibujarlos recordando al derretir de las espumas

y dibujarlos recordando el crujir de pasos de ardilla por ramas mudas.

Con lo maravilloso que sería cuando volvemos por las ciudades

tan sólo estudiar en estas ciudades

oler orillas de playas blancas por las ciudades

saborear las flores montañosas por las ciudades.

Con lo maravilloso que sería en las ciudades solamente aprender

recuerdos nuevos en las escuelas viejas aprender

recuerdos de espumas en las clases aprender

recuerdos de las colas de ardillas en los libros aprender.

Con lo maravilloso que sería vivir bajo un puente, en ciudad de las ideas

y de entre callejones retirados en ciudad de las praderas

y componer canciones oyendo las salpicaduras por las playas

y componer las sinfonías de ardillas por ancianos árboles, maderas recordadas.

Enfermizas flores

Enfermizas flores de otoño encontré

en fiebre de goteo frío atragantan mi mirada

enfermizas flores desvanecen en los ojos de pequeño niño que hallé

un niño enfermizo que en otoño despertó de entre las hojas más lloradas.

Venenosas flores de otoño a las rosas más preciosas hacen despertar

venenosas flores beben en arroyos que en ojos diminutos parpadean recordando

en ojos diminutos que en otoño por las hierbas descubrí

en las pupilas de mirada que de entre hojas infantiles yo pisaba avanzando.

Enfermizas flores de otoño arranqué

a hojas florecidas acabé yo aplastando

enfermizas flores se apagan sin permitirme ya volver

un niño enfermizo que hallé había yo matado.

Tormenta

Cuando las golondrinas vuelan bajo,

y engañan con rozar la tierra negra,

el cielo oscurece - piedra hielo,

el suelo blanco es, más que la nieve.

Si golondrinas acarician los caminos,

en piruetas - diabólica belleza,

las vacas son de hierro - rojo frío,

los mares naranjada muerte.

Cuando las golondrinas danzan silenciosas,

en ojos transparentes nacen ríos,

las notas - golondrina la tormenta cantan,

los niños llueven lágrimas - rocío.

Vida

Camina por la playa en amaneceres

silbido de un caballito de arena, en amaneceres

el grito de un caballito de arena, en amaneceres

la voz de caballito de arena, en amaneceres.

Camina por la playa en atardeceres

crujir del parpadeo de un corcel estrella, en atardeceres

soplar de vientos de un corcel estrella, en atardeceres

canción euforia de un corcel estrella, en atardeceres.

Camina por la playa en anocheceres

recuerdo de un rocoso potro cojo, en anocheceres

mirada silenciosa de un rocoso potro cojo, en anocheceres

el despertar primero de un rocoso potro cojo, en anocheceres.

Por la orilla un caballito de arena todavía corre

espera el caballito de arena a un corcel estrella.

Por blanca franja oceánica el corcel estrella tibio galopa

olvida a un caballito de arena, ansía al rocoso potro.

Por playa de arena sin colores

recuerda un rocoso potro cojo a miles caballitos

euforia en la memoria, la faz sirena.

Rocoso caballito de arena, corcel estrella.

Rocosa playa de olvido, la más bella.

Mariposas

- Las mariposas señor Jaquis, son las de siempre, sin embargo, dibuje una… Trate

de dibujar la mariposa, no a sus alas… Yo recuerdo, cada vez que me esfuerzo en comenzar un dibujo, uno de mariposas, ocurre que me veo acompañado, por personas. Me dicen - “Dibuja usted una mariposa.”, o en el caso peor “Dibujas una mariposa.”, es cuando me doy cuenta que no dibujo. Hace mucho que ya no lo hago, sin embargo cada vez más deseo seguir el contorno de una mariposa, una cualquiera. ¡Esa por ejemplo! (Se saca del bolsillo cajita pequeña de tapa transparente, se la acerca. En el interior se distingue difícilmente la silueta de polilla grisácea) Se la dejo a que la dibuje, y siga teniéndolo en cuanta, las mariposas son las de siempre, dibujándola, intentando dibujarla nunca consigue una. De hecho ni desea tener una, no puede.

- Pero eso no es mariposa, es una polilla.

- Sí, no se debe creer que se puede tener una, dibujando. ¡Aunque vea a mi

polilla.

- Una polilla más.

- De las de siempre.

- La suya está muerta.

- De las de siempre, en cajitas pequeñas. Para que se las pueda llevar en el

bolsillo del pantalón, como a escondidas.

- Un cadáver.

- Dibujar cadáveres quizá no le parezca emocionante, pero el hecho de

dibujar tampoco lo fue.

- Nunca lo fue.

- ¿Ha dibujado una mariposa?

- No.

- ¿Y cómo lo sabe?

- ¿El qué?

- Que nunca lo fue.

- Es lo de siempre, lo emocionante siempre lo fue. Me conformaré con

aceptar a su mariposa.

- Mi polilla.

- Sí, su mariposa.

Jueves

: Problemático - Ésta semana es la del jueves, semana triste.

Oyente - ¿Los echa de menos?

P. - ¿Los jueves? No, en absoluto.

O.- No, no los jueves. ¿Qué si los echa de menos?

P. - Ah, los perros… Sí, hoy en mi ciudad los perros no ladran, no están. Es triste. Uno ya no se puede encontrar perros sin techo, ni de los muertos (a los que removíamos las tripas con palos de niños), ni se les ve a los que atacaban las personas a causa del hambre. Siquiera se oye ladrar a los atados por el jardín del vecindario.

O.- ¿A qué jardines se refiere?

P. - ¡Tiene usted toda la razón! No lo sé, los jardines… si no hay ni uno, siquiera pájaros, ya sabe, cantos de pájaro.

O.- ¿Y cómo se lleva con su asunto?

P. - ¿Mis asuntos?

O.- ¡No, su asunto!

P. - Ah, mi asunto… ¿Dice mis problemas? Sí, querrá decir eso…

O.- Yo no he dicho eso.

P. - Cierto. ¿Pero por qué no?

O.- Es gracioso… ¿Sus problemas?

P. - Sí que lo es. ¿Por eso no se ríe usted, verdad?

O.- Es usted quien está serio.

P. - No lo estoy. Simplemente…no me río. Estoy seguro de ello.

O.- Lo que decía…

P. - ¿Qué es lo que decía?

O.- Me contaba de sus perros.

P. - Sí, supongo será mi semana. ¿Lo cree usted?

O.- No. Yo recordaba sencillamente a todos ellos, se acordará pues, los perros, de la semana.

P. - ¿De qué?

O.- ¿Qué la semana es triste?

P. - Lo que decía…

O.- ¿Lo recuerda usted?

P. - ¿El qué?

O.- Los perros.

P. - ¿El perro?

O.- Sí, el perro que es el día del jueves.

P. - Con cantos de pájaro.

O.- El día en el que los pájaros ladran.

P. - ¿Lo recuerda usted?

(silencio)

Prensa

Un coche señores no es el cine,

y un autobús no es biblioteca.

Las bibliotecas son para estar de pié entre estanterías,

y el cine para dormirse en los cómodos sillones, con mirada perpleja.

Una cama no es el dormitorio,

y una silla no es el puesto de vigilancia del gendarmería.

Los dormitorios son para estar solitario,

y los puestos de los vigilantes para sentarse y fingir cumplir un trabajo.

Un baño señores no es para hacer las necesidades propias,

y un balcón no es el mirador de la cafetería de enfrente.

Cuando se caga señores, no se hace más que pensar, a solas, a puerta cerrada,

y las cafeterías no son para más que observar el zoo de los visitantes humanoides.

Las calles no son parque de atracciones,

y las tiendas no el museo.

Los parques de distracciones son para vacilar los pobres de los cerebros de ustedes,

y los museos para apoyarse en la pared y descansar, molestando los vigilantes riendo.

Suelo gustar más a la gente pobre, no sé porque,

será un defecto supongo, ¿no creen ustedes?

También simpatizo la gente que lo fue, defectuosos-las líneas que os expongo,

¿No creen? Espero os importe al menos.

De mi enano, imaginado

Un pícaro enano asoma cabecita tras las cortinas de escenario luminoso.

Un pícaro enano sumergido en los posteriores del escenario, sonreía.

Un pícaro enano, en suelos, de entre sonidos,

un pícaro enano, escucha murmurando,

de entre aperturas invisibles,

de piano, tintes de teclado.

Un pícaro enano espía partituras,

un pícaro enano robaba voces mudas,

de entre patas reluciente de piano,

en las sombras escondidas, sombras de tiranos.

Un pícaro enano a los pedales de un piano agarraba,

un pícaro enano se hundía en el brillo de zapatos negro azulados,

de un pianista,

de un logro,

de un goce,

de un eco que se repetía inagotable…

Un pícaro enano.

El pícaro enano.

Sonríe pícaro enano.

Esconde pícaro enano.

Susurra, tras cortinas se oculta.

Tras guiños.

Un enano.

Un enano.

De un pícaro enano la cabecita creo recordar,

de un pícaro enano la mirada creo recordar,

la voz de uno escondido creo recordar,

llamada de un pícaro creo encontrar de entre…

…los bajos subterráneos del piano luminoso,

los bajos enterrados de la cortina ansiosa,

los bajos en polvo, sombras de las escaleras escenario llorosas.

Respondería a un pícaro a escondidas,

encontraría a un pícaro en imprevistos.

Respondería a un enano, mi enano

un enano, ¿mi enano?

Mi enano escondido,

respondería…

Muerto, o simplemente ido

El capataz no come.

¡Luisa, ve a ver qué le ocurre!

¿Dónde está?

Le oigo hablar. Maldice.

¿Con quién está? ¡Averígualo, aprisa!

¿Por dónde anda?

¿Qué hace, a qué se dedica?

¿Por qué no tendrá hambre?

Me preocupa,

no sé si dormiré hoy.

¿Y mañana?

¿Si mañana no pide comida?

¿Y si pasado tampoco duermo?

Me preocupo…

por él,

estoy irritado.

¿Es que ya no come?

¿Cómo es que ya no come?

¿Le habías visto ayer?

¿Qué hizo al volver?

¿A dónde se fue?

¿Pero dónde diablos está?

¿Y si no tienen hambre, qué trama?

Algo planeará, seguro.

Yo le he visto cuando andaba por aquí,

arreglando a tu caballo.

Le he visto ir con la cara alegre,

hasta contento estaba.

Trabajaba, en tu cuadra.

¿Pero por qué no comerá?

¿Dije cara alegre?

No la recuerdo, no puedo.

¿Y él, cómo era él?

¿Su rostro?

Rostro hambriento.

Su cara debe ser pálida.

Sus ojos de piedra serán.

Sí, de piedra será él entero.

No querrá a mi comida,

ni a tu caballo,

ni a su cuadra.

¿Por qué no querrá a mi comida?

¿Y el hambre?

¡Luisa, corre a ver qué le ocurre!

¡Tu caballo!

¿Dónde está tu animal?

No le oigo relinchar, no da patadas a la pared.

¿Se habrá comido a tu caballo?

¿Qué le ocurre?

Me preocupa.

La piedra, piedra deviene.

El caballo, caballo ha de seguir.

Me preocupo,

por él,

me chispa su voz.

¿Es que no le oyes?

¿No oyes que caen piedras fuera?

Sus piedras,

le matará.

Tu animal, tu caballo.

Está loco, es él.

¿Pero con quién hablará?

¿Por dónde anda?

¿No le oyes en la cuadra?

No, no se le oye,

no se le ve.

¿Qué haré Luisa, qué haré?

El capataz no come.

Ayer dijo que trabajaba,

pero que nada hacía,

que no sabía por qué,

y que desconocía a tu cuadra,

y a tu caballo.

¿Pero a mi comida?

¿Por qué a mi comida?

¿Qué hará?

¡Vuelven, las piedras!

Estoy aterrorizado Luisa,

el capataz no traga,

y fuera llueve tormenta,

llueven ciclones,

llueven granizos de montaña.

Su rostro…

¿Cómo era su rostro?

¿Cómo le reconoceré?

¿Y si no retorna?

¿Pero de dónde?

Me preocupo…

¡Luisa, ve a ver qué le ocurre!

Fuera

Voz 1ª - ¿Si no salgo Carpentié?

¿Qué pasará?

Voz 2ª - ¡Quédate y te responderás tú sola!

Voz 1ª - Y si me quedo en mi bola cristalina.

¿Qué harás?

Voz 2ª - No pasará nada, no estaré.

Voz 1ª - ¿Por qué Carpentié? ¿Ya no me ves?

Voz 2ª - Si no sales, nadie te verá.

Voz 1ª - ¡Desde aquí yo lo veré todo!

¿Me lo enseñarás todo, verdad Carpentié?

Voz 2ª - Yo no estaré.

Voz 1ª - ¿Ahora, acaso estas?

Voz 2ª - Si sales de allí dentro, lo estaré.

Voz 1ª - ¿Desde dónde hablas? (estornuda)

Voz 2ª - No te lo diré, sal y verás.

Voz 1ª - ¿Y si no salgo?

¿No te pasará nada, verdad?

¿Carpentié?

Voz 2ª - ¡Sal, y verás!

Voz 1ª - Yo sé Carpentié, que si no salgo tú me enseñarás.

Voz 2ª - No estoy.

Voz 1ª - Yo te oigo.

¡Sí que lo estas!

¿Carpentié?

Lo ignoro

A un extraño conocí,

de vez en cuando me visita,

si duermo sé que le perdí,

si me despierto, me sonríe.

Verdes riachuelos

En el Mundo de los Sueños,

se imaginaba un verde riachuelo, ser dibujante, ser lápiz,

ser todo cuanto su mundo pueda imaginar.

¡Mundo de los Sueños!

¿aun engañas a los riachuelos acontecer hacia los mares?

¿aun les cuentas que con minas negras alcanzarían aguas nunca vistas,

aguas de tus velos?

¿aun les dices que por costas de congeladas aguas a su dibujo hallarían?

¡Mundo de los Sueños,

no todo riachuelo es de aguas dulces,

no todo es de fondo claro!

No todo riachuelo transparenta

piedras tan pulidas, tan perfectas, de colores variados,

conocidos, definidos, excesivamente vivos…

No todo riachuelo dulcifica las corrientes

que a los mares avecinan sin cesar.

No todo riachuelo,

no todo,

no todo sigue…

Recuerdo, Mundo de los Sueños,

que en la aurora, en mis sueños,

de entre mis ideas,

bebí de riachuelo que tan salado fue,

oh Mundo de los Sueños, tan salado fue.

Nunca imaginarías la sal,

que todavía reseca a mis labios.

Recuerdo que en sus profundidades no llegaba

a deletrear contorno conocido,

tan sólo los rocosos picos de piedras incoloras,

imaginaban las sombras en su faz nocturna.

Recuerdo era riachuelo verde al que conocí,

de otro riachuelo verde yo bebí las aguas tan saladas,

oh tan saladas sus corrientes eran Mundo de los Sueños.

Era la aurora de los dibujos más hermosos que había visto,

no cesaban a reaparecer trazados entre sus sonrisas,

había un dibujante en las corrientes de las aguas tan saladas.

El riachuelo en que bebí en lo verde había amanecido,

en ti Mundo de los Sueños,

en tus sueños, en tus lagos, en tus ríos.

Olvidaba a tus sueños, e inventaba a su dibujante,

olvidaba, y dibujaba sus recuerdos

olvidaba, y trazaba los dibujos de los mares perseguidos,

recordaba cuanto otros riachuelos hoy siguen imaginando.

Te imaginan a ti Mundo de los Sueños,

imaginarían sin desvestirte.

Y tan saladas, tan saladas sus corrientes eran,

y tan saladas que mis labios aun siguen resecándose. .

Si nadie te cuenta nada

Si te encuentras remolinos

si nadie te cuenta nada

si te sumergen alcantarillas

y nadie te cuenta nada.

Te puedes tú buscar a un amigo

y conversar de cosas simples

te puedes tú buscar amigo

y olvidar de remolinos linces.

Pero si no encuentras tu amigo

que cuente de lo simple que ignoras

si no encuentras tú amigo nuevo

que diga cosas que añoras.

Pues búscate entonces a un libro

en un libro tú los cuentos busca, simples

y búscate entonces remolinos cuentos

pues tuyos remolinos, hojas, tintes.

Si en un libro no encuentras cuentos

y si en libros no sumerges tiempos

pues búscate a lápiz y una hoja

y cuenta cuentos simples que enojan.

No todo un amigo cuenta remolinos

no todo libro vivo cuenta remolinos

sí toda hoja tuya puede ser un cuento

en toda hoja tuya puedes ver un cuento.

Sí todo cuento nuevo puede ser amigo

en todo cuento nuevo puedes ver amigos

por ello remolinos sigue tú buscando

por ello remolinos sigue recordando.

“Prácticas de maquillaje, y, de tres dibujos,

desde un espejo”

Actor – G.Renet

Decorados – G.Renet

Dramaturgo – G.Renet

Director – G.Renet

Escenario: Espejo, mesa de maquillaje, pinturas de maquillaje, y, una silla.

Personajes: Un payaso, que se maquilla con sus dedos, frente un espejo (por supuesto se trata del espejo en el escenario), llevando, el siguiente monólogo:

[se me olvidaba, que Usted, el lector, se haya detrás del espejo, o, delante del escenario (quede entre nosotros que al director de nuestro pequeño teatro, no le llegó el presupuesto, para más que un vulgar cristal, en lugar de espejo), y, dibuja, Usted, cuanto imagina entorno un monólogo de payaso, a partir del siguiente monólogo]:

El director del teatro, os comunica, que por la falta de recursos económicos, no les puede facilitar lápices para cristal, ni gomas (a las que considera inapropiadas para la función). Expresándoos sus mas profundas disculpas, os ruega procuren remediarlo con vuestra imaginación, pidiendo os también, que respeten a nuestro actor, guardando silencio en vuestros dibujos, lineales (por razones financieras, nos vemos obligados a contratar dramaturgos… surrealistas, nos esforzamos que nuestras representaciones no lo sean, por todo ello, volvemos a rogaros, que hagan Ustedes, dibujos, lineales).

Disculpen las molestias.

El, Director.

Maquillaje uno

La pintura y los animales, o los cuadros y los animales, o la música y los animales. Desde el fondo de la sala sonó el oboe. Los dos caballos salieron del cuadro número uno en la exposición. Dos caballos rojos galopando frente el espectador. Se paran. Le olfatean los zapatos, primero el pie derecho. Le olfatean las manos. Él lleva un anillo, con piedra negra, circular. Le olfatean la nariz. El espectador estornuda. Dos caballos rojos vuelven en el cuadro. No caben. Mientras, hubo tres caballos amarillos que entraron, antes. Una acuarela naranja frente el cuadro numero dos de la exposición. Un espectador en medio de dos pinturas. El cuadro número dos está del revés, y, cinco caballos azules nadan en agua verdosa. Los animales y la pintura. Los animales y la música. El violín sonó desde el marco del cuadro numero dos. El oboe, en la sala de exposiciones no hay oboe. Dos caballos atravesaron la sala mirándose fijamente.

Maquillaje dos

Un conejo blanco y otro negro entrelazan sus orejas. Cada uno tira por su lado. El conejo negro suelta su oreja izquierda, la hunde en el bote de pintura roja, y le dibuja un ojo al conejo blanco. El conejo blanco ahora tiene un ojo. Mira al conejo negro y ve que éste no tiene nariz. Suelta su otra oreja y se cae. La cara del conejo negro se rompe en la mitad, y se desdibuja en la sangre rojiza. La sangre del conejo negro es de color extraño. Él conejo parpadea con su ojo y la sangre desaparece. Vienen tres pavos amarillos, se miran, miran a los conejos, se dan la vuelta y se ríen a carcajadas con voz humana. Los conejos dicen a la vez “dos pavos amarillos”. Los pavos lo repiten a su vez, y vuelven a reírse, a espaldas de los conejos. Aparece en el horizonte una ola naranja y gigantesca, de pronto lo hunde todo, desaparece todo, queda sólo un lago naranja. Aparece una ola verde en el lago naranja, cae, el lago se vuelve negro. Queda un cielo blanco y un lago negro. Dentro del lago hay dos ojos, de conejos, y un pico violeta de pavo.

Maquillaje tres

El puente era del color de la noche. El cielo del color del océano. Los caminos eran blancos. El río de plata. El piano estaba tirado bajo el puente. Cada tecla era de un pájaro, y cada pájaro de un matiz de flor. En sus picos agarraban sellos con catedrales olvidadas. Los pájaros de ojos cerrados, los de los medios tonos, daban patadas en el aire. Todos tenían las alas atadas, y las finas cuerdas que les sujetaban llevaban a un pozo al borde del río. El pozo tenía los ladrillos de cristal, y el cubo del agua hecho de hojarasca. En el fondo del pozo hubo niebla, de color amarillo, y un niño cara a las húmedas paredes, de color azul. El niño hablo, y desde el cielo cayeron cinco cascadas de arco iris. Los pájaros cantaron, y desde el sol cayeron veinte gotas de lluvia violeta. El río susurro y sus fondos se abrieron. La tierra se partió en dos, en dos por medio del puente, por medio del piano, por medio del pozo, el niño saltó. Desde la grieta apareció un espejo, el niño cayo sobre el espejo. Miró a sus alrededores, todo era naranja, miro al espejo, todo era verde. Cogió un pájaro, y dibujo con su cola una elipse sobre el espejo. Se sentó en medio, y se durmió. El puente era del color del día.

Caminar…es fácil…

Jes - La ceja… me desperté en habitación ruidosa, no, era cama acelerada, ¿eso qué es, cama acelerada?, el día se mueve y tengo ruidos en el oído derecho… no comprendo qué me pasa, camino por la calle y no puedo mover ni un músculo de la cara.

Narrador - El gato se va a sentar, mueve la oreja derecha, ha oído algo, mueve la pata izquierda, va a alguna parte, no, se va a sentar, encorva la espalda como para sentarse, no lo hace, casi roza al suelo con el rabo, encorva al rabo, sus ojos no se mueven, curiosamente… sus ojos… no hacen nada… El gato no le está mirando, tiene los orificios de la frente abiertos, no mira la comida, aquel insecto, el insecto carnívoro, no lo está viendo.

Jes - La otra ceja… tengo que hacer alguna mueca, para alguien, ¿para quién la hago? ¿para mí? – estupidez, no soy capaz de mover un músculo de la cara, no tengo cara, no, para mi no. ¿Para el hombre con el que me acabo de cruzar? - no, ya no me ve, está a mis espaldas. La haré para el otro, el que se cruzará conmigo dentro de un rato, sé que se cruzará, ¿cómo ha de ser él? ¿cómo he de mover el ojo a que séa para él? No le he visto, nunca le conocí, pasará, queda a mis espaldas. Hay ruidos del día anterior, cuando movía las cejas, los ojos, la cara, la boca, las mejillas, la frente, no oigo, no se mover los oídos. Sordo, el día de hoy es sordo, mi cara en silencio… intento… mover un músculo de la cara… no puedo.

Narrador - Solo, el gato se acerca al otro gato, está con el otro gato, solo… el gato se aleja, el otro gato estaba demasiado al lado… ¿demasiado qué?, ¿cerca?, ¿lejos? Excesivo, el otro gato tenía ojos excesivamente redondos. Éste gato no, tiene ojos, no, tiene ojos. El gato caminará a la derecha, mueve la oreja izquierda, se para, ya no quiere caminar, camina hacia atrás, no, éste gato no camina hacia atrás, se para, le mira… no le mira, no son ojos, no saben ser ojos, es el gato, no sabe ser el gato, es la ceja, no sabe mover la ceja, la izquierda, ni la derecha. El gato se levanta, va a ir a alguna parte, no donde el otro gato, no, donde el otro gato, mueve los ojos, donde el gato mueve los ojos redondos.

Jes - Ayer movía la cara, ayer tenía cara, caminaba, pisando con mis pies, caminaba, encontraba personas, me veían, yo miraba para ellas, me adelantaban, yo caminaba para ellas. Tengo que mover algo de la cara, para mi, ¿para qué?, nadie camina para mi, hoy nadie mira para mi, yo debo, mover los ojos, no puedo, para mi no puedo, para ellos no puedo, podía, pero las tres personas ya están a mis espaldas, sabía hacerlo, pero las otras cinco personas ya no miran, a mí. No puedo mover la cara, para alguien tendría, es mi cara, para que sea mi cara.

Narrador - El gato miró.

Voz - Cara de gato frente la mía.

impersonal

Jes - Miro a dos ojos.

Voz - A la derecha, la comida de él, la izquierda, ruido, un insecto…

impersonal

Narrador - Dos ojos redondos bajo dos cejas, la izquierda sube, la derecha baja. Un rabo rozando la tierra, rabo de gato, caminando, con la cara ruidosa, mirando…

Voz - Frente el gato, caminando…

impersonal

Jes - Cráneo de hombre, el cráneo del hombre lleva la piel incrustada al hueso, a la carne. El cráneo de gato no lleva la piel incrustada al hueso, a la carne.

Voz - Mueve la ceja, el gato, mueve la oreja, oigo, silencio, el gato abre la boca, es mudo,

impersonal muevo la cara, ruidos, en el día, caminando…

Narrador - Caminando el gato, mira, caminando el hombre, él, mira, para el gato, para ojos de gato redondos.

Jes - Hoy mi cara es redonda, muevo el pié izquierdo, hacia dentro, piso recto, relajo la mano derecha, las venas se distinguen por la superficie de mi piel, mi mano hacia dentro, relajo la mano, casi me rompo un dedo, un hueso del dedo. Me inclino hacia el gato, camino, balanceo, me voy a caer, pero muevo el pié derecho, hacia dentro, pero piso recto, mis hombros siguen mis piernas, mis manos siguen mis piernas, no, mis brazos van al revés, muevo un músculo de la mejilla, ¿de cual?, del labio superior, mis ojos siguen mis pasos… que dejo, hacia atrás, tuerzo rodillas, inclino el cuerpo hacia delante, no logro caerme, no me caigo, muevo pies, a la vez, la cara, las muñecas, hacia dentro.

Narrador - El gato camina en línea recta por el borde del jardín, se para, se inclina, va a ir a otra parte…

Jes - Voy hacia atrás, el rato ha pasado, mi cara ha pasado, miraré, a las espaldas de los tres, balanceo, doy la vuelta y abro los ojos, me asombran los gatos, sus ojos parecen redondos, parecen mirar, yo miro, parecen ver, yo miro… un gato, allí hay un gato que ni me hace caso, mueve las cejas…

Narrador - El gato va… se para.

Jes - Iré inclinando los pasos en zig-zag.

Narrador - El gato se sienta.

Jes - Me sentaré.

Narrador - El gato cierra los ojos, parpadea…

Jes - Intento sentarme, intento flexionar las piernas, no sé qué me ocurre hoy, no puedo agachar el cuerpo, no me puedo sentar, no logro contraer ni un músculo, de mi cuerpo.

Huellas

Cada uno tenemos un planeta diminuto cual habitamos, pocas veces nos salimos de él, a menudo miramos hacia el cosmos, pero ninguno sabemos volar. En el principio dejamos pasos recién hechos, y andamos casi a espaldas, contemplando las marcas que dejamos, nos impresionan sus contornos, y a ciegas nos creamos un camino que nos asombra. Resulta que como nuestro planeta es tan pequeñito, y a medida que pasa el tiempo dejamos pasos cada vez mas grandes, por un lado borramos los pequeños asombros, por otro comenzamos a pisar las mismas huellas. Entonces nos damos la vuelta, ya que no hay nada que nos interese en el suelo, y miramos hacia delante erguidos, pero resulta que todo nuestra planeta es igual ya, todo pisado, no se sabe por donde se comenzó, ni donde se acaba, no hay detalles. Entonces algunos siguen caminando, comenzando a mirar hacia el cosmos, y ver otros planetas, pero desde tan lejos, que no hay en esas detalles a simple vista, ven a lo grande, en conjuntos abstractos. Otros se sientan y observan, recuerdan los pasos que dejaron, y los vuelven a buscar o reencontrar a simple vista, pero esos no les asombran, sino en la melancolía les hacen recordar otros días. Pasado un tiempo, estando sentados, ocurre que su planeta se ha vuelto a cubrir de polvo cósmico, de los planetas que pasan al lado. Algunos deciden volver a caminar, y miran hacia atrás, yendo en nuevos zig zags, asombrosos, otros se quedan sentados, mirando el polvo y los planetas, tratando de identificarlos, ya no les interesan las huellas propias, ya que quedan en un recuerdo, siempre, sino observan otros planetas y sus caminantes, y aprenden de ellos. Sin embargo el cosmos esta lleno de muchos planetas, millones, billares, todos pisados, en todos se camina, en todos nos paramos, en todos se mira, lo que hace creer a simple vista, que siempre es lo mismo, que ninguno es diferente de si mismo, ni de los restantes, entonces aquel que mira las huellas, cree que el que mira el cosmos no hace nada, y el que espera, cree que el que camina es tan inútil, porque ninguno vuela, tan solo los planetas pisados flotan suspendidos, y si ama uno se da cuenta que se mueve, su planeta, y los restantes. Los hay pues que saltan, de vez en cuando, también los que caen, en sus intentos fallidos, de volar, de ir mas allá de si mismos.

Filosófico

La filosofía tiene dos temas preferidos, el amor y el arte, y en ambos casos es suficientemente tosca, como solo soplándoles en los ojos cerrados a aquellos dos desgraciados, esos sueñen con monstruosidades. Sin embargo necesitan del viento, para sentirse en las profundidades marinas, que son su esencia de vida, pero no por ello abren los ojos para que huyan sus sueños, que son su único cometido en tierra. Que no son sueños de hombre, sino verdades sensibles, necesitando de una imagen, prescindiendo a menudo del habla, pues esta hace que el olor del viento, no sea olor, sino vacío, y mas vacía aun la que sopla, la filosofía, la madre sin hijos propios, pero si madre del universo. Sucede que de mostrar ella, sus tormentos infinitos en un ejemplo, el soplo vuelve a los mortales, hasta pudiendo el arte y el amor, aspirarlo con los pulmones. Dejando los sueños que posen, y cobren forma en una poesía, quizá, y que respiren el aire del mundo, sin soplos de fiera, quedando en blanco, sin respuesta, y la pregunta que pose en mente, respondiéndose con tan solo la mirada, de los tres juntos sin hablar, y se entiendan, por primera vez, y se vean la única vez eterna.

¿Cómo construir un castillo de arena?

Has de manejar arena seca, preferentemente en una playa, porque un castillo dentro de una casa, aunque fuera pequeñito, ya no es un castillo, sino un juguete mal hecho. Coges y acumulas arena en un sitio escogido con cuidado, estimando la altura de tu futuro castillo, es de predecir que de arena seca los castillos son bajitos, igual se les confunde con el mismo suelo, pero por ello mismo son mas permanentes. Ya tienes una montañita de arena. Coges en cuatro lados de ella, en el suelo, y empiezas a hacer agujeros, poco a poco, en los cuatro picos de un cuadrado (siempre imaginario) fuera del montoncito de arena, hurtas la arena hacia dentro, te darás cuenta que el montoncito de tu castillo se empieza a caer, pero siempre en lados planos, pues nuestro castillo tendrá cuatro lados perfectamente alisados, acorde a la gravedad terrestre, pudiendo apoyarse uno el dedo meñique en cualquiera de sus cuatro lados, no sin antes derrumbarlo (no olvidemos que la arena no esta humedecida). Al acabar de construir sus cuatro lados, veremos que nuestro castillo tiene una cima, tan perfecta como la habilidad con la que hemos ido haciendo las paredes, pues el pico siempre se construye desde los cimientos primero. Pero ahora sucede que tenemos cuatro hoyos a cada lado de las paredes, nadie querrá acercarse a un castillo fortaleza, por lo que cubrimos los cavidades y aplanamos el terreno. He ya esta nuestro castillo de arena, pero es de arena no humedecida, y observaremos por fin, de haber seguido correctamente mis instrucciones, que no hemos construido sino una pirámide. En nuestro castillo de arena hayamos nuestra tumba, y en nuestra tumba la invención de nuestra fortaleza, que si nos quedamos un poco mas en la playa, veremos cómo la cima del castillo pirámide va desapareciendo poco a poco, y cómo el viento se acaba llevando nuestra ilusión, pero que siempre podríamos volver al mismo lugar preciso, e intentar construir otro castillo, otro castillo de arena, pero vidas no hay mas que una.

En dos palabras

En todos los lugares

los poco productivos, no gustan

los últimos, no son estimados

los vagos en inspirarse, son rechazados

los que se equivocan, son despreciados

cuando es en ello,

en pocas palabras la mas calidad

con mas tiempo mas sutileza

con calma, bella imaginación

cuanto mas erróneos, mas encerrada la verdad

si, lo es en todos los lugares

sin importar latitud geográfica.

Del color casa

/de su nombre/

Como su nombre indica

es común a todos nosotros, como cualquier casa edificada

de matiz un tanto variado en cada uno, como cualquier casa amueblada

absolutamente abstracto, como cualquier casa no existente

y no por ello menos verdadero, como cualquier casa derribada.

/de cómo es un color casa/

Tras breve reflexión entorno su nombre

es poco pictórico, para ser un color

únicamente se le podría describir

por el lugar donde fue, y el momento del día,

que para mí serían más que suficientes

pero no para sugerir, a otro, cómo es mi color casa

ya que, cómo podemos saber la diferencia de matiz

que tendríamos cada uno en nuestro color casa

pudiendo ser, completamente diferente,

tratándose del mismo lugar, y el mismo tiempo,

o viceversa.

mas con el paso del tiempo

cambia ligeramente su claroscuro,

no por ello pierde su pureza,

en momentos distintos, del día,

o, en todo lugar variado donde fue visto.

deduzco sufre algún tipo de mutación, evolución,

o, adaptación a los entornos, en mayoría de casos arquitectónicos,

aunque a menudo éstos se vean alterados, por entornos meteorológicos.

/qué es un color casa/

¿Sospecho se preguntará

de cómo es una casa amueblada

no existente, derribada, o edificada…

al no tener ésta nada en común

con el color cuyo nombre adopta?

(siendo el color casa meramente sencillo

inconfundible, y no sugerente de ser señalado,

ya que, de ser así

crea alteraciones políticas, a nivel social

y psicológicas, a nivel personal).

Viejo en oficinas

El joven - ¿Cómo está señor Figger?

El anciano - Como todos los días hijo. Siempre igual. El sol sube, luego baja. La vida es así.

J. - ¿Se acuerda usted de aquel niño, con el que estuve el otro día?

A. - Sí, un buen chico. Con afán de curiosear por los rincones.

J. - ¿Usted me ve como a él, verdad? Un chico más.

A. - Por supuesto, para mí ya la mayoría de los hombres son chicos. Tantas lunas he dormido.

J. - ¿A usted le incomoda que yo le pida su opinión acerca de mis preocupaciones?

A. - En absoluto. Siempre te ayudaría con cuanto sé.

J. - Valla asunto entonces, lo tengo mal. Aquel niño, el curioso, me pidió la opinión, que le diga yo de si estaba bien un dibujo que hizo.

A. - ¿Cómo era el dibujo?

J. - Era, bueno, era feo. No sé cómo son los dibujos bonitos, pero aquel no me gustó. No lo sé señor Figger, por qué los niños son tan testarudos, quieren que te guste cuanto hacen. No les basta que te interese el por qué lo hicieron, o que tenga una intención. Te tienen que convencer.

A. - Muchos mayores son de igual manera…instructivos. Tratan de hacerte creer cuanto pronuncian, peor, se lo creen ellos mismos. ¿Acaso no se acaba convirtiendo la aparente conversación en discusión? Los tiempos cambian. La gente habla y espera respuesta del otro. No se si esperan que esté de acuerdo - ¿qué mala conversación, verdad? O que esté en contra - ¡una discusión bien camuflada! Nadie se pregunta a sí mismo. Son pocos con los que se pueda hablar como si se estuviese a solas.

J. - Yo creo que no hay que querer a los niños, sino, siempre ha de gustarle a uno lo que hacen, por obligación. Yo me siento destrozado cuando me piden que les oriente, como si fuese yo un ser supremo. ¿Es que entiendo de dibujos como para decirle al chico si está bien el suyo?

A. - ¡Si te hubiese preguntado el chaval por la casita que había dibujado!

J. - Pues sí, yo tenía casita parecida, de juguete, cuando era niño. Pero a aquel niño no le interesaba mi casita. Quería saber de su dibujo, y yo no sé de dibujos. Sé que es un chico muy majo, que dibuja bien. Haberme dibujado cualquier cosa, metérmela en un sobre, cerrado, y regalármela.

A. - Sí, los regalos no deberían enseñarse. Sino se convierten en ferias de degustación de vino - “¿Te gusta mi regalo?, ¿No te gusta mi regalo?” Si estuviese en una caja sin abrir no molestaría, al menos de haber resultado feo. Sería sencillamente un regalo. Quizá no esté lejos el tiempo cuando expongan los regalos en galerías, o la gente se monte sus propias exposiciones de regalos en casa, en pasillos aparte.

J. - Se olvida que las cajas hoy no son cajas, sino propaganda del fabricante.

A. - Bueno, siempre cabe la posibilidad de recurrir a los cajones de las mesas, para guardar regalos. A fin de cuentas los obsequios pequeños, son los que acabamos llevando con nosotros al mudarnos. Me acuerdo de un gran jarrón que acabó por romperse cuando me fui a Austria. Hace unos años también tuve que mandar a restaurar y una mesa - muy antigua según me dijo el amigo que me la regaló.

J. - ¿Es que tienen que gustar o no los regalos? ¿Me tienen que gustar o no los dibujos de aquel niño, para que sea amigo suyo? A mí me gusta su casita, que trató de dibujar.

A. - Una tía que tuve decía: “No hay amigos eternos, sino intereses eternos.”

J. - ¿Y eso qué significa?

A. - No lo sé la verdad, esperaba tú lo sabrías. Yo llevo la vida interrogándome acerca de ello. ¿No crees que los animales, en caso de que padezcan la enfermedad de la amistad, son los únicos que no acabarían mordiéndose las orejas?

J. - No lo creo. ¿Y si son machos?

A. - ¿Y si son hembras? Supongo que cuanto más viejo se hace uno, menos se cree las cosas.

J. - Sí, quizá las casitas dibujadas no cambian mucho. Cambian los dibujos mal hechos. Pero si hasta los niños se olvidan de las casitas, qué queda para los un poco más carentes de memoria. El chaval me contaba de un juego que había aprendido, de las reglas del juego, las metas, estaba reluciente de alegría y entusiasmo al contármelo. Yo, es que ya no soy capaz. Me siento culpable de no saber escucharle. Me sobrecoge un escalofrío de abatimiento, por a lo que jugaba yo de niño, y melancolía de no ser capaz a jugar más. No me siento su amigo. Él es amigo mío, pero yo no entiendo sus intereses en los juegos. Me trae tristeza no saber jugar, pero me quedo con él dibujando para mirarle cómo se divierte, dibujando.

A. - Sí, es la tristeza. Cuando uno ya es anciano, aquello semeja la posguerra. Ya no se es capaz de sentir nada mas, se les contempla a los hombres, la mayoría de los que para mi son como hijos ya. No queda más que recordar. ¿Acaso no te sobrecoge mirar a las ardillas saltar de ramita en ramita, ajenas a nosotros, ni las interesamos, están en sus asuntos? Hasta salir por supuesto en la carretera, y las aplastamos con los coches si tenemos un poco de suerte.

J. - ¿Tienen las personas como usted amigos?

A. - Por lo que deduzco tú tampoco eres capaz ya de divertirte dibujando. Ya sabes, uno trata de hacer mejores dibujos. El derecho de la diversión esta reservado a los niños.

J. - Pero cuando le veo en el atardecer, sentado en su banco del pequeño jardín frente su casa, usted no está dibujando.

A. - Me habrás visto cuando estoy esperando al señor Raskin. Yo dibujo más tarde, cuando haya cenado mis bizcotes mojados en whisky.

J. - Ojalá pudiese dibujar yo tras la cena. Ojalá me pasease por la oficina como usted con su bastón hasta la panadería. Además yo no le he visto hablar con aquel otro señor mayor.

A.- A aquellas personas con las que hablar, que te mencioné antes, se suele encontrar ya bastante mayor, quizá a veces demasiado tarde. Yo no tengo necesidad de decir todo cuanto piense. Tampoco creo que mi amigo el señor Raskin no esté al corriente de mis reflexiones. Si fuéramos capaces a ponernos a jugar a la pelota con él, seguramente no nos hallarás en situación extraña.

J. - ¿Y de qué habláis pues?

A.- Yo a veces le cuento de lo que he dibujado. Le cuento de la cera por la que camino hasta llegar a la panadería. Sigue si quieres algún día la disposición de las piedras que la componen, a la cera. Son bastante curiosas. A mí me gusta dibujar los caminos de los peatones.

J. - ¿Y qué le cuenta él?

A.- Yo, cuando le conocí, él ya se había jubilado y no trabajaba en las oficinas del ministerio. Así que a veces me cuenta de alguna insensatez graciosa que haya oído en el bar, o me sugiere que conozca otro árbol, farola, o edificio, que le haya llamado la atención últimamente por la ciudad.

J.- Me pregunto cómo le resultaría a usted, que le reincorporaran hoy a la oficina. Un trabajo de posjubilación. Una posguerra en las entrañas de la guerra.

A.- Hablas de cosas incomprensibles, suena monstruoso.

J.- ¿Tendrá usted nervios como para volver a someterse a ello?

A.- Yo no me conmuevo por nada. Haré simplemente mi trabajo lo mejor que pueda, para escaparme a dibujar tras mi cena, lo mejor que pueda.

J.- ¿No tendrá sueño tras la cena, no estará demasiado cansado como para dibujar?

A.- No lo sé. Me haces pensar en imaginaciones. Para eso estáis los jóvenes, para no cansaros.

J.- ¡Si aprendiera a no conmoverme como usted!

A.- Si lo hicieras no me hablarías de oficinas, de nervios y esos asuntos superficiales y de supervivencia que os absorben las mentes hoy. Los chicos hoy como que llevan una señorita incrustada en el cerebro. De a lo que nos llevó la supresión de la mili. La mentalidad racional (masculina) se redondea en sensibilidad (femenina).

J.- ¿Pero qué culpa tienen los jóvenes de la reorganización militar? Tampoco se crea que no se nos pisa lo suficiente en la vida por nuestras opiniones, a algunos. Sino no me preocuparían las oficinas y los asuntos del sistema nervioso.

A.- Eso no niega que no razonáis como la misma reencarnación de la feminidad. Si el hombre quiere servirse de la palabra, o lo mismo dicho de su pensamiento, no debería hacerse el estúpido, prescindiendo de los verbos.

J.- Hoy el pensamiento no es de palabras únicamente. No me extraña que lo ignore, ya que no sale usted por la metrópoli.

A.- Yo salgo en ocasiones, pero a un anciano no le llaman la atención ni los colores, ni los sonidos que emiten “las cosas” por la calle, ni los anuncios, los diseños y todo lo que os encanta en esos días. Uno se vuelve lo bastante tétrico y seco de mayor, para lograr ver la molestia que son los adornos innecesarios. Me limito al uso de los objetos, su utilidad, y como puedes darte cuenta tampoco cuento con buen oído o vista para que me entretenga involuntariamente en los cantos de sirenas metropolitanas.

J.- ¿Cree que prescindimos de los verbos realmente? Ahora comprendo porque son tan poéticas mis conversaciones con aquel chaval.

A.- El lujo de omitir los verbos, esta al alcance tan sólo de los animales. El lujo de comprender las metáforas, viviéndolas, no transformarlas en adorno de poesías sureñas. Los poemas uno los lee en su casa, y se guarda las alegrías refinadas, o de su sensibilidad femenina, para el hogar. Os portáis diría como artistas todos vosotros.

J.- ¡Como si no supiese usted que el mundo se está superpoblado cada vez de más locos! Es lo que llaman civilización.

A.- Pero los hay locos que miran la naturaleza, piensan, oyen, sin exagerar en recrearlo en su dibujo, para enseñárselo al vecino, que les de su aprobación al respecto. Convertís el dibujar en trabajo. Cierto que no es diversión, pero yo no he conocido quienes estén felices trabajando. La felicidad es volver a tu casa tras la larga jornada y encontrarse con tu mujer, tu hogar.

J.- Hoy pocos se casan.

A.- O encontrarte con tu casita para dibujarla, para alegrarte el día, como prefieras pues.

J.- Sugiere una vida muy nocturna. ¿No cree?

A.- ¿Ves como por no haber estado nunca de pié la noche entera, con tu escopeta pesada y tu uniforme de invierno, guardando una choza en mitad de la nada que a nadie le importa, no aprecias la salvación que lo nocturno puede sembrar en tu imaginación. Cómo se aprende a convertir lo espeso de la oscuridad en cojín invisible, para poder descansar y medio dormir de pié, sin que el coronel se de cuenta.

J.- Me parecen alegaciones un poco siniestras, diabólicas en cierto modo.

A.- Cuanto más se vive, menos se cree en dios. Yo ya no creo en dios. Confío en un diablo frío y otro del ardor. El frío es quien la Iglesia llamaría creador de este mundo ¿y de cuál sino, acaso he conocido otro diferente? Siempre a los países nórdicos o a la gente del norte los he encontrado más coherentes y razonables que los de las zonas más cálidas. Aquel diablo del ardor que derrite los cerebros. ¿No has caminado al medio día, en verano, por la plaza? Para faltar menos, las tiendas preparan su emboscada y no hay donde meterse a beber agua. Para la gente como yo, aquello es el Sahara, cada vez morimos más de esa triste manera.

J.- Deducciones acerca del demonio bien curiosas. Tan cómicas como los partidos políticos diría, rojos, azules, ¿verdes? Pero yo por mi, también he conocido gente del sur bastante interesantes. No se si aquel niño no es del sur de Italia.

A.- Ya sabes que hasta y los partidos políticos no son claros del todo. Se fusionan, disuelven, surgen partidos hijas, civilización como dijiste.

J.- Aventureros más bien. Nunca vino mal viajar y conocer lugares nuevos.

A.- Sí, en todas partes del pequeño del mundo te encontrarías con mucha suerte a quien yo denomino homo-erectos. Fíjate, al caminar fuera de sus casas, aquellos son de postura erecta, y se sientan tan sólo en sus hogares. Encorvan la espalda al estar en ambiente femenino, no de mujer, sino de delicadeza y cariño mejor dicho. O cuando leen, cuando se sientan en mesas… Basta observar los gatos - si andan sus columnas vertebrales apenas modifican su línea recta y continua. Cuando se sientan suelen estar tranquilos y adoptan curvatura bien elegante por la espalda. Yo no he visto sentarse un gato amenazado. En todo caso no somos tan ajenos a los animales.

J.- Un curso imprevisto y animal ha tomado la conversación. Pero yo sigo insistiendo en que no comprendo cómo se puede estar en oficinas sin irritarse por la civilización de mentes vaciadas, o lo que usted dijo, tratar de no conmoverse - para evitar las evidentes conclusiones de trastorno nervioso.

A.- No se responderte hijo. Al igual que el asunto de los intereses y los amigos, éste es de los que no comprendo del todo. No te mentiré si te digo que no los entiendo para nada. Debí haber escogido escuchar o no a mi tía, o creerme o no cuanto me dijo. Puedes elegir tú también. ¿Qué más queda? ¡Escoge! - ser serio y ver ridículos quienes ríen, o reír y ver ridículos a los serios. O escoge cuándo. O tal vez saber de las mayores monstruosidades para poder reírse un día, o reír una vez con sinceridad para sufrir de veras las tragedias. O escoge cuándo. O igualmente si has de hablar en voz homogénea para alegrarte con los detalles, o hablar con voces emocionadas disfrutando las alegrías y quejándose a gusto por las penas. O escoge de qué manera has de hablar. Yo conozco gente que piensa rápido y habla lento. Otros piensan lento y hablan rápido. A veces varían, o cambian de elección.

J.- Estoy dudando. No sé qué es lo correcto.

A.- Supongo cualquier opción, siempre y cuando elijas, o invéntate otras.

J.- Sigo dudando.

A.- Es cuestión de no traicionar a tu honor, como se decía en una película western.

J.- ¿Con que la casita del dibujo de aquel niño es la misma?

A.- Sin duda alguna. Yo no tengo a tu casita de la infancia. Es tuya. ¿Pero tú sabes de si a la cera que lleva hasta la panadería, no le cambiaron unas piedras no hace mucho? Me parece las que están por donde el comienzo, donde mi casa, no están tan desgastadas como el resto. Estoy dudando de si no las recuerdo yo mal. A ver si guardo algún dibujo de hará unos años que me aclare. ¿Tú no te habrás fijado?

Hablando

Fell - Te lo tengo que decir Felly. No aguanto más.

Felly - ¿El qué?

Fell - Aun no lo sé. ¡Quédate hasta que recuerde!

Felly - No puedo, Tengo que irme.

Fell - No lo hagas. No aguantaré. No sabré callarlo más.

Felly - Volveré mañana. Cuéntamelo en la madrugada.

Fell - No, no podré. Se me olvidará. No lo diré, nunca. Me moriré.

Felly - Si es tan terrible no lo olvidarás. No lo perderás. Yo te escucharé, pero cuando vuelva.

Fell - Quieres que beba sola. Me llamarás borracha.

Felly - Quiero que estés sola. Que tragues sola. Que mires sola. Que pienses, en silencio. Yo volveré, en silencio. Me lo dirás con el primer rocío.

Fell - Lo perderé para siempre. Lo olvidaré para siempre. Eres cruel. Quédate hasta que aparezca. Tengo que decirlo, a ti. Es tu palabra.

Felly - Yo no puedo estar callado.

Fell - ¿Sabrás esperar?

Felly - Yo no puedo beber.

Fell - Beberé por ti.

Felly - No tengo porque. Yo no espero nada. Te veo a ti, y me marcho.

Fell - ¿Recuerdas a cuanto digo?

Felly - Mañana volveré.

Fell - Escucha lo que digo. ¡Oye me!

Felly - No puedo. Tengo que estar yo. No debo estar aquí.

Fell - Pero yo lo tengo que decir. Es a ti. Aguarda hasta que recuerde.

Felly - Eres cruel. Eres terrible. No te olvido. Regresaré, mañana. Me lo dirás.

Fell - ¿Ya te vas? Todo perdido, yo, estoy perdida.

Felly - No. Volveré. Aquí estoy. Mañana estaré. Tú, estas. Yo te veo. Te escucho. ¡Dime!

(silencio)

_______________________

Nota al pié: Me inquietan los hilos que se caen de mi chaqueta de vez en cuando, finos, efímeros, juraría no eran de mi chaqueta… de la misma prenda… mi chaqueta no es tan negra… las costuras por mi chaqueta no son negras. Pero al color del hilo que sostiene los patrones de mi ropa… tiento recordarlo.

De la creación del mundo

Nació el niño vagabundo.

De su madre – escupido a orillas del mar oscuro.

De su padre – un vómito afuera del bosque triste.

De su abuela – desecho del cielo pálido.

De sus abuelos – magma echada del infierno.

Dibujaba por la arena con su palito-niño

figuras monstruo, no era él,

las odiaba, tiraba olas encima suyo,

borraba,

se borraba todo sí.

Cantaba con el eco de los árboles

al canto del medio tono, su aúllo,

tiraba de las orejas propias, arrancaba su lengua,

quemaba los árboles,

quemaba a su interior propio.

Bailaba con el niño, con el aire,

torcía pies amputados y brazos cortos,

maldecía la gravedad, pisoteaba la tierra,

truenos mortíferos,

convocaba el pequeño mago la tormenta.

Esculpía a su rostro para arrancarle los ojos,

cubría al niño entero de piedra áspera,

despedazaba al vientre del volcán,

indagaba en sus intestinos,

hundía en su fuego la faz.

-

Nació el hombre vagabundo.

De corazón perla rosa – de nadie

de la voz del árbol – de nadie

del caminar de la nube – de nadie

de la mirada diablo – de nadie

de él,

de sus venas en cuerpo

no dibujos con sangre,

de su aire retenido

no melodía escupida,

de sus gestos secretos

no danzar la huida,

de su odio en arrugas ocultas

no certeza tallada.

-

Parido el Mar Belleza,

odiaba éste la madre,

dibuja al monstruo – no era él.

Contagiado el Bosque Melancolía,

odiaba éste al padre,

canta el horror – no a sí.

Recuerdo de Cielo Paraíso,

odia este la abuela,

baila la ignorancia – no estaba en sí.

La lujuria de la prostituta – el Fuego Hermosura,

odia éste los abuelos,

patea los muertos – no era.

-

No, no era lo negro del mar,

no era lo triste del bosque,

no era el frió del cielo,

no era la lágrima del fuego,

no eran de él, del vagabundo.

Eran de ellos, de su madre

de su padre

de su abuela

de sus abuelos.

Eran para ellos sus dibujos con sangre,

su melodía escupida,

su correr de huida,

su certeza tallada.

-

Nació un Dios, un Cobarde,

de él la perfección,

de ellos el monstruo.

Pero ellos veían un ángel,

veían un familiar,

creían ser de él,

ser su imagen.

Pero el niño vagabundo es de nadie,

el hombre vagabundo es de nadie,

es de él.

De él su imagen,

de él su muerte,

de él la perfección.

De ellos - la suerte falsa

la eternidad

la fe,

lo verde de la verdad imaginada,

la verdadera pérdida,

la inventada muerte.

Charla amistosa entre dos desconocidos

Kórpovski - Hubo una época señor Kórpovski, en la que las personas se preocupaban unas por otras.

Fauri - Sí, mi abuelo me contaba del médico de su aldea. Hubo cuando el pueblo sabía de quien entiende de su profesión, y eran los mismos aldeanos quienes elegían al doctor del poblado.

K. - Yo me refería a los años que yo conozco. Sólo a aquellos míos tiempos pasados tengo derecho a nombrar épocas, lo demás es historia.

F. - Hoy todo es historia señor Kórpovski.

K. - Todo menos la melancolía.

F. - Debería de reírse más a menudo, es malo para los nervios el exceso de melancolía.

K. - Supongo todos los recuerdos de la niñez son malos.

F. - Y de la juventud.

K. - La juventud es la misma reencarnación del infantilismo. La niñez es otra cosa. Es aprender. Es seguir aprendiendo, siempre. Es eterno, como el océano.

F. - No me diga que usted sigue siendo niño. No una vez le he oído insistir, que de tanta risa de su alrededor ya se le revuelve el estómago.

K. - Tan sólo sigo de pié por mis actuales épocas gracias a la curiosidad, cual melancólicamente me devuelve en los recuerdo de niño. La diferencia entre el niño y el adulto señor Fauri, no es del todo la frontera de océanos bonitos. Únicamente los niños se creen cuanto se les cuanta, porque están aprendiendo. Los mayores desconfían de cuanto se les dice, porque están aprendiendo. Además no sé qué es peor, ¿Qué un mayor sea infantil, o que lo sea un niño?

F. - Debería de intentar contentar un poco su prisma del prismático de memorias.

K. - ¿Contentarme de qué? Si todo es risa en la historia, ya no hay ni niños, ni adultos. Todo es una infantil contemplación estéril de la realidad. Para no faltar, ésta última presume con maquillarse y convertirse en la prostituta moderna. De usted un paseo por la ciudad y ya me contará de los tapices colorados que viste todo edificio, coche o persona (vestida aparentemente).

F. - Hoy mucha gente sigue conociendo del trato entre personas. No me diga que hoy nadie lee de las otras épocas.

K. - ¿Pero acaso no se ha encontrado usted a señorita que os cuente de la derriba de algún edificio, o de la misma guerra (de muertos cuartizados etc.), pintándole ridícula sonrisa, que confieso me preocupa de dónde sería capaz de nacer (más en un rostro joven). O recuerde uno de su edad, que con toda formalidad le haya informado de la miseria de otros tiempos, añadiendo a la despedida que ha de ir con su esposa a que elija esta el cambio del inmueble hogareño. Mire, ni yo he vivido tanto como para que se me desgaste o rompa el armario.

F. - Hoy la gente vive mucho, además se vive mejor, no hay que matarse de trabajar por el bocado del pan. Tiene sus puntos positivos el avance, hay que alegrarse.

K. - Yo no soy capaz ni de sonreír siquiera. Usted lo dijo, no nos matamos de trabajar, sino trabajamos. Quizá yo ya no entienda de esas cosas. Supongo he vivido poco, para haber trabajado mucho.

F. - La vida siempre ha sido risa.

K. - No lo se. Por mi, aun hoy veo tan sólo dos tipos de personas, los que trabajan mucho y otros que no. Lo que ocurre, antes los que trabajaban mucho no vivían tanto.

F. - Sobrevivían como podían.

K. - Los animales que sobreviven no suelen reírse señor Fauri. De hecho aun hoy hay sólo dos tipos de animales que ríen, los humanos y los demonios.

F. - Yo no he conocido al demonio señor Kórpovski, no se decirle nada al respecto.

K. - ¿Ah no? ¡Debería! Es todo un personaje. Además os caeríais muy bien, ya que usted siempre se ríe y alegra de todo.

F. - ¿Cómo, es que se le había encontrado usted?

K. - Nunca importó el cómo, lo que se recuerda es el dónde.

F. - Ya, es que tiene usted buena memoria.

K. - ¿Acaso hoy ya no se tiene ni memoria? Supongo no importa. Pues mire, tenía yo un amigo, evidentemente en mi otra época - de la niñez. Creo que con decir que yo era amigo suyo basta.

F. - ¿Es que él no lo fue?

K. - No lo sé. Lo que importa es que no le voy a ver más, no sé si no se ve a un amigo, éste deja de serlo. Como yo no dejé de serlo, le recuerdo en mis melancólicas memorias. ¿Qué es sino la melancolía, que dejar de tener algo, dejado en la memoria de otras épocas, de la niñez…?

F. - Me empieza a asustar usted. No me diga que el demonio tuvo algo que ver con su amigo.

K. - ¿Con mi amistad? Nada, nada en absoluto. Precisamente el demonio me apareció en algo como reacción materializada de mi melancolía. Será lo que llamaría mi época de adulto. En esa época lo que se hace es aguantarse la desconfianza, porque entonces ya no puedo ser amigo de nadie. Cada vez que me equivoco con intentarlo, el demonio se burla de mí. Le hace mucha gracia mi época adulta.

F. - Me esta confundiendo. ¿Encontró al demonio en su época de niñez entonces?

K. - No sé. Yo cuando estoy melancólico, sigo en mi época de la niñez. Por ello trato de tener buena memoria, para evitar una niñez escasa.

F. - Es usted muy serio para tener de amigo al demonio.

K. - Yo no soy amigo suyo. No cree que las personas mayores, se diferencian de las personas infantiles, por tomarse los asuntos en serio.

F. - Como los hogares en los que el marido se toma en serio a su hogar, como su responsabilidad a sostener, y la esposa se dedica a recolocar y remontar el interior.

K. - Veo que ha conocido la mujer de mi conocido que le mencioné antes. ¿Sabía que ella no salía de su casa, nunca?

F. - No me extraña, ya que desconoce los cimientos de la base del edificio. ¿Entonces usted por renunciar a lo infantil, niega su época de la juventud?

K. - Ya le dije que trato de conservar mis memorias de la niñez, y las tuve tanto al cumplir veinte, como treinta, como cuarenta… Por ser seria una persona mayor, no deja de lado a las impresiones de niño, y no por ello un niño no ha de poder trabajar.

F. - Ya, hoy los niños viven. Más los mayores viven mucho.

K. - Yo, cuando presencio la falta de valores, veo arrastrarse un dragón chino. Pero no es aquel de la China, sino un cuasimodo con agujeros por la espalda, que apestan, huele toda la zona a muerte de dragones.

F. - Es que hoy nadie cree en los dragones.

K. - Ya, hoy todo es historia como usted dijo.

F. - Cierto, no hay objetos propios, sino de decoración.

K. - Pero mire, curiosamente el teatro no ha pasado a la historia. Dicen que desapareció del escenario, pero yo creo se echó a la calle y en la vida.

F. - Es que los hogares hoy están en la calle, torcidos, vísceras fuera.

K. - ¿Y si dejara de ser una época tan teatral? ¡Recuerde al teatro! ¿Y si no gritaran los actores como los políticos en sus discursos? ¿Y si no expusieran tragedias inventadas? ¿Y si intentaran hablar como los compositores, con la necesaria delicadeza de ir callando el final de cada palabra? ¿Y si no exageraran a cuanto hicieran? De ser capaces los actores imaginar estar en una casa silenciosa, con amigos, el teatro será cine mudo, sería el teatro sencillamente.

F. - Usted al parecer va mucho al teatro.

K. - No me es necesario, me basta caminar por la calle.

F. - Pues valla malos recuerdos le guarda al paseo.

K. - Del tener buena memoria de los hechos malos, a los sucesos desagradables se les reconoce aun en su cuna.

F. - Infantiles, como dijo.

K. - Le vuelvo a sugerir que conozca al demonio. La muerte por ejemplo no tiene nada de infantil. Recuerde usted del guerrero que prefería morir en el campo de batalla. O de quien prefiere morir en soledad. O del que prefiere no morir en el hospital, de luces, brillante, blanco. ¿Quién querrá una muerte blanca? O de quien no le importa morirse si está en el lugar amado.

F. - ¿Del melancólico, del que ama los lugares?

K. - No. Todos aquellos ya son historia. Hoy ni se puede morir.

F. - Supongo el demonio también es historia.

K. - Sí, desgraciadamente usted no le podrá conocer.

F. - Pero yo recuerdo uno que fue amigo mío, hace ya mucho, no recuerdo dónde era.

K. - Ya, en las amistades uno de los amigos empiedre ser una especie de esclavo al otro. Los esclavos suelen tener buena memoria de sus condenas. A veces vuelven a sentirse como bajo dominio, bajo prisión. Algunos hasta les sienta mal a que se les libere.

F. - Ja, ja, sí. Como vuestras épocas de la niñez, de la juventud y del adulto, que mezcla usted en ensalada novedosa.

K. - Sí, supongo será gracioso. Mis recetas son historia ya.

F. - Debería de reírse más a menudo, es malo para los nervios el exceso de melancolía.

K. - Supongo todos los recuerdos de la niñez son malos. ¡Que tenga usted buen día señor Fauri!

F. - ¡Igualmente! Espero volver a verle señor Kórpovski.

K. - Sí, yo también le miraré cuando pase.

F. - ¿Disculpe?

K. - Como las hojas amarillas que caen en otoño, rozándonos las espaldas al pasar por el parque. Se alejan con la delicadeza y gracia correspondiente a las hojas secas.

F. - Ja, ja, sí. Hasta la próxima.

K. - (Me pregunto dónde está la gracia.)

¡Tuerza la columna!

Voz 1ª - ¡Siéntese por favor!

Voz 2ª - Yo no adopto tales posturas.

Voz 1ª - Túmbese entonces si le apetece.

Voz 2ª - Yo no.

Voz 1ª - Pues quédese de pié, como los cadetes.

Voz 2ª - Yo no adopto tales posturas.

Voz 1ª - Si es tan testanudo, tírese boca abajo.

Voz 2ª - Yo no.

Voz 1ª - Pues haga lo que quiera, valla de arriba abajo y de allá para acá. Estése a lo suyo, déjese ya de exageraciones.

Voz 2ª - Yo no voy a ninguna parte.

Voz 1ª - ¡Admirable!

Voz 2ª - Si estoy perfectamente tal como ahora. ¿Me permite usted simplemente estar a mi manera?

Voz 1ª - Haga lo que le place, me tiene usted sin cuidado.

Voz 2ª - Yo creía se preocupaba en que me sentara.

Voz 1ª - Me da usted igual.

Voz 2ª - ¿Le da igual? Curiosamente, esta fue mi postura, por lo que no le invité a esperar conmigo.

Voz 1ª - ¿Esperar a qué? ¿Va tener usted visita? ¿Le envían algo? ¿Será alguna carta quizá? ¿No esperará a alguna señora? ¿Esperar a qué? ¿Qué está tramando usted? ¡Dígame por favor!

El fantasma

¡Haga usted las maletas y marche!

(gritó)

Apague las luces y abra bien los ojos.

(dijo, el fantasma)

Valla encontrarse usted con hipopótamos de verdad.

(los ofende el señor fantasma,

son animales que yo respeto)

Enciérrese en la casa y no salga.

(aquel habla, pero es fantasma,

sólo yo lo oigo,

otros fingen no verlo)

Si vive usted como hombre y no hace cuanto el artista…

(¿qué pasaría?)

…esperará a que caiga un enviado del cielo,

que le invita ir a vivir a la China.

(son optimistas los fantasmas hoy día)

En una aldea de la China,

hablarán los dos como si solos estuvieran.

____________________

Nota al pie: Y la palabra trajo la locura al mundo. Intentó traducir las sensaciones en frase, se atormentó el mundo. Los animales que padecen la locura, son los de dotes extraordinarios, humanos. Dios los alcanzó con su barrita mágica, del habla, y enloquecieron.

Cactus

El cactus

como toda planta terrenal

hablaba, del monólogo

pero vino el día

- del hombre.

El cactus supo cuanto quería decir

y enmudeció

como toda planta

como todo ser-verdoso.

El cactus

como todo hombre no nacido

tenía alma, y un corazón-verde

pero con el Día

le crecieron las espinas

hacia dentro

y su alma encogió, dormida.

También tenía ojos

pero en sus pupilas comenzó a florecer

árbol bello

de ramas mil

de puntas afiladas

con las que la planta deseaba alcanzar

a todo cuanto había mirado

pero el cactus no veía verde.

El verde - olvidado.

-

También el hombre

como toda planta terrenal

hablaba, del monólogo

pero vino el día

- del Cactus.

El hombre supo qué decir

pero enmudeció

había ingerido un cactus

se atragantaba.

Y el hombre

como toda planta no asesinada

tiene alma, y un corazón de cactus-verde

pero con el Día

al cactus le crecieron las espinas

hacia fuera

y el alma humana es líquida

como la de la planta

se derrama, lo verde.

Cuando el hombre llora lágrimas - verdes

es por el árbol feo de la vista

que comienza a florecer

el hombre se vuelve ciego

no llora

más dentro de sí

en lo verde, no derramado.

El Biógrafo

Biógrafo - Es emocionante ver cómo se entusiasma usted únicamente cuando está con vuestras cosas.

Escritor - Así es la vida, divertida en todos sus largos y diurnos silencios.

B. - ¿Pero usted suele narrar cuentos a su querido loro sólo de noche?

E. - “Emocionante”, como usted dijo. Una vida diaria sin duda emocionante.

B. - Pero las cosas de usted, los cuentos que narra son de lo más conmovedor.

E. - Si insiste. No he tenido el placer de consultar a mi querido loro de si las oye estupendas.

B. - Seguramente que sí, estoy convencido.

E. - ¿Disculpe la indiscreción, pero ha sido usted un loro alguna vez?

B. - No, no he tenido el placer. Aunque me gustaría…

E. - ¿Cómo sabe entonces de cuanto oyen los loros? Además mi loro…

B. - Yo es que comprendo las aves. Lo que hago es comprender toda clase de pájaros.

E. - Y se emociona usted mucho al parecer.

B. - ¡Así es, así es!

E. - Es curiosa vuestra situación, yo, en todos los años que he estado narrándole a mi loro, ni una vez fui capaz de oír cuanto chismorreaba con su pico. Ya me gustaría comprenderle algún día.

B. - Seguramente lo conseguirá en su día. Es emocionante ver como se esfuerza usted en tener amigos. Va usted con su ambiente a todas partes.

E. - Mire, yo las horas diurnas las suelo pasar acompañado, que no es lo mismo que no estar solo.

B. - Ya, pero de noche esta usted completamente solo.

E. - Supongo por ello me he comprado un loro, para no sentirme solitario.

B. - ¿Pero no se quejaba de que…?

E. - Tal vez me quejé de sentirme demasiado acompañado, aunque por el detalle de recordar a mis amigos y mí querido loro, soy un solitario.

B. - Es emocionante ver cómo tiene usted de claros sus objetivos en la vida.

E. - Emocionante, sin duda alguna, como usted dijo.

B. - Es tarde, le dejo ya, que tiene que ocuparse de sus cosas.

E. - No, pero no se moleste usted, sino me sentiré poco solitario.

B. - ¿Pero no quería usted estar solo, pasadas las horas diurnas?

E. - Yo no he dicho que no estuviese solo, lo único… usted es mí invitado hoy.

B. - ¡Mire, allí viene su loro, me conmueven los sonidos que dispersa!

E. - Emocionante.

B. - ¿Perdone?

E. - Decía usted, “emocionante”.

B. - Ah, sí, sí, es un loro emocionante.

Del padre

Espíritu cruel - Me alegra Hesilio,

ver las visiones de quienes mueren,

leer los ojos de quienes a la horca su cruz sostienen,

deletrear los nombres que madres muriendo pronuncian,

oír de los paisajes descritos por los desangrándose,

hallar tu faz en sus plegarias…

porque tú eres quien me alegra a mí,

tú único haces que olvide mi torpeza, maligna.

Veo visiones de pájaros azulados por prados verdosos,

leo miradas de felicidad, de queridos o de seres llorando,

deletreo los nombres de personas amadas,

oigo de lugares maravillosos y sus bellos cielos,

los que en mi oscura y retirada cueva fría,

gracias a ti conozco.

Esclavo - Pero yo no he deseado tu bien,

por más que tú me adores,

eres la injuria de ese recipiente que habitamos,

lo menos que puedo hacer es ser recordado por quienes se cuecen,

en tus ardores,

(de alegría según tu ser apartado).

Espíritu cruel - Por ello yo te he amado siempre,

por tu faz iluminada y de la perfección,

por permanecer tú arrogante,

y no rebajar a parecerte a mí,

tu hermano,

cual nunca te abandonará,

por más que insistas que soy yo quien te obliga,

ir tras mis desastres

(teniendo que arrepentirme según tus valores).

Pero yo nací caótico,

fuiste tú quien se opuso a mí,

tú, quien le traicionaste.

De una señorita

Voz masculina - Sea usted señorita y cambie de ropa diariamente.

Voz femenina - Pero si cada día camino por la misma calle.

Voz m. - A usted yo la veo diferente con el día nuevo.

Voz f. - No le comprendo, si no hay nada que me cambie por esa aldea.

Voz m. - Si cambia usted de vestido seguramente la calle vendrá a ser diferente.

Voz f. - Es que mis vestidos son iguales.

Voz m. - Aun así, si los renueva, sé que verá a la ciudad incomprensible.

Voz f. - No hay nada que comprender por ese lugar perdido.

Voz m. - Abuse usted de su instinto de supervivencia y verá que sí.

Voz f. - ¿Defendiéndome de qué? No le comprendo.

Voz m. - De nada. Simplemente mire a cuanto haya por la calle, no cuanto esa le aparenta.

Voz f. - ¿De qué me serviría?

Voz m. - Verá usted de la utilidad de los letreros, las señales, los basureros, las panaderías.

Voz f. - Yo sé perfectamente cómo son.

Voz m. - No conocerlos, verlos por su utilidad. Intuya usted, y caminará por aldea extranjera cada día.

Voz f. - ¡De tanto variar de aldeas yo dejaría de cambiar! Seré yo misma en lugares diferentes.

Voz m. - No esté tan segura. Cambie usted de vestido y yo la veré como siempre.

Voz f. - Le he dicho que mis vestidos son idénticos.

Voz m. - ¿Supongo vuestra sastre no los cosió a la misma hora?

Voz f. - ¿Cómo sabe usted que no cambio de vestido si son iguales?

Voz m. - Porque la veo a usted diferente, pero siempre a la misma hora.

Voz m. - Es que hoy las señoritas pueden salir sólo a la hora de cenar.

Voz m. - Pues le rogaré que no sea usted señorita y salga en la madrugada.

Voz f. - Pero al alba no hay nadie por las calles, caminaré sola.

Voz m. - ¿No sabía usted que cuando el sol rompe al crepúsculo, los señores salen - aburridos de llevar sus trajes negros e iguales, visten de aldeanos y pasean sus recuerdos.

Voz f. - ¿Qué haré yo en compañía de señores? Ya no he de ser señorita.

Voz m. - Vista usted otro de sus vestidos iguales. Yo la veré tal como la recuerdo.

Voz f. - ¿Supongo yo veré la aldea cambiada?

Voz m. - No lo se. Usted ha de decírmelo.

El Calamar

Tenía que inventarme un relato, las hojas que comencé todavía recogen polvo en mi sótano. Escribí sobre un calamar. Me inventé un calamar y le vestí de mi ropa. Yo me quedé desnudo en la habitación. Al calamar le envié a pasear por la ciudad. Sentado yo en mi silla de madera rojiza, en la mesita de dos cajoncillos (también de madera rojiza), escribía sobre el calamar. Le presté una escafandra que no usaba muy a menudo, para que no se ahogara en la ciudad - en mi ciudad, que habitaba odiosamente. Gracias a mi ropa pudo salirse por fin. Caminaba mi calamar por las calles, alcanzando unos quince metros de los alrededores con sus tentáculos - todo cuanto yo imaginaba como tridimensional. Saben ustedes, es francamente incómodo quedarse desnudo de entre los magníficos armarios de madera que albergan en mi cuarto. Legué a tener frío, pero aún así me sentía en un bosque. Sentía unir mi piel a las cortezas. El escalofrío que me atravesaba devenía en el aire que alimentaba la escafandra de mi calamar, alimentaba a mi calamar, alimentaba al relato que me inventaba sobre un calamar (aunque estoy confuso, ¿fue aire?, porque entonces mi invento acuático…).

El calamar se deslizaba suavemente por las calles. Todo cuanto su perímetro de quince metros alcanzaba le semejaba su mar, el que le hice abandonar para sustituirme a mí. Le dije - “Vas a pasear en un relato inventado sobre vida humana.”, (pero no le revelé que iba engañarle en su pecera de quince metros de diámetro). Mi calamar inventado era como los magos, no hablaba con nadie y todo cuanto alcanzaba con sus tentáculos de quince metros devenía agua, agua azul, tan azul que el rojizo de mi cuarto me sonreía en violáceo profundo e infernal. Violáceo que perecía por mi piel en cosquilleo helado de un bosque descalzo. Yo no se cómo sucedió que en mi relato vino a meterse un amigo mío. Uno con quien últimamente intento evitar tropezar en conversaciones, que él convertía en discusión. Quizás como mi amigo se contentó al verme desnudo, quiso ahogar a mi calamar, hasta le quiso quitar mi ropa - supongo confundió al pobre calamar conmigo. Se puso a conversar con él, le hizo discutir, le hizo correr por calles que a mi pobre calamar le pedían deslizarse. Pedían, pero mi ser marino no las oía de entre los gritos de mi amigo. Le hizo recoger a sus tentáculos y creerse que la calle que atravesaban no era un mar, mar tan azul que mi rojizo cuarto hoy sigue recordando. Le hizo parecer un calamar cualquiera que corría por la calle, y cómo chillaba mi amigo, cómo chillaba. Gracias a que no dejé aperturas en la escafandra del calamar, éste, el pobre se limitaba a caminar humanamente. No llegaba a quedarse sordo, me extraña que respirara siquiera. Como mi amigo tuvo compromiso importante quien sabe donde (espero él sí), se dio prisa y dejó por fin mi calamar solo, por la calle. Sí, el calamar lograba caminar con sus tentáculos que apenas ocupaban ni medio metro de sus alrededores. Iba como en cuclillas, a lo alto, apenas veía la calle. Miraba cada vez más a mi amigo alejarse (que al parecer seguía discutiendo solito). Tan alto se volvió mi criatura, que se olvidó de la calle que le hice recorrer. Veía únicamente los chillos e mi amigo, recordaba a mi amigo, y me tuve que inventar un final de mi relato.

Tuve que hablar de un calamar de humanos ojos, no de un ser acuático que camina torpemente, por la calle. Será mejor que no me inventé un final. No quisiera escribir sobre la muerte inoportuna de un calamar que adoraba.

En honor a la discusión de mi amigo escribiré relato nuevo, sobre otro calamar. He de inventar calamar marino, vestido de mi piel desnuda. Le haré respirar el sabor de la madera rojiza en mi cuarto. Le haré escupir los desechos que mi amigo dejó por la calle (al privar mi otro clamar del don mágico de convertir en mar, un mundo humano). Le haré humedecer de nuevo con sus tentáculos las calles disecadas. Espero mi calamar no tenga que inventarse relatos, y escriba sobre un humano. Espero el calamar de mi relato habite a su sótano, y ojeé a sus relatos olvidados, y respire los polvos por historias más interesantes, más líquidas, de criaturas marinas, no de calles disecadas, por palabras.

¿Cómo suena un pisotón?

Hay personas que pisotean a otras personas. Estas otras personas acaban con demasiadas marcas por todo su cuerpo. Han sido pisoteados durante años, decenas de años. A las primeras les apetece pisotear de nuevo, las segundas estallan, se hipersensibilizan al igual que los detectores de mentira, en detectores de pisadas. Se irritan de repente, los nervios y circuitos eléctricos de sus máquinas reaccionan al instante. Cada pisada de más resuena en el gong de millón ecos en su ser. La resonancia aparentemente musical se imprime, sale estampada en su radiografía, diagrama de la máquina de la verdad, del detector de mentiras - nervios afinados que tallan las mejores radiografías de pisoteo constante.

Los hay también comunidades de pueblos enteros que acaban siendo detectores de pisoteos. Los pisoteados quizá resulten desagradables, inhóspitos, hasta dan miedo a otras comunidades a causa de las reacciones radiográficas que dispersan.

Ni tampoco hay que irse a lo lejos, generalizar en comunidades. Hay pisoteados hasta por los amigos. Quizá sean pisadas con tacones femeninos aquellos - recordemos cuando se nos ha clavado alguna señora su taconcillo de un centímetro cuadrado de zapato elegante. Multiplicándolo por el peso de la señora, recordarán la tonelada que acababa perforando vuestro pié, en medio de autobús ahogado en viajeros. Con ello estimo se pueden imaginar hasta donde llegan los pisoteos de los amigos, y sobre todo la inmediatez en la que recorren en su hormigueo todo el cuerpo. Muchos de estos, segundos pisoteados, acaban en la radiografía del difunto, la línea seguida y plana del silencio. La máquina deja de medir las pisadas, deja de detectar. Un detector de mentiras no usado, en reposo, dejado en paz por los millón funcionarios. Contemplando por fin el polvo que caía por su superficie. No está rascado ya por manos pulidas, lisas, que cualquiera confundiría con guantes de plástico.

Existen también las presas hidráulicas, enormes, de hierro (o quien sabe de qué). Máquinas monstruosas confieso, ni pisotean, aplastan. Al juntarse sus dos planchas exquisitamente planas y pesadas, por la presión los cuerpos entre medias ni crujen. Tan sólo la parte más sensible desprende un chillido infernal. Los sentidos humanos silbando con silbatos de perro. Los aplastados suelen recurrir a sus sentidos para sobrevivir, sobre todo oídos, olfato, vista, tacto, y muy a menudo se olvidan los desgraciados de usar el lenguaje. Pobres perros, ni saben hablar, ladran en gritos - arh, arh, arh… Los inteligentes pisodontes interpretan su comunicado en algo como “art”, “artist”… en ocasiones, aunque luego dicho término trascienda entre otros pisoteados. Toda una era de evoluciones en detectores mestizos de mentira y en presas hidráulicas, mestizas. Los chillos de silbato de perro (tanto mestizos, como no), llegan a ser oídos por otros perros, que también acaban en la guillotina de las presas hidráulicas. Pobres perros, ¿qué desgracia los llevó a servir de mejor amigo al hombre?

Amistades peligrosas que aplastan. Amistades que acaban por perecer en los perros, haciéndoles confiar únicamente en su propio ladrido, y tan sólo el ladrar de otros perros - arh, arh, arh - ese quizá sea el sonido que desprende un pisotón. Tal vez todo empezó por unas personas que pisoteaban a otras. ¿Quién sabrá? No hay perros que hablen todavía, sólo oyen, saborean, miran, olfatean… ¡Perros, pobres perros!

Has nacido hombre,

he aquí tu pecado,

tú, animal.

¡Hombre animal, pide tu sueño!

- del depredador

¡Animale, yo del Omnidios no soy!

- del sobrevivir

!Con no ser omnívoro te bastará!

- del depredador

Hastiado tú, quien sueñas milagros.

¡Desea tu sueño!

- del sobrevivir

Yo sueños no cumplo, no es mi autoridad.

Sé arrastrar los deseos como corza muerta,

yendo hacia la noche del Omnidios, su alabanza…

- ¡Falsa!

Soy yo la esperanza. ¡Desea!

- sangre de corza

¡Hombre animal, sigue a mi dibujo del animal muerto!

¡Busca de qué animal has de ser de entre mis garabatos!

- de la serpiente

¡Di, cómo has de ser, dime de tu animal!

- de ojos reptiles, del agua

Si éste es tu deseo, ésta la luna en la mirada de tu vida,

cuéntame de tu sueño, del animal Verdadero que has de ser.

Haz tu sueño verdad,

yo te soplo del deseo mío - del hombre animal.

- yo, serpiente

¡He dicho soy del deseo Verdadero, no del milagro!

- ¿no del Omnidios falso?

¡Así es!

- ¿Qué eres, si a nada hueles?

¿Acaso cambias de alma inocente del hombre,

en alma amarga del animal,

acaso cambias tu piel, como la serpiente?

Si tú no sabes del atraganto del bocado entero,

peludo, feo, de uñas y picos, sin sabor,

con el que la serpiente alimenta su vida.

¿Acaso caminas arrastrándote todo tú por suelos,

abusando de tus costillas últimas para seguir adelante,

como la serpiente que se atrevió prescindir de todo órgano y encanto.

No, tú no sabes del sabor del mar,

del dolor del amor,

como la serpiente que en su huella aún guarda sus memorias lila.

Ni de la melancolía,

no acabarás negando todo color,

como la serpiente en su arco iris del ultravioleta.

¿Acaso fuiste mordido en el corazón,

para escupir veneno en tus dientes blanquecinos.

como la serpiente que hasta con sus escamas, cuerpo armazón,

asusta con su brillo, o con sus colores de la muerte nacida.

¡Hombre animal, me retiro!

Tu deseo fue dado. Mi deseo es.

Tu alma ya es de tu animal.

Tu destino - tal como fuiste parido.

- del hombre

No. ¡Del animal!

- del Omnidios

No. Del depredador.

¡Sobrevive!

Al margen de la corriente

Imagínese usted que existen esculturas que una vez quisieron pintar. Estatua monumental, todo un coloso reposando sobre sus talones, contempla los árboles en lo nocturno del parque, un día de verano. Ni una hoja tiembla, hojas del gris de la piedra del coloso. Imagínese que con el amanecer lo monumental de la estatua por fin descubre al bosque movedizo, el viento bosteza, descubre la existencia propia, inmóvil. Descubre que creía ver una pintura, vivir un cuadro. Imagínese que la estatua inspiró su primer deseo de recrear un parque congelado, llegar a conocer su inmovilidad. Congelada, intentaba oír al viento que la despertó, intentaba pintar el color de la caliza, su caliza, de sus entrañas, de estatua.

Imagínese que las calizas oyen a los vientos ansiados, los que sorprenden en cada palpitar, nuevo. Nacen con cada mirada, como el niño mirando su soldadito de plomo, como el gato siguiendo con su mirada cualquier insecto por el suelo. El viento no cesa, corre, en presente. Las calizas oyen a los vientos que susurran, oyen lo nunca imaginado, oyen el silencio, como todo compositor sordo vagando a la calma sinfónica, del silencio. Oyen a los vientos que soplan fuerte, enfurecidos, palpitan las hojitas de los arbustos ante los silbidos invisibles, matices en millón colores. Oyen a los vientos en reposo, que anuncian su olvido, y su ida, a su despertar, helando las hojas de un parque. recortan a un instante de vida vegetal, vibración inagotable.

¿Se imagina usted a las calizas sin el viento? ¿Se imagina a calizas nunca desgastadas por aguas arrancadas de los vientos? ¿Se imagina a calizas que no envejecen, a estatuas que no descansan en los ataúdes del restaurador? ¿Restauradores de pinturas? ¿O matadores que inmortalizan? ¿Asesinan a los vientos? ¿Imaginaría usted muerto al viento? Muerto, el soplo en los instrumentos de viento, los únicos que simulan conversación verdadera por los sobrios bares de jazz… y no menos por la soleada faz del escenario, elegantes. Las flautas recuerdan los jardines verdosos, o a los monólogos que recordamos confusos. Viento que mueve las flores alcanzando con su barrita mágica los hilos de la vida, de la flor, existe, se mueve. Viento gracias al que las olas perviven bajo tejidos oceánicos, infinitos. ¿Y el viento que cosquillea la piel recordando que como las aguas vivimos en el mundo real, más que en el líquido? El viento que encendió la primera llama primitiva, o la apagó. ¿Y la brisa del viento al cruzarnos con alguien de especie semejante por las ciudades, haciéndonos creer que no estamos solos en un mundo acuático? ¿Y la lluvia de hojas en otoño, existirían los alérgicos si el viento no nos ayudara diferenciarlos, contagiando toda atmósfera de polen? Viento que hace balancear los cables eléctricos, los columpios de pájaros que inspirarían no a un poeta. Viento que hace amanecer dibujos de entre humo de cigarrillo recién encendido, o tirado, o ya apagado… o el humo de la chimenea ahogando la casa. Viento que arrastra los desechos acumulados por las esquinas de las calles hacia el medio, gracias a lo que podemos contemplar las cosillas que habitan las periferias de los callejones, del pueblo que creemos habitar. ¿Y los vientos que de entre los escapes de aire por la calle, casualmente levantan las faldas de señoritas descuidadas, alegrando las miradas masculinas? Viento que hace que las aguas de las fuentes públicas acabe descansando en mil gotitas invisibles sobre la piel de los turistas, tanto los de visita como los permanentes. Despertar ligeramente frío y desagradable, recordando lo ajeno de las fuentes públicas. Viento que hace levantar banderas, el que movió vestidos de libertad en cuadros de Delacroix. Viento que mueve los cabellos de las personas amadas, brisa oceánica que hace palpitar su rostro, no como de las muñecas de porcelana, envueltas en paños, fingen ocultarse del sol, evitan quemaduras. Viento que se desliza por las afueras de las cabañas en las que permanecemos aun cálidos. Rumorea como la carretera a mediana lejanía, recuerda que estamos a salvo, dentro de una cabaña. Viento furioso arrastrando únicamente las paredes exteriores llamando con silbido de engaño en las ventanas. Viento que hizo que tantas semillas puedan encontrar hogar nuevo, hogar deviniendo en bosques que puede que tengamos la suerte de encontrarnos en ocasiones.

Imagínese usted una pintura, imagine oír al viento. Imagine ser estatua, no un coloso, ser caliza, no monumental. ¿Podrá imaginar pintar? ¿Pintará? ¿Verá a la pintura? ¿Soplará?

Greg

Acostúmbrate pequeño Greg,

que los tiburones son enormes, de dientes colinas

las flores gigantescas, caen sin avisar,

el mar de lo más hermoso, ahoga a todo ser vivo,

los pájaros ansiosos con hambre te devorarán,

porque tú eres pequeño Greg,

naciste tal y así morirías.

Acostúmbrate seguir el viento,

él único a las criaturas pequeñas adiestra,

y el viento mismo, como todos,

- como los tiburones, las bellas flores, el mar maravilla, los pájaros y su volar…

y él aplasta, al ser diminuto (aunque fuera),

para que huyas pequeño Greg,

salves tu pequeña alma.

Tu corazón es grande Greg, y si te arrastras,

reventarás todo tú, del pequeño nada habrá.

El viento cesará triste,

y todos olvidarán,

lo grandes que eran,

nada serán,

porque pequeños no pueden ser Greg.

No nacieron como tú,

y como tú no morirían.

Acostúmbrate pequeño Greg,

para que no mueras antes que ellos.

“Uno - (voz de entre paréntesis)

Dos - (voz de narración)”

Uno - Será que los ancianos no hablan, no llevan conversación. Solamente dicen cosas. Sencillamente pronuncian.

Dos - ¿Qué ancianos?

Uno - De las esquinas.

Dos - ¿Qué esquinas?

Uno - De los colores.

Dos - ¿Qué colores?

Uno - Los del texto de hoy.

Dos - ¿Qué texto?

Uno - El que dibujaba por la calle.

Dos - ¿Qué texto?

Uno - El olvidado.

Dos - ¿Lo olvidado acerca de qué?

Uno - Decía del agua y del aceite, que son del mismo reflejo sobre las superficies metálicas.

Dos - ¿Por qué lo decía?

Uno - Son agua y aceite.

Dos - Van solos…

Uno - Agua y aceite.

Dos - Y yo me senté donde no se podía.

Uno - Vas sola.

Dos - No, recordaba la paloma que se comía lo vomitado en la esquina de la calle frente el museo.

Uno - ¿En qué texto?

Dos - No tenía color.

Uno - ¿Qué texto?

Dos - Ninguno, era la paloma.

Uno - Ver palomas acelerando el paso frente multitud de peatones, tratando estas de atravesar la cera es hermoso. Su manera de caminar es curiosa.

Dos - ¿Yendo por lo vomitado?

Uno - No.

Dos - ¿A por qué?

Uno - ¿Por colores?

Dos - ¿Por aceite y agua?

Uno - ¿Por la paloma?

Dos - El día de hoy aun no ha acabado…

--

Uno - Ya casi se acaba.

Dos - ¿El día?

Uno - Los colores de hoy. Las palomas de hoy.

Dos - ¿El diario de conversaciones?

Uno - Sí, estoy sentada donde debía…

Dos - Vas sola.

Uno - Sí, estoy recordando la rata que mataron los niños bajo mi ventana el otro día.

Dos - ¿Eran niños?

Uno - Decían era asquerosa, mientras le partían el cráneo con una piedra (quizá fueran dos piedras).

Dos - ¿Eran niños?

Uno - No me asomé. Les oía. Estoy recordando la rata. Era grande. Seguramente era fea. Sí, debió de ser muy fea.

Dos - ¿Pero, eran niños?

Uno - Todos ellos, voz de anuncios televisivos.

Dos - Sí, tienes sueño.

Uno - No, únicamente deseo dormir.

Dos - Al apagar la televisión, la pantalla guarda la imagen última durante un rato, a oscuras…

Uno - No, deseo dormir. Al menos lo intentaría.

La Comedia

(se pone máscara seria, sosa, de expresión aburrida, cantando en tono grave y

terrorífico)

Bufón - Soy yo dios, temblad, corred,

me duermo por las risas que alzáis.

Saltad, reíd, perded la fe,

así sabré de las certezas que necesitáis.

(retira la máscara y se pon otra sonriente, alegre, de expresión pícara, diciendo en tono

contento)

Soy yo dios, pensad, sufrid,

estoy al margen de las cosas que hagáis.

Gritad, mataos, atormentad a vuestro ser,

así me reiré de los destinos evidentes que avecináis.

(retira la segunda máscara, dobla el pie izquierdo, se inclina en signo de respeto y

exclama)

¿Será dios un viejo desgraciado y oculto, un pensativo sin humor,

preocupado, negro, hundido en desesperación por vuestra infantil ridiculez?

¿O será dios un viejo de alegre don, pero también muy culto,

que al ver a vuestros porvenires pésimos ya sin dolor,

se alegra de que lográis ser ridículos, y animéis su desdén?

(se pone máscara a medias entre las anteriores, de labios rojos en mitad de la cara y

negros en la otra mitad, con pestañas de mujer ambos lados, y prosigue)

¿O es dios alguna moza que novio de ojos negros y pupilas rojas tuvo,

y parió el mundo de los huérfanos, desdicha de su juventud,

los hijos que recuerdan los gemidos de sus padres,

cabellos pálidos y la oscura silueta de fantom?

Solitarios

(Es anunciado un discurso cómico, por su señoría el ilógico, nacido en los pueblos de lo cálido, pero perdido en los hielos - lo presumido de las nieves. Las mismas recordadas de entre todos los aquí presentes).

Recuerdo señores que vi no hace mucho una película con Marilyn Monroe (que no viene al caso, pero he de mencionarla como siempre). De lo que trato pues, el hombre de tal película, el protagonista, despedía a su mujer y a su hijo de vacaciones, y por consiguiente se quedaba solo en la casa. Resulta que echaba de menos el conversar con personas, para lo que se creó la imagen de su mujer, la que iba reprochándole de todo, manteniendo la supuesta conversación. Más tarde, él conoce a la vecina, quien a su vez comienza a tomar parte en las imaginadas conversaciones futuras, aunque no tanto las conversaciones le preocupaban a nuestro protagonista.

Unas horas tras haber visto la película (igualmente me creerán ustedes loco), me daba cuenta que yo solía hacer lo mismo mi vida enterita. Hasta en la infancia llegué a verme, creando mis personajillos imaginarios, ¿o era igualmente yo mismo, quién sabe? Lo que contaba, escogía a algún conocido, y al quedarme solo, o mientras me dormía, me montaba toda una serie de conversaciones y discursos (de entre los que no pocas deducciones he intentado anotar, o asuntos que me acababa aclarando, quizá lo llamen pensamientos). El problema señores viene (siempre ha de haber problemas), cuando uno no ha conocido alguien que pueda rehusar en sus discusiones imaginarias, hasta los personajes de las películas no sirven de rescate en tales casos. Al respecto - no pocos artistas nos han sugerido que quizá aquello sea lo mejor, el no encontrar con quien conversar (aunque supongo se referirían a conversaciones de verdad). Y quizá por ello mismo, tantos artistas son denominados como tales por haber llegado a encontrar su amigo con quien dialogar en notas, lienzos, dibujos, piedras y semejantes artefactos extraños de conversación. Al igual que vemos tantos ancianos solitarios por la calle, acompañados por sus perritos a todas partes, colgando de sus cuerdas, tantos otros pintores curiosos de ver cargan con sus caballetes y bastidores. También están los músicos molestando y estorbando en el metro con sus enormes violonchelos. Otros escribiendo por allí, como que haciéndose el interesante - que finge hacer algo en medio de la multitud que va corriendo al trabajo.

A medio camino

¿Quién tiene las casas mejores? - preguntó Sam

- Los Muertos, bajo tierra las guardan,

en invierno sus almas calor guardarán,

en verano del frío, no cantan.

¿Quién vive en mundo belleza? - preguntó Jack

¿Quién sabe de días mejores?

- Las Nubes, a la Tierra ignoran las sabias,

los colores más vivos ellas guardan.

Por la gris consistencia tierra no lloran,

cantan truenos en su alegría azul.

Bajo bella faz suspiran su aéreo cuerpo, su grandeza,

no fingen ser de valor permanente.

No engañan que algún peso tendrán,

tras sus rostros tan bellos, contentos.

¿Y en medio, qué loco querrá, habitar mundo ni mejor, ni más bello?

¿Qué hay allí si es que algo habrá?

¿Qué melodía de allí yo percibo? - preguntó el sin nombre,

respuesta no tuvo,

monólogo triste llevó.

Cantó solo,

creyendo que el eco (tan suyo),

a coros humanos sonó le.

De compras

El señor del gorro negro preguntó: Cuando nos fijamos en cuanto nos ocurre a diario… ¿en qué nos fijamos de lo que nos ocurre a diario?

Tras breve paseo por la terraza siguió preocupado por los dilemas que a nadie le interesaban.

“Supongo me ocurren cosas, pero por ser de esas cosas que pasan día a día no las veo. Sin embargo me fijo con mirada símil a la tonta en un escarabajo muerto o silla tirada por los cubos de basura por la calle.

Un amigo mío, un señor de zapatos azules, se fija en las cosas que ocurren, las que pasan. Al repetírmelas con su peculiar entusiasmo, yo me pregunto - ¿Pero es que realmente tenía tanta gracia aquello? Acabo creyendo convertirme en más insensible de lo que ya era, el que mira escarabajos muertos sin sentido (antes al menos me limitaba a los que vuelan). Me pregunto cuando pasaba al lado de una silla tirada donde el contenedor de basura, pensando en la forma que adoptaba ésta (diciéndole a mi amigo que iba a comprar peras), si lo ocurrido en ese día fue la manera en la que le dije que iba a por la compra (de peras), o fue la observación a una silla que yo me creía reencarnar en algún tipo de pintura, boceto o poema insignificante… Diciéndolo ahora sin embargo dudo de aquellas peras que compré, y la silla probablemente esté desecha en algún contenedor sucio. Parece que mi mirada (de cuando caminaba por la cera) fue de igual existencia sin sentido que la silla tirada existía, sin sentido. Eso sí, existíamos, ¡espero! Luego resulta que las peras que me alimentaron a mí y unos cuantos más tuvieron la misma utilidad alimenticia, que el vago comentario de mi amigo (de zapatos azules) acerca la compra. Ciertamente todavía sigo interrogándome de lo que trataba… ¿Quizá mientras miraba la silla me preguntaba entorno su comentario? De lo que estoy seguro es que permanezco en la duda. ¿Quizá siquiera había pasado por la cera?

No sé qué debería de ser lo ocurrido entre lo que recuerdo de aquella mañana, en la que pasaba al lado de una silla tirada y mi escarabajo muerto, hablando de la compra que iba a realizar.”

Metamorfosis divina de Agamemnon

Bajó el dios Agamemnon,

tocó un burro de la cola,

el burro grita de dolor,

el dios le tira, no demora.

Del toque mágico divino,

el burro vino ser humano,

entonces el todopoderoso,

a sus orejas arrancaba.

Privado de sus péndulos valiosos,

el hombre vino ser artista,

por alabanza a su don,

Agamemnon le dio su vista.

(No reveléis, pero yo sé,

Agamemnon de ojos tres gozaba,

al regalarle dos al burro,

su ojo póstumo guardaba).

Y el artista vio bellezas,

narró los cuentos de sirenas,

la filosofía inventaba,

a todo él exageraba.

También al mundo suyo vio,

lo feo que es él narró,

de las matanzas y lujurias,

de las verdades no ocultas.

Se acababa viendo doble,

uno en vida, otro en arte,

tormentos pocos no llevó se,

creyendo no ser él quien goza.

Así nacieron elegías,

las hadas y las fantasías,

las odas de dioses magnos,

y el artista insignificante.

Así se olvidaban burros,

de vidas libres o diurnas,

en cuadras sencillitas, ó campos,

que nadie sabe cuanto guardan.

(No reveléis, pero yo sé,

con ojo que Agamemnon guarda,

las cuadras él no puede ver,

tan sólo burros él maltrata).

No son los burros para ojos,

de las divinas comedías,

acaban viendo los espantos,

de las celestes maestrías.

Cuál burro ha de comprender,

que son sencillos sus asuntos,

que sepa no entrometer,

narices con los cielos santos.

Y por si burros hoy,

leyesen cuanto aquí narro,

que sepan la patada dar,

a quien la cola les arranca.

Quizás a mí por empezar,

y ojalá me sacudiesen,

para que deje de hablar,

de Agamemnon y fanfarreases.

Mariposas

- Las mariposas señor Jaquis, son las de siempre, sin embargo, dibuje una… Trate

de dibujar la mariposa, no a sus alas… Yo recuerdo, cada vez que me esfuerzo en comenzar un dibujo, uno de mariposas, ocurre que me veo acompañado, por personas. Me dicen - “Dibuja usted una mariposa.”, o en el caso peor “Dibujas una mariposa.”, es cuando me doy cuenta que no dibujo. Hace mucho que ya no lo hago, sin embargo cada vez más deseo seguir el contorno de una mariposa, una cualquiera. ¡Esa por ejemplo! (Se saca del bolsillo cajita pequeña de tapa transparente, se la acerca. En el interior se distingue difícilmente la silueta de polilla grisácea) Se la dejo a que la dibuje, y siga teniéndolo en cuanta, las mariposas son las de siempre, dibujándola, intentando dibujarla nunca consigue una. De hecho ni desea tener una, no puede.

- Pero eso no es mariposa, es una polilla.

- Sí, no se debe creer que se puede tener una, dibujando. ¡Aunque vea a mi

polilla.

- Una polilla más.

- De las de siempre.

- La suya está muerta.

- De las de siempre, en cajitas pequeñas. Para que se las pueda llevar en el

bolsillo del pantalón, como a escondidas.

- Un cadáver.

- Dibujar cadáveres quizá no le parezca emocionante, pero el hecho de

dibujar tampoco lo fue.

- Nunca lo fue.

- ¿Ha dibujado una mariposa?

- No.

- ¿Y cómo lo sabe?

- ¿El qué?

- Que nunca lo fue.

- Es lo de siempre, lo emocionante siempre lo fue. Me conformaré con

aceptar a su mariposa.

- Mi polilla.

- Sí, su mariposa.

Marina

¡Capitán de borda!

Soñé yo esta noche con la tormenta más temida que hubiese imaginado,

soñé que el barco se inundaba entre criaturas de lo más horrible que habían me

[nombrado,

soñé que los camarotes se convertían en peceras para esqueletos que en los alrededores

[míos bailaban con sonrisas asesinas,

soñé que las velas y el mástil se derrumbaban en estruendos, haciendo temblar

[hasta las vértebras de los candados del ancla ya echado,

soñé que el cielo se abría y las nubes escupían veneno negro que me ahogaba,

soñé que el horizonte desvanecía de entre la odas de sirenas, que esta vez a todos

[nosotros en sus mordiscos camuflados devoraban,

soñé que las olas del océano al viento no escuchaban sino tartamudeaban melodías de lo

[más maligno, y danzaban desdoblándose incomprensibles, diabólicas,

soñé que su espuma tragaba a mis gritos y los ojos que todavía me quedaban, en su

blancura infernal devenían.

¡Capitán de borda!

Soñé yo esta noche con la tormenta más temida que hubiese imaginado.

Espero capitán estar despierto,

a toda esperanza mía yo convoco en haberme despertado.

Jueves

: Problemático - Ésta semana es la del jueves, semana triste.

Oyente - ¿Los echa de menos?

P. - ¿Los jueves? No, en absoluto.

O.- No, no los jueves. ¿Qué si los echa de menos?

P. - Ah, los perros… Sí, hoy en mi ciudad los perros no ladran, no están. Es triste. Uno ya no se puede encontrar perros sin techo, ni de los muertos (a los que removíamos las tripas con palos de niños), ni se les ve a los que atacaban las personas a causa del hambre. Siquiera se oye ladrar a los atados por el jardín del vecindario.

O.- ¿A qué jardines se refiere?

P. - ¡Tiene usted toda la razón! No lo sé, los jardines… si no hay ni uno, siquiera pájaros, ya sabe, cantos de pájaro.

O.- ¿Y cómo se lleva con su asunto?

P. - ¿Mis asuntos?

O.- ¡No, su asunto!

P. - Ah, mi asunto… ¿Dice mis problemas? Sí, querrá decir eso…

O.- Yo no he dicho eso.

P. - Cierto. ¿Pero por qué no?

O.- Es gracioso… ¿Sus problemas?

P. - Sí que lo es. ¿Por eso no se ríe usted, verdad?

O.- Es usted quien está serio.

P. - No lo estoy. Simplemente…no me río. Estoy seguro de ello.

O.- Lo que decía…

P. - ¿Qué es lo que decía?

O.- Me contaba de sus perros.

P. - Sí, supongo será mi semana. ¿Lo cree usted?

O.- No. Yo recordaba sencillamente a todos ellos, se acordará pues, los perros, de la semana.

P. - ¿De qué?

O.- ¿Qué la semana es triste?

P. - Lo que decía…

O.- ¿Lo recuerda usted?

P. - ¿El qué?

O.- Los perros.

P. - ¿El perro?

O.- Sí, el perro que es el día del jueves.

P. - Con cantos de pájaro.

O.- El día en el que los pájaros ladran.

P. - ¿Lo recuerda usted?

(silencio)

Prensa

Un coche señores no es el cine,

y un autobús no es biblioteca.

Las bibliotecas son para estar de pié entre estanterías,

y el cine para dormirse en los cómodos sillones, con mirada perpleja.

Una cama no es el dormitorio,

y una silla no es el puesto de vigilancia del gendarmería.

Los dormitorios son para estar solitario,

y los puestos de los vigilantes para sentarse y fingir cumplir un trabajo.

Un baño señores no es para hacer las necesidades propias,

y un balcón no es el mirador de la cafetería de enfrente.

Cuando se caga señores, no se hace más que pensar, a solas, a puerta cerrada,

y las cafeterías no son para más que observar el zoo de los visitantes humanoides.

Las calles no son parque de atracciones,

y las tiendas no el museo.

Los parques de distracciones son para vacilar los pobres de los cerebros de ustedes,

y los museos para apoyarse en la pared y descansar, molestando los vigilantes riendo.

Suelo gustar más a la gente pobre, no sé porque,

será un defecto supongo, ¿no creen ustedes?

También simpatizo la gente que lo fue, defectuosos-las líneas que os expongo,

¿No creen? Espero os importe al menos.

Del hombre que quiso ser máquina

- Diario de hombre máquina -

día 31 - Del yo existencialista que soñó con una pesadilla -

Lo último que recuerdo (tras haber conocido las leyes que circulan por el mundo humano), es que me convencí que he de ser existencialista, si pretendo sobrevivir (ya que todo animal, cuanto procura en su corta vida es sobrevivir, aunque yo desconozco la causa de ese comer y ser comido). Decidí serlo, existencialista, y vivir mi vida cortita (de días largos como dicen), felizmente.

En una noche, como cualquier otra, me dormí, y soñé la pesadilla. Retorné en mi infancia donde no tenía temas que comentar y vagaba con imaginaciones. No poseía el vocabulario adecuado, y se me regañaba, creyéndome yo las acusaciones. Me creía a casi todo cuanto se me contaba, excepto si no despreciaba a quien lo decía. No volvía a pensar en cuanto se me decía, volvía a creérmelo. Aparte de todo ello, iba yo en grupos - con los grupos de niños, a montones. Creía ser el dueño de donde me hallaba y aquella espantosa época de creer tener posesiones, tener juguetes (de cómo los eche de menos tras el afecto ridículo).

Una noche como cualquier otra me desperté, y quise ser máquina. De una máquina que hoy (en mi época adulta dicen), se cruzan conmigo por las calles, y por todas partes. Las máquinas de la moderna época que vivo no saben de infancia como la mía - ¿Quién iba a imaginar cuando yo era niño, que caminarían un día los sapos - radios convertidas en príncipes - máquina de parecer humano (conviviendo con nosotros)? ¡Ya! Nosotros y nuestras pesadillas. ¿Quién iba imaginarlo? Yo, que hoy lo veo, y lo imagino, por fin sé que quiero ser máquina. De niño soñaba con escribir cartas y tonterías semejantes, pero ya lo tengo claro, seré otro hombre-máquina más.

día 0 - La máquina, por tener su depósito de aceite principal enorme, de tamaño desproporcionado a su cuerpo, no es capaz de abrazar a otras máquinas. Las máquinas no son capacitadas a tener cualquier influencia táctil en otros mecanismos. Por ello no se destruyen entre sí, ni tampoco faltan al respeto popular, yendo en comunas. No ríe, ni tampoco comen - tan sólo por obligación impuesta por los humanos.

día 0 - Una máquina no se ensimisma con el medio ambiente, o desear llevárselo consigo. Se limita a la imagen de este, o a sus texturas.

día 0 - La máquina, por carecer de sentimientos, no usa expresiones como “¡Qué árbol!”, sino se limita a describir cuanto percibe visualmente, la función del objeto y de sus particularidades peculiares. Deduce observaciones como por ejemplo - “El árbol perdura más que el hombre.” o “El árbol es de verdes de gran variedad de medio tonos, diferenciándose sus matices frente el resto de árboles.” o “El árbol es inmóvil, sus hojas movidas por el viento producen sonido semejante al de olas oceánicas rotas por la costa.” o “El árbol es tanto plantado y regado por el hombre, como cortado.”

día 0 - La máquina se encarga silenciosamente de sus ocupaciones, procurando cumplirlas lo mejor que pueda (aunque un hombre-máquina no estaría al alcance de dicha perfección, se dedicará a mejorar sus productos).

día 0 - Las máquinas no se hacen preguntas a sí mismas como “Por qué”. No se cuestionan por la causa a base de la que realizan a cuanto se dedican. Se las programa responder “Es lo que hago”, con lo que no sufren trastornos en sus hardware (semejantes a la psique humana).

día 0 - Una máquina no tiene mas recuerdos que los propios, ya que carece de imaginación. Está programada a combinar lo que le sucede en matrizas, cuyas conclusiones o deducciones sirven para mejorar su ocupación.

día 0 - La máquina carece de impaciencia (para evitar revoluciones nocturnas en sus instituciones, que puedan afectar al humano). Aguarda pacientemente hasta volver a su trabajo.

día 0 - La máquina no duda de que el próximo día no llegue, ya que tampoco en sus chips ha sido programada la esperanza. Más se les omitió del vocabulario “¿Y si?”

día 0 - La máquina no es un ser vivo, por ello no se preocupa de si ha de despertar la próxima madrugada o si se quedará oxidada para siempre. Carece de miedo, y como tampoco posee circuitos nerviosos - un ejemplo: El ir cayendo por un acantilado eternamente, no la espanta.

día 0 - Una máquina desconoce el término ocio, ya que se la hizo como objeto que fabrica otro objeto. Se dedica el día entero a su función, recopilando y procesando datos. Todo cuanto la máquina reciba como información, es inmediatamente revisado por su computadora (siempre en concordancia con sus recuerdos anteriores). Por consiguiente una máquina es incapaz de considerar otras máquinas como amigos, o auto engañarse con opinión ajena.

día 0 - A la máquina se la programa autoproteger su base de datos (desconfiando tanto de otras máquinas, como humanos, como hombre-máquina), con el fin de proseguir propiciamente con su misión predilecta.

día 0 - La máquina es capaz de considerarse semejante a otras máquinas, siempre y cuando estas adoptan combinación de recuerdos de origen común a los de los suyos propios (lo que se acercaría a la consideración humana del amor), pero a la máquina le es prohibido clasificar en escalas cuantitativas las semejanzas. Las considera del mismo nivel, o no las considera. En deducción, no clasifica máquinas más semejantes, o menos semejantes a sí. Las diferencia de acuerdo las concordancias de recuerdos predominantes.

día 0 - A máquinas semejantes les es permitido intercambiar bases de datos para beneficiar a su utilidad, pero nunca almacenar la base de datos de otra máquina tal como fue transferida. Quizá esta es la única vez que la máquina ha de ser creativa, intercalando sus recuerdos con los compartidos, teniendo de orden primaria omitir todo cuanto sea incomprensible acuerdo su funcionamiento.

día 0 - Una máquina trabaja al servicio de su ocupación. Nunca a una máquina se la considera esclava del hombre, aunque la finalidad de su ocupación sea beneficiaria tan sólo para este último.

día 0 - A la máquina le esta denegado considerar como base de datos a las impresiones o memorias de un humano, ya que a las máquinas se las programa a existir en mundo tridimensional y táctil (pues una máquina no duerme soñando, evitando las interferencias, en el caso del humano - nerviosas).

día 0 - Una máquina es creada como producto del hombre y para el hombre, pero le es denegado considerarse su semejante.

día 0 - La máquina es producto sin lugar constante a habitar (un hogar en el caso del humano), con lo que considera los espacios habitados tan sólo durante el periodo de su internado (recordatorio: carecen de impaciencia, por consiguiente y de ansia de volver a lugares ocupados con anterioridad). Nota: una máquina con multitud de recuerdos de espacios acumulados, se construye en su computadora esteriotipo que le sirve de imagen visual frente el exterior (proyectada en su pantalla de información, lo parecido a la cara humana). Por ello no en todos los espacios que ha de ocupar funcionan adecuadamente sus programas.

día 0 - Una máquina se le niega tener religión, con el fin de no desear a la muerte, pensando en otros mundos. Así se evita la autodestrucción de las máquinas o problemas con su funcionamiento en el mundo humano.

día 0 - Un hombre convertido en máquina, corre la amenaza de guardar su ocupación máquina para sí mismo, dedicándose a sus anteriores ocupaciones humanas diciendo “Es lo que hago.” Desgraciadamente así se ensimisma con su ocupación (que es para él solamente, no sirve a la comunidad de humanos), pero al menos no infringe la orden de ensimismarse, o considerarse semejante a otras máquinas, humanos u hombres-máquina. Es posible que sufra efectos secundarios, como el no dejar de preocuparse por el asunto del tiempo (asunto humano), aunque ya no le afecte directamente (por carecer de impaciencia). También hay casos que la sensación humana - melancolía, se entrelaza por causa desconocida con su base de datos de máquina (un hecho irreparable todavía por las investigaciones humanas). Se ha deducido científicamente que el fenómeno - melancolía, acaba alejándole de su ocupación (“Es lo que hago”), interfiriendo directamente con su ocupación máquina para él mismo. A pesar de ello sus actos de trabajo no perjudican a la humanidad.

Como medida de seguridad, un hombre-máquina es capaz de intercambiar su base de datos tan sólo con otro hombre-máquina (Al respecto, se siguen buscando antivirus para la neutralización del virus - melancolía).

día 0 - Una máquina no se considera superior ni al resto de las máquinas, ni al humano.

día 0 - Al hombre-máquina se le juzgará por las leyes humanas si hace conocimiento público de sus logros en la ocupación-máquina para sí mismo. La causa: el infringir el respeto hacia los humanos, propagando proyectos de las máquinas. Argumentos: a cualquier máquina se la considera inferior al humano, según las leyes humanas y por ningunas ajenas a las humanas. A la máquina se la niega el seguir de sistema de justicia ajeno al humano.

día 0 - A un hombre-máquina se le niega considerarse humano bajo cualquier circunstancia.

día 0 - A un hombre-máquina se le prohíbe dedicarse a repasar cuanto creó en su ocupación máquina para sí. Se le prohíbe repasar cuanto creó… Se le prohíbe repasar cuanto creó… Se le prohíbe repasar…

día 1 - Del yo existencialista que soñó con una pesadilla…

“Prácticas de maquillaje, y, de tres dibujos,

desde un espejo”

Actor – G.Renet

Decorados – G.Renet

Dramaturgo – G.Renet

Director – G.Renet

Escenario: Espejo, mesa de maquillaje, pinturas de maquillaje, y, una silla.

Personajes: Un payaso, que se maquilla con sus dedos, frente un espejo (por supuesto se trata del espejo en el escenario), llevando, el siguiente monólogo:

[se me olvidaba, que Usted, el lector, se haya detrás del espejo, o, delante del escenario (quede entre nosotros que al director de nuestro pequeño teatro, no le llegó el presupuesto, para más que un vulgar cristal, en lugar de espejo), y, dibuja, Usted, cuanto imagina entorno un monólogo de payaso, a partir del siguiente monólogo]:

El director del teatro, os comunica, que por la falta de recursos económicos, no les puede facilitar lápices para cristal, ni gomas (a las que considera inapropiadas para la función). Expresándoos sus mas profundas disculpas, os ruega procuren remediarlo con vuestra imaginación, pidiendo os también, que respeten a nuestro actor, guardando silencio en vuestros dibujos, lineales (por razones financieras, nos vemos obligados a contratar dramaturgos… surrealistas, nos esforzamos que nuestras representaciones no lo sean, por todo ello, volvemos a rogaros, que hagan Ustedes, dibujos, lineales).

Disculpen las molestias.

El, Director.

Maquillaje uno

La pintura y los animales, o los cuadros y los animales, o la música y los animales. Desde el fondo de la sala sonó el oboe. Los dos caballos salieron del cuadro número uno en la exposición. Dos caballos rojos galopando frente el espectador. Se paran. Le olfatean los zapatos, primero el pie derecho. Le olfatean las manos. Él lleva un anillo, con piedra negra, circular. Le olfatean la nariz. El espectador estornuda. Dos caballos rojos vuelven en el cuadro. No caben. Mientras, hubo tres caballos amarillos que entraron, antes. Una acuarela naranja frente el cuadro numero dos de la exposición. Un espectador en medio de dos pinturas. El cuadro número dos está del revés, y, cinco caballos azules nadan en agua verdosa. Los animales y la pintura. Los animales y la música. El violín sonó desde el marco del cuadro numero dos. El oboe, en la sala de exposiciones no hay oboe. Dos caballos atravesaron la sala mirándose fijamente.

Maquillaje dos

Un conejo blanco y otro negro entrelazan sus orejas. Cada uno tira por su lado. El conejo negro suelta su oreja izquierda, la hunde en el bote de pintura roja, y le dibuja un ojo al conejo blanco. El conejo blanco ahora tiene un ojo. Mira al conejo negro y ve que éste no tiene nariz. Suelta su otra oreja y se cae. La cara del conejo negro se rompe en la mitad, y se desdibuja en la sangre rojiza. La sangre del conejo negro es de color extraño. Él conejo parpadea con su ojo y la sangre desaparece. Vienen tres pavos amarillos, se miran, miran a los conejos, se dan la vuelta y se ríen a carcajadas con voz humana. Los conejos dicen a la vez “dos pavos amarillos”. Los pavos lo repiten a su vez, y vuelven a reírse, a espaldas de los conejos. Aparece en el horizonte una ola naranja y gigantesca, de pronto lo hunde todo, desaparece todo, queda sólo un lago naranja. Aparece una ola verde en el lago naranja, cae, el lago se vuelve negro. Queda un cielo blanco y un lago negro. Dentro del lago hay dos ojos, de conejos, y un pico violeta de pavo.

Maquillaje tres

El puente era del color de la noche. El cielo del color del océano. Los caminos eran blancos. El río de plata. El piano estaba tirado bajo el puente. Cada tecla era de un pájaro, y cada pájaro de un matiz de flor. En sus picos agarraban sellos con catedrales olvidadas. Los pájaros de ojos cerrados, los de los medios tonos, daban patadas en el aire. Todos tenían las alas atadas, y las finas cuerdas que les sujetaban llevaban a un pozo al borde del río. El pozo tenía los ladrillos de cristal, y el cubo del agua hecho de hojarasca. En el fondo del pozo hubo niebla, de color amarillo, y un niño cara a las húmedas paredes, de color azul. El niño hablo, y desde el cielo cayeron cinco cascadas de arco iris. Los pájaros cantaron, y desde el sol cayeron veinte gotas de lluvia violeta. El río susurro y sus fondos se abrieron. La tierra se partió en dos, en dos por medio del puente, por medio del piano, por medio del pozo, el niño saltó. Desde la grieta apareció un espejo, el niño cayo sobre el espejo. Miró a sus alrededores, todo era naranja, miro al espejo, todo era verde. Cogió un pájaro, y dibujo con su cola una elipse sobre el espejo. Se sentó en medio, y se durmió. El puente era del color del día.

El escritor

1º - El último texto.

2º - ¿Se acuerda usted de aquel día?

1º - ¿Del gabinete?

2º - Se despertó poco antes de soñar con el gabinete.

1º - Poco después.

2º - Observando la habitación, desde su cama.

1º - Si, era mi cama.

2º - Y no tenia usted preocupaciones.

1º - No, yo observaba, veía cosas, tranquilamente.

2º - Sin preguntas.

1º - No, yo veía cosas.

2º - Respondía cosillas.

1º - Observaba respondiendo a mis preguntas, insignificantes, mis respuestas…

2º - ¿Insignificantes?

1º - No, los trabajos, iba yo a la escuela, tenía un programa del horario pegado al lado de mi mesa, y hacía mis trabajos, estudiaba.

2º - Estudiar es problemático.

1º - No, no tenía problemas míos.

2º - ¿No llevaba usted un diario?

1º - ¡Si yo no tenía problemas míos!

2º - Pero trabajaba en sus estudios.

1º - No. Tenía un horario, yo hacía mis estudios.

2º - Pero el gabinete, de la habitación…

1º - Del sueño.

2º - Poco después.

1º - Sí, en aquel había libros.

2º - ¿No tenía dibujos, o plastilina blanca?

1º - Si los libros estaban por las estanterías.

2º - Perfectamente ordenados.

1º - Cuidadosamente.

2º - Sí, a los diarios se los cuida.

1º - No, se cuida uno de llevarlos, se tiene mucho cuidado.

2º - Se cuida de poner los libros en las estanterías.

1º - Sí, dar respuestas, dentro del gabinete.

2º - ¿Y las estanterías?

1º - ¿De dar preguntas?

2º - De hacer preguntas.

1º - No. Dar preguntas.

2º - ¿Suyas?

1º - No. Escogidas. De entre todas.

2º - ¿Todas?

1º - Del resto.

2º - Sí, los problemas.

1º - Del resto.

2º - ¿Y este diario?

1º - ¿Qué estantería?

2º - No, yo decía…aquí se decía “el último texto”.

1º - ¿Es el suyo?

2º - ¿El qué?

1º - ¿Qué si es el suyo?

2º - El gabinete es de usted. ¿Se acuerda?

1º - Sí. ¿Lo recuerda usted? Pero eso… esto aquí no sé qué es.

2º - ¿El qué?

1º - Usted decía “El último texto”.

2º - Yo no dije eso. Yo estaba mirando.

1º - Y yo preguntaba.

2º - ¿Por qué?

1º - ¡Mire! El gabinete.

2º - Está vacío.

1º - Sí, lo está.

2º - Debe haber algo.

1º - Debe de ser así.

2º - Están las estanterías.

1º - En la cama no se lee.

2º - Es mi cama.

1º - ¿Cuál es el texto penúltimo?

2º - ¿De quién?

1º - ¡Decía cuál!

2º - No, mío no es.

1º - ¿Ah no?

2º - ¿No lo ve acaso?

1º - Es el último texto.

2º - Texto final.

1º - No, último, de estantería.

Small prince

I am a small prince

in a big ocean

i´ll learn to fly

over the sea.

I came from nowhere world

I go to nowhere place

I dream to find the way go home

I don´t belive in God

can´t understand mi self

I am a small prince in a big pride.

One day I found a three

a three of dreams and sky

the three of life

of mi bigger jump,

I took a flower than

and wish to see the day

when I´ll be there

where my way will be.

I hear some call my name,

between the pride and sky

but I couldn´t understood

I´ve never born, I´ll never die

I´ll always be the prince so shy

who lives in coloure world of him.

Sueño o escultura,

escultura o sueño,

cuál será el cometido

de quien nada sabe?

De un rostro esculpido

del verde oscuro de los pinos austriacos

tras un velo de nevada ligera

en un campo, nevado también

desde hace semanas

que permanece intacto

por el frío que hiela estas tierras

de nadie

de un soplo de vida que ansía

de un susurro en silencio

de sílabas desconocidas aun por nadie

pero imaginadas

por los ojos que oyen la forma del rostro

tras todas las formas existentes en este mundo

de la forma de la sensación que yo conozco

pero olvido no mas nace

y de la sensación de la forma que yo sé

pero no he conocido aun

porque la veré entonces cuando mi alma no salte

al abismo tentador

cual invita abandonarlo todo, y escaparse, de todo, de todos…

la veré, la forma, cuando mis sentidos no se muevan

para captar cuanto existe, y existió

sino en calma tiembla por su interior la ternura

y se traduce en la vibración de la existencia sabia…

de un anciano que habita en los ojos del niño

el niño que jamás creció, porque no supo

un niño que tendrá sus ojos de niño

el día en el que el destino le sorprenda en piel de anciano

y hasta que llegue el entonces

abrazará y envolverá su alma rebelde, de saltar al infinito

con una tela blanca, de seda

para que de las vueltas que dará su espíritu en el interior

nazca un sol, del niño que ya no es niño, pero no lo sabe

y brille tanto que se vea el camino que seguirá

sin necesitar hacer más que abrir los ojos

y sonría el anciano en los ojos del niño

y se alegre el niño de llegar a ser anciano

de un rostro esculpido

de verde oscuro de los pinos austriacos

en tierra de nadie

sí tierra de él, y su destino,

la tierra blanca

de un sueño

mío.

Al sentido del reloj

Había sobre aquella mesa, que siempre estuvo allí

una caja de tamaño mediano

que siempre estuvo allí también,

la abría por la mañana

y a media mañana

y a media tarde

antes de anochecer

y en la noche profunda

y en las horas otras, que no os diré ahora,

y salía una vez un pájaro, volando salía

y otras un gatito de ojos verdes

otras un color que no recuerdo ahora

me salpicaba y aun hoy no me lo puedo quitar,

yo buscaba algo en la caja

algo que cada vez era diferente

y cada vez olvidaba qué fue

hasta que no veía alguno, de los que salían de la caja

deambular por las paredes de mi habitación,

o por el techo, a veces se metían debajo la cama

y no salían

porque les asustaba la luz, del día

y les asustaba la oscuridad, de la noche…

la caja no era mía,

pero estaba en mi cuarto

cuanto veía salir, tampoco era mío

pero me reconocía en ello,

abrirla no fue deseo propio

pero aun así repetía lo mismo todos los días

y todos los días la caja me hablaba,

con mi voz

diciéndome preguntas

o preguntándome respuestas…

me he preguntado a menudo

por qué la caja esta donde esta la caja

y por qué la mesa esta donde esta la mesa

y por qué yo estoy en el cuarto que es mío

por qué nunca salgo sin no olvidarme a dónde iba

y al estar fuera, no olvido qué había dentro

por qué lo de dentro es mío

y por qué lo de fuera es mío también

por qué yo no soy de nadie

y por qué yo no soy de mi tampoco…

las veces que me respondo

no me he hecho pregunta alguna

las veces que me pregunto

no sé si quiero responderme

si sueño, creo que veo mi futuro

si veo mi futuro, creo que no es verdad

si sé de la verdad, no necesito nada

si creo que nada necesito, me aburro hasta de mí…

Había en aquella mesa, que siempre estuvo allí

una caja de tamaño mediano

que siempre estuvo allí también,

la abría siempre que quería

porque no estaba cerrada con llave,

y su cerradura estaba a su fondo

cuya llave aun hoy busco…

Del efecto, perdón defecto, prismáticos

Imaginé la vista desde la cima de una montaña

y no mas imaginarla

se alzó ante mi en todo su esplendor

la montaña misma

y la tuve que escalar

y subí a su cima

y nada mas subir

la cima era el pie de otra montaña

aun mas alta

y la tuve que escalar

y subí a su cima

y nada mas llegar

la cima era el pie de otra montaña

aun mas grande

ahora miro hacia abajo

y parece que llevo prismáticos

en vez de ojos

y miro hacia arriba

y los prismáticos se invierten

y veo al infinito

me pregunto hoy,

al igual que el infinito de mi infancia

es como el infinito de hoy

¿será este igual al infinito de mañana

y al del penúltimo escalón?

y me respondo que así será

por que es el infinito así

y me pregunto cómo es posible que así sea

aun sabiendo que dejaré de usar mis prismáticos el día que será…

y me pregunto qué es lo que creo ver en verdad

mirando hacia el allá de infinito

si nada se puede entrever

dada su naturaleza…

me pregunto si el infinito existe en mi imaginación

o si los sueños de mi imaginación nacen con este…

me pregunto si es posible en vez de prismáticos

que sean mis ojos quines me enseñen el mundo

en la montaña de la vez

y dar cuenta que no hay otro camino

que el de seguir hacia arriba

y si es así, y yo sé que es así

me pregunto por qué me preocupo por el infinito

cuando en verdad

contando con lo dicho hasta ahora

poco importa su aspecto, cometido, o desempeño

en el mundo mío cual habito

ya que mi ruta no alcanza nunca su meta -

no porque sea esta el fin

de cuanto el prismático invertido deje ver

sino porque la meta es no mas que moverse,

hacía la única dirección posible

y es la vida movimiento

sin ir más allá de aquello que bien conozco.

Animale

Escribiré en día mi muerte

el verso de la luna llena

en mi testamento del Eterno

al invisible viento nombraré yo.

Con cada oscurecer nocturno

mi alma vaga por el horizonte

yo resucito tras mi lecho negro

en el abrazo de la aurora del mañana.

Escribiré en día de mi nacimiento

canción que nadie sabrá cantar

con mi abrir de ojos evaporaré al Verdadero

con mi silencio acariciaré lo olvidado.

Con cada amanecer del alba

mis alas adormecidas se despiertan

mis ojos ven aquello que ansían

el mundo existe tal como tan solo yo deseo que este fuera.

Tras el primero de mis respiros ansiados

me olvido de quien fui, y nada soy, tan solo un espectro

mientras el sol abruma vidas de nosotros los mortales

desplazo mis recuerdos para no perderlos.

Después que caiga la cortina del sol nocturno

no sé si soy, no se si es verdad a cuanto vivo

en sueño de mortal me hundo, dudo de que sea cierto

ya no existo, no veo, no huelo, tan solo a la nada azulada aparento.

Cuando oigáis nombrar a vuestro nombre

acordaos con orgullo de que nunca hubo tal

cuando veáis a un tal reflejo de vuestra alma

sabed que no es, sino visión de ojos que nunca son.

Si un animal galopa por la tierra llana

solo, tal como al mundo vino, e irá a su retorno…

y con su piel las constelaciones infinitas en su amor abraza

sintiendo la grandeza del pequeño que es él, en esta costa vasta,

entonces el mundo encogerá en su aliento del frío viento norte

la tierra se escurrirá bajo sus patas que marcarán a los destinos no nacidos

el cielo abrirá sus puertas que nadie supo que hubo tales

los ojos de un animal que veréis el entonces os nombrarán

veréis a través de la mirada vuestra, hasta entonces desconocida

y un despertar nuevo en el Cuenco, habrá, en el entonces del ahora

una muerte, testamento y nacer, instante del ser vivo en su trote.

From animal, to animal

Once, looking in the shinest lake of bright white sun

the animal saw someone, whose shedow was whitest than those lake

and believed recognise a human eyes,

a green iris in open free look

The animal toched than the water

and the world around begun to move...

the sky became the earth

and the forest became the ocean.

Behind the animal, something moved

something wich didn´t made noise

something that just was looking

at the animal...

but the animal didn´t know.

The world has no clear coloure

the sky was no blue

and the eyes of the animal was white

more than the lake, more than the shadow, more than the night...

Turned back, called someone, and begun to walk, slowly

the animal was the way, and the destiny was the heart of the animal

but it couldn´t see, that there was a noise, there was something

in front of, inside, and all arrownd.

Once, looking in the shinest lake...

the animal met the animal

the noise was the noise of the universe

the human eye opened it´s iris for first time

and the way begun to run, arround the lake

becose the lake was the destiny

and the shedow of the animal,

was the animal whose eyes I was looking at

one day,

when I recognised the animal soul

in the eyes of white coloure

of the lake...

Mi sight was the way

the animal was mi destiny

the human I was, never born,

becose I couldn´t understood what I was

one day

looking at the somethings ayes.

Estimados señores, el animal en cuestión, no pertenece a algún grupo de especies en cuestión. Por su cresta se podría deducir su origen mestizo. En cuanto a sus movimientos habituales, podríamos señalar con gran acierto su tropiezo frecuente en pequeños montones de rocas por las superficies que habita. Curiosamente su habitar se refiere solo a cuanto sus pies alcanzan al caminar, el resto de su cuerpo esta exento de cuanto acontece en su entorno, aunque si pendiente de aquello.

Ya Cripodio no se

cual fue el dedo con el que señalaba

al alba

y al mar

a la aurora

y a la luna llena

porque olvido si es la mano la predilecta para señalar

o fue el ojo al que hubo que envidiarle

cuarenta gotas de roció negro alumbran a mi despertar

durante días en lo que dudo si soñaba

hoy imagino, y hoy duermo, y hoy despierto al mundo

para ver en los rostros

lo que nunca supe

y oler en las miradas

lo que siempre confesaba…

a extraños

que nunca lo fueron

a extraños

que supieron mas de mi que mi cuervo

el pobre negro que abandono

al azar del destino

y le observo de lejos

volar en medio del prado

aquel que jamás pisaría

se ríe hoy de todos

y trata de convencerme

para imitarle, en su picardía.

Homo Erectus

Escena 1

La Nariz – No se hable mas, no se hable nada… es más que evidente, no se habla de otra que lo de siempre, los mismos cuentos, las mismas historias, el ser humano dándole la vuelta a la toritilla durante la eternidad, los propios problemas cotidianos, siempre los mismos, siempre quemándose.

El Ojo - No importa lo que se diga, lo que cuenta es la intención, el sentimiento con el cual expresamos lo pensado.

La Nariz - Pensar, pensar… ¿a eso lo llama Usted pensar?... es llevarse conclusiones e informes más que elementales, de los sucesos, cotidianos.

El Ojo - No todo pensamiento concluye en la palabra, estimado Anfitrión nuestro, y obviamente, ¡qué podría opinar Usted al respecto!

La Nariz - Este mundo huele mal, apesta, pero qué sabrá Usted. ¿Y Vos, no dice nada señor Dos Bocas?

Las Dos Bocas - ¿Para qué?

El Ojo - Yo olfateo la forma queridos, diga lo que diga nuestro Anfitrión.

La Nariz - ¡Gilipolleces! ¡Imaginaciones y fantasías! Me extraña que no nos hayamos estrellado aun, con Vos al mando.

El Ojo - A veces se prescinde hasta de mi he de anotar, y no, no me gusta nada.

Las Dos Bocas - ¿Por quién?

Escena 2

Las Dos Bocas – Me gusta el color verde, y el amarillo, el naranja es especial, me gustan, todos los colores, me gusta mi libro preferido, me gusta lo que comí de cena, me gusta mi perfil, me gusta la buena literatura, me gusta la comida en general, me gustan las salchichas, me gusta la puesta del sol, me gusta la música, toda clase de música, me gustan los pájaros…

La Nariz - ¡Tendrá la bondad de guardar silencio!

Las Dos Bocas - … me gusta hablar…

La Nariz - ¡Que se calle!

Las Dos Bocas - No me gusta el mal olor.

La Nariz – (Estornuda)

El Ojo – Fui a ver el mar, no recuerdo cuando, pero tenía un color… silencioso, lo oí, sí sí, estoy seguro, fue maravilloso.

La Nariz - ¿Qué chorradas cuenta de pronto?

Las Dos Bocas - ¿Quién?

Escena 3

Dos Orejas del Revés – Buuuuu

El Ojo - ¡Bienvenidos!

Dos Orejas del Revés - ¿Quién mas esta invitado?

El Ojo – Ustedes.

Dos Orejas del Revés – He venido solo.

El Ojo – Como Ustedes quieran. ¿Desde dónde viene?

Dos Orejas del Revés – Lo que importa es, a dónde me dirijo…

El Ojo - ¿Y a dónde va?

Dos Orejas del Revés – No lo se.

El Ojo – El horizonte, cual añora mi alma, el infinito en una gota de sueño, el sueño en la lágrima de lo eterno.

Dos Orejas del Revés – Esta Usted loco.

La Nariz – ¡Muy buenos días recién llegado!

Dos Orejas del Revés – A Ustedes.

La Nariz – Estoy solo.

Dos Bocas - ¡Qué narices!

La Nariz – He dicho que estoy solo.

Dos Orejas del Revés – El mundo cuenta el cuento, escuchen, ¿No oyen?

Dos Bocas - ¿A quién?

Escena 4

Dos Orejas del revés – Cuentan que mover un pie delante del otro, es quedarse tuerto.

El Ojo – No es verdad. ¡Mienten!

Dos Orejas del Revés – Cuentan que el cielo, esta repleto… pero de lo que se habla aquí abajo.

Dos Bocas - ¡Qué divino!

Dos Orejas del Revés – Cuentan que de pensar, pensar, pensar… no se alcanza al trono de marfil.

La Nariz - ¡Cual verdad acaba de alcanzar a mi ser!

Escena 5

El Ojo – ¡Hoy, tan sólo hoy, el Maestro me enseñó el sentido de la vida!

La Nariz - ¿Acaso la existencia tiene sentido alguno?

Dos Bocas - ¿De quién?

El Ojo – La nuestra, la nuestra por supuesto, de quién sino, qué preguntas son estas, ¡insensato!

La Nariz – ¿Dónde acaso esta Usted ubicado, Clarividente nuestro?

El Ojo – Donde siempre estuve, donde siempre estaré, hasta el final.

La Nariz – Bendita sea la estupidez de lo visible.

El Ojo – Lo que se ve es lo que importa, tan solo aquello, la esencia, la fuente, el manantial de la sabiduría.

La Nariz -¡Deje de mirar aunque fuera por una vez!

El Ojo – Yo veo, lo veo todo.

La Nariz - ¿Me ve a mi acaso?

El Ojo – Claro que si.

La Nariz - ¿Y cómo soy?

El Ojo – Un bulto redondo innecesario.

La Nariz – Esto vuelve a apestar, si pudiera ser lo que Usted ve, un bulto redondo, si pudiera ser liso, tan liso que el sol resbalara por mi resplandor…

El Ojo - Si le veo, es porque lo es.

La Nariz – Déjese de bobadas, que no sabe lo que dice, Usted querido señor mío no ve, eso esta clarísimo, Usted mira, y no ve mas lejos que debajo de sus narices.

Dos Bocas – ¡Me ve a mi, me ve a mi!

La Nariz – ¿Quién le ve, quién diablos cree que le ve?

Dos Orejas del Revés – ¡Oigo algo!

La Nariz – Es obvio que me oye a mi.

El Ojo – No, al centro del Universo.

La Nariz – Una vez y Usted dice algo sensato, aunque no he elegido yo mi desgraciado existir en medio de tales bufones.

Dos Orejas del revés – Ahora sí que le oigo de verdad señor Anfitrión, es una pena que no tenga Usted oído, lo que llegaría a escuchar…

La Nariz – No necesito oír nada, lo he oído todo, lo he olido todo, lo he visto todo, nada me sorprende.

Las Dos Bocas – Esta incapacitado para todo ello, como siempre exagera y exagera.

La Nariz – El deseo es lo único divino en este mundo, y yo, he deseado mucho, la mayoría de las veces, desgraciadamente, cosas imposibles, pero he deseado.

El Ojo – ¡Ha escuchado al Maestro! Estoy feliz de que seamos mas de uno quienes hemos compartido su conocimiento.

La Nariz – Nunca he necesitado escuchar a nadie, y no he escuchado a nadie, ni me he creído nada de lo que me dijeran, este Maestro suyo es un afeminado, no da más que alientos a que sigáis inundándoos en un mundo iluso, falso, optimista, y lleno de imaginaciones. Se aparece, así de pronto, un día, solo en este mundo, y antes de que te des cuenta, se desaparece, un día, de repente, solo también, como debe ser.

El Ojo – Si ha deseado alguna vez, es porque ha escuchado un Maestro…

La Nariz – Todos padecemos la estupidez en un primer instante, no hay escapatoria.

El Ojo – No tiene porque ser así, si hace falta, uno se va, y si hace falta, en el mundo no se debe estar solo.

La Nariz – Le guste o no querido mío, Usted esta allá arriba, y no ve nada, siquiera a mi, y quien bien oímos esta abajo, y de quién bien abusamos, allá arriba, así fue, y así seguirá…

Dos Bocas - ¿Quiénes hacéis todo aquello?

La Nariz – Hablo por mi obviamente.

Dos Bocas – No es verdad. ¡Decid quiénes!

Dos Orejas del Revés – Yo he oído hablar de otros, que según existían, se vieron cortados, seccionados, inflados, agujereados y maltratados fieramente.

La Nariz – La estupidez es infinita.

Dos Bocas - ¿Hay otros acaso? ¿Qué otros?

Escena 6

El hombrecillo había caminado

durante 2 días

y encontró, a un espejo

pero se dijo “hay otro como yo”

entonces el espejo le habló

el hombrecillo creyó entender

cuanto el espejo le decía

y anduvo todo un amanecer

con su carácter testarudo

negando cuanto escuchaba

pero creyó entender.

-

El espejo le hablaba

el hombrecillo escuchaba

decía cuanto le decía

a todo ello se negaba

y el espejo preguntó

pero no supo contestar

oía una, dos verdades

pero la frase no hallaba.

Quiso decir

y vió imagen

quiso imaginar

y todo olvidaba

qué fue verdad y lo que no

ya no sabía comprender

dudaba de por qué partió

dudaba de lo que hablaba

y recordaba otro día

en el que nada entendió

pero que no sabía

de si acaso existió.

-

El hombrecillo había caminado

durante 2 días

y encontró a un espejo

y dibujó en él

lo que aquel le pareció

pero se dijo “hay otro como yo”

entonces el espejo le habló

el hombrecillo creyó entender

cuanto el espejo le decía

y anduvo todo un atardecer

con su carácter testarudo

negando cuanto escuchaba

porque a nada comprendió.

He inventado la máquina,

del tiempo

porque hoy echo de menos

a aquellos que no estarán en el futuro

mi futuro

apenas completan mi palma de la mano

en número

y hoy les veo y les quiero mas que ayer

porque les echaba de menos.

Imagínate cómo vivirás dentro de dos años

en qué pensarás

estoy segura, acertarás

y verás qué feliz es el día de hoy...

han pasado dos años

y yo sé, ves

qué feliz es el día de hoy.

Así fue…

Sentado al borde del universo

un ángel, miraba al crepúsculo en los fondos del océano,

en el mismo lecho marino

había una cabeza de piedra

apenas diferenciando su perfil

de entre vegetación subacuática.

Miraba el ángel,

y cuanto más concentraba la mirada

la cabeza parecía moverse,

y cuanto más se movía

el sentía como iba quedándose ciego.

Saltó el ángel, y se sumergió a lo más profundo,

sus pies se hundieron en el fondo,

todo él se cubrió de arena salada,

y alzó la mirada hacia la luz del sol

que vagamente atravesaba hasta dónde se hallaba

y el cielo del mar parecía el cielo del universo.

Tras el azul que devenía negro, y el negro devenía verde

había visto una silueta dorada,

y el contorno de su mirada

se convertía en hilos de espuma blanca

que como el rastro de una telaraña desecha

dibujaban caminos.

Los hilos atravesaban al océano,

y atravesaban al aire

y se torcían en el ombligo del cosmos.

Cuanto más lejos estaban

mas densos y gruesos devenían

hasta que dos cuerdas de la talla de un árbol no muy grande

convergían en una silueta corvada

en los pies de un ángel

cuya sombra era la constelación más pequeña

y también la mayor que hubo,

envolvía al tiempo en su penumbra

y esparcía estrellas de fuego

que fueron los ojos de ángel

los que había perdido en un amanecer

al ver su reflejo en el agua

y recordar cómo fue.

Mundo de hierro

tu ojo de plomo

tu ojo de mármol

el ojo del pasado, del futuro

el eterno

déjame ver a través de ti

una vez

para saber cual es el aspecto que tiene

ese cuenco de plata por cual resbalo

porque deseo saber dónde camino

y desde dónde partí…

Sé en el borde del cuenco

aguardas con tu boca negra

el cosmos mismo fingiendo ser universo

pero yo resbalo, siempre

después de trepar hacia un horizonte

que creo ver blanco

que creo ver infinito

pero cual nunca supe

porque no nací con ojos

sino tus oídos llevo en la cara

y tu hierro es música para mi

y tu óxido es el camino del mar.

Cuando despierta en mi el color negro

mi fuerza es igual a los vientos del norte

y mi aurora mas azul que el cielo

pero el negro es un color solitario…

ví en el fondo del cuenco

un espejo

tras el espejo

resbalaba en un cuenco de espuma

un ser blanco

¿cuándo inventaste la espuma, mundo de hierro

cuándo inventaste al blanco…?

porque no existen

porque los oigo en tu mirada

y no sé nombrarlos.

-

Mundo de espuma

tu ojo de cielo

tu ojo de agua

el ojo del pasado, del futuro

el eterno

déjame ver a través de ti

una vez

para saber cual es el aspecto que tiene

ese cuenco transparente por cual resbalo

porque deseo saber dónde camino

y desde dónde partí…

Yo no sé mundo de espuma nombrar lo bello

yo no creo siquiera en tu nombre

existes para no ser visto

persistes para no ser olvidado

déjame servirme de tu idioma

una vez

para poder repetir eternamente tu rostro

en aquello que creo verdadero

y sé jamás será de otra manera,

para que el negro fuera mi negro

y el blanco sea de quien yo sé,

para creer en aquello que veo

nombrar aquello que siempre deseé

conocer mi camino mejor que tu me conoces

y saber decir hasta del color que no existe aun

aquello que supe de él,

del negro

del mundo de hierro

del mundo de espuma

de un ser, blanco

de mi

y de tu cuenco,

lo que son.

En tierras de Odón

Parido en las tierras de Odón

por la madre negra

nació un niño,

de mirada transparente.

Caído en los rápidos de la corriente asesina

al amanecer en su décimo verano

fue arrastrado hasta el pórtico celeste

para justificarse ante el Magno

y pedir permiso

para habitar tan solo,

un mundo,

de promesas,

cual su Señoría ensalzaba…

Miró el Grande al pequeño,

y el pequeño a su vez entreabrió sus ojos

por vez primera…

y se hizo todo cuanto fue,

en transparente velo,

el mundo fue la nada

y la nada mundo,

el Magno suspendido

en medio de transparente sueño

grito la maldición de los dioses,

y desapareció el niño,

desapareció el caos…

-

Fue día del noveno sol,

la noche asustaba con la voz de hombre

la tierra susurraba del día último

el mundo se escondía de los cielos,

los cielos alumbraban a las sombras

y estas, en chillido de desesperación

desaparecían para siempre

con un relámpago de fuego

cual arrancaba su último aliento.

-

Llegó al pórtico del Gran Maestro

un desconocido,

llevando capa negra,

y bastón de sombra,

desconocido de pasado, de futuro

llegado de la nada, destruida…

Entreabrió los labios para nombrar al sol

pero pronunció el nombre del Maestro, en susurro

abrieron se los pórticos, y él entró

al paso, pudo entrever el fin de su futuro…

y dándose la vuelta al instante

miró al Magno,

y el Magno, se heló, pero con alma viva

el cielo derritió a sus espumas

el océano retomó el aire,

la nada fue el mundo

el mundo fue la nada…

y desapareció, en tierras de Odón

un niño aun no nacido,

de madre negra,

un niño del cosmos transparente,

invisible rostro,

de voz de canto silencioso,

nunca escuchado.

No lo sé… Delf, cómo seguir, si aun no silbé un comienzo, por qué iba querer escribir, de unos relámpagos, perdón, fueron imágenes, que me despertaron justo antes de dormirme… y no, no quiero sonar tal como sueno ahora, porque no es así como me oigo, y no quiero que la poesía fuera mi lengua, porque no lo es. Tengo un molde, del cual sacaré la forma que soñé ayer, pero aun no la conozco, ni tampoco recuerdo aquello que me visitó en mi sueño despierto, sí, aquel en cual el sol brilla, y las estrellas están allí, y no las vemos. Por qué necesita forma, aquello que yo no sé, nunca vi, siquiera intuyo su color, por qué no guardarlo simplemente en mi pecho, en reposo, sino he de inventar unos cubitos de hielo con los que esculpir un rostro, cual nada más abro los ojos, se derrite, y el sol me ciega en la inquietud de helar con mi aliento, en mi molde, más trozos, de hielo, de sueño, de infinito… Cómo es la palabra”Delf”, cómo saber de su significado, su imagen, su color, o su destino? Quizá el primer día fue una “d”, el cuarto “e”, el segundo “f”, y el quinto “l”, pero no lo fue, o quizá fuera vacío, o quizá fuera nada, y todo. No lo sé Delf qué decir… si acaso tiene sentido. Un día no conocí a la “d”, un día descubrí su comienzo, un día fue la “d” como si fuera yo, y un día fue verdad tan solo en su recuerdo, y un día fue dos, y dos fue uno, cuatro el cero, y el infinito el reverso de cuanto he dicho ahora… ¿Es verdad que de las palabras puedo aprender de las formas, y de las formas de las sensaciones? ¿Es verdad porque yo lo creí, o porque lo supe? ¿Puedo conocer de aquello que aun no sé, cómo construir, en cubitos de hielo, por ejemplo, y saber de aquello que olvidé, en mis travesías por el desierto? No quiero escribir, porque ya no sé, no puedo. No quiero modelar, porque no hay manera de ver a un objeto sentido. No quiero dibujar, porque es la forma imposible. Pero sé que puedo, porque para ello nací, sé que sé, porque supe nombrar la “d”, la “e”, la “l”, y la “f”, incluso antes de haberlos leído, porque yo no sé… Delf, si yo encuentro al libro, o el libro me halla a mi, y porque no conozco el idioma del que habla, pero me siento capaz de modelar con sus hojas, cubitos de hielo… infinito, un mundo, un cosmos, un sol diminuto… y lo que dudo es que se comprenda algo de cuanto pronuncio, porque no sé cómo comenzar, ya que nunca había seguido. No lo sé… Delf, por qué iba querer escribir de unas imágenes, que mis ojos inventaron.

Gigante amarillo

El enano de gorro violeta, era de bosque, había nacido el mismo día en el cual el mar sumergió su población natal, y desde entonces se había convertido en un ser acuático, que apenas conocía la existencia del mundo nuestro. Le conocí cuando recién había cumplido cuatro años, lo mismo que yo. Recuerdo fue un día corriente, en cual iba jugando sola a la pelota delante de mi casa, había llovido, y en un charco, al asomarme, me fije que de pronto aparecía algo violáceo en su fondo poco profundo. En el primer instante pensé ver un hada ahogándose, pero al fijar mas la mirada, denoté el gorro de un ser, que jamás había imaginado. Con los ojos ampliamente abiertos, el enano me dio un saludo, yo no respondí, ¿acaso iba hablarle a un charco?

Durante varias semanas estuve pensando de mi casual encuentro, dudando de que fuera cierto, hasta que una tarde, mis padres estaban aun trabajando, y yo me ocupaba de mis asuntos en el hall del piso, empezó a llover de nuevo. Oí llamar en la ventana, al creer que eso me había parecido tan solo, no presté atención, hasta que en un momento, se escuchó como si se rompiera el cristal. Corrí a ver qué ocurre, la ventana estaba intacta, tumbado delante de esta yacía mí recién conocido, empapado hasta los huesos…

Con el paso de los años fui adquiriendo costumbres adultas, cumpliendo funciones, creando artefactos, eso si, por voluntad propia, pero cada vez mas me fui invirtiendo con mi escaso tiempo en los asuntos de los gigantes. Durante los primeros años, aun guardaba la capacidad de ver a través de la cáscara, la esencia de cada ejemplar cual me rodeaba. Según transcurrían los días sin embargo, mi vista fue empeorando, hasta acabé confundiéndome en tener algo en común con muchos de aquellos, aun así, a costa de mi graduado de gafas, que tuve que llevar no tanto por necesidad, como por obligación, no hubo más remedio que inventar la imaginación. Yo no sé cuándo me lo había propuesto, o si acaso fue la ocurrencia de otro, que por algún arte de magia oculta se me incrusto el imaginar en mi virgen pensamiento, pero bajo su caleidoscopio a veces de colores, otros de blancos y negros, mi caleidoscopio particular. El mundo por cual caminaba diariamente, y ocasionalmente de noche, fue adquiriendo así la forma de mi pensamiento. Ocurre sin embargo que en mi pensamiento, los gigantes no hablan, tan solo expresan mímicas más que evidentes, o muestran gestos de ridiculez, pero el mundo diario estaba y sigue estando repleto de habladurías, y sonidos guturales de difícil descifrado. Los sonidos para los cuales el oído esta diseñado, apenas son percibidos, y un constante gruñir de motores no mecánicos, obstruye el equilibrio de una caminata a solas.

Apenas unos meses antes que hoy, llovió. Hacía más de década que las nubes se habían olvidado de la parte del mundo cual yo recorría. Recuerdo el cielo se cubrió de violeta, y los gigantes, todos aquellos, fueron para mi no más que mogollón de pequeños hombrecitos, que se empujaban por las calles resbaladizas. Recuerdo casualmente conocí un gigante, que sin embargo parecía un enano, cual me hablaba de por qué los charcos eran de color violeta. No comprendí nada. Descubrí que aparte del violeta existían otros colores, porque cada vez que me decía algo, mi recién conocido, llovía, y cada vez que llovía, yo miraba en los charcos, tratando de recordar, algo que había olvidado, pero no hacía mas que inventar el arco iris, tratando de ver el sol.

Fuera, la nada, nada hay, nada habrá

abro los ojos

y proyecto su color en cuanto pose mi mirada

el afuera es de color blanco

si no fuera por mi

el arco iris no existiría

el mundo no sería azul

la tierra no del negro del abismo

hay una flor de una docena de pétalos

con cada pétalo de color diferente

y a mi esa flor no me gusta

porque sus colores no me agradan

pero una vez la olí, lo recuerdo

en su aroma mis párpados se abrieron

por primera vez

y vi que la flor era aun mas blanca que las nubes

y que yo era un mago

inventor de colores

la paleta del mundo esta dentro

y hay que aprender a usarla, borrando los colores

antes de que posen en el lugar equivocado,

mis ojos cambian con el color de la ropa que llevo

y el color de la ropa cambia con el arco iris de mi paleta

si no fuera por mi

todo sería tal como es

blanco

y todo gustará

a mi, y a si mismo

vivo dentro de mi así que afuera sea como yo

y yo sea no como mi interior

sino como fuera es

blanco, de sombras de tintes

o transparente, de olor a colores

imposible de oler

de colores, imposibles de imaginar,

de colores míos, que hagan de mi un pintor

que desdibuja el mundo para que este sea de mi

y yo sea del mundo.

Fue ayer, cuando, todo fue

ayer hubo un ave amarilla de ojos perlas

hoy, un lobo, de mirada negra

ave o animal, persona o aire

que importará, hoy, quién pregunta

los un poco mas pequeños, son un amanecer

los que como yo, son hoy mi estar aquí

son un remolino inacabable, de mezclas,

conocidas y demasiado cercanas

los un poco mayores, están en el camino,

igual que yo deambulan… perdernos, atraparnos

vernos, y soltarnos, otra vez

los mayores, están, quietos, esperando,

un alcance, sin porvenir, una meta, irrealizable

fue hoy, cuando todo es

mañana tras un ave amarilla de ojos perlas

vendrá el lobo, de mirada negra

ave o animal, persona o aire

qué importa, fue, nadie pregunta.

Cuando vuelva lo sabré Crupius

la luz no será amarilla sino azul

la materia no será blanda sino endurecida

el aire no del hermoso verano sino otoño fresco

los contornos no difuminados sino claros

el viento no sonará en melodía sino en silencio

mi alma no será fuego sino agua

y yo seré de nuevo lo que fui

tu, Crupius, y aquello verdadero, que veo.

De alas en el cielo, color fuego

de pies en la arena, invisible

de cabeza en el infinito

blanco,

los ojos en blanco

las manos en blanco

el aliento en blanco

flota en la nada,

flota en el aire

flota en el agua

sin peso, pronuncia

sin decir, escucha

sin mirar, ve

sin observar, oye

lo transparente,

fuera y dentro

arriba y abajo

en uno

fuera de sus propios bordes

fuera de sus propios deseos

fuera de sus propios sueños

dentro del infinito

en el centro de lo eterno

y en todas partes

en un átomo

y en billón

en el primero

y en el último

en el interior del mundo

y el mundo en su interior

en el interior de la esfera

y la esfera alrededor suyo

en el centro del círculo

y en el borde

y en el medio camino

y fuera del círculo

de párpados cerrados

y corazón abierto

no hay ser

hay eternidad

no hay ojos

hay espacio

no hay ideas

hay Crupius

fuera y dentro

dentro y fuera

siempre

y hoy

siempre

y nunca.

Alguien dijo, dibuja un invernadero, dentro estará tu rosa

no, no lo dijo así,

y en verdad eran dos, los que dijeron…

uno se copió del otro, y yo me copié del uno

cuál fue el primero, ¿hubo un primero?

son tres diferentes, lo somos,

dijimos de lo mismo, lo fuimos,

hablando de… la belleza, lo seremos

la belleza o el amor

el amor o la belleza

cada uno de tres es único

y cada tres de uno igual,

a los otros tres de uno

y a los otros fuera de tres…

el holograma de una rosa

partido en tres

contiene la imagen integra de la rosa original

uno dentro de otro

otro dentro de unos…

un pétalo sin la rosa, es la rosa misma

tres pétalos, sin la rosa, son la rosa misma

qué importa la rosa

qué importa la imagen

en negro

tres es uno, y uno es tres

lo bello es nada en nuestra mente,

más allá de la idea de lo bello

está, el tres, el negro, el mundo, y yo

o el uno, la nada, lo blanco y… una rosa

qué importa el orden

qué importa el lugar

qué importa el número

qué importa la idea

cerrados los ojos, esta todo

una vez abiertos, esta ella

rosa o hermosura

tres o uno

negro o rojo

son lo mismo

en uno.

Las malas metáforas dan lugar a bellas ideas

indefinibles,

es porque la buenas metáforas existen,

perfectas

dan lugar a imágenes imposibles en nuestra mente

e imposibles en nuestras palabras,

a quien no le ha sucedido no saber decir lo que piensa

a quien no le ha sucedido no saber pintar lo que ve

a quien no le ha sucedido no saber componer lo que siente

el resultado siempre es inferior a la intención

una mala metáfora,

pero cual indefinible es ésta…

agua o tierra

hombre o mujer

frío o calor

blanco o negro

lejos o cerca

dentro de o fuera de

son uno,

y son, uno dentro de uno dentro de uno…

pintemos la palabra ola castellana,

pintemos la ola inglesa,

pintemos la ola china

pintemos la ola rusa

¿imposible?

fácil de pensar

difícil de hacer

una mala metáfora

y es, porque la buenas metáfora existe

en la perfección

en lo inalcanzable

mas allá de la intención

¿existirá de veras?

¿Escribirlo?, imposible

la hoja se arruga por los bordes del interior de mi mente

la tinta escurre en un dibujo negro como el bosque virgen

un instante que ya ha volado apenas surgió de la nada

ya está en un recuerdo que apenas fue sentido por mi

y el recuerdo no es recuerdo sino nebulosa

del blanco de la espuma de mar, y el azul del horizonte

¿dibujarlo?, imposible

sin forma, sin comienzo y sin fin

rebota en mi mente, transparente como un pájaro pequeño

mientras la tinta se diluye, existe frágil y eterno

una vez seca, desaparece, para siempre

oscurece y queda como un punto nulo dentro de un tiempo sin nombre

¿pensarlo?, sin sentido

fuera imagen, palabras o forma

no atrapa su esencia química y efímera poción de magia de plata

existió o fue imaginado

fue sentido o fue inventado

nadie sabrá decirlo

yo no sabré suponerlo

es como un fantasma, dudoso

y como el mar, de real

ameno para mi tiempo largo, de memorizar fragmentos

demasiado puro para un mundo, igual y permanente

transparente, para siempre se queda en un presente innombrable

desde siempre estuvo allí, en mi, y en todo, en todo y en mi.

Ligereza Dolmnibas

solo ligereza y efímeros sentimientos, son, en mi ser

pronuncio, y nada digo

reflexiono, y mi pensar no se extiende

leo, y no me ensimismo

escribo, sin comprenderme

escribo para escuchar mi pensamiento

y que mi alma fluya en río de mármol

pero no oigo.

En mis horizontes, un castillo de negro rojizo

consolida mis sentimientos

en granito de mis ideas

mi habla fluye, mis pies caminan

por sus senderos ligeros

ligeros, pero de pasos firmes

no como en mi humilde cabaña

donde un ave hunde sus pies de elefante

en vía transparente, de agua, de mar

y no vuela sino parpadean

sus alas de plata, de plumaje aire.

Un castillo, no lo veo

a lo lejos mi mirada se hunde en cal blanca

lo creo estar, lo intuyo

pero no traspaso las propias fronteras

de un espíritu, de ligereza humana.

Dime Dolmnibas, hacia dónde he de mirar

para que si parpadeo, llore lágrimas de nácar

en su charco, que dibuje estrellas

estrellas rojas, del castillo grande,

qué he de ver para saber decir

palabras árbol, del sentido de mi ser

deletrear en sus contornos invisibles

la esencia del presente.

No cuentes Dolmnibas si he de saltar

siete piedras, cazar dos deseos

di dónde son las siete hundidas

y cómo un deseo viene ser libre,

di cuánto tarda el mundo en ser

de mis ojos, y los ojos del mundo

mi mundo Dolmnibas, mi eternidad

que ansío que sean sólidos, de castillo.

Veinte días en el mar

nadando entre los tiburones grises

encontraremos al gran capitán

ante quien el sol cesa de apagarse.

Cantamos con las olas del norte

gritamos como los lobos del sureste

encontramos nuestras mujeres solas

en casa, esperando alegres.

Nadad todos en la gran madera

juntos, con el barco del amanecer negro

suplicad al dios del océano

dejarnos volver vivos sin tristezas.

Veinte días en el mar

un año en el olvido

encontraremos al gran capitán

nos guiará hacia la luna llena.

dejando los sueños un paso a la izquierda

la cabeza se descompone en manchas redondeadas

toda la vida, aun lejos su final

empujando hacia la cumbre

y pisando apenas su comienzo

siempre lo será

apenas su comienzo

los árboles que vemos delante, están detrás

los de atrás, se vienen delante

el cuadro no existe, pero estima hacerlo

el color no es posible, pero se imagina entre el paisaje

apenas en su comienzo

lo será.

en todos los lugares

los poco productivos, no gustan

los últimos, no son estimados

los vagos en inspirarse, son rechazados

los que se equivocan, son despreciados

cuando es en ello,

en pocas palabras la mas calidad

con mas tiempo mas sutileza

con calma, bella imaginación

cuanto mas erróneos, mas encerrada la verdad

si, lo es en todos los lugares

sin importar latitud geográfica.

Cuando el mar hecha encima tuyo

sus olas grises, de las profundidades negras

ten tu cabeza erguida y orgullosa

hacia el horizonte blanco dirige tus ojos.

Cuando te dicen que nada te sucede

que tus días son oscuros y sin recuerdos bellos

da una patada viva a quien así de abrumador sea

haciendo rodar sus horizontes, bajo, donde los linces.

Si vieras que te da pereza

subir el centenar de vez la misma colina

y si vieras que te salpican

los que dicen que tu voz falsea

canta fuerte, o apenas pronuncia

las sílabas mudas de tu tierna canción

la que con largos días trajiste

al mundo triste, en tu sola presencia.

Cuando el mar es personas, y las olas palabras

de infames que creen conocer tu alma

se el cielo, el mal presagio

que serán pocos sus días del alba.

Tenía un sueño Cornelio

un sueño dorado de sonrisa pícara

de esculpir un rostro pálido

de un niño travieso

de bucles de algodón

y ojos de nácar

pero hay que saber cuando se acaba una fantasía

y cuándo el cielo de los colores del arco iris

viene a ser de mojado grisáceo

pero hay que comprender cuando el límite timbra

desde los pórticos del nuevo mundo

cuando mi niño de espuma

de piedra pulida pero mate

se queda encerrado

encerrado tras los pórticos pesados

de los recuerdos hermosos

pero que echa una mirada, traviesa

más allá, a la vecina morada

y contagia al aire con su locura

y esparce sus lágrimas en rocío brillante

y nace entonces un sueño, un nuevo comienzo

dorado, de respirar el alba

desde sus colores de la primavera

y oler al mundo vivido

tras las rosas de la imaginación virgen

la imaginación por abrir sus nuevos caminos

y por adelantar a las nuevas ideas

hacia el mismo ideal aterciopelado

de esculpir otro niño, de marfil

de marfil y espuma de sueño.

A dos pasos del acantilado

cierro los ojos y me inclino

respiro el aire retenido de los que no recuerdan

allá, abajo, están amontonados todos aquellos

a los que no deseo escuchar mas

a los que jamás veré, en vida

entre aquellos, el cóndor de la creatividad me sonríe

más bien en una expresión falsa

abre sus alas y me cubre con todo su esplendor

caigo

me hundo en cadenas de almas del pasado

me tiran de los brazos, de las piernas,

se ríen de mi, me gritan, me tropiezan

oigo un rumor

de alguien que espera en medio de la multitud

me aplastan todos aquellos

pero alguien espera

comienzo a entre buscar mi camino de entre personas

iguales, monótonas, deformadas, todos aquellos

ando una hora, dos horas, incansablemente,

y me hallo a dos pasos, del acantilado

cierro los ojos y me siento

no he contado ni uno, se echa encima mío una catarata

de agua violeta, de resplandor dorado

abro mi boca y trago la porquería

me empapo de su sabor ácido

los iguales, detrás, todos ellos

dejan de empujarme

maldicen y me hablan

susurran y se irritan

pero dejan de tocarme

dicen que no hago nada, que voy por el camino de al lado

dicen que me resbalo en un charco naranja y me ahogo en mi estupidez

dicen que cave veinte tumbas en vez de una,

y que escale por veinte montañas, en vez de pisar un montón de arena

mis ojos se cierran a sus palabras

mi alma encoge a sus órdenes

mi boca olvida el habla

mis pies pierden el camino

pero oigo

la llamada

de alguien que espera

será a mi – me pregunto,

me levanto y sigo, pendiente abajo

me dejo caer en mi último vuelo

al encuentro.

Dos cabezas de pavo se tambalean cuesta abajo del camino de los pájaros

en desorden, en ton de caos, en zigzag aleatorio, describen pasitos hondos

sus huellas marcan línea recta de vez en vez ondulada por tropiezos

la luz solar acaricia su plumaje coloreado inusualmente

las nubes se interponen a los rallos luz como para dibujar ligeras sombras sobre los cuerpos plumados

dos cabezas de pavo siguen erguidas su camino, se echan reojo de vez en cuando

un pavo es mas alto que el otro, este mira con superioridad a su compañero de camino

pasito a pasito no se dicen nada

sobrepasan poblados y colinas, ciudades y montañas, pero no se miran

siguen adelante sin saber el rumbo preciso, sin intuir siquiera un sendero.

los pájaros del norte

se nos adelantan, compañía

gritad todos, como nunca

cantad juntos, como uno

escaparos a la odisea de la migración

y recorriendo los prados del amanecer

apareced en vuestro traje de gala

con las figuras erguidas

diréis que aquello nunca sucedió

os esconderéis bajo el manto de la noche

y escapando de la gloria del olvido

juntando las trenzas del pasado

pisareis las tumbas

de los pájaros, del norte, el blanco

de la luna con cara de doncella

y el cielo estrellado por imaginación azul

pisareis, una vez

y os iréis

por el camino del cocodrilo

y el bosque de la lechuza mágica.

El mundo señor Catlan

Ese cuenco cual habitamos

Con su pecho de mujer

Y su nariz de hombre

Frente nuestra existencia

El mundo no parpadea

Siquiera de broma

En un zumbido

Y nos vemos en el mar del norte

En un zumbido

Y estamos bajo tierra

No cierre sus ojos a la luna

No abra su boca para tragarse una flor

Camine por el borde de la playa

Donde las sirenas entierran su canto violeta

Y caiga una vez al océano

Dejando pasos de elefante

Por la arena negra

El negro de vuestros pulmones pálidos

Por la existencia, en el mundo

El mundo señor, Catlan

Cual pronto abandonaremos.

Pasó corriendo por la plaza sin dar crédito de que le observaban. Aquel hombre llevaba un gran sombrero rojo, chaqueta de marinero y un bigote postizo, como hecho de coral verdoso. Le proseguía fijamente en cada su movimiento. No, hoy no pudo caminar en zigzag. No logró atarse lo brazos a la espalda, ni doblar la pierna izquierda en la rodilla. No pudo siquiera cerrar ojos justo cuando iba a atropellar la mujer de mirada naranja que se le cruzó en el camino. Hoy le observaban, ya se comportaba educadamente, caminando en recta, indudablemente tras un esfuerzo monstruoso de mantener la calma, con las manos en lo bolsillos, cruzó, por fin, atravesó la calle. Hoy, en el último día, el sombrero rojo le parecía del arco iris, la chaqueta, de payaso, y el coral cual habían traído hará unos días de la costa, era naranja, sí, tan naranja como los ojos de su amante. Justo tornó la esquina y sus manos se volvieron de azul celeste, de azul celeste él entero, había caminado cincuenta años sin percibir ni una sola mirada, se paró allí, donde la calle se acababa y el sol ya no era de colores. Dejó escapar un profundo suspiro y murmuró “Un día por aquí, y se volvería uno loco. En un día, el mundo se disiparía.” Cerró sus puños, y desapareció, como una ola azul, de espuma terciopelada. Azul, tan azul que la calle se borro de la ciudad, y la ciudad se borró del mapa, que hojeaba un hombre de sombrero rojo, quien no daba crédito de cuanto veía.

Nueve cabezas de payaso al lado de la estación

Caras de personas aburridas

Suspiran sus barrigas en forma de caracol

Y sonríen

Tienen el hambre del perezoso

Y se comen

A hamburguesas con hormigas

Nueve

Se repiten incesablemente

Transfiguran y vuelan

Son cabezas voladoras

Caras de personas feas

Escupen su oído por la nariz

Y se tragan el silencio por las orejas

Revuelven el espacio con sus miradas vacías

Y arrodillan todo ser vivo ante suyo

El ruido de los vagones cesa

Los ocupantes se callan

Contemplan como se alejan

Susurran

Todo sol ha muerto

Su retrato era de color rosa anaranjado

Con ojos pálidos, del azul celeste

Manos de la línea del galope del corcel

Ropa de terciopelo gris

Su retrato era su último suspiro

Se apagó una vez lo expusieron

Al público

Al bufón principal del espectáculo

Desvaneció una vez fue visto

Ropa de terciopelo gris

Último aliento

“Tres por tres, dos”-dijo Sam

“tres por tres” – repitió

Su voz resonaba por las paredes cristalinas de la habitación.

Era su voz y algo más, indescriptible, casi como un murmullo, que se dejaba escapar de su garganta.

“Eres un imbecil”-insistió

“Un inútil sin mérito alguno”

Esta vez abrió sus ojos y pudo distinguir, difícilmente, el contorno de su sombra en el espejo de enfrente.

“Desgraciado”

Abrió sus brazos como para abrazarse, a sí mismo, pero acto inmediato, los dejó caer en sus anchos bolsillos, que colgaban de su chaqueta, violácea.

“Conviértete en un patito de plástico y comienza a ladrar como un perro rabioso.”

Cerró sus ojos y cayó al suelo de cristal.

“Eres azul, tan azul que parpadearás mariposas blancas.”-murmuró.

Esta vez su cuerpo apenas se movía, apenas respiraba.

El cubo de cristal cual era la habitación se partió en dos. Los rectángulos negros cual eran las ventanas se quedaron suspendidos en el aire. La tierra cual era el escenario del mundo se volvió amarilla. Sam desvaneció con una manada de bisontes que salieron corriendo del cubo, y desde el interior, acompañado por el sonido de un triángulo, la voz repetía - “tres por tres, tres por tres”.

En habitación de techo bajo

puerta ancha

y ventana del revés

un niño escribió dos pasajes

decían: ayer fue jueves

hoy, nunca estaré.

Anduvieron por tierra de pirámide

cazaron por globo de burbuja de jabón

durmieron en tierra de vapor, sin nombre

permanecieron un instante sin aliento

murieron libres, tras el obelisco del negro sol.

Restos,

salí del cuarto y quedaron restos de comida

restos de envases, de pan, migas de bizcocho,

abandoné el estudio

quedaron restos de esculturas, lejos de sus caballetes

fuera de su contexto

lejos de la mesa, tiradas, por el suelo

recogían polvo, con los demás restos

de papel de envolver, papel de periódico

pinceles sin utilidad, olvidados, secos

restos

quedaron fuera de mi alcance cuando abandoné el mes.

Del color amarillo del sol

de la luna

del desierto

del amanecer

aquel fue un potro de color amarillo

como mi gato

como la pasta de dientes,

anduvo doce semanas por la tierra

presenció doce semanas la vida

y quedó en un recuerdo, amarillo

del color de la noche

amarillo de mar

el amarillo de la madrugada última.

- Nada volverá a ser como antes Gini

Siquiera tu ojo volverá a brillar como en el día de la perdida de tu memoria.

- Yo quisiera volver a estar en mi casa algún día.

- Ya, imposible. Todo esta perdido.

- ¿Mis días pasados también?

- Como tu memoria.

- Mi futuro hogar.

- Tus deseos.

Cuando valláis a un lugar llamado Parte Ninguna

decidle al jefe que su pueblo ya no es gris sino naranja

que su establo más alto que el del vecino

que su casa se abre con una llave

pero que su jardín no sonríe a la puesta del sol,

decidle aquello, y quedaros a vivir con él.

En el patio trasero de la casa, en la parte rota de la malla, del patio, de la casa

un collar de perro, perdido, abandonado, oxidado,

colgaba triste.

El collar buscó, al perro, por toda la tierra,

no le encontró.

Entonces se convirtió de madera, y buscó

buscó al perro por todo el mar,

no lo encontró.

Vino el collar a ser de hojarasca,

y buscó al perro por todos los vientos buscó,

no lo encontró.

En el patio trasero de la casa hubo un perro, una vez, un perro libre,

hubo una casa, una vez, de madera, cubierta de hojarasca,

fueron cinco días en el mar, de madera

y ocho noches en la tierra, de perros.

Es del verde vejiga y el azul prusia

más oscuros, Cornelí

es negro, tan negro que si parpadeo, una vez,

es el violáceo, el más profundo, Cornelí,

y yo, no se quién es.

Si mirase, una vez,

sus ojos son de pupilas negras, como el sol,

y son, de color naranja blanquizo, y verde, blanquizo,

pero yo, no se quién es.

Si respirase, mi corazón cesa, en terciopelo negro,

y la noche es del rosa más claro,

y sus cabellos son de oro, pero, son oro negro,

él, fue gris, fue vacío frío,

y yo, no se quién es,

no se si es,

pero, soy negra,

el negro de sus tres colores.

La casa era de dos plantas,

tejado puntiagudo,

dos ventanas

y tres puertas.

Por la primera ventana se podían ver sus ojos verdes

en la segunda sonreía tras su oculta sonrisa de gato

por dos de las puertas le salían las piernas

por lo que podía caminar,

en la tercera puerta estaba atascado su brazo con el codo afuera

carecía de segundo brazo,

con su mano sujetaba las puertas que se abrían hacia dentro,

daba saltos a la pata coja

y merodeaba por la cercana aldea,

se llamaba Séntios, y nadie sabía qué era.

De noche cantaba, durmiendo los niños del poblado,

de día gritaba molestando todo ser vivo,

a la luna llena lloraba e inundaba las tierras,

en el invierno con su aliento calentaba todo

como si fuera primavera.

Le dijeron que estaba cojo, enfermo de los pies

no lo fue, gritaba, les odiaba por ello,

porque él no lo fue,

pero dijeron que era cojo, se lo reprochaban.

Él corrió, dos noches corrió,

pero le gritaban, cojo,

cayó, se lastimo las piernas

y se volvió cojo de veras.

De noche cantaba durmiendo los niños del poblado,

de día, gritaba, molestando todo ser vivo,

y nadie supo quien era.

fue la última parada del tren

fue donde el arco iris es blanco

donde la noche es de colores marinos

la música fue, de ojos de madre

los instrumentos, la voz de hombre

y, la ruta, fue allí su comienzo

el paso primero, es como el último

cuesta creerlo

me voy, los pasos, lejos de la locomotora

los desconozco

me voy

a dónde.

fue, la última parada del tren.

como cuando el pianista tocaba la misma sonata

y el compositor usaba el mismo instrumento

me pregunto

¿por una orquestra?

el pianista

la última vaga del tren

fue cuando dibujaba el comienzo

de la misma sonata

fue, cuando dibujaba el fin

y él, tocaba,

sonaba la ruta

igual

pero él, tocaba

y sonaba la ruta

nada se oía

no comprendo

me voy

a dónde.

fue, el paso último de mi viaje.

el concierto, del pianista

el último

todavía no fue

me voy

al pasado.

llegaré.

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Etiquetas: Texts

(quizá sea el dibujo aceptable mas antiguo que guardo)

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